Related media

Listen

 LA ADORACIÓN 1
LA NECESIDAD DE LA ADORACIÓN

I. INTRODUCCIÓN

El argumento de algunas personas cuando el apóstol Pablo les compartió el evangelio, era: Los judíos el pueblo elegido por Dios, fue el pueblo que recibió la palabra, pero su incredulidad y su desobediencia a la palabra hizo que este pueblo crucificara a su Salvador… Entonces: ¿Si ellos, su propio pueblo no creyó, entonces porque he de creer en esa palabra?

Por supuesto cuando la gente usa el argumento de aquellos que han sido incrédulos para ellos justificar no acercarse a Dios, ignoran voluntariamente que hay otros que si han creído. Porque la verdad es que fueron también judíos los que transmitieron las buenas noticias que nos han llegado hasta el día de hoy.

Y entonces uno les puede preguntar porque ponen los ojos en los que no han creído, en lugar de colocarlos en los que si lo han hecho…. ¿Cuál es la respuesta que ellos pueden dar?

Es decir: ¿Qué razón tienen ellos para no creer en los discípulos de Jesús, en los apóstoles, y en muchos hombres que si han creído en el evangelio?

No hay una lógica o una respuesta sensata a la elección que ellos hacen, y que muchos hacen, porque muchos colocan los ojos en alguna mala iglesia, y esa iglesia según ellos es suficiente para criticar y descalificar a todas las iglesias aunque no las conozcan, y para descalificar a todos los pastores aunque tampoco los conozcan.

Pero además de qué no es sensato que sólo escojan los malos testimonios para no seguir a Dios, hay algo todavía más importante, y es lo que el apóstol dijo a los que usaron ese argumento en aquella época. El les dijo:

Romanos 3:3–4 ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? 4De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso;

Sencillo: Si Dios manifiesta la verdad aunque absolutamente nadie la crea sigue siendo verdad. Y si los hombres deciden no creerle, eso sólo corrobora lo que la escritura dice, que los hombres somos malos y el único bueno es Dios. Por lo tanto el mal testimonio de iglesias o creyentes jamás será una razón válida delante de Dios para no creerle.

Pero aunque nuestra fe no puede depender de lo que otras personas crean o no, de todos modos si podemos encontrar en las escrituras testimonios de vidas muy desafiantes, que pueden motivarnos a vivir la clase de vida que ellos vivieron, teniendo la certeza de qué si se puede vivir de esa manera. Es decir el cristianismo si funciona. Y por eso es que podemos leer:

Hebreos 12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante….

Aunque es posible que en el cielo haya testigos mirando lo que hacemos, al mirar otra traducción vemos que dice:

Hebreos 12:1 Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe… (Esas personas que han demostrado su fe son los buenos testimonios de que la vida con Dios si funciona)

Y cuando el verso comienza diciendo “Por eso”, está dando una razón para lo que debemos hacer, y a lo que se refiere ese “por eso”, es al capítulo once de Hebreos dónde se hace en una lista de aquellos hombres que por creerle a Dios vivieron vidas espectaculares. Y estos testimonios deben motivarnos a tomar la decisión de no cometer más pecados y también dejar aquellas cosas que sin ser pecado, estorban lo que Dios quiere hacer en y a través de nosotros.

Pero al disponernos a hacer esto hay dos cosas que tenemos que hacer que son muy importantes. Si volvemos a leer:

Hebreos 12:1….despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante….

La primera es que debemos correr. Que es igual a decir que hacer la voluntad de Dios no es algo que debemos dejar para mañana, dejar el pecado tampoco lo debemos dejar para mañana, y despojarnos de aquello que nos estorba tampoco debe ser dejado para mañana. Todo tiene que ser hecho cuanto antes.

Tal vez no hace falta la aclaración sin embargo déjeme decirles, que esta carrera a la que se refiere no es una carrera en la cual competimos con otras personas, ni con otros cristianos, porque Dios jamás nos pone a competir los unos contra los otros.

Algunos pueden pensar que la carrera es contra Satanás, cual de manera continua quiere estorbar nuestro caminar con Dios, sin embargo la escritura nos enseña que Satanás en esta época se ha convertido en un idiota útil, para cumplir los propósitos de Dios aun en nuestra vida. Por lo tanto la carrera no puede ser contra él.

Creo que la carrera debemos entenderla como el camino que Dios tiene para cada uno de nosotros, y obviamente quien realmente se puede oponer a que caminemos por ese camino somos nosotros mismos, nuestra carne, nuestros malos deseos, nuestros malos sueños, aún nuestros traumas y miedos.

Pero para todo esto que se opone, la solución es comenzar a correr la carrera, porque en la medida que avanzamos, nuestra obediencia al Señor mas la paciencia, van a ir transformando nuestra vida de tal manera que cada vez podremos avanzar con más velocidad.

Algunos ya saben que estoy sacando tiempo para montar en bicicleta, y la primera vez que fui fue supremamente difícil para mí, sude, me acabé el tarro de agua, me dolían las piernas, la nalga, me faltaba el aire, etc. Y la solución a toda esta incapacidad no era dejar de montar, si no seguir montando teniendo paciencia… Hoy me alegra que es mucha gente a la que paso cuando antes me pasaba todo el mundo.

De la misma manera funciona la vida espiritual, al comienzo nuestra carne se opone tenazmente, pero en la medida que hacemos la voluntad de Dios vamos siendo sanados y podemos correr cada vez con más velocidad. Esto que acabo de decir lo podemos ver de manera condensada en el siguiente pasaje:

1 Pedro 1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

Dice que debemos purificar nuestras almas, es decir sacar de ella todo lo que está mal, y esto se logra a través de la obediencia a la verdad, es decir haciendo la voluntad de Dios. Pero esa obediencia no puede ser en nuestras fuerzas o en nuestra carne, porque nuestra carne se opone a hacer la voluntad de Dios por lo tanto tiene que ser una obediencia en el Espíritu, es decir como vimos la semana pasada debemos dejar que Cristo en nosotros nos motive y nos dé el poder de hacer su voluntad.

El resultado de esta obediencia a la voluntad de Dios en el Espíritu, es que cuando nuestra alma se ha purificado, entonces podremos amar a los demás no sólo con amor fraternal no fingido… ¿Qué quiere decir esto? Pues sencillo: ¿Cuantas veces sonreímos a aquel que nos cae mal, cuántas veces reconocemos las buenas cosas de otros pero no de corazón, cuántas veces decimos desear el bien para otra persona, pero no de manera sincera?

Cuando el alma se ha purificado no sólo nuestro amor es sincero, sino que llegamos a amar de manera entrañable y con un corazón puro.

Y cuando esto sucede en nuestra vida, nos gozamos de una manera increíble al hacer la voluntad de Dios, pero mientras el proceso de sanidad se completa en nuestro corazón nos cuesta un poco de trabajo, nos duele en la carne, nos duele en el ego, nos duelen muchas cosas por causa de nuestros apegos, de nuestra idolatría, y por eso es que es necesaria la paciencia para seguir obedeciendo hasta que se opere la sanidad.

Siendo esto cierto, también lo es que cuando estamos en este proceso de obediencia en el cual requerimos paciencia para que Dios sane nuestro corazón, cuando volvemos a pecar echamos para atrás y hacemos que nuestra enfermedad, qué en realidad es maldad aumente, y por eso podemos encontrar en la escritura advertencias como la siguiente:

Hebreos 3:15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.

El pueblo escuchó la voz de Dios pero en lugar de creerle y ponerla por obra endurecieron sus corazones, y eso hizo que Dios castigara al pueblo aún negándole la entrada a la tierra prometida.

Creo que para la mayoría es fácil en determinado momento saber qué es lo que Dios quiere que hagamos, pero también en la mayoría hay esa lucha interna por complacer a su carne, y si decidimos complacerla impedirá que hagamos la voluntad de Dios.

Esa es la batalla que todo creyente debe librar, y algo que nos puede ayudar es ver la cantidad de testimonios de hombres de fe que han vivido y han ganado la carrera.

Sin embargo al ver estos testimonios para motivarnos a través de ellos, hay que verlos desde el punto de vista de Dios no del de los hombres, porque resulta que podemos encontrar en esta lista hombres que gracias a su victoria espiritual sobre el pecado, hicieron cosas espectaculares y además agradables.

Hebreos 11:33–35 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 34apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 35Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección…

Seguro que nos gustaría ser los protagonistas de estas hazañas tan espectaculares, nombra hasta resurrección de muertos… Sin embargo también podemos encontrar otros hombres igualmente victoriosos en el sentido espiritual, cuyos resultados aunque son agradables a los ojos de Dios, no lo son a los ojos de los hombres, y a esto me refiero cuándo digo que los resultados hay que verlos desde el punto de vista de Dios.

Es más estos hombres victoriosos espiritualmente que no tuvieron los buenos resultados que el mundo desea, son de un valor tan especial a los ojos de Dios que la escritura dice:

Hebreos 11:36 al 38 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. 37Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38de los cuales el mundo no era digno;

Son los que llamamos mártires, sin embargo vistos desde el punto de vista de Dios dice y me parece espectacular, que el mundo no era digno de estos personajes. Es decir eran tan valiosos a los ojos de Dios que es como si se estuvieran ensuciando los pies al caminar en este mundo, por qué el mundo no los merecía, y porque merecían estar en un lugar muchísimo mejor… Que es donde ahora realmente están.

La pregunta para nosotros es: ¿Qué clase de hombres de fe queremos ser?… ¿De los que logran grandes hazañas y abren grandes iglesias y hacen grandes milagros, o de los que han tenido que sufrir y aún morir por el evangelio?

Creo no equivocarme al pensar que aunque nosotros entendemos que la vida no depende de la cantidad de bienes que poseamos, todavía nuestro corazón no ha sido conquistado por completo con la verdad de Dios, no hemos sido sanados por completo, no hemos sido completamente limpiados de nuestros ídolos, y por eso no deseamos ser mártires, preferimos ser héroes de fe.

Será que aquí en la iglesia, ¿Habrá alguien que habiendo estudiado la vida de Job quisiera vivir una vida como la que él vivió? O ¿Habiendo estudiado la vida de los discípulos de Jesús, anhela vivir una vida como la que ellos vivieron? O ¿Acaso deseamos una vida como la de Juan el bautista que según Jesús ha sido el hombre más importante a los ojos de Dios antes del Nuevo Pacto?

Seguramente no tenemos esos deseos y por eso es bueno que nos preguntemos: ¿Cuánto tiempo será necesario para que de todo corazón tengamos la misma disposición, a vivir como reyes o como mendigos, como héroes o mártires?

Ciertamente no me atrevería a decir que eso es algo rápido y sencillo, pero tampoco podemos ver ese objetivo como algo imposible de lograr. Y ese es el error de algunos creyentes que equivocadamente terminan creyendo que Dios nunca va a lograr transformar sus vidas, y por eso perdiendo la paciencia dejan de correr la carrera que tienen por delante… Y en lugar de insistir en la obediencia tratan de vivir una vida cristiana pero con ese o esos pecados; con esos estorbos, lo cual termina haciéndolos sufrir más.

Debemos creer que el cristianismo diseñado por Dios funciona. No sólo debemos creerlo porque Dios no miente, sino por los testimonios de hombres que han obtenido esa sanidad y esa libertad, gracias a la fe y la obediencia. Por ejemplo el apóstol Pablo escribió:

Filipenses 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…

El apóstol manifiesta que absolutamente todas las cosas han llegado a ser prácticamente basura, en comparación con el precioso conocimiento de Cristo Jesús, que por supuesto se obtiene a través de la fe y la obediencia.

Cuando esta verdad esté en nuestro corazón, el resultado será que comenzaremos a vivir con un absoluto contentamiento, es decir cómo dice el apóstol Juan, nuestro gozo será cumplido, y por eso experimentaremos una alegría completa y permanente independiente de las circunstancias, porque el amor y la paz de Dios llenaran toda nuestra vida.

Pero para que esto pueda ser una realidad, tanto en las vidas de aquellos héroes como en la vida de los mártires, es necesario cambiar por completo la manera de pensar, la escala de valores, los objetivos, los sueños… Y también la fuente de poder, porque no es posible hacerlo en nuestras fuerzas, por lo tanto necesitamos que sea el Espíritu de Dios motivándonos y dándonos el poder para hacer su voluntad.

¿Por qué son necesarios todos estos cambios? Porque estamos hablando de hombres pecadores, que hemos sido dañados en nuestras almas por causa de los pecados, y por eso es absolutamente necesario que para vivir esa nueva vida, Dios tenga que destruir muchas cosas para poder construir algo completamente nuevo y muchísimo mejor.

Si entendemos la necesidad de hacer todo esto para que nuestra vida cristiana sea victoriosa, entonces dejaremos de ver como algo terrible ciertas exigencias que el Señor Jesús nos hace, como por ejemplo:

Lucas 14:33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Muchos nos acercamos a Dios convencidos de qué el cristianismo nos dará la oportunidad de obtener tantas cosas que deseamos… Y luego nos estrellamos con verdades como esta, por qué no hay duda que el requisito para vivir esa vida espectacular, es completamente opuesto a lo que nos gustaría oír.

A veces han llegado a esta iglesia cristianos que vienen de iglesias un poco chuecas, y se alegran mucho de escuchar una sana doctrina. Sin embargo no todos perseveran cuando con la misma claridad con que corregimos las malas doctrinas, también hablamos de los verdaderos requisitos para una vida cristiana victoriosa

Cuando en la escritura leemos que muchos son los llamados pero pocos los escogidos, se refiere a que una cosa es escuchar el mensaje, y otra cosa es estar dispuesto a vivirlo.

Y es por esto que muchos incrédulos salen corriendo al oír esta clase de exigencias, pero también muchos cristianos las aceptan a medias… Sin entender que aceptar a medias estas verdades es peor que no aceptarlas… Usted puede pensar que esto no suena muy bien, qué es mejor ser medio malo que malo por completo, que es mejor ser medio infiel que infiel por completo.

Sin embargo la escritura nos muestra que, no podemos negarnos a soltar ciertas cosas que resultan apreciadas para nosotros, y al mismo tiempo tomar lo que la Nueva Vida nos ofrece, porque el Señor Jesús advirtió que nadie podía hacer ese revuelto y salir bien librado. Sus palabras fueron:

Mateo 9:16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.

Esto dicho por Jesús lo podemos entender de dos formas. En primer lugar los fariseos insistían en guardar la ley y a través de ella obtener la bendición de Dios, que para ellos significaba riqueza, prosperidad, salud, protección y muchas cosas más materiales. Pero cuando Jesús viene con el Nuevo Pacto el ofrecimiento es básicamente espiritual, y lo que muchos tratan de hacer es coger promesas del Nuevo y del Viejo Pacto como si todas fueran válidas en este tiempo, lo cual termina haciendo un roto más grande.

Por qué lo que va pasar con estos creyentes, es que se darán cuenta que no se cumplen las promesas de Dios, y terminarán pensando que Dios no funciona, y creer que Dios no funciona, o creer que el cristianismo no funciona, es hacer un roto prácticamente del mismo tamaño que el infierno.

Porque una cosa es que usted viva sin Dios y algún día piense que por no vivir con Dios no le va bien, y otra mucho peor es que piense que ya ha vivido con Dios haciéndole caso, y que su vida ha resultado peor. Y ese es el resultado de aquel que sin desechar lo viejo, quiere hacer un solo paquete con lo nuevo.

Hay muchos malos testimonios de personas que dicen que ya pasaron por las iglesias cristianas, que ya probaron con el cristianismo, pero que eso quedó atrás porque no les funcionó. Por supuesto quien llega a pensar de esta manera no tienen ni idea de quién es Dios. Quien piense que el cristianismo no sirve no tiene ni idea que es el cristianismo.

Para evitar esa complicación el principio que se debe aplicar al estudiar o escuchar la palabra de Dios es el siguiente:

Santiago 1:21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.

Salvar el alma en este contexto no se refiere a recibir el perdón de Dios para al morir ir a su presencia. Salvar el alma se refiere a sanar nuestra alma, a sacar todo lo que no debe estar allí, pero para que eso funcione debo desechando todas las mentiras, la inmundicia, y la malicia de nuestro corazón, recibir la palabra de Dios.

Un alma salvada es aquella que lejos de estar controlada por todo tipo de pecados, es controlada por el Espíritu Santo produciendo un fruto de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fidelidad, mansedumbre y templanza.

Una persona que es controlada por estas actitudes es una persona que vivirá una vida espectacular que no dependerá de lo que haga ni de lo que logre obtener, sino de una libertad completa respecto del mundo, y una dependencia absoluta de Dios.

¿Pero para esto que es necesario? Cambiar por completo nuestra manera de pensar. Y como ya leímos, no será posible si no desechamos la malicia y la inmundicia al recibir la palabra de Dios.

El problema para muchos es que ni siquiera logran definir qué es lo que está lleno de malicia, o que cosas a los ojos de Dios son inmundicia que deben ser desechadas.

Y la razón de esta dificultad es que estamos contagiados de lo que el mundo hace, que ha llamado a lo malo bueno y a lo bueno malo. Por eso, lo más práctico es ir a la palabra de Dios como un bebé que no sabe nada. La escritura dice esto mismo de la siguiente manera:

1 Corintios 3:18 Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio.

Y en otra parte insiste con lo mismo:

1 Pedro 2:1 al 3 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

Por supuesto para lograr hacer esto es necesario; primero confiar lo suficiente en Dios, en la veracidad de su palabra, y en la función del Espíritu Santo que es la de guiarnos a toda la verdad. Pero sólo lograremos confiar en estos tres asuntos, sí verdaderamente deseamos hacer la voluntad de Dios. (Es una vida de fe)

Dicho al revés quiere decir que cuando alguien no confía en Dios, cuando alguien no confía en la veracidad y autoridad de la escritura, y cuando alguien no confía en la función del Espíritu Santo, es porque en realidad no quiere hacer la voluntad de Dios.

Qué bueno y que rico seria que cuando Dios nos dijera algo, nosotros inmediatamente le creyéramos. Es más; ni siquiera es necesario creerle con una gran fe. El Señor Jesús dijo que una fe tan pequeña como un grano de mostaza sería suficiente.

Hay tres pecados básicos muy graves producto de no confiar en Dios, que están representados en las cosas que estaban guardadas en el arca del pacto. Las tablas rotas de la ley que representan nuestra desobediencia a la voluntad de Dios, la vara de Aarón que representa la autoridad a la cual no nos sometemos, y el maná que representa la desconfianza respecto de la provisión de Dios.

Podemos evaluar si nuestra fe es de al menos el tamaño de un grano de mostaza, confrontándonos con el siguiente pasaje. El señor Jesús dijo:

Mateo 6:31 al 33 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

¿Cuántos de nosotros estamos obedeciendo lo que Dios nos pide, porque tenemos la absoluta certeza, sin ningún vestigio de duda, en ningún momento, ni bajo ninguna circunstancia, de que Dios siempre nos dará las cosas que necesitamos?

Si estamos creyendo en esta promesa, eso quiere decir que jamás nos preocupamos por nuestra comida, ni por el vestido, ni por la vivienda, ni por el trabajo, ni por los asuntos financieros, ventas, pago de obligaciones, universidades de los hijos, etc. Pero: ¿Es esa la realidad que estamos viviendo?

No tengo dudas que algunos ya han aprendido a confiar en la provisión de Dios. Pero no es en lo único que debemos confiar, también debemos confiar que todas las cosas ayudan a bien, y a confiar que Dios con su autoridad maneja todas las cosas, y si eso estamos creyendo, entonces quiere decir que tampoco nos preocupamos por la salud de nuestros padres o de nuestros hijos, o por la inseguridad, o por el nuevo presidente, porque cualquier tipo de preocupación estaría mostrando que nos falta confianza en Dios.

Preguntémonos: ¿Acaso no nos gustaría confiar verdaderamente en Dios para que en medio de las circunstancias hagamos lo que tenemos que hacer, pero sin jamás preocuparnos?

¿Cómo se logra? Pues sólo necesitamos oír lo que Dios dice, y tomar la decisión de creer. Así de sencillo es, pero al no despojarnos de la malicia y el engaño no lo podemos hacer.

La verdad es que cada vez que no le creemos a Dios es porque estamos creyendo a otros, incluidos nosotros mismos, es decir cuando eso ocurre es porque no queremos soltar el vestido viejo y tratamos de ponerle remiendos con lo que Dios nos da. Pero ante eso lo que el Señor nos dice es:

Lucas 14:33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Y entonces: ¿Qué hace Dios si después de hablar, y hablar, e insistir, no le creemos, y por eso no renunciamos ni al pecado ni a lo que nos estorba?

Pues si Dios habiendo hecho esta invitación no obtiene respuesta, es muy posible que en su amor, por su misericordia, por su compasión, porque es necesario para salvar nuestra alma, es decir sólo por buenas razones…. Es posible que Dios en lugar de seguir preguntando si le vamos a creer, tomé la decisión de acabar o quitar aquello que nos estorba.

Quiero que tengan en cuenta que hable de su amor, de su misericordia, de su compasión por nosotros, antes de decir que Dios puede tomar la decisión de quitar eso que nos estorba. Para que entendamos que es como una cirugía, que aunque significa hacer cosas completamente antinaturales para el cuerpo, si no se hace la persona se muere.

A cuántos: ¿Les asusta la posibilidad de que Dios venga a quitarnos aquello que nos estorba en la vida cristiana? … Y: ¿Te has preguntado y ya tienes claridad qué es lo que te está estorbando, que es precisamente lo que Dios puede decidir quitarte para ayudarte? ¿Sabes que podría ser?

¿Pero que nos asusta más; una cirugía; el trato fuerte de Dios; la pérdida de tesoros y galardones en el cielo; o peor aún, la muerte y la condenación?

La respuesta que demos a estas preguntas dependerá de cuánto la palabra de Dios haya cambiado nuestra manera de pensar, nuestra escala de valores y nuestros objetivos.

Si se están preguntando porque Dios puede quitar lo que nos estorba, es porque Dios lo ha hecho muchas veces.

La escritura nos cuenta de muchos hombres que han sido tratados por Dios de esta manera, para ser grandemente bendecidos después. A Abraham Dios lo llevó a dejar absolutamente todo para que aprendiera a confiar y a depender de Dios, a Moisés, a José, aun al pueblo mismo lo llevó muchas veces a perderlo todo para poder bendecirlos.

Pero de manera especial la escritura nos habla de un hombre del que todos hemos oído, que fue grandemente bendecido, pero que tuvo que pasar por este proceso: Job 1:13 al 19….

Los sabeos le robaron los bueyes y las asnas, fuego del cielo quemó las ovejas, los caldeos se llevaron los camellos, y un viento hechó la casa encima de sus hijos y los mató a todos, esto incluye que absolutamente todos sus siervos murieron, menos uno de cada tragedia para que viniera a traer las malas noticias.

Ya he conocido a varios cristianos a los cuales Dios les ha quitado todo hasta su esposa o su esposo e hijos y con el tiempo al igual que Job, Dios les ha dado mucho más de lo que les quitó y además les permitió a través de esa experiencia conocer y confiar un poco más en Dios.

La pregunta que te puedes estar haciendo es: ¿A qué clase de personas Dios les hace esto? Si vemos el caso de Job la descripción que la escritura hace de él antes de que le pasaran estas cosas es:

Job 1:1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal

Si sólo tomamos este pasaje, podríamos decir que aquellos a los que Dios les quita absolutamente todo es a los buenos hombres, pero por otros pasajes podemos ver que Dios también hace estas cosas cuando ve necedad y maldad en el hombre. Por ejemplo:

Isaías 1:5 al 7 Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.

Y también hay otros a los cuales Dios da este tratamiento, y no dice que lo hace por buenos o por malos, sino porque tiene un plan con ellos, ejemplo de esto tenemos en el apóstol Pablo:

Hechos de los Apóstoles 9:15 al 16 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

Aclaro esto para que no juzguemos según las apariencias, lo cierto es que Dios quiere realizar un cambio de valores en nuestras vidas, e independiente de nuestra buena o mala actitud, Dios hará con cada uno de nosotros como él considere lo mejor.

Algunos serán tratados de manera fuerte por su fe en el Señor. Y otros serán tratados de manera fuerte por su falta de confianza en el Señor. Y otros independientemente de su fe o su falta de ella, serán tratados de manera fuerte, por qué Dios tiene un plan para ellos. (Cada uno cuando le pase revise)

Lo cierto es que muchos gracias a esas situaciones difíciles se levantan como gigantes, pero otros por causa de esas situaciones caen en el lodo quedándose estancados por largo tiempo en esa misma situación, sin hundirse al profundo infierno pero sin poder tocar el cielo. Y por eso llevan mucho tiempo en situaciones difíciles o muy difíciles que no cambian.

Y entonces la pregunta importante debe ser: ¿Qué es lo mejor que puedo hacer en medio de esas situaciones difíciles para aprender la lección y salir de ellas?

Cuando revisamos el caso de Job, no es fácil descubrir dónde estaba el problema, pues la vida de este hombre como dice la escritura era una vida de rectitud y temor de Dios, que lo mantenía alejado del pecado.

Job 1:1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal

Aquí creo necesario hacer una aclaración. Cuando la escritura habla del pecado debemos entender la doctrina del pecado y poder discernir a que se refiere con exactitud. Por ejemplo la escritura dice:

1 Juan 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

Según este pasaje absolutamente todos nosotros somos pecadores. Pero debemos entender que en este pasaje se refiere a que ninguno ha alcanzado la plenitud del carácter de Cristo, por lo tanto todos aunque convencidos que hacemos lo correcto todavía hacemos cosas incorrectas. Es decir pecamos por ignorancia.

El proceso normal en la vida cristiana, es que Dios a través de su palabra y de las situaciones nos muestra esos pecados que no conocemos, para que podamos confesarlos y El pueda limpiarnos de toda maldad.

1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Según esto; cuando la escritura dice que Job era un hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal, quiere decir que este hombre vivía haciendo la voluntad de Dios de acuerdo a su comprensión de lo que era la voluntad de Dios, pero todavía seguía haciendo cosas, o pensaba cosas que consideraba correctas pero no lo eran.

Y el trato de Dios tenia como propósito corregir esas cosas que él no entendía que eran equivocadas.

Es decir no era un pecador descarado, no practicaba el pecado, pero todavía hacia cosas que no le agradaban a Dios, cosas de las cuales él no era consciente y que por supuesto necesitaban ser corregidas. La oración del rey David frente a esta verdad era la siguiente:

Salmo 139:23–24 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.

A veces a través de la oración puede que conozcamos nuestras malas actitudes y nuestros malos comportamientos, pero otras veces son necesarias situaciones difíciles para llevarnos a comprender esas verdades.

Algo así como que usted es egoísta y no sabe que es egoísta hasta que alguien lo trata con egoísmo. O es incumplido y no lo ve como pecado hasta que otro le incumple.

Lo siguiente que debemos tener en cuenta cuando estemos en situaciones difíciles, situaciones que quebrantan nuestra vida, es revisar si estamos sufriendo por querer hacer el bien o por querer hacer o haber hecho el mal. Y debemos revisar porque la escritura nos advierte:

1 Pedro 4:15 al 16 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; 16pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.

Al entender lo que dice aquí, cuando comenzaba mi vida cristiana el pensamiento que vino a mi mente fue: Sí buscando hacer la voluntad de Dios sin darme cuenta, por inmadurez, por ignorancia hago lo que no debo y obligo a Dios a tratar mi vida de formas que para mi resultan bastante dolorosas, como voy a ser tan necio de hacer las cosas mal a propósito.

Y confirmando mi pensamiento, la escritura continúa diciendo:

1 Pedro 4:17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?

Fijémonos que a pesar de no cometer pecado de manera voluntaria, el pasaje habla de un juicio que ha comenzado por la casa de Dios. Lo cual quiere decir que a pesar de nuestra buena intención cuando hacemos las cosas mal, es decir cuánto pecamos de manera inconsciente, de todos modos Dios buscará enseñarnos lo correcto para que no fallemos más, y sí para hacerlo es necesario un fuerte trato, pues Dios así lo hará.

Esa creo, fue precisamente la situación de Job, quien cuando recibió todas esas calamidades, reaccionó de manera adecuada mostrando su buena actitud. Podemos leer:

Job 1:20 al 22 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, 21y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.22En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

Este hombre, inmediatamente después de la tragedia ocurrida en su vida, manifestó su dolor por todas aquellas pérdidas, romper la ropa, rasurar su cabello, echarse tierra y cenizas sobre el cuerpo eran para los judíos la manifestación de ese tremendo dolor interior.

Es decir; este hombre no dijo: “No me importa, no me han quitado nada de valor, etc.” No. Este hombre reconoció y manifestó el inmenso dolor que había en su corazón, pero también inmediatamente nos cuenta la escritura que este hombre adoro a Dios.

¿QUÉ ES LA ADORACIÓN?

Cuando buscamos el significado de esta palabra en la escritura, entendemos que adorar a Dios es reconocerlo a él manifestando un temor reverencial, y una actitud de suprema admiración y respeto.

Quién es capaz de adorar a Dios, como consecuencia le servirá, le dará culto, es decir vivirá de acuerdo a su voluntad. Es por eso que la adoración en la escritura también es entendida como el servicio, y las palabras usadas definían a los esclavos o a los asalariados dando a entender que era una obligación adorar y como consecuencia servir a Dios.

Sin embargo aunque la adoración deba ser entendida como servicio a Dios, el inicio de este servicio para que sea agradable a Dios debe comenzar con un acto de adoración, donde reconocemos la grandeza de Dios.

Esto es igual a decir que cuando adoramos a Dios le servimos, pero no siempre que le servimos le adoramos, porque podemos servir con motivaciones equivocadas.

Y ese es uno de los problemas serios en la relación de los hombres con Dios, que muchas veces se quedaron con los rituales de adoración, es decir con el culto, pero sin una actitud de genuina adoración. Se volvieron ritualistas y perdieron por completo su relación con Dios.

Por fin tuvimos una vigilia, a muchos les gusta la vigilia, porque quieren buscar esos momentos en los cuales de una manera ferviente adoran, alaban y reconocen las bendiciones de Dios… La pregunta es: ¿Son así de obedientes en su vida, es decir también le adoran a través de la obediencia y el servicio?

Porque puede pasar que aquí derramemos nuestro corazón en oraciones y alabanzas a Dios y salgamos a pelear con nuestro cónyuge, o con nuestros padres o con nuestros hijos…

Este mismo pecado se comete en las iglesias donde sin enseñar una sana doctrina, y sin un acto de adoración genuino, se lleva la gente a seguir una serie de normas humanas que puede llegar a ser muy exigentes pero sin valor delante de Dios.

¿Pero qué nos cuenta la estructura respecto de Job y su adoración? Si volvemos a leer:

Job 1:20 al 22 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, 21y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.22En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

Según esto la adoración que Job hizo, la hizo de manera correcta, por eso dice que no pecó. Y si adoro de manera correcta entonces debemos preguntarnos: ¿Qué incluyó la adoración que Job hizo? Y entonces podemos ver que:

Reconoce que absolutamente todo lo que tiene, aun la vida misma le pertenece a Dios…
Reconoce que Dios puede darle lo que quiera y quitarle lo que quiera cuando quiera…
Reconoce que cuando Dios da o cuando Dios quita lo que el hombre debe hacer es bendecirlo…y
Reconoce que cuando Dios hace cualquiera de estas cosas Dios tiene un propósito que por supuesto es bueno en gran manera.

¿Estamos enfrentando no sólo las situaciones difíciles sino la vida misma con esa actitud de adoración?

¿Entendemos y creemos de todo corazón que absolutamente todo lo que tenemos, aún la vida misma no nos pertenece?

¿Entendemos y creemos de todo corazón que como nada es nuestro Dios puede hacer lo que quiera y cuando quiera con lo que nos ha prestado, y en respuesta debemos alabarlo?

Y sobretodo: ¿Entendemos y creemos que cada acción de Dios acerca de todo lo que tenemos, de lo que nos da o de lo que no nos da, cada decisión que él toma la toma sólo para bendecirnos y por eso debemos adorarlo?

Cuándo entendemos la grandeza de Dios le adoramos, y cuando le adoramos aceptamos estas verdades que son indispensables para vivir la auténtica vida cristiana.

Oremos agradeciéndole a Dios por lo que ya creemos… Pero también clamemos para que nos muestre los estorbos que hay en nuestra vida que nos impide creerle como debiéramos hacerlo.

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

Estamos en spotify
Síguenos