Hemos estado estudiando acerca del padre de la fe, y al menos para mí es muy reconfortante entender que el padre de la fe era un incrédulo, idólatra, apegado a su familia, a su tierra y a sus riquezas… Es decir un pecador como la mayoría de nosotros.
Y cuando digo que es reconfortante es porque hay esperanza para todos nosotros, pues lo que hizo Dios con Abraham es lo mismo que hará con nosotros si colaboramos con él.
Y esto no excluye a ninguno de los auténticos hijos de Dios que han sido llamados a formar parte de la familia de la fe, es decir con cada uno qué ha nacido de nuevo convirtiéndose en su hijo. Porque podemos tener la certeza de que si Dios pudo con Abraham, Dios también podrá con cualquiera nosotros.
Lo último que leímos de Abraham el Padre de la Fe en el estudio pasado fue:
Romanos 4.20–22 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22por lo cual también su fe le fue contada por justicia.
Lejos de dudar frente a la prueba más dura, este hombre dice la escritura que se fortaleció en fe, llegando a estar plenamente convencido, de qué Dios tenía el poder suficiente para cumplir lo que le había prometido, y esta fe y esta certeza fue la que le llevó a ser obediente en medio de semejante prueba.
Sabemos por lo que hemos visto en la escritura que no fue así al comienzo de su relación con Dios, pues son evidentes sus dudas, sus desobediencias y aún las consecuencias de estas, pero al pasar el tiempo alcanzando madurez, su comportamiento fue completamente diferente, gracias al aumento de su confianza en Dios y en sus promesas.
Y no hay duda que cuando se está plenamente convencido de que Dios cumplirá con lo prometido, esa confianza en el infalible cumplimiento de las promesas de Dios produce obediencia.
Por eso sí queremos vivir una vida cristiana victoriosa, no sólo debemos entender y creer, sino que a eso debemos añadir el aprender a fortalecernos en la fe, frente a las tribulaciones y a las pruebas.
¿CUÁLES PROMESAS?
Sin embargo es imposible fortalecernos en fe si no tenemos claridad acerca de lo que Dios ha prometido y por eso no hay duda que una de las primeras cosas que necesitamos tener muy claro es: ¿Cuál es la promesa o promesas que creemos que Dios con toda seguridad va a cumplir con nosotros?
Porque si no sabemos qué esperar, si no tenemos claro que es lo prometido por Dios, o si estamos esperando cosas que Dios no nos ha prometido, entonces no nos será posible fortalecernos en la fe.
Es por eso importantísimo tener una doctrina fiel a la escritura, la cual muchos menosprecian porque creen que la clave está en simplemente confiar en que recibirán lo que desean, ignorando principios claros de la palabra de Dios, ignorando el plan que Dios tiene para ellos, y esto es lo que hace que muchos anden frustrados con su cristianismo, sin entender que no están viviendo el verdadero cristianismo por causa de sus doctrinas equivocadas.
Veamos un ejemplo de lo que no es fortalecerse en fe, en una situación en la cual el apóstol Pedro es el protagonista, cuando en cierta ocasión en que vieron a Jesús caminando sobre el agua, se asustaron, Jesús dijo que era el, y Pedro le dijo:
Mateo 14.28–29 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Me parece que esa debió ser una experiencia espectacular. Sin embargo aunque caminar sobre el agua sería algo que a muchos asombraría, no creo que el deseo de Dios sea que los cristianos caminemos sobre el agua, lo que si creo es que Jesús hizo esto con Pedro, entre otras cosas, para darnos una clara lección de la confianza que debemos colocar en lo que Dios nos ha dicho.
La Escritura continua y nos cuenta:
Mateo 14.30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Estando ya caminando sobre el agua, gracias a la confianza que colocó en las palabras dichas por Jesús, comenzó a mirar las circunstancias, y en lugar de analizarlas a la luz del poder de Dios y pensar; puedo caminar sobre el agua porque el Señor me sostiene, es decir; en lugar de fortalecerse en fe, comenzó a pensar como lo haría cualquier persona sobre la tierra.
Y la conclusión lógica al pensar como el mundo piensa, es que es absurdo que el esté caminando sobre el agua, eso no es posible, y seguramente según el, el fuerte viento lo hizo consiente de esa realidad terrenal, y la conclusión lógica fue: Me voy a huir… Y se hundió.
Eso que él hizo no es fortalecerse en fe, eso es dejar que la confianza en lo que el mundo dice nos lleve a dudar de lo prometido por Dios... Y si dudamos de lo que Dios nos ha prometido, estamos graves, y no funcionará!
Ya hundido y con mucho miedo, si el Señor no lo hubiese rescatado, y no se hubiese ahogado, lo más seguro es que el pensamiento de Pedro hubiera sido:
”Mucha bestia, que me pasó; ¿como me deje lavar el cerebro para dejarme convencer que era posible caminar sobre el agua?”
Es decir lo que este hombre hubiera hecho es confirmar más sus pensamientos de incredulidad, acerca de lo prometido por Jesús, y afirmar así, que no ha debido creer en cosas sobrenaturales, sino que ha debido vivir atento a la realidad que se ve en la tierra.
Este es el error que muchas veces cometemos cuando al no tener fe fracasamos, es decir cuando obedecemos algo dicho por el Señor pero sin confiar en la bendición prometida, y al no tener fe las cosas nos salen bien, y entonces terminamos pensando que debemos vivir más atentos a la realidad del mundo, para hacer las cosas de mejor manera, o con más recursos, o con más respaldo, o en un mejor momento, etc.
Y aunque esto a muchos pueda parecer muy sensato, la evaluación del Señor Jesús de esa situación, de ese fracaso, fue muy diferente pues le dijo:
Mateo 14.31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
El problema no era el viento, el problema no eran las olas, tampoco era falta de una buena planeación, o que era mejor en otro momento, no… El problema fue que Pedro comenzó confiando, pero dejó que las circunstancias lo llevarán a desconfiar, y al no fortalecerse en fe tuvo miedo y por supuesto se hundió.
La pregunta es: ¿Somos conscientes que cuando fracasamos, cuando perdemos la paz, cuando perdemos el gozo, cuando estas pérdidas nos llevan a desobedecer, entendemos que fue porque no nos fortalecimos en fe para aferrarnos a lo prometido por Dios? Respecto de esto la escritura dice:
Hebreos 6:11–12 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
La misma solicitud da entender que con la misma diligencia debemos estar trabajando para fortalecer nuestra fe, para tener certeza de la esperanza que debemos tener gracias a sus promesas. Por supuesto lo contrario también es cierto, cuando no nos fortalecemos en fe esto puede llevarnos a perder muchas bendiciones.
Por supuesto para evaluar si es esa nuestra situación, es necesario volver a hacer la pregunta:
¿Cuáles son las promesas que creemos que con toda seguridad Dios va a cumplir con nosotros?
O podemos hacer la pregunta al revés, es decir: Si estamos desobedeciendo a Dios es porque no estamos teniendo certeza respecto de lo que nos ha prometido.
Bajo el viejo pacto podemos ver una historia, que muestra las graves consecuencias de no fortalecernos en la fe. La historia podemos tomarla desde el momento en que Dios le dijo Abraham que la tierra donde estaba, era para él y para su descendencia para siempre.
Si esa era la promesa, obviamente Abraham debía tener fe en que Dios le daría los elementos necesarios para sostenerse en la tierra que Dios le había dado.
Y para nosotros cuando pensemos en que nuestra debilidad o nuestros faltantes nos hacen difícil hacer la voluntad de Dios… Ya siendo fieles, siendo honestos, siendo generosos, aprendiendo a perdonar, a tener paciencia, cuando pensemos que no tenemos las capacidades para actuar de esta manera debemos recordar las palabras del Señor al apóstol Pablo como respuesta a su clamor:
2 Corintios 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
Pues parece que eso no fue lo que pensó Abraham y entonces frente a la prueba …
Génesis 12.10 Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra.
Cuando vino una sequía no confío en que Dios haría lo necesario para sostenerlo en la tierra que le dio, entonces salió hacia Egipto, casi pierde a su mujer… Y la misma historia de Abraham se repite con sus descendientes, y el resultado que inicialmente parecía muy bueno, es que el pueblo termina viviendo en Egipto.
Cuando Abraham cometió este pecado de no confiar en la provisión de Dios y terminó en Egipto, inicialmente también las cosas parecían que ivan muy bien, porque faraón lo enriqueció, pero al final te toca salir avergonzado pues el incrédulo exhorto al creyente por su deshonestidad.
Con la descendencia de Abraham el asunto resulta muy sutil, porque Josué, un hombre de Dios, es usado para llevar al pueblo a Egipto, sin embargo creo que la realidad que no debemos ignorar, es que no confiaron en que Dios que les dio esa tierra, los sostendría.
Y como ocurre muchas veces cuando no confiamos en Dios y no le obedecemos, aunque algunos malos resultados se ven muy pronto, la mayoría se ven mucho tiempo después…
Éxodo 2.23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.
Ciertamente solo mucho tiempo después el pueblo comienza a ser consciente de lo grave que fue haber vivido por lógica, en lugar de haberse fortalecido en fe, y confiar en que Dios que les dio la tierra los sostendría en ella.
Esto es común y muy triste, pues muchos solo después de mucho tiempo entienden el grave error de no haber confiado en Dios, y de no haber obedecido a Dios confiando en sus promesas.
Pero también hay quienes nunca lo querrán reconocer, y son aquellos que al morir se darán cuenta de lo que perdieron. El problema es que ya no habrá remedio.
En el caso del pueblo seguramente muchos vivieron y murieron en esclavitud hasta que el pueblo consiente de su desgracia comenzó a clamar a Dios… Y ojo con lo siguiente:
Éxodo 2.24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
No dice la escritura que Dios viendo el gemido de ellos, se apiadó de ellos por su sufrimiento y entonces tomó la decisión de liberados… Pero ojo, no estoy diciendo que Dios no sienta compasión por el sufrimiento del hombre, lo que quiero recalcar porque la escritura lo hace, es que la clave está en que Dios había hecho un pacto con Abraham respecto de una tierra, y ellos estaban muy lejos de esa tierra.
Acordarse del pacto, que Dios por supuesto no había olvidado sino que es la forma en que Dios se comunica para que el hombre le entienda, significaba que Dios tomaría acción para cumplir su promesa y llevarlos a esa tierra, y eso fue lo que comenzó a hacer, y lo hizo de forma majestuosa pues conocemos la historia de las 10 plagas contra Egipto, que permitieron que el pueblo saliera de la esclavitud camino a la tierra prometida.
Por supuesto todo esto fue un proceso en el cual Dios de manera continua y a través de diferentes circunstancias probaba el corazón de ellos, para enseñarles a confiar cada vez más… Y en el tiempo determinado por Dios llegaron al borde de la tierra prometida. Cuando llegaron allí cuenta a la escritura:
Números 13.1–3 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 2Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. 3Y Moisés los envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová;
Y así sucedió, y es importante notar que no enviaron a cualquiera, enviaron a príncipes de cada tribu, porque esos príncipes eran responsables de la gente que tenían bajo su autoridad, no sólo responsables en el aspecto material sino también respecto de su relación con Dios, de cuanta confianza había o no en las promesas de Dios.
Tan cierto es esto que en otra ocasión cuando el pueblo siguiendo a un ídolo se puso fornicar…
Números 25.3-4 Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. 4Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel.
Por supuesto no fueron ahorcados porque la gente se puso a fortificar, ¿porque como harían ellos para obligarlos a no fornicar?… Fueron ahorcados porque no hicieron nada cuando la gente se fue a fornicar, es decir por no confrontarlos con su pecado.
Pero volviendo a nuestra historia quiero que notemos que cuando Dios los manda a reconocer la tierra les dice: ”La cual yo doy a los hijos de Israel” Es decir no está diciendo que vayan a ver la tierra a ver si les gusta y quieren poseerla, o a ver si creen que la pueden poseer, porque por haber estado tanto tiempo desocupada estaba habitada por otros pueblos.
En conclusión: Dios dijo que era la tierra que les daba, debían reconocerla para saber como ocuparla, no para decidir si les gustaba o no, o si la ocupaban o no.
Números 13.17–20 Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, 18y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; 19cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; 20y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas.
Así lo hicieron, reconocieron toda la tierra durante 40 días, trajeron frutos enormes de ella, y al regresar dieron el siguiente informe:
Números 13.27–29 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. 28Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán….
El informe es que la tierra era espectacular, pero, y ese pero implicaba un problema, y es que estaba habitada por gigantes en ciudades grandes y fortificadas… Es decir estas palabras no ayudaban a fortalecerse en fe sino a pensar que el asunto estaba muy complicado. Sin embargo nos cuenta la escritura:
Números 13.30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.
Pues hace callar porque ve que es el asunto no va bien, y entonces simplemente dice que deben tomar posesión de la tierra, entendiendo que Dios ya se la había dado.
APLICANDO CORRECTAMENTE
Es importante que al estudiar estas historias del viejo pacto, hagamos una aplicación correcta de las lecciones espirituales para aplicarlas al Nuevo Pacto, porque puede ocurrir que muchos no entendiendo la diferencia entre los dos pactos, comiencen a pensar que pueden aplicar las lecciones espirituales de este pasaje a su empresa, o a su trabajo o familia, y se les meta en la cabeza por ejemplo, que como Dios les ha dado una empresa esa empresa va a crecer porque Dios se la dio.
Y creyendo esto se fortalecen en fe, porque creen que si no creen que la empresa va funcionar entonces por la falta de fe la empresa va a fracasar…
O que al casarnos debemos creer que el matrimonio va a funcionar porque si no creemos que funciona entonces por nuestra falta de fe no funcionará…
Déjeme decirles que esa es una pésima aplicación del principio espiritual. Ciertamente hay que creer para experimentar la bendición de Dios, pero ahora tenemos que hacerlo sobre las promesas del Nuevo Pacto, y el Nuevo Pacto es un pacto básicamente espiritual.
Es decir Dios puede hacer que tu empresa fracase para que tú crezcas espiritualmente, o que tu salud se deteriore para que aprendas contentamiento y a confiar en Dios, o que tengas problemas en tu familia para que aprendas paciencia y misericordia, en fin tenemos que tener claro cuál es el propósito de Dios con nosotros en este tiempo.
Por otro lado como Dios asegura que si buscamos el reino de Dios y su justicia todas las cosas materiales que necesitemos vendrán por añadidura… Pues debemos enfocarnos en creer en la importancia de buscar el reino de Dios y su justicia, lo cual nos dará la provicion necesaria, sin embargo esa es la parte menos importante.
Una de las aplicaciones correctas de esta historia es la siguiente.
Dios siempre ha querido vivir con el hombre, esta intención de Dios tuvo su primer tropiezo en el paraíso cuando por el pecado Dios tuvo que echar al hombre de allí. Luego aunque Dios elige un pueblo, una tierra y una ciudad que es Jerusalén para morar allí con su pueblo… Esa es en realidad la promesa para la descendencia en la carne de Abraham, qué tiene que ver con la historia que estamos viendo.
Sin embargo muy por encima de todo esto, la parte más importante de este deseo de Dios manifestado en el Nuevo Pacto es lo siguiente:
Jeremías 31.33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;
Haciendo un paralelo: Nacemos separados de Dios; al vivir separados de Dios nuestra alma se va llenando, por así decirlo; de pueblos extraños y malos, con costumbres extrañas y malas, con objetivos y métodos extraños y malos…(Como ocurrió con la tierra prometida) Pero un día gracias a la misericordia de Dios, por la fe en Jesucristo como nuestro Señor y nuestro Salvador, el viene a habitar a nuestro espíritu….
Y cuando esto ocurre nosotros somos justificados por Dios, es decir todos nuestros pecados son perdonados y tenemos asegurada así nuestra salvación… Pero nuestra alma está, como mencioné, habitada de pueblos extraños y malos que deben ser echados de allí para que el pueblo de Dios, o mejor dicho Jesucristo gobierne en ella. A ese proceso se refiere a la escritura cuando dice:
Filipenses 2.12–13 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Y ocuparse de la salvación en este contexto no se trata de hacer algo para ganar la entrada al cielo y no irme para el infierno, porque la salvación es por fe, no por obras.
De lo que se trata es, como ya mencioné antes, que en nuestro espíritu está el Señor Jesucristo, pero nuestra alma está contaminada y hay que conquistarla para el Señor. Y ese objetivo es en realidad una de las partes más importantes de las promesas del Nuevo Pacto que ya leímos, y que dice:
Jeremías 31.33 Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón…
Primero nos hace entender, para luego llevarnos a creer. Este proceso de hacernos entender algo para luego llevarnos a creer en eso que nos ha dicho, es algo que seguirá sucediendo lo largo de toda nuestra vida, hasta alcanzar la estatura del Señor Jesucristo.
Y este proceso se aplica a todas y a cada una de las promesas que Dios nos ha dado, como por ejemplo:
Filipenses 4.6–7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Y después de que usted tiene claridad que esto es lo que espera Dios que usted viva, qué no debe afanarse por absolutamente nada…
Vienen circunstancias difíciles, algunas de ellas son producto de nuestra propia incredulidad y desobediencia, otras son ordenadas por Dios, pero independiente de su origen, es allí donde usted y yo debemos fortalecernos en fe, creyendo en la promesa de Dios, para así experimentar la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, y que esa paz guarde nuestro corazón y nuestros pensamientos en Cristo Jesús… Lo cual nos llevará a obedecer con verdadera fe.
Otra muy conocida y muy práctica para enfrentar cualquier evento que nos parezca adverso es la promesa que dice:
Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Con sólo aplicar estas promesas de forma inmediata dejaremos de sentir preocupación, rabia, tristeza o cualquier otro mal sentimiento, porque sabemos qué lo que está ocurriendo es para nuestro bien.
Y entonces la pregunta es: ¿Si Dios ha prometido encargarse de todo, es decir de lo espiritual y lo material, será correcto que nos preocupemos?
Verdad que no, verdad que toda preocupación es evidencia de qué no creemos en lo que Dios nos ha prometido.
Y no creer en lo que Dios ha prometido es completamente opuesto a ”fortalecernos en fe” no creer en lo que Dios ha prometido es en realidad, fortalecernos en incredulidad.
Esto ya vimos que ocurre; cuando en lugar de revisar las circunstancias a la luz de las promesas de Dios, simplemente las vemos a la luz de la información que el mundo nos da.
Esto es algo muy sencillo pero los cristianos lo ignoran de manera continua.
Si obedecemos a lo que Dios nos pide y nos fortalecemos en fe, experimentaremos la paz de Dios, si creemos en lo que el mundo dice negáremos la promesa de Dios, y entonces vendrá el afán…¿Como estás haciendo tú?
Este mismo principio tiene que ser aplicado a todas las promesas y a todas las áreas de nuestra vida, para erradicar toda clase de pecados… La codicia, la mentira, el resentimiento, la amargura, el orgullo, la tacañería, el miedo, la falta de perdón, etc.
Y déjenme preguntarles: ¿Será que con el poder de Dios podemos eliminar todo pecado de nuestra vida? Por supuesto que la respuesta es absolutamente si. ¿Pero lo creemos?
LA INCREDULIDAD DEL PUEBLO
Llegaron los espías después de reconocer la tierra 40 días y comenzaron dar informes de lo hermosa que es la tierra, pero de lo fortificada y difícil que sería de conquistar…
Esta confrontación del mundo contra las verdades absolutas de Dios es algo normal, porque según la escritura tenemos una manera de pensar, que ha estado de acuerdo con lo que el mundo enseña, y lo que el mundo enseña lleva a los hombres a ser de manera natural enemigos de Dios.
Además estas mentiras disfrazadas de verdad están fortificadas, y por eso dice la escritura que deben ser destruidas no con armas carnales sino poderosas en Dios. Dice así:
2 Corintios 10.4–5 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo
Los espías comenzaron a dar el informe de la tierra mostrando lo difícil que sería de conquistar, pero uno de ellos, que si creía en la promesa de Dios dijo:
Números 13.30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.
Después de reconocer la tierra eso era exactamente lo que tenían que hacer: Tomar la tierra. Pero… Continúa contándonos la escritura:
Números 13.31-33 Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 32Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.
Ante el desafío de ir a tomar la tierra, ahora si vinieron los argumentos, según ellos poderosos, para justificar que no podían arriesgar sus vidas y meterse allá, pues: ”Es tierra que traga a sus moradores”
Pregunto: ¿Se estaban fortaleciendo en fe en la promesa que Dios les había hecho de entregarle la tierra, o estaban pensando como la gente del mundo y anulando de esta manera la promesa hecha por Dios?
Si se fortalecían en fe se lanzarían a tomar posesión de la tierra que Dios les había entregado, si no se fortalecían en fe entonces verían como lo más razonable para proteger sus vidas, y no hacer caso a lo que Dios les pedia.
La aplicación práctica para nosotros es:
¿Y cuando creemos que no podemos tener discípulos, que no podemos dejar los miedos, que no podemos sujetarnos a la autoridad comenzando con la de los padres y luego con la de los esposos, cuándo creemos que no podemos evitar la preocupación por el sustento, que no podemos disciplinar a nuestros hijos, o cuando creemos que no podemos perdonar, o dejar de fornicar, o dejar de robar a Dios?…
Cuando pensamos así: ¿Nos estamos fortaleciendo en fe, o estamos con base en los pensamientos del mundo anulando la promesa de victoria que Dios nos ha dado?
¿Cuál fue el resultado de pensar que no podían tomar posesión de la tierra que Dios les había prometido?
Números 14.1–3 Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 2Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! 3¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?
Por su incredulidad comenzaron a ver su vida y lo que Dios había hecho por ellos de manera espantosa, eso los llevó a quejarse contra sus autoridades y a quejarse contra Dios, y por último llegaron a pensar que era mucho mejor volver a Egipto.
Pero si recordamos, ellos clamaron a Dios por estar viviendo una vida espantosa en Egipto… Y ahora producto de su incredulidad nuevamente veían que su vida era espantosa, por eso querían volver a Egipto.
Este es un principio muy importante; la fe me hace ver la vida hermosa, la incredulidad me hace verla espantosa.
Y esta verdad se aplica frente a cualquier situación… Cuando la vemos con incredulidad nos parece terrible, espantosa, problemática, pero cuando la vemos con fe en las promesas de Dios y entendemos el propósito de Dios, pues nos gozamos en la salvación.
Ahora: ¿Alguna vez ha pensado usted, estando en medio de una prueba, sufriendo no por la situación sino por su incredulidad, que era mejor no haber conocido al Señor?
Tal vez muchos no llegan a pensar que era mejor no ser cristianos, pero si hay quienes en medio de ciertas situaciones, cuando no quieren cambiar o no creen que puedan, lo cual les hacer rechazar el trato de Dios, en lugar de reconocer que su incredulidad y su rebeldía es lo que los hace sufrir… Llegan a pensar que el problema está en la situación, que el problema está en el trabajo, o en esa empresa, o en agente a su alrededor o en haberse casado…
Cuando la única verdad a los ojos de Dios, es que el problema es que en medio de la circunstancia, en lugar de fortalecerse en fe creyendo la promesa de Dios, han decidido creerle al mundo y anular la promesa de Dios. Ese sí es el verdadero problema.
Imagínese toda la congregación gritando, dando voces, llorando y quejándose contra Moisés y Aaron… Pensando que el problema era la situación cuando la realidad es que el problema era su incredulidad.
¿Cuantos problemas tiene usted o tendrá producto de su incredulidad que le llevan a desobedecer a Dios?
Y entonces Josué y Caleb, dos de los espías que fueron y que si creían en la promesa de Dios le dijeron al pueblo:
Números 14.8–9 Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. 9Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis…
Eso es lo que pasa cuando alguien se fortalece en fe respecto de la promesa dada por Dios. Todos llorando, gritando, gimiendo, quejándose, y estos pensando en que debían ir a tomar posesión de la tierra.
Pero: ¿Cómo afectaron al pueblo estas palabras de fe y de confianza en Dios?
Números 14. 10 Entonces toda la multitud habló de apedrearlos.
¿Se imagina lo que puede producir la incredulidad en su vida? Ojo con esto:
Cuando no creemos en las promesas de Dios, los que si creen en las promesas de Dios nos parecen malos.
¿Le ha pasado a usted que por hacer la voluntad de Dios se gane críticas y además enemigos?
Yo tengo la certeza que cuando hablo con claridad del Nuevo Pacto y de cómo deberíamos vivir como cristianos, no faltan quienes se molesten y me critiquen, y más se molestan cuando no tienen argumentos bíblicos para contradecir estas enseñanzas, sin embargo es algo que no me preocupa en absoluto.
Pues bien, cuando la multitud estaba hablando de apedrearlos porque según la multitud lo que ellos decían era algo muy malo…
Números 14.10-11 Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel 11y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos.
¿Cómo se sentiría usted si haciendo un gran sacrificio para ayudar a alguien, al contarle la verdad esta persona le dice a usted, que usted le está mintiendo porque le quiere hacer daño?
¿Cuantos de nosotros somos conscientes de que cuando no le creemos a Dios le estamos llamando mentiroso?
Pues ante esta incredulidad Dios habló de destruir el pueblo, pero Moisés le ruega pidiendo misericordia para que no lo destruya y el Señor le escucha:
Números 14.20–23 Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. 21Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, 22todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, 23no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá.
Ups.. Se llenó la copa, ya 10 veces se habían rebelado contra el Señor al no creer en sus promesas, y Dios tomó la decisión de que ninguno de ellos que habían visto todos los milagros que Dios había hecho, ninguno entraría a la tierra prometida.
Por supuesto como Dios es justo:
Números 14.24 Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.
Y como el pueblo al no creer no quiso entrar a tomar posesión, entonces Dios les dice que se devuelvan al desierto… Pero además les dice:
Números 14.26-27 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 27¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?
Palabras muy fuertes, y lo más grave, ciertas. Es importantísimo que tengamos muy claro que cuando nos quejamos por cualquier situación en la que estamos, estamos actuando de manera depravada, porque la queja es evidencia de que no estamos creyendo a Dios.
Números 14.28 Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros.
Ojo, mucho cuidado con esto. No se trata de palabras positivas o palabras negativas que controlan nuestro destino, pues esas son enseñanzas de la metafísica que son pura basura.
De lo que se trata es de creer o no creer en lo prometido por Dios.
Dios prometió darles una tierra, al no creer en la promesa de Dios esa generación se la perdió.
Dios dice que si crees en el Señor Jesucristo como tu Señor y tu Salvador te salvas, si no crees te condenas… No son palabras positivas o negativas, se trata de aceptar y creer en la promesa de Dios, o de no creerla.
Como el pueblo no creyó, el Señor no sólo no les entregó la tierra, sino que además los castigo, y de castigo les dijo que iba suceder algunas de las cosas que ellos mal pensaron que Dios quería hacer con ellos.
Números 14.29 En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. 30Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. 31Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. 32En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. 33Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. 34Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo. 35Yo Jehová he hablado; así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí; en este desierto serán consumidos, y ahí morirán.
Y así sucedió. Gracias a Dios bajo el Nuevo Pacto, habiendo Cristo muerto por nuestros pecados Dios en ningún momento nos va a castigar por nuestra incredulidad… Me estoy refiriendo a los que realmente han nacido de nuevo, porque los que no han nacido de nuevo si serán castigados hasta por sus malos pensamientos sino se arrepienten de su incredulidad.
Pero a los que hemos nacido de nuevo, cuánto no creemos en lo prometido por Dios, esa incredulidad nos lleva a desobedecer, y entonces lo que se cumple en nosotros es lo que dice la escritura:
Gálatas 6.7–8 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Cuando ya como auténticos hijos de Dios no le creemos al Señor, esa incredulidad nos llevará a vivir en la carne, sembrar en la carne y cosechar corrupción..
Cosechar corrupción es vivir con preocupaciones, con miedos, con rencores, falta de perdón, con negatividad, cometiendo los mismos y aún más pecados los cuales traerán todavía más tristezas a nuestra vida, y si no corregimos tendremos perdida de la recompensa ofrecida en el cielo.
Sembrar para el espíritu es el resultado de fortalecernos en fe en las promesas que Dios nos ha dado, eso nos llevará a vivir haciendo su voluntad y por lo tanto disfrutar del fruto del Espíritu Santo, es decir una vida llena de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza.
Y ojo cosechar corrupción no significa pobreza, enfermedad o soledad… Como cosechar en el espíritu no significa prosperidad, salud, amistades…
Romanos 14.17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Por lo tanto no olvidemos que la clave además de conocer y creer, es fortalecernos en fe.
