LA VERDAD OS HARÁ LIBRES

LA VERDAD OS HARÁ LIBRES

I. INTRODUCCIÓN

Juan 8:31–33. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Éstos judíos al recibir estas palabras se molestaron, porque ellos alegaban no haber sido esclavos de nadie lo cual no era cierto. Pero más equivocados estaban, pues Jesús se refería a ser libres de la esclavitud del pecado, que obviamente no sólo destruye nuestra vida sino nuestro futuro en la eternidad.

La gente no es consciente, pero lo veremos en próximas semanas, realmente el único problema de los hombres sobre la tierra es el pecado, por lo tanto no hay ofrecimiento más valioso que éste que acabamos de ver hecho por Jesús.

Pero ser libres del pecado no es algo que ocurre de la noche a la mañana. Y aún si tenemos en cuenta el maravilloso milagro del Nuevo Nacimiento, aunque desde ese momento el poder de Dios esta en aquel que se ha arrepentido y ha recibido al Señor Jesús como su Señor y su Salvador, y aunque desde ese momento la persona desee hacer las cosas bien, es necesario que ocurra toda una renovación en su mente, para que conociendo y comprendiendo la verdad de Dios seamos verdaderamente libres. Pero insisto; este conocimiento no es algo que ocurre de la noche a la mañana.

Llevo 45 años y todavía me asombro de cómo sigo conociendo, cada vez con más profundidad las preciosas verdades de Dios y su palabra.

Este proceso de restauración y liberación del pecado a través de la renovación de la mente, es producido por Dios a por medio de las cosas que suceden a nuestro alrededor, más lo que Dios nos manda a hacer en medio de esas situaciones.

Me gusta decir: Dios habla a través de su palabra, pero nos grita a través de las circunstancias que nos rodean.

Y esta es una verdad preciosa para los que creemos en la soberanía de Dios, pues sabemos que las situaciones ordenadas por Dios son perfectas para nuestra bendición… Por qué sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, conforme al propósito o plan que Dios tiene para nosotros.

Pero es muy importante qué en medio de las situaciones que Dios nos coloca, hagamos lo que Dios nos manda a hacer, para que el proceso de aprendizaje y de renovación nos permita llegar a ser verdaderamente libres.

Porque si en medio de esas situaciones no hacemos la voluntad de Dios, porque preferimos hacer como se hace en el mundo, el resultado no será el programado por Dios.

Por ejemplo: Dios organiza una situación que nos molesta para que aprendamos a dar gracias de todo corazón, pero si en medio de esa situación nos quejamos, en lugar de crecer espiritualmente echamos para atrás… Por esto para que el proceso de bendición se haga realidad el Señor le dijo a su pueblo:

Levítico 18:30 Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios.

Porque al vivir de acuerdo a las costumbres del mundo, un mundo que en su parte espiritual es gobernado por Satanás, la consecuencia inevitable es que lejos de descontaminarnos, nos vamos a contaminar más. Pero: ¿Qué es esta contaminación?

Pues sí el proceso para poder renovar nuestra mente se basa en la obediencia por fe en el Señor, la desobediencia que es producida por la confianza en el mundo, produce cada vez más esclavitud, pues nos lleva a estar cada vez más apegados a los equivocados valores del mundo, y entre más apegados estemos al mundo, más difícil nos parecerá y más doloroso será hacer la voluntad de Dios.

Y como la promesa del Nuevo Pacto incluye que Dios a sus verdaderos hijos nos hará caminar, esto quiere decir que si insistimos en contaminarnos, el insistirá en hacernos caminar por el camino correcto, y el resultado será que nuestra vida se volverá muy difícil, porque Dios no va a desistir de trasformar nuestra vida. Es decir: ¿Cómo queremos que Dios lo haga, a las buenas o a las malas?

Esto que acabo de decir es la explicación del por qué algunos que creen ser cristianos, que no andan haciendo la voluntad de Dios, no reciben disciplinas de parte de Dios, porque Dios solo disciplina a sus hijos. Y ellos pueden estar felices de no ser disciplinados… Pero si se llegan a morir se van a condenar.

Y por esto la pregunta para nosotros los hijos de Dios es: ¿Hemos vivido esas situaciones difíciles, complicadas, dolorosas, donde a pesar de lo qué hacemos no logramos solucionar, porque Dios quiere usar esa situación para enseñarnos algo, para cambiar nuestros valores, para cambiar nuestros objetivos y como consecuencia cambiar nuestra vida? Es decir: ¿Seguimos viviendo de tribulación en tribulación pero nuestro comportamiento no cambia?

Si esa es nuestra situación, lo más seguro es que en lugar de conocer cada vez mas la verdad, nos estamos contaminando cada vez más con la mentira. Y esto nos puede ocurrir aún sin darnos cuenta, y la evidencia de esa contaminación es qué nos cuesta mucho trabajo hacer la voluntad de Dios, y cuando la hacemos no la disfrutamos.

Esto es similar a lo que le sucedía a una Señora que contaba que hacía diez años se había separado del marido, porque era un pésimo marido que le daba muy mala vida, pero ahora separada su vida no mejoraba, y cuando fue a recibir consejería para salir de su tristeza, la persona que la atendía después de escucharla un buen rato le dijo; “sepárese de su marido”

Ella le decía; Dr. Usted no me está escuchando bien, hace diez años me separé de mi marido… El Dr. Le dijo; la que no me está escuchando bien es usted, yo sé que hace diez años usted se separó físicamente su marido, pero mentalmente y en su corazón no, porque hasta el día de hoy todavía usted anda pensando, recordando, sintiendo y sufriendo por cada cosa que su marido le hizo o no le hizo, por eso es que le digo que, la solución a su problema es muy simple. Sólo tiene que separarse de su marido.

Este mismo problema lo podemos ver en la relación del pueblo de Israel con Dios. ¿Qué quiero decir? Pues que todos los poderosos milagros que Dios hizo contra faraón, para sacar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, fueron lo más sencillo del mundo comparado con lo que Dios tiene que hacer para sacar a Egipto del corazón del pueblo.

Lo fácil fue librarlos de la esclavitud en Egipto, lo difícil era sacar a Egipto del corazón del pueblo.

Más aún: Nada pudo impedir que Dios sacara al pueblo de Egipto, ni siquiera la incredulidad de ellos, pero sacar a Egipto del corazón del pueblo, no era posible si el pueblo no colaboraba. Y el pueblo no colaboró, porque continuaba contaminándose como nos lo muestra la escritura:

Números 11:4 al 6 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! 5Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; 6y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.

Nos cuenta que volvieron a llorar, lo cual quiere decir que ya habían llorado, y lloraban porque querían comer carne, y ese deseo los llevó a recordar según ellos la buena vida que tenían en Egipto. Pero; ¿tenían buena vida? La escritura nos cuenta que no tenian una buena vida:

Éxodo 2:23 al 24 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. 24Y oyó Dios el gemido de ellos

Les asesinaban a los bebés varones, le quitaban las niñas para esclavizarlas, los oprimían con duros trabajos, fue tanto el sufrimiento que experimentaron durante tantos años, que a pesar de su dureza terminaron clamando a Dios, y Dios los libró.

Y ahora libres pero completamente embrutecidos anhelaba volver a Egipto, y todo porque se juntaron con unos extranjeros y se dejaron contaminar con las costumbres y los deseos de ellos.

Pero ojo; el problema no son los extranjeros. Hoy nuestro problema tampoco son los incrédulos con todas sus costumbres, porque si todo lo que sucede a nuestro alrededor está ordenado por Dios, entonces Dios sería culpable de nuestro pecado. Lo cual no es cierto, porque lo que él permite es sólo para bendecirnos.

Los culpables del pecado fueron ellos, porque volvieron a tomar los mismos valores del mundo, y como consecuencia desearon hacer según esas costumbres. Pero lo más grave del asunto es que esa contaminación les llevó a pensar que la voluntad de Dios era terriblemente espantosa.

Nosotros podemos medir el grado de contaminación en nuestra vida, evaluando lo difícil que nos parece hacer la voluntad de Dios… Entre más difícil nos parezca es que estamos más contaminados.

Dónde más se atasca la gente tiene que ver con las finanzas, con el diezmo y la ofrenda, con la fornicación, con el afán, el orgullo, el perdón, el sometimiento a la autoridad, etc. Entre más difícil nos parezca obedecer en estas cosas, más contaminados estamos.

Es muy importante que nos quede bien claro que para Dios es supremamente fácil cambiar las circunstancias a nuestro alrededor para bendecirnos, por qué nada es imposible para Dios. Pero cosa difícil es cambiar nuestro corazón, y más difícil se hace si no nos disponemos y no hacemos caso al Señor, por seguir viviendo de acuerdo a las costumbres y a los deseos de los incrédulos.

Esto es igual a decir; nadie puede impedir que Dios nos quite el dinero, pero Dios, como él mismo se ha limitado al darnos libertad, no puede sacar la codicia de nuestro corazón si nosotros no colaboramos. Y el resultado de no colaborar, será prolongar el sufrimiento hasta que; o consigamos nuevamente dinero si es que Dios lo permite, o saquemos la codicia del corazón para lo cual es indispensable que colaboremos con Dios.

Nadie puede impedir que a un hombre o a una mujer le sea quitado por Dios un mal cónyuge para que su vida mejore, pero si no queremos, si en nuestro corazón no nos queremos separar de esas personas que contaminan nuestra vida espiritual, aunque esta persona se vaya, aunque se case nuevamente, ni aún aunque se muera el asunto se solucionará, y el resultado será que si sufrimos con la presencia de ese cónyuge, también con su ausencia sufriremos.

Lo que quiero que entendamos es que la acción de hacer la voluntad de Dios es muy fácil, comparado con sacar la contaminación que hemos dejado qué el mundo ha colocado en nuestro corazón.

Es decir: Usted puede obedecer a su autoridad mientras mentalmente lo insulta. Usted puede perdonar de palabra mientras siente ira en su corazón; usted puede ser fiel a Dios con sus diezmos pero cada vez qué lo hace le duele en lo más profundo; usted puede asistir a la reunión de la iglesia pero no escuchar lo que Dios le está diciendo.

Si revisamos el pasaje donde el pueblo se contaminó con las costumbres del mundo, a tal grado que comenzaron a llorar y a clamar por comer carne…

Números 11:4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!

¿Qué hizo que los hijos de Israel volvieran a llorar? Pues no fue ver a los extranjeros comer carne porque no había carne. Por lo tanto la respuesta es que los hijos de Israel se contaminaron por causa de las conversaciones que tuvieron con los extranjeros.

Pero ojo: No estoy hablando de esa mala enseñanza del poder de la palabra hablada, estoy hablando del poder de convicción que pueden tener las palabras de los demás en nuestra vida.

Pero: ¿Quiere decir eso que no podemos ni siquiera conversar con los incrédulos para no ser contaminados con sus deseos?

Pues la verdad para algunos cristianos si es supremamente dañino hablar con ciertos incrédulos, por no tener un buen fundamento doctrinal y por su poca fe en el Señor.

Al ser esa su condición, es fácil que éstos cristianos débiles sean arrastrados por las costumbres del mundo, y por lo tanto la recomendación es que si hablar con ciertas personas te pone mal espiritualmente, no hables con ellas al menos hasta que obtengas la madurez suficiente para soportar y aun para ser de bendición para ellos. Es por eso que la escritura para protegernos nos ordena:

2 Corintios 6:14 al 16 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?

Creo que muchos cristianos no son conscientes del daño tan serio que es unirse en yugo desigual con los incrédulos, y no son conscientes porque están tan contaminados que no son capaces de discernir el verdadero valor de las palabras de los incrédulos. Es decir; les parece que lo que los incrédulos dicen está muy bien.

Y es por esa razón que Dios nos advierte qué los incrédulos, por ser incrédulos son injustos, pues no hay nada más injusto y perverso que no confiar en Dios, también nos dice que los que viven de esa manera andan en tinieblas pues no conocen la verdad, y que esas tinieblas son el resultado de vivir siguiendo a los demonios. Esas advertencias deberían ser suficientes para hacer caso a esta prohibición.

Sin embargo; no es necesario unirse en yugo desigual con los incrédulos para recibir de ellos las ideas, los pensamientos y argumentos que contaminan nuestra vida. Con sólo ver lo que el mundo promociona como lo máximo, y ver cómo las personas luchan por obtener ese tipo de cosas, si no estamos bien cimentados en los principios de Dios podemos ser contaminados.

Y a esto debemos añadirle que también podemos ser contaminados producto de relacionarnos y hablar con otros cristianos, que está todavía contaminados, y entonces tendríamos que decir que ni siquiera con los cristianos podemos andar.

Sin embargo la solución al problema de la contaminación no está en prohibir a los cristianos que se relacionen con la gente del mundo, porque sería imposible. La clave tampoco está en no escuchar música del mundo, o no ver televisión o nunca ir al cine para evitar contaminarse. Si esa fuera la solución la escritura lo diría, pero contrario a eso el Señor Jesús dijo:

Juan 17:14 al 15 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

Las palabras de Jesús nos permiten entender que podemos ser guardados del mal sin ser sacados del mundo, además no está en los planes de Dios sacarnos del mundo, no por ahora, de hecho tenemos una misión que cumplir que es la de buscar y salvar lo que se ha perdido, haciendo de ellos nuestros discípulos, lo cual indudablemente nos obliga a relacionarnos con la gente del mundo.

¿Cómo entonces ser limpiados y guardados de la contaminación que no nos deja disfrutar del amor de Dios? Al pueblo de Israel el Señor en cierta ocasión le dijo:

Zacarías 8:16 Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas.

Lo que debemos hacer, comienza con hablar la verdad con los demás. Este sólo asunto ya va a traer conflicto, pero más que con Dios el conflicto será con los demás, porque hablar la verdad con ellos significa que le estaremos dando el verdadero valor que corresponde a cada cosa, a cada acción, a cada pensamiento o a cada deseo, y al hacer eso, los del mundo se van a sentir acusados por nuestras palabras.

Pero para poder hablar la verdad con los demás continúa el pasaje, debemos juzgar según la verdad, teniendo en cuenta lo que realmente trae paz a nuestra vida.

Notemos que el texto insiste dos veces en la importancia de hablar y juzgar según la verdad. Y por supuesto se está refiriendo a la verdad según Dios y no a la verdad según el mundo, que son muy diferentes, como lo es la paz que puede producir cada una de estas verdades. El Señor Jesús dijo:

Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

La gente del mundo no conoce la verdad, por lo tanto la paz que ellos logran experimentar sólo puede estar basada en verdades relativas de acuerdo a los valores del mundo. Por esta razón jamás es una paz completa, ni duradera, y al pasar el tiempo los que confían en los valores del mundo experimentarán terribles angustias y seguramente al final serán condenados.

Esto quiere decir que tener conversaciones basadas en los valores del mundo, donde en lugar de decir lo que Dios piensa de cada asunto, tomamos como cierto lo que el mundo dice, indudablemente traerá sufrimiento a nuestra vida. No lo digo yo, lo dice la escritura:

Isaías 5:20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

El “Ay” al comienzo de la frase está anunciando sufrimiento, quebranto, tristeza, desolación para aquellos que tienen los valores al revés, y por lo tanto dicen cosas completamente opuestas a las que Dios dice.

Este es un asunto en que por su importancia Dios ha insistido mucho. Por ejemplo a través del profeta Jeremías el Señor dijo al pueblo:

Jeremías 10:2 al 3 Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. 3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad…

No debemos caminar por el camino del mundo tomando como verdad los valores del mundo, tampoco debemos tener temor de las señales del cielo aunque la gente del mundo esté aterrorizada, y la razón que da, es que lo que el mundo vive es pura vanidad. (Ya estudiamos lo que la vanidad significa en la escritura) En otra ocasión a través del profeta Isaías vuelve y dice:

Isaías 8:12 al 13 No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. 13A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

Déjeme preguntarle: ¿A cuántos del mundo conoce usted que le tengan pánico a la condenación eterna? O ¿A cuántos del mundo les asusta pecar por las consecuencias que el pecado pueda traer para sus vidas?

Pero en lugar de sentir temor respecto de estas cosas que son supremamente importantes, si le tienen miedo a la pobreza, le tienen miedo a la enfermedad, le tienen miedo a cualquier cosa que no puedan controlar, le tienen miedo al qué dirán, etc. Y entonces lo que debemos preguntarnos es: ¿Todavía tenemos los mismos temores que ellos por tener los mismos valores que ellos?

También bajo el Nuevo Pacto Dios a través del apóstol Pablo insiste con este asunto:

Efesios 4:25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

Pero para desechar la mentira tengo que tener claros cuáles son los valores de los auténticos cristianos, para así poder descartar toda clase de mensajes que no se ajusten a la verdad de Dios, y

dice que debemos hacer esto cada uno con su prójimo, porque lo qué pasa con nuestro prójimo también en cierta medida nos afecta a nosotros.

No quiero que pierdan de vista que estoy hablando de la contaminación en nuestro corazón producto de las malas conversaciones. No estoy hablando de robar, mentir, fornicar, adulterar o cualquier otro pecado de estos, que por supuesto son graves y también contaminan nuestro corazón produciendo muerte.

Estoy hablando de algo a lo cual a veces no le ponemos cuidado, pues no nos parece que esté afectando negativamente nuestra vida espiritual.

Estoy hablando de las conversaciones que tenemos, que cuando no están basadas en la verdad nos llevan a cometer esos otros pecados, y si no los cometemos, entonces sufrimos por no cometerlos porque deseamos cometerlos, porque las malas conversaciones contaminan nuestra vida espiritual.

Esta verdad tan importante y a veces tan ignorada fue enseñada por el Señor Jesús cuando dijo:

Mateo 12:34 al 37 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 36Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Dice que de las palabras ociosas que hablen los hombres tendrán que dar cuenta, y tendrán que dar cuenta porque estas palabras salen de un corazón contaminado. Y es tan grave el asunto que dice que por la forma de hablar que tenga una persona, puede ser tanto condenado como justificado.

¿Y por qué las solas palabras pueden condenar o justificar? Porque las palabras son evidencia de lo que hay en el corazón, y lo que hay en el corazón es lo que define nuestra manera de actuar, ya sea haciendo la voluntad de Dios o yendo en contra de su voluntad.

Esta misma verdad la expresa y la aplica el apóstol Pablo de la siguiente manera:

1 Corintios 15:33 al 34 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 34Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.

El apóstol Pablo les está diciendo que están errando, porque están teniendo conversaciones que corrompen las buenas costumbres. Y el asunto es tan serio que por causa de esas malas conversaciones, se atreve a decir que algunos que se llaman cristianos ni siquiera conocen a Dios, y que deberían avergonzarse.

Por esto la recomendación es que, debemos velar debidamente, es decir; debemos vigilar con cuidado las cosas que están diciendo o que aceptamos de sus conversaciones. Hay otro pasaje que hace prácticamente el mismo énfasis y dice:

2 Corintios 10:4 al 5 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

No hay duda que hay un poderoso engaño en nuestra mente formado por Satanás, que está compuesto de pensamientos, ideas, argumentos, y todo esto debe ser derribado llevándolo cautivo,

es decir revisando cada pensamiento y evaluándolo tomando como medida lo que Jesucristo quiere que hagamos.

Y por supuesto si mis pensamientos son los correctos, mis conversaciones deben ser igual de correctas, pues no se entiende como alguien puede tener una enorme sabiduría, y en su conversación con los demás aceptar como ciertas una gran cantidad de contradicciones a la palabra.

¿Cuál era la situación particular por la cual el apóstol les dijo que estaban equivocados corrompiendo con sus malas conversaciones su vida?

Imagínese a un grupo de incrédulos hablando acerca de la resurrección. Sinceramente creo que en una conversación entre incrédulos acerca de este tema, podíamos escuchar cualquier cosa.

La mayoría tal vez diría que no tiene ni idea de que vaya a suceder después de su muerte; otros podrán hablar que creen en la reencarnación donde tendrán otras oportunidades de corregir lo que no hicieron bien en esta vida; otros seguramente dirán que uno como un perro se muere y se queda en el hoyo, etc.

La pregunta es: ¿Esas creencias acerca de la vida después de la muerte afectará la vida de estas personas que lo conversaron? La respuesta es que en un porcentaje muy alto no afectará para nada la vida de quienes tienen estos pensamientos ambiguos acerca de la resurrección.

Pero esa misma conversación entre un grupo de cristianos si va a afectar de manera determinante la vida de ellos. El apóstol nos explica por qué:

1 Corintios 15:12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?

Seguramente cada uno tenía sus argumentos, seguramente plantean problemas como si una mujer tuvo siete maridos con cuál de todos le toca estar en el cielo, o qué va a pasar con los niños que han sido abortados, de qué tamaño resucitaran en el cielo, o si los que tienen problemas mentales seguirán con esos mismos problemas en el cielo, y hasta se han llegado a preguntar sí las siliconas o las nalgas postizas subirán en el rapto o sé quedaran desparramadas por el piso, etc.

Ciertamente hay muchas cosas que podemos desconocer acerca de la resurrección, pero ese no es el problema, el problema es desconocer lo que la escritura si enseña acerca de la resurrección y está enseña que sí hay resurrección tanto para salvación como para condenación.

El apóstol Pablo tratando de hacerlos conscientes de su grave error les dice cosas como:

Si los muertos no resucitan entonces Cristo no resucitó.
Si Cristo no resucitó nosotros somos unos mentirosos porque estamos diciendo que si resucitó.
Si Cristo no resucitó entonces no hemos sido perdonados de nuestros pecados, vamos rumbo al infierno.
Si Cristo no resucitó estamos arriesgando nuestra vida con la esperanza de resucitar, y si no vamos a resucitar entonces arriesgar nuestra vida es una estupidez.
Si Cristo no resucitó todos los que ha muerto con la esperanza en la resurrección perdieron.

Es decir; quiénes estaba diciendo que la resurrección no existía, no se daban cuenta que al decir eso estaban echando por tierra prácticamente todo el evangelio, ya que toda nuestra esperanza está en lo que vendrá más adelante, y no en lo que vivimos aquí en la tierra. Y por eso un poco más adelante les dice:

1 Corintios 15:19, 32 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres….. 32Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. 33No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.

Esto nos muestra cómo en una conversación donde aceptamos como ciertas, ciertas cosas sin haber revisado esas cosas a la luz de la palabra de Dios, van a contaminar nuestra vida perjudicando la obra de Dios en nosotros.

Tal vez nuestras conversaciones no sean tan graves como para llegar a negar la resurrección, pero sí soy testigo de muchas conversaciones, que a la luz de los valores de Dios son unas pésimas conversaciones, unas conversaciones que denotan que no hay valores espirituales, y que todavía hay muchísima contaminación en el corazón de quienes las hacen.

Déjeme darles un ejemplo de esas malas conversaciones que además son bastante comunes entre los cristianos:

¿Y cómo te ha ido?; le preguntan a un cristiano y él responde: “Muy bendecido, me está yendo de maravilla, imagínate que el Señor es tan lindo que me aumentaron el sueldo en el trabajo”.

¿Y cómo le va a tus hijos? “También muy bendecidos, imagínate que a mi hija el Señor le dio un maridazo, y a mi hijo el Señor le dio la bendición de viajar al exterior a estudiar”.

¿Y tu Señora? “Bueno ahí sí la cosa estuvo un poco complicada, descubrieron que tenía una enfermedad un poco rara, pero le oramos al Señor por este asunto, y gloria a Dios los médicos dieron con el chiste y se sano.

Si esta conversación la escucha un incrédulo, y al incrédulo le hubieran pasado estas mismas cosas que le pasaron al cristiano, es decir que él haya ganado millones en un negocio, que su hijo se haya casado con una reina de belleza, y que su esposa estando enferma los mejores médicos la curaron.

¿Qué pensaría el incrédulo de nuestro cristianismo? Pues que el cristianismo no sirve para nada, y que él está mejor que esos pobres cristianos, que tienen que ir todas las semanas a la iglesia a que les saquen la plata.

Es decir esta conversación que muchos cristianos suelen tener es un veneno mortal para los incrédulos, porque o pueden acercarse a Dios esperando las mismas cosas vanas, o simplemente no se acercan a Dios porque en el mundo han conseguido más de lo que tienen los cristianos.

Pero además del pésimo testimonio para los incrédulos, está el daño tan grande de quién habla de esta manera, porque cree que por haber recibido estas cosas está supremamente bendecido, cuando lo que evidencia su conversación es que está grave respecto de los principios, los valores y los objetivos del verdadero cristianismo.

La pregunta para hacerles a quienes creen que esa es la bendición del cristianismo es: ¿Cree usted que Cristo murió en la cruz para que a usted le suban el suelo, o para que su hija consiga un buen marido, y su hijo pueda salir a estudiar al exterior y su esposa se sane?

Y si usted cree que esa es la gran bendición de Dios, imagínese que lo escucha hablar un cristiano que lo echaron del trabajo porque la empresa hizo un recorte de personal, que tiene una hija que no se ha podido casar, que el hijo fue a pedir la visa y se la negaron, y que su esposa en lugar de sanar se murió…

Entonces: ¿Qué debe pensar éste cristiano de él y de su vida, si el otro cree que está bendecido por esas cosas? Pues según los valores de aquel que se cree bendecido por esas cosas, este cristiano es un pobre, miserable y desgraciado, al cual seguramente Dios ya no cuida, y sí se descuida hasta al infierno lo puede mandar.

La pregunta es: ¿Tenemos todavía esa clase de conversaciones? Porque si esas son nuestras conversaciones estamos graves, pues estamos retro alimentando nuestra contaminación, por supuesto también estamos cometiendo el pecado de contaminar a otros con esas conversaciones.

Pero por si no me están entendiendo, déjenme mostrarles un pasaje que con toda claridad confirma lo que les estoy diciendo. A una iglesia muy rica que creía no necesitar nada el Señor le dijo:

Apocalipsis 3:16–17 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

No faltará quien diga: “Bueno yo entiendo que la bendición no está en esas cosas”. Y entonces yo le diría, entonces: ¿Porque habla así? ¿Porque habla sin la verdad? ¿Porque contamina a otros al decir estas cosas? Y la verdadera respuesta a estas preguntas es: Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Y después de vivir contaminándose con esas conversaciones mentirosas, el Señor le quita su trabajo, o su marido, o cualquier cosa para bendecirlo, y usted por más de que le digan que es para bendición, no lo va a creer y se va a sentir muy mal, tanto que dudará del amor de Dios…. ¿Por qué? ¿Porque Dios la esta embarrando? No. Porque usted insiste en contaminar su vida espiritual con esas malas conversaciones.

Ciertamente usted podría justificarse diciendo que la Biblia enseña que Dios es quién nos da cada cosa que recibimos, por lo tanto ese aumento de sueldo vino porque Dios así lo decidió.

Eso es completamente cierto. Yo agradezco a Dios por el aire que respiro, por la comida, por el techo, y por cada cosa que Dios me da, pero entiendo que eso que recibo de Dios es lo mismo que recibe cualquier incrédulo que va rumbo al infierno, y que por lo tanto la diferencia con los incrédulos no está en lo que recibimos, si no en lo que hacemos con lo que recibimos.

Y no me estoy refiriendo a sí hacemos una buena o mala administración de lo recibido, sino a algo mucho más valioso que tiene que ver con nuestro conocimiento de Dios.

Eso quiere decir que la bendición no es que usted reciba más dinero, la bendición es que por causa de ese dinero usted se haya apegado más a Dios y no al dinero. La bendición no es que nuestros hijos se casaron bien casados, sino que su matrimonio los lleve a acercarse más a Dios. La bendición no es que su mujer se haya sanado sino que esa sanidad los haya acercado más a Dios.

Además: ¿Sabe usted cuántos por causa del dinero van rumbo al infierno? ¿Sabe usted cuántos por causa de un buen matrimonio no buscan a Dios? ¿Sabe usted cuántos por ir a estudiar al exterior se han perdido eternamente? Y si no sabe, cómo se atreve a decir que esas cosas por sí solas son la bendición del cristianismo.

Pero más claro aún: ¿Cuántas veces ha sido necesario que Dios provea una mala situación según el mundo, para que usted se acerque a él? Y si usted sabe que eso es cierto, porque insiste en hablar

mentiras, porque insiste en llamar bendición del cristianismo lo que no se sabe si será bendición o no.

Está feliz porque fue bendecido con un nuevo negocio o con un nuevo carro, y al pasar el tiempo la situación económica no está bien, no tiene para los empleados, no tiene para la cuota del carro, eso le trae problemas familiares, eso lo aleja de la iglesia porque tiene que trabajar más a ver si consigue el dinero, pero se atrevió a llamar eso bendición.

El Señor a través del apóstol Pablo nos ordena:

1 Corintios 14:20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.

Y déjeme decirle que hablar de esa manera es mucho más grave si usted pertenece a esta iglesia, porque aquí no se enseñan cuentos sino la verdadera palabra de Dios. Porque aquí no le estamos dando contentillo, sino la preciosa palabra de Dios para que su vida sea realmente bendecida.

Podría mostrarle muchos pasajes que con mucha claridad muestran el error de esas malas conversaciones que están contaminando su corazón, por ejemplo:

Hebreos 11:37 al 38 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

Los hombres de los que está hablando están en lo que los cristianos han bautizado el pabellón de la fe, es decir son los héroes de la fe. Pero estos hombres qué fueron muertos, o qué tuvieron que vivir huyendo, pobres, maltratados, son considerados tan valiosos a los ojos de Dios que dice que, no eran dignos pisar esta tierra.

Sin embargo para muchos cristianos contaminados esta clase de vida que ellos vivieron no es ninguna bendición sino una terrible maldición. Sin embargo tener claridad respecto de los verdaderos valores cristianos y de lo que es la verdadera bendición, permitía que en situaciones muy complicadas los cristianos se gozaran. Por ejemplo:

Hechos de los Apóstoles 5:41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.

Éstos hombres se gozaron de vivir cosas que a la gente del mundo les aterra, es más les parecía un privilegio haber estado en la cárcel, haber sido difamados, y haber sido azotados por causa de su fe en el Señor.

Así es de qué queridos hermanos, no echemos en saco roto lo que Dios nos dice esta noche, y hagámonos el propósito de hablar verdad cada uno con su prójimo como nos lo ordena el Señor. La escritura también dice:

Colosenses 4:6 Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.

Y no hay duda que para poder hacer esto debemos comenzar con decirnos la verdad nosotros mismos, una verdad confirmada por la palabra de Dios, para poder así limpiarnos de contaminación y poder vivir gozosos haciendo la voluntad de Dios. Y recordemos:

Juan 8:31–33. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

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