LA SIEMBRA Y LA COSECHA – PARTE 3
I. INTRODUCCIÓN
Cuando Dios le dijo al hombre que si comía del árbol de la ciencia del bien y del mal ciertamente moriría, lo estaba haciendo responsable de sus decisiones, y eso quiere decir que lo que los hombres hagamos siempre va a traer buenas o malas consecuencias.
Es en cierto modo como enseñan ciertas culturas orientales acerca de la causa y el efecto, con la enorme diferencia, que los resultados no siempre son el cumplimiento estricto de las leyes de la siembra y la cosecha, porque, Dios interesado y comprometido con nuestra salvación, puede hacer si es necesario, con el propósito de bendecir nuestra vida, que esas leyes no se cumplan, y que lo que cosechemos sea diferente a lo que hemos sembrado.
Un ejemplo claro de esto lo encontramos en el libro de Hageo, donde Dios quiere hacerle saber al pueblo que las leyes de la siembra y la cosecha no se están cumpliendo normalmente, y por eso le dice al pueblo:
Hageo 1.6 Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
Estos hombres deberían estar recogiendo mucho porque estaba sembrando mucho. Igualmente al comer deberían quedar saciados, al beber deberían quedar satisfechos, al vestirse y abrigarse deberían calentarse…
Pero no era eso lo que estaba sucediendo, porque Dios estaba alterando los resultados.
En esas situaciones lo que normalmente debe suceder, es que los hombres comiencen a evaluar para descubrir cuál es el error, Y poder hacia hacer los cambios necesarios para obtener los resultados que desean. En este caso: ¿Cómo sembrar mejor, cómo alimentarse mejor como calentarse adecuadamente?
Pero a pesar de estas evaluaciones y correcciones, cuando es Dios quien está alterando los resultados, entonces no importaran los cambios que se hagan o lo bien que se estén haciendo las cosas… Los resultados seguirán siendo los que Dios quiere, para llevarnos a aprender o a reconocer y cambiar aquellas cosas que estamos haciendo mal… No precisamente en el plano material sino en el espiritual.
Y como lo normal es menospreciar el asunto espiritual, es posible que los hombres hagan muchos intentos para obtener los resultados deseados, y sólo un fracaso continuo que lo lleve a reconocer su impotencia para mejorar los resultados, puede llevarlos a hacerse las preguntas correctas.
Y eso es, precisamente lo que el Señor les dice a través del profeta que deben hacer.
Hageo 1.5 Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.
La verdad es que resultaría muy tonto de nuestra parte, que a pesar de un continuo fracaso en lograr nuestros objetivos, no nos hagamos la pregunta de porque las cosas no están funcionando.
Y en este caso el Señor para que puedan encontrar una clara respuesta, antes de decirles que deben pensar muy bien en lo que están haciendo, les dice:
Hageo 1.4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?
Les recuerda que el mandato era que el templo de Dios debía ser reconstruido, pero el pueblo no haciendo caso al deseo del Señor, estaban dedicados por completo a sus casas aunque ya tenía muchas cosas. Pero como ocurre siempre cuando no hacemos la voluntad de Dios, nunca quedamos satisfechos y queremos más y mas… El Señor Jesús le dijo a la samaritana que el agua de este mundo siempre producía más sed… Y como consecuencia de querer mas y más, creemos que es una justificación válida, para no tener tiempo de reedificar la casa del Señor.
Y si en algún momento somos confrontados con nuestra desobediencia, entonces decimos que sí queremos colaborar con la edificación de la casa del Señor, qué entendemos que es algo importante, pero que lo haremos más adelante, porque ahora tenemos que hacer… Además pensamos que no estamos capacitados, que no tenemos las cualidades necesarias, etc… Y el tiempo de hacer lo que Dios nos pide se prolonga, y se prolonga y nunca hacemos lo que tenemos que hacer.
El equivalente a esta necedad del pueblo en ese tiempo, es negarnos a compartir nuestra fe, negarnos a edificar a los recién nacidos, a tener un grupo de oración, a invitar a la iglesia, a ser fieles financieramente, etc. Pues la escritura dice de nosotros:
1 Pedro 2.5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
En aquella época el templo era de piedra, ahora el templo del Señor somos nosotros piedras vivas.
Y como el pueblo, no considero importante, o pensó que tenían justificaciones válidas para no participar en la reconstrucción del templo, y se dedicó sólo a sus casas, por esta razón Dios intervino, y no los dejo cosechar de acuerdo a lo que sembraban.
El asunto se puede complicar más para nosotros, por qué en lugar de entender con rapidez que Dios está metiendo su mano, ignorando lo que él puede hacer, comenzamos a culpar al gobierno, al comercio, a que los tiempos están difíciles, a que no nos ayudan como a otros, a que no nos quieren… Y esas disculpas lo que en realidad logran, es que nos perdamos la bendición de reconocer y corregir aquello que estamos haciendo mal.
En esa ocasión Dios a través del profeta les dijo, con toda claridad cuál era la razón que su escasez.
Hageo 1.7–11 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. 8Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. 9Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. 10Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. 11Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.
Por no querer reconstruir el templo, por no querer obedecer a Dios, Dios había tomado la determinación de no dejarlos prosperar, para que así entendieran el valor tan grande que tiene servir en la obra de Dios.
Y si es Dios quien ha determinado que no prosperemos o qué cada vez tengamos menos, la pregunta es: ¿Habrá algún hombre que logre evitar lo que Dios ha determinado? La respuesta es no. Imposible que el hombre le pueda ganar a Dios. Su palabra dice:
Isaías 43.12–13. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. 13Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?
Pero no sólo Dios puede detener la cosecha de lo que hemos sembrado, también puede hacer lo opuesto.
Es decir puede haber una persona que no sea muy eficaz en su trabajo, o en sus negocios, o que no tenga muchos recursos, pero que tiene una genuina disposición para las cosas de Dios, para servir en su obra, y como consecuencia de esto Dios puede hacer que les vaya muy bien en su trabajo, o que su negocio prospere de tal manera que reciba una cosecha material muy abundante.
La escritura nos cuenta de una viuda que Iba a preparar su última comida para ella y su hijo, pues por causa de la sequía que Dios había mandado para disciplinar al pueblo, no había alimento en la tierra… Y en medio de esa situación tan complicada, mas para ella como viuda, el profeta llega a pedirle comida.
Ella le dice la verdad, que sólo queda un puñado de harina para una última comida y luego esperar a morir de hambre… Y sin embargo a pesar de la difícil situación y la escases de esta mujer, el profeta, porque Dios lo había mandado, le dice:
1º Reyes 17.13–14 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. 14Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.
Y efectivamente Dios, al ver la fe con que esta mujer había sembrado, y ante la imposibilidad de conseguir los alimentos de manera natural, Dios hace el milagro para que el harina y el aceite no falten hasta que termina la sequía.
Pero además de esta provisión milagrosa, cuando más adelante el hijo de la viuda muere, el profeta lo resucita… todo porque decidió confiar en lo mandado por Dios.
Dios pueda hacer que aquel que tiene y siembra no coseche, o que lo poco que tenga alguien al ser sembrado produzca muchísimo, pero tanto lo uno como lo otro, lo hace Dios para bendecir nuestras vidas.
Esto nos lleva un asunto que es importante entender respecto de las siembras y las cosechas, y es que hay una gran diferencia entre las cosas espirituales, las cosas morales, y las cosas prácticas.
No es lo mismo sembrar espiritualmente, que sembrar moralmente o sembrar cosas prácticas.
En el caso de lo que nos cuenta el profeta Hageo acerca del pueblo, la escasa cosecha material no era el resultado de falta de diligencia para sembrar, de hecho el pueblo judío ha sido un pueblo muy diligente, muy trabajador, que normalmente aún en la actualidad obtiene muy buenos resultados. Han hecho florecer el desierto!
Pero al no sacar tiempo para la obra, Dios consideró necesario enseñarles la importancia de su obra a través de esa situación.
Así como en el caso de la viuda, también a través de la cosecha que recibió le mostró la importancia de servir al Señor en su obra.
A la pregunta: ¿Ocurre esto con todas las personas? La respuesta es no a todos. Pero a sus hijos, a los auténticos cristianos, Dios si desea mostrarles la importancia de su obra, pero no lo hace al mismo tiempo, no de la misma manera… Porque Dios tiene su tiempo y su ocasión para cada uno de nosotros.
Eso quiere decir que alguien siendo muy práctico y muy diligente, puede recibir una muy buena cosecha por las cosas que hace, pero después de muchos años, Dios puede comenzar a tratar su vida para mostrarle la importancia de la obra, y entonces es posible que Dios comience a frenar los resultados en ciertos asuntos para llevarlo a meditar y a entender la importancia de la vida espiritual… Como puede también que con lo poco que colabore alguien en su obra, Dios darle una gran abundancia para confirmarle que está haciendo bien.
Un ejemplo claro de lo valiosos que son los asuntos espirituales, y por supuesto cuando hablo de espirituales me refiero a nuestra buena relación con Dios, porque también hay asuntos espirituales malignos, que tienen que ver con la relación de los hombres y Satanás, que podemos considerarlos como los más perversos, por encima de la mala moral, o la pereza y falta de diligencia.
Consultar a los muertos, consultar a los brujos, hacer brujerías, usar la tabla guija, hacerse riegos, etc. Estas malas prácticas espirituales pueden traer pésimas consecuencias para quienes las practican… Muerte de familiares queridos, enfermedades incurables, pobreza extrema, matrimonios que no duran, opresión satánica… Y otras muchas cosas más. Por esto en la escritura encontramos una clara advertencia cuando dice:
Isaías 47.11–12 Pero va a venir la desgracia sobre ti, y no podrás impedirlo con tu magia; caerá sobre ti un desastre que no podrás evitar; una calamidad que no esperabas vendrá de repente sobre ti. 12 Sigue con tus hechicerías y con las muchas brujerías que has practicado desde tu juventud, a ver si te sirven de algo, a ver si logras que la gente te tenga miedo.
La razón; es que estas malas prácticas espirituales son mucho más graves a los ojos de Dios que ser simplemente ladrón, o adúltero, o perezoso. Porque al hacerlo las personas por querer lograr sus objetivos, se están relacionando de una forma muy directa con fuerzas malignas.
Contrario a ellos, podemos encontrar personas que se relacionan bien con Dios, donde entre las cosas espirituales más importantes, una de ellas, las más valiosa, es la fe. La escritura dice:
1 Pedro 1.6–7 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,
Dice que nosotros los cristianos nos alegramos de la salvación recibida, pero que nuestra preciosa fe debe ser probada… Y como esta fe es preciosa, cuando la ponemos en práctica, cuando sembramos con ella podemos obtener una cosecha de bendición.
En el estudio anterior les preguntaba qué si tuviéramos que escoger entre ser inmensamente ricos, u obtener la sabiduría que proviene de Dios… ¿Qué escogeríamos?
Y la respuesta debería ser que escogeríamos la sabiduría, pues no hay absolutamente nada más valioso en todo el universo que la sabiduría que proviene de Dios.
Pero ese conocimiento de Dios no sirve de nada si no confiamos en él… Por esto hoy la pregunta es: ¿Deseamos una gran prosperidad económica o una gran fe?
Pero no estoy diciendo, ni quiero que interpreten que una gran fe impide ser prospero económicamente. Sólo quiero que quede claro, que hay muchos que ignoran a Dios, ignoran sus principios y sus mandatos con tal de obtener prosperidad, de tal manera que en lugar de crecer en fe, cada vez menosprecian mas a Dios. La razón… No consideran la fe en Dios como algo valioso.
Pero un ejemplo claro de lo valiosa que es la fe, y de los buenos resultados de sembrar con fe, lo acabamos de ver en la viuda que dio de comer al profeta. Como también lo podemos ver en la historia de una mujer, que era una ramera, que mintió cuando sus autoridades le preguntaron acerca de un par de espías del pueblo de Israel, que ella había escondido.
Es decir; esta mujer mintió, traicionó a su propio pueblo, y esa traición llevó a su pueblo a la muerte… Sin embargo esta mujer a pesar de su mala moral, era prostituta, y de tener un mal comportamiento con su pueblo, gracias a su fe en Dios, no sólo su fe la salvo, sino que además Dios hizo que fuera colocada en el pabellón de la fe, como una heroína de Dios. La Escritura dice:
Hebreos 11:31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
Notemos que la escritura no esconde su mala profesión, pero hace énfasis en que no murió con su pueblo que se opuso el pueblo de Dios, (Desobedientes) porque esta mujer decidió confiar en el Dios de los hebreos y por esta razón recibió a los espías en paz, es decir los escondió para protegerlos…
Por supuesto, no quiere decir eso que cuando confiamos en Dios podemos ser inmorales, traicioneros y mentirosos que Dios nos va a bendecir… Porque cuando conocemos de Dios, también comenzamos a entender que no debemos ser inmorales, ni traicioneros, ni mentirosos.
El asunto es que esta mujer, si era todo eso cuando conoció del Señor y decidió confiar en él, y Dios premio su fe.
Qué es lo mismo que le pasa a muchos que son inmorales, tramposos y mentirosos, pero en determinado momento confían en Jesús y reciben la salvación. Pero no reciben la salvación por ser inmorales, tramposos o mentirosos, sino por haber confiado en el Señor, quien con el tiempo sacará todos esos pecados de sus vidas.
El problema para algunos, es que en lugar de ver la historia y la condición en la cual una persona recibe a Cristo, ponen cuidado en los pecados que esta persona todavía comete por su ignorancia, pero ignoran la fe que esta persona tiene, que la está llevando a poco a poco a obedecer lo que va entendiendo que Dios le pide.
De hecho cuando tengo la oportunidad de hablar con una persona que comienza su vida cristiana, jamás se me ocurre hacer una lista de todos los pecados que está cometiendo, para juzgarla o para exhortarla a que los deje… Lo que hago es desafiarla a comenzar a obedecer a Dios. Que lea la escritura, que ore, que asista con juicio a la iglesia, y sé que cuando la persona por su fe obedece a Dios, Dios en su tiempo le mostrara las cosas que debe dejar de hacer, y las que debe comenzar a hacer.
Pero insisto, otros algo ciegos simplemente dicen: “Porque fulano si tiene tales pecados está asistiendo a la iglesia” Cuando la realidad a lo mejor es que ese fulano que todavía tiene pecados, ha dejado de cometer otros muchos, que el que lo está criticando no ha dejado de cometer. La viga y la paja.
Pero el caso de la mujer ramera que fue bendecida por su fe, no es el único que aparece en la escritura, hay otros muchos como por ejemplo el de un hombre llamado Jacob, que era ventajoso, tramposo, que engañó a su hermano, que se alió con su madre para engañar a su padre que era un pecado muy grave, y que luego engaño a su tío… Y sin embargo el Señor dice de este hombre cuyo nombre significa, “el que suplanta”:
Malaquías 1.2- 3 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, 3y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.
Nuevamente la pregunta es: ¿Por qué a pesar de lo mala persona que era Jacob, Dios lo protegió, lo prospero, y aún lo hizo el padre de la nación de Israel, pues de sus hijos salieron las 12 tribus, mientras que a la heredad de Esaú al cual aborreció… Convirtió sus montes en desolación y abandonó su heredad?
Recuerdo el director de una fundación bíblica muy grande, que decía que él hubiera preferido toda la vida a Esaú y no a Jacob. Y seguramente muchos pensarían igual, porque la escritura no nos habla de los pecados de Esaú, no nos cuenta que fuera inmoral, o tramposo, o perezoso… Por lo cual puede parecer muy extraño que Dios diga que aborreció a Esaú, a pesar de sus buenas cualidades como persona, y que amo a Jacob a pesar de no ser una buena persona.
A veces vemos esto en ciertas familias, donde la madre ama mas al hijo que es malo, de tal manera que los buenos hijos se sienten mal… Sin embargo las razones por las cuales una madre hace esto, no son las mismas razones de Dios.
¿Por qué entonces Dios bendijo grandemente a Jacob? La respuesta es que en la época de Jacob y Esaú, la primogenitura era una bendición de Dios que venía través del padre, y como su nombre lo dice era una bendición especial para el primer hijo.
Esta implicaba ciertos derechos y beneficios que Dios había estipulado. Y esa fue la razón por la cual Dios aborreció a Esaú, porque el menosprecio esa bendición espiritual, mientras que Jacob, apreciaba tanto esta bendición espiritual, que fue capaz de hacer todo lo que hizo, para obtenerla.
Este aprecio por la bendición de Dios, que es el resultado de confiar en Dios, y este desprecio por la bendición de Dios, que muestra que no se confía en Dios, fue lo que hizo la diferencia entre el uno y el otro.
Y como la clave está en la confianza que tengamos en Dios, por eso usando esta historia Dios en este tiempo nos exhorta a no perdernos la bendición, por nuestra falta de confianza en el. Y por eso la escritura dice:
Hebreos 12:15-17 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Este pasaje confirma la mala actitud de Esaú, qué es comparado con un fornicario, que en el sentido espiritual quiere decir que busca relacionarse y recibir ayuda de parte de un dios diferente del Dios verdadero. Y también con un profano, cuya palabra significa que no es sagrado, ni sirve para fines sagrados.
La razón de recibir Esaú estos calificativos, es por que por una sola comida fue capaz de vender la bendición espiritual que Dios tenía preparada para el.
Imagínense una mujer auténticamente cristiana que quiere servir a Dios, pero aparece un hombre incrédulo que la enamora, y ella vende su llamado espiritual ni siquiera por un marido, si no por no esperar el marido correcto… O aquel hombre que siendo llamado por Dios… Aparece un negocio tan bueno a su parecer, que se involucra y se desvía por completo de ese llamado espiritual.
Esto que digo no son inventos o especulaciones, la escritura dice:
2 Timoteo 2.4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
A veces ante esas malas decisiones, ante esos pecados que cometemos por nuestra falta de confianza en Dios, pensamos que luego podemos decir: “Padre perdóname” Y que todo va a seguir igual.
Y peor aún a veces decidimos cometer los pecados, y de antemano ya estamos pensando que luego pedimos perdón y todo seguirá igual…
Pero esto no es cierto, pues aunque Dios si nos perdona, y aunque a veces nos permite recuperar lo que perdimos, ya habremos perdido tiempo, y hay ocasiones como en la de Esaú, en la cual por más llanto y suplicas no logro recuperar lo perdido, por lo tanto fue desechado.
Pero también este pasaje que habla de la mala decisión de Esaú y de la importancia de apreciar la bendición de Dios, Dios también lo usa para advertirnos que no nos perdamos la bendición de las disciplinas, en las cuales Dios nos coloca para bendecir nuestra vida.
Si miramos unos versos atrás leemos:
Hebreos 12.11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Puede parecer un tema diferente pero es el mismo asunto. Nada tan importante como nuestra preciosa fe, y por eso cuando no pasamos las pruebas o no pasamos las tentaciones, se hace necesario que Dios nos discipline para hacernos entrar en razón y hacer crecer nuestra fe.
El problema es; que en ese momento en lugar de mirar con fe y con agradecimiento lo que Dios está haciendo, podemos desanimarnos, qué es lo que ocurre a muchas personas, haciendo que pierdan la poca fe que tienen. Y por eso continúa diciendo:
Hebreos 12.12–14 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. 14Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Nos anima a salir del decaimiento, nos anima a dejar de estar quietos para comenzar a hacer lo que es correcto. El resultado debe ser algo así como:
”Señor muchas gracias por estar difícil situación que me ha sobrevenido producto de mi pecado. Perdóname Señor, y ayúdame a hacer sendas derechas, y no permitas que mi debilidad me saque del camino, sino fortaléceme para insistir en hacer lo correcto”.
No tener esta correcta actitud ante el trato de Dios, seria igual a vender la bendición como lo hizo Esaú.
Pero también como en esas disciplinas muchas veces están involucradas otras personas, que son las que cometen los pecados que Dios quiero usar para bendecir nuestra vida espiritual… Por ejemplo:
Isaías 10.5–7 Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. 6Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. 7Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas.
Dios viendo la necedad y la idolatría del pueblo de Israel, fortalece a Asiria para que vaya y los ataque. El propósito, una fuerte disciplina para que ellos entiendan el valor de la fe en el Dios verdadero.
Asiria por otro lado no sabe lo que que en realidad está pasando. No tiene ni idea que Dios la está usando para disciplinar al pueblo de Israel, ellos simplemente piensan, que son lo suficientemente fuertes para acabar con todos los demás, y por eso fueron al ataque.
Pero: ¿Será que el pueblo de Israel rápidamente entenderá que los Asirios vienen contra ellos, porque Dios lo organizó de esa manera… De tal manera que se humillarán, se arrepentirán y pedirán perdón a Dios por su pecado?
Ahora: Y si Dios puede usar toda una nación para disciplinar buscando la bendición de su pueblo…¿Será que Dios puede usar a una persona, a un familiar, a un esposo o una esposa para disciplinar a uno de sus hijos, buscando corregir nuestro comportamiento y hacer crecer nuestra fe?
Y cuando Dios esté usando esa persona para afligirnos y disciplinarnos… Que insisto puede ser cualquiera, como vivimos en el caso de Jeremías su propia familia… ¿Será que rápidamente entenderemos que es Dios organizando las cosas así para bendecirnos, y entonces nos humillaremos, reconoceremos y pediremos perdón a Dios por nuestro pecado?
O será que en lugar de reconocer la mano de Dios en lo que pasa… ¿Comenzaremos a mirar a esa persona, o a esas personas como nuestros enemigos?
Para que no ocurra eso, para que no perdamos de vista que Dios mete su mano en la cosecha, y que aunque Dios use a otras personas no debemos verlas ni tratarlas como enemigos, porque eso también haría que nos perdamos la bendición por nuestra falta de confianza en Dios, es que él continúa y nos dice:
Hebreos 12.14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Que debemos tener una relación de paz y de santidad con todos… Eso incluye aquellas personas que Dios está usando para disciplinarlos, porque si comenzamos a ver enemigos, y nuestro trato con ellos no es de paz ni de santidad, entonces no veremos al Señor.
Que es igual a decir que la bendición de la disciplina se perderá… Y entonces estaremos sufriendo no sólo inútilmente, sino que cosecharemos aún algo peor.
Hace un tiempo les dije a ustedes que entre los cristianos no podemos hablar de: ”Tenemos un problema” Porque los cristianos no tenemos problemas sino oportunidades de hacer crecer nuestra fe.
También hace un tiempo les dije que entre cristianos no podemos decir: “Te tengo una mala noticia” Porque si todas las cosas ayudan a bien, decirle a un cristiano: ”Te tengo una mala noticia” es igual a decirle que Dios es un mentiroso.
Igual pasa con las disciplinas, si no confiamos en Dios, cuándo Dios use a otras personas para disciplinarnos entonces los veremos como enemigos… Y eso como dije, puede hacer que el asunto se complique mucho más. Por esto el pasaje continúa advirtiéndonos:
Hebreos 12:15-17 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 17Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Si al recibir la disciplina insistimos en no confiar en Dios, si al ver la persona que Dios está usando para disciplinarnos, llámese marido, llámese esposa, llámese hermano, llámese jefe o aún los hijos, si no vemos la mano de Dios sino a la persona, y la tratamos como enemiga, entonces no alcanzaremos la gracia de Dios.
Que es igual a decir que la disciplina no surtirá el efecto deseado por Dios, y peor aún, brotara una raíz de amargura que nos estorbara no sólo espiritualmente, lo cual ya es grave. Sino que también dañara nuestro corazón y como consecuencia nuestras relaciones personales.
Esas raíces de amargura, tienen su origen en algo que vimos la semana pasada, en pensar que Dios ha sido injusto, pensar que con lo bien que me he portado no recibo lo que recibe aquel que se está portando mal.
Esas raíces de amargura son las que nos hacen pensar y aún decirle a quienes nos han fallado… “Usted me ha hecho mucho mal, usted ha dañado mi corazón, usted no me ha dejado progresar, usted me ha maltratado toda mi vida, usted me ha menospreciado”…
Pero todos esos pensamientos a través de los cuales culpamos a los demás por nuestras desgracias, son el resultado de esas raíces de amargura que nos está estorbando, y no nos dejan recibir la gracia de Dios que sana y bendice nuestra vida.
La verdad respecto de este tema a veces me ha tocado orar, porque con algunos discípulos a los cuales les hemos entregado alma vida y sombrero… Pasa el tiempo y resulta que están resentidos, según ellos porque les hemos fallado… Y por supuesto no se acuerdan de todas las embarradas que cometieron, de toda la paciencia que les tuvimos, de toda la generosidad, de todo el cariño y amor que les dimos… No. Se centran en cierto evento real o que han interpretado mal, y eso es suficiente para que todo no valga nada.
Esos malos comentarios nos afectan, pero sólo, cuando al ayudar a la gente lo hemos hecho no para el Señor sino para la gente… Lo cual muestra que aunque los ayudamos nuestra actitud no fue correcta.
Pero también gracias a Dios, esos malos comentarios nos sirven para enfocarnos y hacer todo lo que hagamos para el Señor y no para los hombres, ya que del Señor recibiremos la recompensa cuando a el servimos.
Eso quiere decir que esos malos comentarios producto esas raíces de amargura cuando confiamos en Dios también bendicen nuestra vida. Pero hay que tener cuidado porque la escritura dice, que podemos dejarnos contaminar de la amargura de los demás.
En estos días le decía a alguien que cuando hablan mal de uno, uno debe poner mucho cuidado para ver si están diciendo la verdad… Y si es así, hay que agradecer y por supuesto corregir para que al hablar mal de nosotros, no estén diciendo la verdad.
Y si al hablar mal de nosotros nos están juzgando mal… Es decir no es cierto lo que están diciendo, de todos modos hay que agradecer a Dios, y además pedir misericordia para aquellos que nos está juzgando mal… Porque el Señor nos ha dicho con claridad ”Amad a vuestros enemigos, orad por los que los persiguen… etc.
Pero…¿Y qué pasó con Asiria, qué pasó con aquella nación que Dios usó para disciplinar al pueblo de Israel? La escritura nos cuenta el plan de Dios:
Isaías 10.12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.
Dios la castigo, como también lo hará con todos aquellos que Dios a usado para disciplinarnos, si ellos no se humillan y buscan con fe al Señor para ser perdonados.
Déjenme repetir lo siguiente:
Usted puede ser una persona muy correcta, una esposa o un esposo abnegado, trabajador, fiel, etc. Pero resulta que su conyugue no se ha portado muy bien, y usted se siente tratado con injusticia, siente que no ha sido valorado, siente que no ha sido respetado, y producto de esos sentimientos comienza a sentir resentimiento contra esa persona, y luego ese resentimiento con los años se vuelve amargura…. La cual creo yo es una especie de opresión satánica que no deja pensar con claridad.
Todo este proceso lo puede vivir cualquier cristiano que sea flojo espiritualmente al no creer las promesas de Dios, y cobarde por no aceptar los tratos de Dios que lo quieren hacer sabio, y llevarlo a confiar verdaderamente en Dios.
Y por otro lado, el que se portó mal hace rato le pidió perdón a Dios y vive en paz con Dios. Pero la víctima ha dejado que la amargura entre en su corazón, que la queja brote de sus labios.
La persona que se portó mal y pidió perdón recibirá la gracia de Dios, pero el que cree que nunca hizo nada malo, pero dejó que la amargura entrara en su corazón, se perderá la gracia de Dios. Y aún puede convertirse en fuente de amargura para los demás.
Y si hemos actuado de esa manera, el Señor nos está comparando con el fornicario y el profano de Esaú.
En otras palabras, es muchísimo más grave que nosotros nos hayamos resentido por nuestra falta de sabiduría y confianza en el Señor, que todas las maldades que otros nos hayan hecho a nosotros.
Es por eso que cuando hablamos de la siembra y de la cosecha, debemos tener en cuenta que el hombre recibirá de acuerdo a los principios y valores dados Dios. No de acuerdo a los valores que el hombre tiene.
Y no entender esta diferencia es lo que hace que los hombres y aún los cristianos no puedan entender la justicia ni el amor de Dios… Y todo como consecuencia de no confiar en Dios.
Oremos… Amado Padre y enséñanos a reconocer tu mano en todas las cosas que suceden, para que no nos perdamos de tu gracia… Para no perder la bendición qué momento a momento nos quieres dar.