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HOMBRES DE PALABRA – PARTE 1

I. INTRODUCCIÓN

Si buscamos resumir dónde está la clave para una vida cristiana poderosa, donde no sólo la alegría sea permanente, sino la paz, la esperanza y además la certeza absoluta de una herencia incontaminada, inmarcesible e marchitable en los cielos… Tendremos que decir que todo se centra en una sola cosa y es; que creamos en Dios.

El problema es que hay muchos que creen que creen en Dios, pero cuando escuchamos la definición que ellos tienen de Dios, sabemos que ellos no están creyendo en Dios, porque Dios no es así cómo ellos piensan.

Por qué si alguien dice que cree en Dios pero piensa que él no es fiel, que no tiene amor por la humanidad, que no es misericordioso, que no es justo, por supuesto esta persona no está creyendo en Dios, porque Dios no es así.

Igualmente hay muchos que dicen que le creen a Dios, pero cuando escuchamos lo que ellos creen que Dios ha dicho, sabemos que tampoco le están creyendo, porque Dios no ha dicho lo que ellos dicen.

Cuándo realmente creemos en Dios tenemos una imagen de el perfecta, infalible, poderosa, justa, misericordiosa, paciente, es decir la verdadera imagen que su palabra nos da de él… Y cuando creemos en lo que Dios ha dicho, sabemos que su palabra es absolutamente cierta, confiable, poderosa, infalible, de tal manera que podemos confiar ciegamente en él y sus promesas que están en la escritura. (Estoy hablando de una escritura bien interpretada)

Esta misma confianza en Dios y su palabra es lo que nos permite descansar gracias a la salvación que él nos ha otorgado a través del Nuevo Pacto, porque el Nuevo Pacto es en realidad una continuación mejorada del pacto que Dios hizo con Abraham.

Insisto: El Nuevo Pacto no es una continuación del viejo pacto de la ley dado a Moisés, sino del pacto que hizo Dios con Abraham, y podemos confiar ciegamente en esto porque cuando le hizo la promesa a Abrahán, para mostrar lo infalible de este pacto Dios hizo lo siguiente:

Hebreos 6:13 Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo…

No puedo evitar pensar cuando veo a las personas o aún cuando veo películas que cuando alguien dice; “te juro que volveré, te juro que pagaré, o yo aseguro que tal cosa o tal otra”… No puedo dejar de pensar que siempre sobre ellos hay un poder que no pueden controlar, y que en cualquier momento puede impedir que ellos cumplan lo que han prometido, por lo tanto me parece muy necio asegurar algo sobre lo cual no tenemos control.

De hecho, por eso es que existen las pólizas de cumplimiento para los negocios, las garantías, los contratos firmados con codeudores que tengan como pagar lo que el que contrata dice que va a pagar, porque por más deseos y determinación que tengamos de cumplir, no hay nada seguro cuando hay cosas por encima de nosotros que pueden impedir que cumplamos lo prometido.

Teniendo en cuenta eso, debemos entender que cuando el Dios todo poderoso jura por el Dios todo poderoso que va a cumplir, es decir por si mismo, no hay la más mínima duda de qué si va a cumplir.

Entonces a la pregunta: ¿Cuán confiables son estas promesas de salvación? Sin lugar a dudas podemos asegurar que no hay absolutamente nada más confiable en el universo que las promesas de salvación que recibimos a través del Nuevo Pacto.

Permitan que repita nuevamente esto. No hay absolutamente nada más cierto y confiable en todo el universo, que estas promesas de salvación que forman parte del Nuevo Pacto.

Ante esto tan importante la pregunta es: ¿Pero las estamos creyendo como debemos creerlas? Por ejemplo cuando leemos:

Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

La pregunta es: ¿Creemos de todo corazón sin ninguna duda que absolutamente todo lo que nos sucede trae bendición a nuestra vida, y por eso vivimos contentos y agradecidos con Dios frente a cualquier circunstancia?… Y cuando leemos esta otra:

1 Juan 5:14 al 15 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Aquí la pregunta es: ¿Creemos de todo corazón que cualquier petición que le hagamos a Dios será respondida por él de acuerdo a su voluntad, por lo tanto siempre las respuestas que Dios nos dé serán de enorme bendición para nuestra vida… Y por eso no nos preocupa aún cuando Dios dice no a nuestras peticiones, porque sabemos que es lo mejor para nuestra vida?… Y esta:

Mateo 6:32 al 33 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

¿Estamos absolutamente convencidos, sin ninguna duda, de qué si vivimos para hacer la voluntad de Dios siempre tendremos las cosas que necesitamos para vivir, como el alimento el vestido y la vivienda, y por eso no nos preocupan las crisis terribles que suceden en el mundo? O esta:

Colosenses 3:23 al 24 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

¿Creemos sin ninguna duda que cuando hacemos las cosas de corazón para el Señor, aunque los hombres jamás reconozcan lo que hacemos, nosotros tenemos la certeza que Dios nos recompensará todo eso que hicimos, de tal manera que jamás pensamos que hacer la voluntad de Dios traerá pérdida para nuestra vida?

Podría seguir mencionando promesas hermosas y poderosas que debemos creer ciegamente, pero quiero que entendamos que cuando no creemos en alguna de estas promesas, es porque en lugar de confiar en la infalible palabra del Dios todopoderoso, estamos confiando en nosotros mismos o peor aún en otros hombres.

Y cuando esto hacemos, cuando no le creemos a Dios, no hay ni una sola justificación válida, y por supuesto esto es muy grave, porque no creer lo que Dios ha dicho es igual a decirle mentiroso. Y entonces la pregunta es: ¿De verdad estamos creyendo que Dios nos está mintiendo?

Porque esa es la realidad, pues cuando no creemos alguna de estas promesas, cuando estas promesas no producen paz y alegría en nuestro corazón, es porque en realidad estamos creyendo qué Dios nos está mintiendo.

Todas las situaciones traerán bendición; todas las oraciones serán respondidas para bendecir nuestra vida; todo lo que necesitamos para vivir nos será dado; y jamás perderemos la recompensa de haber hecho la voluntad de Dios… Aunque hay muchas más, estas cuatro promesas son suficientes para una vida espectacular si creemos en la fidelidad de Dios.

Pero cuando estamos tristes, cuando nos angustiamos, cuando nos resentimos, o cuando perdemos la paz y no hay gozo, es evidente que no le estamos creyendo a Dios… Y de esa incredulidad la escritura dice:

Hebreos 3:12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;

Es maldad no creerle a Dios, peor aun si no le creemos por creerle a los hombres, incluidos nosotros mismos, porque: ¿Quienes somos para contradecir a Dios? Y para evitar esto la escritura nos dice:

Hebreos 3:13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

Es necesario esto que estoy haciendo, es necesario que nos exhortemos, que nos animemos, que hagamos guerra espiritual para creer en la fidelidad de las promesas que Dios nos ha dado.

Unos versos más adelante del pasaje en el que dice que Dios juró por sí mismo, para darnos más certeza acerca del cumplimiento de sus promesas, la escritura hace una comparación con el juramento que los hombres hacen, y dice:

Hebreos 6:16 Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación.

Ciertamente entre los hombres cuando hay dudas acerca de algo, algunos acostumbran a interponer un juramento para a través de él confirmar el cumplimiento de lo prometido, o la veracidad de lo que se está diciendo. Y esto para muchos hombres es el fin de la controversia.

Al interpretar este versículo creo que debemos contextualizarnos un poco de tiempo hacia atrás, a aquella época donde la palabra de los hombres tenían mucho más valor que ahora, y por lo tanto un juramento era algo muy importante. Hoy creo que ni los juramentos en la mayoría de las personas tienen valor. Sin embargo podemos oír cosas como:

Le juro por mi madre que le voy a cumplir… Le juro por la vida de mis hijos que voy a cumplir. Que el Señor me lleve a su presencia si es que no le cumplo, que me parta un rayo, que la tierra se abra y me trague si no cumplo, etc.

Y la idea es que entre más importante sea lo que se coloque para respaldar el juramento, pues más confianza podría haber respecto de su veracidad y su cumplimiento. Y tomando este ejemplo acerca de la confianza que podría traer un juramento entre los hombres, la escritura continúa:

Hebreos 6:17 Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;

Es decir; si para los hombres un juramento es lo que les da la certeza del cumplimiento de una promesa, de manera mucho más abundante debemos creer en las promesas que Dios nos ha dado, porque ha jurado por sí mismo que las cumplirá.

Pero a veces estamos tan acostumbrados a nuestra incredulidad, que no confiar, no descansar, no tener paz gracias a las promesas de Dios nos parece que es normal. Pero la verdad es que es algo tan malo y tan perverso que Dios en algunas ocasiones, ha jurado de la siguiente manera contra aquellos que no creen su palabra. Por ejemplo:

Jeremías 22:5 Mas si no oyereis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa será desierta.

Qué tal que Dios a través de alguna profecía nos dijera a alguno de nosotros: He jurado por mí mismo que si no me oyes y no me haces caso te voy a destruir… O, he jurado por mí mismo que si no te sujetas a la autoridad te voy a destruir… O, he jurado por mí mismo que si no cumples conmigo te voy a arruinar… O, he jurado por mí mismo que si no me sigues te voy a enfermar.

Claro que si es a través de una profecía capaces somos de no creer, pero si fuera una visión o un sueño super claro y el Señor se nos apareciera, y nos dijera que nos va a destruir si no le creemos… ¿Qué haríamos?

El asunto es que si la palabra de Dios cuando es contradicha indudablemente trae consecuencias que pueden ser muy graves; ¿cuál debe ser nuestra actitud ante una promesa de Dios sobre la cual ha jurado que la cumplirá? Continúa la escritura en hebreos:

Hebreos 6:18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.

Las dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios mientras son; su promesa y el juramento. Por lo tanto es importantísimo que tengamos una fuertísima confianza en las cosas que Dios nos ha prometido.

Pero ojo, se está refiriendo a las promesas del Nuevo Pacto, no como equivocadamente algunos creen en una serie de promesas que no les corresponden por ser sólo para Abraham, o sólo para el pueblo judío, o sólo para ciertos tiempos. Por esto, un poco más adelante en éste mismo libro menciona la enorme ventaja que tenemos sobre la ley y sus promesas, los que nos hemos aferrado al Nuevo Pacto, y nuevamente dice:

Hebreos 7:18 al 20 Así que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil e inútil, 19pues la ley de Moisés no perfeccionó nada, y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.20Y Dios garantizó esto con un juramento.

El mandato anterior quedó cancelado, la ley no funcionó en el sentido de perfeccionar al hombre, por eso en su lugar, a cambio de, en remplazo dé, tenemos el Nuevo Pacto.

Fijémonos bien que no dice; además de, sino a cambio de, tenemos el Nuevo Pacto, el cual ha sido garantizado por Dios por medio de su juramento.

Y en realidad podemos hablar de dos juramentos porque cuando hizo la promesa a Abrahán juro por sí mismo, y cuando Jesús fue enviado para que a través de el comenzara a funcionar el Nuevo Pacto lo cual implicaba un nuevo sacerdocio, la escritura dice:

Hebreos 7:21–22 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. 22Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.

En estudios o sermones pasados hemos visto como este Nuevo Pacto nos da una solución tan completa al problema del hombre, que leímos que la escritura nos ordena:

Santiago 5:9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados;

No hay razones válidas para quejarnos. Cuando nos quejamos estamos ignorando el trato de bendición que Dios está dando a nuestras vidas. No quejarnos y dar gracias es en realidad sujetarnos a la soberanía de Dios, para que a través de las circunstancias Dios transforme nuestro ser interior, y toda nuestra vida y eternidad sea bendecida.

Tan cierto es esto que luego de esta orden, la de no quejarnos, el escritor nos da el ejemplo de cómo los hombres de Dios fueron afligidos para ser enormemente bendecidos:

Santiago 5:10 al 11 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.

Igualmente ya vimos que las quejas son totalmente erradicadas cuando confiamos en las promesas del Nuevo Pacto, y eso nos permite meternos en ese proceso de santificación que culminará con nosotros viviendo en la presencia de Dios por la eternidad.

Sin embargo a pesar de lo importante de no quejarse para no interrumpir este proceso de formación y santificación, la escritura continua diciéndonos algo supremamente importante. Dice así:

Santiago 5:12 Pero sobre todo, hermanos míos….

Y creo que es muy importante porque sabiendo lo valioso del proceso de formación, después de darnos el ejemplo de estos hombres bendecidos por Dios, continúa diciendo: “Pero sobre todo”

Y lo que debemos entender es que a pesar de la grandísima importancia que tiene el confiar en las promesas de Dios, para asumir las situaciones sin queja, para que Dios cumpla el proceso de santificación en nuestra vida, la escritura continúa diciendo que hay algo que debe ser añadido a lo anterior, y que es de suprema importancia.

Si nosotros le estamos dando instrucciones a una persona para manejar adecuadamente un vehículo, que pasa cuando después de haberle dado una serie de indicaciones le decimos; pero sobre todo, no se le ocurra quitar la vista del frente, mantenga los ojos en el camino.

¿Qué va a pasar si él sigue todas las instrucciones pero quita los ojos del camino? Pues que indudablemente se va a estrellar. Es decir ese sobre todo quiere decir indudablemente que eso es más importante que lo anterior.

Sin embargo, si no quita los ojos del camino, pero tampoco prende el vehículo, ni arranca, ni hace los cambios pues no va a pasar nada.

¿Qué quiero dejar bien claro? Que el “sobre todo” es importante porque sin él lo anterior pierde valor.

Arranque el vehículo, haga los cambios pero sobre todo, no quite la vista del frente.

Pique la cebolla, échele el aceite y la sal, ponga el arroz, prenda la estufa, pero sobre todo, no lo deje quemar.

Vaya al médico, hágase los exámenes, compre los remedios, pero sobre todo, aplíquese los remedios.

Crea las promesas sobre las cuales Dios a jurado, no se queje, acepte la soberanía de Dios, déjese formar por Dios para ser santo, mire el ejemplo de los hombres de Dios que fueron bendecidos, pero sobre todo…. ¿Sobre todo qué? ¿Qué es lo que sigue después de sujetarnos al trato de Dios? Dice la escritura:

Santiago 5:12 Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación.

Eso quiere decir que si hemos creído en las promesas de Dios, si hemos aprendido a sujetarnos en medio de las situaciones para que Dios transforme nuestra vida, a eso tenemos que añadirle no jurar si no tener un comportamiento donde nuestro sí y nuestro no se cumplan al pie de la letra, porque si no es de esta manera dice que caeremos en condenación.

Quejarnos hará que nuestra vida caiga en condenación, pero no ser hombres de palabra también hará que nuestra vida caiga en condenación.

Y si no nos quejamos para que Dios bendiga nuestra vida, pero no somos hombres de palabra, eso también hará que nos perdamos la bendición de Dios, qué es lo mismo a decir que toda esa sujeción, ese sufrimiento y aún esa fe no van a servir pues no ser hombres de palabra hace perder la bendición.

Y entonces la pregunta es: ¿Somos hombres o mujeres de palabra? O ¿Es usted un hombre o una mujer que no tiene que jurar para que crean que usted va a cumplir con su palabra?

Por supuesto que los hombres de palabra son aquellos que cumplen con sus compromisos… entonces: ¿Somos hombres de palabra qué cumplimos con los compromisos que adquirimos?

Veamos esto de forma más detallada. En primer lugar dice que no debemos jurar, y podemos aclarar que no debemos jurar aunque los hombres acostumbren a hacerlo. Ya leímos la escritura donde dice:

Hebreos 6:16 Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación.

La idea que queremos transmitir con nuestros juramentos es la certeza de que lo que estamos diciendo es cierto, para que las personas no duden que eso es la verdad.

El querer convencer a los demás de la veracidad de nuestras palabras o de lo responsables que somos ante nuestros compromisos no es un asunto malo, pero lo que si indudablemente es malo porque el Señor lo dice, es que tratemos de convencer a los demás a través de un juramento.

Y es tan malo tratar de convencer a los demás de lo correctos que somos a través de los juramentos que la escritura dice que eso daña el proceso de santificación.

Para entender con mayor claridad este asunto preguntémonos: ¿Lo que nos dicen las personas si no viene con juramento no es cierto? ¿Lo que tú comunicas si no ha sido confirmado con tu juramento no debe ser creído? Si eso fuera así entonces todas nuestras conversaciones deberían estar selladas con juramentos.

Pero las conversaciones de todos los hombres no están confirmadas con juramentos, y sin embargo esas conversaciones o compromisos son creídos y son cumplidos por muchas personas.

¿Qué es lo que hace que la gente utilice un juramento para confirmar la veracidad de sus palabras?

La respuesta es; el incumplimiento y la falsedad de la gente. Ciertamente hay muchas personas que no cumplen con sus compromisos, no cumplen sus promesas, llegan tarde la mayoría de las veces, dan información que no es correcta, exageran sus comentarios, mienten para justificarse, etc.

Y cuando nos relacionamos con una persona de estas es apenas normal y lógico que desconfiemos de ella.

Mas aún: ¿Confiar en una persona que ha fallado todo el tiempo será evidencia de nuestra inteligencia, de sensatez o de prudencia? Algunos que han confiado en personas así, cuando estas les fallan, hay otros que los acusan de tontos.

¿Cómo se le ocurrió confiar en fulano si siempre ha sido un mentiroso? O ¿Cómo se le ocurre confiar si él nunca cumple, él siempre llega tarde, a él siempre se le olvida, él dice que va pero nunca llega, el siempre dice luego hablamos y nunca tiene tiempo?

Y entonces cuando estas personas descubren que ya no creen en ellas, tratan de asegurar el cumplimiento de lo que dicen a través de un juramento. Cosa que a Dios no le agrada y que muestra que no han sido de palabra, que no han cumplido sus compromisos, que son mentirosos.

Pero si la escritura dice que no debemos jurar, entonces no debemos exigir, ni aceptar el juramento de los incumplidos o mentirosos, con el cual tratan de convencernos de que esta vez si van a cumplir, o que nos están diciendo la verdad. No podemos exigirlo ni debemos aceptarlo.

Y entonces le preguntan a alguien… ¿Pero entonces si vas a llegar a tiempo? Si, le prometo, le juro que esta vez sí le cumplo. ¿Pero estás seguro de lo que me estás diciendo? Si, por mi santa madre que está en el cielo yo le juro que esa es la verdad.

Ahora; ese comportamiento puede ser normal entre los incrédulos, pero cuando un cristiano pierde credibilidad a causa de su falta de palabra, o peor aún, si recurre al juramento para que su palabra sea creída… ¿QUÉ CLASE DE CRISTIANO ES?

¿Qué pasa si Dios quiere hacer de nosotros personas Santas, pero estamos acostumbrados a no cumplir nuestros compromisos, a no cumplir nuestra palabra, a llegar tarde como si fuera lo más normal, a decir cosas exageradas o fuera de contexto que no son ciertas?

No hay duda que una persona que tiene este tipo de comportamiento no respeta a los demás, tiene un comportamiento orgulloso y egoísta, piensa que los demás no valen o no son tan importantes como él, pero estos pecados contra el prójimo no son tan graves, comparados obedecer a Dios siendo personas de palabra, pues al no ser de palabra también estamos ignorando el valor de la santidad, del trato de Dios, de la confianza en el…

Y por supuesto no puede haber el crecimiento espiritual que Dios desea para nuestra vida, con razón la escritura dice: “Pero sobre todo” dando a entender que si eso no se cumple lo demás queda incompleto y se pierde.

Por todo esto es muy importante que te preguntes: ¿Eres incumplido; no llegas a tiempo; no cumples horario; no cumples tu palabra; no cumples tus compromisos; tu palabra para aquellos que te conocen ya no tiene valor; la información que das a otros no les parece confiable; tus promesas para aquellos que te conocen tampoco son confiables; son como el viento que no se sabe qué camino tomara?

Si ese eres tú, ojo, no solo te estás perdiendo la bendición de Dios, peor aún, seguramente estás haciendo tropezar a los pequeños que creen en el Señor y eso es grave. Lo contrario a ese comportamiento es convertirnos en hombres y mujeres de palabra.

Es decir; que en lugar de jurar para tratar de trasmitir credibilidad a los demás con nuestras palabras, lo que tenemos que hacer es volvernos cumplidos, responsables, puntuales, veraces. Y que producto de este buen comportamiento llegue el momento en que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no, para los que nos conocen.

Que cuando digamos por ejemplo mañana nos vemos, la persona que nos escucha tenga los certeza de que así va a hacer. Cuando digamos mañana te doy respuesta, eso es lo que hagamos, en lugar de evasivas y disculpas, de tal manera que tengan certeza de que nuestra palabra es cierta, es honorable y es cumplida.

Pero para lograr eso, si no eres un hombre de palabra debes tener en cuenta que es mucho más fácil obtener mala fama que buena. Dice la escritura:

Eclesiastés 10:1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.

Esto quiere decir que un largo y un buen comportamiento para cambiar nuestra imagen ante los demás, un solo error por pequeño que sea puede acabar con la credibilidad que otros tienen acerca de nosotros. Además la escritura dice:

1 Pedro 3:16… teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

Debemos tener buena conciencia, es decir debemos hacer la perfecta voluntad de Dios para que aquellos que hablen mal de nosotros sean avergonzados por causa de nuestro buen comportamiento.

Y esto aplicado a lo que estamos viendo quiere decir que si alguien piensa o dice que usted es un incumplido que no llega a tiempo, a través de su puntualidad usted haga que esa persona se sienta avergonzada de haber hablado contra usted.

Y si otro piensa o dice que usted no es de los que cumple con sus compromisos financieros, lo que Dios desea es que a través de su estricto cumplimiento haga sentir avergonzado a aquel que está hablando de usted.

Y entonces la pregunta es: A una persona de estas, incumplida, que no cumple sus compromisos, que llega tarde, qué no paga, que no es fiel en sus comunicaciones, que miente, que exagera: ¿El Espíritu Santo no le muestra que está haciendo mal?

Esto es casi lo mismo que preguntar: ¿Si será cristiana? ¿Si tendrá al Espíritu Santo morando en su vida?

O será simplemente falta de instrucción, por lo cual de ahora en adelante veremos a todos los que me escuchan, que llegaran cumplidos todo el tiempo, a todos lados, porque han entendido que ese es el normal proceder de un auténtico hijo de Dios.

Este asunto que estamos leyendo en la carta de Santiago, tiene su respaldo en las palabras dichas por Jesús en las cuales nos está dando instrucciones acerca de los cambios para el Nuevo Pacto. Dice así:

Mateo 5:33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

En el libro de Eclesiastés el escritor, seguramente al ver el incumplimiento de tantos que no son de palabra, da el siguiente consejo:

Eclesiastés 5:4-5 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.

Y aunque muestra con claridad que no cumplir los juramentos o lo prometido a Dios es algo que a Dios no agrada, y que nos deja en la posición de insensatos, la conclusión a la que llega es que es mejor no comprometerse, para que no se pueda decir que incumplió.

La pregunta es: ¿Será eso lo que Dios quiere que nosotros hagamos? ¿Será que es mejor no comprometernos con nada para así no incumplirle a nadie?

Más aún: ¿Será posible no comprometerse con nada para no tener el riesgo de incumplir? Pues resulta que no. Porque es imposible vivir la vida sin compromisos, pues por el simple hecho de haber recibido la vida como un regalo de Dios, ya tenemos un compromiso con Dios por lo recibido.

Si no asumimos ese compromiso terminamos en el infierno, pero habiendo asumido el compromiso con Dios nos hemos convertido en cristianos, y como cristianos tenemos compromisos ineludibles por los cuales por supuesto tenemos que responder.

Para entender esto miremos un ejemplo del viejo pacto en el que es muy claro que era de vida o muerte cumplir. La escritura dice así:

Éxodo 31:14 al 15 Así que guardaréis el día de reposo,* porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. 15Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo* consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo,* ciertamente morirá.

Pero aunque obviamente esto no es aplicable a nuestro tiempo, si nos muestra con claridad que el deseo de Dios es que su pueblo le dedicara un día, y que si alguno pensaba que tenía algo más importante que hacer, como un negocio o alguna obra y la hacía tomando la decisión de no cumplir con el día reposo, pues debía ser muerto.

En otras palabras era absolutamente necesario cumplir con este compromiso. Si vamos al Nuevo Pacto encontramos qué el verdadero día de reposo debe ser todos los días… Es decir debemos confiar tanto en Dios que nuestra vida aunque sea muy ocupada, y tengamos muchas cosas que hacer, de todos modos la vivamos en completa tranquilidad, paz y gozo gracias al Señor.

Es decir; el día de reposo ya no es una exigencia que debamos cumplir porque pertenece a la ley, sin embargo bajo el nuevo pacto si encontramos un mandato que dice:

Hebreos 10:25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Tomemos algo muy sencillo como la asistencia a la iglesia… Y entonces frente a este compromiso la pregunta que nos podemos hacer es: ¿Cada cuánto quiere Dios que usted venga a la iglesia?

¿Cuántos creen que deben venir solo cuando no tengan nada más que hacer? Qué quiero decir con esto, que si usted tiene otros compromisos entonces no viene… Pero: ¿Cuántos creen que eso sea lo correcto?

Usted puede pensar que no es que no tenga nada más que hacer, sino que hay cosas que son importantes para usted por las cuales no vale la pena ir a la iglesia.

Pero: ¿Cuántos creen que sea correcto que una persona venga dos veces al mes, o una vez al mes como su forma regular de asistir a la iglesia, porque tiene otras cosas que hacer?

Por supuesto que yo entiendo que a veces hay cosas que hacen imposible o justificable la inasistencia a la iglesia, pero no me estoy refiriendo a esos eventos, si no a que quiero que sea claro en su mente cuál debe ser su correcto proceder respecto de la asistencia a la iglesia.

Y cuando asiste a la iglesia… La siguiente pregunta es: ¿Llega cumplido, llega a tiempo o siempre llega tarde? Si todo debe ser hecho como para el Señor… Si el que te esperara a las siete de la noche de cuerpo presente fuera el Señor Jesucristo… ¿También llegarías tarde?

Por qué hago estas preguntas: Porque sólo sabiendo cuál es verdaderamente nuestra responsabilidad delante de Dios, entonces podemos evaluar si somos personas de palabra o si somos incumplidos.

¿Y por qué es importante esta evaluación? Porque así podemos saber si estamos ganando o perdiendo bendiciones, por el solo hecho de no ser cumplido en venir a la iglesia cuando Dios quiere, o a la hora que Dios quiere.

Coloco este ejemplo porque obviamente lo primero que debemos entender es que debemos ser de palabra, que debemos ser cumplidos primeramente con Dios. Y obviamente este es sólo un aspecto de las muchas cosas en las cuales debemos ser cumplidos con Dios, porque de lo contrario no somos simplemente incumplidos, sino peor aún desobedientes y rebeldes frente a los compromisos que tenemos con Dios.

Cumplir con Dios no hay duda es la responsabilidad más grande que tenemos en la vida, el problema que a veces tenemos, es que preferimos ser cumplidos con los hombres que nos ven, que ser cumplidos con Dios que también nos ve, pero que no lo vemos. Me explico:

¿Cuando estudiamos en el colegio no íbamos simplemente cuando queríamos sino que nos teníamos que ceñir al horario del colegio. Igualmente ocurría con las tareas que nos colocaban las cuales cumplíamos de acuerdo a la exigencia de los profesores… Y los que ahora trabajan en cualquier empresa también trabajan bajo las normas y los horarios de la empresa.

La razón es obvia, si no cumplíamos con los horarios y con la asistencia en los horarios establecidos es evidente que seríamos perjudicados, y por esto de buena o mala gana tenemos que cumplir.

Hablando de este tema con una pareja de empresarios a los cuales continuamente los negocios no le permitían asistir los sábados, ella me decía:

Hay muchos que vienen a la iglesia cada semana pero sólo a calentar bancas mientras que yo las pocas veces que vengo lo hago con la actitud correcta.

Ese es prácticamente el mismo argumento que mencionaron algunos cuando se les habló de la importancia de las escrituras, ellos dijeron; si los judíos no las creyeron porque nosotros las vamos a creer. Y el apóstol les respondió:

Romanos 3:2 al 4 ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios. 3¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? 4De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso;

Qué tal que usted no pague los servicios un par de meses y cuando le vengan a cortar el agua usted les diga que no tienen derecho a hacerlo porque aunque ese mes no ha pagado el mes anterior si pago con buena actitud y no como otros que han pagado de mala gana: ¿Le valdrá de algo?

Es decir si algún día Dios le preguntará: ¿Por qué no te reúnes con tus hermanos en la fe como yo lo he ordenado? Será que responderle que otros se reúnen con mala la actitud, o que otros faltan tanto como usted, será una buena respuesta para darle al Señor?

Por otro lado le dije a esta persona. Si usted dice que tiene tan buena actitud con Dios cuando viene: ¿Porque deja que su amor al mundo, su comodidad, o su pereza le impidan cumplir con Dios?

Pero bueno, después de haber definido con claridad cuáles son los compromisos que tenemos con Dios y con los hombres, quiero insistir en: ¿Estamos cumpliendo a tiempo?

Es decir; a veces cuando nos preguntan si estamos cumpliendo, nosotros insistimos en que sabemos que tenemos que cumplir, pero no lo estamos haciendo en el momento en que debemos hacerlo. Por ejemplo; nuevamente bajo el viejo pacto encontramos una norma muy sencilla que dice:

Éxodo 22:29 No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar.

La primicia eran los primeros frutos por ejemplo de una cosecha, y podría suceder que esos primeros frutos llegarán cuando ya no había mucho en la despensa, y entonces la gente decía que tenía claro que tenía que entregar la primicia, pero después de qué llegara el resto de la cosecha porque no se quería quedar sin nada…

Y esto les parecía algo muy adecuado porque tenían claro que debían dar la primicia, pero Dios dice que no debe ser de esa manera. Dios dice que hay que cumplir en el momento en que hay que cumplir, no cuando nosotros consideremos que es mejor.

Si tomamos nuevamente lo que hacemos con la gente, cuando pagamos la cuota de la tarjeta de crédito lo hacemos en el plazo establecido. Si nosotros le decimos al banco que sabemos que tenemos que pagar, pero que vamos a pagar el otro mes el asunto no nos va a funcionar bien.

Es decir no sólo hay que cumplir los compromisos hay que ser puntual al cumplirlos.

Qué es lo que realmente debemos entender, que así como Dios cumple su palabra y así como Dios es puntual, es decir nunca se le hace tarde para cumplir lo que ha determinado, nosotros como hijos de Dios debemos comportarnos igual. La escritura nos enseña que Dios cumple, y que lo hace a tiempo. Dice así:

Salmos 104:27 al 28 Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.28Les das, recogen; Abres tu mano, se sacian de bien.

Pero no sólo lo dice respecto de los animales:

Salmos 145:14 Sostiene Jehová a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. 15 Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo.

Ahora imaginen que si para el Señor un día es como 1.000 años, eso quiere decir que un día para el señor son 365.000 días para nosotros, y una hora para el señor son 15.208 días para nosotros, y un segundo para el Señor para nosotros sería 253 días. Si el señor se demorará dos segundos en darnos la provisión, sería como si llegara 500 días tarde. O sea un año y cuatro meses esperando la provisión. Sería gravísimo para nosotros.

En otras palabras el Señor es súper cumplido con nosotros, y espera lo mismo de nosotros con él y con los demás, por eso su palabra dice:

Mateo 24:45 al 47 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? 46Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. 47De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

No sé para cuántos de ustedes no es claro que pudiendo llegar a tiempo cuando llegamos tarde en realidad estamos pecando.

Si llegamos tarde a clases, si llegamos tarde al trabajo, si llegamos tarde a todas partes… No estamos cumpliendo con ese importantísimo “sobre todo que nuestro si sea sí y nuestro no sea no” y estaremos perdiendo mucha bendición. Y:¿Creen que Dios estará feliz con eso?

Pero no sólo el apóstol Santiago habló de ser hombres de palabra que cumplimos nuestros compromisos a tiempo, también el Señor Jesús lo dijo de la siguiente manera:

Mateo 5:34 al 37 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

Si nuestro si no es sí, si nuestro no no es no, entonces no somos hombres de palabra. Si no cumplimos nuestros compromisos, si no llegamos a tiempo, estamos haciendo algo que tiene mala procedencia, es decir no es algo del Espíritu de Dios, pues ese no es el comportamiento de un cristiano espiritual, ese es el comportamiento de un hombre controlado por su carne o peor aún controlado por el enemigo, y por eso, es que no ser de palabra y no ser cumplidos hace que perdamos muchas bendiciones… Una persona incumplida es una mala persona.

¿Por qué aún los cristianos no son de palabra y no son cumplidos?…..

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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