PARA QUE SEPÁIS – PARTE 8

Hemos visto que el apóstol Juan comienza su primera carta contando su testimonio, para que través del conocimiento que nos comparte de Jesucristo, podamos también nosotros tener comunión con él, luego nos explica los enormes beneficios esta relación con Dios... Y luego casi al final de su carta escribe:

Related media

Watch

PARA QUE SEPÁIS 8

I. INTRODUCCIÓN

Hemos visto que el apóstol Juan comienza su primera carta contando su testimonio, para que través del conocimiento que nos comparte de Jesucristo, podamos también nosotros tener comunión con él, luego nos explica los enormes beneficios esta relación con Dios… Y luego casi al final de su carta escribe:

1 Juan 5.13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.

En la escritura cada porción aun cada carta tiene tiene un objetivo principal, y lo que el apóstol nos dice es que esta carta fue escrita para que nosotros podamos evaluar y confirmar que tenemos vida eterna…

Siento este objetivo de la carta la pregunta es: ¿Qué tan importante es esta confirmación de que tenemos vida eterna?

Pues la verdad, respecto de la vida eterna todo lo que cualquiera pueda insistir acerca de su importancia es poco, pues la vida eterna es tan importante, que no importa en la clase de vida que tengamos, no importan los sufrimientos que tengamos, no importa si somos pobres, no importa si estamos enfermos, no importa si estamos abandonados, la verdad es que absolutamente nada importa, porque si tenemos la vida eterna es decir la salvación asegurada, entonces podemos decir que el objetivo para el que fuimos creados se ha cumplido, y por lo tanto tendremos una eternidad maravillosa es la presencia de Dios.

Es tan importante obtener la vida eterna, que Jesús a través de enseñanzas que suenan exageradas como la parábola del rico que hacía banquete suculento todos los días, mientras que al pobre Lázaro los perros lamían sus llagas… la enseñanza que da, no es que hay que sufrir para ir al cielo como a veces se nos ha enseñado, sino que no importa la clase que vida que tengamos lo único realmente importante es obtener la vida eterna.

Alguien puede ser la persona más rica, poderosa y feliz de este mundo, pero si no obtiene la salvación entonces su eternidad será terriblemente espantosa… O alguien puede ser la persona más miserable en este mundo, pero sin obtiene la salvación su eternidad será maravillosa.

Ahora: ¿Qué cosas nos ha escrito el apóstol para poder evaluar si tenemos o no vida eterna? Pues el apóstol Juan hace una descripción de las cosas que debe hacer aquella persona que de verdad se ha convertido en un hijo de Dios. Por eso al leer lo que el nos comunica y compararlo con nuestra vida, podemos descubrir si somos o no auténticos cristianos.

Y una de las cosas que escribe que hemos estado revisando, tiene que ver con nuestra relación con el pecado. Por ejemplo dice:

1 Juan 3.6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.

Donde está diciendo que el pecado que cometemos es una evidencia de no conocer a Dios… Por lo tanto la pregunta es: ¿Todavía cometemos pecados?… Porque la respuesta sería que si cometemos aunque sea un pecado entonces quiere decir que no conocemos a Dios. Y como todos los cristianos todavía cometen aunque sea un pecado, entonces querría decir que absolutamente nadie conoce a Dios.

Sin embargo antes de llegar a esta conclusión, es decir; antes de responder debemos hacer con este pasaje lo mismo que se debe hacer con el siguiente:

Marcos 10.23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

Si tomamos solamente cualquiera de estos dos versículos, la interpretación que hagamos de la palabra de Dios será completamente equivocada. ¿Por qué? Porque la separación de los versículos es una invención de los hombres para poder ubicarse en la palabra… Y por eso al tomar sólo un versículo estamos sacando el texto del contexto.

Si vemos la aseveración de Jesús en ese solo versículo, lo que se entendería con claridad es que ser rico hace muy difícil que las personas se salven… Por eso la reacción de los discípulos fue:

Marcos 10.24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!

Donde el mensaje en realidad no es que los ricos tienen dificultad en salvarse, si no los que confían en la riqueza lo cual es muy diferente, porque hay pobres que tienen su esperanza en las riquezas y eso también les impide salvarse, pues no pueden jamás abandonar su codicia.

Lo mismo pasa con el versículo que leímos del apóstol Juan si no lo vemos en su contexto.

1 Juan 3.6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.

Donde la evaluación no es que si cometo un pecado entonces no soy hijo de Dios, pues al mirar toda la carta entendemos que el problema no está en cometer un pecado, sino en la práctica del pecado, como veremos más adelante.

Lo otro que es necesario aclarar es… ¿Qué es pecado? Para que teniendo una clara definición de lo que es pecado, entonces podamos evaluar que tan pecadores somos? Y sobre todo: ¿Si estamos o no practicando el pecado?

El asunto es que ante esta pregunta: ¿Qué es pecado? Podemos encontrar bastantes respuestas bien diferentes… Desde los que dicen: “Pecado es lo que no se hace, pecado es dejar pasar la oportunidad de pasarla bueno” Hasta los que dicen que son tan, pero tan pecadores que no merecen ni siquiera el perdón de Dios.

Sin embargo a pesar de estos dos extremos mentirosos, por qué no hay gente que no sea pecadora, como tampoco hay quien sea tan pecador que no pueda recibir el perdón de Dios. La realidad es que el reconocimiento de nuestro pecado no es posible si nos conocemos con precisión la norma de Dios.

Porque una cosa es lo que los hombres consideran pecado contra sí mismos; otra lo que los hombres consideran pecado contra los demás hombres; otra lo que los hombres consideran pecado contra el Dios en que ellos creen… Y otra lo que el hombre entiende que es pecado cuando conoce al Dios verdadero.

Esto en otras palabras quiere decir que sólo el auténtico cristiano que va progresando en su conocimiento de Dios, podrá ir reconociendo que tan pecador es. Y por esto mismo en la carta que estamos estudiando leemos que Dios nos da un recurso para nosotros los hijos de Dios, que estamos en ese proceso de reconocer nuestros pecados, pues dice:

1 Juan 1.9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Tenemos el beneficio de poder pedir perdón en la medida en que reconozcamos nuestros pecados, para que Dios pueda limpiarnos de la maldad que hay en nuestra alma.

Pero este reconocimiento es un proceso que requiere tiempo, porque al venir del mundo tenemos un concepto de pecado que es producto de la conciencia, de una conciencia social donde de manera general se reconoce lo que está bien y lo que está mal. Y donde esta conciencia a través del tiempo va teniendo cambios asombrosos, de tal manera que la escritura dice:

Isaías 5.20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

Esto que pasa hace mucho tiempo y que seguirá pasando, este continuo cambio en esa ”conciencia social” es el resultado de haber sido manipulada desde el origen de los tiempos en la tierra por Satanás.

Donde el primer mandamiento del diablo es: ”No le hagas caso a Dios, lo que debes es buscar tu beneficio”

Creyendo en esto, el hombre ha vivido ignorando a Dios convencido de que eso no es malo, y creyendo que lo que realmente es malo es no aprovechar las oportunidades de buscar su beneficio, o hacer cosas que los perjudiquen.

Pero: ¿Cómo determina el hombre que es lo que le beneficia o no?… Aquí nuevamente encontramos diferentes respuestas, pues determinar lo que nos beneficia o no, tiene íntima relación con los objetivos que queremos lograr.

Es decir sólo cuando tenemos claro el objetivo de nuestra vida, podemos decir que cosas nos ayudan y qué cosas nos estorban…

Quiero ser feliz teniendo una buena salud y un cuerpo excelente…. Por lo tanto alimentarme mal y no hacer ejercicio vendría a ser pecado.

Quiero ser feliz siendo inmensamente rico… Quiero ser feliz teniendo mucho sexo… Quiero ser feliz teniendo muchos hijos… Quiero ser feliz siendo un excelente profesional… Quiero ser feliz teniendo una linda familia… Pero también existe quién quiere ser feliz siendo el traficante más poderoso… Quien quiere ser feliz siendo el político más rico y corrupto. Etc.

De acuerdo con esto: ¿Que es lo que la gente considera malo o pecado? Todo aquello que les impida lograr sus objetivos.

Pero si nos preguntamos: ¿Dónde comienzan los problemas en la familia que es el núcleo de la sociedad? Sencillo; comienzan porque como no tienen todos los mismos objetivos cada uno comienza a jalar para su lado… Y entonces resulta que lo malo para los hijos son las reglas de los padres, y lo malo para los padres es la rebeldía de los hijos…

A esto añádale que es común que los hombres quieran las mismas cosas, y como no hay suficiente para todos el inevitable resultado final son las guerras. Todo comienza con los niños peleando por el mismo juguete, los jóvenes peleando por la misma chica, los adultos peleando por el mismo trabajo, hasta que:

Santiago 4.1–4 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. 4¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

Todo el problema se origina en lo que Satanás le dijo el hombre en el paraíso, que yo llamo su primer mandamiento, y es: ”No le hagas caso a Dios, no le prestes atención, más bien dedícate a conseguir las cosas del mundo que necesitas para ser feliz”

Pero esta forma de vivir, como hemos leido ha colocado a los hombres contra los hombres, los cuales por lograr sus metas no tienen problema en acabar con los demás. No hay nada mas terrible y espantoso en la tierra que las guerras…

El mundo es consciente de este problema, y por eso los hombres se han inventado una gran cantidad de leyes para tratar de proteger a los hombres de los hombres… Ignorando que Satanás es su verdadero enemigo, ya que es quien los motiva a destruirse.

Y como Satanás sigue manipulando el asunto, al pasar el tiempo las leyes de los hombres comienzan a favorecer a unos y a destruir a otros… En tiempos antiguos la esclavitud física era legal… Hoy sigue siendo legal a través del capitalismo, y es mucho peor a través del comunismo, donde los más poderosos siguen y seguirán explotando a los más pobres.

Siendo conscientes de esto, cuando comenzamos la vida cristiana una de las primeras referencias que aceptamos para definir que es pecado o no, son los 10 mandamientos, donde con exención a qué Dios debe estar en primer lugar, los mandamientos son dados para proteger a los demás de nuestras malas acciones…

Deuteronomio 5.16–21 Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
17No matarás.
18No cometerás adulterio.
19No hurtarás.
20No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
21No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Y así normalmente comenzamos nuestra vida cristiana, dejando de cometer aquellos pecados que afectan a los demás… “No voy a volver a mentir, no robaré mas, no fornicare mas, no adulterare, no diré falso testimonio, etc.

Pero es tan precario nuestro conocimiento de lo que realmente es pecado, que dejando de hacer estas cosas contra nuestro prójimo, podemos llegar a caer en la terrible equivocación o más bien en el horrible pecado de creernos buenos.

No sólo nosotros, la expresión en el mundo de muchos es: ”Yo no le hago mal a nadie” Y lo dice dando a entender que merecen la salvación por no ser pecadores.

Según esto podemos decir que si alguno de nosotros todavía le está haciendo mal a los demás, quiere decir que no hemos salido ni siquiera del nivel más bajo del pecado.

Pregunto: ¿Cuándo incumplimos nuestros compromisos con los demás les estamos haciendo mal? Tal ves debería preguntar: ¿Cuándo le incumplen a usted los demás los compromisos, lo perjudican, le hacen mal? La respuesta es sí, en mayor o menor grado nos perjudican. Y si gracias al conocimiento del amor de Dios esos males los convertimos en bendición… Eso no libra de culpa a aquel que nos incumplió.

Bajo el Nuevo Pacto se insiste en la importancia de cumplir nuestros compromisos cuando dice:

Santiago 5.12 Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación.

Que nuestro si sea sí, quiere decir que cada compromiso que aceptamos debemos cumplirlo al pie de la letra… Si no lo hacemos, si no cumplimos cada compromiso estamos haciendo mal a los demás y por lo tanto cayendo en condenación.

Y cuando advierte que no debemos jurar por ninguna razón, es porque hay algunos tan incumplidos, tan mentirosos, tan faltos de palabra, que llega el momento en que cuando se comprometen con alguien, no les creen, y entonces piensan que si juran serán creídos, pero al hacerlo solo están añadiendo otro pecado al pecado de su incumplimiento.

Tristemente uno va conociendo a los que nunca o casi nunca cumplen, rara vez llegan a tiempo, rarísima vez pagan a tiempo… Y lo más triste de todo, es que uno ve como con el tiempo cada vez son peores…

Que vuestro si sea sí, implica que debemos cumplir en todo aquello en lo cual nos comprometemos…

Por ejemplo; si contrata un empleado quiere decir que usted le va a pagar a tiempo siempre, quiere decir también que no lo hará trabajar más de lo acordado, o que no le pondrá a hacer otras funciones diferentes de las que se le dijeron al ser contratado… Cualquier cambio a lo acordado es incumplir la palabra por lo tanto es pecado.

Algunos podrán decir que nunca le dijeron al empleado que le iban a pagar a tiempo… Y por eso pagan tarde sin sentir ningún complejo de culpa. Eso seria cierto si al contratar un empleado usted le dijera: “Aquí nunca pagamos a tiempo… O aquí los hacemos trabajar más de lo acordado… O aquí los ponemos a hacer lo que nos da la gana”…

Pero si ese es el comportamiento del jefe y cree que está bien, la pregunta es: ¿Ese que se está comportando de esa manera será un hijo de Dios? O ¿Acaso Jesús actuaría de esa manera, acaso ese es el ejemplo que nos da? Por supuesto que no.

Por esto gracias a esta carta, lo que podemos entender de quien practica estos pecados, es que podrá tener fe, podrá asistir a la iglesia, pero si al entender que lo que está haciendo es pecado y no cambia, es decir si practica el pecado entonces no es un hijo de Dios.

Sin embargo, no hacerle mal a los demás, es decir; ser absolutamente cumplidos con nuestra palabra no es suficiente, pues la escritura dice:

1 Juan 3.10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

Es decir no sólo se nos está pidiendo ser justos, lo cual necesariamente implica no hacerle mal a nadie, sino que además se nos esta diciendo que debemos amar a nuestros hermanos. Y si no lo hacemos la escritura dice que no somos hijos de Dios.

¿Nos puede pasar eso? Es decir habrá personas con las que somos correctos, justos, cumplidos, de tal manera que no pueden decir nada contra nosotros, pero que sin embargo no las amamos…

Más aún hay personas a las que hemos amado pero algo sucede y dejamos de amarlas… Y si nos hacen el reclamo decimos: ”Yo no le estoy haciendo ningún mal” y puede ser cierto, pero no las estamos amando, por lo tanto no estamos cumpliendo con lo que un auténtico hijo de Dios debe hacer.

Otras versiones dicen:

1 Juan 3.10 Se sabe quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo, porque cualquiera que no hace el bien o no ama a su hermano, no es de Dios.

¿Estamos haciendo el bien a los que nos rodean… Y los estamos amando?

1 Juan 3.10  Por lo tanto, podemos identificar quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo. Todo el que no se conduce con rectitud y no ama a los creyentes no pertenece a Dios.

¿Nos estamos conduciendo con rectitud y estamos amando a los creyentes? Es decir si le preguntamos a las personas que se relacionan con usted, con las que trabaja o con las que hace negocios, si le preguntamos por usted, ellos nos dirán que usted es una persona muy recta y muy amorosa.

1 Juan 3.10 Así es como podemos distinguir muy claramente entre los hijos de Dios y los del Adversario: todo aquel que no continúa haciendo el bien no es de Dios. De igual manera, cualquiera que no continúa amando a su hermano no es de Dios.

La pregunta no es si hicimos el bien, sino si estamos de manera continua haciendo el bien. Y tampoco la pregunta es si amamos a nuestro hermano, sino, si lo continuamos amando.

Algo así como que alguien que en medio de una vida espantosa hace algo bueno, eso no es suficiente. El mafioso que mata a muchos pero le regala dinero a otro.. Como tampoco es cierto que en una vida de santidad un solo pecado lo convierta en el más horrible pecador.

En varios pasajes de la escritura podemos encontrar la confirmación, de que la clave o la evidencia del auténtico hijo de Dios o del diablo, está en la práctica, ya sea del bien o en la práctica del mal.

Por ejemplo al Señor Jesús le preguntaron:

Juan 6.28–29 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

Ellos entendían que la clave no estaba en una obra buena u ocasional, si no en la práctica de las buenas obras.

Romanos 1.32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Los hombres también han entendido que la práctica del pecado los hace dignos de muerte.

Romanos 2.2–3 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. 3¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?

El problema no era que estos líderes religiosos de vez en cuando cometían algún error… el problema es que practicaban el pecado.

Romanos 12.13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Gálatas 5.20–21 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

1 Timoteo 5.10 que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.

No es auténtico cristiano el que practica la injusticia, el que practica la falta de rectitud, el que practica la maldad y de vez en cuando hace algo bueno.

1 Juan 3.10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

El auténtico cristiano es aquel que practica la justicia, qué práctica el bien, que practica la rectitud, aunque a veces podamos caer en pecado.

Además debe ser claro, que ser justo, hacer el bien y actuar con rectitud no es suficiente… Porque además de eso debemos amar a nuestros hermanos…

1 Juan 3.11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.

Aunque es muy clara la obligación de amarnos unos a otros, lo que no es muy claro para muchos es lo que realmente significa amarnos unos a otros.

Y no hay claridad porque así como el concepto de pecado del mundo es muy diferente del de Dios, el concepto del amor que Dios nos pide, es muy diferente del amor que en el mundo se practica.

Hay algo que he decidido llamarlo como la maldición de Eva… Y con esto me refiero a que el amor al estilo de las mujeres pecadoras es lo que impera en el mundo. Y al decir esto lo que trato de decir es que se le está dando muchísimo más valor a las palabras y a los sentimientos que a las acciones.

Por ejemplo: El marido se quiebra la espalda por suplir las necesidades de su mujer, para que pueda comer lo que ella desea, para que tenga una buena salud, para que se vista de manera adecuada, para que tenga la casita que tanto anhela, para que desarrolle sus talentos y habilidades… El problema, que termina siendo un problema muy grave, es que si hace todas estas cosas pero no le dice que la ama, entonces tendrá serios problemas en su casa, y es posible que su mujer lo abandone yéndose detrás de otro qué le dice que la ama, aunque no tenga nada para ofrecerle.

Pero si el marido es un tramposo, si no se preocupa por las cosas de su mujer, si no le ayuda, si no busca facilitar su vida, si ella es la que tiene que trabajar para mantenerlo porque él no quiere hacerlo… no hay problema para ella mientras él le diga que la ama con todo el corazón.

En el mundo dicen: “Es que a las mujeres se les conquista por el oído” es decir la clave está en ser un experto en echarle flores, echarle cuentos, aunque se les trate mal.

Y los hombres sabiendo esto, continúan con su mal comportamiento, con su injusticia, con su falta de rectitud, con su maldad, aún puede conseguir una amante… Pero cada vez que su mujer se alborota por alguna de estas cosas malas que él practica, él le dice que la ama y ella queda complacida… Tan complacida que cuando se da cuenta de la injusticia y falta de rectitud de su marido, no tiene problema.

Y uno escucha que las mujeres pelean porque necesitan que sus esposos les digas que las aman… Y eso puede ser cierto, pero perder la objetividad, la sensatez porque le dicen que las aman, es una locura.

Y lo mismo puede pasar con los hijos. Padres que se quiebran la espalda para llenar las necesidades de sus hijos, que están pendientes de ellos, de cómo ayudarles, de cómo complacerlos… Y ellos todavía piensan que no los aman.

Pero aparece el padre maltratador, que abusa de sus hijos, que no cumple con sus obligaciones, te maltrata a su esposa, que aún se va del hogar… pero eso si: es un experto en echarle cuentos diciéndole a sus hijos que los ama, que la mala es la mamá… Y como tontos en lugar de evaluar el amor por los hechos se quedan con todas esas mentiras.

Insisto:, Puede ser cierto que las personas necesitan que le diga que las aman… (Sobre todo las que no conocen el amor de Dios) pero la verdad, lo inteligente, lo sensato, lo razonable es que evaluemos el amor de los demás por las cosas que hacen por nosotros, no solo por lo que nos dicen.

¿Respalda la escritura esto que estoy diciendo? Por supuesto, no lo diría si no, la escritura dice:

Juan 3.16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

El mundo debe entender el amor de Dios por la entrega de su hijo unigénito… no por cuentos o palabras. Por lo mismo el apóstol Juan dice:

1 Juan 3.1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios….

Dónde nuevamente la clave es: Entienda el amor de Dios mirando lo que Dios ha hecho por nosotros.

Y como el verdadero amor esta en hacer cosas que benefician a la persona que amamos, por esto el apóstol Juan cuando nos habla del amor que debemos dar a los demás, hace la siguiente aclaración:

1 Juan 3.11–12 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 12No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

Cuando uno lee esto parece exagerado, porque es como si yo le dijera a una mamá que: “Ame a su hijo y no lo vaya a matar”. Y a ustedes padres; amen a sus hijos y no los vayan a asesinar… Y por favor ame a sus hermanos en la fe y no los vayan a matar.

Pero creen ustedes que: ¿Será que es necesario aclarar que no hay que matar a las personas que amamos? Uno pensaría que no. Sin embargo si la escritura hace esta aclaración, que hay que amar a los hermanos y eso significa que no debemos como Caín matarlos, es porque la aclaración es necesaria.

¿Que entiendo con esto? Entiendo que algo terrible está sucediendo, y es: Que en el mundo bajo la disculpa de estar amando a los demás, se les está matando.

El típico caso del niño consentido, que lo tratan como desvalido y que luego al crecer al primer obstáculo o cuando no puede lograr cierto objetivo, piensa que no sirve para nada… Y si nos preguntamos: ¿Quién lo mató? Pues sus padres que lo trataron de esa manera disque porque lo amaban… Pero: ¿Es eso amor verdadero? Por supuesto que no.

Y lo grave es que ese comportamiento falto del amor de Dios, o con un amor del diablo es algo generalizado en la tierra… Y la razón que nos da la escritura es que: “Caín era del maligno”

Caín era propiedad del maligno, o estaba de parte del diablo, o era satanás quien lo dirigía como a todos aquellos que no han nacido de nuevo.

El hijo de Dios, el verdadero hijo de Dios tiene la capacidad de amar a sus hermanos, pero los que son del maligno no tienen la capacidad… Como el diablo los controla, y el diablo ha sido homicida desde el principio, el diablo quiere que todos se condenen y para esto seguirá usando a sus hijos, dentro de los cuales están los falsos creyentes.

Esto de que sólo el auténtico hijo de Dios puede amar con el amor de Dios es lo que confirma un poco más adelante el apóstol Juan:

1 Juan 3.14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.

Sabemos que somos auténticos hijos de Dios, porque amamos con el amor de Dios… no con el de las mujeres que no conocen a Dios. Y por esto otro poquito más adelante leemos:

1 Juan 3.18–19 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 19Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;

Como quien dice; no nos comamos el cuento de que porque tratamos con cariño, con palabras bonitas, con palabras de aceptación a los demás echándoles flores, entonces los estamos amando.

El amor que debemos dar es un amor de obras y en verdad, es decir no de obras que destruyen sino de obras que edifiquen. Y esto quiere decir, que si queremos amar con el amor de Dios, y hacer cosas que edifiquen la vida de las personas porque las amamos, entonces lo primero que tenemos que colocar es el fundamento. El apóstol Pablo escribió:

1 Corintios 3.10–11 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 11Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Preguntémonos: ¿Será verdadero amor, darle a esa persona que decimos amar, todo lo necesario durante toda su vida, ignorando por completo la importancia de colocar el fundamento?

Es decir: ¿Será verdadero amor darle todo lo necesario con todo el sacrificio que nos cueste, para que al final de sus vidas esa persona se vaya para el infierno porque no le compartimos de Cristo?

Por supuesto que no. Por eso el apóstol Juan cuando habla de la obligación de amar a los demás aclara que no debemos matarlos… Y obviamente no se refiere a la muerte física… Sino a no darles la oportunidad de obtener la vida eterna. Por eso es que también dice:

1 Juan 3.15 Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.

Donde es claro que el que no ama a su hermano, es decir aquel que no hace todo lo que esté a su alcance para colocar el fundamento que le da vida eterna… es un homicida.

Y luego confirma que el homicida no tiene la vida eterna permaneciendo en el. Es decir no es un hijo de Dios, también va para el infierno.

Y para que no queden dudas que no es posible amar con el amor de Dios si no se es un auténtico cristiano, y que siendo cristianos no estamos cumpliendo si no colocamos el fundamento, continúa diciendo:

1 Juan 3.16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.

El Señor, porque nos ama verdaderamente puso su vida por nosotros, por lo tanto no estaremos amando a los demás si nos ponemos nuestra vida, es decir si no hacemos lo que esté a nuestro alcance para que otros conozcan al Señor… Y si ya conocen al Señor, por supuesto que debemos seguir colocando nuestra vida para que crezcan en el Señor.

¿Podemos amar de esta manera? Por supuesto que sí, todos los auténticos hijos de Dios podremos amar de esta manera. Y si podemos: ¿Entonces por qué no lo hacemos? Unos versos atrás dice:

1 Juan 3.13 Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.

¿Por qué esta aclaración? Sencillo; porque como el primer mandamiento del diablo bajo el cual la gente del mundo vive dice: “No le haga caso a Dios busque su propio beneficio” Por supuesto cuando le decimos que debe sujetarse bajo la autoridad de Dios, que no puede hacer con su vida lo que quiera, sino lo que Dios le dice para que pueda disfrutar del amor de Dios, a causa de su incredulidad y rebeldía nos cogen aborrecimiento.

El problema es, que muchos cristianos se frenan porque prefieren ser aceptados por la gente que hacer la voluntad de Dios…

Yo estoy seguro que si cada vez que compartiéramos de Cristo la gente nos abrazara, nos diera besos y nos felicitará, seguramente lo haríamos más seguido para poder seguir recibiendo el amor de la gente…

Pero ese no será el resultado normal, pues lo normal es más bien que la gente nos critique, y como dice el texto nos aborrezcan, sin embargo a pesar de eso debemos mantener nuestra decisión de amar con el amor de Dios, por eso el apóstol Pablo escribió:

2 Corintios 12.15 Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.

Y no se refiere solamente a las molestias que le puede ocasionar compartir de Cristo a los incrédulos, sino a las molestias que recibía por buscar edificar a los cristianos para que dejen de pecar y hagan la voluntad de Dios.

La pregunta es: ¿Estamos dispuestos hacer la voluntad de Dios, estamos dispuestos a amarlos con el amor de Dios, aunque eso haga que los que no entienden el amor de Dios nos aborrezcan? O ¿Vamos a seguir amando con ese amor homicida que hace sentir bien a la gente?…

Si yo preguntara a ustedes si me aman… Es posible que algunos diga que me aman, cómo es posible que algunos ya me aborrescan por lo que cada semana les digo para que corrijan su pecado y disfruten del amor de Dios.

Permítame decirle dos cosas, uno, los voy a seguir amando con el amor de Dios así me cojan bronca… Así terminen yéndose de la iglesia, pero sé que algún día así sea en la presencia Dios reconocerán que era verdadero amor.

La segunda cosa es ámenme de verdad… Y lo digo pensando en que cuando la escritura dice:

Proverbios 27.6 Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.

Está diciendo, aún desde el viejo pacto, que el que verdaderamente lo ama a uno, lo corrige sin importar como se sienta uno.

Y cuando pido que me amen de verdad, no sólo a mí, sino a su familia en la carne, a sus hermanos en la fe… Por favor díganos, díganle a mis hijos, dígale a mi esposa, dígale a los lideres de la iglesia, dígale a los de su familia lo están haciendo mal… No importa que ellos se sientan mal, no importa que ellos se disgusten, no importa que ellos les cojan bronca, eso es verdadero amor…. Y si no lo entienden en la presencia de Dios sabrá que nosotros realmente los amamos.

Triste que la presencia de Dios algunos descubra que sus padres nunca nos amaron… porque sólo pensaron en que vinieran cómodos y no se sintiera mal.

Porque tristemente algunos comentan de mis pecados, de los pecados de mi esposa, de los pecados de mis hijos, de los pecados de los líderes de la Iglesia, de los pecados de todos…. Pero su falta de amor es tan grande, que no se lo dicen a quien corresponde.

Es que mira que… Es que también fulano… Es que tal cosa….

La disculpa de otros es; ya le dije y no me puso bolas… O ya se lo dije pero no cambio.

Sencillo; vuelva y dígale en presencia de testigos… Y si aún así no presta atención vuelvan y digan en presencia de la Iglesia, porque eso es lo que la escritura dice que es el verdadero amor… Poner nuestra vida para que los otros crezcan en el Señor.

La pregunta es: ¿Vamos a adorar nuestra vasija, vamos a buscar el favor de los hombres, o vamos a hacer la voluntad de Dios y vamos amar con el amor de Dios a los demás. La escritura dice:

Gálatas 1.10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

Estamos en spotify
Síguenos