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LA VOLUNTAD DE DIOS – PARTE 3 YA NO VIVO YO

I. INTRODUCCIÓN

En las escrituras del nuevo testamento, después del Señor Jesús no hay duda que el personaje más importante fue el apóstol Pablo. No sólo por todo lo que vivió como Cristiano, su testimonio y la obra que Dios hizo a través de él evangelizando y formando iglesias, sino por la forma en que Dios lo utilizó con mucha sabiduría, para dar claridad a través de sus escritos acerca del Nuevo Pacto, del Evangelio de salvación.

Aún los discípulos del Señor reconocieron la enorme sabiduría, y la claridad con que desde las escrituras del viejo pacto explicaba el Nuevo pacto, y eso a pesar de no haber sido uno de los discípulos del Señor. Sin embargo los discípulos del Señor, los que estuvieron con Jesús durante esos tres años, a ellos les costaba trabajo entender las enseñanzas de Pablo. De lo cual da testimonio del apóstol Pedro en su segunda carta. Allí podemos leer:

2 Pedro 3:15–16 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

Es cierto que Dios ha repartido en la iglesia diferentes dones espirituales. Don de hacer milagros, don de sanidad, discernimiento de espíritus, sabiduría, etc… Pero también es cierto que la comprensión de la palabra de Dios, tiene íntima relación con la disposición que tenemos de hacer la voluntad de Dios.

Es decir: Entre más dispuestos estemos a hacer la voluntad de Dios, más nos revelará Dios acerca de las verdades profundas de su palabra… Pero cuando nos falta disposición y como consecuencia hay desobediencia en nuestra vida, eso impide que entendamos esas verdades… Es por esto que hay gente que aunque parece ser muy inteligente no logra entender la palabra de Dios, mientras que otros que son tomados por simples, si logran entender estas preciosas verdades.

Y esa disposición es la que vemos en la vida del apóstol Pablo, el cual a pesar de haber sido muy religioso y de estar tan equivocado que perseguía a los cristianos, cuando se encontró con Jesús sus palabras evidencian la disposición de hacer la voluntad de Dios. La escritura nos cuenta:

Hechos de los Apóstoles 9:3–6 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

Y efectivamente fue a la ciudad y recibió instrucciones, y comenzó a vivir su vida cristiana de tal manera que al pasar el tiempo, cómo consecuencia de entender de manera correcta el mensaje del Nuevo Pacto, toma la decisión de no hacer más su voluntad sino la de Dios. Y por esto escribió:

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Al decir que está crucificado está aceptando la muerte de su vieja manera de vivir, por eso decide dejar el control de su vida para que sea Dios quien la controle. Y dice que la razón de tomar esta decisión, es la comprensión del gran amor de Dios demostrado al entregarse por él en la cruz.

No hay duda que la razón más importante para hacer la voluntad de Dios es la confianza que tenemos en su amor. Pero también hay otras razones que nos muestran de manera clara, que hacer nuestra voluntad siempre resultará en algo muy perjudicial para nuestra vida y para nuestra eternidad.

La primera, que es una que ya mencioné hoy y que ademas vimos ampliamente en el primer tema de esta serie, es que cuando deseamos hacer nuestra voluntad, ese deseo impide que nos encontremos con Dios, y en el creyente ese deseo o esa falta de disposición para hacer la voluntad de Dios, le impide entender la sabiduría de Dios revelada en su palabra.

La gente del mundo no tiene ningún interés en obtener la sabiduría que proviene de Dios, pero porque ignoran el enorme valor de esa sabiduría, tan valiosa es que no hay nada más precioso que los hombres puedan desear. La escritura dice así:

Proverbios 3:13–15 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia; 14Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino. 15Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

Al perdemos los frutos de esa sabiduría que es más preciosa que el oro y las piedras preciosas, también nos perdemos del conocimiento de la verdad. Y si somos conscientes que la esclavitud a la cual el diablo nos somete está basada en mentiras, entonces entenderemos el valor que tiene la verdad para nuestra vida. Para confirmar esto que digo podemos ver lo que el Señor dijo a algunos que habían comenzado a creer en él.

Juan 8:31–32 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Nos perderemos de lo más precioso que podemos obtener; nos perdemos de a través de conocer la verdad descubrir todo el engaño en que vivimos; nos perdemos de ser verdaderos discípulos del señor; y nos perdemos la oportunidad de ser libres del imperio de la muerte. Todo eso nos lo perdemos cuando no estamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios.

Todo esto también se confirma al revisar aquella primera advertencia que Dios hizo al hombre, de lo que ocurriría si no hacía su voluntad. Dice así:

Génesis 2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

El día que ellos desobedecieron no murieron físicamente, ese día murieron espiritualmente. Igual sucede con nosotros, cuando vivimos de acuerdo a la dirección que Dios nos da podemos experimentar la vida eterna, pero cuando no hacemos la voluntad de Dios por vivir guiados por el conocimiento que nosotros tenemos del bien y del mal, entonces vamos a experimentar esa muerte espiritual.

Y entonces si la vida eterna nos permite experimentar amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza… El experimentar muerte espiritual nos hará vivir llenos de temores, preocupaciones, angustias, celos, iras, contiendas, disensiones… Y otras muchas malas actitudes que nos alejarán cada vez más de la voluntad de Dios, y que nos colocarán en problemas con nuestros semejantes.

Como resultado de todo esto, tenemos que añadirle que Dios nos ha creado a cada uno de nosotros con un propósito claro y definido. En términos generales el plan para todos los cristianos es que le conozcamos y que seamos transformados en la imagen de su hijo Jesús.

Pero para lograr ese objetivo Dios ha trazado un camino diferente para cada uno de nosotros, sus hijos, y a cada uno de nosotros nos ha dado dones, talentos, habilidades, y oportunidades diferentes, para vivir por ese camino particular o personal que Dios ha diseñado. Es tan detallado lo que Dios ha planeado para nosotros que la escritura dice:

Salmo 139:16 Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.

Ésa es la revelación que Dios hizo al rey David, y según lo que dice Dios primero planeó una serie de cosas que luego se cumplieron en la vida de David.

Por esto podemos tener la certeza que en nuestro caso es exactamente igual, lo cual quiere decir que hay un camino particular que Dios ha planeado para cada uno de nosotros, para que al transitar por ese camino se cumpla el propósito que Dios tiene con cada uno de nosotros.

Bajo el Nuevo Pacto vemos que la escritura nos hace la misma revelación de este camino particular. Dice así:

Efesios 2:10 pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

No dice que Dios va preparando situaciones en la medida que caminamos, lo que dice es que Dios de antemano ya preparó esas situaciones que sucederán a nuestro alrededor, para que al pasar por ellas, hagamos lo que debemos hacer es decir la voluntad de Dios, aprendiendo así cada vez más, y siendo transformados cada vez más en la imagen de su hijo Jesús.

Pero qué pasa si en lugar de hacer la voluntad de Dios para vivir por ese camino preparado para cada uno de nosotros, insistimos en vivir haciendo lo que nosotros deseamos… Pues que nos perdemos de todo eso que Dios ha preparado para nosotros.

Es por esto que debe ser muy claro que nuestra vida cristiana no puede estar enfocada en que nosotros vamos a decidir qué hacer, peor aún de acuerdo a nuestro concepto del bien y del mal. Lo correcto es que entendamos y nos dispongamos a hacer su voluntad, para conocer y vivir según el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros.

La segunda razón que debemos tener en cuenta para no ser desviados de hacer la voluntad de Dios, es entender que la muerte espiritual ha producido una serie de cambios en el hombre y en su manera de pensar, de tal manera que estos cambios le hacen prácticamente imposible que pueda entender, sin la ayuda de Dios, cuál es la voluntad de Dios.

Esta es una de las razones por lo cual aquellas personas piadosas que no creen en Jesucristo, que no creen en lo que la escritura enseña, terminan formando religiones absurdas, tan absurdas que en el nombre de la santidad pueden terminar por ejemplo; asesinando a los que no creen lo mismo que ellos creen.

Y aún aquellas religiones que parecen buenas, no lo son a la luz de la palabra de Dios por lo tanto no le permitirán a los creyentes vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.

Voy a mencionar brevemente algunos de esos daños que produjo en el hombre la muerte espiritual, pues insisto que es muy importante ser conscientes de ellos para no dejarnos engañar.

El primero de ellos muy importante que afecta por completo la vida del hombre, es qué producto de alejarse de Dios el concepto del bien y del mal ha sido corrompido, llegando a estar completamente al revés. Eso lo podemos ver en la escritura cuando dice:

Isaías 5:20. Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

No hay duda de esta terrible verdad. Abortos, eutanasia, identidad de género, perversiones sexuales, codicia, gerras… Éstos y otros muchos conceptos son totalmente contrarios a lo que la escritura enseña como bueno… Cómo también hay una gran cantidad de cosas que Dios considera no sólo malas sino perversas, y en el mundo las consideran buenas.

Esto ocurrió porque el hombre al comenzar a vivir su vida sin la dirección de Dios, sin su sabiduría, comenzó por escuchar a Satanás, a malinterpretar las situaciones, y creó una escala de valores totalmente diferente de la de Dios.

Esta escala trata de aparecer como buena pero en realidad no lo es, porque nunca un hijo de Satanás, con la conciencia y el entendimiento corrompidos, podrá tener ni la motivación, ni los valores correctos para elaborar una escala de valores buena y justa.

Esta escala tiene básicamente dos columnas, la del bien o la de lo bueno y la del mal o la de lo malo. Y la mezcla de estas dos columnas, que resulta en todo lo que se cataloga como regular.

Sin embargo la realidad es que estos valores cambian dependiendo de la cultura, la edad, las circunstancias, las personas, etc. Indudablemente siempre son valores relativos, pero el hombre en su embrutecimiento no lo ve así, por eso en términos generales cree que hay:

1. LAS COSAS BUENAS. Como; el dinero, la inteligencia, la salud, el poder, la belleza, el sexo, la comida, la diversión, los amigos, etc.

2. LAS COSAS MALAS. Como; la pobreza, la falta de inteligencia, la enfermedad, la falta de poder, el hambre, la fealdad, la soledad, el sufrimiento, etc.

Lo primero que debemos decir acerca de todas estas cosas que he mencionado es que son amorales. Es decir no son buenas ni malas en sí mismas. El dinero no es malo ni bueno, la salud no es mala ni buena, la inteligencia no es mala ni buena…Y por esta razón el tener o no tener estas cosas puede producir mucho mal o mucho bien, dependiendo de la persona que las reciba, y la forma como las utilice.

Por eso podemos ver que hay personas a las que el dinero les ha hecho mucho bien pero a otras les ha hecho mucho mal.
También podemos ver personas que han usado una gran inteligencia para hacer mucho bien pero otras la han usado para hacer mucho mal.
También podemos encontrar personas a las que la pobreza les ha hecho desarrollar dones y talentos maravillosos, mientras que a otros la pobreza los ha resentido, los ha amargado, y los ha convertido en criminales…

Pero en lugar de reconocer que todas estas cosas que son amorales producen bien o producen mal dependiendo lo que la persona que la reciba haga con ellas… Los hombres se han obstinado en decir que son buenas o que son malas, y al hacer esta clasificación se han equivocado por completo de tal manera que han terminado diciendo que lo bueno es malo y lo malo es bueno.

Ahora: Si el concepto del bien y del mal que el mundo maneja está invertido, entonces no importa la capacidad de los hombres, ni las oportunidades, ni las buenas intenciones, la terrible y espantosa verdad es que cada vez que logremos algo que consideramos bueno, en el fondo será algo que no es bueno, que nos hará daño especialmente espiritualmente.

Y lo contrario también. Cada vez que logremos huir de lo que nos parece que es muy malo, nos estaremos perdiendo la oportunidad de ser bendecidos por Dios, y nuevamente estaremos perdiendo espiritualmente.

Cuando hablo de este tema acostumbro a dar el mismo ejemplo desde hace 40 años:

“Cuando mi suegra se muera que la entierren boca abajo por sí se quiere salir se vaya más pa bajo.”

Pensémoslo seriamente… ¿De qué qué sirve tener un barco con todo lo mejor, si estando mal la brújula pensamos que está bien? El resultado será que jamás, si la brújula está mal, llegaremos al destino que deseamos.

De la misma manera le ocurre al cristiano que en lugar de ser dirigido por Dios vive buscando lo que el mundo dice que es bueno para el… Podrá conseguir muchas cosas, llegar a muchos lugares, pero jamás llegará al destino deseado por Dios… Y entonces será muchísimo lo que se perderá.

Si los hombres no aceptan los buenos principios de la palabra de Dios, y no corrigen su escala de valores usando la escala de valores de Dios, entonces jamás podrán entender y mucho menos hacer la voluntad de Dios.

Pero no sólo el mal concepto del bien y del mal nos impide hacer la voluntad de Dios. Hay otro mal que también dificulta que hagamos lo correcto, y es que tenemos UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE NOSOTROS. ¿A qué me refiero? La escritura dice:

Jeremías 17.9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

Creo que son muchos los cristianos que se disculpan con Dios de no hacer su voluntad, porque no tienen ciertas cosas… Y entonces dicen: Sí yo tuviera un marido entonces yo sería la mujer más espiritual, o si yo tuviera una buena mujer entonces yo si sería muy espiritual… O si tuviera dinero como tiene fulano entonces yo no me quejaría. Etc.

Y la verdad es que a veces Dios les da estas cosas qué creen que tanto necesitan, y tampoco hacen la voluntad de Dios. ¿Por qué pasa esto?

Porque nuestro corazón nos engaña haciéndonos creer que: Somos lo que no somos. Y al estar engañados respecto de quienes somos, este engaño nos hace pensar que: Podemos hacer lo que no podemos hacer. Un ejemplo de esto lo podemos ver en la vida del apóstol Pedro.

El estaba absolutamente convencido que sería fiel a Jesús así le tocara morir por él. Sabemos que no cumplió, y entonces la pregunta es: ¿Acaso el apóstol pretendía engañar al Señor? La respuesta es no. El en realidad fue engañado por su propio corazón, porque tenía un concepto equivocado acerca de quién era, y de qué podía hacer.

Más grave aún, es que el Señor Jesús le dijo que él no iba a ser capaz de sostenerse. Y en lugar de aceptar la palabra de Dios como verdadera, insistió en que él seguiría fiel sin negarlo. Y lo hizo con tanta convicción que convenció a los otros once discípulos de que podían hacer lo mismo.

Mateo 26.34… Jesús le dijo: -De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: -Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Lo mismo nos puede pasar a nosotros cuando no creemos que la escritura dice que separados de él nada podemos hacer, refiriéndose a la voluntad de Dios.

Pero en lugar de creerlo, pensamos que nosotros si podemos sin la ayuda de Dios hacer lo correcto para nuestras vidas… Y entonces al pasar el tiempo, recibimos las malas consecuencias, por no creer en lo que Dios dice de nosotros. Que no tenemos la capacidad para decidir realmente lo que es bueno para nosotros.

Eso le pasó al apóstol Pedro, cuando lo correcto es que si el Señor le dijo que lo negaría tres veces, ha debido decir: Si Señor tú lo sabes todo, si tú dices que te voy a negar entonces por más fuerza que haga ese va a ser el resultado…

Un segundo grave error de no conocernos a nosotros mismos, es que: Creemos que necesitamos lo que realmente no necesitamos. Y de este error también podemos encontrar un ejemplo en la escritura. El de aquel joven que acercándose a Jesús le pidió lo que en realidad no necesitaba. La escritura nos cuenta:

Lucas 12.13-15. Le dijo uno de la multitud: -Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Pero él le dijo: -Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: -Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

Él estaba convencido que necesitaba dinero… Pero las palabras de Jesús muestran que lo que él realmente necesitaba era ser libre de la codicia y avaricia, que le hacía pensar que su vida dependía de sus posesiones, en lugar de entender que su vida en realidad sólo dependía de su conocimiento de Dios, que le permitiría hacer la voluntad de Dios.

Igual nos pasa a nosotros, estamos convencidos que necesitamos ciertas cosas para que nuestra vida sea una vida feliz, y resulta que estamos completamente equivocados porque más que necesitar cosas, lo que en realidad necesitamos es que Dios transforme nuestro corazón.

En otras palabras: Debemos estar absolutamente seguros de que todo lo que tenemos en este momento, es todo lo que necesitamos para poder hacer la voluntad de Dios… No aceptar esta verdad, sería como decir que no podemos hacer la voluntad de Dios porque Dios no nos da lo necesario, y eso es igual a culparlo a Él de nuestro pecado lo cual es absurdo.

Pero además de tener un concepto equivocado del bien y del mal y de nosotros mismos, hay otra enorme desventaja por la cual deberíamos de desistir de hacer nuestra voluntad.

A lo que me estoy refiriendo es que: NOSOTROS NO TENEMOS CONOCIMIENTO DEL FUTURO.

He visto varias series o películas en las cuales algunos personajes vienen del futuro, y su conocimiento del futuro les permite tomar decisiones en las cuales con toda seguridad van a ganar… Porque ya saben lo que va pasar.

Entonces compran la lotería en el número que saben que va a salir, compran las acciones de la compañía que saben que van a subir, se relacionan con las personas que saben que van a ocupar puestos de suprema importancia, no van a ciertos lugares porque saben que va a ocurrir una tragedia, un incendio, etc.

Si nosotros conociéramos el futuro nuestras decisiones serían muy diferentes. De hecho esa es una de las razones por las cuales muchas personas buscan a través de la brujería conocer el futuro, para saber qué decisiones tomar… Por supuesto Dios nos advierte acerca de este pecado.

Isaías 8.19 Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?

En lugar de buscar conocer el futuro a través de la brujería, lo que los hombres debemos hacer es consultar a Dios y no a los muertos.

Además a grandes rasgos Dios ya nos ha mostrado nuestro futuro, nos dice que el plan es que seamos como Jesus, y que al final gobernaremos en su presencia… Y para lograr ese objetivo es que Dios nos ha dado principios de vida y nos pide que hagamos su voluntad, porque a través de hacer su voluntad vamos a estar encaminados en el plan que él tiene para nosotros, que como Dios es amor será un plan espectacular.

¿Pero qué pasa si no hacemos su voluntad? Pues si no hacemos su voluntad lo más seguro es que no estaremos en el lugar que él quiere que estemos, tampoco nos relacionaremos con las personas que él quiere que lo hagamos, y tampoco haremos las buenas obras que él ha preparado para nosotros…

Y es por esta razón que el Señor nos exhorta a que cualquier cosa que hagamos tenemos que hacerla con su dirección… Su palabra dice así:

Santiago 4:13–17 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 14cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 16Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; 17y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Muy claro dice que no sabemos lo que va a pasar mañana, es más ni siquiera podemos tener la certeza de que mañana vamos a estar vivos. Y si no podemos tener esa certeza cómo podemos tener la seguridad de que lo que vamos hacer va a prosperar, si no conocemos ni siquiera el corazón de las personas con las cuales hicimos el negocio, o no conocemos lo que va pasar en el mundo…

Por esta razón cuando insistimos en hacer nuestra voluntad por encima de la de Dios, dice que estamos actuando con soberbia, que nos estamos jactando de saber lo que va a pasar cuando no tenemos ni idea.

Entonces me imagino a aquel que al llegar al aeropuerto vendieron su cupo, y el pelea, insulta y hace todo lo que cree necesario para lograr subir al avión, sin saber que ese avión se va a caer…

O aquel joven o aquella mujer que insiste en tener una relación que Dios no aprueba con cierta persona, cuando no conoce el corazón de ella, cuando no conoce lo que esa persona va a hacer en el futuro, cuando no conoce en qué clase de persona se va a convertir… Pero insiste en tener esa relación sin entender que Dios lo está cuidando para que no le hagan daño.

O nos deprimimos porque no logramos cerrar cierto negocio, y tampoco tenemos idea de cuál será el futuro del negocio, a lo mejor no va a funcionar y por esto Dios para protegernos no permitió que sucediera, y nosotros nos obstinamos y hasta peleamos con Dios para lograr que suceda, ignorando por completo que seremos perjudicados.

O la obstinación de aquel padre que insiste en meter a su hijo en cierta universidad porque cree que es la panacea, Dios coloca obstáculos, pero él miente y hace lo necesario para que su hijo entre en esa universidad, sin tener ni idea que allí va a conocer al hombre o a la mujer que será la perdición de su hijo.

En cierta ocasión una madre me consultó acerca de una universidad en que quería que su hijo estudiara, yo le dije que no, la verdad no recuerdo las razones, pero muchos años después ella me comentó que en esa universidad su hijo se corrompió y se alejó de Dios hasta el día de hoy… Y que lamentaba no haber hecho caso.

Es posible que en nuestra vida cristiana sean necesarias situaciones difíciles, pruebas, problemas que estarán programados por Dios para traer bendición a nuestra vida… Pero cuando nos salimos de la voluntad de Dios podemos pasar por una serie de situaciones muy difíciles, que no era lo que Dios quería… El apóstol Pedro hablando de esto escribió:

1 Pedro 4:15–17 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; 16pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. 17Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?

Si a veces nos parecen difíciles los tratos y las pruebas que Dios nos da mientras hacemos su voluntad… La pregunta es: ¿Cuánto dolor y cuánto sufrimiento innecesario podemos conseguir al no hacer su voluntad? Y por esto el pasaje continúa diciendo:

1 Pedro 4:18–19 Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?19De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.

El concepto del bien y del mal está mal, el concepto que tenemos de nosotros mismos está mal, creemos que podemos hacer lo que no podemos hacer, creemos necesitar lo que no necesitamos, no tenemos ni idea del futuro…

La pregunta es: ¿Necesitamos más razones para entender que es una locura dejar de hacer la voluntad de Dios para hacer la nuestra?

Ahora: ¿Cuál es el obstáculo o que es lo que nos impide hacer la voluntad de Dios?

Se dice que nadie es tan peligroso como aquel que no tiene nada que perder. Algunas películas nos han mostrado con claridad esta verdad, cuando alguien se mete con algún asesino que no le importa absolutamente nada y por lo tanto está dispuesto a hacer cualquier cosa por hacer daño, por lograr sus objetivos.

Evidencia de eso tenemos en los ataques suicidas de algunos musulmanes, que actúan como si no tuviera nada que perder, pero peor aún pretenden a través de eso ganar una recompensa celestial.

Esta ventaja de no tener nada que perder en la tierra es muy grande, cuando se enfrentan a un soldado que no quiere perder la vida porque tiene una familia y una serie de cosas que quiere disfrutar.

Este mismo principio, el del poder que da no tener nada que perder en la tierra, es algo que Dios quiere que apliquemos para poder vivir haciendo su voluntad.

Cuando comencé mi vida cristiana, esa era la situación en que estaba, porque aunque tenía sustento y abrigo, estaba tan aburrido con mi vida que no puse ningún obstáculo a las demandas del Señor, y si algo caracterizó el inicio de mi vida cristiana, fue la obediencia.

Sin embargo también he explicado que algunos tienen una vida espantosa, qué han querido suicidarse y sin embargo no son capaces de dejar de hacer su voluntad para hacer la voluntad de Dios. ¿Por qué?

Por qué la verdadera razón por la cual entregamos nuestra vida a Dios, no es si nuestra vida es terrible o si es una maravilla… La verdadera razón es la confianza.

Por esto la pregunta es: ¿Confiamos en el ofrecimiento que Dios nos ha hecho de una vida y una eternidad maravillosa en su presencia o no confiamos? Cuándo los discípulos preguntaron que recibirían a cambio de su obediencia…

Marcos 10:29–30 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

Cuando tenemos verdadera confianza en el ofrecimiento que Dios nos ha hecho, el resultado es que entregamos nuestra vida a Dios.

Y entregar nuestra vida a Dios significa que Dios puede hacer lo que él quiera con lo que somos, y con lo que tenemos, porque tenemos la certeza de qué lo que él haga traerá muchísima más bendición de lo que conseguiremos haciendo nuestra voluntad.

Eso de una forma práctica quiere decir que ante cualquier circunstancia, cualquier llamado problema, lo que tenemos que hacer es decirle a Dios lo que deseamos, pero con la confianza de que él hará lo que sea mejor para nosotros, de tal manera que podemos descansar esperando su respuesta. Es por esto que la escritura dice:

Filipenses 4:6 al 7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Cuando le entregamos a Dios nuestros asuntos el resultado será que experimentaremos una paz que sobrepasa todo entendimiento. El problema es que a veces oramos sin fe, y por eso después de orar seguimos igual de angustiados.

También en otras ocasiones oramos mal, es decir hacemos nuestra petición de lo que deseamos pero no somos capaces de decir de corazón como nos enseña el Señor Jesús, “pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Y al no ser capases de decir de corazón esta frase, no le estamos entregando nuestra voluntad, y eso nos hace permanecer en esclavitud.

Siempre, la falta de fe, que nos impide entregarle nuestra vida Dios va a producir esclavitud al pecado. Puede suceder de una forma muy sutil, como también de forma muy clara.

Recuerdo aquel pastor al que hace muchos años lo confronte diciéndole que estaba apoyando una organización que estaba haciendo cosas que no eran de Dios, por lo tanto debía salir, y el simplemente me dijo: “yo sé qué están haciendo las cosas mal pero yo tengo una esposa y una hija que mantener por lo tanto no me voy a salir”

Por causa de no perder su sustento prefirió ser cómplice del mal… El problema es que de allí, a convertirse en un asalariado que terminara aprovechándose de las ovejas el trayecto es muy corto.

¿Qué le faltó a este hombre? Le faltó fe. Y ni mucha, pues en esa misma situación estaba yo, y no con un hijo sino con tres pequeñitos, pero cuando Dios me mostró que debería salir, salí como se dice con una mano adelante y otra atrás, pero con una paz que sobrepasaba todo entendimiento, pues esperaba el respaldo de Dios como resultado de estar haciendo su voluntad.

En la escritura encontramos el mal ejemplo del joven rico, que por no desprenderse de su riqueza se perdió de seguir al Señor. Sin embargo insisto, no por ser rica una persona se niega a seguir al Señor, sino por su falta de fe en que Dios tiene algo mejor para él.

Esta falta de fe en lo que Dios tiene para nosotros es lo que hace que el amor al mundo nos esclavice. Es como si el hombre fuera un mendigo que logró obtener algo, y considera que son tan difíciles las probabilidades de volverlo a conseguir, que se aferra con todo lo que tiene a su pequeño tesoro.

Y este amor al mundo, se constituye en un enemigo poderoso que impide a las personas conocer y vivir la vida cristiana. Tan negativo es ese amor al mundo que el apóstol Juan escribio:

1 Juan 2:15 Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

Este verso es muy claro cuando dice; “si alguno”. Alguno es cualquiera que ame al mundo. Y por esto no hay duda, que cualquiera que ame al mundo el amor del Padre no está en El.

Pero: ¿Amamos al mundo? Cuando pregunto esto no estoy preguntando si a nosotros nos gusta la buena comida. Tampoco estoy preguntando si nos gusta andar en un buen carro o vestir buena ropa, porque una persona puede tener todas estas cosas, disfrutarlas, y aún así no amar al mundo. Como también hay quienes no tienen nada de eso y son idólatras del mundo.

Algunos no han entendido esto, y creen que no amar al mundo es tener una buena cama pero dormir en el piso, tener una buena comida, pero se come la del perro, porque no ama al mundo. No. Eso no es no amar al mundo, eso es ser débil en la fe. (Son tan débiles en la fe y tan ignorantes de las cosas de Dios que se creen más santos por negarse a disfrutar lo que Dios les da.)

La palabra mundo en la escritura se refiere a tres cosas diferentes; a la tierra, a la cual debemos amar, a los hombres a los cuales también debemos amar, y a un sistema de valores que Satanás ha colocado como norma de vida sobre la tierra. Este sistema de valores satánico es lo que no debemos amar. Por eso dice en este otro texto:

Santiago 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

Cualquiera, aunque diga ser cristiano, si ama el sistema de valores del mundo, se constituye en un enemigo de Dios, en una persona que no tiene el amor de Dios en él. Esto es todavía más claro si miramos el siguiente texto:

1 Juan 5:19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.

Si el mundo entero está bajo la influencia del maligno, si las cosas que se hacen en el mundo son auspiciadas, motivadas, respaldadas por el maligno; si el carácter del mundo es un carácter maligno como puede ser posible que un hijo de Dios, ame ese sistema satánico y quiera vivir de acuerdo a el… Eso no es posible.

Ahora; siendo claro que el amor al mundo no se evidencia en las cosas que tenemos la pregunta es: ¿Cómo se sabe si alguien ama al mundo?

El amor al mundo, a este sistema de valores torcido se evidencia cuando las cosas del mundo nos impiden hacer la voluntad de Dios.

Hay quienes pueden tener muchísimas cosas pero esas cosas y esas responsabilidades no les impiden hacer la voluntad de Dios. Pero hay quienes no tienen nada pero por estar tratando de conseguir las cosas del mundo dejan de hacer la voluntad de Dios. ¿Por qué? Porque aman al mundo.

A esos que las cosas del mundo les impiden hacer la voluntad de Dios, son los que el apóstol dice que no tienen el amor de Dios en ellos.

Y: ¿Qué pasa con una persona que no tiene el amor de Dios en sí misma? ¿Cuál será su destino? El apóstol Juan continúa diciendo:

1 Juan 2:17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

El que ama el mundo, no hace la voluntad de Dios, se enfoca en conquistar el mundo y no permanecerán para siempre.

Dentro de estos que no permanecerán para siempre, también están aquellos que se engañan pensando que están bien porque están conquistando el mundo con el poder de Dios.

Es decir aunque suene algo raro, los incrédulos que aman el mundo y los cristianos que aman el mundo ninguno de los dos permanecerán para siempre ¿Qué significa que no permanecerá para siempre?

Si tomamos en cuenta lo que el apóstol Pablo dice acerca del amor de Dios, nos será más fácil confirmarlo:

Romanos 5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Si el amor de Dios ha sido derramado en los corazones de aquel que ha nacido de nuevo, y el que ama al mundo no tiene el amor de Dios en el, pregunto; ¿Una persona que ama al mundo y quiere conquistarlo será una persona que ha nacido de nuevo? ¿Qué tiene el Espíritu de Dios? La respuesta es NO. Por supuesto que no.

Ahora, si a usted le parece difícil aceptar esta clara verdad, en especial porque conoce “cristianos” que están empeñados en conquistar el mundo, porque creen que Dios respalda sus deseos, recuerde la enseñanza acerca del trigo y la cizaña, recuerde que son tan parecidos que son difíciles de distinguir, porque parece que hacen lo mismo pero el trigo tiene el Espíritu de Dios la cizaña no.

Teniendo claridad en esta verdad, de lo grave que es amar al mundo, la invitación de Jesús que dice:

Lucas 14: 33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

¿Es este un buen mensaje, es un mensaje lleno de sabiduría, es un mensaje lleno de amor, es un mensaje que puede traer muchísimo bien a nuestra vida? Por supuesto que sí… ¿Pero lo vemos así o lo vemos como un mensaje duro y fuerte?

Todo depende de cuanta fe tengamos…

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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