JUSTAS PROPORCIONES – PARTE 1
1 Juan 5:18–21 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. 19Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. 20Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. 21Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.
La escritura dice tantas cosas tan importantes en un solo párrafo, que por eso es muy importante que aprendamos a estudiarla de manera diligente. En este por ejemplo, comienza diciendo que si somos nacidos de Dios no vamos a practicar el pecado, porque Dios nos va a proteger de tal manera que el maligno no nos obligue a pecar.
Ésa es una de las razones por la cual los pecados que no habíamos podido dejar… Ahora que hemos nacido de nuevo si podemos hacerlo.
Y para que no pensemos como algunos que eso del diablo es algo sin importancia, es decir que su influencia no es real, vemos que en este pasaje dice que nosotros los auténticos cristianos somos de Dios pero que el mundo entero está bajo el control de Satanás.
A muchos esto les parece ridículo, a muchos creyentes tampoco les gusta que Satanás sea nombrado porque tienen un temor que no deberían tener. No hay que temerle al diablo hay que temerle al pecado. Sin embargo es muy importante que no perdamos de vista que si todo el mundo está bajo el maligno, entonces el mundo dirigido por Satanás va a estar en oposición de nosotros los hijos de Dios.
Desafortunadamente hay muchos cristianos que no creen que Satanás los esté atacando, Y piensan de esta manera porque ignoran que Satanás no trabaja solo, y no me refiero a los miles o millones de demonios que están unidos a él, sino a todos aquellos seres humanos que por no conocer a Dios le ayudan a que la siguiente generación crezca sin el conocimiento de Dios…. Este trabajo que hace Satanás a través de sus hijos es muy claro en el siguiente pasaje:
1 Juan 3:10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Pero debemos entender que a la justicia a la que se refiere no es a la justicia humana, pues la justicia humana está tan pervertida que hace que los injustos crean que son justos, pero la verdad a los ojos de Dios es que lo único justo es hacer la voluntad de Dios, y por lo mismo cuando no hacemos la voluntad de Dios estamos actuando con injusticia.
El cuadro completo es que estamos los hijos de Dios que hemos nacido de nuevo, que vivimos bajo la dirección y protección de Dios, y por otro lado están los hijos de el diablo que viven bajo la dirección del diablo con el objetivo de qué los hombres no conozcan a Dios, y que los que ya conocemos a Dios no vivamos haciendo su voluntad.
Y como este trabajo de Satanás a través de sus hijos está disfrazado de justicia, de amor, de equidad, supuestamente de libertad, es por eso que muchos cristianos son atacados por Satanás sin que se den cuenta, porque son sus amigos, y aun sus familiares los que están colocando como dice la escritura, esos dardos de fuego que provienen del maligno…. Cuantos de ustedes han recibido esos consejitos que hablan de no someterse, de no dejarse, de no ser tan fanático y cosas por el estilo tratando de qué usted no obedezca a la voluntad de Dios.
Y está bien por esta misma razón porque se disfrazan de bondad que en esta época han logrado cambiar muchas cosas, de tal manera que cada vez tendremos una generación más corrompida.
Legalizar el asesinato de los niños en el vientre, mutilar a los niños de pequeños para cambiarles del sexo, hombres que se creen mujeres compitiendo con mujeres en los deportes, hombres que dicen ser mujeres yendo a las cárceles de mujeres para violar a las presas, con el resultado de muchas embarazadas y todo esto supuestamente en alas de lo que es justo y bueno, que es lo que dicen que cada persona tiene derecho a hacer con su vida.
La cosa está tan complicada que he escuchado de algunos cristianos, que no quieren tener hijos porque tienen temor de criarlos en medio de una generación tan corrompida… Pues respeto sus decisiones pero no estoy muy de acuerdo con ello, porque el cristianismo que hemos recibido de parte de Dios es tan poderoso, que sin importar la corrupción que haya a nuestro alrededor, podemos vivir haciendo la voluntad de Dios.
Lo que quiero que entendamos es que ser cristiano implica involucrarse en una batalla espiritual, de la cual debemos ser conscientes porque el mundo tratará de impedir nuestro crecimiento espiritual, para aún si es posible corrompernos cada día más. Muy consciente de esto el Señor Jesús oró por nosotros de la siguiente manera:
Juan 17:14–17 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Aunque el Señor Jesús confirma que el mundo nos aborrece, es decir que quiere destruir nuestro cristianismo, de todos modos su petición al Padre no es que nos saque del mundo sino que nos proteja para que podamos seguir haciendo su voluntad.
En el primer pasaje que leímos hoy donde hablaba de que somos de Dios y el mundo está bajo el maligno, este pasaje termina diciendo:
1 Juan 5:21 Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.
Y hace esta advertencia porque el propósito de Satanás a través de lo que el mundo nos ofrece, es que nos enamoremos tanto de de las cosas del mundo, que esas cosas se conviertan en ídolos para nuestra vida…. Y un ídolo en realidad es un falso Dios que nos impide en mayor o menor grado tener una buena relación con el Dios verdadero.
En esta época no hay duda que la televisión, los noticieros, las películas, las comunicaciones en general, el Facebook, Instagram, Tictac y todas estas cosas se han convertido en una herramienta poderosísima en las manos de Satanás, a través de las cuales está colocando motivaciones y sueños en los hombres para mantenerlos alejados de Dios.
Aunque he dejado de ver televisión si recuerdo haber visto estos Realities, por ejemplo el de la voz Colombia, o las de los super humanos donde el objetivo obviamente es ganar, ser el primero, tener dinero, gozar de fama y cosas por el estilo.
Estos a los ojos de muchos parece muy sanos comparados con otros reality de parejas donde intercambian las parejas, o de hombres casados que se va a una isla con un poco de mujeres a ver si son capaces de ser fieles, y una cantidad de cosas que con claridad están buscando pervertir a los hombres.
Pero aun estos realitis que parecen muy sanos, de todos modos tienen como base la competencia entre los hombres, y como veremos más adelante no es algo que esté en los planes de Dios para nosotros sus hijos.
Hay quienes les gusta ver mucho las competencias de CrossFit, los partidos de fútbol a nivel internacional, los partidos de tenis en los Grand Slam… Pero no se preocupen no voy a decirles que es pecado disfrutar de esos eventos, o que hacerle barra al equipo de Colombia sea pecado, pero sí es importante tener claridad que hay una diferencia importante entre disfrutar las cosas del mundo a ser esclavo de ellas… O peor aún, que esas cosas sean la motivación para vivir nuestra vida.
Por qué cuando ese tipo de cosas se convierten en la motivación para vivir, fácilmente se convierten en ídolos.
Por ejemplo hay chistes que no sean tan chistes, como la que dice que ojalá mi marido me cuidara a mi como cuida el carro, o como cuida la bicicleta o la moto…
Pero mucho más grave que eso, es lo que vemos por ejemplo qué pasa con los fanáticos de algunos deportes, el fútbol por ejemplo que cuando pierden o aun cuándo ganan un partido, la celebración termina con algunos muertos…. Y cuando hacemos daño a los demás por causa de nuestros anhelos, o idolos evidentemente allí Satanás ha tomado el control de nuestra vida y nos está usando para hacer el mal.
El apóstol Pablo advirtiendo acerca de este tema a la iglesia de Corinto, que había caído en ciertos excesos les escribió:
1 Corintios 6:12 al 13 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios.
Y la enseñanza es que si queremos disfrutar de algún deporte, o de una rica comida, o si queremos disfrutar de alguna otra cosa no es problema, pero cuando estas cosas dominan nuestra vida allí si de manera evidente se ha formado un ídolo a través del cual Satanás controla a las personas.
Y es por eso que el apóstol advierte que esas cosas no nos deben dominar. Además también dice que debemos evaluar si hacer esas cosas nos conviene o no nos conviene, y obviamente se está refiriendo a nuestro crecimiento espiritual.
Y aunque a veces muchos cristianos pasan por alto esto, el apóstol da una razón todavía más poderosa para pensar bien en lo que estamos haciendo, y por eso nos dice que al final todas estas cosas serán destruidas, no sólo las cosas que nos gustan sino que nuestro cuerpo también será destruido, y cuando esto ocurra entonces comenzaremos a vivir en la eternidad… La cual presenta a los hombres dos opciones, que son la condenación eterna, o la salvación eterna en la presencia de Dios.
Y en nuestro caso habiendo sido ya salvos, evaluar si las cosas nos convienen o no, nos ayudará a tener una mejor eternidad en la presencia de Dios. Hay un ejemplo de esto en la escritura que seguramente nos parecerá bastante fuerte pues dice:
Hebreos 11:35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
Algunos oraron para hacer su vida más fácil mientras que otros aceptaron aún el tormento para recibir mejor resurrección…
Pero tener esta actitud no es posible cuando hay ídolos, por esta razón si caemos en la idolatría, o si al comenzar nuestra vida cristiana teníamos ciertos ídolos, pues Dios nuestro Padre amoroso se inventara los mecanismos necesarios para librarnos de esa esclavitud.
Normalmente hace que los ídolos sean los que nos hagan sufrir, para que nosotros mismos los desechemos.
Pero otra cosa ocurre en el mundo, donde este tipo de cosas se han convertido para los hombres en la razón de sus vidas, convirtiéndose en una poderosa distracción que aleja a los hombres del propósito para el cual fueron creados.
En nuestro caso aunque el cristianismo implica vivir de acuerdo a una serie de principios y normas, de todos modos, la clave para poder disfrutar de una una vida abundante, lo cual implica una paz sobrenatural y un gozo continuo solamente será posible si aprendemos a confiar en Dios.
Quien no confía en Dios no podrá ser feliz, por qué no tendrá cómo responder de una manera adecuada ante las diferentes circunstancias y dificultades que la vida normal nos presenta. Por ejemplo cuando la escritura dice:
Filipenses 4:6–7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
No es posible dejar de afanarnos así estemos orando si no confiamos verdaderamente en Dios.
Más cuando confiamos en él podemos agradecer aún antes de recibir la respuesta, y entonces disfrutaremos de una paz sobrenatural, que nos permitirá continuar pensando de una manera sensata que traerá sólo bendición para nuestra vida.
No sé si ya se han dado cuenta pero cuando estamos mal espiritualmente tomamos decisiones absurdas, injustas, casi que diabólicas, pero cuando estamos espirituales cómo dice el texto, la paz de Dios guardará nuestro corazón y nuestros pensamientos, de tal manera que tenemos buenos pensamientos, tomamos decisiones buenas, hacemos buenos juicios y disfrutamos de la vida abundante que Dios nos ha dado.
¿Pero cómo poder confiar en Dios si no lo conozco? No es posible, y es por esto que el propósito de Dios es que los hombres lo conozcamos, pero cuando tenemos ídolos, la esclavitud que ellos nos producen nos impiden conocer verdaderamente a Dios.
No creo que sea difícil entender que cuando los hombres están obsesionados con ganar un concurso, ser el mejor, ser el primero, ser el único, es porque esta lleno de pensamientos del mundo que hacen cada vez más difícil que el hombre vea la importancia de conocer a Dios.
No sé cuántos de ustedes sepan acerca de los esfuerzos y el precio tan tenaz que pagan algunos para pararse en la punta del monte Everest, y decir; “yo estuve aquí”. Podemos ver documentales donde estos personajes pierden los dedos, pierden las piernas producto del frío, y eso es poca cosa comparado con muchos que han perdido la vida intentando llegar a la cima de la montaña. ¿Para qué? ¿Para gloriarse de sus triunfos?
Por supuesto no todos quieren llegar al Everest, pero sí es muy normal encontrar entre los seres humanos una actitud generalizada de continua competencia para ser: “El más, el mejor, el primero o el único ”
Y por supuesto esto en el mundo no es visto como malo, querer ser el primero y aún lograrlo termina siendo un motivo de orgullo, y por lo mismo si no se logra es una tremenda decepción… ¿Pero qué dice el Señor en su palabra respecto de estos deseos?
1 Juan 2:15–16 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Éste texto dice algo que es supremamente grave por dos razones; en primer lugar porque el amor al mundo y a las cosas del mundo es algo muy común, sin embargo cuando esto ocurre dice que el amor del Padre no está en esta persona, y como el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por su Espíritu entonces quiere decir que quien ama al mundo no tiene el Espíritu de Dios lo cual es gravísimo.
Y si nos preguntamos porque es tan grave que amemos al mundo y las cosas del mundo, pues la respuesta la tenemos en el primer texto que leímos donde dice que todo el mundo está bajo el maligno, por lo tanto quien ama al mundo y las cosas del mundo está amando todo lo que el maligno ofrece y por supuesto no puede ser un hijo de Dios.
Y cuando estel texto dice; “todo lo que hay en el mundo” esta abarcando el planeta completo, como si todo estuviera lleno o todos participaran de lo mismo, pero no se refiere a nada material sino a lo que puede haber en nuestro corazón por causa de nuestro amor al mundo. Y entonces nombra tres cosas que son muy comunes en los hombres que no conocen a Dios: Los deseos de la carne, de los ojos y la vanagloria de la vida.
Estas tres malas motivaciones están muy relacionadas entre sí, pero quiero hacer énfasis en la tercera que es la “la vanagloria de la vida” que es lo que produce que los hombres vivamos en continua competencia con los demás. Esta mala actitud en otras versiones es traducida como: “La soberbia de la vida”, o; “el orgullo de la riquezas”. (Por aquella relación que hay entre tener mucho dinero el cual como dice la escritura sirve para todo.)
Vanagloria, soberbia u orgullo. ¿Alguien me puede decir para qué sirven? La pregunta no es para qué sirven las riquezas que pueden permitirme ser el primero, ser el más, ser el mejor o el más famoso, pues es evidente que las riquezas nos pueden proporcionar una vida muy cómoda y agradable si Dios así lo permite, porque no podemos olvidar que el ser grande, rico y poderoso es algo que está en la mano de Dios, quien puede hacer rico al que él quiere o puede hacerlo inmensamente pobre.
Por eso la pregunta realmente es: ¿Para qué sirve vanagloriarse, ser soberbio o estar orgulloso por las cosas que tenemos o las cosas que logramos hacer?
La palabra vana-gloria en sí misma está diciendo que es una gloria vana o inútil que no sirve para nada. Y de igual manera sucede con la soberbia, el orgullo y las alabanzas que podamos recibir, que tampoco sirven para nada bueno. Más aún la soberbia, el orgullo, y las alabanzas que recibimos pueden motivarnos a actuar de mala manera con nuestros semejantes.
Y por esto, para protegernos de caer en pecado, el Señor ha prohibido la alabanza, es decir que nos echemos flores o nos sintamos orgullosos por haber logrado ese tipo de cosas. Dice así:
Jeremías 9:23 al 24 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Y por supuesto no se trata solo de no alabarnos, sino también de no sentir admiración por las personas más sabias, valientes o ricas de la tierra.
¿Si están escuchando bien, no debemos sentir admiración y mucho menos echarle flores a las personas más sabias, valientes o ricas de la tierra… Y por supuesto de nada nada sirve que no expresemos nuestras alabanzas, si de todos modos en nuestro corazón admiramos y deseamos ser o vivir como estas personas. El texto bíblico continúa diciendo:
Jeremías 9:24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
Confirmando con claridad que a un lado de la balanza está el hombre compitiendo para ser el primero, para ser admirado y vanagloriarse; y al otro lado está el conocimiento de Dios que es lo único de lo que nos podemos alabar, por qué gracias a ese conocimiento si podemos vivir una vida llena de amor, gozo, paz, paciencia, es decir actitudes que realmente nos permiten ser felices, y que además aseguran nuestra eternidad en la presencia de Dios.
Lo cual quiere decir: O competimos en el mundo para escalar posiciones, ser admirados, alabados, o nos dedicamos a conocer a Dios para vivir realmente felices, mientras somos preparados para reinar en la eternidad.
Lo inútil de la competencia con los hombres… Si pensamos en esta vanagloria, admiración, orgullo o soberbia por los logros alcanzados, la verdad es que, este tipo de cosas no tendrían ningún sentido si no hubiera otras personas a quien le pudiéramos mostrar nuestros triunfos. Es decir: ¿De qué sirve si una persona sube al monte Everest si absolutamente nadie se entera?
Aun cuando alguien dice: “Esto lo hice por mí para demostrarme a mí mismo que puedo” esas afirmaciones y esa motivación es sólo el resultado de haber sido comparado con otros, y de haberse sentido menos. Es decir; aunque no sean conscientes, también se trata de competencia, se trata de lo que otros puedan pensar de mí.
Igualmente; ¿De qué servirían las riquezas de una persona que quiere presumir, pero no encuentra con quién presumir de todo lo que tiene, de qué sirve el orgullo de ser el primero si no hay otro que ocupa el segundo, tercero o el último lugar?
Es decir no hay duda que se trata de ser mejor que los demás, se trata de competencia. Y cuando estamos compitiendo con los demás estamos ignorando una verdad supremamente importante y es: ¿Qué tenemos que no hayamos recibido?
Imaginemos dos personas que nacen en familias diferentes, con valores, motivaciones y oportunidades completamente diferentes, y uno de ellos por tener mayores posibilidades y beneficios dentro del mundo, logra llegar muy alto mientras que el otro no.
¿Qué valor puede tener el que yo me sienta orgulloso de ser más que el otro, si recibí más que el otro? ¿Qué valor puede tener el orgullo de una mujer que recibe una gran hermosura y por esta razón mira a las que no son tan hermosas como ella como poca cosa? ¿Qué valor puede tener el orgullo de aquel que recibe una tremenda herencia razón por la cual mira a los pobres con desprecio?
Cuando el hombre se atreve a vanagloriarse o jactarse por los logros obtenidos, no está siendo justo ni está teniendo en cuenta la realidad, es decir lo que Dios ha dado a cada uno, no sólo respecto de lo material, o de oportunidades, sino también de dones y talentos, que son lo que a muchos comenzando de nada les ha permitido lograr muchas cosas… Pero gracias a los talentos y oportunidades recibidas de parte de Dios.
Como puede ser justo comparar a una persona que ha recibido una enorme fortaleza física con otra muy débil pero muy inteligente, o a una mujer supremamente hermosa con otra muy fiel, es decir hay tantas diferencias que no es posible una comparación ni una competencia justa.
Pero a pesar de esto, el mundo está siendo manejado por este tipo de motivaciones, y es tanta la costumbre o el poder de este pecado, que esta vanagloria continúa siendo la motivación de muchas personas que se han convertido al cristianismo, por eso en cierta ocasión el apóstol Pablo viendo la pelea que se había suscitado entre los cristianos compitiendo para ser el mejor, les escribió:
1 Corintios 4:7 Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
Esto es igual a decir que si tenemos más porque Dios nos ha dado más, lejos de alabarnos a nosotros mismos deberíamos alabar a Dios quien nos ha dado absolutamente todo lo que tenemos. O también podríamos decir ¿cómo se nos ocurre usar eso que Dios nos ha dado más que a otros, para tratar de humillar a otros a los que Dios les ha dado menos?… ¿Será que ese fue el propósito para el cual Dios nos dio más que a otros?… Por supuesto que no.
Sólo por un breve momento…. Más grave resulta el asunto cuando entendemos, o cuando quienes se alaban no entienden que eso que tienen, es sólo por un cortísimo momento. Si leemos el siguiente versículo del pasaje:
1 Juan 2:16 al 17 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Si así vivimos, si la motivación en nuestra vida son los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria es decir la competencia con otros seres humanos, quiere decir, que esa vanagloria, orgullo o prepotencia la podemos disfrutar solo mientras nuestra vida en la tierra concluya, y cuando el mundo se nos acabe, eso también se acabara y no tendremos nada para la eternidad.
En la parábola del hombre rico que decide dedicarse a gozar de sus riquezas el Señor le dice:
Lucas 12:20–21 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
Pero el que vive con la motivación de conocer y servir a Dios permanecerá para siempre.
Compitiendo o agradando… Esta motivación, que es la motivación básica del mundo (ser los mejores) tiene una ramificación o forma disimulada de ser en el trato con nuestros semejantes.
Me explico: Aquel que tiene el deseo de ser el mejor pero sabe que tiene los recursos para ser el mejor, toma la opción de agradar a los que tienen o son mejores, para a través de ellos poder mejorar, lo cual en realidad es competencia disimulada. La expresión de algunos para estas personas es que son lambones.
Pero esa actitud que también es muy normal en el mundo, aún en las iglesias cometen el gravísimo error de darle preeminencia a las personas ricas, guardándoles las primeras filas y cosas por el estilo, ignorando por completo que la acepción de personas es pecado y que además quienes viven para agradar a los hombres están en grave situación frente a Dios pues su palabra dice:
Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
La admiración por los hombres, o “competencia disimulada”, es un error tan serio en nuestra motivación, que el apóstol asegura que quien vive de esa manera, no solo no está sirviendo a Cristo, sino peor aún, dice que no es un siervo de Cristo, que es similar a decir que no es cristiano. (No dice que es un mal siervo de Cristo si no que no es un siervo de Cristo.)
¿Por qué el apóstol plantea este asunto de una manera tan sería? La razón es porque: La competencia entre los hombres es totalmente opuesto a la dependencia de Dios.
Ya sea que nos levantemos creyéndonos mejores que los demás para demostrarles lo que somos, o que de manera servil nos peguemos a los poderosos para poder progresar, ambos procederes son una evidencia clara de que no dependemos de Dios. La escritura dice:
1 Crónicas 29:12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.
Por lo tanto quien cree que puede gracias a sus capacidades ser mejor que los demás, o quien alaba a los demás para a través de eso poder surgir, ambos están ignorando el poder de Dios, y por eso no dependen de Dios sino de sí mismos o de otros.
Ahora; si competir entre los hombres no es bien visto por Dios, si competir entre los hombres es una señal de que no creo en el poder de Dios, y si es además señal de que no dependo de Dios; tratemos de imaginarnos la locura de aquellos que oran pidiendo a Dios que les permita ganarle a los demás… lo cual también es algo que ocurren muchísimo, aún entre creyentes.
En cierta ocasión el pueblo estaba quejándose con Dios por no recibir respuesta a sus oraciones, y lo que el Señor les contesto fue:
Isaías 58:3 al 4 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
La respuesta fue; ¿Cómo se les ocurre orar para aplastar a los demás, para ser más que ellos, para ganarle a ellos, para actuar de forma injusta?
Y contrario a esta absurda forma de orar les dice:
Isaías 58:6 al 7 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
¿Ven ustedes en este pasaje algo de competencia, de orgullo, de ser más, de tener más como motivación?
Ademas… Quien no depende de Dios pierde su recompensa… El Señor Jesús refiriéndose a este asunto enseñó:
Mateo 6:5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres;
Hacer las cosas para ser vistos de los hombres es una forma de competencia, en este caso es una competencia de oración.
Quien ora en la calle para ser visto de los hombres está diciendo; “ustedes no saben orar como yo oro, yo oro mejor que ustedes, o yo soy mejor Cristiano que ustedes…”
Algunos cristianos han confesado que ese fue un asunto importante en su vida, orar mejor que los demás, tener lenguas más hermosas que los demás, tener un don de profecía más certero que el de los demás, tener el mejor grupo de alabanza, y por supuesto tener una iglesia más grande que la de los demás. Pero para quienes viven con este tipo de motivación escrito está:
Mateo 6:5 al 6 de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Esa es su recompensa, significa que lo vieron orar y a la gente le gustó, y algunos manifestaron lo bonito que oro, y eso fue todo lo que recibió. Pero para aquellos que no compiten con los hombres sino que hacen las cosas para Dios… Cosa curiosa, serán recompensados, y lo curioso es que dice que serán recompensados en público.
Es decir aquel cristiano que hace las cosas bien, en lo secreto, que las hace para Dios, sin competir con los hombres y sin esperar que los hombres le reconozcan, y que sigue haciendo bien así no le crean… Dios dice que los va a premiar delante de los hombres.
Pero aquellos hombres que viven en competencia unos con otros para ser más, incluidos aquellos que en las iglesias se esfuerzan por completar sus 12 discípulos, antes que los demás, para poder subir al siguiente nivel, así lo logren; Lo único que recibirán serán las alabanzas de los hombres porque de parte de Dios no recibirán nada.
Este premio o castigo dependiendo si vivimos en competencia con los hombres o para el Señor, lo podemos entender al ver que Dios escoge del mundo a los que no le sirven al mundo, y el resultado será:
1 Corintios 1:27 al 29 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Dios va a tomar a los que confían y dependen de él, que son aquellos que no compiten con los demás, y va a hacer una obra tan maravillosa en ellos, que todos aquellos que se creían mucha cosa van a quedar avergonzados.
Ahora… Si no hay la motivación de la vanagloria de la vida, y si no hay la motivación de hacerse rico para disfrutar de los deseos de la carne y de los ojos: ¿Cuál es entonces la medida de nuestro esfuerzo, hasta donde debemos apuntar, cuál debe ser nuestro objetivo, respecto de las cosas materiales, de los dones talentos habilidades y oportunidades?
La escritura nos da respuesta a este asunto en la siguiente parábola:
Mateo 25:14 al 18 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.16Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Esta parábola nos enseña cómo Dios a cada hombre sobre la tierra le ha dado una responsabilidad que es proporcional a su capacidad. Esa capacidad depende de las cosas que Dios le ha dado, y de las oportunidades que Dios le da. Y lo que Dios espera de nosotros es que produzcamos de acuerdo a todo eso que hemos recibido.
Es decir Dios; no espera de nosotros frutos idénticos porque no somos idénticos, como tampoco las oportunidades son las mismas, por lo cual jamás se trata de competencia, sino de ser buenos administradores de lo que hemos recibido.
Un poco más adelante en la parábola podemos leer:
Mateo 25:22 al 25 Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.23Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 24Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Los siervos fieles, los que han administrado bien lo que han recibido y han producido lo esperado recibirán mucho más para seguir administrando, y entrarán en el gozo de su Señor.
Los que no administran bien lo recibido por Dios, son aquellos que piensan mal de su Señor… Y el resultado:
Mateo 25:30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.,
Cuando no se está convencido del amor de Dios, cuando no se espera vivir con la misericordia de Dios, cuando creemos que Dios es injusto, que pide más de la cuenta, o que me está dando tratos demasiado duros… Todos esos pensamientos que son equivocados son los que impiden que administremos adecuadamente lo que Dios nos ha dado, que en otras palabras es igual a decir que cuando no confiamos verdaderamente Dios por supuesto no somos capaces de hacer la voluntad de Dios, y entonces en lugar de vivir para Dios tomamos la decisión de seguir viviendo con el mundo nos enseña.
Todo esto debe llevarnos a entender que el Señor aborrece la competencia entre los hombres, aborrece la vanagloria y el orgullo, porque la verdadera medida que Dios usa con cada uno de nosotros es la proporción.
El principio del diezmo es un claro ejemplo de cómo Dios espera de nosotros de acuerdo a lo que él mismo nos ha dado… Si pensamos en esto no hay diezmo grande ni diezmo pequeño solamente hay fidelidad o infidelidad respecto de lo que Dios desea.
Lo válido a los ojos de Dios es la proporción…. Por qué Dios no espera de nosotros cosas iguales porque no somos iguales, pero si espera de acuerdo a lo que hemos recibido.
Ahora cuando la escritura dice que debemos en lugar de competir vivir de acuerdo a lo que Dios nos ha dado, aquí también se incluye lo que Dios nos ha dicho. La escritura nos enseña:
Mateo 11:20 al 22 Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: 21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. 22Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras.
Esto quiere decir que entre más y con mayor claridad le hayamos hablado a ciertas personas, si no reconocen a Jesus como su Señor y Salvador, el castigo de la condenación eterna será más espantoso para esa persona que escucho, que para que él que ha escuchado poco. (No podemos decir que alguien muere sin haber tenido la oportunidad de escuchar, a no ser aquellos que mueren antes de tener conciencia)
Eso para los incrédulos. Pero para nosotros los creyentes el asunto no es diferente pues la escritura dice:
Lucas 12:47 al 48 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.
En la historia de Moisés con el pueblo podemos ver un claro ejemplo de la forma como Dios evalúa y juzga. El pueblo continuamente se revelaba contra Dios, y a pesar de haber visto milagros portentosos volvía y se revelaba, no creyendo en la provisión de Dios, (ese es un pecado muy malo) pero Dios en su misericordia les respondía a pesar de su rebeldía e incredulidad.
Con Moisés el asunto era diferente. Moisés fue tratado por Dios cuarentas años como incrédulo hasta que se convirtió, y luego fue tratado otros cuarenta años en el desierto para formarlo y enviarlo a rescatar al pueblo de Israel. La escritura dice de él:
Números 12:3 Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.
Pero un día el pueblo se volvió a rebelar, y Moisés a pesar de todo su conocimiento de Dios y de todo el trato recibido por Dios, se molestó en gran manera contra el pueblo y a causa de su molestia no siguió las instrucciones de Dios al pie de la letra. Y por este pecado el señor le dijo:
Deuteronomio 32:51 al 52 por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 52Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.
Como mucho se le había dado, mucho se le exigía respecto de su comportamiento y de su testimonio hacia los demás.
Por esta razón, porque Dios juzga de acuerdo a lo que cada uno ha oído de parte de Dios, es que para algunos resulta peligroso lo que escuchan en la iglesia.
Porque una cosa es estar pecando por ignorancia y otra que después de habérsele hablado con claridad, Y de haber entendido su pecado al seguirlo cometiendo entonces de allí en adelante el Señor lo tratará de manera diferente, por la sencilla razón de que ya conoce lo que tienes que hacer.
No es lo mismo no honrar a Dios con nuestras finanzas por ignorancia que después de conocer el principio seguirlo haciendo.
No es lo mismo que una esposa manipule a su marido por qué no conoce el principio de autoridad, a que conociendo el principio de autoridad siga actuando con rebeldía.
No es lo mismo que un hijo crea que está de igual a igual con su padre y por lo tanto le alterque cada orden que reciba, a que conociendo el principio de autoridad y de honrar a Padre y Madre lo siga haciendo.
No es lo mismo que un Padre sea el bonachón de la casa y no ejerza la autoridad que Dios le pide por ignorancia, a que conociendo su responsabilidad delante de Dios siga alcahueteando pecado.
No es lo mismo que ignorando la prohibición de Dios de vivir en competencia con los hombres, vivamos orgullosos y vanagloriándonos por nuestros logros, que conociendo que debemos vivir para Dios y que la competencia es con nosotros mismos, y sin embargo insistamos en competir para ser más que los demás.
Pero si nosotros le creemos al Señor, si confiando en él esperamos de él y administramos los talentos que él nos ha dado, que no son solo la cosas materiales, pues el talento más grande que hemos recibido, es la oportunidad y vivir una vida agradable delante de Dios, tan importante es ese talento que a todos los que son autoridad, Dios los hará responsables de la vida de los que están bajo su cuidado.
Porque la parte importante de la evaluación qué día hará de nosotros o de nuestros hijos no será si estudiaron, si hicieron una buena carrera o ganaron mucho dinero, sino si son hombres y mujeres de Dios, gracias a que sus padres asumieron la responsabilidad de ayudarles a conocer al Señor.
Así que debemos administrar todo lo que Dios nos ha dado, de la forma que Dios quiere que sea administrado, incluyendo lo que Dios nos ha hablado a través de su palabra. La escritura dice:
Marcos 4:24 al 25 Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. 25Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.