I. INTRODUCCIÓN
La escritura nos habla de un hombre que estando comprometido para casarse, descubrió que sin haber tocado a su mujer resultó que ella estaba embarazada. Esto no debió ser nada fácil, cuando un hombre decide casarse porque está muy, muy, muy, enamorado. Y a esto hay que añadirle que en aquella época, esto era algo supremamente serio, pues una pareja estando comprometidos aún sin haberse casado, si eran infieles contaba como adulterio, y el adulterio era castigado con la muerte.
Esta situación podría ser enfrentada por los hombres de dos maneras. La primera es que el hombre sintiéndose engañado, el dolor o la rabia o el rencor por la infidelidad lo lleve a denunciarla para que la apedreen… O, que a pesar de la infidelidad el hombre por causa del amor a esa mujer, no la quiera perder, sin embargo si el asunto se llegaba a descubrir la perdería, porque de todos modos ella sería apedreada. ¿Que haría usted en medio de esta situación?
Sin embargo este hombre encontró otra opción qué fue la siguiente:
Mateo 1.19 José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto.
Pienso que como el embarazo era evidente, y como él no quería casarse con una mujer que le había sido infiel aún antes de casarse, y como no quería que ella fuera a apedreada, este hombre decidió separarse de ella en secreto, es decir perderse, seguramente para que pensaran que él sí la había tocado pero que ahora se había arrepentido, o algo por el estilo, de tal manera que ella pudiera conservar la vida.
Es decir estaba pensando en hacer algo deshonroso a la vista de los demás, para tapar según él la deshonra de su prometida. Pero los planes del Señor eran diferentes, y entonces:
Mateo 1:20–21 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Tuvo un sueño… En el cual se le anuncio el milagro de que Maria traería a la tierra el más grande milagro. Y que ellos, porque él también estaba incluido en este asunto, habían sido escogidos entre todo el pueblo de Israel para ser los padres del Salvador de la humanidad, que había sido prometido a través de las escrituras, que por supuesto ellos conocían.
El privilegio de haber sido escogidos por supuesto es algo muy grande, pero hay algo más importante, y es que el Dios todopoderoso se haya despojado asimismo para venir como un hombre mortal a la tierra para salvarnos.
No hay duda que este es el evento milagroso más importante que ha ocurrido en el universo, cuando la escritura compara lo que Jesús hizo con la creación del universo, lo que Jesús hizo tiene muchísimo más valor.
Pero punto más importante de todo este asunto es: ¿Cuando se dice que Jesús es el salvador del mundo la pregunta es, de qué venía a salvar al hombre? Y no hay duda que la respuesta es que venía a salvar al hombre del pecado, lo que implicaba también salvarlo de la condenación eterna.
Siendo esta la razón de la venida milagrosa de nuestro Salvador, la siguiente pregunta también supremamente importante es: ¿Acepta el hombre que Jesús vino a salvarlo de sus pecados, y como consecuencia, acepta el hombre que necesita ser perdonado para no ir a la condenación eterna?
Esta pregunta puede ser contestada a través de una encuesta, donde la pregunta es: ¿Cuántos de los que se acercan a Dios, lo hacen porque tienen temor de la condenación eterna y quieren ser salvados del infierno?
Esto es algo que los cristianos que llevamos tiempo sabemos porque la escritura es muy clara en este asunto, sin embargo la pregunta para nosotros es: ¿Apreciamos en su justa medida el haber sido salvados de la condenación eterna?
Y otra pregunta que tiene íntima relación con la salvación es: ¿Reconocemos que nuestro verdadero problema es en realidad la incredulidad, que nos lleva a menospreciar la importancia de obedecer a Dios, y que como consecuencia de esas desobediencias es que sufrimos?
Éstas son preguntas que la gente del mundo, la gente que llamamos incrédula no se hacen. Por esta razón la gran mayoría de los que se acercan a las iglesias para buscar al Señor, no lo hacen para clamar por su salvación, ni para que Dios les ayude a eliminar sus pecados, sino para cambiar esas situaciones alrededor de ellos, que son las que según ellos los hacen sufrir.
Y como no es correcto que pensemos lo mismo que ellos piensan, es bueno que nos evaluemos contestando la siguiente pregunta. En este momento que es lo que usted considera el peor problema de su vida… ¿El sustento, la familia, la salud, la inseguridad, la soledad… O sus pecados?
Si la respuesta no es que el único problema que tenemos son nuestros pecados, entonces estamos igual que la gente del mundo, que no entiende que su verdadero problema es su incredulidad que lo lleva a vivir cometiendo pecados para lograr sus objetivos.
Por este tremendo engaño en que vive la humanidad, es que no hay ninguno que busque a Dios por las razones correctas, en 48 años de ministerio no he visto uno solo que se acerque a Dios porque le tenga miedo al infierno.
Pero además de mi experiencia que no es válida para validar una doctrina, veo que en la escritura hay un respaldo bíblico para decir que ninguno se acerca a Dios por la razones correctas… Este texto que ya lo leímos dice así:
Romanos 3.10–11 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Y cuando dice que no hay quien busque a Dios, por supuesto se refiere a la única razón valida o realmente importante que hay para buscarlo, que es para perdonarnos y librarnos del pecado.
Porque para otras cosas que no son importantes los hombres sí pueden (motivados por las circunstancias que Dios ordena a su alrededor) pensar en buscar a Dios… Como consta que hizo aquel hombre que se acercó por un problema económico, a cual el Señor le contestó:
Lucas 12.14–16 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 15Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
En este pasaje es claro que el Señor le está diciendo que el problema no es la falta de dinero, por lo tanto no es algo que Dios quiera solucionarle, pues el verdadero problema es el pecado de la avaricia, lo cual hará que independientemente de lo que pueda poseer, mientras mantenga el pecado de la avaricia el problema permanecerá.
En cierta ocasión que compartí este pasaje, un joven estudioso de la escritura me preguntó por el Padre Nuestro, pues en él Jesús enseñó que debíamos orar diciendo: ”El pan de cada día dánoslo hoy”
Y al igual que él, parece que la mayoría de las personas cuando oran conforme al Padre Nuestro, esta frase les lleva a pensar en el sustento material o pan físico… Cuando la realidad mirando el contexto del Padre Nuestro, la doctrina del Nuevo Pacto, y las respuestas de Jesús a aquellos que se le acercaron pidiendo pan, lo que debemos de entender es que el pan que se menciona en el Padre Nuestro, no es el pan físico sino el alimento espiritual.
Además porque esto confirma que el problema de los hombres no es la falta de dinero, sino la falta de fe, como tampoco es la falta de pan, como costa en las palabras de Jesús a aquellos que le pidieron pan, pues les dice que lo están buscando por razones equivocadas. Les dijo así:
Juan 6.26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Eso no quiere decir que Dios no pueda suplir el dinero o el pan que él vea que realmente necesitamos, el problema es que muchos se quedan solo con eso, como estos hombres que al ver los milagros, en lugar de reconocer con quien estaban tratando, solo estaba mirando la añadidura, perdiéndose de la bendición de reconocer a Jesús como su Señor y Salvador.
Y entonces, creo que en parte reconociendo su error le preguntan que qué es lo que realmente deben hacer, y la respuesta de Jesús fue:
Juan 6:29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
Donde nuevamente Jesús y la escritura nos muestran que nuestro único problema es la incredulidad, que nos lleva a pecar, y por esto lo único que todos nosotros debemos hacer, es creerle a Jesús el enviado a Dios.
Pero como creerle a Jesús implica dejar de hacer lo que queremos, para hacer lo que él dice que debemos hacer, entonces allí ellos nuevamente en su dureza le piden a Jesús que haga un milagro que demuestre que el tiene autoridad para mandarlos. Es decir: ¿Quién es usted para decirnos que es lo que debemos hacer, o para decirnos que estamos equivocados?
Juan 6:30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
Se imaginan la dureza, Jesús acababa de hacer un milagro multiplicando el pan, y por causa de ese milagro es que estaban allí, pero cuando Jesús les dice que deben creer en él, para no hacerlo, por su obsesión por las cosas materiales, ignorando la señal, piden una señal. Dónde es evidente su ceguera y dureza de corazón.
No
Pero no se detienen allí, pues echando mano de las escrituras del viejo pacto, argumentan que como en el desierto Dios les dio el Maná para comer, entonces ellos tienen derecho a pedir lo mismo, y por eso dijeron:
Juan 6.31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
Sin embargo el Señor Jesús aclara lo errado de su visión diciéndoles:
Juan 6:32–35Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Bajo el viejo pacto la bendición ofrecida era prosperidad en todo sentido para aquellos que hacían la voluntad de Dios… Eso no funcionó, ofrecerle dinero a la gente para que camine con Dios no funciona, y cuando caminan no lo hacen de corazón, y por eso en el Nuevo Pacto el ofrecimiento es espiritual, porque lo que realmente necesitamos no es el pan físico sino el pan espiritual, que es el pan que descendió de cielo que es Jesús… Y como Jesús es el verbo, es decir su palabra es lo que necesitamos..
A ese pan se refiere el Padre Nuestro, no al físico, si no a que el Señor Jesús sea nuestro verdadero alimento, para que podamos vivir en la voluntad de Dios.
Pero la obsesión por las cosas materiales es tan grande que la mayoría de la gente no lo entiende, aún los cristianos a veces se demoran muchísimo tiempo en entenderlo.
Déjenme insistir: La gente del mundo no entiende que por encima de todas aquellas cosas que los hombres creen necesitar, dinero, salud, bienestar, familia, Etc. Lo único que en realidad necesitan es a Jesús para que salvándolos, los libre de sus pecados.
Pero como no lo entienden, entonces Dios en su gran paciencia y misericordia para llamar su atención, puede tomar dos caminos básicos, que dependerán del conocimiento que Dios tiene de la persona y del futuro de esa persona.
Con esto quiero decir que Dios dependiendo de la persona y del tiempo de esa persona, puede decidir darle lo que ella cree necesitar para producir un acercamiento a Dios y poder salvarla… Su palabra dice:
Oseas 11.4 Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.
Pero también dependiendo de la persona y del tiempo Dios, puede tomar una acción contraria que también está descrita en la escritura:
Salmo 78.34–35 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya, 35Y se acordaban de que Dios era su refugio, y el Dios Altísimo su redentor.
Notemos que es el mismo pueblo de Israel, al cual Dios algunas veces con mucha paciencia y misericordia les dio lo que ellos creían necesitar, aunque el pueblo en realidad buscaba a los demonios para pedirles estas cosas… Qué es similar a decir que a través del pecado estaban buscado estas cosas, y Dios en su gran misericordia de todos modos se las dio. Pero en otras ocasiones Dios los disciplino aún quitando a sus familiares…
¿De qué depende este diferente trato de Dios? Depende de lo que Dios ve en el corazón de los hombres, y de lo que el sabe que es mejor para que ellos se acerquen a Dios.
A través de todos estos años he visto como Dios a unos los consciente todo el tiempo, y a otros los aporrea todo el tiempo, y ambas cosas las hace por la misma razón, para que se acerquen a El.
Por esto una pregunta válida que nos podemos hacer es: ¿Cómo queremos ser tratados?… Ser bendecidos en todo sentido para que en agradecimiento busquemos a Dios… O ser aporreados de muchas formas para que en nuestro dolor busquemos a Dios?
Hemos estado viendo que en el caso de Abraham, Dios para poder salvarlo necesitaba sacarlo de una tierra idólatra, una religión idólatra y una influencia familiar que no le ayudaba.
Y para hacerlo, Dios le ofrece otra tierra y otra familia, a través de una descendencia innumerable, y esos ofrecimientos y el deseo de Abraham de tenerlos, es lo que lleva a Abraham a mantener su relación con Dios.
Si usted cree necesitar salud y Dios le da salud, lo hace porque eso puede ayudarle en su relación con Dios, si cree necesitar dinero y Dios lo prospera económicamente, Dios lo hace porque eso puede ayudar en su relación con Dios… Y si necesita solucionar problemas familiares también Dios le puede arreglar esos problemas familiares, porque eso puede ayudar en su relación con Dios…
Como también puede suceder que Dios no te dé nada de lo que tú le estás pidiendo, porque eso es lo que más te pueda ayudar a mejorar tu relación con él.
Y en ambos casos, digo que el trato de Dios contigo puede mejorar tu relación con él, porque también puede suceder que al recibir eso que tú anhelas, o al no recibirlo, creas que no necesitas de Dios, o que Dios no sirve, y por lo tanto te olvides de él
En el caso de Abraham los ofrecimientos fueron:
Génesis 13.14–17 Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. 15Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.
Y todo esto motivo a Abraham a continuar su relación con Dios. Luego pasan algunos eventos en la vida de Abraham dónde hizo lo correcto, y el Señor vuelve y le habla:
Génesis 15.1–3 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 2Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo….
Y la verdad éstas palabras de Abraham a mí me parecen fuertes, pues Dios está confirmando que lo va a defender, que no debe temer, que lo va a premiar; y Abrahán lo que hace es sacarle en cara que todavía no tiene el hijo.
En otras versiones dice;
Génesis 15.2 Abram le respondió: —Oh Soberano Señor, ¿de qué sirven todas tus bendiciones si ni siquiera tengo un hijo?
Génesis 15.2 Pero Abram le contestó: —Señor y Dios, ¿de qué me sirve que me des recompensa, si tú bien sabes que no tengo hijos?
Ante esto seguramente nosotros lo reprenderíamos por incrédulo, sin embargo Dios en su misericordia vuelve y le dice:
Génesis 15.4-6 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Abraham como mencioné antes, ya viene obedeciendo a Dios en algunos asuntos, dejo su tierra, dejó su parentela, llegó a la tierra prometida, comenzó a confiar en la provisión y en la protección de Dios, actuó con responsabilidad en el asunto del Lot haciendo la voluntad de Dios, y además cumplió con sus diezmos…
Pero después de todo esto todavía duda en si Dios será capaz de darle un hijo. Dios le insiste en que tendrá un hijo… Y es la primera vez que registra la escritura que Abraham le creyó a Dios…
Y sucede algo espectacular que seguramente Abraham no entendió como muchos cristianos no entienden… Recibió la justificación por haber confiado en la promesa que Dios le hacía.
Al igual que como hemos visto en los seres humanos que no les preocupa para nada su salvación o su condenación, no hay evidencias en la escritura de que Abraham tuviera algún tipo de preocupación similar…
A él le preocupaba lo que le preocupa a todo el mundo, sus posesiones, incluidos sus hijos… Pero gracias a la acción misericordiosa de Dios, este hombre recibe lo que no estaba buscando, que es algo tan valioso que absolutamente nadie lo puede pagar. La escritura dice:
Salmo 49:6–9 Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, 7ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate 8(Porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás), 9para que viva en adelante para siempre, y nunca vea corrupción.
Por supuesto el asunto es que aunque gracias a Dios este hombre había obtenido la salvación, el problema como ocurre con muchos cristianos, es que no apreciaba lo valioso de esta salvación.
Tan cierto es esto que teniendo ya la seguridad de qué Dios cumpliría con el hijo y su descendencia, Abraham duda acerca de la tierra que Dios le prometió, y entonces le pregunta al Señor:
Génesis 15.8–9 Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? 9Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero
Y entonces Dios hace un pacto con él, en el cual Dios, que no hacía falta, se compromete de manera unilateral a cumplir con lo prometido a Abraham.
Este asunto que en otras ocasiones hemos estudiado más detalladamente, es supremamente importante, porque cuando una persona ha obtenido la salvación y ha nacido de nuevo, Dios se obliga asimismo a transformar la vida de esta persona, es decir Dios se empeña en salvarla de sus pecados…
Y lo hace así nosotros no queramos que lo haga, es decir; no hay escapatoria a su amor, como quien dice no hay escapatoria a los tratos de Dios para dejar el pecado.
Respecto de esto es muy importante que tengamos claro, que antes de nacer de nuevo, es decir antes de obtener la salvación había un espíritu en nosotros que nos motivaba al pecado de muchas formas. Dice así:
Efesios 2.1–3 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
Era tan grave en nuestra condición delante de Dios que se dice que estábamos muertos, y un muerto no puede hacer absolutamente nada para obtener vida… De allí la necesidad de que la iniciativa de salvarnos fuera de Dios.
Cuando somos justificados, ese espíritu que opera en los hijos de desobediencia es sacado de la vida de todo aquel que es salvado. La escritura dice así:
Colosenses 1.13–14 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Y además de haber sido librados del poder de las tinieblas y colocado en el reino de su Hijo, también recibimos al Espíritu Santo… Que es la fuente de poder para vivir haciendo la voluntad de Dios.
Siendo esto así: ¿Cuál es el único problema? El problema es nuestra poca fe... Y una de las razones por la cual nuestra fe es pequeña, es por causa del amor que tenemos al mundo… Porque el amor al mundo es opuesto al amor de Dios… Es decir no podemos amar ambas cosas a la vez. La Escritura lo dice así:
1 Juan 2.15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Ahora, esto puede parecer contradictorio, pues la escritura dice que el amor al mundo, un mundo que Dios nos ha entregado es precisamente el estorbo para amar a Dios.
Y suena contradictorio porque según hemos visto, la razón por la cual Dios nos entrega aquellas cosas del mundo que creemos necesitar es para que aprendamos a amarlo a El… Y entonces resulta que el amor a esas cosas es lo que nos aleja de El. Continúa diciendo el pasaje:
1 Juan 2.16–17 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Muchas veces se usa el ejemplo de aquel padre que sale de viaje, y al regresar traer preciosos regalos a sus hijos para mostrarles su amor, y sus hijos se van felices con los regalos, olvidándose del papá..
Por esta razón la pregunta que nosotros nos debemos hacer es: ¿Entre más cosas que tú crees necesitar qué Dios te da, el resultado es que te enamoras mas de Dios, o tu amor por aquellas cosas hace que te olvides de Dios?
Pero antes de contestar debes entender que si Dios te dio esas cosas, es porque Dios sabe que al dártelas tu puedes tomar la decisión de amar más a Dios, en lugar de amar esas cosas.
Y esa es también la razón por la cual Dios a otros no les dan lo que creen necesitar, porque Dios sabe que si les da esas cosas se van a enamorar de tal manera de estas cosas, que se van a perder eternamente…
Según esto, después de que Dios nos ha seducido tratándonos con cariño dándonos muchas cosas, o después de que Dios nos ha protegido para seducirnos, no dándonos cosas que nos llevarían a perdernos eternamente, lo que ambos grupos debemos hacer es renunciar aquello que Dios nos dio o a aquello que no nos ha dado.
¿Y por qué debemos renunciar aun a aquello que el mismo Dios nos dio? Pues porque ese era uno de los primeros mensajes que el Señor le daba a las multitudes, a los que comenzaban a acercarse a él. Dice así:
Lucas 14.25–26 Mucha gente seguía a Jesús; y él se volvió y dijo: 26“Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo.
Lucas 14.33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
El problema es que esta clase de exigencias se ven muy fuertes para aquel que no aprecia la salvación, pero lo que no saben, es que terminarán perdiendo mucho más de lo que imaginan, si no renuncian. Los discípulos habiendo dejado muchas cosas le preguntaron al Señor que recibirían y él les dijo:
Lucas 18.29–30 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
Pero esto no debe entenderse como algunos insisten en hacerlo, en que si dejo una casa entonces recibo 100 casas… Pues no tendría sentido, sin embargo, renunciar a las cosas es en realidad hacer con ellas lo que Dios nos dice que debemos hacer, y esto trae muchísima bendición a nuestra vida en este tiempo, y por supuesto en la eternidad.
Aunque lo he enseñado muchas veces déjeme insistir: Renunciar a las cosas es hacer con ellas la voluntad de Dios… Es administrar el dinero como Dios dice que debe ser manejado, es tratar a la esposa y a los hijos como Dios dice que debo tratarlos, es trabajar como Dios dice que debo trabajar… Cuando hacemos las cosas a nuestra manera nos estamos apropiando de lo que es de Dios, y eso no deja disfrutar de la salvación.
Y por último respecto de renunciar, cuando hacemos con cada cosa lo que Dios nos dice que debemos hacer, debemos aceptar que los resultados dependen de Dios, de su plan. Eso quiere decir que Dios puede darnos lo que quiera o quitarnos lo que quiera, y nosotros debemos gozarnos de que El haga su voluntad.
Después de que Abraham cree en la promesa, cosa curiosa, repite los mismos pecados del pasado y tal vez lo más grave, es que al pasar los años y ver que no llega el hijo, con el favor de su esposa se acuesta con la esclava para obtener el “hijo prometido”…
Esa acción es una muestra indudable de que no aprecia la salvación, porque la salvación incluye que Dios trate nuestra vida para dejar nuestros pecados… Pero al seguir cometiéndolos, estamos diciendo que no nos interesa la salvación, sino las cosas que queremos conseguir, y la herramienta que usamos para conseguirlas cuando Dios no nos las da, son los pecados.
Luego pasan otro montón de años en los cuales Abraham cree que las cosas van muy bien, de hecho Dios le sigue hablando y ampliando sus promesas y todo parecía ya estar encaminado…
Hasta que resulta que su mujer aparece embarazada, llega el hijo prometido, y tiene problemas con aquel hijo que consiguió gracias a su incredulidad. Ismael… Y le toca deshacerse de Ismael, a quien por supuesto debía amar mucho…
Más grave aún, cuando al deshacerse de el lo está enviando prácticamente a la muerte… Pero Dios le hace una promesa:
Génesis 21.12–14 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. 13Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.
Le reafirma la promesa de que en Isaac tendrá una descendencia, pero también le dice que de Ismael hará una nación porque también es hijo de Abraham.
Y aveces esta es la realidad de algunos que consiguen cosas que no eran precisamente la voluntad de Dios, y luego esas cosas se constituyen en un estorbo para su vida espiritual. Y hasta que no renuncian a esas cosas no pueden continuar creciendo en salvación.
Pasa el tiempo, según la tradición judía hasta que Isaac cumplió 33 años, y ahora Abraham ya estaba convencido que estaba haciendo las cosas bien, y que por lo tanto su tierra y su descendencia ya estaban aseguradas… La escritura nos cuenta:
Génesis 22.1–3 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.2Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
La pregunta es: ¿Qué significaba para Abraham renunciar a su hijo?
Y quiero que tengamos en cuenta que es muy diferente al caso donde al llegar una serie de circunstancias los hijos nos son quitados… No, en este caso el mismo Abraham debía tomar la decisión de renunciar a su hijo.
¿Y qué significaba esta renuncia? Pues era prácticamente renunciar a todo, porque de qué servían todas esas riquezas si al morir Isaac, no habría descendencia para tomarlas.
Entonces podríamos pensar; tanto tiempo, tanto trabajo, tantos tratos difíciles para que cuando ya está todo listo, Dios le diga que renuncie a sus sueños, a su vida… Y ya tan viejo que ni cómo volver a comenzar.
Increíble verdad, todo lo que Dios le dio para seducirlo y regalarle la salvación, ahora Dios le está pidiendo que se lo entregue!!
Pero déjeme decirles algo más, y es que esto mismo que Dios le está pidiendo a Abraham, es lo que Dios desea que cada uno de nosotros hagamos.
Dios nos ha dado a través de nuestra vida muchas cosas para seducirnos y regalarnos la salvación, pero ahora El quiere que le entreguemos todas esas cosas.
Y:¿Cuál es el propósito de Dios para hacer esto? Lo he venido diciendo a través de todo el mensaje. Para que apreciemos la salvación.
La escritura no nos cuenta mucho de ese diálogo interno de Abraham con Dios, solamente nos muestra que el obedeció.
Génesis 22.3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
Sin embargo la escritura sí nos dice que Abraham fue capaz de obedecer a Dios, porque confiaba en su palabra. Que es por supuesto la única razón válida para obedecerle a Dios.
Hebreos 11.17–19 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
Era tal su confianza en Dios, que aunque iba a hacer algo que no tenía nada de razonable, el fue capaz de hacerlo porque creía que Dios cumpliría con su promesa.
Recuerdan el texto que leímos que dice que si renunciamos recibiremos mucho más…
Lucas 18.29–30 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
Abraham estaba renunciando a absolutamente todo… Pero seguía vivo, lo cual lo hacía más difícil porque en esos casos es más fácil morirse y desprenderse absolutamente todo sin sentir su faltante.
Pero la idea no era morirse, sino morir a sus deseos para vivir sólo para los deseos de Dios…
Y: ¿Cuál era el propósito de Dios o mejor dicho que fue lo que recibió a Abraham por haber obedecido?
Lo que he venido diciendo es que cuando se renuncia a ese mundo que amamos, que no nos deja apreciar la salvación, el resultado es que apreciamos cada vez más la salvación.
El Señor Jesús nos da un dato espectacular respecto de la vida de Abraham cuando dice:
Juan 8.56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
¿A qué se estaba refiriendo Jesús al decir estas palabras? ¿A qué se refería con ver el día del Señor y gozarse?
Abraham cuando fue a sacrificar a su único hijo, a quien amaba profundamente, entendió la obra de salvación que Jesucristo iba a realizar por la humanidad, entendió como el Padre entregaba a su Hijo y como él Hijo voluntariamente aceptaba el sacrificio porque así sucedió con Isaac…
Es decir el haber hecho caso al Señor renunciando a lo que Dios mismo le había dado, le permitió entender la grandeza de la salvación que había recibido… Y se gozó.
Entender esto trajo cambios en la vida de Abraham que veremos más adelante.
Y por supuesto la pregunta para todos nosotros es:¿Qué tanto estamos apreciando las salvación, no sólo el hecho de haber sido perdonados y no tener como destino el infierno, sino el trato continuo de Dios en este tiempo para salvarnos de nuestros pecados…
El apóstol Pedro hablando de la salvación dice cosas sumamente importantes que debemos tener siempre presentes, pero quiero hacer énfasis en tres. Dice así::
1 Pedro 1:3–10 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
Y como es en las pruebas que obviamente pasamos de manera adecuada, haciendo la voluntad de Dios que somos sanados, limpiados, y que nuestra alma es salvada, por eso también el apóstol Santiago dice:
Santiago 1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
Que debemos estar muy, pero muy contentos cuando a través de las pruebas Dios nos muestre que somos impacientes, para que aprendamos a ser pacientes; cuando a través de las pruebas nos muestra que no confiamos en su provisión, para que confiemos en ella; cuando a través de las pruebas nos muestre que no hemos aprendido a perdonar, para que perdonemos. Es; decir nos alegramos de qué Dios esté sacando el pecado en nuestra vida, o no consideramos que eso sea el problema.
Y recordemos que una de las razones por las cuales no apreciamos ni la salvación ni el amor de Dios es el amor al mundo…
1 Juan 2.15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Estamos renunciando, es decir estamos haciendo con cada cosa que Dios nos ha dado su perfecta voluntad, o nos estamos apropiando de las cosas manejándolas a nuestra manera…