UNA VISIÓN CORRECTA – PARTE 2
I. INTRODUCCIÓN
Alguna vez tratando de explicar cuál es el verdadero problema que tenemos los cristianos para disfrutar de la bendición de Dios, colocaba el ejemplo de: ¿Cuán difícil es entrar a un cuarto, cuando ya estás dentro de el?
Y por supuesto la respuesta es, que no es posible entrar, porque ya está adentro. Es decir no tiene que hacer nada, no tiene que trasladarse, no tiene que abrir la puerta, no tiene que entrar… !Porque ya está adentro!
¿Cuál es entonces la solución a este dilema? Es algo muy sencillo pero que a veces resulta muy complicado. La solución es tener la suficiente inteligencia, o sentido común, o una clara percepción de la realidad, para que pueda entender que ya está adentro. Y que en lugar de tratar de entrar lo que debe hacer es disfrutar de que ya está adentro.
Y en este momento mientras escribo estas palabras, me llega un mensaje que alguien compartió de Charles Stanley, cuyo título es: “No hay peor tormenta que la que se arma uno solo”
Sí, eso es lo necesitamos entender. Y es en realidad la misma verdad que estuvimos viendo en el estudio anterior, verdad que no es reconocida por la gente del mundo, y que enseña que la vida que vivamos, no depende de las circunstancias que nos rodean, sino de la visión que tengamos de lo que realmente es la vida.
No tenemos que entrar al cuarto, ya estamos alli! Cuando entendemos esto, entendemos que no tendremos que luchar como la gente del mundo lo hace, por cambiar las situaciones a nuestro alrededor, sino para disponernos a que Dios trasforme nuestra visión de la vida.
Ahora; es muy importante entender que esta correcta visión qué debemos tener de la vida, depende exclusivamente de cuanta confianza tengamos en Dios. Lo cual quiere decir que quien no confía verdaderamente en Dios, sin importar cuán sabio o inteligente pueda ser, esta totalmente incapacitado para obtenerla.
Y si alguien no puede tener está buena visión por causa de su incredulidad, entonces no importan las capacidades o las buenas oportunidades que pueda tener, esa mala visión le impedirá vivir la vida que Dios diseñó para el, y la consecuencia será una pérdida enorme. La escritura lo explica así:
Jeremías 17.7–8 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. 8Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.
La verdadera confianza en Dios; inevitablemente nos debe llevar a creer que es verdad lo que nos ha comunicado en su palabra, porque creer lo que él nos ha dicho, es lo que nos da la visión correcta, que hará que aún en medio de las situaciones difíciles podamos disfrutar de su bendición…
Pero si nuestra confianza en Dios que es tan débil, que ni siquiera creemos lo que su palabra nos dice, porque decidimos creer en lo que los hombres dicen, el resultado será:
Jeremías 17.5–6 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. 6Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.
Qué esa visión que el mundo nos da de la vida, estando llena de tinieblas, no nos dejará disfrutar de toda la bendición que Dios tiene para nosotros… Por eso dice, y me parece desastroso: “Y no verá cuando viene el bien”
Y entonces la pregunta importante respecto de esto es: ¿Cómo está nuestra confianza en Dios?
Pero ojo para responder esta pregunta, también es muy importante que creamos lo que dice la palabra de Dios, y ella dice que lo que nosotros digamos no es precisamente la verdad, porque su palabra dice:
Jeremías 17.9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
Que nosotros fácilmente nos engañamos diciendo que creemos en Dios, sin ser cierto.
Por eso la forma correcta de responder a esta pregunta, es evaluando nuestra actitud, frente a dos cosas supremamente importantes que son: Los mandatos de Dios, y las circunstancias que nos sobrevienen.
Respecto de los mandatos de Dios podemos saber cuanta fe tenemos, por cuánta obediencia tenemos a esos mandatos… Si no hay obediencia a sus mandatos por más que digamos que confiamos en Dios no es cierto.
Cada desobediencia es una muestra de nuestra falta de confianza en Dios, y las explicaciones que damos para justificar nuestra desobediencia, son las que precisamente confirman nuestra incredulidad. Así es de que no nos engañemos más.
La otra forma de evaluar la fe que tenemos, es ver nuestra actitud ante las circunstancias, ante las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor. Y no hay duda que en este tiempo hay una situación conocida por todos, que nos sirve para hacer esa evaluación.
Y entonces la pregunta es: ¿Cual ha sido y cual es nuestra actitud, frente a esta pandemia producida por el coronavirus.
Una mala visión puede llevarnos a nosotros, que no podemos hacer nada, a querer averiguar cuál ha sido el origen de esta pandemia.
Y entonces unos dicen que fue un invento de los estados unidos para acabar con el comercio de los chinos; pero otros dicen que fue invento de los chinos para acabar con el comercio mundial. Y no falta quien diga que es un plan de los iluminatis para menguar la población del mundo. O tal vez un invento del fondo monetario internacional, que quiere acabar con los viejos de este planeta que están saliendo muy costosos…
Y aún es posible que otros creyéndose más espirituales, digan que Satanás es el que en realidad ha esparcido este virus para atormentar a la humanidad…
Sin embargo, aquellos que verdaderamente tienen fe en Dios, que creen en su palabra, tendrán la certeza de que es Dios, quien tiene el absoluto control de todas las cosas que suceden, el responsable de esta pandemia.
¿Por qué tendrán esta seguridad? Porque su palabra dice, y no hay como malinterpretar:
Lamentaciones 3.37 ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?
Que es igual a: ¿Quién se atreve a decir que están sucediendo cosas que Dios no ha organizado?… O: ¿Quién se atreve a decir que el coronavirus se ha salido de las manos de Dios? Pues nadie debería atreverse a ignorar la soberanía de Dios de tal manera. En otras versiones dice:
Lamentaciones 3.37 Cuando algo se dice, cuando algo pasa, es porque el Señor lo ha ordenado.
Y no sólo se refiere a las cosas que pasan, sino aun a las cosas que la gente dice. Todo lo que está sucediendo tiene que ver con un plan que Dios ha ordenado.
Lamentaciones 3.37 ¿Quién puede ordenar que algo suceda sin permiso del Señor?
¿Podrán los hombres o aun Satanás ordenar que suceda algo sin haber recibido el permiso de Dios? La respuesta es no.
Lamentaciones 3.37 ¿Quién dijo algo y ocurrió, sin que Adonay lo dispusiera?
El que realmente tiene fe aceptará que esto que está sucediendo a sido organizado por Dios. Pero si nuestra falta de fe nos lleva a ignorar la soberanía de Dios en este asunto, entonces también nos vamos a perder la bendición que Dios nos quiere dar a través de esta situación, y el triste resultado será que sufriremos innecesariamente.
Ahora: Cuando entendemos y creemos en esta verdad, entonces no nos importa el origen del coronavirus, pues de donde sea que haya salido, eso está en las manos de Dios que hará un justo juicio sobre los responsables.
Pero para nosotros lo verdaderamente importante, es entender que si nos enfermamos o no, eso va a estar en la absoluta soberanía de Dios.
Recuerdo cuando hace tiempo me enseñaban, que frente a un problema lo primero que había que hacer era entregarle ese problema al Señor…(Por ahí hay un meme donde un señor le lanza su esposa al pastor en la iglesia, para entregarle ese problema Señor) Bueno, tal vez muchos puedan sentir algo de descanso al decir frente a sus problemas: ”Señor te entrego este problema”
Eso comencé a hacer durante un tiempo, pero llegó el día en que entendí que estaba orando de forma equivocada, pues Dios me hizo entender, que no hay absolutamente nada que esté fuera de sus manos, por lo tanto, lo que debemos hacer los cristianos, no es entregarle nuestros problemas al Señor, sino reconocer el absoluto control de todas las cosas que suceden a nuestro alrededor…
La escritura lo dice con mucha claridad, el problema es que aún muchos creyentes no lo creen, y por eso en momentos de crisis producto del temor, tienen la tendencia de aferrarse a ciertas promesas que les den la seguridad, de que a ellos las crisis no les van a tocar. Como por ejemplo:
Proverbios 10.24 Lo que el impío teme, eso le vendrá; Pero a los justos les será dado lo que desean.
Aquí dice, si lo aplicamos a este tiempo, que si usted tiene temor de que le de la enfermedad, entonces le va a dar… Pero a los justos, que se supone que confían en Dios, le será dado lo que desean, o sea no tendrán temor de enfermarse y entonces no se enfermaran.
Pero si esta promesa es cierta y está vigente para nosotros, qué hacemos con esta otra promesa del Nuevo Pacto que dice:
1 Juan 5.14–16 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
La promesa dice que cualquier cosa que le pidamos, pero coloca la condición, conforme a su voluntad, el nos concederá esa petición.
Pero: ¿Cómo sabemos qué Dios no tiene planeado que nos enfermemos? No lo sabemos, por lo tanto nuestra oración debe ser: Padre si es tu voluntad que no me enferme, y si me enfermo, si es tu voluntad que no me duela mucho, y si me duele mucho, si es tu voluntad que me pase rápido o que me muera rápido, pero solo si es tu voluntad.
Bajo el viejo pacto la confianza en Dios podría darme protección material… Bajo el nuevo pacto la confianza en Dios me lleva a aceptar su preciosa voluntad, pues no hay nada mejor para ninguno de nosotros que la voluntad de Dios se cumpla en nuestra vida.
Es mas si continuamos leyendo, la escritura dice:
1 Juan 5.16 Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.
Que hay algunos que están cometiendo ciertos pecados, qué debemos orar para que sean restaurados y Dios lo hará… Pero hay otros que están cometiendo ciertos pecados, que lo mejor que les puede ocurrir, es que se mueran de una vez y vayan a la presencia de Dios, antes de que sigan haciendo más daño al cristianismo, a sus familias, a las personas que supuestamente aman…
¿Según esto, qué pasará si una de estas personas que Dios quiere llevarse a su presencia para que no haga más daño, le pide a Dios protección contra el coronavirus? Pues que por más que le pida, lo más seguro es que Dios se lo llevara… Pues eso es bueno para el, para que no haga más maldad y para otros para que no la reciban.
En otras palabras, Dios no nos dará lo que deseamos, a no ser que estemos deseando que la voluntad de Dios se cumpla nuestra vida…
Y entonces los cristianos que creen tener fe, pero en realidad no la tienen, insisten diciendo: Pero Dios que es bueno no quiere que me pase nada malo, por eso, Dios no quiere que yo me enferme, además en el salmo 91 promete protegerme.
Y nuevamente la pregunta es: ¿Qué tanto de este salmo que fue escrito bajo el viejo pacto es una promesa vigente de Dios para nosotros? Vamos por partes. El primer verso dice:
Salmo 91.1 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
Es una absoluta verdad que el que habita al abrigo del altísimo, frase que da a entender que el creyente está haciendo caso a las cosas que Dios le pide hacer o no hacer, esta persona obediente por supuesto que está bajo la sombra y la protección del Dios todopoderoso.
Pero esto no quiere decir que aquellos que no conocen a Dios no estén bajo la protección de Dios, porque ellos a pesar de ser incrédulos también son protegidos por Dios, o de otra manera Satanás ya hubiera acabado con todos.
¿Cuál es entonces la diferencia? La diferencia está en que aquel que está haciendo la voluntad de Dios cosechara buenas cosas, mientras que el incrédulo que no hace la voluntad de Dios cosechará corrupción.
Siendo esta la verdad, entonces no hay nada más importante que confiar en Dios y ser obedientes a su perfecta voluntad, qué es precisamente lo que dice el verso dos.
Salmo 91.2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.
Esa debe ser la actitud en nuestro corazón, una absoluta confianza, demostrada en una pronta obediencia, y como consecuencia una esperanza genuina en Dios.
Porque como creer que alguien confía en que Dios le dará buenas cosas, si ni siquiera le obedece, dando a entender que no obedece a Dios porque no le parece bueno lo que Dios pide, que es igual a decir que cree que Dios está equivocado, y si confía en un Dios que se equivoca, si pues esta grave.
Por esto sí uno a desobedecido, o vive en desobediencia, ya sea porque hace lo que no debe o porque desea lo que no debe. Si decidimos confiar en Dios debemos comenzar por arrepentirnos y pedirle de todo corazón que nos permita hacer su voluntad… Hacer esa oración de corazón, si es muestra de que estamos comenzando a confiar en Dios. El salmo continúa:
Salmo 91.3 El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. 4Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. 5No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, 6Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. 7Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.
Según esto nuestros enemigos no nos alcanzarán, ni la peste destructora, ni pestilencia, ni mortandad, ni coronavirus… A nuestro alrededor 1.000 y 10.000 caerán, pero nosotros no caeremos.
Pero: ¿Podemos apropiarnos de las promesas de esta parte del salmo? La respuesta es no.
La razón es, porque si esta promesa del viejo pacto estuviera vigente para nosotros, entonces no podríamos explicar, porque los discípulos de Jesús, la gente más fiel, la que comenzó a compartir el mensaje del Evangelio… ¿Por qué ellos si fueron alcanzados por sus enemigos, porque ellos fueron apresados, torturados, asesinados… Porque a pesar de su enorme fe y obediencia… Vivieron lo que nos cuenta el libro de hebreos, el cual dice:
Hebreos 11.36–37 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. 37Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
Tendrá alguien razón al decir, como he escuchado decir a algunos, que estas cosas las vivieron porque estaban en época de persecución. ¿Dando a entender que en época de crisis Dios no es capaz de cumplir sus promesas de protección?
¿O será alguien capaz de inventarse que estaban en pecado, y que les sobrevinieron estas cosas, porque los discípulos de Jesús, los 12, todos murieron como pecadores, como si Dios no hubiese podido obrar en sus vidas?
Cualquiera de estas “Justificaciones” lo único que están diciendo es que Dios miente, y/o que no tiene poder para respaldar sus promesas, y por esto esta gente no tuvo la protección anunciada en el salmo 91.
Pero todo eso es mentira, la verdad es que ellos sí gozaron de la absoluta protección de Dios, pero para entenderlo debemos ser conscientes, que lo más valioso después de haber recibido la promesa de un cuerpo nuevo, y la salvación de nuestro espíritu, es que el alma de cada uno de nosotros necesita ser salvada.
Esta es una segunda verdad supremamente importante, que debemos tener en cuenta, no sólo para enfrentarnos al coronavirus, sino a cualquier situación en la que Dios nos coloque.
Estamos enfermos pero por causa de todo el pecado en que vivimos y sus consecuencias… Y no hay nada más importante para nuestra vida y nuestra eternidad, que ser sanados.
Porque entendía esta preciosa verdad, es que el apóstol Pablo en medio esas situaciones difíciles tenía claro que:
2 Corintios 4.17–18 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Sólo siendo conscientes de la importancia de la salvación de nuestra alma, y teniendo certeza de que Dios en su soberanía hará lo perfecto, sólo así podemos recibir estas situaciones no sólo con tranquilidad, sino aún con gozo y mucho gozo… Porque eso dice su palabra, y los que realmente tienen fe la deben creer. Su palabra es clara:
Santiago 1.2–4 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
¿Qué quiere decir todo esto? Que si Dios ve que a través de enfermarnos con el coronavirus puede bendecir nuestras vidas, pues lo hará.
Lo cual quiere decir que si nos da la enfermedad no es por falta de la protección de Dios, ni mucho menos porque no nos ame, sino todo lo contrario, porque Dios está protegiendo y bendiciendo nuestra alma, y sobre todo protegiendo y bendiciendo nuestra eternidad en su presencia.
Y si Dios lo dispone de esa manera, entonces no valdrá que los cristianos se agarren del salmo 91 para invocar la protección de Dios ante las plagas… Porque insisto, si Dios ve que puede bendecir nuestra vida a través de esa situación, pues Dios hará que a pesar de todos los cuidados que tomemos, de todos modos nos dará la enfermedad.
Pero ojo, eso no quiere decir que como lo que suceda dependerá de Dios, entonces no tenemos que ser prudentes, ni tenemos que cuidarnos… Porque puede suceder, qué Dios no tenga planeado enfermarte, pero que por tu imprudencia y necedad, entonces Dios decida que te enfermes, para que aprendas a ser obediente y prudente.
Así es de que si confiamos en Dios, por supuesto tenemos que cuidarnos siendo obedientes a lo que las autoridades nos pidan a hacer, siempre y cuando no estén en contra de la voluntad de Dios.
Por ejemplo; sabemos que es Dios quien nos da nuestra provisión, pero no dice su palabra que no debemos trabajar. Todo lo contrario; que debemos ser diligentes, inteligentes, no perezosos, no codiciosos, etc.
Pero el trabajar de manera diligente y juiciosa no asegura la provisión, porque hay cosas más importantes que debemos tener en cuenta, como por ejemplo: Reconocer de todo corazón que dependemos de Dios. Por eso su palabra dice:
Salmo 127.1 Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.
No hay duda que los resultados dependen de Dios. Pero no por eso dice: No trabajen, no vigilen. Lo que dice es, que cuando trabajemos o que cuando vigilemos, no nos olvidemos que necesitamos que sea Dios, quien produzca los buenos resultados de nuestro trabajo o de nuestra vigilancia.
Ahora; si tomando las precauciones necesarias nos enfermamos… Debemos entender que eso ha sido definido por Dios, porque a través de eso quiere bendecir nuestra vida espiritual, de la cual insisto, depende no sólo nuestra vida en la tierra, sino nuestra eternidad, lo cual no hay duda es más importante que simplemente vivir.
Y en el caso de que nos enfermemos, como ya mencioné, debemos pedir a Dios poder gozarnos en la enfermedad… porque la falta de gozo, la falta de tranquilidad, la angustia no nos dejara ni siquiera pensar de manera racional, esto puede llevarnos a actuar con completa incredulidad haciéndonos perder la bendición.
Así es de que pase lo que pase, a gozarnos con el Señor que sabe lo que está haciendo, pero ojo esa es la primera parte porque lo que también con urgencia debemos hacer, es evaluar nuestras prioridades, nuestra escala de valores, porque de esta depende las reacciones que tomamos ante las circunstancias que nos rodean.
EVALUAR NUESTRA VIDA Y NUESTRAS PRIORIDADES
Cuando Señor Jesús vino y comenzaron a suceder las cosas que estaban profetizadas, uno de los regaños a los religiosos que creían conocer a Dios fue:
Lucas 12.56 ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?
Cuando les dice hipócritas está dando a entender, no que fueran ignorantes de lo que estaba sucediendo, sino que no querían reconocer lo que las señales estaban mostrando, porque habían decidido no reconocer a Jesús como su Señor.
A veces Dios insiste con nosotros a través de diferentes circunstancias, para mostrarnos con claridad lo que estamos haciendo mal… Pero veces somos tan ciegos, que no reconocemos que es el tratando nuestra vida y seguimos en la misma necedad.
Por esto es muy importante qué entendamos que a través de esta situación, Dios por un lado está probando nuestra fe, a ver si somos capaces de aceptar su perfecta voluntad con gozo y esperanza… Lo cual debe llevarnos a estar tranquilos, es decir a cumplir con su palabra que dice que por nada debemos afanarnos.
Pero también a través de esta situación Dios quiere que revisemos y revaluemos nuestras prioridades… Porque si los cristianos nos asustamos ante esta situación, es porque nuestras prioridades están equivocadas. Y cuando nuestras prioridades están equivocadas la causa de ese desvarío, es que también nuestra confianza en Dios está mal.
Algunos “cristianos” cuando enseño esto que la palabra de Dios dice, ellos dicen: “Pero es normal que me preocupe y aún me asuste, es un asunto de vida o muerte… ¿Cómo no me voy a preocupar?”
Pero si es normal que un cristiano se asuste ante esta situación: ¿Entonces porque el Señor nos ordena que no nos afanemos por nada?… Es decir; tendríamos que decir que Dios nos pide hacer cosas imposibles. Y sí, en cierto modo esto es imposible para aquel que no han nacido de nuevo.
Los que escucharon el testimonio de Karen la semana pasada, ella decía algo muy importante… Trataba de cambiar su vida sin haber nacido de nuevo, y no lo lograba… Hasta que naciendo de nuevo Dios comenzó a cambiar su vida.
Ciertamente hay cristianos que no pueden dejar de afanarse, por cosas que ni siquiera les han sucedido. Y no logran dejar de afanarse por qué no han crecido espiritualmente… Lo cual quiere decir que necesitan ser probados para crecer. Pero hay otros que no lo logran porque no ha nacido de nuevo, no son verdaderos hijos de Dios. Ojo con eso.
Además; si insistimos en que es normal que nos asustemos y afanemos, entonces tendríamos que decir que aquella promesa que dice:
1 Corintios 10.13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
Entonces esta promesa también es falsa. Es decir en medio de la tentación Dios no nos ayudará para poder soportar…
No, no seamos necios. Lo correcto es que si nos asustamos, pues lo reconozcamos y pidamos perdón a Dios por nuestra incredulidad.
Pero no nos detengamos allí, si nos estamos asustando ante la perfecta voluntad de Dios, no sólo se trata de pedirle a Dios fortaleza, pues es muy importante que entendamos por qué nos estamos asustando, y la respuesta es: Porque tenemos una escala de valores y de prioridades equivocadas. Y eso hay que corregirlo.
¿Por qué hay que corregirlo? Porque una escala de valores o prioridades equivocadas como ya mencioné, es el resultado de no confiar, ni en los planes de Dios, ni en sus promesas para realizarlos.
Ahora; en el mundo a través de esta pandemia muchos han comenzado a escribir acerca de la importancia de las relaciones, de la importancia del abrazo, de la importancia de la salud, de que las cosas materiales poco valen pues lo importante es estar vivos… Y la verdad me da una pereza enorme escuchar esos mensajes humanistas.
La solución no está en nuestras capacidades, podemos hacer lo necesario, lo bueno lo óptimo pero los resultados dependen de lo que Dios mire que hay en nuestro corazón, de nuestra verdadera necesidad.
Después de decir que nosotros nos engañamos a nosotros mismos evaluando nuestra fe, el Señor dice:
Jeremías 17.10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
Él es quien evalúa lo que hay en nuestro corazón, el sabe lo que necesitamos, y por supuesto nos dará exactamente aquellas cosas que solo traerán bendicion a nuestra vida… No hay pierde, y si confiamos en Dios disfrutaremos de su bendición.
Ahora; a través de esta pandemia los hombres están manifestando diferentes clases de temores, pero creo que los más importantes son: El temor hacia la muerte, y algo que está muy relacionado es el temor respecto de la provisión.
Y según esto creo que la pregunta más importante para evaluar nuestras prioridades o valores es: ¿Cual es nuestra actitud hacia la muerte? Es decir: ¿cómo asumiríamos la muerte de alguien que amamos? O ¿Cómo enfrentamos el temor a perder nuestra vida?
La escritura nos cuenta, que cuando Lázaro murió, las palabras del Señor a sus hermanas y familiares afligidos por su muerte fueron:
Juan 11.25–26 Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Y no hay duda que la pregunta para nosotros es: ¿Creemos en esta promesa?
Y si creemos en esta promesa, entonces frente a la muerte de cualquier ser querido nuestra tristeza se volverá en alegría.
Y se volverá en alegría porque por larga que sea la vida de una persona, la escritura la compara con un poco de neblina que aparece y desaparece, mientras que el que confía en Dios y muere, al momento de su muerte comenzará a gozar en la presencia de Dios donde estará por toda la eternidad.
Y entonces yo vuelvo y pregunto: ¿Tienes temor de enfermar y morir producto de esta pandemia? O¿tienes temor de que tus seres queridos se enfermen y mueran producto de esta pandemia?
Si hay temor producto de esta pandemia, no sólo no estamos confiando en Dios y su promesa como debiéramos, sino que peor aún, estamos siendo manipulados por Satanás a causa de nuestra incredulidad.
Tal vez no suene bonito lo que voy a decir, pero la realidad es que sí tenemos temor hacia la muerte, es porque le estamos creyendo más a Satanás que a nuestro buen Dios.
Esto no debe ser así, pues la escritura enseña que Dios por amor a los hombres se hizo hombre, precisamente para poder salvarnos, salvación que incluye necesariamente ser librados del temor a la muerte con que Satanás nos esclaviza a servidumbre. La escritura lo explica de la siguiente manera:
Hebreos 2.14–15 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Jesús, también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Este texto nos enseña dos verdades muy importantes, una de ellas; es que no hay duda que hay una esclavitud a la cual los hombres están sujetos durante toda la vida, aunque no sean consientes, donde la herramienta para esclavizarlos es el miedo a la muerte.
Pero la otra verdad aún más importante, es que gracias a la muerte de Jesús y a su resurrección, todos los hombres que acepten a Jesús como su Señor y su Salvador, podrán librarse de temor y la esclavitud que la muerte produce, pero también será librados de algo aún más importante, que es; la muerte eterna.
Las palabras de Jesús anunciando esa buena noticia, palabras que siguen siendo de actualidad fueron:
Juan 5.25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán…
Este pasaje habla de dos clases de muerte. Primero menciona los que están muertos espiritualmente y como consecuencia esclavos del temor a la muerte, los cuales si oyen con fe la voz del hijo de Dios vivirán.
Y entonces la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Ya estamos vivos? ¿Ya perdimos el temor a la muerte? ¿Ya no estamos siendo manipulados por Satanás producto de este temor?
En el mundo, la ignorancia de los hombres respecto de la esclavitud satánica en que viven los hombres, producto del temor a la muerte, hace que al escuchar este mensaje les parezca una locura religiosa, mística, exagerada… Jesús sabiendo esto continúa diciendo:
Juan 5.28-29 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación
Dice que no les parezca asombroso, que ustedes que creen que están vivos, pueden recibir vida espiritual. Porque la verdad es que llegará el momento donde los muertos que están en los sepulcros serán levantados por Dios para ser juzgados, y unos comenzarán a disfrutar de la vida eterna mientras que otros comenzarán a sufrir en la condenación eterna.
La pregunta es: ¿Por qué siendo esta muerte espiritual y su esclavitud algo tan grave, es que los hombres no reconocen su condición de esclavitud, ni la necesidad de ser salvados por Jesús?
La razón es que este temor a la muerte, los hombres lo evadimos y lo disfrazamos de muchas formas diferentes.
La gran mayoría lo hace viviendo como si nunca se fueran a morir… Las frases que usa la gente de manera cotidiana son: Mañana nos vemos, el otro año hacemos tal cosa, vamos a colocar un negocio, vamos a viajar… Cuando la realidad es que ninguno de nosotros sabe si mañana va estar vivo.
Vivimos ignorando la muerte de una forma tan irracional, que cuando somos confrontados con la realidad de que en cualquier momento podemos morir, esa confrontación la vemos como algo negativo, y a la persona que la hace como alguien pesimista…
Pero la realidad es que sí Señor no viene antes, todos los que estamos acá vamos a morir, lo cual puede suceder en cualquier momento, porque el único requisito necesario para morirse es estar vivo, y todos lo cumplimos.
Hacer planes futuros ignorando la realidad de la muerte, que es igual a vivir sin tener en cuenta el permiso de Dios, es muestra de ignorancia, de jactancia y de soberbia… Porque en cualquier momento podemos morir.
Pero ignorando esta verdad los hombres viven preparándose para eventos futuros que consideran que ciertamente se cumplirán.
Nos preparamos para el matrimonio habiendo escogido la persona con la cual nos casaremos, nos preparamos para recibir el hijo que viene en camino, nos preparamos para poder luchar en la vida obteniendo nuestro sustento, nos preparamos para ir a vacaciones, nos preparamos para muchas cosas que ni siquiera sabemos con certeza que van a suceder… Es más; acostumbramos comprar seguros para prepararnos para eventos que a lo mejor nunca sucedan…
Si acostumbramos a prepararnos para cosas triviales, cómo puede ser posible que pensemos que es razonable, sensato o inteligente, vivir sin prepararnos para el momento de nuestra muerte.
Por supuesto no me estoy refiriendo a comprar un seguro funerario, que tampoco sobra, me refiero a: Ya estamos preparados, o vivimos realmente preparándonos para nuestra vida después de la muerte.
Quien se va de viaje a un país lejano y no averigua donde se va a alojar? ¿Acaso no importa, acaso alguien dice que no importa si le toca dormir en el basurero? Sí para cosas tan sencillas nos ocupamos de que las cosas salgan bien… ¿Como pensar que es sensato que las personas vivan sin tener ni idea dónde van a pasar la eternidad?
Porque esta es otra de las locuras de los hombres. Vivir ignorando la eternidad. La vida del hombre sobre la tierra por larga que sea es simplemente una neblina que aparece y desaparece… Mientras que la vida después de la muerte es eterna.
Como puede ser sensato andar 100% ocupados por nuestra vida en la tierra, mientras que ignoramos lo que nos va pasar por toda la eternidad.
La escritura nos cuenta de un un hombre, supremamente sabio, qué tuvo tal cantidad de riquezas y gloria que no hubo en su época ningún rey tan rico como el.
Esta sabiduría y enorme riqueza le permitió disfrutar de una manera maravillosa de muchísimas cosas, a tal punto que llegó a decir, que todas las cosas que deseo hacer, las hizo… Sin embargo una de las conclusiones muy importantes a la que llegó fue:
Eclesiastés 7.2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque la muerte es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
Es mejor ir a los funerales que a las fiestas… Este hombre entendió que a pesar de todo lo que podía disfrutar de sus fiestas y sus banquetes, era mejor ir a los funerales, porque sólo siendo conscientes de la realidad de la muerte, lograremos vivir e invertir nuestra vida de manera sabia.
Cómo las cosas están, ya ni siquiera tenemos que ir a los funerales, el estar escuchando en las noticias acerca de la cantidad de contagiados y de muertos, deberia ser suficiente para hacernos pensar en la importancia y los beneficios de la muerte.
Pero como pensar en la muerte puede mostrar con claridad la forma tan equivocada como se está viviendo la vida, algunos prefieren no pensar en esto… En esta época algunos piensan que a ellos no les va dar la enfermedad y por eso ni siquiera sé cuidan de manera adecuada.
Pretenden vivir como aquel hombre que teniendo muchas riquezas, pensó que era tiempo de descansar, comer, beber, y regocijarse… Pero Dios lo confrontó diciéndole:
Lucas 12.20–21 Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
En otras palabras… Todo lo que tienes por mucho que te haya costado conseguirlo, o por valioso que sea, será de otros, porque esta noche te mueres.
Donde lo grave no es que haya llegado el momento de su muerte, lo grave es que no se había preparado para la eternidad.
Y cuando se habla de este tema hay muchos que piensan y creen con honestidad, que ese no es su problema, que ellos no le temen a la muerte.
Y muchos se sostienen diciendo eso, hasta que comienza a temblar, o hasta que el médico le dice que tiene algo raro en el organismo, o hasta que manejando se da cuenta que se quedó sin frenos, o hasta que comienzan a aumentar los casos del coronavirus…
Además de esto, hay algo que los que piensan que no tienen temor a la muerte no saben, y es que el temor a la muerte se manifiesta de muchas formas diferentes de las cuales no son conscientes, por ejemplo:
Temor a la soledad; temor a la pobreza; temor a no ser amado; temor a la vejes… Todo tipo de temor que los hombres experimenten, exceptuando el que nos produce el instinto de conservación que normalmente es momentáneo, es un temor que evidencia que hay temor a la muerte pero disimulado.
Temor a no ser efectivo trabajando, temor a ser despedido, temor a no ser aceptado; temor al futuro; temor al presente; temor a ser conocido como realmente es… Toda clase de temor es evidencia de temor a la muerte, y de no conocer y no confiar en Dios. Por eso también la escritura dice:
1 Juan 4.18 En el amor de Dios no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
Todo aquel que no conoce a Dios, será esclavo de muchos temores, que lo esclavizarán a muchas malas conductas, y al final por más que quiera evitarlo, cosechara las consecuencias de no haber conocido el amor de Dios.
Por lo tanto, si le creemos a Dios, la gran victoria no es no morir, sino morir sin temor a la muerte, con la plena esperanza de que en la eternidad nos volveremos a ver, gozando en la presencia de nuestro buen y todo poderoso Dios.
Pero si no ha llegado nuestro tiempo, si Dios todavía ve que somos de utilidad para compartir su palabra, o si Dios decide darnos otra oportunidad, es muy importante que la evaluación de nuestra vida, de nuestras prioridades no sea en vano, sino que aprovechemos de la vida que Dios nos da para hacer los cambios necesarios y vivir haciendo verdaderamente su voluntad.
La escritura nos habla de un hombre religioso, un principal entre los judíos un maestro de Israel que maravillado por los milagros de Jesús se acercó reconociendo que Dios tenía que estar con Jesús para hacer semejantes maravillas…
Las palabras de Jesús ante el sincero reconocimiento de ese hombre fueron:
Juan 3.3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Ser un buen hombre como lo son muchos en la tierra, no hacer mal a nadie que es como viven muchos en la tierra, no es suficiente para obtener la salvación.
Por esto creo que ante esto que está sucediendo en el mundo la primera evaluación que debemos hacer de forma muy rigurosa e: ¿ya nacimos de nuevo?
No estoy preguntando si tenemos fe porque hay muchos que tienen fe pero no ha nacido de nuevo.
No estoy preguntando si usted predica hace milagros o echa demonios porque hay muchos que hacen eso y no han nacido de nuevo.
Tampoco si es una buena persona y no hace mal a nadie… porque así era Nicodemo y no se había salvado.
Escritura enseña que la iglesia está llena de trigo y de cizaña y la cizaña a veces se porta mejor que el trigo pero no ha nacido de nuevo…
Por eso es indispensable que evalúes si ya has reconocido a Jesús como tu Señor, como aquel a quien de todo corazón quieres obedecer, cómo el verdadero dueño de tu vida… Y por lo tanto estás dispuesto a vivir la vida que él escoja para ti…
También es indispensable que evalúes si lo reconoces como tu salvador, como aquél qué es el único que puede darte el poder para salir del pecado. Como aquél que es el único que puede darte la dirección y el poder para hacer su perfecta voluntad.
Por favor recuerden las palabras de Jesús:
Juan 11.25–26 Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Y si en verdad deciden creer en las palabras de Jesús, entonces búsquelo de todo corazón, porque todo el que lo busca de todo corazón lo encuentra.
Por favor, si tu crees ser cristiano, si crees ser nacido de nuevo asegúrate! Y la forma de hacerlo no es simplemente lo que tú digas, o lo que tú creas, sino el cambio en tu corazón y como consecuencia en tu comportamiento.
Si eres cristiano y llevas tiempo y no has cambiado, es muy posible que no seas un verdadero hijo de Dios y eso si debería darte un temor muy grande, porque si te enfermas no sólo puedes morir… Peor aún puedes morir eternamente.
Recuerden que muchos que creen ser salvos, según la escritura se van a condenar, por no haber obediencia en sus vidas… Y no hay obediencia por no haber confianza ni el nuevo nacimiento.
Vamos a orar dándole gracias a Dios por esta situación, pidiéndole que no la pasemos en vano, sino que crezcamos en el conocimiento y la confianza en el.