SE FORTALECIO EN FE 2

I. INTRODUCCION

Un asunto básico supremamente importante que Satanás logró cambiar en el hombre es la motivación por la cual el hombre vive, y este cambio es tan fundamental que es la razón por la cual los hombres se encuentran muy lejos de Dios. 

El cambio que Satanás logró hacer en la motivación para vivir es: ¿Para quién vivir la vida

Y aunque pareciera haber varias respuestas: “Yo vivo para mi familia, yo vivo para mi país, yo vivo para mi mismo”, en realidad las opciones básicas son sólo dos: O vivimos para Dios haciendo lo que Dios desea que hagamos, o vivimos para nosotros mismos… (al menos eso creemos) haciendo lo que nosotros deseamos hacer.

Habiendo sido creados para vivir para Dios, cuando Satanas logra apartarnos de ese objetivo también logra destruir el plan que Dios tiene para el hombre, encaminándolo a un futuro eterno espantoso.

Por esta razón si no cambiamos la razón básica por la cual vivimos, y nos ajustamos al plan original, entonces viviremos en enemistad contra Dios.  Esta enemistad es evidente de varias maneras, por ejemplo cuando la escritura dice:

Génesis 3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya…

Está hablando de una enemistad real entre los descendientes de la serpiente que son los hijos del diablo, y los descendientes de la mujer que son los hijos de Dios. Y el asunto es muy serio porque los hijos del diablo quieren corromper a los hijos de Dios, mientras que los hijos de Dios queremos salvar a los hijos del diablo… Pero esto implica una dura batalla espiritual.  También cuando la escritura dice:

Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden…

Esta mostrando que este cambio de motivación para vivir la vida, corrompió de tal manera nuestra carne, que los deseos de ella están en enemistad contra los deseos de Dios, razón por la cual la carne no puede sujetarse a la ley de Dios.  Y cuando la escritura dice:

Santiago 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

Esta mostrando cómo Satanás ha logrado que la carne o alma que ha sido corrompida, encuentra satisfacción en las cosas que el mundo ofrece, y como es un mundo que ha sido completamente contaminado por Satanás, el resultado es que la amistad del mundo de forma consciente o inconsciente nos hace enemigos de Dios.

Al ver esta realidad no hay duda que es muy importante que tengamos muy claro, para quien estamos haciendo cada cosa que hacemos. Y es por eso que la escritura nos ordena:

Colosenses 3:23–24 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

Si podemos contestar con certeza que todo lo que hacemos lo hacemos para Dios, entonces estamos viviendo un cristianismo auténtico que nos llevara de gloria en gloria, pero si pensando que vivimos para Dios, en realidad vivimos para nosotros mismos, lo normal es que tengamos muchos conflictos y problemas en nuestra vida cristiana.

A la pregunta: ¿Por qué los hombres tomaron la decisión de vivir para sí mismos?

Porque Satanás les hizo creer que Dios no era bueno, que sus normas tampoco lo eran, y eso fue suficiente para que el hombre tomara la decisión de protegerse asimismo. Algo así como que: “Si yo no me cuido nadie me va cuidar

Gracias a Dios este grave error comienza a corregirse cuando al nacer de nuevo y al comenzar a conocer y a confiar en el Señor, esta confianza hará que esta persona comiense poco a poco a vivir cada vez mas para Dios y menos para sí mismo, y el objetivo es que llegue el momento en que todo lo que haga, lo haga con la certeza de qué es la voluntad de Dios, y que sea hecho para agradar a Dios y no a los hombres.

El apóstol Pablo escribiendo a cristianos maduros en la fe les dice:

Romanos 14.7–8 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos..

Y algo de lo que debemos ser conscientes que nos va a ayudar a corregir esta mala forma de vivir, es no olvidar que fue Satanás quien cambió nuestra motivación para vivir, por lo tanto si no queremos seguir agradando a Satanás, si queremos agradar al Señor, no hay duda que tenemos que corregir la motivación por la cual vivimos. Esto es tan importante, que en la carta a los Hebreos podemos leer:

Hebreos 12.14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor

En la antigüedad en los templos paganos cuando alguna persona llevaba algo al sacerdote, en el momento en que el sacerdote tomaba esa ofrenda en sus manos, esa ofrenda se volvía santa porque había dejado de ser propiedad de quien la entregaba, y se había convertido en una propiedad del dios al cual servían.

Según esto nosotros somos santos porque como leímos en Romanos somos propiedad de Dios. Por eso los apóstoles inician las cartas hablándole a los santos de las iglesias, pero una cosa es ser santo por ser propiedad de Dios, y otra vivir en santidad. Y vivir en santidad es tomar la decisión y aprender a hacer solo lo que Dios quiere que hagamos.

Y según este pasaje si no hacemos ese cambio entonces no veremos al Señor. 

Es posible que algunos estén pensando que está mejorando, que antes cuando buscaban a Dios lo hacían sólo pensando en ellos, pero que ahora están haciendo algunas cosas para el Señor pero todavía hacen otras para ellos.

Es un buen comienzo, pero no es suficiente, porque quien vive con esta inconstancia o con esta dobles, no agrada al Señor. Por lo tanto hay que insistir hasta lograr el objetivo.

Y a la pregunta: ¿Porque algunos hacen cosas para Dios y otras para ellos? La respuesta es. Porque todavía están engañados pensando que si viven en santidad, entonces su vida va a ser una vida de tercera categoría, porque no podrán hacer lo que quieren, sino sólo lo que Dios quiere, lo cual a ellos les parece algo aburrido… Pero quienes piensan así sólo está mostrando cuán engañados están, y cuanto les gusta el pecado. 

Algo así como: “Lástima no puedo robar, lástima no puedo fornicar, lástima no puedo drogarme, qué lío no puedo mentir, o que terrible, tengo que perdonar” etc.

Esto de qué nos guste el pecado, es cierto en todos nosotros cuando comenzamos la vida cristiana, Y ese gusto por el pecado es precisamente el que produce la tentación en cada uno de nosotros, y lo que tenemos que hacer, es decir no, a esos malos deseos que en las escrituras se llaman, la concupiscencia. Dice así:

Santiago 1:14–15 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.15Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

El pasaje aclara que la tentación no proviene de Dios, ni del mundo, sino que se origina en nosotros mismos, y si ante esta tentación decimos no, no caeremos en pecado ni tampoco experimentaremos la muerte que el pecado produce … Y al continuar viviendo de esta manera para lo cual se requiere paciencia, llegará el momento en que ni siquiera desearemos cometer esos pecados.

Pensemos en esto que es supremamente importante, es decir; imaginémonos la clase de vida que tendremos cuando no sólo no deseemos hacer nada fuera de la voluntad de Dios, sino que anhelemos de todo corazón hacer sólo su voluntad.

El resultado será, que no sólo viviremos con una paz y un gozo sobrenatural, sino que veremos que en cada cosa que hacemos recibiremos el respaldo de Dios, si es necesario de una forma milagrosa.

Pero no sólo es necesario no olvidar qué fue Satanás quién engañándonos produjo este cambio en nosotros, también es importante que lleguemos a avergonzárnos, y a entender lo destructivo que es el pecado.

Y esa es una de las razones por las cuales Dios trata nuestra vida con diferentes situaciones, para que lleguemos a ser conscientes de esta realidad. Y cuándo esto suceda, se cumplirá en nosotros lo que dice el siguiente pasaje:

Romanos 6.21–22 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Y por eso una buena evaluación es que nos preguntemos: ¿Si nos avergonzamos de las cosas que hacíamos como pecadores … O todavía hablamos con cierto orgullo de aquellas cosas que hacíamos?

Pero esto de vivir como siervos de Dios a muchos les suena como algo muy difícil de hacer, pues todavía andan con la idea de que Cristo mejorara sólo ciertos aspectos de su vida, en lugar de entender que el Señor lo que desea es cambiarla por completo. 

Este cambiar por completo nuestra vida en lugar de arreglar ciertas partes, se entiende con claridad cuando vemos lo que Jesús decía a las multitudes, a los simpatizantes que querían acercarse a él:

Lucas 14.25–26, 33  Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia   vida, no puede ser mi discípulo….33Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Dónde renunciar a absolutamente todo es renunciar a la clase de vida que estamos viviendo, o que soñamos con vivir, para dedicarnos a hacer sólo la voluntad de Dios.

Si creemos al Señor, si creemos su palabra, y deseamos vivir en santidad, entonces una de las cosas que tenemos que hacer, es transferir todas nuestras posesiones a Dios. (Decirlo de esta manera no es realmente toda la verdad pero lo digo de esta forma para que entendamos lo que hemos hecho mal.)

Y digo que no es realmente toda la verdad, porque la verdad es que Dios es el dueño de absolutamente todo lo que existe, lo cual incluye nuestra vida, y por supuesto todo lo que tenemos…

Pero parte del pecado que hemos cometido es ignorar esta realidad, y pensar que somos dueños de nuestra vida y de todo lo que tenemos. Y por eso es necesario salir del engaño, y de manera muy honesta, reconocer que absolutamente todo es de Dios, y que por lo tanto todo debe ser administrado sólo como él lo desea.

Y si no hacemos esta transferencia, entonces vamos a creernos con derecho de hacer lo que nos parezca, que es igual a decir no podremos vivir en santidad.

Pero si le entregó a Dios mi vida, mi salud, los dones, mi esposa, mis hijos, mis discípulos, mis bienes materiales…. Luego de hacer con cada uno de ellos lo que Dios me dice, su perfecta voluntad, es cuando podemos decir que estamos viviendo para Dios.

Y cuando esto hacemos dejamos de estar en enemistad contra Dios, pero nos convertimos en enemigos del mundo, el cual buscará hacernos daño o destruirnos, y por supuesto será algo que ocurrirá a través de la gente, aún a través de aquellos cristianos que no son auténticos o que son cristianos inmaduros.

Pero como dice el apóstol Pablo, hablando como si estuviera loco; yo puedo decir que si estuvieran con nosotros todas aquellas personas que con mi esposa hemos ayudado a lo largo de nuestro servicio a Dios, serían muchísimos… Pero no sólo no están, sino que muchos ni siquiera nos aprecian, y otros nos han difamado y continuan haciéndolo tratando de hacernos daño…

Y cuando los cristianos vivimos esta experiencia de ser atacados, aun por aquellos a los cuales más hemos ayudado, podemos llegar a hacemos la pregunta: 

¿Vale la pena servir a Dios, vale la pena sacar tiempo para dirigir el grupo de oración, vale la pena sacar tiempo para edificar a los discípulos, vale la pena ser profesor en los cursos bíblicos, vale la pena pertenecer a un ministerio para colaborar con el funcionamiento de la iglesia, el grupo de alabanza, las transmisiones por Internet, la página, vale la pena ser fiel a Dios en los diezmos y ofrendas?

Y la respuesta a estas preguntas es: Por supuesto que sí…  Porque a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien… Por eso, cuando han tratado de hacernos daño, sin desearlo solo nos han bendecido haciéndonos crecer espiritualmente de muchas formas… Pero además de esto lo mas importante es que Dios está viendo lo que hacemos, qué su palabra dice:

Hebreos 6.10  Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.

Qué rico saber que absolutamente todo lo que hagamos para ayudar a la gente por amor al Señor, aunque la gente nunca nos pague bien, el Señor jamás olvidará lo que hemos hecho… Eso es igual a decir que todo lo que hagamos dentro de su voluntad será recompensado.

Si usted con diligencia estudia, prepara y da con AMOR el tema en el grupo de oración, pero la gente no crece espiritualmente, el problema es de ellos, no suyo, porque usted no perderá su recompensa.

O si va a compartirle a unas familias en desgracia pero en su dureza te rechazan, pues ellos son los que pierden, porque usted no perderá su recompensa.

Aun si su esposa o sus hijos no aprovechan la bendición de lo que usted hace por ellos, de cómo les insiste y les da ejemplo asistiendo a la iglesia y sirviendo al Señor, y ellos no aprovechan…. Usted no perderá su recompensa.

Es por eso que el apóstol Pedro en forma de pregunta asegura lo siguiente:

1 Pedro 3.13–14 ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? 14Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.

Pues absolutamente nadie nos puede hacer daño (no se refiere a lo material sino a lo espiritual y a nuestra alma. Jesús dijo que nos podían matar pero no tocar el alma), pero aún, sí nos tratan mal y nos hacen padecer por hacer lo correcto, dice que somos bienaventurados… O sea que nunca perdemos.

Es muy importante que entendamos esto, porque si pensamos que porque las cosas no funcionan bien, o por qué no nos agradecen o nos atacan, entonces estamos perdiendo el tiempo, ese pensamiento equivocado nos va a desmotivar de seguir haciendo lo correcto y entonces sí perderemos la recompensa… 

Por eso la carta a los Hebreos después de decir que Dios no es injusto para olvidar lo que hacemos en su obra, continúa diciendo:

Hebreos 6.11–12 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.

No se desanime, mantenga la esperanza de que Dios siempre le dará bendición por todo lo que usted haga para él, y que además le premiará. 

Recordemos también que la fe cuando es auténtica se prueba a través del tiempo, y más aún en medio de circunstancias que parecen desfavorables o son desagradables.  La escritura continua diciendo:

Hebreos 6.13–15 Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, 14diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. 15Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.

Más adelante el texto explica que el juramento de las personas ponía fin a toda controversia, pues quien había jurado iba a cumplir, porque al jurar por alguien mayor que nosotros eso daba credibilidad al juramento.

Sin embargo explica el pasaje, que Dios juro por sí mismo que nos bendeciría, porque no hay nada más grande por lo que se pueda jurar… Y más adelante:

Hebreos 6.17–19 Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; 18para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.

Esto en otras palabras quiere decir que no hay absolutamente nada más seguro en todo el universo que lo que Dios nos ha prometido en el Nuevo Pacto. 

Y eso quiere decir que si usted no cree en lo que Dios ha prometido, usted no debería creer en absolutamente en nada, porque lo prometido en el Nuevo Pacto es la promesa más confiable y segura que existe en el universo… 

Y eso fue lo que aprendió a hacer Abraham… Y cuando en ambos pasajes menciona la paciencia como requisito para obtener la promesa, en el caso de Abraham, es porque desde el momento en que Dios le prometió un hijo, hasta que el hijo llegó pasaron 25 años.  Y la escritura dice:

Romanos 4.18–21 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. 19Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido

EL ENEMIGO DE LA FE

Dios prometió darle un hijo, pero de lo viejo que estaba su cuerpo parecía ya cadáver, y además su mujer era estéril… Es decir: Según el mundo era imposible que eso que Dios prometió fuera a suceder.

En este pasaje es evidente, que cuando buscamos descansar en lo prometido por Dios, contra lo que debemos combatir, es contra lo que el mundo nos ha enseñado acerca de la vida, acerca de lo que es bueno o malo, acerca de lo que es posible o imposible….

Ojo, siempre que debamos tomar la decisión de creerle a Dios, y siempre que debamos fortalecernos en fe, lo que esta en la balanza son estas dos cosas; 

Lo que Dios promete que nosotros debemos creer…  Y lo que el mundo dice que debemos creer, que es lo que el mundo dice que es bueno o malo, o lo que dice que es posible o imposible.

Siendo esto así si queremos fortalecernos en fe no hay duda que debemos desechar lo que el mundo enseña. Esto la escritura lo enseña aun para algo tan sencillo pero tan importante como alimentarnos de la palabra de Dios, pues dice:

1 Pedro 2.1–3 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,

¿Qué vale más para usted, en qué cree usted más, en lo que el mundo enseña, o en lo que Dios en su palabra enseña y promete?

Dios cumple, y a los 100 años nace Isaac…(En contra de todo lo que el mundo enseña y dice que es posible) Y si nos preguntamos por qué se demoró tanto, una de las razones (según otros textos de la escritura) es que Dios tuvo que esperar a que Abraham aprendiera a confiar.

Dios promete darnos lo necesario para vivir, aún en abundancia para disfrutarlo… Si no tenemos lo necesario, una de las razones es que tenemos un problema de confianza en Dios. 

Y la evidencia de qué no confiamos es que no hacemos lo que Dios ha establecido que debemos hacer.

En unos esto es muy evidente pues no buscan hacer la voluntad de Dios, además algunos son flojos, perezosos, necios, mal administradores… Y otros aunque parecieran estar haciendo la voluntad de Dios, en realidad no la están haciendo, porque lo que hacen no lo hacen con verdadera fe, y por eso no han podido creer y descansar en que Dios es su proveedor.

Y otros al ver que no tienen lo necesario, entonces el tiempo que deben dedicarle a Dios lo dedican al trabajo, y el dinero que corresponde a Dios también lo dedican a sus gastos, y el resultado puede ser que Dios que quiere que tú confíes en él, frene la provisión, para que revises y reconozcas tu incredulidad y desobediencia.

Porque yo estoy seguro de qué si alguien realmente confía en Dios, cree en él como su proveedor, y busca el reino de Dios y su justicia, Dios cumplirá la promesa de darle lo necesario y aún con abundancia.

OTRO NIVEL

Sin embargo pasa el tiempo y como Dios quiere llevar a Abraham a otro nivel, le pide que sacrifique a su hijo. La escritura en la carta a los Hebreos en el pabellón de la fe lo cuenta así:

Hebreos 11.17–19 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

Aquí el asunto es un poco diferente, porque una cosa es esperar pacientemente fortaleciéndose en fe para que Dios nos de lo prometido, pero otra diferente es fortalecerse en fe para poder obedecer a Dios en contra de lo que el mundo dice que es correcto.

Ambas cosas tienen que ver con la fe. Pero no es lo mismo tener que esperar la provisión de Dios cuando no puedo hacer nada, por ejemplo; aquel profeta que tenía que esperar que un cuervo le trajera el alimento... A tener la suficiente confianza en Dios y en lo prometido para obedecerle.

Y fue a ese nivel que Dios llevo a Abraham, y el nuevamente se fortaleció en fe pensando en que Dios, para cumplir su promesa si fuera necesario levantaría a su hijo de los muertos, y por eso estuvo dispuesto y salió para obedecer a Dios.

Y entonces vuelvo y pregunto: ¿Contra quién o contra que hay que luchar para fortalecernos en fe?

Y la respuesta nuevamente es: Combatimos contra lo que el mundo nos ha enseñado acerca de la vida, acerca de lo que es bueno o es malo, acerca de lo que es posible o imposible….

¿Y en este caso el mundo que enseñaba? Que Abraham tendría que ser muy bruto para obedecer a Dios, pues como iba a matar a su único hijo, más aún ahora que ya no tenía ni siquiera los 100 años y un cuerpo como muerto sino como 133 años.

Dios dice que debemos creer y hacer muchas cosas que el mundo dice que están completamente equivocadas.  Debe haber sujeción, debe haber perdón, la prioridad debe ser Dios, debemos servir a los santos, debemos ser fieles con Dios, no debemos mentir, no debemos juzgar mal, debemos perdonar setenta veces siete…

Pero el mundo siempre da buenas razones para hacer todas esas cosas que Dios prohíbe…¿A quién le vamos a creer? O tal vez debería preguntar: ¿A quién le vamos a seguir creyendo?

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL

Ahora si no queremos tomar la decisión de creerle a Dios y de fortalecernos en fe respecto de lo que Dios ha prometido, lo cual es una burrada… ¿Sabemos en realidad a quien le estamos creyendo? Es decir: ¿Quién es aquel que siempre niega la palabra de Dios? La escritura nos cuenta: 

Génesis 3.3–5 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

Desde allí, por causa de la confianza que el hombre depositó en Satanás, Satanás ha guiado al hombre a hacer una nueva escala de valores totalmente diferente y contraria a la de Dios.

Y todos los hombres que no conocen a Dios en la actualidad, creen en lo que él les ha enseñado a través del mundo, es decir creen en el árbol del conocimiento del bien y del mal, de cual dijo Dios que quien comía moriría.

A través de esa contraria forma de pensar es que Satanás está destruyendo a los hombres y llevándolos al infierno. Por eso la escritura dice:

Isaías 5.20  ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

Ese “!Ay” es una expresión que busca comunicar desgracia, maldad, perdida, sufrimiento, dolor, condenación…  Y la razón de esta desgracia y sufrimiento es, por tener un concepto equivocado de lo que es bueno o malo, de lo que es posible o imposible que Dios haga por nosotros.

Por supuesto la razón del sufrimiento y la destrucción es supremamente obvia, cualquiera que tenga un conocimiento truncado de lo que es bueno o malo para su vida, está condenado a perder, a sufrir la destrucción, y ese será su destino, sin importar cuantas cualidades o cuantos poderosos recursos o influencias pueda tener.

Este concepto de lo que es bueno o malo para nosotros, son en realidad nuestras creencias, y ellas son las que determinan nuestros objetivos, por eso cuando tenemos truncados estos valores del bien y del mal, eso hará que busquemos las cosas que nos hacen daño, pensando que son buenas para nosotros, y rechacemos las que nos hacen bien, pensando que nos hacen mal.

Si usted piensa seriamente en esto, notara que un concepto equivocado de bien y del mal es implacablemente destructivo, porque cada vez que logre lo que cree bueno, aunque se alegre, en realidad usted se estará destruyendo, y cada vez que logré rechazar lo que cree malo, aunque se sienta tranquilo también se estará destruyendo…   Y tal vez lo más grave es que se dará cuenta de esta realidad muy tarde.

Éste concepto equivocado del bien y del mal es tan dañino, que aún cuando Dios toma acción para favorecernos, cuando a través de las circunstancias nos manifiesta su amor para salvación, al evaluar lo que Dios hace con nosotros con esa torcida escala de valores, concluimos que Dios no está haciendo las cosas bien. 

Millones y millones de personas piensan que Dios está haciendo las cosas mal, y a veces los cristianos también llegamos a pensar que Dios está haciendo las cosas mal, y la razón de llegar a esta conclusión es ese concepto equivocado del bien y del mal.

Este mismo concepto del bien y del mal nos impide dar gracias a Dios en todo y por todo, porque sencillamente nos vemos razones por las cuales debemos dar gracias.

Y por esto yo vuelvo y pregunto: ¿A quién le vas a creer tu?¿Le vas a seguir creyendo al mundo en lugar de de tomar la decisión de creerle a Dios?

TODO O NADA

Los pasajes que hablan de la importancia de a quien le estamos creyendo son muy claros y contundentes. Por ejemplo Jesús hablando de la lámpara del cuerpo dijo:

Mateo 6.22–23 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.

Es algo así como tener un cristal frente a sus ojos que nos hace ver todo verde, no importa lo que miremos, no importa la hora, no importa el ángulo, todo lo vemos verde, o si tenemos un cristal rojo, todo lo vemos rojo.

Lo mismo dice respecto de la lámpara del cuerpo. Si el ojo es bueno, todo, absolutamente todo estará lleno de luz, y así mismo si el ojo es maligno todo, absolutamente todo estará en tinieblas.

Y creo que es importante ver lo determinante que es el asunto, es decir no nos da opción a que si el ojo es bueno, algunas partes del cuerpo estarán llenas de luz mientras que otras no, o si es maligno sólo habrá oscuridad en algunas partes…

Es decir es claro que; no da opción a la mezcla, a lo regular, a la penumbra, o a un pequeño rayito de luz, sino que dice que todo es tinieblas o todo estará lleno de luz.

Y la pregunta podría ser: ¿Por qué tan estricto?… ¿Por qué no admite mezclas? Es como si dentro del cristianismo no hubiera opción a una vida regular, o se compone todo o no se compone nada.

O tienes una buena visión de la vida porque crees lo que Dios dice, o tienes una mala visión de la vida porque crees lo que el mundo dice, pero una visión de la vida regular o mezclada entre lo que el mundo dice y Dios dice, no es aceptable.

Por eso la decisión qué debemos tomar de todo corazón es que no debe haber mas mezclas… No más creerle a Dios unas cosas y al mundo otras. Eso está prohibido, la escritura lo enseña de muchas formas, por ejemplo:

Marcos 2.21- 22 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. 22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

No es que a tu manera de pensar mundana, a lo que tú llamas bueno o malo según los valores del mundo, le pones unos parches de ciertas verdades de Dios… Porque el resultado es peor.

Y los cristianos no se dan cuenta de que es peor, porque precisamente de eso se trata, de un engaño que no les deja entender la realidad, y les hace pensar que están bien como cristianos aunque están supremamente mal.

El texto completo del pasaje anterior dice:

Mateo 6.22–23 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?

Al tener un concepto equivocado del bien y del mal dirigiendo nuestra vida y nuestra relación con Dios, eso hace imposible poder cumplir de corazón con; ”por nada estéis afanosos” y tampoco se puede cumplir con ”dad gracias en todo” porque el árbol con su torcida escala de valores nos hace ver lo que Dios hace, como malo.

Pero cuando tenemos el concepto adecuado del bien y del mal entonces, no nos podemos afanar porque no hay razón para afanarse, y no dejamos de dar gracias porque cuando entendemos lo que Dios está haciendo, no podemos dejar de sentirnos agradecidos.

Igualmente si tratamos de fortalecernos en fe para esperar con paciencia, pero pensando como el mundo piensa, entonces no nos va a funcionar.

Primero cambiemos nuestra manera de pensar. Dejemos de llamar bueno lo que no es bueno, dejemos de llamar malo lo que no es malo, y entonces pensando lo correcto aferrémonos a eso, fortalezcámonos en fe, y entonces disfrutaremos de la vida abundante y veremos el cristianismo como algo maravilloso.

Déjeme insistir: No se trata de cambiar algunas cosas en nuestra escala de valores, sino de cambiar por completo la escala de valores, para pensar como Dios piensa, porque sólo pensando lo correcto, podemos vivir haciendo lo correcto.

Cuándo sólo renovamos nuestra mente en algunos conceptos, cuando hacemos estas mezclas el resultado es un cristianismo que Dios detesta. La escritura nos cuenta:

Apocalipsis 3.15–16  Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

¿Vomita Dios a sus hijos? Pienso que no.

Arrepentirse o convertirse no es un asunto que tenga que ver con las emociones. Arrepentirse quiere decir cambiar de manera de pensar, por supuesto creyendo en que esa nueva manera de pensar es la correcta.

Es decir; es posible que alguien se sienta muy agradecido con Dios, que llore, se goce, pero si sigue pensando lo mismo que siempre ha pensado respecto de que es bueno y qué es malo... 

Entonces sus peticiones a Dios serán: Dame plática Señor, dame salud Señor, dame una esposa, que a mis hijos no les pase nada malo, y lo grave no es pedir estas cosas, sino creer que esas cosas que son amorales, es decir no son ni buenas ni malas, van a mejorar nuestra vida. 

Y ciertamente pueden mejorar nuestra vida respecto a los valores del mundo, pero no respecto de nuestra relación con Dios.

Y porque los hombres están pendientes de ese tipo de peticiones y no de las peticiones necesarias para sacar el pecado de sus vidas… Porque eso es lo que Satanás les ha enseñado que es lo  importante.

En conclusión; mientras sigamos comiendo del árbol, buscaremos a Dios para que nos dé lo que Satanás nos dice que es bueno, y si Dios no nos da lo que Satanás nos ha enseñado a pedir, entonces pensaremos que el que está mal es Dios, que no nos quiere dar cosas buenas.

Pero esa clase de vida cristiana, que a muchos cristianos les parece normal, es lo que hace que Dios defina a las personas como tibias,  y esto lo podemos ver al continuar leyendo el pasaje:

Apocalipsis 3.17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

Según ellos el éxito de su cristianismo está basado en su prosperidad, porque es lo que ellos llaman bueno, pero muy lejos de estar en lo cierto, Dios dice que son unos desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos…

Y es tal su pobreza, no material sino espiritual, que un poco más adelante leemos:

Apocalipsis 3.20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

El asunto es muy serio, porque lo que podríamos entender es que está hablando de una iglesia que no tiene a Cristo, por eso precisamente le hace el desafío de que lo deje entrar.

Y dejarlo entrar es en realidad aceptar como cierta la manera de pensar de Cristo, porque eso es lo que el Espíritu Santo va a estar enseñando a nuestro espíritu y a nuestra alma.

El Señor Jesucristo dijo:

Juan 6.63–64 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creen.

¿Si las palabras del Señor, si las enseñanzas del Señor, si el concepto del bien y del mal que el Señor enseña son Espíritu, refiriéndose al Espíritu de Dios, y son vida, quien no acepte sus palabras, quien no acepte esta nueva manera de pensar, quien no acepte esta nueva escala de valores, podrá decir que está viviendo en santidad, que está viviendo para Dios…?

Por supuesto que no… Y ya hemos visto lo grave que resulta que vivamos para nosotros y no para el Señor.

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