1 Tesalonicenses 5.16–24 16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19No apaguéis al Espíritu. 20No menospreciéis las profecías. 21Examinadlo todo; retened lo bueno. 22Absteneos de toda especie de mal.
Hemos estado viendo esta importantísima secuencia de las actitudes y las cosas que debemos hacer para crecer en salvación disfrutando de nuestra vida cristiana.
Si lo hacemos bien ciertamente lograremos vivir contentos, pero no con la alegría de aquellos que hacen cosas que no convienen que con el tiempo siempre traen malas consecuencias, ni con la alegría de aquellos que aman el mundo y que cuando las cosas no salen como desean sufren.
Diferente a ellos, nosotros gozaremos con el gozo de la salvación, además disfrutaremos haciendo la voluntad de Dios, y experimentaremos esa paz producto de saber que tenemos el respaldo del Dios todopoderoso, una paz que sobrepasa todo entendimiento porque sabemos que el todopoderoso está a cargo, no sólo de todo lo que nos rodea lo cual le permite protegernos, sino de nuestra vida y nuestro crecimiento espiritual.
Esa es la auténtica vida cristiana, una vida donde en cierto modo comenzamos a disfrutar las primicias de lo que disfrutaremos cuando estemos en la eternidad con Dios.
La última recomendación de esta secuencia de buenas actitudes y acciones es… ”Absteneos de toda especie de mal”
He estado pensando a lo largo de la semana en esta frase, y me da la impresión de que quien recibe una recomendación de estas, puede pensar que es una recomendación demasiado amplia, es como si los padres salieran de viaje y le dijeran al hijo, te quedas solo no hagas ningún mal…
Y la pregunta es: ¿Cuántas cosas malas podría hacer estando solo en la casa? La respuesta es; depende de cuan desobediente pueda ser, de cuanta imaginación, de cuantos recursos y cuanto conocimiento tenga de la maldad. (Recuerdo mis épocas de locura cuando me dejaban sólo)
El asunto es que cada uno de nosotros tiene una escala diferente de valores cuando se trata de medir la bondad o la maldad, y lo mismo podemos decir del mundo en el cual estamos.