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LA PACIENCIA Y LA SALVACIÓN – PARTE 1

I. INTRODUCCIÓN

No sé si les ha pasado, me imagino que sí, que estando en una situación importante y muy complicada, tratando de resolverla, el asunto se demora y se demora de tal manera que comenzamos a inquietarnos, a preocuparnos aun a desesperarnos… Y aparece alguien y nos dice; “tenga paciencia”.

Cuándo nos lo dice un extraño reaccionamos más o menos bien, y aún si no nos gusta no decimos nada, pero cuando nos lo dice alguien cercano, muchas veces nos molestamos y acusamos a esta persona de ser inconsciente ante el problema, o de no estar lo suficientemente preocupado por nosotros.

Sin embargo la actitud de quien nos pide paciencia es precisamente para que nos calmemos, para que tengamos tranquilidad, para que demos un tiempo para que la situación se resuelva, o aún para que le demos tiempo a aquella persona con la cual tenemos un conflicto para que ella cambie.

Creo que no hay duda que no nos piden paciencia cuando estamos calmados, cuando estamos hablando de manera razonable, sino todo lo contrario, cuando estamos furiosos, molestos, desanimados o desilusionados por alguna situación, que normalmente depende del mal comportamiento de otros, o que aún puede depender de qué la naturaleza no está a nuestro favor, es decir está lloviendo terrible y tenemos que salir, o está haciendo un sol casi que infernal y estamos casi que ahogados de tanto calor.

También es cierto que esta impaciencia puede generar furia, intranquilidad, desilusión, frustración, pesimismo y hasta algunas enfermedades, y además puede llevarnos a tomar decisiones y a realizar acciones no muy bien pensadas, de las cuales muchas veces nos tenemos que arrepentir…

Sin embargo la impaciencia en cada uno de nosotros se manifiesta de manera diferente.

¿A qué me refiero? A que hay personas que cierto comportamiento o situación en particular dispara su impaciencia, mientras que a otros ese mismo comportamiento o situación no les afecta de la misma manera.

Por eso a veces encontramos que las personas en ciertas situaciones comienzan a maldecir, o a golpear paredes, puertas, escritorios, porque el computador no les funciona, o porque la fila está muy larga, o porque el calor, el frío o el hambre los desespera, otros no soportan la mentira, otros ante la impuntualidad se enfurecen, o el desorden, el mugre, o el carro que no está funcionando bien, o la señal de internet deficiente, o la comida no muy agradable, o la lentitud de aquel qué no entiende lo que se le está explicando, o que no le paguen a tiempo, que no lo atiendan rápido, que no le hagan caso inmediatamente, muchas otras razones más.

La gente normalmente hace la división entre las cosas que hacen mal las otras personas que le producen impaciencia, y las cosas sobre las cuales la gente no tiene control. La lluvia, el calor, el frío los derrumbes etc. Sin embargo cuándo entendemos la soberanía de Dios sabemos que en realidad Dios tiene el control sobre todas estas cosas, de tal manera que la división que hacemos no es válida.

También es cierto que a veces en la relación con ciertas personas llega un momento donde se nos agota la paciencia y entonces con ciertas personas nos volvemos inflexibles, es decir rápidamente

nos hace sentir mal su mal comportamiento y reaccionamos con dureza, pero ese mismo mal comportamiento en otras personas si lo soportamos.

Un ejemplo muy claro es que a veces en las familias si el hijo derrama el jugo en el comedor, salta la impaciencia y llegan los regaños, pero si es la visita, un extraño quien hace eso, nos comportamos muy educadamente.

Es por eso que algunas veces se oye decir: “Es que tu a fulano no le tienes paciencia, en cambio a esta otra persona si le aguantas lo que sea”

Igual sucede con ciertas áreas en la vida del hombre, donde para ciertas cosas no hay nada de paciencia, pues son cosas a las que les cogimos aversión, y cuando no funcionan bien no podemos o no queremos aplicar paciencia.

Resumiendo podemos decir que hay unos que soportan con mucha paciencia lo que a otros los desespera de inmediato, lo cual quiere decir el que reaccionemos con paciencia o con impaciencia no depende precisamente de las situaciones, sino de lo que hay en el corazón de cada uno de nosotros.

Gracias a haber tenido el conocimiento del Señor y haber educado a nuestros hijos en la disciplina y corrección del Señor, hubo una época donde cuando veía a niños rebeldes como animalitos se iba enardeciendo mi corazón, no sólo de ver la ignorancia y falta de amor en los padres, sino el daño producido en los niños que no entienden ni respetan el principio de autoridad.

Es indudable que todos necesitamos mejorar nuestra paciencia, porque la falta de paciencia puede llegar a ser muy destructiva, no sólo con aquellas personas que necesitando nuestra paciencia no la reciben, también la impaciencia puede afectar muy negativamente nuestra vida.

Un ejemplo de esto lo podemos ver en el libro de Job, quien a causa de sus grandes tribulaciones expresa su falta de paciencia diciendo:

Job 6:8-9 ¡Quién me diera que viniese mi petición, y que me otorgase Dios lo que anhelo, 9y que agradara a Dios quebrantarme; Que soltara su mano, y acabara conmigo!

En ese momento Job quería morirse, según él por la difícil situación que estaba viviendo, pero la realidad es que deseaba morirse porque no tenía paciencia, pues si la tuviera, tendría otra actitud ante la vida.

Igual le sucedió al profeta Elías, cuando después de haber matado a espada a los profetas de Baal, al recibir amenazas de muerte de parte de Jezabel, me imagino que cansado de tanta lucha nos cuenta la escritura:

1 Reyes 19:4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Hasta el mismo Moisés considerado el hombre más manso sobre la tierra, tuvo momentos en que su impaciencia le llevo a perder bendiciones, pues furioso exhortó al pueblo que había pecado, ignorando que Dios en su misericordia había decidido tener paciencia con la rebeldía de ellos, y al no tratarlos con paciencia y misericordia Moisés perdió bendiciones. La escritura nos cuenta:

Números 20:10-12 Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?11Entonces alzó Moisés su mano y

golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.

Al leer esto hasta aquí el asunto parece normal. El pueblo se había vuelto a rebelar a pesar de que Dios de manera milagrosa ya les había provisto agua a través de la roca, por lo tanto no estaba equivocado Moisés al decirles rebeldes, sin embargo esta vez el Señor le dijo a Moisés, que le hablara a la peña, no que la golpeara.

Al golpear la peña de todos modos el asunto funcionó y el pueblo tuvo agua, pero esa impaciencia con la que actuó no le permitió representar bien a Dios, y como consecuencia el Señor le dijo:

Números 20:12 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.

Se perdió la bendición de entrar a la tierra prometida, por no creer que la paciencia que Dios estaba usando en ese momento era el mejor método para tratar al pueblo rebelde.

Y como no creyó que eso era lo mejor, entonces los trato con dureza y aunque pareciera estar haciendo lo mejor, después de haber pasado muchas pruebas y tribulaciones para llevar al pueblo de Israel a la tierra prometida, su falta de paciencia hizo que Dios no le permitiera entrar a la tierra por qué la falta de paciencia le llevó a actuar sin misericordia. En la escritura podemos leer:

Santiago 2:13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.

Según esto podemos decir que Dios perdono al pueblo su rebeldía por lo cual decidió proveerles agua, pero Moisés por su falta de paciencia actuó sin misericordia, y esa misma falta de misericordia le fue aplicada no dejándolo entrar a la tierra prometida.

Es importante que tengamos cuidado con esto, porque nos puede ocurrir que por nuestra falta de paciencia ante los pecados o debilidades de los demás, al actuar sin misericordia, Dios también nos trate con la misma dureza… Y seguramente si no nos acordamos de nuestra falta de paciencia entonces terminaremos sufriendo sin aprender la lección.

Y a veces ocurre algo muchísimo peor y es que cometiendo los mismos pecados que los discípulos los regañamos con dureza, y por eso el apóstol escribió:

Romanos 2:1–6 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. 2Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. 3¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? 4¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6el cual pagará a cada uno conforme a sus obras…

Si volvemos al caso de Moisés, es importante tener en cuenta que este mal comportamiento y la disciplina que Dios le aplicó de no poder entrar a la tierra prometida, no sucedió al final de los cuarenta años, es decir no fue después de que Moisés había trabajado cuarenta años con la motivación de entrar a la tierra prometida, fue algo que ocurrió al comienzo, por lo tanto le tocó

seguir soportando y trabajando con paciencia para lograr que el pueblo entrara, aún sabiendo que él no iba a poder entrar.

Ademas es también muy importante que entendamos que la impaciencia que nos lleva a ser duros con los demás, aunque pareciera una demostración de poder, no lo es. Es todo lo contrario, la falta de paciencia es muestra de una gran debilidad, y esa debilidad es lo que hace que perdamos el control y terminemos actuando fuera de la voluntad de Dios.

Y esto quiere decir que para aplicar la paciencia que Dios quiere que aplicamos se requiere de poder, lo cual es un pensamiento contrario a lo que muchos piensan, que creen que la paciencia es una evidencia de debilidad.

A la pregunta: ¿De dónde sale el poder para ser pacientes? La respuesta es que el poder para ser pacientes está en lo grande de la esperanza, pues lo que esperamos que se produzca por haber tenido paciencia, es lo que nos sostiene para seguir obedeciendo con paciencia hasta obtener los resultados.

Por ejemplo: ¿Por qué algunos que comienzan con las dietas para adelgazar no son capaces de ser estrictos y esperar hasta obtener los resultados? O ¿Por qué los que hacen ejercicio para fortalecerse no son pacientes para ser disciplinados hasta obtener los resultados? Y la respuesta es; porque su esperanza en lo que esperan recibir no es grande, no visualizan los enormes beneficios de lo que van a recibir, y entonces si el premio va a ser pequeño, no vale la pena torturarse siguiendo la dieta o haciendo ejercicio. Algunos hombres o mujeres terminan diciendo “a la final así me tienen que querer” entonces descuidan su salud y su apariencia.

Es por eso que Job en medio de una muy difícil situación le pedía a Dios que lo matara por qué no visualizaba que era lo que podía obtener producto de semejante calamidad. Sin embargo al menos en su honestidad le pregunta a Dios:

Job 6:11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?

Al hacer esta pregunta lo que Job quiere saber, es cuál va a ser el resultado de lo que está viviendo, pues entendiendo lo que va a recibir, si es valioso, entonces va a encontrar la fuerza para soportar.

En otras palabras está preguntando cuál va ser el resultado de esperar con paciencia.

¿Qué quiere decir esto? Que para aplicar paciencia se requiere de poder, pero parte de ese poder surge precisamente de la motivación producida por algo que esperamos que suceda. Eso quiere decir que al tener paciencia debemos tener claro un objetivo, que entre más valioso sea, más poder tendremos para seguir obedeciendo con paciencia, o para esperar ciertos cambios con paciencia.

Con paciencia usted acepta una fisioterapia dolorosa porque sabe que su brazo va a terminar bien. Pero: ¿Si usted tuviera la certeza de que su brazo no va a mejorar soportaría la dolorosa fisioterapia? Por supuesto que no. También con paciencia espera una mujer nueve meses donde los últimos meses son cada vez más incómodos, pero más cercanos a ver el precioso fruto.

Sin embargo en el caso de Moisés el tuvo que seguir soportando al pueblo hasta el final sabiendo que él no iba entrar, lo cual quiere decir que el poder para tener paciencia con el pueblo no estaba en la esperanza de entrar a la tierra prometida. Y eso lo que quiere decir, es que Moisés debió encontrar una motivación mucho mejor que entrar a la tierra prometida, para poder seguir teniendo paciencia con el pueblo.

Si pensamos que la esperanza a la cual se aferró para obtener el poder de tener paciencia, fue el pensar que el pueblo iba a entrar a la tierra prometida… Si esa hubiera sido su fuente de poder entonces se habría equivocado, porque al final el pueblo tampoco entró, lo cual quiere decir si hubiera tenido una falsa esperanza que le hubiera dado poder, tener paciencia no hubiera servido para nada porque el objetivo no se iba a lograr.

Tenemos que tener cuidado porque una falsa esperanza puede llevarnos a tener paciencia, pero el resultado final será que no conseguiremos lo que esperamos a pesar de haber esperado pacientemente.

E insisto en que hay que tener cuidado, porque a veces los cristianos esperamos ciertas cosas que al final no se logran, y cuando esto sucede quiere decir que le aplicamos paciencia a algo completamente equivocado, por lo tanto perdimos el tiempo, y quién sabe cuántas cosas más.

¿Cuál fue entonces la motivación en la paciencia de Moisés? La escritura nos muestra que este hombre en su época fue definido como el hombre más manso que había sobre la tierra.

Y habla de esto cuando sus hermanos en la carne revelándose contra el, quisieron tomar el control, y sin embargo la actitud de este hombre fue muy mansa. La escritura nos cuenta:

Números 12:2 al 3 Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. 3Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.

Esta mansedumbre está íntimamente relacionada con la paciencia, porque un impaciente no es manso. Este pasaje me gusta mucho porque ante las críticas de sus hermanos hacia su autoridad, y hacia las decisiones que Moisés había tomado, la escritura dice que “y lo oyó Jehová” Mostrando que la mansedumbre producto de la paciencia de Moisés, lo que hizo fue que Dios saliera en su defensa, y efectivamente más adelante vemos como Dios castiga con lepra la rebeldía de su hermana.

Eso nos enseña que el que es autoridad de parte de Dios, no tiene necesidad de defenderse pues es Dios quien lo respalda.

Muchísimos años después en el libro de Hebreos se nos cuenta cuál era realmente la esperanza que tenía Moisés, que llevó le llevó a ser paciente y el hombre más manso de la tierra. Dice así:
Hebreos 11:24-27 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,25escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 26teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 27Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible

Al contarnos la escritura que Moisés renunció a la posición que tenía en Egipto, a los tesoros de los egipcios, a los deleites temporales del pecado, nos está diciendo que la esperanza de Moisés no estaba en esta tierra.

Su esperanza estaba en la riquezas de la crucifixión de Cristo. Qué es igual a decir que su esperanza estaba en el cristianismo, en el Nuevo Pacto, en el perdón ofrecido por Dios, y en la recompensa en los lugares celestiales.

Y la verdad no tengo ni idea como en esa época, este hombre llegó entender el vituperio de Cristo y la bendición que vendía para nosotros, gracias a este sacrificio. Pero eso que entendió era para el mucho más valioso que la vida más placentera que pudiera vivir sobre la tierra, Y esa fue la razón por la cual con el poder y la paciencia que este le permite tener pudo enfrentar cosas muy difíciles.

Pero además de esa esperanza que insisto es lo que le permitió tener paciencia, también tenía muy claro que la clave estaba en mirar al invisible, al Dios todo poderoso que siempre nos respaldará cuando hacemos su voluntad. Y esto resulta todavía más fácil cuando conocemos y confiamos en el absoluto cumplimiento de sus promesas.

Es decir no hay duda que su esperanza estaba en la eternidad, en el poder de Dios, y en todas aquellas cosas que Dios nos ha prometido que todavía no vemos, pero que son mas ciertas que las que vemos ahora.

Y por supuesto cuando nuestra esperanza y por lo tanto el poder para tener paciencia no está basado en cosas terrenales, podemos tener la certeza de qué seguiremos teniendo poder para vivir con paciencia, porque las cosas eternas ofrecidas por Dios, si ninguna duda sucederán.

También es importante poder distinguir entre la paciencia humana producto a veces del humanismo, de la paciencia sobrenatural producto de nuestra confianza en Dios.

La paciencia humana que a veces con rapidez se agota, o que se prolonga más de la cuenta produciendo daño, es una paciencia que depende de los resultados terrenales…

Pero la paciencia sobrenatural como tiene como esperanza objetivos eternos, y como fortaleza nuestra confianza en las promesas de Dios, es una paciencia que no se agota. La escritura es muy clara cuando dice:

1 Pedro 1:13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;

Ceñir los lomos del entendimiento podemos entenderlo como no piense tonterías, no piense en especulaciones, no piense en fantasías, sea realmente sabio e inteligente en lo que está pensando, no piense como borracho… Sino que esperemos por completo en el regalo que recibiremos cuando Jesucristo venga por nosotros.

Y por supuesto si estamos esperando el premio que recibiremos cuando Jesucristo venga, por supuesto que no vamos a esperar llenos de amargura, miedo o intranquilidad, sino que lo haremos con gozo, con paz y con verdadera paciencia.

Eso quiere decir que toda nuestra esperanza lo cual da fuerza a nuestra paciencia debe estar fundamentada por completo en lo que pasará después de nuestra muerte. O lo que pasará en el momento en que Jesucristo venga por la iglesia, que es similar en el sentido de qué es el fin de nuestra vida con este cuerpo en esta tierra.

Porque si nuestra esperanza y la fuerza de nuestra paciencia está determinada por lo que va a pasar ahora… Podemos estar muy equivocados, pues los resultados que esperamos pueden no llegar jamás, entonces vamos a desfallecer…

Que usted se porta muy bien y tiene paciencia ante las pruebas porque está seguro que se va a casar… A lo mejor no se casa. Que usted se porta muy bien y tiene paciencia porque cree que va a ser millonario… Quién sabe si eso sea lo que Dios quiera. Que usted se porta muy bien y tiene

mucha paciencia porque va a tener una iglesia gigantesca… Quién sabe si eso suceda. De hecho los discípulos de Jesús soportaron con mucha paciencia muchas cosas y no recibieron nada de esto.

Y como la paciencia no debe depender de las cosas que suceden ahora, por esa razón es que la escritura dice:

Colosenses 3:23 al 24 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

Si vamos a recibir como recompensa la herencia que el Señor tiene para nosotros, es obvio que tenemos que servirle a él, y hacer todas las cosas que hagamos para el… Y el texto aclara; “y no para los hombres”.

Es por esta razón que por ejemplo; le decimos a los esposos que traten a sus mujeres como unas reinas, amenlas, edifíquenlas en el Señor, ténganles paciencia y sigan tratándolas como Dios dice, aunque ellas no cambien, aunque siga siendo las fieras de siempre.

Es cierto que cuando la mujer, cuando los hijos, cuando los discípulos o los empleados o aun cuando los negocios cambian y prosperan producto de nuestro buen comportamiento, es fácil encontrar el ánimo y la fortaleza para seguir con paciencia haciendo lo correcto.

Pero cuando no cambian a pesar de lo que hacemos, de todos modos tenemos que seguir haciendo con paciencia lo que Dios nos ordena, y la fortaleza para hacerlo debe depender de la esperanza que tengamos en lo que recibiremos después de nuestra muerte.

Esa paciencia demostrada en seguir haciendo lo correcto, a pesar de que la gente no responda de manera adecuada a lo que hacemos, es lo que salvará nuestra alma, haciendo que cada la vez sea más grande el premio que vamos a recibir al otro lado.

Esta misma enseñanza o principio lo podemos ver en un pasaje profético acerca del fin de los tiempos que dice:

Lucas 21:16 al 19 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros;17y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 19Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas….

Gracias a Dios no es un pasaje para nosotros, se refiere al pueblo de Israel y a los que se conviertan en aquella época, en que se desatara una tremenda persecución en contra de ellos, (la gran tribulación) matarán a algunos como dice el pasaje, pero la resistencia haciendo lo correcto es lo que proveerá salvación, pues en esa época la salvación dependerá de la fe, pero esa fe deberá llevarlos hasta el fin de esos días o hasta su muerte sin rendirse a las exigencias del anticristo, porque si no resisten se condenarán.

Sólo la paciencia producida por la esperanza de la salvación, hará que ellos resistan hasta el final o mueran por no negar a Jesucristo para poder salvarse.

En nuestro caso, ya habiendo sido salvados por medio de la fe, gracias a la paciencia y a la misericordia de Dios, entre más paciencia tengamos para seguir haciendo la voluntad de Dios, más será transformada nuestra alma, permitiéndonos obtener un galardón cada vez más grande, lo cual también implica cada vez más autoridad para gobernar en el milenio.

Mientras que la impaciencia como lo vimos en el caso de Moisés, traerá pérdida para nuestra vida.

Cuando uno ve de manera general la historia de la relación de Dios con Moisés y el pueblo, recuerdo que la primera impresión fue descubrir un pueblo muy rebelde por causa de su incredulidad, un Dios queriendo juzgar al pueblo dando la impresión de ser muy duro y como con deseos de acabar con el, y a un Moisés que en su paciencia, gracias a sus súplicas no dejó que el pueblo fuera exterminado.

Hoy entiendo que era una situación que Dios usaba para engrandecer la vida de Moisés para la eternidad, y también entiendo que Moisés es una representación en pequeño de Jesucristo. La escritura dice:

Romanos 3:24 al 25 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados…

Gracias a la muerte de Jesús nosotros un pueblo rebelde que no merecíamos ser salvados, hemos sido perdonados, y la escritura explica que esto se opera cuando somos bautizados por el Espíritu Santo, lo cual implica una identificación con Cristo.

Gálatas 3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

Este pasaje no está hablando del bautizo en agua sino en el Espíritu Santo.

Cuando uno revisa cómo fue que Moisés sacó al pueblo de Egipto, es evidente que todas esas cosas sucedieron gracias a la fe que Moisés depositó en Dios, que le llevó a obedecer y ser paciente, porque el pueblo no salió gracias a su fe ya que no creían, y tampoco a su paciencia porque era muy impacientes, por eso es que la escritura dice que el pueblo fue bautizado (identificado) en Moisés.

1 Corintios 10:1-2 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; 2y todos en Moisés fueron bautizados

Dando a entender que el pueblo fue identificado por misericordia en la fe que Moisés tenía en Dios, y que gracias a su paciencia (a pesar de la tremenda rebeldía e incredulidad del pueblo) Moises sirvió de intermediario para que Dios les diera la libertad.

La paciencia que a veces pasamos por alto es un ingrediente indispensable y de muchísima importancia en nuestras relaciones. Es tan importante la paciencia que gracias a la paciencia de Dios es que nosotros tuvimos la oportunidad de obtener la salvación, así como acabamos de leer que Dios en su paciencia pasó por alto nuestros pecados, y colocó a Jesucristo para que por medio del seamos justificados.

Aun cuando vamos a los días de Noé, también podemos ver que la paciencia fue un ingrediente indispensable no sólo para la salvación de Noé y su familia, sino que también fue una oportunidad para el mundo de aquella época. La escritura nos muestra:

Hebreos 11:7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.

Imaginémonos a Noé y su familia construyendo un arca, un barco en un monte, recibiendo la oposición de todos aquellos que pensaron que estaba loco, y sin embargo el continuó según algunos cálculos como 100 años en el proyecto que Dios le había encomendado. No hay duda que para esto se requirió de mucha paciencia.

Y esos cien años de espera también fueron de parte de Dios, una espera paciente para que otros muchos tuvieran la oportunidad de salvarse junto con Noé. Pues la escritura dice:

1 Pedro 3:18 al 20 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; 19en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,20los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.

No es como mal interpretan algunos que Cristo bajo a los infiernos a predicar para dar oportunidad de salvación a los que vivieron antes, en la época de Noé. Lo que realmente hizo, es qué fue a proclamar su victoria sobre el pecado, confirmando con esto la condenación de aquellos que en otro tiempo le desobedecieron, obviamente porque no creyeron.

Por eso aclara; “Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca” En otra versión más fácil de entender dice:

1 Pedro 3:20 Estos habían sido desobedientes en tiempos antiguos, en los días de Noé, cuando Dios esperaba con paciencia mientras se construía la barca, en la que algunas personas, ocho en total, fueron salvadas por medio del agua.

Cien años pregonando un mensaje de salvación, Dios esperando con paciencia, pero sólo ocho se salvaron…. En el día de hoy la paciencia de Dios sigue siendo un medio para proveer salvación, pues la escritura dice:

2 Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Esta paciencia que creo que nos falta, no es simplemente para esperar hasta que el Señor venga, sino para esperar haciendo lo que Dios nos manda respecto de los perdidos, hasta que el Señor venga.

Es decir la verdadera paciencia en este aspecto se demostrará porque hacemos algo de manera continua para que la gente conozca de Cristo. Y se requiere paciencia para insistir en este asunto porque la escritura nos muestra cómo será el tiempo del fin. Dice así:

Lucas 17:26 al 29 Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.27Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.28Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.

Lo que nos enseña este pasaje es que los que se perderán estarán todos ocupados en su vida terrenal, comiendo, bebiendo, casándose, teniendo hijos, etc. Y el engaño en que muchos caerán es que están dedicados a esta vida terrenal pero con la ayuda de Dios, lo cual parece que fuera lo correcto, el problema es que estos que se perderán no tienen como prioridad hacer la voluntad

de Dios, y por esta razón sólo hacen la voluntad de Dios cuando todo está muy bien, pero cuando las cosas se complican y ven necesario desobedecer a Dios no tienen ningún problema en hacerlo.

Y si nos preguntamos: ¿Por qué viven de esta manera? Pues porque Dios no está en primer lugar como dice el primer mandamiento, y por qué la fortaleza de su paciencia está en la esperanza de las cosas de este mundo, y cuando no funcionan no hay paciencia para seguir haciendo la voluntad de Dios.

Mientras que los verdaderos cristianos hacemos la voluntad de Dios, y cuando las cosas no salen bien respecto de las cosas y los valores de este mundo, de todos modos seguimos haciendo la voluntad de Dios, porque nuestra esperanza no está en las cosas de este mundo, sino en lo que recibiremos cuando el Señor regrese por nosotros, o cuando vayamos a su presencia si morimos antes del rapto.

No estoy diciendo que no debemos esperar cambios respecto de las cosas materiales, producto de actuar con paciencia, lo que estoy diciendo es que la razón de nuestra paciencia no pueden ser esos cambios, sino que como Moisés tenemos que buscar una esperanza mejor para tener el poder necesario y esperar con paciencia.

En el caso de Moisés el pueblo al final no entró, entró un nuevo pueblo. Los siervos de Dios debemos trabajar con paciencia, quién sabe si el pueblo para el cual trabajamos entre, pero alguien entrará, y aun si nadie entra que no creo que sea sí, nosotros que hemos tenido paciencia ciertamente no perderemos la recompensa.

Según la escritura hay cuatro razones por las cuales debemos aplicar paciencia sin límites, es decir una paciencia que nunca se acaba. Pero también la escritura nos muestra que hay una paciencia que tiene límites, y tiene límites porque cuando está paciencia se prolonga entonces en lugar de bendición se termina recibiendo maldición, por lo tanto debemos evaluar cuál es el aprender a evaluar cuál es el límite de la paciencia… Pero eso lo veremos en la siguiente reunión.

Por ahora pidamos de al Señor que nos dé claridad acerca de cómo está nuestra paciencia, es decir que tanto de nuestra paciencia es terrenal y que tanto proviene del cielo, respecto de nosotros mismos, de otros y respecto de lo que Dios ha prometido darnos. La escritura dice:

Hebreos 6:11–12 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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