MANOS CAIDAS Y RODILLAS PARALIZADAS – PARTE 2

MANOS CAIDAS Y RODILLAS PARALIZADAS

PARTE 2

I. INTRODUCCIÓN

No hay duda que la vida cristiana es la mejor opción de vida para cualquier ser humano sobre la tierra,  los beneficios de vivienda son muchos y además son eternos. Sin embargo no podemos ser tan románticos de pensar que la podemos vivir sin ningún tipo de oposición, pues el mundo en general está en contra del auténtico cristianismo,  y de nosotros mismos sale cierta resistencia por nuestro apego al mundo y al pecado.

Esta realidad fue  claramente enseñada por el Señor Jesús cuando dijo a sus discípulos:

Juan 16.33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Hay una persecución contra el auténtico cristianismo, sin embargo debemos confiar en la victoria que obtenemos confiando en Jesús.

Siendo esto así, es apenas lógico pensar que hay momentos muy difíciles para el cristiano. Pero al decir esto no me refiero a la dificultad de las situaciones que vivimos, sino al conflicto interno que ellas producen, dónde básicamente la decisión es: ¿Sigo con mi cristianismo o me retiro?

Muchos se retiran… en muchos de ellos se cumple la parábola del sembrador y la semilla que cae en cuatro diferentes clases de tierra, pero sólo una de ellas produce fruto que permanece.Los de junto al camino ni siquiera entienden la palabra, y el diablo hace que olviden lo poco que escucharon.

Los de los pedregales escuchan, se emocionan pero en la primera prueba o persecución salen corriendo.

Los de los espinos, son aquellos que oyen la palabra, pero su amor al mundo y el engaño de las riquezas ahoga la palabra haciéndola infructuosa.

Los de la buena tierra, oyen, entienden, dan fruto, pero todo aquel que da fruto dice el señor, tendrá que ser podado para que lleve mucho más fruto… Y cuando llega la poda volvemos a tener el conflicto de: Sigo o no sigo, y esa indecisión nos lleva a detenernos, a estancarnos, y aun a echar de para atrás.

Y es allí cuando el Señor en su palabra nos dice:

Hebreos 12.12–13 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.

Es un llamado de atención, una exhortación a trabajar, para aquellos que no lo están haciendo. Es un llamado de atención a caminar para aquellos que están paralizados. Es un llamado de atención para hacer las cosas de manera correcta y no dejar que nuestra cojera, es decir que nuestras debilidades que están siendo tratadas no nos saquen del camino, para que haciendo la perfecta voluntad de Dios, seamos sanados de esas debilidades, lo cual dará como resultado no sólo que seamos mejores sino mucho más felices.

Pregunto: ¿Hay alguno que ya no cojea en nada? Pienso que no, creo que todos tenemos asuntos en los cuales somos débiles, y por lo tanto propensos a no hacer la voluntad de Dios.

A veces no damos importancia a esos asuntos como si no fueran un asunto grave y seguimos pecando.

Otras veces ni siquiera los reconocemos como pecado, pues los disfrazamos de responsabilidad, cuando en realidad es por ejemplo; exceso de amor las personas o a las cosas, razón por la cual justificamos ciertos comportamientos que en realidad son idolatría.

El asunto es que así como el dicho dice; que más rápido cae un mentiroso que un cojo…  Aunque eso no siempre es cierto, lo que sí es cierto, es qué el pecado que no tenemos intención de dejar, llegará el momento en que como la cojera se va a notar. La escritura dice:

1 Timoteo 5.24–25 Los pecados de algunos se ven claramente antes del juicio, pero en otros casos solo se ven después. 25Del mismo modo, las obras buenas se ven claramente; y las que no son buenas no podrán quedar siempre escondidas.

Por otro lado, aunque el pasaje de  hebreos habla de trabajar, caminar, hacer lo correcto, indicaciones que pueden aplicarse a una vida con objetivos mundanos, donde debemos ser diligentes, inteligentes, disciplinados, para tener éxito en el mundo…  La verdad es que estas recomendaciones son hechas para mantener y mejorar nuestra vida espiritual, de tal manera que teniendo una muy buena relación con Dios, nuestra obediencia nos lleve a la perfección.

Por supuesto que es cierto que una buena vida espiritual puede mejorar nuestro desempeño y nuestro éxito en el mundo. Conozco cristianos que precisamente por aplicar de manera correcta los principios de Dios son de mucho éxito en el mundo, pero ese no es el objetivo, ese éxito es sólo la añadidura.

Es por eso que para no ser engañados, no hay que perder de vista que una de las grandes diferencias entre el Nuevo Pacto y el viejo pacto que fue eliminado, es que mientras que en el viejo pacto, el premio y el termómetro de una correcta relación con Dios era la prosperidad material, la protección de los asuntos materiales y aun la destrucción de nuestros enemigos, es decir éxito total, bajo el Nuevo Pacto estas cosas no son ni el premio, ni el termómetro de una buena relación con Dios, sino simplemente los instrumentos que Dios usa para edificar nuestra vida espiritual.

Eso quiere decir que de ser necesario, Dios tocara nuestra economía, Dios tocara nuestra salud, Dios tocara nuestra relaciones con los demás, todo con el propósito de edificar nuestra vida espiritual qué es lo más importante, pues de ella depende nuestra felicidad aquí en la tierra y en la eternidad…

La enorme diferencia de lo que Dios quiere hacer con nosotros, y de lo que el mundo quiere hacer con nosotros, es que el mundo también nos propone ser felices ahora, pero el precio a pagar es que seremos atormentados por toda la eternidad.

Siendo esto así, no hay duda que debemos invertir nuestra vida de manera correcta en este tiempo, para disfrutar de la eternidad en la presencia de Dios y es por eso que el pasaje insiste en; ánimo, trabaje, camine, haga lo correcto, obedezca para que sea sanado.

Pero: ¿Cuál es el contexto de esta exhortación? En otras palabras: ¿De qué está hablando la escritura para llegar a hacer este énfasis? La respuesta es que está hablando de las disciplinas, de las cuales dice:

Hebreos 12.11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Ya hemos visto en otras ocasiones que las pruebas y las tentaciones, son el método normal a través del cual nuestra fe es probada para poder crecer espiritualmente.  Tan necesario y tan normal son las pruebas en este proceso de crecimiento espiritual, que la escritura dice:

1 Pedro 4.12–13 Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, 13sino gozaos….

Que no debemos extrañarnos por las pruebas (y las tentaciones) como si fuera algo anormal, pues es necesario que seamos probados, por lo tanto tampoco debemos preocuparnos, afanarnos o asustarnos, porque esas pruebas y tentaciones, son las herramientas que Dios está usando para bendecir nuestra vida. Y como Dios a través de ellas bendice nuestra vida, por eso debemos alegrarnos….

Sin embargo cuando la escritura habla de la disciplina no dice que nos debemos gozar, todo lo contrario. Dice que perderemos el gozo!  ¿Por qué? Porque las disciplinas vienen a nuestra vida por causa de nuestra terquedad y dureza de corazón, que es lo que nos lleva a desobedecer a Dios.

Eso quiere decir que por dolorosa que sea una disciplina, tiene como propósito bendecir nuestra vida.

¿Pero cuál es nuestra reacción frente a las disciplinas que recibimos de parte de Dios?  Lo correcto es que las aceptemos, pero esto no siempre ocurre, pues cuando experimentamos mucho dolor tenemos la tendencia de querer salir huyendo o de echar para atrás, y precisamente para que no hagamos eso, es que el Señor nos exhorta a seguir para adelante.

A este pasaje que inicia con la frase: “Por lo cual levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas  le han colocado como título: “Los que rechazan la gracia de Dios  Y aunque acostumbramos a decir que no debemos tener en cuenta los títulos que fueron colocados por los hombres y no son palabra de Dios, lo cierto es que algunos están muy bien colocados, como ocurre en esta ocasión.

Cuando somos disciplinados, cuando la situación está muy dolorosa, difícil, sufrida, preocupante… aunque el propósito es que la disciplina cambie todos esos malos valores que producen sentimientos que no nos dejan obedecer a Dios, si puede ocurrir y ocurre, que todo ese dolor sea desperdiciado no aprendiendo lo que Dios nos quiere enseñar.

¿Cuándo se pierde la bendición?   La bendición se desperdicia cuando no hacemos lo correcto en medio de las disciplinas. Y cuando esto hacemos por supuesto estamos rechazando la gracia de Dios, y en lugar de ser bendecidos a través de todo ese dolor, terminamos mas enfermos.

Ahora: ¿No les parece cruel con nosotros mismos, tener que pasar por situaciones supremamente dolorosas, y que por nuestra incredulidad no aprendamos nada y  hacernos más daño en lugar de obtener sanidad?

Preguntémonos: ¿Las situaciones dolorosas por las que hemos pasado nos han llevado a tomar la firme decisión de hacer solo su voluntad?  Que es igual a preguntar: ¿Las disciplinas de Dios si me han alejado del pecado?

A veces algunos dicen no entender la razón por la cual Dios los esta disciplinando, cuando esto piensan es porque creen que no están haciendo nada malo.  Sin embargo debemos entender que el pecado no es sólo hacer cosas en contra de la voluntad de Dios, pecado también es, no hacer lo que Dios me manda hacer. La escritura dice:

Santiago 4.17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Cuando no hacemos lo bueno que sabemos hacer, también estamos pecando.

Cuenta la escritura que los primeros cristianos estaban muy contentos en Jerusalén…  pero como el deseo de Dios iba mas allá de esta alegría, Dios tuvo que mandar persecución, Y el resultado fue que los que fueron esparcidos comenzaron a predicar el evangelio.

Nosotros debemos preguntarnos: ¿Las situaciones dolorosas que hemos vivido nos ha llevado a actuar como dice este texto hebreos?

Hebreos 12.12–13 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.

¿Hemos tomado fuerzas,  hemos dejado la parálisis, estamos haciendo lo correcto. Y sobre todo; donde somos débiles estamos poniendo mucho cuidado para no caer… Es decir: Estamos permaneciendo en obediencia para ser sanados?

Pero este texto es sólo el inicio del mensaje, el cual continúa diciendo:

Hebreos 12.14   Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Y la pregunta que nos podemos hacer al leer eso es: ¿Porque lo primero que dice es que no nos peleemos con nadie?   

Bueno, no con esas palabras, pero el mensaje es idéntico y entonces la pregunta es… ¿Por qué cuando estamos siendo disciplinados, para poder hacer sendas derechas debemos seguir la paz con todos?

Me invitaron a un congreso realizado por la higuera para honrar a buenas familias judías muy importantes. Hablando con uno de los conferencistas, le explique como el pueblo de Dios en lugar de entender que Dios por su pecado los ha disciplinando más de una vez, ellos como el perro que al ser golpeado muerde el palo, hacen lo mismo en lugar de entender que es Dios quien los disciplina, y por eso tienen una lista de sus enemigos de los cuales deben cuidarse.

Pero con toda claridad la escritura dice:

Deuteronomio 28.45 Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó;

El grave error, es que como Dios ha usado a otros pueblos para aplicar sus disciplinas, el pueblo de Israel en lugar de mirar a Dios, se ha dedicado a mirar y a culpar a los hombres. Esto ocurre hasta el día de hoy.

¿SON LOS HOMBRES NUESTROS ENEMIGOS?

El conferencista dio su corto mensaje que le habían delegado, pero luego les pego tremenda exhortada por llorones, por no entender, que esas situaciones supremamente terribles y dolorosas era la acción de Dios tratándolos por su pecado. Todos estaban asombrados con el mensaje, porque el propósito del congreso era honrar a los judíos y no vaciarlos.

Cuando somos disciplinados por Dios, y Dios usa a las personas a nuestro alrededor para aplicar esas disciplinas, es un gran error comenzar a ver a esas personas como los enemigos, pues la realidad es que son solamente los instrumentos que Dios usa para bendecirnos.

Y cuando solamente vemos los instrumentos y no a Dios, por supuesto pensamos que ellos son nuestros enemigos, y entonces invertimos nuestros esfuerzos en buscar como protegernos de esos enemigos, llámense padres, llámense hijos, llámense hermanos, esposo, esposa…

Cualquiera que sea usado por Dios para corregir nuestra vida, si no vemos la mano de Dios en lo que está sucediendo, terminaremos viendo a esas personas como nuestros enemigos.

Y al hacer esto no estamos cumpliendo con el mandato de seguir la paz con todos!

Es por eso que muchos equivocadamente buscan cómo protegerse de los hombres, y peor aún, cuando no logran detener sus ataques entonces caen en amargura, la cual les estorba y contamina a muchas personas alrededor.   Es por eso que el siguiente versículo dice:

Hebreos 12.15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;

¡Miren bien quién es el que está tratando su vida! ¿Dios o los hombres?

Pero seamos prácticos. Pregúntese: ¿Le ha caído alguien de la iglesia mal… ¿Cuál es la razón? ¿Será porque esa persona no merece su aceptación por ser pecadora aunque usted también es pecador…

O: ¿Será porque usted no acepta el trato de Dios para su vida que viene través de esa persona?

Cuando no aceptamos el “mal trato” nos defendemos, y cuando no tenemos éxito nos amargamos.

Y producto de la amargura hacemos malos comentarios de esa persona, aun exagerando o juzgando mal a esta persona porque es nuestra forma de desquitarnos, de tratar de hacer el daño que pensamos que nos están haciendo?

Yo le pregunto: ¿Esa amargura y esos malos comentarios contra sus ”enemigos” le ayudan a su vida espiritual o lo hunden mas?

Por supuesto que ese proceder no ayuda para nada. Peor aún; la siguiente, vez más rápido, caerá en amargura y malos comentarios.

Y si no buscas estar en paz entendiendo que tu  pelea es contra Dios, entonces seguramente pasarás de los comentarios a tener un maltrato con esta persona… ¿Y quien esta perdiendo? Nosotros perdemos al hacer eso, y la persona de la cual hablamos o tratamos mal, puede ser muy bendecida con nuestros ataques.

Pero ojo, esa bendición que recibe la persona por nuestro maltrato no será anotada a nuestra cuenta porque no fue esa nuestra intención. (Nadie podrá llegar al cielo a reclamar un premio diciendo que fue tan mal marido que vean la mujer tan espiritual que formó)

Y si seguimos atacando a los instrumentos de Dios en lugar de confrontarnos con el, cada vez seremos más propensos a ser amargados… Y los amargados, dice este pasaje que no pueden disfrutar la bendición de Dios, a no ser que se arrepientan, y aprendan a confrontarse con Dios!

Y cuando hacemos todo esto, vuelvo y pregunto: ¿Estamos siguiendo la paz con todos? Por supuesto que no, por eso sin lugar a dudas nos perdemos la bendición!

¿EL ENEMIGO ES EL DIABLO?

Algunos directores del Congreso me buscaron sabiendo que era el responsable del “Horrible mensaje” y cuando les explique con la escritura, que tomar a los hombres que había tratado mal a los judíos como enemigos, estaba mal delante de Dios, los siguientes conferencistas comenzaron a culpar al diablo, que había usado a la gente, por lo cual el verdadero enemigo según ellos era el diablo.

Pero no entendieron.  Ese es un terrible error en que caen muchísimos cristianos, que creen que las cosas que ellos llaman buenas provienen de Dios, y las que ellos llaman malas provienen del diablo.

Es decir nuevamente la misma mala actitud de a pesar de estar siendo fuertemente disciplinados, seguir insistiendo en no confrontarnos con Dios para responder por nuestro pecado…

Al ver en la escritura la historia Job, aunque allí con claridad dice que el instrumento usado para disciplinar la vida de Job fue Satanás, Job no cometió el grave error de pensar qué satanás era el culpable de su  desgracia, y al no culpar al diablo eso le permitió confrontarse con Dios. Por eso le dice:

Job 10.1–3   Está mi alma hastiada de mi vida; Daré libre curso a mi queja, Hablaré con amargura de mi alma. 2 Diré a Dios: No me condenes; Hazme entender por qué contiendes conmigo. 3 ¿Te parece bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que favorezcas los designios de los impíos?

Entiende con toda claridad que independiente del instrumento que Dios use, su contienda es con Dios. ”Hazme entender porque contiendes conmigo” fueron sus palabras!

Cuando cualquier persona nos trate mal, cuando cualquiera nos humille, cuando cualquiera nos desprecie, cuando cualquiera nos falle y nos haga la vida muy dolorosa… No cometamos el grave error de pensar que esa persona es la culpable de nuestra desgracia, porque eso nos alejara de la bendición que Dios quiere darnos.

Lo correcto siempre es: ¡Dios porque me estás tratando de esta manera, a través de esta persona o personas!

Y aún si es el mismo Diablo el que está molestando nuestra vida, de todos modos no debemos perder de vista que es simplemente el instrumento que Dios está usando para buscar bendecir nuestra vida.

Pero si tenemos mala actitud y no queremos confrontarnos con nuestro pecado, ni con las disciplinas de Dios para sacarlo de nuestra vida, en la dureza de nuestro corazón terminaremos peleando contra el diablo en lugar de presentarnos delante de Dios.

Es por eso que los hombres en la dureza de su corazón se han inventado una guerra espiritual muy tenas contra Satanás, porque les resulta más fácil hacer toda una guerra espiritual contra Satanás, para que no toque su salud, sus pertenencias o a su familia, que presentarse delante de Dios y preguntarle:

¿Cuál es el pecado que hay en mi vida que te obliga a tratarme de esta manera?

Si le preguntáramos, si nos pusiéramos cara a cara frente a Él…  Entonces Dios podía hablar de nuestra codicia, de nuestro egoísmo, de nuestra tacañería, de nuestra idolatría por las cosas o las personas, de nuestra incredulidad que nos lleva a robarle hasta a Dios, de nuestra falta de humildad, de nuestra falta de amor o misericordia, o de tantas cosas que pueden estar mal en nuestra vida, que son las que le hacen tratarnos como nos está tratandoPero no.

Preferimos pelear contra la gente o contra Satanás que ponerle la cara a Dios, y consiente o inconscientemente terminamos aferrándonos a nuestro pecado.

Y si la gente nos pregunta: ¿Porqué esta difícil situación? La respuesta será; la culpa no es mía sino del cochino diablo, que usa mi marido, o que usa a mi esposa, o que usa a mi hermano en la fe, o que usa a los incrédulos… Y al hacer eso nos perdemos la bendición.

Ciertamente la escritura habla del diablo como nuestro enemigo o adversario, pero lo que nos dice no es que debemos ponernos a combatir contra él, sino que dice; al cual resistid firmes en la fe;  Que debemos apagar los dardos de fuego del maligno; Que debemos someternos a Dios resistirle y huira… Y si revisamos como Jesús lo enfrento notamos qué ante sus ataques lo que hizo fue agarrarse de “Escrito está” mencionando los principios y promesa de Dios.

En otras palabras, el diablo no es problema, el problema somos nosotros, cuando no queremos sujetarnos a Dios, y no lo hacemos porque no queremos reconocer o no queremos dejar nuestro pecado.

Y esa es precisamente la actitud que obliga a Dios por su gran amor por nosotros, a disciplinarnos.

DIOS TAMPOCO ES NUESTRO ENEMIGO

Pero si vamos un poco más profundo, cuando la escritura dice:

Hebreos 12.14  Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Esa paz que debemos tener con todos, principalmente incluye al Señor. Porque consciente o inconscientemente y de manera muy seguida, especialmente en medio de las disciplinas terminamos peleando con Dios.

Inconscientemente cuando nos quejamos de las cosas que suceden a nuestro alrededor, y cuando vemos a los demás como enemigos… Nuestra pelea es realmente contra Dios porque él es soberano.

Conscientemente cuando pensamos que Dios no está actuando de manera justa con nosotros.  Son las conocidas frases que usa la gente frente a eventos inaceptables para ellos; ”Porque Dios permite” o” Porque Dios no hace algo

En el pasaje de Job que leímos vemos que él dice;

Job 10.1–3   Está mi alma hastiada de mi vida; Daré libre curso a mi queja, Hablaré con amargura de mi alma. 2 Diré a Dios: No me condenes; Hazme entender por qué contiendes conmigo. 3 ¿Te parece bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que favorezcas los designios de los impíos?

Por un lado experimenta la amargura que viene de la impotencia de no poder salir esta difícil situación, de la cual culpa a Dios, y a eso le añade que los malos si son tratados bien.

Eso quiere decir que este hombre está viendo a Dios como su enemigo, como le ocurrió al profeta Jeremías, y a muchos hombres de Dios que pierden de vista el objetivo.

Ojo con esto que es muy importante.  Todo el que pierde de vista el verdadero objetivo de la vida, termina viendo a los hombres o a Dios como su enemigo.

En el estudio anterior les decía que cuando no reconocemos nuestros pecados no podemos experimentar el amor de Dios…   

Déjenme decirles algo igualmente importante.

¡Cuando somos disciplinados por Dios y terminamos viendo a Dios como nuestro enemigo, es porque hemos perdido de vista el objetivo para el cual fuimos salvados!

El rey David, en cierta época de su vida estaba empeñado con una serie de proyectos, sin embargo Dios le reveló que su vida por larga que fuera sobre la tierra, era como nada delante de Dios, es decir entendió que en cualquier momento podría morir.

Y cuando entendió que podía morir en cualquier momento se puso a revisar sus proyectos… Y descubrió que:

Salmo 39.6 Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.

Entendió que cuando los planes que tenemos no están dentro de la voluntad de Dios, cuando nos llega el tiempo de partir todo eso se pierde, por lo tanto la muerte y Dios quien decide cuando es el momento de partir, son vistos como nuestros enemigos.

Nuestro pensamiento es; ¿No voy a poder hacer esto que tanto deseo? Y entonces viene la ansiedad, el afán, el pecado…

Pero cuanto nuestros planes está dentro de la voluntad de Dios, al momento de partir todos se completan.

Igual sucede con las disciplinas. Cuando somos disciplinados y nuestros objetivos no están dentro de la voluntad de Dios, vemos a Dios como nuestro enemigo.

Pero cuando tenemos el objetivo correcto, dentro de la voluntad de Dios.. al llegar las pruebas, al llegar las tentaciones, y aún cuando lleguen las disciplinas veremos a Dios como nuestro Salvador.

Es por eso que el pasaje dice:

Hebreos 12.14   Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

No sólo debo apuntar a estar en paz con todos inclusive con Dios, sino que además debo apuntar hacia la santidad…  Pero: ¿Qué es ser santo?

Ser santo es básicamente ser apartado para Dios, es por eso que en las cartas doctrinales notamos que en el saludo dice en algunas de ellas:

Efesios 1.1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso…

Filipenses 1.1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos…

Pero una cosa es que los auténticos hijos de Dios seamos santos, es decir propiedad de Dios, y otra es que vivamos como santos.  Vivir como santos, quiere decir que sólo pensamos y actuamos de acuerdo a la perfecta voluntad de Dios… Es decir toda nuestra vida y todo nuestro ser debe estar cien por ciento a su servicio.

Esto por supuesto es un proceso, no ocurre que una persona acabando de nacer de nuevo se porte igual a Jesucristo,  por eso es necesario que en la medida que nos percatamos de nuestros pecados, debemos confesarlos para ser sanados.

2 Timoteo 2.21 Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.

Cuando se habla de este y de algunos otros temas, podemos enredarnos muchísimo al leer las escrituras, si no entendemos que una cosa es nuestra posición en Cristo, y otra nuestra condición. Por ejemplo dice la escritura:

Efesios 2.4–6 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús…

Estar sentado en los lugares celestiales es mi posición en Cristo, pero la realidad es que estoy aquí. Y lo que debe suceder es que de mi condición a través de la obediencia llegue a mi posición.

Somos santos por ser propiedad de Dios, pero debemos aprender a vivir en santidad. Por eso es que el texto de hebreos dice:

Hebreos 12.14   Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Debo seguir la paz pero también la santidad, porque quien no apunta a ser santo no se encontrará con el Señor!

Pero acaso: ¿Quiere decir esto que si cometemos algunos pecados al no ser santos en nuestra manera de actuar perderemos la salvación?

La respuesta es no, porque absolutamente nadie que ha recibido la salvación la puede perder.

Siendo esto así: ¿Como debemos entender esta advertencia?

Cuando andamos en paz con todos inclusive con Dios, aceptamos las disciplinas entendiendo que vienen por causa de nuestros pecados.

La pregunta es: ¿Siempre que entendemos que las disciplinas viene por causa de nuestro pecado, estamos dispuestos a dejar el pecado? La respuesta es no, a veces a pesar de ser duramente disciplinados no queremos dejar el pecado.  Es la misma situación que a veces ocurrido en el pueblo de Israel. Por eso Dios les dice:

Isaías 1.4–7 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. 5¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 7Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.

En este caso con el pueblo de Israel, Dios fiel a sus promesas dice:

Isaías 1.9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.

Y teniendo en cuenta esto creo que es acertado decir, que Dios toma la vida de algunos y los disciplina sin parar hasta lograr su propósito.

Pero también podemos ver en la escritura, que frente al pecado de algunos que a pesar de las disciplinas no lo abandonan, Dios decide quitarles la vida.

Y si nos preguntamos si: ¿Estos que no abandona el pecado se salvan?  La respuesta a esta pregunta mal formulada es; se salvan sólo los que han nacido de nuevo y por lo tanto son hijos de Dios.

Porque digo ”mal formulada” porque la salvación no depende de las obras.

Eso quiere decir que es posible que una persona llena de muchísimos pecados, al momento de morir reciba a Cristo, nace de nuevo, se conviertan en hijo de Dios y valla a la presencia de Dios sin tener tiempo de dejar sus pecados!

Pero: ¿Quiere decir esto que usted puede permanecer en sus pecados que de todos modos se va salvar?

La respuesta es: Depende. ¿Depende de que?  Depende de si ya recibió o no la salvación.

Ahora: ¿Creen ustedes que haya personas que creen ser salvas y no lo sean? Por supuesto que hay muchas, la biblia las llama cizaña. (Yo creo que aquí en la iglesia hay algunos)

Se llaman cizaña porque se parecen a los cristianos, porque hacen muchas actividades al igual que los cristianos, pero en el fondo no le están apuntando a la santidad, y por eso no verán al Señor

Y si nos preguntamos: ¿Cómo me aseguro de haber recibido la salvación? La escritura nos da un termómetro fácil de aplicar, pues ella dice:

1 Juan 3.8–9 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

Practicar el pecado es completamente opuesto a apuntarle a la santidad.

Cuando una persona es consciente de su pecado, y toma la decisión de seguir en ese pecado, según este pasaje no es un hijo de Dios, no ha recibido la salvación, es sólo cizaña, que tiene fe en el Señor, que le obedece en algunas cosas, pero que ha tomado la decisión de permanecer en ciertos pecados.

Lo opuesto a esto es que es que el auténtico cristiano que ha nacido de nuevo, si ha tomado la decisión de dejar todos sus pecados, aunque esto pueda implicar un proceso que incluirá las pruebas, las tentaciones, y a veces las disciplinas… Pero como su verdadero objetivo es dejar el pecado que es igual a decir que sigue la santidad, entonces verá al señor.

Por esto una pregunta muy importante para nosotros es: ¿Hay algún pecado que no queremos dejar?

Si la respuesta es sí, según la escritura no somos hijos de Dios… Jesús tampoco es nuestro salvador porque no queremos dejar el pecado. Y Jesús tampoco es nuestro Señor porque no queremos obedecerle!

Hebreos 12.14–17 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.

Debemos revisar si somos auténticamente cristianos, es decir debemos revisar si deseamos salir de todos nuestros pecados…

Si no deseamos salir de todos nuestros pecados, revisemos entonces nuestra confianza en Dios. ¿Es realmente el Señor?¿Es realmente mi salvador? Y si lo es: ¿Porque entonces no quiero dejar de pecar?

¿Será entonces que mi fe es falsa?

Luego continuamos estudiando este pasaje, pero quiero por concluir diciendo, que no importa la situación en que este tu vida, el consejo amoroso de Dios es que miremos bien para que no dejemos de alcansar su gracia y su bendición.

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