Cuando oramos por estas cosas no creo necesario que tengamos que decir “si es tu voluntad” porque no hay duda que Dios quiere que lleguemos a la estatura de su hijo Jesús… Pero no ocurre lo mismo con las que el mundo dice que son buenas o malas, y es por eso que la escritura nos dice que no sabemos que pedir, porque no podemos tener la certeza de los buenos resultados que va a producir en nuestra vida o en la de otros, aquello que estamos pidiendo.
Por ejemplo: Hay iglesias grandes donde Dios no ha podido entrar, sabiduría humana que ha sido mal empleada, dinero para la obra que ha terminado financiando pecado, milagros que han sido usados para enseñar y respaldar mala doctrina, salud que ha permitido trabajar diligentemente en caminos que no son de Dios, discípulos que han respaldado esos malos caminos y a sus líderes, esposas que han colaborado en hundir al pastor, hijos que ha sido mal testimonio para la iglesia, etc.
Por supuesto no va a faltar, y es legítimo que alguien diga que Dios le reveló que el sí va ser rico… o que va a ser pobre, o que Dios le mostrara cuánto le es necesario sufrir por su nombre, y aún que a él, Dios le prometió como a Pedro caminar sobre el agua, o cualquier cosa, lo importante es que esta revelación personal no se puede plantear como doctrina, mucho menos para todos, sino como un asunto de revelación personal, que los resultados mostrarán si era cierto o no.
EN EL DISCIPULADO…Por esto mismo, en el discipulado o la consejería pastoral, es un error grave asegurarles prosperidad material, salud, bienestar, etc. Cuando sólo Dios conoce el corazón de esa persona y sólo Dios sabe exactamente que necesita para ser bendecida espiritualmente.
En lugar de asegurarles el bien de acuerdo a la escala de valores del mundo, lo correcto es asegurarles el propósito que Dios tiene de darles bendición espiritual, a través de cualquiera que sea la situación que les permita vivir.
También es posible que Dios a través de algún don espiritual confirme una situación de prosperidad material, sanidad, enfermedad o pobreza, etc. Pero una cosa es que Dios confirme y otra es la probabilidad de que pueda suceder. (No olvidemos que las profecías de los profetas deben ser juzgadas)
Si no hay la confirmación de Dios y declaramos lo que es posible, o lo que deseamos, esto por supuesto es pecado que puede llevar a dos grandes errores: El primero es que la persona que ha recibido la bendición material conserve la fijación de que las cosas materiales son la bendición que realmente importa, sin entender la riqueza de las bendiciones espirituales, de los tratos de Dios, de la transformación de su carácter, del crecimiento de su fe a través de las pruebas, etc.
El otro terrible error es: Que lo declaren sano, y luego tengan que ir a orar en el entierro. Lo cual no sólo nos deja como mentirosos o falsos, que no es grave, comparado con la mala imagen que el creyente se forma de Dios, por no haber cumplido Dios con lo prometido.
Más si en una situación difícil, le aseguramos lo que la Biblia asegura, que Dios lo va a bendecir espiritualmente si él se deja, y que posiblemente sí es lo mejor para él, también materialmente. Entonces el discípulo tendrá una directriz muy clara respecto de lo que Dios quiere hacer con su vida, valorando como bueno realmente lo que la escritura dice que es bueno.
Esto es exactamente lo mismo que enseña la poco creída promesa que dice:
Romanos 8:28 Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.