PARA QUE YO LO PRUEBE SI ANDA EN MI LEY O NO

PARA QUE YO LO PRUEBE

I. INTRODUCCIÓN

Hay una historia en la escritura de la cual se puede sacar muchas enseñanzas supremamente importantes, y es la historia del maná, donde una de las enseñanzas más importantes es que Dios es muy fiel al dar la provisión a cada ser humano de acuerdo a su necesidad… Es decir aunque todos recibimos diferente cantidad, de todos modos todos recibimos lo suficiente. Dice así:

Éxodo 16:17 al 18  Y los hijos de Israel lo hicieron así; y recogieron unos más, otros menos; 18y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer.

Y lo otro que es muy importante tener en cuenta respecto de la provisión de Dios, es que no importa la época, no importa las crisis económicas, no importa quién sea presidente o que pase en la economía mundial, no importa prácticamente nada de todos modos Dios puede suplir nuestras necesidades, y el ejemplo perfecto es el pueblo de Israel que se calcula que era del millón y medio de personas, y estaban en el desierto donde es imposible conseguir el sustento para vivir… Y sin embargo Dios de forma milagrosa proveyó este alimento por cuarenta años hasta que el pueblo entró a la tierra prometida.

Esta historia se volvió muy importante para el pueblo de Israel, pues ellos creían que por haber sido sostenidos por Dios de forma milagrosa, ese evento les hacia pensar que no sólo eran un pueblo especial, sino que tenían una buena relación con Dios, lo cual no es precisamente la verdad.

En la actualidad hay muchos que creen lo mismo, que agradecen a Dios por la provisión, por los negocios, por la salud, aún por la protección, pero piensan que todas estas cosas en realidad las reciben porque las merecen, porque están haciendo las cosas bien delante de Dios, y por supuesto Dios está muy contento con ellos y por eso les da toda esta prosperidad…  Sin embargo ser sostenido por Dios, aún de manera abundante no implica tener una buena relación con Dios.

Y esto es muy claro si vemos las palabras del Señor Jesús cuando dijo:

Mateo 5:45  para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Dios en su misericordia a los malos también les da la provisión, y lo vemos en esta historia donde el pueblo de Israel fue sostenido durante cuarenta años, a pesar de que no quiso aprender a creer ni a confiar en Dios, pero por su incredulidad aunque Dios los sostuvo, al final los deshecho, y no los dejó entrar a la tierra prometida. (Entraron sólo sus hijos que eran menores de edad cuando salieron de Egipto)

Esta historia es también una figura de lo que pasa, a pasado y seguirá pasando en la tierra, donde los hombres se preocupan y trabajan por muchas cosas materiales, por su carrera, por sus bienes, pero descuidan su vida espiritual y al final aunque sean muy ricos materialmente, o muy importantes de todos modos terminan en el infierno por no haber decidido creer en Dios.

Y triste o trágicamente en esto colaboran muchos padres que se esmeran porque sus hijos prosperen en el mundo aunque no sean fieles con Dios… Lo cual puede ser gravísimo y además no tendrá solución jamás.

Pasa el tiempo y vemos que esta historia se repite, y me estoy refiriendo a Dios en la persona de Jesucristo dando una provisión milagrosa al pueblo de Israel. Dice la escritura:

Juan 6:5 al 9  Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. 8Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

Aquí encontramos nuevamente al pueblo de Israel, que está siguiendo al Señor Jesús, cómo el pueblo en el desierto siguió al Señor representado en una nube de día y en una columna de fuego en la noche, pero sin saber realmente para que, o peor aún siguiéndolo por razones equivocadas.

En esta ocasión el Señor Jesús para hacerlos conscientes de la difícil situación, pregunta a sus discípulos acerca de cómo alimentar según los cálculos cerca de veinte mil personas.

No había dinero para comprar, no había ninguna panadería dónde comprar 20.000 o 30.000 panes, si la hubiera y nos imaginamos cestas o carretillas para echar de a cien panes en cada una tendrían que ser como 200 o 300 personas cargando el pan. Conclusión; imposible. Y ya siendo claro que era imposible conseguir alimento para todos, continúa diciendo el Señor:

Juan 6:10 al 13  Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. 11Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. 12Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.

Nuevamente la provisión de Dios les permitió comer cuanto querían hasta quedar saciados, pero cuando el Señor alimento al pueblo en el desierto, el esperaba que al recibir esa provisión milagrosa, (sólo tenían que salir a recogerla) ellos reconocieran a Dios, no sólo como su proveedor material, sino como su todo, como la razón de su vida, y por lo tanto vivieran para él, lo cual bien entendido quiere decir que Dios quería para ellos una mejor vida que la que vivieron. Pero no fue así pues   decidieron no creerle.

Igualmente cuando Jesús hace este milagro repitiendo en pequeño la escena del desierto y el maná, el verdadero objetivo mucho más allá de simplemente darles de comer, era que ellos a través de la señal o milagro lograrán reconocer a Jesús como su Señor. Al leer la escritura parece que algo de eso lograron reconocer pues dijeron:

Juan 6:14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

Sin embargo aunque hay un reconocimiento de algo importante que proviene de Dios: “El profeta que había de venir” no entendían las verdaderas razones de la presencia de Jesús en medio de ellos, y por no entender el propósito de su venida, toman una decisión equivocada. La de hacerlo su rey.

No podemos tener certeza de los pensamientos de ellos, pero lo más seguro es que si lo vieron sacar alimento de prácticamente nada para una multitud tan grande, es fácil que ellos pensaran que Jesús con ese poder podía traer el bienestar social que ellos necesitaban, liberándolos de la esclavitud de los romanos y dándoles la prosperidad que ellos tanto anhelaban, y por eso tuvieron la intención de hacerlo rey. Cuando digo que es la decisión equivocada es porque la respuesta de Jesús fue:

Juan 6:15  Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.

El Señor rechazo la propuesta, porque la intención del Señor Jesús no era la de usar su poder para hacer rico al pueblo, sino a algo muchísimo más importante, salvar al pueblo de sus pecados.

Además querer hacer de Jesús el rey en esa época, en la tierra que no ha pasado por el juicio de Dios, no era lo correcto… Jesús en otra ocasión dijo:

Juan 18:36  Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.

Por esto mismo no considero correcto que los cristianos pretendan con el poder de Dios ser reyes sobre esta tierra en este tiempo.

Cuando los cristianos hacen caso omiso a esta dirección dada por Dios, sin saberlo están menospreciando el verdadero propósito de la venida de Jesús, está menospreciando la importancia tan grande de eliminar el pecado de sus vidas, y al no reconocer que todos los problemas están solo en el pecado, no están creyendo realmente en Jesús porque no están creyendo sus palabras.

Es decir; el pueblo estaba repitiendo la historia del desierto, donde a pesar de los tremendos milagros y a pesar de recibir el maná diariamente durante muchos años, el pueblo se caracterizó por una continua incredulidad, que por supuesto le llevó a ser un pueblo quejumbroso y rebelde.

Por supuesto ese es el mismo mal de toda la humanidad, pues sabemos por la escritura que todos los seres somos sostenidos por Dios: ¿Pero cuántos de ellos le reconocen como su Señor?

Lo triste es que la historia se repite una y otra vez, por causa de la obstinación del hombre que piensa que su vida dependerá de la cantidad de las cosas que posea. Por esta misma razón es que vuelven a buscarlo, y vuelven a ser exhortados por el Señor. Nos cuenta la escritura:

Juan 6:25 al 27 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

Esta es una clara evidencia de que el pueblo no entiende, que mucho más importante que la provisión física que estaban recibiendo, la clave estaba en reconocer a Jesús como su Señor y su salvador para aprender a confiar en él.

Dios en el desierto se identifica como el Dios del pueblo esperando que confíen en su palabra; Jesús también se identifica como el Dios del pueblo alimentándolos milagrosamente, esperando igualmente que confíen en su palabra.

Pero el pueblo no confía por eso buscan a Jesús por razones equivocadas, y cuando el Señor los confronta por lo ciegos que son, por la pregunta que ellos le hacen, pareciera que hubieran entendido lo que era importante. La pregunta fue:

Juan 6:28   Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 

Cuando alguien nos pregunta eso, por supuesto nos alegramos porque pensamos que esta persona ha decidido reconocer a Jesús como su Señor, y por eso están preguntando: Qué es lo que tienen que hacer. El Señor les contesta…

Juan 6:29  Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

La respuesta es la misma. Deben creer en él, deben creer en su palabra, deben creer en lo que él dice… Y entonces aprovechando esta historia la pregunta es: ¿Qué tanto estamos creyendo en la palabra del Señor? ¿Acaso estamos mejor que aquellos hombres que en el desierto no le creyeron? O ¿Acaso estamos mejor que aquellos que le buscaron sólo por el pan?

A lo largo del ministerio me he encontrado con personas que creen ciegamente en cosas que el Señor no ha dicho, en promesas que ya no son válidas, en enseñanzas de los hombresPero qué dificultad tan grande tienen para creer en la verdad revelada por Dios.

Aun en las buenas iglesias donde hay una sana doctrina, también nos encontramos con la misma necedad… Muchas veces cuando uno habla con las personas y les dice lo que deben creer, la respuesta es: “Si ya sé”. Cierto, ya saben. ¿Pero lo están creyendo?

Una forma de evaluar esto es evaluar nuestra respuesta hacia las promesas del Señor, por ejemplo dice la escritura:

Filipenses 4:6 al 7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

¿Es eso lo que estamos viviendo en el presente? Alguna vez hablando con alguien le decía que cuando todas las cosas les salen bien, el comportamiento de ciertas personas es precioso, inmejorable; pero cuando algo no sale como ellos quieren, el afán llena sus vidas y comienzan a manifestar una serie de actitudes que no sólo les hacen sufrir, si no que les traen problemas en su relación con los demás.

El afán es consecuencia de no confiar en la palabra de Dios, la paz es el resultado de confiar en el Señor: ¿Es la paz la actitud con la cual estamos enfrentando las diferentes circunstancias que Dios provee para cada uno de nosotros, o es el afán?

Sabía usted que el afán que sentimos por alguna situación, es precisamente lo que motiva a Dios a meternos en esa situación, con el propósito de que aprendamos a confiar y a dejar de sentir afán, a dejar de vivir en pecado, a dejar de sufrir…

Por si acaso para dar más claridad pregunto: ¿Por qué cosas si nos podemos afanar o preocupar?

La respuesta es que lo único por lo que si nos debemos preocupar, es cuando a propósito no hacemos las cosas como Dios manda, cuando le estamos desobedeciendo sabiendo que le desobedecemos, y no sólo debemos preocuparnos, debería darnos miedo.

Pero a veces en nuestra incredulidad hacemos todo lo contrario, es decir; no nos preocupamos cuando estamos cometiendo voluntariamente algún pecado… Pero si nos preocupamos cuando estamos haciendo su voluntad pensando en que los resultados pueden ser desfavorables.

Y si intentando hacer las cosas como Dios manda, es decir si realizando la acción la actitud no es lo mejor, o si no hay sujeción al Señor, allí en lugar de preocuparnos lo que debemos es reconocer, pedir perdón, y pedir la ayuda de Dios para tener la actitud correcta al obedecer.

Y allí debe desaparecer nuestra preocupación porque la preocupación por no poder dejar el pecado es pecado que no nos dejará dejar el pecado.

Déjenme decirlo de otra manera; tenemos que decidir no preocuparnos por nada y mantenernos en esa posición orando y recordando las promesas del Nuevo Pacto de Dios para nosotros.

Si eso hacemos teniendo al Dios creador de los cielos y la tierra, el todopoderoso, misericordioso, generoso, paciente, etc. Que está de nuestro lado: ¿Qué razón tendríamos para preocuparnos con justa razón? Ninguna. Por esto el apóstol Pablo escribió:

Romanos 8:31–32 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

Es muy común encontrar entre la gente y aun le ocurre a muchos cristianos, que cuando uno les pregunta si creen en Dios la respuesta inmediata es que sí. Aun cuando se les confronta diciéndoles que Jesucristo es Dios, muchos se sostienen diciendo que sí creen en Jesucristo como Dios.

Pero cuando damos el paso siguiente, es decir, cuando los confrontamos con la clara voluntad de Dios expresada a través de su palabra, y del por qué no le están obedeciendo, allí es cuando la fe desaparece y aparecen las justificaciones.

¿Quieres que tu matrimonio y tu vida familiar funcionen bien? Entonces como varón debes ser el sacerdote de tu hogar, el que ministra la palabra de Dios, quien ejerce autoridad a través del ejemplo, y quien está dispuesto o a morir por su esposa y sus hijos.

Y entonces allí comienzan a pensar: ¿No será mejor que el pastor vaya y hable con ella?

Igual sucede con otras áreas en nuestra vida: ¿Quieres que tu área financiera funcione bien? Pues sigue las instrucciones que Dios da, siendo fiel con Dios, siendo fiel con los demás, siendo trabajador, diligente… Etc.

Y entonces allí comienzan a pensar que la razón de su escasez no es su falta de obediencia a Dios, sino que la situación está muy difícil para todos, es decir, no creen que confiar y seguir las instrucciones que Dios nos ha dado sean la solución.

Exactamente eso pasó cuando el Señor Jesús les dijo con claridad, que la solución estaba en creer en él y en sus palabras. En ese momento el pueblo reconociendo su desobediencia y manifestando la intención de no querer hacer caso, preguntan:

Juan 6:30 al 31  Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

Por un lado se niegan a reconocer la autoridad de Jesús argumentando que él no ha hecho alguna señal o algún milagro que respalde su autoridad, cuando la realidad es que estaban allí precisamente por el milagro que había hecho. Es decir no tiene sentido su argumento, muestra sólo que han tomado la decisión de no creer.

Y en segundo lugar dicen: “Nuestro pueblo comió el pan del cielo”. Que es como dije al comienzo el razonamiento equivocado de aquellos, que creen que porque tienen lo suficiente es porque están en buena relación con Dios.  La respuesta del Señor a sus argumentos fue:

Juan 6: 32 al 33  Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

Por la respuesta podemos entender que ellos al rechazar a Jesús y sus palabras estaban rechazando el verdadero pan del cielo. Igualmente estaban rechazando la verdadera vida porque sólo Jesús puede dar vida al mundo.

De continuar con ese rechazo el resultado sería el mismo que obtuvo el pueblo en el desierto. ¿Cuál fue ese resultado? Pues que estuvieron siendo sostenidos por Dios a pesar de toda su incredulidad, a pesar de su maldad, pero al final no lograron entrar a la tierra prometida. El Señor Jesús lo dijo de la siguiente manera:

Juan 6:47-50  De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de vida. 49Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.

No creer en el Señor Jesús como Dios, incredulidad que se evidencia al rechazar su palabra e ignorar sus promesas, traerá como resultado que aunque logren vivir una buena vida sobre la tierra, al morir su destino final será la condenación eterna.

Una pregunta muy importante para los que son padres es: ¿Qué te ocupa más… Que tu hijo sea buen estudiante, buen trabajador, buen empleado para obtener una buena posición en el mundo, o que sea un buen cristiano?

La pregunta es muy importante porque muchos padres están prácticamente enviando sus hijos al infierno, pero los están enviando muy bien educados, con una carrera profesional, hasta bien casados, es decir con una buena vida pero si no conocen al Señor terminarán en el infierno.

Ahora: ¿Cuál era la actitud del pueblo cuando el Señor les ofreció sostenerlos con el maná? En la escritura podemos leer:

Éxodo 16:1 al 3  Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. 2Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; 3y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

Había pasado mes y medio de la liberación, nos cuenta otro pasaje de la escritura que fueron liberados porque el clamor del pueblo por causa de la esclavitud subió hasta el cielo y Dios decidió liberarlos. Pero al poco tiempo, cuando las cosas no estaban resultando como ellos querían, con qué facilidad olvidaron no solo lo terrible y espantoso que vivían cuando eran esclavos, si no los poderosos milagros que Dios había hecho para que los egipcios los dejaran ir.

Recordar esas dos verdades tal vez sería suficiente para que en medio de cierta crisis pudieran esperar la buena respuesta del Señor. Pero a cambio de esto, producto de su olvido ahora están murmurando, quejándose, diciendo que era mejor haber muerto, y que cuando estaban esclavos vivían mucho mejor… Mientras que ahora la intención que ellos creían que tenían Moisés y Aarón al sacarlos al desierto, era para matarlos.

Pero a pesar de toda esa mala actitud producto de su incredulidad, Dios en su misericordia insiste en sostenerlos. (Ya leímos que Dios hace llover sobre justos e injustos)

Éxodo 16:4  Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.

Si nos detenemos en esta última frase “para que yo lo pruebe si anda en mi ley o no” podemos ver que hay una relación muy estrecha entre la actitud con la cual recibimos y administramos la provisión de Dios, y nuestra obediencia a la voluntad de Dios. En otra traducción este mismo pasaje dice:

Éxodo 16:4 Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Voy a hacer que les llueva comida del cielo. La gente deberá salir cada día, y recogerá solo lo necesario para ese día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no.

Y aunque alguien podría decir que las instrucciones a las que se refiere son las que dio en ese momento, (salir cada día, recoger sólo lo necesario, no guardar para después) tengo la certeza de que se refiere a mucho más que eso, pues la escritura dice:

Lucas 16:10 al 11  El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?

Mostrándonos con claridad que si no somos capaces de seguir las sencillas instrucciones al recibir y administrar la provisión material, tampoco seguiremos las instrucciones de Dios para cosas que son verdaderamente importantes.

Déjeme repetirlo de manera similar; es importantísimo ser fieles y seguir las instrucciones de Dios respecto de las cosas materiales, porque si lo hacemos será un trampolín para recibir cosas mucho más importantes, pero si no lo hacemos será un estorbo para nuestra vida espiritual.

Voy a decirlo más claro para los que tienen dificultad en comprender: Quién no es fiel con Dios en los asuntos que tienen que ver con las cosas materiales, quien no es fiel con Dios en los asuntos financieros, esa actitud de incredulidad y rebeldía no le dejara crecer espiritualmente, y esa falta de crecimiento que nos hará débiles ante ciertas circunstancias de la vida, lo cual también implica que sufriremos innecesariamente.

Pero también quiero decir bien claro lo que no estoy diciendo, y es: No estoy diciendo que hay que pagar para obtener la bendición espiritual, eso es una enseñanza abominable dada por muchos para estafar a la gente.

Lo que realmente estoy diciendo es que la actitud de incredulidad qué nos lleva a no ser fieles con Dios y con los hombres en los asuntos financieros, se extenderá también hacia las cosas espirituales.  Por lo tanto no se trata de pagar para obtener la bendición, sino de creer y ser fieles a Dios porque esa fe que nos lleva a ser fieles, también nos permitirá ser enormemente bendecidos en nuestra vida espiritual y por supuesto en nuestra eternidad.

Las palabras del Señor Jesús confirman esta realidad, pues él dijo:

Mateo 6:24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Por sus palabras sabemos que no hay duda que ésta relación entre nuestra actitud con lo material y lo espiritual sigue vigente para nosotros dentro del Nuevo Pacto, como tampoco hay duda acerca de la provisión material prometida por el Señor.

El Señor le dio al pueblo el maná en el desierto esperando que aprendieran a confiar en él, pero ellos decidieron rechazarlo; el Señor Jesús alimento a las multitudes esperando que reconociéndole aprendieran a confiar en él, pero el pueblo le rechazó.

El Señor Jesús también promete para nosotros en este tiempo la provisión material, como una consecuencia del deseo genuino que tengamos de hacer su voluntad. Dice así:

Mateo 6:31 al 33 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Y notemos qué comienza diciendo que no debemos afanarnos… De tal manera que no tengamos el mismo proceder de los incrédulos que están enfocados, que tienen prioridad, que la mayoría de su tiempo lo invierten en obtener más recursos materiales, por supuesto, sin seguir las instrucciones de Dios.

Pero la promesa del sustento y el abrigo viene acompañada de dos advertencias. No me atrevería a decir que cuando no cumplimos con las advertencias Dios no nos dará, porque ya hemos insistido que a los malos, más precisamente a los que rechazan a Dios también Dios les da de comer.

Pero no cumplir con las condiciones evidentemente traerá perdida espiritual y sufrimiento innecesario. Ahora: ¿Cuáles son las condiciones?

La primera es, volviendo sobre lo mismo; No se afane diciendo….

Si usted está haciendo las cosas bien, si usted está haciendo lo correcto, si su intención es la adecuada, aunque pareciera que no va tener con que asumir los costos de su mantenimiento, no se afane.

Por supuesto no creo que esto aplique a aquel que está haciendo las cosas mal, que ha robado, que ha sido irresponsable, que es ventajoso, mentiroso, tramposo, y que después de haber actuado mal esta confiado porque cree que el Señor le va a dar la provisión necesaria. (Es posible que si le dé, y que le de muchas veces, hasta que Dios decida darle su buena disciplina para que deje de ser incrédulo)

La segunda condición es buscar el reino de Dios y su justicia. Y quien esto hace tendrá un comportamiento financiero obediente a los principios y mandatos establecidos por el Señor, por lo cual podrá descansar en que Dios cumplirá la promesa de darle la provisión necesaria.

Lo que debemos entender de esto es que son tan importantes las cosas espirituales, que Dios quiere que descansemos respecto de nuestra provisión material, para dedicarnos a la salvación, a la nuestra y a la de los demás. Su palabra dice:

Filipenses 2:12  Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,

Y debemos hacerlo con temor y temblor por causa de la importancia de la salvación.

El pueblo en el desierto fallo al no creer en la provisión de Dios; el pueblo con Jesús fallo o al no creer en sus palabras de salvación; ¿qué estamos haciendo nosotros respecto de este mismo asunto?

Es decir: ¿Qué tanto creemos en la provisión de Dios prometida? Y: ¿Qué tanto creemos en la importancia de seguir sus instrucciones respecto de la provisión prometida?

Ahora si usted dice respecto de este asunto: “Yo estoy bien económicamente, yo no tengo problemas y eso que no sigo las instrucciones de Dios” 

Por supuesto que eso puede ser completamente cierto, por ahora, pero esa actitud de incredulidad respecto de la provisión y las instrucciones que Dios da, va a traer consecuencias como lo podemos ver en el pueblo de Israel en el desierto.

En la escritura hay un evento que ha sido bautizado por la misma escritura como “El día de la provocación”, ese día el pueblo hizo algo tan en contra de Dios, que Dios lo usa como recuerdo para exhortarlos a no ser duros de corazón. Por ejemplo:

Salmos 95:8 al 11  Si oyereis hoy su voz, 8No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, Como en el día de Masah en el desierto, 9Donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras. 10Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido mis caminos.11Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.

¿Y qué fue lo que pasó aquel día que el Señor dice que en su furor juró que no entrarían en su reposo? Es decir: ¿Se imagina cuán serio fue el asunto que llevó al Señor a tomar semejante determinación?

El equivalente en la enseñanza es que nosotros hagamos algo tan terrible y tan ofensivo, que el Señor júre que por eso que hicimos, no entraremos a su presencia.

Aquello tan terrible que sucedió fue que el pueblo como no había agua volvió a altercar contra Moisés y a murmurar diciendo que se iban a morir en el desierto.

Éxodo 17:2  Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová?

Dudar de la provisión de Dios para sostener la vida fue tentar al Señor. Un poco más adelante leemos:

Éxodo 17:7  Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?

Dudar de la provisión de Dios es igual a decir que Dios no está con nosotros, es igual a decir que todas sus promesas son mentira, y que estamos abandonados a nuestra suerte. Y por ese pecado fue que el Señor decidió excluirlos de entrar a la tierra prometida… Por no confiar en Dios y su provisión.

Más aún, esa misma situación volvió a repetirse más adelante como está narrado en números 20, donde por causa del pecado del pueblo Moisés también pecó representando mal a Dios.

Si este pecado que parece tan común es un pecado terrible a los ojos de Dios, eso confirma que nuestra mala actitud respecto de la provisión de Dios y sus instrucciones, es un tremendo estorbo para nuestro crecimiento espiritual.

Sin embargo Dios paciente y misericordioso siguió proveyendo a pesar de la incredulidad… Hasta que él consideró que era necesario comenzar aplicar disciplinas.

Y Dios, podemos decirlo así se ve obligado a disciplinarnos porque cuando no abandonamos un pecado ese pecado crece. Esto lo podemos notar desde los primeros días en que Dios comenzó a dar la provisión.

Éxodo 16:19 al 20  Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. 20Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés.

La pregunta es: ¿Por qué no obedecieron?   ¿Acaso pensaron que el día siguiente no iban a recibir la provisión? O ¿Era un problema de ambición? O ¿Era un problema de pereza?

Una desobediencia que parece tan sencilla puede tener muchas y profundas implicaciones. ¿Cuándo no obedecemos a las instrucciones dadas por el Señor respecto de los asuntos materiales, cuál es la razón? Incredulidad, ambición, tacañería, pereza, inconsciencia, maldad, desagradecimiento… El Señor Jesús dijo:

Mateo 6:34  Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Y debemos entenderlo como que cada día tiene su prueba de fe que debemos aprender a superar, creyendo en las promesas del Señor, no en nuestra capacidad ni en la capacidad de quienes puedan ayudarnos.

Tan cierto es que la clave está en la confianza al Señor que podemos leer:

Éxodo 16:22 al 24  En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés. 23Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo,* el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. 24Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó, ni hedió

Cuando no siguieron las instrucciones del Señor la comida se agusanó, cuando siguieron las instrucciones del Señor la comida no se agusanó… ¿Por qué? Por qué la clave está en la confianza en las promesas de Dios que nos llevan a obedecer respecto de la provisión material, y respecto de todas las cosas.

Dentro de esas instrucciones hay una muy especial y está en el versículo que sigue:

Éxodo 16:25 al 27  Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo* para Jehová; hoy no hallaréis en el campo. 26Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo;* en él no se hallará. 27Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron.

¿Cuál es la lección que podemos tomar de la instrucción dada por Dios y de lo que el pueblo hizo?

No podemos dejar que por causa de la provisión nuestro tiempo con Dios sea estorbado.

Si dejamos que eso pase, esa incredulidad con toda seguridad nos llevará por causa de cómo funciona el mundo a la ambición.

Y cuando hablamos de ambición no estamos hablando de la necesidad que tenemos de las cosas básicas para vivir la vida, sino que teniendo lo necesario para vivir no estamos satisfechos y por eso  queremos más y más.

¿Y que hizo Dios con esta ambición que el pueblo comenzó a manifestar producto de haberse  cansado de comer el Maná, y de haberse dejado contaminar de ciertos extranjeros? La escritura nos cuenta:

Números 11:4 al 6  Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! 5Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; 6y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.

El mandato que recibían era un milagro poderoso, de no recibirlo hace rato hubiera muerto, pero en lugar de agradecer el milagro de la provisión de Dios, se pusieron a llorar… Y si seguimos leyendo:

Números 11:10  Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés

Cuando trato de imaginarme la situación me parece increíble… Es como si teniendo todo lo necesario lloráramos porque no tenemos una casa más grande, o lloráramos porque no podemos salir a vacaciones, o lloráramos por no poder estrenar unos zapatos o cosas por el estilo… Qué normalmente son sentimientos producto de ponernos a compararnos con los incrédulos que tienen a veces más que nosotros, y no pensamos en que nosotros tenemos asegurada nuestra entrada la presencia de Dios mientras que ellos todavía van rumbo al infierno… Esa actitud del pueblo hizo que la ira de Dios se encendiera en gran manera.

Leímos que Jesús dijo que él era el verdadero pan del cielo que daba vida eterna, y entonces podemos comparar esta situación con aquella iglesia donde la gente recibe un alimento espiritual suculento… Pero están pensando, clamando o aun llorando porque aunque tienen lo suficiente para vivir sufren porque no pueden tener más.

Al ver esto Moisés cansado de la necedad del pueblo le pidió al Señor que se lo llevara:

Números 11:13 al 15 De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos.14No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía.15Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.

Cuándo leo esto pienso que Moisés se dejó contaminar de la incredulidad de estos hombres, pues él pregunta que de donde va sacar carne, cuando ya había visto como Dios había sacado agua de la roca y pan del cielo… ¿Acaso no podría Dios proveer carne también? Por supuesto que sí. Pero Moisés en su incredulidad y en su desespero por cumplirles a ellos con su codicia y no poder hacerlo, le pidió al Señor que mejor le diera muerte.

Y entonces para corregir la mala actitud del pueblo, y de Moisés Dios hizo lo siguiente:

Números 11:31 al 32  Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. 32Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento….

Dios les dio lo que en su codicia desearon, mostrándole al pueblo y a Moisés que él no tenía problema en suplir lo que él quisiera suplir. Pero para mostrar lo malo de su codicia que es una actitud resultante de no agradecer la provisión de Dios que nos permite vivir…  Dios hizo lo siguiente:

Números 11:33. Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande.

La gente comenzó a morirse, ni siquiera alcanzaron a tragarse la carne sino que con sólo metérsela en la boca comenzaron a morirse…

Números 11:34 Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.

Conclusión inevitable: Tenemos que aprender a confiar en la provisión de Dios, tenemos que aprender contentamiento a la escritura dice que teniendo sustento y abrigo debemos estar contentos. No resignado sino contentos. Y sobre todo tenemos que evidenciar esa confianza en la provisión de Dios siguiendo las instrucciones que Dios ha dado respecto de esa provisión material.

Por qué creer y cumplir con esto qué es lo poco, permitirá que el Señor bendiga enormemente nuestra vida en otras áreas que son mucho más importantes, y que acumulemos tesoros en el cielo.

¿Áreas o asuntos como cuales? La evangelización, el discipulado, el ejercicio de los dones, la transformación de nuestro carácter para llegar a ser como el de Jesús… Eso si son verdaderos tesoros mientras que las cosas materiales son algo pasajero.

Sin embargo creer y cumplir con lo poco que son los asuntos materiales es lo que permitirá que Dios nos bendiga en las cosas que son mucho más importantes.

Debemos tomar la determinación de confiar y sostenernos en oración recordando las promesas del Nuevo Pacto.

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