EL AMOR DE DIOS – PARTE 5

Hemos venido estudiando acerca del amor de Dios, sin embargo entender que Dios es amor resulta muy complicado para todos aquellos que no tienen en cuenta dos aspectos fundamentales, el primero de ellos es; los atributos de Dios...

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EL AMOR DE DIOS   5

I.  INTRODUCCIÓN

1 Juan 4.7–8  Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

 

Hemos venido estudiando acerca del amor de Dios, sin embargo entender que Dios es amor resulta muy complicado para todos aquellos que no tienen en cuenta dos aspectos fundamentales, el primero de ellos es; los atributos de Dios…

En uno de los primeros temas de esta serie dijimos que todos los atributos de Dios juntos dan como resultado un Dios de amor, porque no es posible aceptar que Dios sea amor, y no sea justo, o  amoroso pero no misericordioso, o amoroso pero inpaciente, o tacaño en vez de generoso… Y si no fuera todo poderoso, omnisciente y omnipresente tampoco podía manifestar su amor, porque no tendría ni el conocimiento, ni la presencia, ni el poder para manifestarlo.

¿Se sentiría usted amado por Dios si el lo tratará de manera injusta? O ¿Se sentiría usted amado por Dios que promete ayudarle y no puede cumplir sus promesas por falta de poder?

La otra parte también muy importante para poder reconocer el amor de Dios, es que seamos capaces de reconocer los pecadores que somos; cuanto ofende a Dios nuestro pecado y cuanto daño nos hace a nosotros.

 

¿Porqué es importante reconocer lo que el pecado es y hace? Porque siendo Dios amor, y el hombre un pecador. Eso da como resultado que este Dios de amor quiera salvar al hombre…  tal como lo ha hecho y lo registra la escritura:

Romanos 5.8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

 

Ese proceso de salvación indudablemente fue muy doloroso y supremamente costoso para Dios, para el Cristo, pero a diferencia del hombre Jesús sabía de qué se trataba, y también conocía el costo, mientras que los hombres aun a veces los cristianos no entienden precisamente por ser pecadores, de qué se trata la salvación, y está gran ignorancia y engaño dificulta en gran manera este proceso de salvación

Imagine usted un cervatillo enredado en unos alambres de puas que le están desgarrando la piel precisamente por los intentos de librarse de ellos… Hasta que por el cansancio llega el momento en que se acomoda con todo ese pecado que los rodea.   Pero: ¿Qué pasa cuando llegan los hombres a cortar los alambres para liberarlo? Pues que el animalito producto del susto gasta hasta las últimas fuerzas tratando de liberarse, lo cual ocasiona que se desgarre todavía más…

Eso es lo que hacen los pecadores que se han acomodado en su esclavitud al mundo, y cuando llega el mensaje de salvación se asustan de tal manera que se enredan todavía mucho más en el pecado, negando al único que los puede salvar, al Señor Jesús.

La solución con algunos animales muy grandes cuando los hombres los quieren salvar, es dormirlos para en ese estado liberarlos o hacerles algún tipo de cirugía, porque resulta inconcebible tratar de razonar con un rinoceronte o con un león enfurecido por causa del miedo.

Pero esto no funciona en el proceso de salvación del hombre… Porque el hombre debe reconocer de una manera clara y consciente que a despreciado a Dios, y que ha tratado de llenar el vacío que le deja no experimentar el amor de Dios, amando y siendo amado por el mundo, con un amor que inevitablemente lo destruye de forma sutil, lenta pero progresiva, porque el mundo está siendo manejado por el maligno.

 

Esta es la razón por la cual Dios en su palabra nos ordena para nuestro beneficio que:

1 Juan 2.15–17  No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

 

Ciertamente el mundo de forma sutil destruye al hombre enamorándolo y esclavizándolo de tal manera que no tenga tiempo de buscar a Dios, lo cual traerá como resultado que su vida sea completamente inútil, y se pierda por toda la eternidad.

 

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