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CRISTIANOS INCRÉDULOS – PARTE 4

I. INTRODUCCIÓN

La semana pasada comencé el mensaje diciendo que uno de los grandes errores de la gran mayoría de las personas, es pensar que Dios es cómo ellos lo imaginan. Lo grave de esto, es que también imaginamos lo que Dios desea que nosotros hagamos, y entonces terminamos haciendo muchas cosas que no tienen nada que ver con la voluntad de Dios, lo cual por supuesto nos perjudica enormemente.

Respecto de esta forma de pensar podemos ver que el Señor en su palabra, después de mencionar una serie de pecados que se estaban cometiendo, le dice:

Salmo 50:21 Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sería yo como tú; Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.

Lo que Dios le está diciendo a este hombre, es que él se comportó de mala manera porque pensaba que Dios estaría de acuerdo con lo que él estaba haciendo. Pero contrario a estar de acuerdo, Dios dice qué lo reprenderá y le hará recibir las consecuencias.

Entender esto es muy importante, porque quiere decir que aún cuando actuamos de acuerdo a nuestra conciencia, no quiere decir que estamos haciendo las cosas bien. Si le damos a alguien un veneno pensando que es un remedio, el estar convencidos de que es un remedio no hará que no le haga daño. Es por esto que Jesús enseñando acerca de hacer la voluntad de Dios, dijo:

Lucas 12:47–48 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

No es lo mismo desobedecer a Dios siendo conscientes de qué le estamos desobedeciendo, que hacerlo por ignorancia. Pero aún cuando lo hacemos por ignorancia también recibimos a las consecuencias de lo que hacemos.

En otras palabras no importa lo que nosotros pensemos de Dios, sus juicios sobre nosotros no serán de acuerdo nuestros pensamientos, por mas convencidos que estemos. Sus juicios sobre nosotros serán de acuerdo a lo que Dios es, porque su justicia no cambia.

Eso también quiere decir que cuando mal interpretamos su palabra, y hacemos algo convencidos que es lo que su palabra nos dice, eso no nos justifica, y por eso no sólo perderemos la oportunidad de disfrutar de su bendición, sino que podemos aun hacernos merecedores de ciertas disciplinas.

Esto es un problema muy serio porque si estamos convencidos de estar haciendo la voluntad de Dios, pues es apenas razonable que esperemos su bendición… Y cuándo no llegue la bendición, peor aún cuando llegue la disciplina, entonces nuestra poca fe en Dios va a disminuir cada vez más, hasta que lleguemos a pensar que Dios no nos ama, o aún que no existe.

Producto de una gran cantidad de promesas que me enseñaron, diciéndome que eran para mí en este tiempo…. Al ver que no se cumplían una y otra vez, me costaba trabajo mantener mi fe en lo que creía… Pero cuando comencé a entender que debíamos relacionarnos con Dios bajo el nuevo pacto, y cuando conocí las promesas del nuevo pacto, me pude dar cuenta que Dios de una manera infalible siempre cumple sus promesas.

Sin embargo salir del engaño o la ignorancia no es fácil, en primer lugar porque; se requiere un genuino deseo de hacer la voluntad de Dios, pues cuando no lo hay, tampoco habrá la revelación de la verdad. Y en segundo lugar; porque hay muchos que están convencidos que ya salieron del engaño, pero todavía siguen engañados enseñando lo que ellos creen que es verdad.

Déjeme insistir: Aay muchos que dicen ser cristianos, y creen estar haciendo lo correcto gracias a una correcta interpretación de las escrituras, pero todavía está muy lejos de lo que Dios realmente quiere.

Pero este problema no es nuevo, en la antigüedad podemos ver que el pueblo de Israel teniendo las escrituras, dónde podían obtener el conocimiento de lo que Dios deseaba… A pesar de eso, estaban viviendo de manera completamente equivocada.

La prueba irrefutable de eso es; que las escrituras y las profecías les fueron dadas para que al venir Jesús lo pudieran reconocer… Al no hacerlo Jesús les dice:

Juan 5:45–47 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

No reconocer a Jesús como su Señor podríamos decir que es lo más grave. Sin embargo su mala interpretación de las escrituras los había llevado a vivir de forma completamente equivocada a la voluntad de Dios, y por eso podemos leer un discurso nada agradable el cual Jesús les dice, a los que en esa época eran considerados como los hombres más religiosos, como los que más cerca estaban de Dios, lo siguiente:

Lucas 11:42–54 Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. 43¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. 44¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben. 45Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. 46Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis. 47¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! 48De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros…. 52¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis.

De todo lo que les dice creo que lo más grave es lo último, pues siendo los encargados de ayudar o ser guías a los demás para entrar al reino de los cielos… Ellos no habían entrado, y con sus malas enseñanzas y su mal testimonio no dejaban entrar a los demás.

El problema es que muchos no entienden que esto que ocurrió en el pasado, todavía está ocurriendo, y según la profecía cada vez serán más los que den cada vez más malas enseñanzas, acerca de Dios y de lo que los hombres deben hacer.

Por esto aunque ya he explicado ampliamente que quien realmente confía en Dios hace su voluntad, es muy importante que nos cercioremos de que realmente estamos obedeciendo a Dios, y no a las malas interpretaciones de los hombres.

En otra ocasión las palabras de Jesús a los fariseos y los escribas, que eran de los grupos religiosos más exigentes de aquella época, y que estaban convencidos de estar haciendo la voluntad de Dios, fueron las siguientes:

Marcos 7:6–8 Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. 7Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 8Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.

Éstos religiosos se acercaron a Jesús a preguntarle que porque sus discípulos estaban comiendo sin lavarse las manos, porque ellos se habían inventado un ritual, en el cual enseñaban que comer sin lavarse las manos era pecado.

Y en respuesta, lo primero que hace es repetirles que son unos hipócritas. Entendiendo por hipócrita una persona que está dando una imagen diferente de lo que es en realidad. Ellos daban la imagen de ser personas obedientes a Dios, qué además deseaban que otros fueran obedientes a Dios, pero nada de esto era cierto… Ellos estaban haciendo lo que les venía en gana, y pretendían que todos los demás les obedecieran.

Lo segundo que les dice; es que aunque en su lenguaje ellos honran a Dios como lo más importante, en su corazón eso tampoco era cierto, y la prueba de esa falsa honra, es que estaban enseñando cosas que ellos se habían inventado, diciendo que eran mandamientos de Dios.

Hoy podemos decir lo mismo, nos encontramos con más de uno que dice seguir a Cristo, pero las exigencias, las normas, las tradiciones que siguen y enseñan, van en contra de lo que enseña la palabra de Dios. Y peor aún, cuando son confrontados con el verdadero evangelio algunos simplemente responden que ya tienen su religión y que no piensan cambiar.

La pregunta es: ¿Lo dicen de manera sincera porque tienen una buena relación con Dios, o al igual que los fariseos de forma hipócrita, porque no quieren acercarse a Dios?

Por esto cuando llegan a la iglesia personas que ya tienen su religión, no acostumbro a decirles que es lo que están haciendo mal, sino que los motivo a leer y estudiar las escrituras, porque sé que si lo hacen con juicio, con buena actitud, es decir con un deseo genuino de hacer la voluntad de Dios, van a descubrir que están haciendo cosas que Dios no ha ordenado, y aún que Dios ha prohibido.

Cuándo se habla de este asunto algunos piensan solo en la religión católica, otros en los mormones, los testigos de Jehová, sin embargo es necesario aclarar que no son los únicos equivocados, pues también podemos ver una serie de tradiciones y mandatos que no están en la escritura, pero que son enseñados en muchas iglesias cristianas evangélicas.

La escritura enseña qué no debemos hacer oraciones a los santos, ni siquiera a los ángeles. Que no debemos hacer penitencias, que no debemos orar por los muertos, que no debemos orar como loros con inútiles repeticiones… Y por otro lado la escritura no ha ordenado cosas que las iglesias cristianas evangélicas enseñan como mandatos de Dios, como por ejemplo que las mujeres deben tener cabellos largos, faldas largas, algunas prohíben usar pantalones a las mujeres, les prohíben maquillarse, también enseñan que bailar es pecado, que tomarse un solo trago es pecado, que no se deben usar imágenes en los cursos bíblicos, que es pecado ver novelas, y otra serie de prohibiciones que no están en la escritura.

Por esto es muy importante hacer una clara diferencia entre lo que Dios pide, y lo que los hombres religiosos se han inventado, porque las palabras de Jesús enseñan que la obediencia a las tradiciones no honra a Dios, y por lo tanto quiénes las guarden, no recibirán la bendición de Dios.

El apóstol Pablo hablando de este mismo tema nos dice:

Colosenses 2:20–23 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 22(en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 23Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Opuesto a lo que muchos creen, el auténtico cristianismo nos libera de la esclavitud que el mundo impone sobre los hombres, y por esto el apóstol insiste, en que los cristianos no deben estar sujetos a todas estas normas que el mundo se inventa, que pueden ser muy buenas… Pero cuando dice que no tienen valor contra los apetitos de la carne, quiere decir que no ayudan para nada a mejorar nuestra vida espiritual.

Por esta razón acostumbro a decirle a los nuevos creyentes, que no importa la religión que ellos tengan… Si son católicos, mormones o testigos de Jehová, y tampoco importa de qué iglesia cristiana vengan… Todos debemos revisar a la luz de las escrituras, si lo que nos están enseñando y lo que estamos haciendo convencidos de que es la voluntad de Dios, es realmente la voluntad de Dios.

Ya les he contado que estando en una organización cristiana, que decía ser bibliocéntrica, de todos modos me enseñaron muchas cosas que no eran correctas, por causa de mal interpretar las escrituras… Hasta que estudiando las escrituras comencé a descubrir estas enseñanzas equivocadas, y entonces tomé la decisión de revisar todo lo que me habían enseñado, para asegurarme de estar haciendo verdaderamente la voluntad de Dios.

Tener esa actitud de revisar a la luz de la escritura todo lo que nos enseñan, es evidencia de nobleza y de un verdadero deseo de hacer la voluntad de Dios. El error de muchos es que al recibir enseñanzas que les gustan, o al recibir enseñanzas de alguien que es alabado en el mundo por su sabiduría… No corroboran en la escritura la veracidad de ellas.

En la escritura podemos leer acerca de esta buena actitud:

Hechos de los Apóstoles 17:10–12 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. 11Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. 12Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres.

Su nobleza se hacía se evidente al recibir la palabra con ganas, pero escudriñando en las escrituras la veracidad de lo que les enseñaban… Y muchos creyeron en el Señor.

No necesitamos cambiarnos de religión, lo que necesitamos es ajustar nuestras creencias a la palabra de Dios, porque si no lo hacemos, de nada nos servirá obedecer por más convencidos que estemos de estar haciendo lo correcto.

DEBE SER UNA OBEDIENCIA MOTIVADA POR LA FE.

El segundo paso después de tener la absoluta certeza de saber cuál es la voluntad de Dios, porque la escritura la respalda con toda claridad, es que al obedecer debemos hacerlo solo porque confiamos en Dios. ¿Por qué es necesario insistir en este asunto?

Porque muchos pueden obedecer a Dios… Por orgullo, por vanidad, por competencia, por añadir aflicción a otros, por lógica o sentido común, por hipocresía, por intereses deshonestos, y hasta por miedo….

Ahora, cuando el Señor Jesús dijo que lo estaban honrando en vano, al hacer cosas que él no había mandado sino que ellos se habían inventado, es porque este tipo de comportamiento, aunque lo realicemos convencidos de que es la voluntad de Dios, eso se cataloga como una obra muerta. Es decir algo que no sirve para nada a los ojos de Dios.

Este comportamiento es muy común en las personas religiosas, que no tienen el Espíritu de Dios, y por lo tanto tampoco la revelación de la palabra. Por esto podemos leer en la escritura que al convertirnos en verdaderos hijos de Dios…

Hebreos 9:14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

Solo el Espíritu Santo puede cambiar nuestra conciencia, renovar nuestra manera de pensar, para que dejemos de hacer lo que nos imaginamos que es la voluntad de Dios, y comencemos realmente a obedecerle.

Después de limpiar nuestra conciencia,(que es algo que toma tiempo que depende de que tan dispuestos estamos) el siguiente paso es aprender a obedecer confiando en Dios, porque como ya mencioné, a veces hacemos lo que Dios nos manda pero con una motivación completamente equivocada, y eso tampoco sirve. La escritura dice de esto:

Romanos 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Había una discusión respecto de qué alimentos podían o no consumir, y cómo Dios en eso ha dado libertad, el apóstol les dice que hagan lo que hagan, pero háganlo con fe. Porque lo que no proviene de fe, es decir lo que no hacemos en obediencia a lo que Dios nos ha mandado hacer, es pecado.

Ojo con esto. Cada cosa que hacemos debemos hacerla convencidos que es la voluntad de Dios, y si esa no es la razón por la cual la hacemos, entonces estamos pecando.

Por esto es importante que nos preguntemos: ¿Venimos a la iglesia cada sábado porque confiamos en Dios, es decir sabemos que Dios nos lo ordena y por eso lo hacemos? ¿Leemos y estudiamos las escrituras porque confiamos en Dios? ¿Hablamos a otros de Dios porque confiamos en Dios? ¿Ejercemos autoridad en nuestra casa porque confiamos en Dios? ¿Nos sujetamos a las diferentes autoridades porque confiamos en Dios? ¿Somos fieles con los diezmos y sus ofrendas porque confiamos en Dios?

Recuerdo que hace muchos años leí en un libro que decía, que; la obediencia sigue a la fe y no a la razón. Pero… ¿Qué significa esto? Esto quiere decir que hay cosas que Dios nos pide hacer que no suenan muy razonables, y por lo tanto si creemos que debemos ser sensatos o razonables, entonces no obedeceremos a Dios.

Este es un gran error, porque Dios está por encima de nuestra razón. Lo cual quiere decir, que así no veamos razonable lo que Dios nos pide hacer, de todos modos lo debemos hacer, porque él es un Dios de milagros y los milagros están por encima de la razón.

¿Era razonable quitar la piedra de la tumba de Lázaro cuando ya estaba descompuesto? ¿Era razonable sacrificar a Isaac cuando de él dependían las promesas de Dios? ¿Era razonable sacar al pueblo de Egipto al desierto, donde era imposible conseguir alimento para más o menos 2.000.000 de personas? ¿Era razonable que Moisés se metiera al agua para que el mar se abriera y pudieran cruzar como en tierra seca? ¿Era razonable darle siete vueltas a las murallas de Jericó para que se cayeran? ¿Era razonable teniendo un ejército de 32.000 hombres, quedarse sólo con 300 para combatir un ejército incontable?

Sin embargo estos hombres obedecieron por encima de la razón, por encima de la lógica, y vieron los buenos resultados de su obediencia, gracias al poder milagroso de Dios que los respaldaba.

Cuando nuestra razón, nuestra lógica o nuestro sentido común no nos permite obedecer a Dios, entonces Dios no es nuestro Dios. Nuestro Dios es nuestra mente, que es igual a decir que somos nuestro propio Dios… Es decir en realidad estamos siguiendo un dios falso, microscópico y nos estamos perdiendo la bendición de seguir al Dios verdadero creador de los cielos y la tierra.

NO DEBE SER UNA OBEDIENCIA A MEDIAS

Sin embargo hay que tener en cuenta que la escritura dice, que nosotros fácilmente nos confundimos y no sabemos cuándo realmente estamos confiando o no en Dios. Y por esta razón es muy importante que tengamos en cuenta algo, que nos permite evaluar que tan auténtica es nuestra fe.

A lo que me estoy refiriendo, es que cuando nuestra obediencia es a medias, es porque tenemos un problema con nuestra fe. Esta obediencia a medias puede ser entendida de dos maneras.

En primer lugar estamos obedeciendo a medias cuando escogemos que obedecer y que no obedecer de los mandatos que recibimos de Dios… Quienes esto hacen creen estar haciendo muy bien, pues creen tener la suficiente sabiduría para saber cuáles mandatos de Dios son buenos y cuáles no lo son tanto. y por eso escogen cuáles hacer…

Este comportamiento es una verdadera locura, que a muchos puede parecer razonable. Pero las palabras de Dios a Job, que estaba pensando lo mismo fueron:

Job 40:8–20 ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? 9¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con voz como la suya? 10 Adórnate ahora de majestad y de alteza, y vístete de honra y de hermosura. 11Derrama el ardor de tu ira; Mira a todo altivo, y abátelo.
12Mira a todo soberbio, y humíllalo, y quebranta a los impíos en su sitio. 13Encúbrelos a todos en el polvo, Encierra sus rostros en la oscuridad; 14 Y yo también te confesaré Que podrá salvarte tu diestra.

El pequeño gran problema, es que cuando nosotros escogemos cuáles mandatos de Dios son buenos y cuales no, en realidad nos estamos colocando por encima de Dios… Y para que Job entendiera lo absurdo de su comportamiento, es que Dios le dice que haga las cosas que Dios hace, y si es capaz de hacer las mismas cosas que Dios hace, entonces sí puede decir que él tiene razón. ¿Pero si no puede hacer absolutamente nada como pretende saber más que Dios?

Además de estar cometiendo un pecado de una absurda altivez, cuando escogemos cuáles mandatos no obedecer, en realidad lo que estamos es tomando la decisión de practicar el pecado… Y quién practica el pecado según la escritura ni siquiera es un hijo de Dios.

O sea que no hay duda que quien escoge que obedecer y que no obedecer, no está confiando en Dios. Estará confiando en su razón, en sus traumas, en su lógica, o en sus amigos o en su vecino…Pero no está confiando en Dios, por lo tanto su obediencia no le traerá bendición.

Y la otra forma de obediencia a medias, es cuando hacemos lo que Dios nos ha mandado hacer pero no lo hacemos bien, y no por falta de capacidad, sino en realidad por falta de fe.

Es por esto que en la escritura encontramos fuertes represiones para corregir este mal comportamiento. Por ejemplo:

Jeremías 48:10 Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.

¡Maldito el que no haga con gusto el trabajo que el Señor encarga! ¡Maldito el que se niegue a tomar parte en la matanza!

Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere su cuchillo de la sangre.

A esta mala actitud hay que añadirle, de qué si estoy haciendo un trabajo de manera indolente, no con todas las ganas, no con verdadero gusto, evidentemente no como para el Señor, cuando el trabajo se vuelve más exigente o complicado dejamos de hacerlo. Mientras sea fácil lo hacemos, pero, si se vuelve difícil no lo hacemos. Mientras no requiera esfuerzo lo hacemos, si requiere esfuerzo no lo hacemos.

En el caso particular que menciona el versículo, el que se engaña a si mismo dirá que el si salió a la batalla. Y cuando le preguntan; ¿Pero a cuántos mataste? Responderá; No pues la verdad a ninguno pero sí fui a la batalla… El problema es que por esta mala actitud o por esta obediencia a medias el Señor dice que caerá maldición sobre él…

A mí esto me suena parecido a aquellos que uno se los encuentra y al preguntarles; ?por qué no has vuelto a la iglesia? Responden; “Es que he estado muy ocupado pero yo del Señor no me he olvidado”. Y si no se han olvidado del Señor, entonces qué pasó con el mandato que nos da su palabra, de no dejar de congregarnos?

Están maldición para el que hace las cosas a medias está en el viejo pacto. Sin embargo en el nuevo pacto podemos encontrar algo similar para aquel que obedece a medias. Dice así:

Santiago 1:5 al 8 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 6Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7No piense, pues, quien tal haga, qué recibirá cosa alguna del Señor. 8El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

Y aquí el escritor nos relaciona, la falta de fe con la duda y el doble ánimo. Diciendo categóricamente que quien actúa con tibieza o doble ánimo, producido por su falta de fe, no recibirá nada de parte de Dios. El apóstol Pablo también escribió:

Romanos 12:11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;

Habla de diligencia, de fervor, de sin pereza, con verdaderas ganas para hacer la voluntad de Dios.

El posible por lo que pasa en el mundo, que estemos acostumbrados a aceptar cosas a medias. El empleado casi siempre llega tarde pero como es honesto entonces nos lo aguantamos. La persona tenía que pagar un millón, consiguió 500, pero 500 es mejor que nada, por lo tanto mejor se le reciben. El tipo es mal marido, la verdad es un sin vergüenza pero trae la comida, entonces vale la pena soportarlo.

Pero esto que es aceptado por las personas del mundo, Dios no lo ve igual. En el viejo pacto habló de maldición para el que obedeciera a medias, y en el nuevo pacto de que no recibirá cosa alguna de Dios. Y si usted lo piensa bien, eso es igual a estar maldito.

Sin embargo, sí usted descubre que es un cristiano de obediencia a medias, uno de los errores que puede cometer es el de proponerse obedecer. Y digo que es un error, porque no es a través del esfuerzo que se disfruta de la bendición, sino a través de la fe.

Si usted es un cristiano que obedece a medias lo que debe revisar que es su fe. Y debe revisar su fe, porque cuando hemos depositado genuinamente nuestra fe en el Señor, se debe haber producido el nacimiento espiritual. Y estando vivos, esa vida nos hace necesario obedecerle. Y no a medias.

En el libro del Apocalipsis también podemos encontrar una fuerte reprensión para que el que hace las cosas a medias… Dice así:

Apocalipsis 3:14 al 15 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 15Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

El que vive para Dios está representado en la persona caliente, el que no quiere saber nada de Dios en la persona fría, y el que hace a medias en la persona tibia.

Creo que no tenemos problema en definir a la persona fría. De hecho es la que no quiere saber absolutamente nada de Dios, pero sí necesitamos hacer la diferencia entre la persona que es caliente y la persona que es tibia, pues tienen cosas en común, que hacen que la persona tibia piense que no es tibia, y por lo tanto piense que su vida con Dios está muy bien, sin ser cierto.

¿Qué nos dice este pasaje y su contexto acerca de la persona que es tibia?

En primer lugar la persona que es tibia es una persona que va a la iglesia, lo mismo que hace una persona que es caliente. Ambos van a la iglesia porque ambos creen en el Señor. Ambos oran, ambos leen las escrituras, y entonces el tibio mira al caliente y dice; “Estamos bien”

Por supuesto no van a la iglesia con la misma motivación, pero eso no se nota, no oran de la misma manera, ni hacen las mismas peticiones, pero eso tampoco se nota. Y el estudio de la escritura también es diferente pero eso tampoco se nota. Por lo tanto, el tibio piensa que el asunto está muy bien.

Hay también otro pasaje en la escritura que nos habla de los tibios y es la parábola del sembrador. En ella el Señor Jesús explicó:

Mateo 13:20 al 21 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

Y aquí nuevamente podemos ver que el tibio, el que obedece a ratos según las circunstancias, cuando llega la prueba o la aflicción dejar de obedecer… Y al final no da fruto.

Pero sí miramos bien notaremos que el tibio se alegra al oír la palabra, y si se alegra entonces será de los que dicen; “estuvo muy bueno el mensaje”… Pero a diferencia del caliente, el tibio a la final no hará caso de lo que Dios le pide. El tibio no perseverara hasta el fin. Continúa el pasaje:

Mateo 13:22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa

Aquí hay otro tibio, que oye la palabra, pero él está tan ocupado en las cosas del mundo, en sus finanzas, en su trabajo, en cómo aumentar sus propiedades o sus empresas, que no tiene tiempo para hacer verdaderamente la voluntad de Dios. Pero oye la palabra, va a la iglesia, ora, y por supuesto cree que es un cristiano caliente.

Si volvemos al pasaje de Apocalipsis vemos que es la misma relación, pues el reclamo del Señor es:

Apocalipsis 3:16 al 17 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

Como dije antes, estos personajes de Apocalipsis pertenecen a una iglesia donde los integrantes son prósperos, donde escuchan la palabra, donde se gozan, donde alaban al Señor, pero a pesar de creer que están supremamente bien, el Señor les dice que son unos miserables, pobres, ciegos y desnudos.

Y entonces resulta que ellos creen que está muy bien porque todos sus asuntos materiales andan en prosperidad, pero su vida interior es miserable y pobre delante de Dios.

Y entonces podemos también entender que una persona tibia, es una persona que busca a Dios pero con el objetivo prioritario que en su vida las cosas le salgan bien. Que su esposa este bien, que sus hijos estén bien, que su salud esté bien, que su trabajo este bien… Y a algunos les va bien, a otros no, pero insisten en que les vaya bien…

Pero lo que no entienden los tibios, es que los objetivos que tienen son los que harán que Dios los vomite de su boca. Sus objetivos que no son espirituales, son lo que los hace tibios.

Alguien puede pensar; ¿pero qué tiene de malo buscar que todas las cosas estén bien, además no me manda el Señor a ser un buen administrador de todo lo que tengo? Y ciertamente no está mal buscar que estas cosas funcionen bien, el problema está en no dar fruto espiritual. Jesús lo dijo de esta manera:

Juan 15:4 al 6 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

Cuando Jesús habla de permanecer en él, no está hablando de obediencia a medias, tampoco estaba hablando de obediencia dependiendo de las circunstancias, ni tampoco estaba hablando de permanecer en él para obtener las cosas materiales.

Él estaba hablando de que aquel que permanece en él da fruto, mucho fruto. Ahora; ¿Cuál es el fruto?

Perdonen lo simple del ejemplo, pero un árbol de naranjas, cuando alguna de las ramas da fruto; ¿Qué clase de fruto da? ¿Será que un árbol de naranjas dará billetes, o dará oro, o piedras preciosas, o carros y edificios?

Si Jesús es la vid, y nosotros la ramas que estamos pegadas a él, el fruto que nosotros debemos producir, es el mismo fruto que vimos en la vida de Jesus.

Y si no damos el mismo fruto que vimos en la vida de Jesus, entonces seremos echados, para que nos sequemos y luego seamos quemados.

Los calientes, los que viven para hacer la voluntad de Dios, los que perseveran, los que no obedecen a medias, los que obedecen a pesar de las circunstancias, darán el mismo fruto que Jesucristo produce.

Y entonces serán vidas transformadas en su interior, vidas llenas del fruto del Espíritu Santo, personas que hablan de Cristo a los demás, personas que sirven al Señor, personas que desarrollan sus dones espirituales, personas que tienen celo por las cosas de Dios, porque ese es el fruto que el Señor produce en nuestra vida.

A final de cuentas el fruto que debe producir nuestra obediencia a Dios, no es otra cosa que la manifestación de Dios a través de nosotros.

La bendición de Dios sólo puede ser obtenida a través de la fe. La auténtica fe va a producir permanencia en el Señor, la permanencia en el Señor va a producir fruto. Un Fruto que permanezca.

Gálatas 5:22–23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Oremos y preguntémonos…

¿Estamos amando con el amor de Dios?
¿Estamos enfrentando las diferentes situaciones que se presentan con gozo y cuando son más difíciles con sumo gozo?
¿Hay paz en nuestro corazón, pero esa paz que es producto de hacer la voluntad de Dios?
¿Estamos siendo pacientes con las personas que están a nuestro alrededor, especialmente con las que más amamos que es con las que a veces menos paciencia tenemos?
¿Estamos siendo benignos y bondadosos con nuestros semejantes?
¿Estamos viendo como cada vez tenemos más confianza en el Señor?
¿Hay cada vez más mansedumbre para aceptar nuestros errores y seguir la dirección de Dios?
¿Hay templanza en nuestro corazón frente a esas situaciones que antes controlaba nuestra vida?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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