UNA VISIÓN CORRECTA – PARTE 5

Lucas 13.1–2 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. 2Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Ocurrió algo horrible, y el pensamiento de algunos es que cuando esas tragedias ocurren como está ocurriendo actualmente con el coronavirus, esas cosas suceden porque es un castigo de mi Dios por el pecado de las gente.

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UNA VISIÓN CORRECTA – PARTE 5

I. INTRODUCCIÓN

Lucas 13.1–2 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. 2Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?

Ocurrió algo horrible, y el pensamiento de algunos es que cuando esas tragedias ocurren como está ocurriendo actualmente con el coronavirus, esas cosas suceden porque es un castigo de mi Dios por el pecado de las gente.

Algo así como: “Nosotros buenos y ellos malos”. Sin embargo; frente a un par de tragedias que la gente le contó a Jesús, sus palabras ante ese pensamiento fueron:

Lucas 13.3–5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Esto deberían entenderlo algunos creyentes, que en esta época están diciendo, que esto que está sucediendo es un castigo por la maldad de los hombres; sin embargo las palabras de Jesús, fueron que esas cosas no le sucedieron a ellos por ser más malos que los demás, sino que es algo que sucede para que absolutamente todos nos arrepintamos. Tanto incrédulos como creyentes.

Es claro que el coronavirus no es un castigo de Dios para los incrédulos, es más bien una llamada de Dios para que tanto incrédulos como creyentes, evaluemos nuestras vidas, nuestros valores, lo que pensamos, lo que hacemos, hasta lo que deseamos… Y hagamos las correcciones necesarias.

Es más, si algunos llamados creyentes insisten en decir que es castigo de Dios, también deberían tener en cuenta que Jesús hablando de la desobediencia de los hombres dijo:

Lucas 12.48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

Y según esto tenemos que aceptar que esto del coronavirus es un jalón de orejas en primer lugar para nosotros los cristianos, que hemos recibido mucho más que otros y aún así no estamos haciendo todo lo que deberíamos hacer.

Así que, mi consejo para estos acusadores es que no señalen culpables de esta situación, sino que sensibles al Espíritu Santo, revisemos y decidamos hacer la perfecta voluntad de Dios.

Ahora; uno de los sentimientos que es un indicativo muy claro de nuestra desobediencia y falta de confianza en Dios, es el temor. La Escritura es muy clara cuando afirma:

1 Juan 4.18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Según esto, todo aquel que sienta temor frente a esta enfermedad, todo aquel que sienta temor a su muerte, o temor a la muerte de algún ser querido, o temor ante la crisis económica que con lleva esta situación… Está castigándose así mismo por causa de su incredulidad.

Y entonces el lugar de señalar culpables de esta situación, (Que obviamente los hay, todo es un negocio en el mundo) la pregunta que nos debemos hacer los auténticos cristianos frente a esto es; ¿Estamos asustados, preocupados, aburridos, desmotivados, molestos?

La respuesta de muchos es; “Pues claro que si es normal que uno se asuste ante la muerte” Sí; esa es la respuesta de aquel que no ha querido creer en las promesas de Dios, de una vida espectacular en su presencia. Y no han decidido creer por andar pegados a las cosas de este mundo.

Y el problema es que cuando eso ocurre, las personas no buscan a Dios para que les ayude a aumentar su fe en él y poder estar tranquilos, sino para que Dios cambie la situación, y así dejar de sentir temor.

Y esto es lo que nos cuenta la escritura que ocurrió con el pueblo Israel, que fueron a buscar al profeta para que le rogará a Dios, porque estaban siendo diezmados, y entonces después de tanto sufrir, y para no sufrir más, decidieron seguir las instrucciones que Dios les diera para poder salvarse. Entonces:

Jeremías 42.2–4 dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios por todo este resto (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como nos ven tus ojos), 3para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer. 4Y el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os respondiere, os enseñaré; no os reservaré palabra.

Evidentemente estaban preocupados y seguramente asustados, y es triste que sea de esta manera, pero es esa la condición en la cual los hombres más se acuerdan de Dios, para buscar solucionar sus necesidades, problemas o temores.

Sin embargo, una cosa es creer en Dios como vimos la semana pasada, con conceptos propios no sacados de la escritura, y otra tener un conocimiento real basado en la escritura, y por lo tanto una buena relación con Dios.

En el caso de estos hombres que fueron al profeta, notemos que ellos dicen; ”y ruega por nosotros a Jehová tu Dios” Es decir; están tan graves en su conocimiento de Dios, en el reconocimiento de su grandeza y soberanía, que le piden al profeta que ore al Dios del profeta, como si no fuera el Dios de ellos.

Bueno, así comienza mucha gente, pidiéndole a los cristianos que le oren a su Dios para que los ayude a ellos, como si no fuera el Dios de ellos.

Sin embargo a pesar de su ignorancia e incredulidad, cuando el profeta les contesta les dice: “He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios” Porque el sabe, que aunque los hombres no reconozcan al Dios verdadero, el sigue siendo el Dios de ellos, él sigue siendo el Soberano, y sólo a él al final de sus vidas todos tendrán que darle cuenta.

El apóstol Pablo nos habla de esta verdad cuando escribe acerca de Jesús diciendo:

Filipenses 2.9–11 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Los que ya son salvos que están en los cielos reconocen que Jesús es el Señor; los que todavía están vivos sobre la tierra llegará el momento en que todos reconocerán que Jesús es el Señor. (Esto sucederá al final de la gran tribulación, donde todos los incrédulos serán aniquilados y solo sobrevivan los que en ese tiempo crean, para ser los pasarán al milenio para volver a poblar la tierra)

Pero también todos los muertos que están debajo de la tierra, es decir en el infierno, allí también tendrán que doblar sus rodillas y reconocer que Jesús es el Señor.

Por lo tanto es mejor reconocerlo antes, a las buenas, qué después, obligados y sin ningún beneficio.

Un segundo y muy grave error que podemos ver en estos hombres que fueron al profeta a consultar a Dios, es que dicen:

Jeremías 42.5 Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros.

Comienzan diciendo, colocando a Dios como testigo de ese compromiso, que van a hacer todo lo que Dios les diga que deben hacer. Lo cual parece muy bueno, sin embargo el problema está en lo que continúan diciendo:

Jeremías 42.6 Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, obedeceremos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios nos vaya bien.

Notemos que como la mayoría del mundo y de muchísimos cristianos, todavía se están alimentando del árbol de la ciencia del bien y del mal, del cual dijo Dios que traería muerte, comenzando por la muerte espiritual.

Y estos hombres confían tanto en este conocimiento del mundo acerca del bien y del mal, que se atreven a decir que lo que Dios les mande así; “sea bueno sea malo” van a hacer caso.

Al decir esto están dando una evidencia clara, de qué lo que gobierna sus vidas es su propio concepto del bien y del mal, y no Dios. Porque la confianza en ese concepto del bien y el mal que ha sido enseñado por Satanás, lo primero que hace es darnos una pésima imagen de Dios, de tal manera que luego no le podemos obedecer.

O, ¿de dónde cree usted que estos hombres sacaron la idea, de que las instrucciones de Dios pueden ser malas para sus vidas?

Y por supuesto después de pensar que Dios puede dar malas instrucciones, con la misma facilidad se llega a pensar que Dios provee circunstancias malas para nuestra vida, negando así la hermosa promesa de que todas las cosas nos ayudan a bien.

Cuando Adán y Eva pensaron que la prohibición de comer del árbol era una mala prohibición, porque eso les dijo Satanás… Decidieron comer; decidieron desobedecer a Dios para buscar lo bueno.

Este mismo problema de incredulidad y desobediencia lo sufren aquellos que creen que Dios tiene ciertos mandatos que no son buenos. Y entonces encontramos que los que no creen que la sujeción a las diferentes autoridades sea una bendición, tienen serios problemas para confiar en Dios. Igual pasa con aquellos que no creen en la bendición del diezmo y las ofrendas. También tienen serios problemas para confiar en Dios. Lo mismo aquellos que no creen que el sexo está destinado sólo a la relación matrimonial, también tienen serios problemas para confiar en Dios…

Porque cómo es posible pensar que Dios da mandatos buenos y mandatos malos. ¿Qué clase de Dios haría algo así? Pues no el dios verdadero, por lo tanto quien piense de esa manera, no conoce al Dios verdadero… No le podrá obedecer, y si lo hace lo hará en la carne, y no verá la verdadera bendición que Dios tiene para él.

Pasaron diez días hasta que el profeta Jeremías vino con la respuesta que Dios le yo para el pueblo.

Jeremías 42.9–10 y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia: 10Si os quedareis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré; porque estoy arrepentido del mal que os he hecho.

Pero: ¿Cómo recibieron estos hombres el mensaje de Dios?

Jeremías 43.2–3 dijo Azarías hijo de Osaías y Johanán hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No vayáis a Egipto para morar allí, 3sino que Baruc hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, para matarnos y hacernos transportar a Babilonia.

Primero ruegan al profeta para que consulté a Dios, asegurando que la respuesta cualquiera que fuere buena o mala la obedecerían.

Pero ahora que viene la respuesta, ellos la analizan y concluyen que no es una buena respuesta. Entonces no queriendo reconocer su pecado de no creer a Dios, le echan la culpa al profeta, diciéndole que el está mintiendo, que se dejó manipular o sobornar de otras personas para hacerles mal… Y por supuesto no obedecieron.

La lección es muy clara. Antes de preguntarle a Dios que debo hacer con mi vida, tengo que conocer al Dios verdadero. Y cuando lo conozca, entonces entenderé que el nunca nos ha dado o nos dará un solo mandato que nos haga daño, y nunca mandara una situación que nos perjudique espiritualmente.

Pues eso es lo que dice la escritura que El hace:

1 Juan 5.3–4 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 4Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

Solo conociendo al Dios verdadero y confiando en él podemos seguir sus instrucciones, y sus instrucciones obedecidas con fe, son la victoria que tenemos sobre todas las cosas del mundo… incluido el coronavirus.

Así es de que si queremos pasar esta crisis obteniendo mucha bendición para nuestra vida, lo que tenemos que hacer es obedecer a Dios en todo. No sólo en algunas cosas sino en todo.

Porque así como los mandamientos de Dios no son gravosos, es decir no nos quitan nada, lo mismo sucede con sus decisiones, es decir con su soberanía, de tal manera que la soberanía de Dios para aquel que desea hacer la voluntad de Dios, es como una canción de amor, pero para que el que no desea hacer la voluntad de Dios, es como una maldición, pues entorpece sus planes personales.

Y una forma muy clara de evaluar si conocemos o no al Dios verdadero, es la respuesta que damos a las cosas que suceden a nuestro alrededor.

Cada vez que nos quejamos por cualquier cosa que sucede, nos estamos quejando contra Dios por estar dañando nuestro plan, cuando en realidad deberíamos agradecerle por dañar nuestros planes.

Ya vimos también que la soberanía de Dios es ejecutada unas veces por Dios de manera directa, y otras veces a través de los instrumentos que él escoge, incluidos nosotros mismos.

Me gusta decir que Dios puede hacer todo lo que le dé la gana con cada uno de nosotros. Pero me he dado cuenta que a algunos les da miedo que Dios pueda hacer lo que le dé la gana con sus vidas.

¿Porque? Obviamente porque no entienden o no creen, que todas las decisiones de Dios son de acuerdo a lo que Dios es, es decir son decisiones de acuerdo a su amor, justicia, bondad, misericordia, sabiduría, paciencia, planes maravillosos, etc… Y al final, sólo al final su ira será manifestada sobre los que no quisieron creer en el.

Esto es igual a decir que Dios jamás actuará de manera inapropiada con ninguno, por la sencilla razón de que Dios, jamás desea actuar de manera inapropiada, ya que ese no es su carácter.

Pero hay algo más que debemos entender respecto de la soberanía de Dios, y es que la podemos dividir en dos clases:

La soberanía para que las obras de Dios se manifiesten; y la soberanía que viene como resultado de lo que hay en nuestro corazón. Es por supuesto el mismo Dios actuando, pero por dos razones diferentes.

La soberanía para que las obras de Dios se manifiesten, son todas aquellas cosas que han sucedido y suceden a nuestro alrededor y en nuestro cuerpo, que han sido planeadas y ejecutadas por Dios, para preparar el terreno y glorificarse en nuestras vidas. Un ejemplo bíblico de ello:

Juan 9.1-3 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.

La pregunta de muchos ante estas situaciones es la misma que hicieron los discípulos. Que es más o menos… ¿Porque este hombre nace ciego si no a hecho nada para merecer semejante castigo?

Y la mala respuesta que muchos han dado a este asunto, son las tales maldiciones generacionales donde por culpa de las decisiones de los padres, los hijos son castigados. Lo cual es completamente falso, de acuerdo a la respuesta dada por Jesús.

Pero al igual que lo que pasó con este joven, hay cosas que Dios en su soberanía ha ordenado que le pasen a los hombres, que no tienen ninguna relación ni con sus padres, ni con lo que estos hombres hayan hecho.

La respuesta de Jesús a esta pregunta fue, que Dios hizo eso de esa manera, para preparar el terreno para que Dios se manifestara en la vida de esta persona. Y efectivamente así sucedió. Porque no sólo recibió la vista dando testimonio a creyentes e incrédulos en esa época, sino que el que había sido ciego recibió algo mucho más importante, que fue su salvación.

Cuantos que tienen la vista, que supuestamente deberían estar más agradecidos con Dios que los que no la tienen, no le han querido reconocer… Pero para este hombre su ceguera se convirtió en una enorme bendición que disfrutará por toda la eternidad.

Todo esto quiere decir, que hay muchas cosas que nos han sucedido que fueron ordenadas por Dios, (llamadas buenas o malas por el mundo, eso no tiene importancia) para preparar el terreno y que Dios pueda glorificarse en nuestras vidas.

Por ejemplo: diferentes sexos, diferentes padres, diferentes lugares, diferentes tiempos, diferentes dones, talentos y habilidades, y diferentes circunstancias cualesquiera que éstas hayan sido…

Esto quiere decir que a la hora de la verdad no importa si tuvimos un buen o mal padre, una buena o mala salud, una buena o mala oportunidad de educarnos, una buena o mala figura o apariencia.

Pero de lo que si debemos estar seguros, es que cada cosa que nos ha sucedido, de la cual no tuvimos ninguna responsabilidad, ha sido programada por Dios para que experimentemos su bendición.

No sé cuantos de ustedes ya se pusieron en paz con Dios respecto de su pasado. ¿A qué me refiero? A que cuando evaluamos las cosas que nos sucedieron con el concepto de bien y del mal que el mundo enseña, lo normal por no entender el plan de Dios es que tengamos quejas contra El… Y cuando no se arregla eso, cuando no se le pide perdón a Dios por haberlo juzgado mal, eso interfiere en nuestra relación presente con el.

Ponerse en paz con él quiere decir, agradecerle de todo corazón todas aquellas cosas que nos sucedieron, llámese buenas o malas, porque todas tenían como propósito bendecir nuestra vida, aunque no le entendiéramos. Y si esas cosas no bendijeron nuestra vida, la culpa es nuestra por no haber buscado a Dios.

Por supuesto, entender el beneficio de esas cosas que sucedieron, especialmente de las difíciles, no es tan fácil, pues se requiere que pase el tiempo, y qué además deseemos hacer la voluntad de Dios.

Otro ejemplo muy claro de esta soberanía de Dios lo podemos ver en la vida de José.

Dios le dio a José un padre que lo amaba mucho. Lo cual se supone que es algo muy bueno. Pero por causa de ese amor sus hermanos llegaron prácticamente a odiarlo. … Además de eso Dios le da el don de tener visiones y adivinar sueños, y por esta causa, por lo que Dios le mostró, sus hermanos decidieron matarlo.

Uno de sus hermanos intercede y no lo matan, lo venden como esclavo. Y luego teniendo un muy buen trabajo aparece una mujer que trata de conquistarlo, y ante la negación de José lo difama y termina en la cárcel. Ya en la cárcel ayuda a ciertos personajes los cuales no corresponden cuando él necesita ayuda… Y siguen pasando cosas donde el resultado final es que termina prácticamente gobernando a Egipto.

La pregunta podría ser; ¿porque un buen hombre, qué nos muestra la escritura que hizo todo bien, le tienen que pasar cosas que a los ojos de los hombres son tremendamente injustas? Y la respuesta la da el mismo José cuando dice:

Génesis 50.20–21 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. 21Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.

Las malas acciones de sus hermanos de las cuales el no tuvo culpa, el haber ido a la cárcel también sin culpa, el haber sido olvidado por quienes ayudó también sin culpa… fueron las cosas que le permitieron llegar donde el faraón, quien lo puso a gobernar, trayendo enorme bendición a él y para el pueblo de Israel.

Pero obviamente tuvo que pasar un buen tiempo y muchos tratos, para que el entendiera la bendición de las cosas que sucedieron.

Igual pasa con cada uno de nosotros, con todas aquellas cosas de las cuales no tuvimos culpa, llámese buenas o llámese malas, pero qué Dios de alguna manera ha organizado para que al final sean de bendición para nuestra vida.

Cuando miro mi pasado, viví circunstancias que no han sido ventajosas para mi vida en el mundo… Pero creo que esas circunstancias son las que me llevaron a conocer al Señor. Si no hubieran sucedido esas cosas, a lo mejor no lo hubiera conocido, tal vez hubiera sido de mucho éxito en el mundo, pero eso no tiene valor comparado con el valor de la salvación, y con el valor de lo que Dios ahora me permite hacer, al colaborar aunque sea con un granito para su obra.

Pero también en la soberanía de Dios, hay muchas cosas que nos suceden, las cuales si tienen íntima relación con lo que hay en nuestro corazón. Es decir cosas que nos suceden que son una respuesta de Dios a los pensamientos, las decisiones y las acciones que hemos realizado.

Un ejemplo claro de ello lo vemos en el libro de Hageo, donde Dios ordeno escasez para el pueblo por causa de la decisión de ellos, de no querer colaborar con la obra de Dios.

¿Cuántos cristianos habrá así, cuántos cristianos habrá rogándole a Dios por cambiar muchas situaciones para que su vida mejore, sin saber que al Dios que le piden es el que ha ordenado que las situaciones sean de esa manera.

¿Porque que Dios te tiene en esa mala situación? Pues es muy posible que no ve en ti un verdadero interés en la obra de Dios, ni en la personal, no queriendo crecer espiritualmente, ni en la salvación o crecimiento de los demás?

Es decir: No sólo no han dejado de cometer ciertos pecados a pesar de todo el tiempo y la paciencia que Dios ha tenido. Además de esto dan mal testimonio, lo cual hace que cuando digan que son cristianos, si es que lo hacen, o cuando inviten a la iglesia, si es que lo hacen, terminen siendo piedra de tropiezo en lugar de ser de bendición.

Y entonces producto de ese mal comportamiento llega el momento donde Dios cierra puertas, y aún trae situaciones de calamidad, pero todo esto como una respuesta a lo que hay en sus corazones.

Un claro ejemplo de cómo las decisiones de Dios dependen de nuestro corazón, también lo podemos encontrar en la vida de Jonás.

Este hombre fue comisionado por Dios para ir a predicar a Nínive, y dice claramente la escritura que él salió para huir de la presencia de Dios. :

Jonás 1:3 al 4… y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. 4Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5Y los marineros tuvieron miedo….

La historia continúa y nos cuenta que cada uno clamaba a su Dios pero sin resultado, y entonces se preguntaron por causa de quién les había venido este mal. Echaron suertes y cayó sobre Jonás. Este reconoció que huía de Jehová, y cuando ellos preguntaron qué hacer, el les dijo que lo echaran al mar y que el mar se calmaría. Eso hicieron y efectivamente el mar se calmó y producto de este testimonio se convirtieron y ofrecieron sacrificio e hicieron votos al Señor…

No creo equivocarme si digo que si Jonás ante el llamado de Dios, hubiese tomado la decisión correcta, no hubiera sido arrojado al mar.

O que si Jonás al ver la tempestad y al ver que las suertes cayeron sobre él, si él hubiese recapacitado en su corazón y cambiado la decisión, tampoco hubiera sido arrojado al mar.

Es cierto que Dios nos ha dado la libertad de tomar decisiones, pero esa libertad viene junto con la responsabilidad por las decisiones que hayamos tomado. Usted manda; usted responde. Usted decide; usted asume las consecuencias.

El problema es que los hombres, quieren tener la libertad de decidir pero no quieren asumir la responsabilidad por sus decisiones, y para quienes piensan de esta manera, para quienes piensan que de sus malas decisiones no cosecharán las consecuencias, déjenme decirles que como Dios no sólo es es soberano si no además es justo, absolutamente nadie podrá escapar de las consecuencias de sus decisiones.

Lo cual aplicado a la historia que estamos leyendo, quiere decir que las cosas que le estaban sucediendo a Jonás, eran consecuencia de sus decisiones. La historia continúa y nos cuenta:

Jonás 1:17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.

¿Creen ustedes que esto es lo que este hombre había pensado que iba a suceder? No.

Cuando este hombre salió huyendo de la voluntad de Dios no espero que una tormenta lo detuviera; igualmente cuando este hombre decidió tal vez suicidarse antes que hacer la voluntad de Dios, tampoco esperó terminar en el vientre de un pez, y seguir allí con vida.

Pero como Dios es soberano, este hombre termina allí, en la barriga de un gran pez, por causa de lo que había en su corazón.

Es muy importante que entendamos y creamos que Dios de manera continua evaluando lo que nosotros hacemos que es producto de lo que hay en nuestro corazón, él responde a través de las cosas que nos pasan.

En esos momentos siendo ciegos al trato de Dios, podemos culpar de lo que nos pasa a la gente… Y perder así la bendición de entender el mensaje que Dios nos está dando, y peor aún, seguir con la misma mala actitud que hará que Dios siga tratándonos de la misma manera.

Así es de que hay cosas que suceden porque Dios esta preparando el terreno para bendecirnos más adelante, pero hay cosas que suceden como una respuesta a nuestra confianza o a nuestra incredulidad, respecto de lo que Dios nos manda a hacer y nos promete.

Por eso debemos preguntarnos: ¿En medio de qué situación nos encontramos producto de lo que hay en nuestro corazón?

¿Estamos viviendo en medio de una situación muy agradable como consecuencia de lo que hay en nuestro corazón? O ¿Estamos viviendo en medio de un desierto espiritual como consecuencia de lo que hay en nuestro corazón? O ¿Estamos viviendo una situación espantosa y muy dolorosa como consecuencia de lo que hay en nuestro corazón?

Y si estamos en medio de esa situación cualquiera que sea como consecuencia de lo que hay en nuestro corazón: ¿A quién pensamos culpar? O ¿A quién nos vamos a dirigir para quejarnos? O ¿A quién le vamos a rogar para que la situación cambie?

La historia de Jonás continúa y después de tres días en el vientre del pez, por fin Jonás dice:

Jonás 2.9-10 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. 10Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.

Más claro imposible. Con sólo decidir hacer lo que Dios le había mandado, la situación cambió.

Algunas veces con sólo decidir de corazón cambiar algo he visto que la bendición de Dios llega, a un antes de realizar eso que decidimos. Igual he visto que algunas personas con sólo cambiar su actitud reciben respuesta de Dios, antes de hacer lo que propusieron en su corazón.

Y por favor, cuando Dios quiere que hagamos algo, lo más necio que podemos hacer es decir; no puedo. Porque si en verdad no pudiéramos entonces tendríamos que decir que Dios nos quiere arruinar sin causa. Y ese no es Dios.

Y si en verdad nos parece que no podemos, debemos dar pasos de fe, y veremos qué Dios abre puertas, coloca personas, cambia situaciones para que podamos cumplir con lo que Dios nos ha pedido hacer.

Creo que esa, la de decir que no podemos, es la disculpa más necia de aquel que no es fiel en sus diezmos, pues piensa que no le alcanza. Y es necia porque en primer lugar lo primero que debemos apartar es el diezmo, por eso el poco o mucho dinero siempre alcanza para ser fieles con Dios. Y en segundo lugar, porque es muchísimo mejor vivir con la protección y la bendición de Dios, que sin ella.

Pero: ¿Qué hubiera sucedido si Jonás hubiera seguido firme en su decisión de no hacer la voluntad de Dios? No lo sabemos, más aún ni siquiera sabemos si su historia estaría en las escrituras.

Pero lo que sí debemos aceptar sin ninguna duda, es que absolutamente nadie puede escapar de la soberanía de Dios, que es igual a decir, que nadie puede evitar el trato de Dios que vendrá como consecuencia de lo que hay en su corazón, de sus decisiones, de sus acciones. La escritura dice:

Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará

No dudemos de lo que el Señor dice en su palabra. Sin embargo para no ser engañados con ciertos argumentos llegando a creer que no es verdad, debemos entender que, el trato de Dios sobre los hombres es personal.

¿A qué me refiero? A que a veces vemos a ciertos cristianos haciendo cosas que a nuestros ojos están muy mal… Pero no vemos que Dios los trate como nosotros pensamos que debería tratarlos.

Al pensar en esto, hay varias cosas que debemos tener en cuenta para no hacer un mal juicio de lo que Dios hace o no hace. Especialmente cuando nosotros al tener una mala actitud, si somos reprendidos prontamente por Dios a través de las circunstancias, pero vemos que otros no.

En primer lugar; debemos tener en cuenta algo que ya mencioné, Y es lo que la escritura dice acerca del juicio que Dios hará de los mayordomos. Entendiendo que mayordomos somos todos los seres humanos, que hemos recibido de Dios muchas cosas materiales, además de dones talentos y habilidades para hacer lo correcto.

Lucas 12.47–48 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

Esto quiere decir que hay personas que han recibido mucho de las cuales Dios espera mucho… Sin embargo no sabemos qué tanta claridad tengan acerca de cuál es la voluntad de Dios.

Pero Dios que si conoce a la perfección su conciencia, los tratará de acuerdo a lo que el ve que hay en ellos. Mientras que nosotros que no conocemos lo profundo de sus pensamientos, pensamos que Dios debería tratarlo de acuerdo a lo que alcanzamos a ver, o a nuestro juicio que puede ser equivocado.

Hace muchos años queriendo ayudar a alguien en necesidad, dispuse de cierta cantidad para hacerlo, y le pedí a un discípulo millonario que si me ayudaba con una ofrenda para ayudar a esta persona… Y el dispuso para ayudar la misma cantidad que yo di… Pero el ganaba 10 veces más.

Y por supuesto uno piensa; que tacaño… ¿Pero? A lo mejor por su codicia a esta persona le fue mucho más doloroso dar la misma cantidad que yo di…. Es decir; el en su corazón se sacrificó y sufrió al destinar esa cantidad, mientras que yo lo disfrute.

Y la pregunta es: ¿quién puede hacer un juicio acertado acerca de estas cosas? Solo Dios. Y por eso solo él sabe cómo tratar a cada persona.

Jonas pensaba que el pueblo de Nínive por su maldad debería ser destruido… Pero el Señor le dice:

Jonás 4.11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

Lo segundo que debemos tener en cuenta al ver el trato que Dios está dando a otras personas, es que no sabemos lo que esta persona está viviendo… El dicho dice; ”la procesión va por dentro”

Que sabemos nosotros de cuanta envidia, rencor, amargura, tristeza, frustración, hay en una persona que está mostrando una buena cara. El sacerdote Elí se equivocó al juzgar la situación de Ana.

1º Samuel 1.14–15 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. 15Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

El apóstol Pedro exhortando alguien que vino con una petición equivocada le dijo:

Hechos de los Apóstoles 8.22–23 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.

Es decir, pensamos que Dios debe disciplinar fuertemente alguien por ciertas malas actitudes o pecados y no sabemos lo que esta persona está sintiendo en su corazón

No les ha pasado que tratando muy bien a cierta persona, luego esta va y habla mal de usted. Y, ¿porque si usted la trato bien habla mal de usted? Porque a pesar de su trato, esta persona se sintió muy mal, pues una cosa es lo que hacemos por alguien y otra muy diferente como ella producto de sus conflictos la pueda recibir.

Si usted le hace el favor a una persona amargada lo más seguro es que hablara mal de usted. Si usted tiene misericordia con alguien que ha pecado, si esta persona no reconoce el pecado, hablará mal de usted. Si usted es generoso con un envidioso también es muy seguro que hable mal de usted.

En conclusión lo que quiero que entiendan es, que no tenemos ni idea cuánto puede estar sufriendo una persona en su corazón. Y al no saberlo pensamos que Dios esta alcahueteando el pecado de estas personas.

En tercer lugar, a veces estamos esperando que las personas cambien, porque su comportamiento nos molesta, nos incomoda y aún nos hace sufrir. Y por eso deseamos que Dios con su mano haga justicia… Pero nosotros no hemos aprendido la lección que Dios a través del mal comportamiento de ellos nos quiere enseñar.

El apóstol Pablo vivió una situación similar que nos sirve como ejemplo, pues él escribió:

2 Corintios 12:7 al 9 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

El apóstol entiende que la situación por la cual le ha rogado a Dios no va a cambiar, porque es lo que necesita para llevarlo a que Dios se glorifique en su debilidad.

Por la misma razón puede haber situaciones o relaciones en nuestra vida, que aunque sean muy incómodas o aunque sean dolorosas, son indispensables para llevarnos a depender de Dios, y que Dios se glorifique en nuestra debilidad.

¿Cuántos tienen en su casa como esposa una mujer insensata, porque es la que necesitan para aprender a tener paciencia, misericordia y aprender a ser cabeza en el hogar sin enseñorearse?

¿Cuántas tienen en su casa al esposo que no es cabeza, porque necesitan aprender lo que es la sujeción?

¿Cuántos con una esposa como la de Job se la pasan orando y pidiendo consejo para saber cómo cambiarla, en lugar de primero aprender a ser la cabeza que Dios quiere que sea?

¿Cuántos a pesar de querer y de hacer las cosas correctas con su cónyuge, de todos modos tienen una mala relación matrimonial, porque a través de eso Dios quiere enseñarles a ser fieles, no por causa de su pareja sino por causa del Señor?

Ahora sí usted le oro a Dios y su mujer o su marido cambio. Amén. Pero sí usted ya ha hecho lo que debe hacer y la situación no cambia, indudablemente tiene que enfocarse en aprovechar esa situación, para aprender, para cambiar, para no perder la bendición que Dios tiene a través de ella.

Buscar cambiar las situaciones o las personas sin primero cambiar el corazón, es como tratar de obligar o forzar a Dios para que haga lo que nosotros queremos… Como si nuestro poder, nuestras influencias, o nuestra sabiduría fueran capaz de torcer el brazo de Dios.

Y si sin cambiar nuestro corazón nos esforzamos en cambiar las situaciones a como dé lugar y lo logramos, no es porque nuestro poder supere el poder de Dios, sino porque a veces Dios deja que nuestra terquedad prospere, para que con el tiempo las graves consecuencias de nuestra terquedad e incredulidad nos muestren lo equivocado de nuestros caminos.

Así que en lugar de enfocarnos en lo que Dios debería hacer con otras personas, debemos enfocarnos en lo que Dios quiere tratar en nuestra vida y aprender pronto la lección.

Es muy posible que al aprender la lección la otra persona cambie… Y si no cambia, algo más debemos aprender.

Y por último, para que no juzguemos mal lo que Dios hace, debemos recordar las palabras de Jesús a sus hermanos que lo afanaban:

Juan 7.6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto.

Es decir si nosotros fuéramos Dios ya habríamos condenado a la humanidad… Qué es la misma mala actitud que tuvieron los discípulos de Jesús cuando no los quisieron ayudar.…

Lucas 9.54–56 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? 55Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.

Santiago se ve más fuerte en sus cartas, Juan es muy amoroso. Pero aquí querían fuego del cielo para los que no los habían recibido.

A veces Dios tiene una paciencia que nos parece exagerada con ciertos personajes que se portan mal, que no cambian a pesar de que se les diga, pero Dios soporta sus necedades porque en su omnisciencia saben en qué momento van a cambiar.

Otras veces como ya mencioné, Dios espera teniendo mucha paciencia, pero llegara el momento en que Dios actuará fuertemente contra esta persona, y su calamidad será un ejemplo para los demás creyentes. La escritura dice:

Proverbios 29.1 El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

Por todo esto, no hay duda, que lo más sabio que podemos hacer con aquellas situaciones que nos sobrevienen producto de lo que hay en nuestro corazón. Es arrepentirnos y cambiar la actitud de nuestro corazón para que las situaciones cambien.

Jonás al fin cambió su corazón, decidió hacer la voluntad de Dios, y Dios cambió la situación.

El pueblo de Nínive se arrepintió ante la predicación de Jonás…. Y aunque Dios había determinado destruirlos en cuarentas días:

Jonás 3: 10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

Este pueblo al arrepentirse de corazón logró cambiar la decisión que Dios había tomado de destruirlos.

Por lo tanto si queremos cambiar lo que está sucediendo a nuestro alrededor o si queremos cambiar lo que Dios ha determinado que nos suceda, la clave está en cambiar nuestro corazón.

Pero como nuestro corazón normalmente no cambia por completo en un instante, sino que requiere de un tiempo, lo mismo va a suceder con las situaciones en que Dios nos tiene metidos.

Algunas podrán cambiar muy rápidamente, pero otras, si es necesario cambiarán de forma muy lenta o puede que no cambien, porque Dios todavía las necesita para continuar glorificándose en nuestra vida.

¿Que hacer si esa es la situación?

Seguir revisando nuestro corazón, porque es casi seguro que creyendo que nos estamos portando bien no sea cierto… Y si de verdad delante de Dios ya cambio nuestro corazón, de todos modos como Dios no se equivoca lo que nosotros tenemos que hacer es:

Gálatas 6:9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

Pero déjeme terminar diciendo algo muy importante. Suponga que usted ama el dinero, y por esta razón Dios, después de haber tenido mucha paciencia con su mal comportamiento financiero, ha decidido mantenerlo muy apretado económicamente, para que usted aprenda contentamiento.

Y supongamos que gracias a la misericordia de Dios, usted entiende que su situación económica esta en manos de Dios, y que no importa cuánto haga bien o mal hecho, no lograra cambiar esa situación, porque es Dios quien lo tiene así, para que usted aprenda contentamiento.

Cuando usted entiende esto, entonces entiende que si usted no deja que Dios cambie su corazón la situación no va a cambiar. Hasta allí todo está muy bien, sin embargo la pregunta es: ¿Por qué quiere usted cambiar su corazón?

Y entonces la respuesta que muchos inicialmente dan es; “porque si dejo que Dios cambie mi corazón y me enseñe contentamiento, entonces Dios por fin me va a dar mucho dinero”

¿Se dan cuenta del engaño? Aprender contentamiento significa que aprendo a estar contento con lo que tengo, por lo tanto no deseare más dinero. Pero sí la motivación para aprender contentamiento es tener más dinero, hay una severa contradicción.

Y entonces puede suceder que a alguien le digan: “A usted Dios no le va a dar marido porque para usted los hombres son tan importantes, que con facilidad que desvía del camino del Señor”

Y entonces la muchacha comienza a orar; “Señor cambia mi corazón y has que no desee tener marido” Entonces pasa el tiempo y nada de marido, y la muchacha se pone a pelear con Dios porque hace rato que no desea marido, y Dios nada que se lo da.

Tenemos que entender que cuando el corazón cambia, Dios puede cambiar las situaciones y casi siempre lo hace, sin embargo la verdadera y valiosa motivación para cambiar el corazón independiente de la situación es; porque es la voluntad de Dios que nuestro corazón cambie, y cada vez nuestro carácter se asemeje más al de Jesucristo.

Lo valioso no es que Dios por fin le dio dinero porque aprendió contentamiento; lo valioso es que aprendió contentamiento porque es la voluntad de Dios. Lo valioso o no es que por fin su mujer cambió porque aprendió a ser cabeza; lo valioso que es que aprendió a ser cabeza porque es la voluntad de Dios.

Lo valioso no es que por confiar en Dios no le afectó el coronavirus… Lo valioso es aprender a confiar en Dios así nos enfermemos.

Porque no hay nada más precioso en esta vida y en la eternidad, que la confianza que tengamos en Dios.

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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