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APRENDIENDO A JUZGAR – PARTE 2

I. INTRODUCCIÓN

Algo que estudiamos detalladamente hace poco tiempo, nos enseña que cuando los hombres no creen o no tienen en cuenta a Dios, el resultado o consecuencia es que pierden la capacidad de razonar, de tal manera que no lo hacen ni con verdadera lógica, ni con sentido común. El texto dice:

Romanos 1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;

Esa manera de pensar completamente equivocada los tiene convencidos de estar haciendo lo correcto, lo que ellos creen que les conviene, cuando en realidad dice el texto que están haciendo todo lo contrario. Lo que no les conviene.

Hacer cosas que no convienen es dañar por completo el plan de Dios para los hombres, de tal manera que en lugar de tener como destino la salvación en la presencia de Dios, van rumbo a la condenación eterna.

Ese es el peor de los problemas o el daño más grande que se están haciendo. Pero el tener un destino completamente equivocado no es gratuito, ya que los hombres con su absurda manera de pensar han logrado corromper por completo sus corazones, lo que los lleva a un comportamiento lleno de maldad no sólo con los hombres, sino aún con la naturaleza que los sostiene.

Y por supuesto para sentirse tranquilos a pesar de la revelación que Dios hace en el corazón de los hombres, acerca de su existencia, el hombre se ha inventado teorías para respaldar su absurda manera de pensar.

Por ejemplo; unos versos atrás podemos ver uno de sus razonamientos que les ayuda a ignorar el destino, el juicio de Dios, la eternidad y al mismo Dios. dice así:

Romanos 1:25–26 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,

Al cambiar la verdad por la mentira y honrar a las criaturas y no al creador, es lo que ha dado origen a la teoría de la evolución, donde los hombres en lugar de reconocer al Dios de la creación, han decidido endiosar a la creación con la absurda teoría de qué la tierra, el espacio, el universo se crearon asimismo solos sin ninguna intervención divina, lo cual es una completa locura que la ciencia, la verdadera ciencia jamás ha podido respaldar. Por eso hoy todavía se habla de la teoría de la evolución, es decir algo que suponen ellos que pudo haber pasado pero que no pueden comprobar.

Y se habla de ella en los documentales de animales y documentales científicos como un hecho… Lo cual demuestra la obstinación del hombre, su terquedad de no querer reconocer a Dios. El resultado además de la condenación eterna es el mundo corrompido que vemos hoy.

Pero así como negar la existencia de Dios hace que los hombres comienzan a pensar cosas absurdas, también vimos, que cuando el hombre reconoce la existencia del Dios, al no conocerlo termina haciendo juicios completamente equivocados de él. Y esos juicios que le dan una mala imagen de Dios, no le permiten invertir adecuadamente su vida, ni sus dones, ni sus talentos…Y si Dios trata su vida para mostrarle el camino correcto, esos mismos malos juicios no le permiten entender lo que Dios le quiere enseñar.

Y esa es la triste vida de la gran mayoría que creen Dios pero que no le conocen. Evidencia de esto es el libro de Eclesiastés, escrito por un hombre desde la posición de creer en Dios, pero en su ignorancia lo juzga de mala manera culpándolo de los sufrimientos de los hombres, y de la vida vana e inútil que viven sobre la tierra.

Esos malos juicios no hay duda que pervierten la comunicación de Dios con el hombre. Igual ocurre con una persona a la que juzgamos mal, si pensamos que esta persona es malvada, aún las buenas noticias que nos den nos van a producir temor, porque el juicio mal que hacemos de las personas distorsiona la comunicación. O lo contrario; pensamos que es una persona maravillosa y cuando nos echa cuentos maravillosos, los creemos todos, y salimos engañados.

Y entonces la pregunta es: ¿Cómo vivir haciendo la voluntad de Dios si mi comunicación con Dios está completamente atrofiada, por causa de los malos juicios que he hecho acerca de él?

Ese juzgar mal a Dios tiene su origen en no confiar en Dios. Y pasan los años y los hombres como si fuera una maldición, pasan a las generaciones que vienen esa mala manera de juzgar a Dios… Precisamente a eso se refiere el siguiente texto, que ha sido interpretado como una maldición generacional inevitable, lo cual no es cierto. Dice así:

Éxodo 20:4–5 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

Cuando los hombres piensan que honrando, adorando y orando a las imágenes se están comunicando con Dios, no hay duda que están haciendo un pésimo juicio del Dios verdadero.

Hacer eso es maldad, y es una muestra de una absurda manera de pensar, que cuando es enseñará generación tras generación, Dios dice que visita la maldad de los padres que enseñaron eso sobre los hijos por varias generaciones… Si lo siguen aborreciendo. Y cuando digo que si lo siguen aborreciendo es porque el verso que continúa dice:

Éxodo 20:6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Lo cual quiere decir que si en algún momento cambian su manera de juzgar a Dios, y se comunican adecuadamente con él, pues recibirán la misericordia de Dios.

De las consecuencias de juzgar mal a Dios, enseñó el Señor Jesús a través de una parábola, que muestra cómo los diferentes resultados en la vida de las personas, dependen de la forma como juzgamos a Dios, de la imagen que tenemos de él. Dice así:

Mateo 25:24 al 27 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

La parábola nos cuenta que los qué tenían buena imagen de su señor, usaron lo recibido de buena manera produciendo mucho fruto, pero él que pensaba que su señor era un hombre duro y completamente injusto, parece que por su temor sólo escondió lo recibido en lugar de invertirlo adecuadamente.

Aquí la pregunta que nos podemos hacer para evaluar cuál es la imagen que tenemos de Dios es: ¿Qué tan convencidos estamos de que hacer la perfecta voluntad de Dios realmente nos beneficia de una manera espectacular?

Es decir: ¿Estamos tan convencidos de qué hacer la voluntad de Dios trae tanta bendición que no dejamos que nada nos desvíe de hacerla?

Si no somos conscientes de la eternidad, de la condenación eterna o de la salvación eterna entonces nos será imposible ver tanto la justicia como el amor de Dios en las cosas que nos suceden, y estos malos juicios acrecientan más y mas nuestra mala imagen de Dios, y entonces aumentan los malos juicios, y como un círculo vicioso cada vez es más difícil ver a ese Dios real de amor, misericordia y compasión que tiene buenas cosas para el hombre.

Y lo peor de todo, estamos convencidos de que nuestros juicios son acertados, por lo tanto estamos convencidos que estamos haciendo lo correcto, hasta que al pasar la vida o peor aún al llegar la muerte descubrimos nuestro gran error.

Pero… Imaginemos que viene un vehículo a toda velocidad y usted está parado en la trayectoria ignorando por completo que si no se corre ese vehículo lo va a despedazar… Y alguien que se da cuenta de lo que está sucediendo al ver que no tiene tiempo de explicarle, te pega un fuerte empujón. Usted cae de narices, no se da cuenta de lo que pasó. Usted se levanta e insulta a esta persona que lo empujó por el atrevimiento y por el dolor producido por el golpe.

La razón de su mal juicio es la ignorancia acerca del peligro y el gran sufrimiento del cual fue salvado.

La pregunta es: ¿Cuántos empujones te ha dado Dios, cuántas veces te has caído de narices sin entender que Dios te está tratando de salvar de la condenación eterna? Y ¿Cuántas veces por no entender lo terrible que es el infierno, has juzgado pésimamente a Dios como si fuera injusto y falto de misericordia, cuando precisamente es su misericordia la que te aporrea para tratar de salvarte?

Ya mencioné que el origen de esos malos juicios es nuestra incredulidad. Siendo esto cierto entonces nuestra confianza en Dios nos ayudará a hacer buenos juicios, de tal manera que veremos como bendición todo lo que nos sucede. Esto es muy claro en la promesa tan conocida y tan poco creída que dice:

Romanos 8:28–29 Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. 29 Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos.

Yo sé que cada rato menciono esta promesa, y algunos pensarán que ya se la saben de memoria, y ciertamente seguro se la saben de memoria, pero si creyéramos de verdad en esta promesa al pie de la letra, nuestra vida, nuestras reacciones a todo lo que nos sucede serían de completo gozo, de alegría, de una paz que sobrepasa todo entendimiento…

En otras palabras quiero que entendamos y reconozcamos que no la creemos como debiéramos creerla, y por eso todavía experimentamos miedos, tristezas, aburrimiento, falta de propósito… Que son evidencia de qué estamos juzgando mal a Dios, y lo que hace por nosotros.

Creo que muchos solamente tomamos la mitad del versículo, donde dice que las cosas ayudan a bien, pero ignoramos que a lo que nos ayuda es a que seamos como Jesucristo… Y una forma de evaluar esto es preguntarnos, si cada vez que nos pasa algo nos preguntamos: ¿Esto en que me ayuda a ser más como Jesucristo?

Por qué si no nos preguntamos cómo nos ayuda a ser como Jesucristo, y sólo nos preguntamos cómo eso que sucede está ayudando o dañando nuestros planes personales, pues obviamente no estamos teniendo en cuenta la promesa. Lo cual es muy grave porque, la promesa nos dice cómo debemos juzgar las cosas que nos suceden, y si no la tenemos en cuenta las vamos a juzgar mal.

Y por supuesto hay una gran diferencia entre nuestros planes personales y el plan de Dios. Déjenme seguirles preguntando, para que sigamos evaluando nuestra fe respecto de lo prometido por Dios para nosotros… ¿Cuantos de ustedes sueñan con lo que van a hacer cuando estén gobernando en la eternidad?

Imagínese que usted está trabajando duramente para mandar dinero al arquitecto que le está construyendo una mansión en una colina a orillas del mar… Y él le pide cada vez más y más dinero, y usted simplemente se esclaviza y lo manda, pero nunca piensa en la mansión que está siendo construida, ni en la clase de vida que tendrá cuando viva allí.

Pues resulta que al no pensar en la mansión ni en la vida que tendrá cuando viva allí, usted sentirá que le están sacando injustamente todo su dinero… Y lo más seguro no volverá a mandar más.

Lo mismo pasa cuando vivimos la vida cristiana y no soñamos con la eternidad en la presencia de Dios, y no soñamos con lo que haremos al gobernar en el milenio, y no soñamos con ese cuerpo glorificado como el que tuvo Jesús cuando resucitó, y no soñamos con la promesa de qué jamás lloraremos ni sufriremos, porque Dios estará con nosotros supliendo absolutamente todo a manos llenas… Si no soñamos con la eternidad no tendremos la fuerza suficiente para mantenernos haciendo la voluntad de Dios.

Y esto que es supremamente importante para nosotros los cristianos, es locura para los hombres que no creen en la eternidad. Y los que piensan que si puede existir una eternidad no tienen ni idea lo que va pasar allí.

Pero hay muchísimos que piensan qué el concepto de un premio o un castigo después de esta vida es un concepto medieval, retrógrado, que gente inteligente no acepta este tipo de manipulaciones.

Pero: ¿Acaso negar la realidad hace que esta deje de existir? ¿Acaso cuando el avestruz mete la cabeza entre la arena, realmente se está librando del peligro que la acecha?

Por esto vuelvo y les pregunto: ¿No que tanto crees en la eternidad ofrecida por Dios, sino algo más práctico y es: ¿Que tanto piensas en lo que vas a hacer cuando llegues a su presencia y te toque gobernar a su nombre… Qué has soñado hacer?

La respuesta de la mayoría de los cristianos es que no piensan en eso, sin embargo si tenemos muchos sueños de lo que queremos hacer acá, aún contamos con el Señor para poder realizarlos, sin lograr comprender que estamos ignorando lo más importante. Nuestra eternidad en la presencia de Dios.

El Señor Jesús enseñó este asunto de la eternidad de muchas formas, lo hacía cuando decía que su reino no era de este mundo, cuando decía que somos extranjeros y peregrinos, cuando decía que los hombres son de abajo pero que él es de arriba, y sobre todo cuando hablaba de los eventos que habrían de venir, del juicio de Dios, de la gran tribulación, del rapto de la iglesia, de la destrucción de la tierra, de la nueva Jerusalén…Y por supuesto también a través de parábolas como la siguiente:

Lucas 16:19 al 23 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.

En ciertas religiones se ha enseñado que para entrar al cielo es necesario sufrir en esta vida… Y por eso nos cuentan historias de santos que se flagelaban, se torturaban, como si el sufrimiento fuera un requisito indispensable para llegar al cielo.

Esta parábola es posible que haya sido usada para dar esa mala enseñanza, pero no es lo que Jesús quiso enseñar, ni lo que la escritura enseña.

Si seguimos leyendo vamos a ver qué el problema de este hombre por el cual se fue al infierno, no fue por ser rico, el problema fue que no pensó en la eternidad. Tristemente eso puede suceder a muchos ricos que creen que tienen todo lo necesario, y no sólo lo necesario, si no lo más importante; el dinero con el cual pueden hacer muchas cosas… Es decir un mal juicio de lo que es la vida los puede llevar al infierno, y lo grave es que muchos descubrirán su error cuando sea demasiado tarde.

Y cuando la parábola habla del hombre que vivió una vida miserable y al final se salvó, lo que en realidad quiere enseñar, es que no importa lo deliciosa que pueda ser nuestra vida, nada justifica perderse eternamente… Y tampoco importa lo difícil que sea nuestra vida, la salvación es algo tan grande y tan espectacular, que si es necesario pasar una vida horrible y espantosa para colocar los ojos en Dios y obtener la salvación… Vale la pena.

Todo lo delicioso de la vida en la tierra se convertirá en una tortura, para aquel que termine en el infierno, y todo lo espantosa que pueda ser la vida de una persona en la tierra, no significará absolutamente nada, comparado con el gozo tan grande de estar en la presencia de Dios.

Siendo esto tan importante la pregunta es: ¿Cómo hacer un buen juicio? Y vivimos en el estudio anterior que un buen juicio siempre parte de Dios. Es decir; uno debe comenzar creyendo que Dios es justo, que Dios es perfecto, que Dios no se equivoca, que Dios es sabio…. Y como consecuencia de esto creer que su palabra es la absoluta verdad.

Y partiendo de la perfección de Dios, la perfección de sus actos y de su palabra, entonces sí buscar explicar o entender lo que está sucediendo.

Contrario a esto, un mal juicio acerca de Dios comienza cuando el hombre ve cierta situación, o analiza cierto problema desde su punto de vista, ignorando por completo lo que Dios dice, y al considerar que no está bien, culpa a Dios por este asunto.

Al hacer esto el hombre está dando por hecho de que él tiene razón, de que él tiene todo el conocimiento y toda la información necesaria para hacer un juicio adecuado… Y pensar de esta manera creo que no hay duda que es muestra de altivez, de soberbia, de embrutecimiento.

Por qué por más conocimiento que tengamos cuando hacemos un juicio, aunque tratemos de mirar todos los aspectos que tienen relación con esa situación, jamás lograremos ver el panorama completo.

Acostumbro a decir que tomamos una decisión pensando en cinco variantes y Dios toma una decisión pensando en 1000 variantes, y además Dios conoce el futuro, conoce los corazones, conoce lo que la gente va a hacer, y nosotros no tenemos ni idea de nada de eso, pero creemos que tenemos el conocimiento suficiente para hacer un buen juicio y tomar una buena decisión.

Y sin darse cuenta lo que el hombre está haciendo es colocarse en la posición de Dios, como si el hombre fuera un ser perfecto lleno de conocimiento, sabiduría etc. Y Dios un burro que está haciendo las cosas mal. Leímos las palabras de Dios a Job cuando le dice: “

Job 40:8 ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?

Y esto va a ocurrir siempre que el hombre haga sus juicios creyendo qué él tiene todo el conocimiento de la verdad.

No creo ser una persona de oración, pero si estoy convencido que he aprendido a hacer guerra espiritual… Entendiendo que la guerra espiritual es aferrarse en oración a lo que Dios ha dicho, y no dejar que nada nos saque de allí.

Si no hacemos guerra espiritual, si no colocamos toda nuestra fe en lo que Dios ha dicho resistiendo todas las mentiras del mundo, entonces terminaremos haciendo malos juicios acerca de nuestra situación, acerca de los mandatos que hemos recibido, y por lo tanto tomaremos decisiones completamente equivocadas que no convienen a nuestra vida espiritual y mas importante aun a nuestra eternidad.

Ejemplo de no hacer una buena guerra espiritual, de no aferrarnos a lo que Dios ha dicho lo podemos ver cuando la serpiente en el paraíso se le presentó a la mujer y le dijo:

Génesis 3:1 ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?

Con estas palabras Satanás estaba buscando que la mujer revisara la situación, y revisara el mandamiento dado por Dios… En ese momento ella hubiera podido decidir aferrarse a lo que Dios había dicho… Pero la verdad yo todavía no alcanzo a comprender qué fue lo que hizo que dudaran de un Dios maravilloso que les había dado absolutamente todo. Miedo, orgullo, altivez, ignorancia, estupidez… No se tal vez un revuelto de todo.

El hecho fue que el hombre se dejó motivar por Satanás, y cuando esto hizo no sólo juzgo mal a Dios, sino que también se juzgó mal así mismo, y pensó que podía tomar un camino diferente del marcado por Dios, y que le iba a ir bien, lo cual era una completa mentira.

Producto del mal juicio comenzó a ver a Dios como si fuera malo, cómo consecuencia también pensó que el mandato dado por un Dios malo pues obviamente debe ser malo. Y ese mal juicio de lo hecho por Dios, distorsionó por completo su visión de la realidad.

Déjenme repetirlo; los malos juicios al distorsionar la verdad, hacen que terminemos viendo lo malo como bueno y lo bueno como malo. En este caso podemos leer:

Génesis 3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Cuando leo este pasaje me gusta preguntar a los cristianos, especialmente a los que llevan más tiempo: ¿Cómo era el árbol? (La mayoría responden que era bueno para comer, agradable y codiciable…) Y después que contestan de manera tan equivocada les vuelvo a preguntar: ¿Cómo vio el árbol?

Porque allí está el meollo del asunto; una cosa es lo que el árbol era para el hombre, una cosa es lo que ocurriría cuando el hombre comiera del árbol, y otra muy diferente lo que el hombre pensó que el árbol era, y la consecuencia real de comer de él. Ellos esperaban llegar a ser como Dios…

Pero la realidad muy lejos de; “seréis como Dios conociendo el bien el mal” La realidad fue que el hombre se corrompió de tal manera que ni siquiera fue capaz de arrepentirse, por lo cual tomó la opción de esconderse de Dios.

Eso quiere decir que un buen juicio acerca de nosotros, igual que en el caso de Dios, tiene que ser un juicio que parta, que se origine en lo que Dios dice de nosotros, y no de lo que nosotros creemos de nosotros mismos. El apóstol Pablo escribió:

2 Corintios 10:12 Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos.

Y este es un error que cometemos prácticamente todos los seres humanos, pues al no conocer la verdad de Dios, lo normal es que al evaluarnos tomemos los valores del mundo… Un mundo gobernado por los valores y parámetros que Satanás le ha enseñado a los hombres.

Y lo que muchos no entienden es que los valores dados por Satanás a los hombres, tienen como objetivo que los hombres tomen un camino equivocado, y que al tomarlo piensen que están bien, que son buenos hombres y que por lo tanto pueden esperar un buen final.

Y entonces usamos diferentes clases de medidas; medidas culturales, que pueden ser como la de los argentinos que son supremamente cultos o la de los indígenas del Cauca. O tomamos medidas religiosas y podemos pensar en los musulmanes y entonces creernos mejores que aquellos que tratan de manera tan dura a sus mujeres.

La cultura, la religión, el arte, el comercio, todas estas cosas contribuyen a formar un concepto que algunos han llamado la conciencia social de lo que el hombre debe ser. En términos generales los hombres se miden por lo que el mundo dice, lo cual suena terriblemente absurdo cuando vemos la condición del mundo.

Piense por un momento: Cuando alguien le pregunta a usted cómo va su vida; ¿Qué medida usa usted para evaluar su situación y responder? ¿La medida del mundo o la medida de Dios?

¿Qué es un hombre normal? Le preguntaron a un famoso psicólogo y él respondió: No sé, no he visto a ninguno. ¿Será que la medida con la cual debemos medir nuestra vida es lo que el mundo llama un hombre normal?

Será que si el mundo dice que estamos mal porque no tenemos plata, porque no somos hermosos, porque estamos viejos, porque no tenemos marido, porque estamos enfermos, etc. Debemos tomar eso como la medida correcta para hacer un buen juicio acerca de nosotros, y por lo tanto buscar lo que el mundo dice que nos hace falta, para mejorar nuestra condición.

Tenemos que deshacernos de la medida que el mundo nos da, es completamente engañosa. Lo que debemos hacer es tomar la medida que Dios nos da. Su palabra dice:

Salmos 36:9 Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz.

Un buen juicio acerca de nosotros sólo puede comenzar cuando vemos la luz de Dios. No es lo que los hombres digan de nosotros, no es lo que nosotros pensemos de nosotros por honestos que seamos, un buen juicio de nosotros sólo será correcto, si tenemos en cuenta lo que Dios dice de nosotros.

¿Y qué dice Dios acerca de nosotros? El dice que somos sus criaturas, que fuimos creados para vivir una vida maravillosa para lo cual nos ha dado todas las herramientas necesarias para lograrlo, pero que un día cuando apareció la serpiente, y el hombre, es decir nosotros dejamos de confiar en Dios, eso hizo de nosotros personas pecadoras.

Y ojo no somos pecadores porque cometemos pecados. La verdad es que porque somos pecadores cometemos pecados… Y ojalá ese fuera todo el problema. Pero la situación se complica porque parte de ser pecadores es el insistir en que no somos pecadores.

Y entonces: ¿Se tomaría usted un remedio que además resulta muy costoso para una enfermedad que usted no tiene? ¿Se dejaría hacer una tremenda cirugía desde la garganta hasta el ombligo estando convencido de que su salud es perfecta?

Por supuesto que no. Por eso lo primero que Dios debe hacer con nosotros para que nos dejemos ayudar, es lograr tres cosas: Que somos pecadores y que estamos muy mal. Que necesitamos ayuda, es decir que por nuestros propios medios no podemos dejar de pecar. Y que Dios nos puede ayudar.

El proceso no es sencillo. Estamos supremamente mal pero el mundo nos dice que estamos bien y entonces allí comienza la lucha de Dios con nosotros para podernos salvar…

Cuando por fin entendemos que estamos mal, creemos que podemos salir solos, y entonces vienen todas aquellas enseñanzas de superación personal, del poder del ser humano, y cosas por el estilo y es toda una batalla para que entendamos que no es posible dejar el pecado sin la ayuda de Dios.

Pero… ¿Dice la escritura que somos pecadores? Si muchos muchos pasajes por ejemplo:

Cuándo los gentiles pensaron que eran mejores que los judíos, porque los judíos habían rechazado a Jesús aún teniendo la palabra de Dios… El Señor a través del apóstol le respondió:

Romanos 3:9 al 12 ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. 10Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Todos, absolutamente todos somos pecadores y aún cuando hemos comenzado a buscar a Dios, Dios tuvo que hacer muchas cosas en nuestra vida para lograr que lo buscáramos. Por lo cual ni eso de bueno podemos adjudicarnos.

Además cuando Dios comienza a enseñarnos lo que es correcto, eso también se convierte en una lucha y por eso dice la escritura:

1 Juan 1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Cuando uno revisa la historia del hombre respecto de este asunto, podemos ver en ella que la actitud del hombre de negar sus pecados es algo muy viejo, y que ha ido mutando, cambiando, para de múltiples maneras de todos modos negar que somos pecadores. Así comenzó:

Génesis 3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Las hojas de higuera en realidad representan la religión, es decir; lo que el hombre por sus propios medios cree que puede hacer para solucionar el problema del pecado.

Luego aparece Caín, y Caín si usted revisa bien era un hombre muy religioso, tanto que al momento de relacionarse con Dios no ofrece un cordero por qué no se considera pecador, y cuando a Dios no le agrada su actitud y su obediencia:

Génesis 4:5 pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara.

El hombre se enfureció. Como decimos en la actualidad tras de ladrón bufón. Los roban y cuando se les pide que devuelvan se enfurecen. Y que fue lo siguiente que hizo Caín después de este asunto:

Génesis 4:8 al 9 Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. 9Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

Cuando el pecador no quiere reconocer su pecado entonces ataca y buscar destruir a aquel que hace las cosas bien.

Eso sigue vigente hasta el día de hoy, si usted le dice a alguien que está haciendo algo mal, y esta persona no quiere reconocer, buscara algo malo en usted para quitar autoridad a su juicio.

Por eso hablaban mal del apóstol Pablo, por eso de los profetas también han hablado mal, y en la actualidad habla mal mintiendo de los verdaderos hombres de Dios.

Por esta necedad tan grande luego Dios les da una ley, para que ellos cuando busquen cumplirla descubran lo grande de su pecado, lo pecadores que son, pero nuevamente el hombre en lugar de cumplir la ley de Dios, al igual que Caín se inventan sus propias reglas. Jesús confrontó a los religiosos de su época:

Mateo 15:7 al 8 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 8Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. 9Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

Pero cómo parece que hablar no es suficiente, Dios también comenzó a tocar aquellas cosas que eran valiosas para los hombres para ver si así lograban comprender su pecado. Y entonces leemos:

Isaías 1:5-7 Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.

Pero esto no siempre funciona. Además Dios por su misericordia, y por sus promesas, no puede seguir tratando al hombre de acuerdo a sus pecados, porque entonces Dios tendría que destruir nuevamente al hombre como lo hizo con el diluvio.

Y entonces encontramos que Dios dice:

Mateo 5:44 al 45 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Y es por eso que en esta época podemos encontrar gente que es muy pecadora pero que igual goza del sol y de la lluvia, de la abundancia y la prosperidad. Sin embargo eso no hace que la vida del hombre sea diferente y es por eso que hay personas que aunque según el mundo lo tienen todo, viven vidas miserables porque no conocen de Dios.

¿Qué es lo último que Dios ha hecho?

Hebreos 1:1 al 2 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

Y es por eso que Jesucristo se convierte en la última palabra de Dios para el mundo. Los que vivieron y le vieron comentan:

Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Por supuesto el Señor Jesús siendo lo que es, Dios mismo, ha recibido todos los ataques de los hombres que no quieren reconocer su pecado.

En la actualidad unos ya lo colocan con María magdalena y otros llamados aún cristianos ya casi no lo mencionan por estar hablando de éxito, de prosperidad y ha logrado construir un cristianismo sin Cristo pero lleno de otras muchas cosas más. Sin embargo Jesús dijo:

Juan 13:15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

Y sus discípulos dijeron:

1 Juan 2:6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

Y entonces cuando algunos escucharon esto comenzaron a decir que Jesucristo no vino como hombre sino sólo como el hijo de Dios. ¿Con qué propósito?

Muy sencillo: Acaso no escuchado usted alguna vez que a alguien que ha sido ofendido le dicen que coloque la otra mejilla como hizo Jesús y esta persona responde ah yo no soy Jesús.

Eso es lo que tratan de respaldar los que dicen que Jesús vino solo como Dios, y no como hombre para justificar no andar como él. Pero nuevamente las escrituras nos dan una clara respuesta y en ellas dice:

1 Juan 4:1 al 3 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 2En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

Y entonces como conclusión final de este asunto debemos tener claro que, Jesucristo es la medida perfecta para saber qué clase de personas somos.

Nuestra medida no está con Salomón, ni con David, ni con Moises, ni con Pedro, ni con Pablo ni con ninguno de los grandes hombres que puedan haber existido, ni con la Madre Teresa ni con nadie. Sólo Jesús.

Por supuesto aquí vuelve y arremeten los pecadores no arrepentidos diciendo: Jesús era rico, Jesús si viviera en este tiempo viviría en los lugares más lujosos del planeta, etc. Etc. ¿Por qué enseñan todas estas mentiras?

Muy sencillo: Cómo ellos no quieren vivir de acuerdo al ejemplo de Jesús, cambian a Jesús, cambian el evangelio, para seguir siendo pecadores pero sintiéndose buenos porque andan igual que Jesús.

Pero con todo eso que hacen lo único que logran es hundirse cada día más.

Contrario a todo eso debemos decir de Jesús exactamente lo mismo que dijimos de Dios.

Jesús es el ejemplo perfecto de vida. Jesús es la verdad absoluta. Lo que Jesús nos ha mandado hacer es la medida perfecta para juzgar adecuadamente quiénes somos. Cualquier cosa que no juzguemos según su medida está mal juzgada.

De la misma manera sí queremos juzgar los objetivos que tenemos, debemos tener en cuenta que sólo serán válidos en la medida que sean los que Dios tiene para nosotros.

EL VALOR DE LO QUE NO SE VE

Y a esto creo que sólo habría que añadir que el juicio que hacemos sobre nosotros y nuestros objetivos tiene que ser un juicio basado, en lo que no se ve.

El apóstol Pablo comenzó a seguir a Jesús y tuvo épocas fáciles también tuvo épocas difíciles pero por encima de las circunstancias el aprendió que lo importante es que el plan de Dios, un plan maravilloso y perfecto se estuviera cumpliendo en su vida.

Aun cuando caminamos como cristianos, los malos juicios del mundo pueden hacer que pensemos que nuestra relación con Dios no está muy bien, sin embargo un verdadero juicio de nosotros mismos no tiene que ver con el exterior sino con el interior.

2 Corintios 4:16 al 18 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 17Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

Si las cosas externas mejoran o no mejoran no es el asunto importante, lo importante es ese eterno peso de gloria. Y es eterno peso de gloria es Cristo en nosotros formando el carácter de cada uno de nosotros para que lleguemos a ser como El.

Recuerdo cuando salí de misionero por primera vez… Las cosas humanamente salieron mal pero Dios cambio muchas cosas en mi corazón. Pero fue sólo el comienzo pues hasta el día de hoy Dios sigue haciendo cosas buenas en mi corazón, independiente que las cosas salgan bien o mal a los ojos de los hombres.

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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