HOMBRES DE PALABRA – PARTE 2
I. INTRODUCCIÓN
En uno de sus salmos el rey David comienza haciendo la pregunta más importante que todo ser humano se debe hacer. Dice así:
Salmos 15:1 Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?
Sin embargo a pesar de lo importante de esta pregunta, pues es crucial para definir donde pasaremos la eternidad, en términos generales a la gente del mundo no le interesa, no tienen ni idea, o peor aún creen que todo va a estar muy bien después de su muerte sin ser cierto.
Pero aunque la gente no acostumbra a pensar en este asunto, cuando se les pregunta la mayoría piensan que pasarán una buena eternidad porque ellos no han hecho nada malo… Y a esto hay quienes les añaden que han hecho buenas obras.
Sin embargo este planteamiento presenta dos claros errores; él primero es que no creerle a Dios es tan grave, pero tan grave que es prácticamente la única razón por la cual los hombres se condenan. Y el segundo es que es como lo hemos visto muchas veces, es imposible salvarse a través de las obras o el buen comportamiento.
Y a esto creo que tenemos que añadirle que a veces nosotros los cristianos no somos conscientes de lo grave de la condenación eterna, y por eso tenemos amigos, familiares, conocidos, que van rumbo al infierno, y no hacemos lo necesario para tratar de ayudarlos.
Para solucionar estos tres problemas y muchos otros más es que vino el Señor Jesucristo. En primer lugar para a través de una vida espectacular llena de poder, milagros, enseñanzas verdaderas y todo esto confirmado con una poderosa resurrección, de tal manera que fuera fácil creer en Él.
Es decir si la gente es capaz de creer en cualquier tonto, en cualquier persona que hable babosadas, en cualquier ignorante que diga cosas que no son ciertas… ¿Como no será entonces muchísimo más fácil creer en alguien con una vida tan espectacular como la que vivió el Señor Jesús?
Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
En segundo lugar la venida del Señor Jesús, su muerte y resurrección son precisamente para solucionar el problema de la imposibilidad de salvarse a través de las obras. Es decir su muerte y su resurrección nos permiten al confiar en el ser salvos por fe. Por eso podemos leer:
Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe.
Y en tercer lugar, cuando Jesús vino insistió en que así como él fue enviado por el Padre, nosotros los creyentes somos enviados por el de la misma manera, para comunicar el mensaje de salvación. Y por eso después de resucitar se les apareció y les dijo:
Juan 20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
Respecto de esto último me atrevo a decir que quien no se involucra de alguna manera en la obra de Dios para buscar y salvar lo que se ha perdido, no puede ser un buen cristiano… por decirlo de una manera suave.
Si volvemos a la pregunta del rey David: ¿Quién habitará en la presencia de Dios? El mismo responde diciendo:
Salmos 15:2 El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón.
Es decir aunque es muy claro por la escritura que la salvación no se obtiene por medio de las obras, el rey David está diciendo que los que habitaran en la presencia de Dios son los que tienen un buen comportamiento, como son el andar en integridad, el ser justos, el ser veraces en nuestras comunicaciones.
Durante algunos años creí pues así me fue enseñado, que todo el que hacía una sencilla oración de fe obtenía la salvación aunque su comportamiento no cambiara. Y aunque en más de una ocasión confronte a mis maestros diciéndoles, que yo entendía que quien no obedecía al Señor no era cristiano. La respuesta de ellos fue, que era bueno que las personas también obedecieran al Señor, pero que no podía colocarse como una condición porque la salvación no era por obras.
El asunto es que si aceptamos esta enseñanza entonces tendremos que aceptar que hay muchos cristianos que se van a salvar aunque sigan portándose como hijos del diablo… Lo cual a la luz de la escritura es contradictorio por varias razones.
Sin embargo es lo que muchos llamados creyentes viven. Pues cuando se les confronta con su salvación o condenación, están seguros de su salvación aunque su mal comportamiento no ha cambiado.
Y de acuerdo a la respuesta que da el rey David entonces estas personas no terminarán su eternidad en la presencia de Dios, porque ni andan en integridad, ni hacen justicia, ni hablan la verdad en su corazón.
A algunos les parece esto una contradicción, es decir el hecho de que la salvación no sea por obras pero qué según el rey David quien no haga obras no se ha salvado… Sin embargo la respuesta es muy sencilla. La salvación no es por obras, pero las obras son una evidencia de la salvación. Y es por esto que también podemos leer:
Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Está hablando de aquellos que han recibido la salvación, y dice que para ellos hay un camino de buenas obras que Dios ha preparado para que anden por él.
Y entonces la pregunta es: ¿Será posible que alguien que haya nacido de nuevo, que tenga el Espíritu de Dios morando en su interior, lo cual le permite tener una viva relación con Dios, será posible que después de obtener la salvación esta persona no camine por el camino que Dios ha preparado para ella? La respuesta según la escritura es no.
Y la respuesta es no, porque una de las promesas del Nuevo Pacto dice así:
Ezequiel 36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Y el rey David aunque vivió bajo el pacto de la ley entendió que la salvación era un regalo de Dios, y por eso escribió:
Salmo 32:1–2 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Pero también entendió que cuando alguien recibía ese regalo su comportamiento cambiaba, y por eso en el salmo donde el pregunta: ¿Quién habitará en tu monte Santo? Responde que quien se ha salvado hace tres cosas, que obviamente debe también cumplir un autentico cristiano.
Comienza hablando de la integridad. Integra es una persona que hace todo lo que hace plenamente convencido que es lo correcto delante de Dios, por esa misma razón las personas íntegras son justas, y como lo único justo es hacer la voluntad de Dios, entonces son personas qué no son ventajosas, no son amañadas, no son deshonestas, y ademas buscan respaldar a aquellos que hacen lo correcto, y por esa misma razón las personas íntegras y justas son personas que hablan la verdad con sinceridad.
Notemos que no está hablando de acciones en particular o tareas a realizar, sino de actitudes en el corazón de la persona, que la llevan a tener ese comportamiento íntegro, justo y verdadero.
Respecto de esto es importante tener en cuenta que la integridad, la justicia y la verdad que estas personas manifiesten, serán proporcionales al conocimiento que tengan de Dios, de sus principios y su voluntad… Eso quiere decir que lo que en un tiempo nos parecía correcto, al aumentar nuestro conocimiento de Dios descubrimos que no lo era, lo cual nos permite ser cada vez más íntegros, más justos y más veraces.
Contrario a esto, una persona que no es integra es entonces una persona que hace las cosas mal a conciencia, una persona injusta es la que de manera tramposa, abusiva, amañada o mentirosa, obtiene para sí o para otros lo que no les corresponde, y una persona que no habla verdad en su corazón, es la que no le importa usar todo tipo de engaño para lograr sus objetivos.
Sin embargo también es importante entender que sólo por las obras no siempre es posible definir quién es un auténtico cristiano o no, porque dependiendo la madurez de cada persona su comportamiento irá cambiando. Lo que sí sirve para evaluar es el deseo que tenga o no tenga de hacer la voluntad de Dios.
¿Por qué? Porque al igual que el rey David he llegado a entender que la diferencia entre el auténtico cristiano que ya se ha salvado, y el falso cristiano que va rumbo al infierno, es que el auténtico cristiano quiere hacer la voluntad de Dios, mientras que el falso cristiano quiere usar a Dios para hacer su voluntad.
(Si usted no entiende la diferencia entre lo uno y lo otro es muy posible que no sea cristiano, o que sea un cristiano no bebe, si no un feto.)
“¿Qué quieres que yo haga?” Fueron las palabras del apóstol Pablo cuando se convirtió, contrario a las multitudes que buscaron a Jesús para recibir más pan, que fueron regañadas por el Señor Jesús por no estar buscando lo verdaderamente importante, que es hacer la voluntad de Dios.
El rey David sigue nombrando el comportamiento de aquel que ha conocido a Dios y que por supuesto desea hacer las cosas con integridad, y las cosas que menciona no son difíciles de entender:
Salmo 15: 3 al 5 El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. 4Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; 5 Quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
Qué bueno que revisemos cada una de estas cosas para agradecer a Dios o para corregir lo que no esté bien, pero por ahora quiero que pensemos en una de las cualidades que menciona el rey David, que tiene relación con lo que estuvimos viendo la semana pasada, cuando hablábamos de que “sobre todo debemos ser hombres de palabra”, para no caer en condenación. Esto mismo es lo que en realidad expresa David cuando dice:
Salmo 15: 4 El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;
Bajo el Nuevo Pacto estudiamos que ser un cristiano de palabra, que cumple sus compromisos, que paga a tiempo, que llega a tiempo a todo lugar, que cumple sus promesas, es lo que le permitirá participar del proceso de santificación… Pero cuando no somos de palabra nos perdemos esa bendición pues la escritura dice que caemos en condenación.
Y aquí estamos viendo que ante la pregunta de quién habitará en la presencia de Dios, vemos que el rey David coloca como condición al igual que lo hace el Nuevo Pacto, que hay que ser hombres de palabra. En otra versión dice:
Salmo 15: 4 el que cumple sus promesas aunque le vaya mal;
Y sí tomamos en cuenta lo visto la semana pasada en donde veíamos que bajo el Nuevo Pacto no se puede jurar como sí se podía bajo el viejo pacto, entonces entenderemos que un simple si, debe ser cumplido cómo si nos hubiéramos comprometido con un solemne juramento.
Es por la importancia de esto que la semana pasada les animaba a preguntarse: ¿Eres incumplido; no llegas a tiempo; no cumples horario; no cumples tu palabra; no cumples tus compromisos; le dices a los demás que vas a ir y no llegas; es decir tu palabra para aquellos que te conocen ya no tiene valor; la información que das a otros no les parece confiable; tus promesas para aquellos que te conocen tampoco son confiables… Son como el viento que no se sabe qué camino tomara?
Si tomamos las palabras de David en el salmo, quiere decir qué si alguien le ofrece a usted un artículo diciéndole que vale cierta cantidad y usted dijo; “si yo te lo compro”. Entonces usted debe cumplir su palabra aunque antes de pagarlo descubra que otro está vendiendo lo mismo diez veces más barato.
Eso es lo que significa cumplir con nuestra palabra aunque nos vaya mal, mal por supuesto respecto a las cosas del mundo pero bien delante de Dios, porque no hay nada más valioso que hacer su voluntad.
Eso también quiere decir que si usted aceptó vender cierto artículo en cierto precio, y luego descubre que vale muchísimo más, usted de todos modos cumple vendiéndolo en lo que dijo.
Eso también quiere decir que si usted acepta hacer un trabajo en cierto precio y luego descubre que a otro le pagan mucho más, usted cumple haciéndolo en el precio que dijo.
Esto también quiere decir que si usted se comprometió ir a una fiesta y luego lo invitan a ir a una súper fiesta en la playa con tiquetes de avión incluidos, yate, etc. Usted de todos modos se va a la fiestica a la cual dijo que iría.
O si usted aceptó reunirse con un cliente para un pequeño contrato y luego lo citan para darle un súper contrato, de todos modos usted cumple con aquel con el que se comprometió con un simple sí, sin importar cuanto dinero pueda dejar de ganar.
Esa es la clase de comportamiento que un verdadero hijo de Dios debe tener, y es por supuesto lo que Dios quiere que hagamos, que en cualquier cosa en la que nos comprometamos con un simple si o un simple no, no importa cuánto nos podamos perjudicar, de todos modos debemos cumplir con nuestra palabra.
¿Por qué es tan importante para Dios que nosotros seamos personas de palabra?
Ya recordamos que la salvación es gratis por la incapacidad de poderla obtener a través de nuestro buen comportamiento, pero esta salvación incluye la oportunidad de ser transformados por Dios, esa transformación es producida por el Espíritu Santo usando dos cosas básicas.
Una de ellas son todas las situaciones en las cuales Dios nos mete, que es igual a decir Dios en su perfecta soberanía usara absolutamente todas las cosas que nos suceden para bendecir nuestra vida, por eso es que no nos debemos quejar, pues la queja destruye y quita la oportunidad de ser bendecido a través de las situaciones.
El otro elemento que Dios usa es nuestro comportamiento. Es decir una situación trae bendición sí y sólo si nuestro comportamiento en esa situación es el que Dios dice que debemos tener. Si nuestro comportamiento no es el que Dios dice que debemos tener, la bendición se pierde convirtiéndose en condenación.
Esas situaciones mas la decisión de hacer lo correcto, es lo que produce crisis y cambios en nuestro ser.
Supongamos que alguien es ladrón, pero cree en el Señor Jesucristo y recibe el regalo de la salvación. De allí en adelante lo que Dios hará es ponerlo en situaciones donde tendrá la oportunidad de robar, y lo que Dios espera es que el diga no. Ese no voy a robar, o un sí voy a ser honesto, son los sí y no que traerán bendición a su vida.
¿Pero qué pasa si después de haber dado un sí o un no la persona no cumple con lo que dijo? Pues que se perderá la bendición y recibirá a cambio condenación.
Pero Ojo: Por supuesto que esta fidelidad en nuestra palabra con la cual nos comprometemos a una diversidad de cosas, solamente aplica para las cosas que están dentro de la voluntad de Dios.
Es decir cuando alguien da un sí o un no respecto o de algo que no está bien, lo que Dios quiere no es que cumpla su palabra, sino que se arrepienta de su palabra y haga lo que está dentro de la voluntad de Dios.
Ahora: ¿Por qué los cristianos no son hombres de palabra?
En términos generales no ser hombres de palabra es una consecuencia de haber dejado a Dios, de tener objetivos netamente mundanos, de alimentar la codicia y el amor al mundo, y de ver en el incumplimiento de la palabra y los compromisos, un método para retener u obtener aquellas cosas que en su egoísmo han determinado poseer.
Pero tomar ese camino aumenta la corrupción de nuestra alma, de la cual parece que muchos no son conscientes, porque para ellos es mucho más importante lo que se posee, que lo que sé es.
Por supuesto engañados pensando que el poseer los hace, cuando la realidad es que; aunque la mona se vista de seda mona se queda.
Y entonces como cristianos todavía hay cosas en nuestra vida que no han sido renovadas lo cual nos lleva a tener un comportamiento similar al de aquellos que incumplen su palabra.
Vamos a ver algunas de estas razones, pero tengan en cuenta que cuando una persona incumple con su palabra puede haber varias motivaciones mezcladas, por ejemplo algunos no cumplen su palabra por agradar a los hombres, pero agradar a los hombres está ligado al amor al dinero, y el amor al dinero, está ligado a su amor al mundo, etc.
¿Porque a veces los cristianos no cumplen con su palabra? Comencemos con:
A. Porque no saben qué incumplir la palabra o los compromisos es un serio pecado.
Cuando alguien conoce del Señor debe comenzar el proceso de renovación de su mente donde debe aprender que es más importante ser que poseer, por lo tanto es más importante ser integro en todas las cosas que lograr objetivos.
Es mejor vender poco siendo honesto que vender mucho diciendo mentiras. Es mejor ganar menos dinero por ser honesto que ganar mucho no siendo de palabra.
Podemos dividir a los hombres en dos clases: Los que para ellos es más importante lograr los objetivos que hacer lo correcto, y los que para ellos es más importante hacer lo correcto que lograr los objetivos.
Los que para ellos es más importante lograr los objetivos que hacer lo correcto son los que a lo mejor no han entendido que no ser de palabra, que no ser veraces es un pecado muy serio.
Si esa es la única razón por la cual no cumplimos nuestra palabra, entonces entendiendo que es un serio pecado delante de Dios debemos pedir perdón y no debemos hacerlo más. De allí en adelante debemos cumplir con nuestra palabra, nuestros compromisos, lo cual incluye llegar siempre a tiempo.
B. Por su amor al mundo.
La segunda razón por la cual los cristianos incumplen su palabra, aunque hayan entendido que es pecado no ser de palabra, es por su amor al mundo, del cual dice la escritura:
1 Juan 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
A un lado de la balanza está el amor al mundo y al otro el amor a Dios, y dependiendo de a quien amemos mas, así serán nuestras decisiones. (Como le pasó al joven rico)
Allí podemos colocar la mayoría los ejemplos que he dado donde la gente se compromete en negocios, reuniones, trabajos, o a un matrimonio fiel y a otras muchas cosas, pero en el momento de la prueba, cuando descubre que puede ganar más incumpliendo su palabra, en lugar de pegarse al Señor, por el valor que tienen para ellos las cosas materiales toman la decisión de incumplir su palabra.
Ese comportamiento es supremamente normal dentro del mundo, y a veces para algunos cristianos por su poca fe es muy difícil de entender y de creer, que si cumplen su palabra serán bendecidos por Dios. Más difícil aún para los que asocian equivocadamente la bendición de Dios con las cosas materiales.
Además debemos entender que este amor al mundo que nos lleva a incumplir nuestra palabra puede ser muy peligroso, pues puede tomar mucha ventaja y terminar destruyendo la vida del cristiano.
Prueba contundente de esto es que algunos han llegado a usar el cristianismo como una fuente de ganancia, las malas predicaciones con enseñanzas contrarias al auténtico cristianismo, son una clara evidencia de como el amor al mundo destruye la vida de los hombres.
Por eso la escritura nos advierte de este peligro y nos pide alejarnos de los que son así.
1 Timoteo 6:5 al 7 disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. 6Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Sólo cuando aprendemos contentamiento veremos lo inútil que es incumplir la palabra para obtener ganancias. Además; resulta supremamente necio ganar una gran cantidad de cosas que sin duda no podemos sacar, a costa de perder el ser bendecidos por Dios por haber sido hombres de palabra.
C. Por causa del dinero.
Dentro de este amor al mundo hay muchas cosas que llevan a los hombres a incumplir su palabra pero creo que el dinero es el campeón, prueba de ello son todos los contratos y leyes que existen para asegurarse financieramente, leyes y normas que salieron producto de tanto engaño en el área financiera para obtener mayores ganancias. (Normalmente un contrato de palabra no vale prácticamente nada, tristemente aun para los cristianos)
Debe quedarnos claro que si incumplimos la palabra para ganar dinero indudablemente perdimos delante de Dios, pues la falta de fidelidad disminuirá nuestra herencia eterna.
Lucas 16:11 al 12 Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? 12Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
D. Por causa de la comodidad.
La comodidad y la complacencia carnal son también fuertes motivadores para que la gente incumpla su palabra.
Muchos de los que se comprometen a citas o a encuentros al momento de cumplir, por estar haciendo frío, por estar lloviendo, porque tiene sueño, porque le dio pereza, porque tienen hambre… Entonces deciden no cumplir el compromiso dejando a las otras personas esperando, mientras ellos satisfacen a su carne, y luego dan una disculpa si es lo que consideran, porque también hay quiénes acostumbran a no decir nada.
La enseñanza de que la comodidad y complacencia carnal no es lo que debe determinar nuestras decisiones, está expresado en las instrucciones que se les dio a los discípulos cuando salieron a compartir el evangelio. El Señor Jesús les dijo:
Lucas 10:7 Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa.
Si en la casa de un pobre les daban alojamiento debían quedarse allí, aunque luego recibieran el ofrecimiento de un rico que los quería atender en su casa.
E. Por causa de la arrogancia.
Algunos se creen tan importantes que creen que tienen derecho a hacer esperar a los demás.
Si por ejemplo el jefe le dice al empleado que lo va a recoger a cierta hora, no está bien que por hacer otras cosas dejé a su empleado esperando. Pero algunos simplemente piensan, “como es mi empleado que espere”. No. No es correcto, contrario a esto la escritura dice:
Filipenses 2:3 al 4 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Lo cual quiere decir que el jefe tiene que ser mucho más cumplido que el empleado. Debe ser ejemplo y motivación como lo fue el Señor Jesús para nosotros.
F. Por causa del olvido.
Hay muchos que no cumplen porque se les olvidó. Y lo grave de la disculpa del olvido es que muchos no entienden que olvidarse es pecado. Y olvidarse es pecado porque no es cuestión de capacidad de memorizar, sino de no dar la importancia requerida en cada asunto.
Es decir si a usted le piden que haga un pequeño favor es posible que se le olvide, pero sí le dicen que vaya a recoger diez millones de pesos que le van a regalar, no se le olvida. El pueblo de Israel producto de tanta esclavitud y cautividad aprendió a apreciar su tierra, y en especial su ciudad por eso el salmo dice:
Salmos 137:5 al 6 Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. 6Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.
Pero cuando no hay una buena actitud de reconocimiento de lo valioso que es delante de Dios ser de palabra, entonces la gente se olvida de sus compromisos o llega tarde. El Señor Dijo:
Salmos 50:22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre.
Y con toda claridad la enseñanza es que olvidarse no es una disculpa, olvidarse es un pecado por eso anuncia terrible castigo.
G. Porque no saben lo que están diciendo.
Estos que no saben lo que están diciendo los podemos dividir varios grupos, por ejemplo:
Mateo 26:35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Pero el apóstol Pedro junto con los otros no cumplieron su palabra. ¿Por qué? ¿Por qué planearon engañar al Señor? No. Ellos hablaron con sinceridad pero cometieron el error de dejarse engañar por su propio corazón, es decir; ellos creían ser lo que no eran y creían poder lo que no podían, y engañados se comprometieron.
Y más tenaz la situación porque el Señor le dijo; me vas a negar. Ante lo cual Pedro ha debido más bien decir; si tú lo dices a así será.
Este engañoso concepto que tenemos de nosotros mismos puede llevarnos a hacer compromisos, que luego en nuestra inmadurez, falta de conocimiento y falta de confianza en Dios no vamos a cumplir.
Es similar a lo que le pasa a algunos que se casan pensando: “Yo voy a soportar esta situación no hay problema”, pero al pasar el tiempo no resisten y entonces terminan incumpliendo su palabra.
Un texto que podemos aplicar a este problema dice:
Romanos 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Aunque el texto está hablando específicamente de los dones espirituales y de la forma cómo debemos usarlos dentro del cuerpo, podemos aplicarlo a nuestra vida en el sentido en que si nos conocemos, y conocemos nuestra madurez espiritual, sabremos qué hay cosas en las cuales es mejor que no nos comprometamos, porque al final no vamos a cumplir.
Otro grupo de los que no saben lo que están diciendo, son aquellos que tienen tremendos problemas de tiempo y espacio; éstos son los que por ejemplo se comprometen a una cita en cierto lugar, y luego se comprometen en otro lugar a otra hora pero no piensan, no calculan el tiempo y el espacio, y resulta que tendrían que andar en cohete para poder cumplir con sus compromisos.
Estos ignoran o no toman en cuenta lo que se demoran transportandosé, no dejan un margen por si algún imprevisto, si el bus se demora o si del tráfico está complicado, no cumplen no porque no quieran si no por no haber sido prudentes en la administración de su tiempo.
Otros incumplen porque tienen problemas de dinero en el sentido de que no tienen ni idea de cómo calcular sus ingresos y sus egresos, y luego terminan incumpliendo su palabra y sus compromisos por falta de dinero.
Aquí también están aquellos que tienen expectativas respecto de dineros que van a recibir y no tienen en cuenta el incumplimiento de la gente, no cumplen porque no les cumplen, y aunque la razón parece justa, no lo es.
Si le decimos a alguien: ¿Pero qué culpa tengo yo si no me cumplieron? Esa persona nos puede decir; para qué se comprometió. Además la escritura dice:
Jeremías 17:5 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo,
Es decir es muy complicado confiar en probabilidades, por lo tanto es mejor no comprometerse basado en ellas.
H. Por complacer a la gente.
Otros no cumplen con su palabra por complacer a los demás. En el fondo es nuestra propia complacencia complaciendo a los demás, pero por supuesto complazco a aquellos que más me pueden dar o quitar, mientras que incumplo a los que no me parecen importantes.
Cuando Señor escogió a su pueblo para ser sacerdotes, el mando liquidar a todos los que eran importantes para ellos, para así tener mayores probabilidades de que iban a cumplir… El apóstol Pablo escribió:
Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Hay muchas historias muy serias donde por complacer a ciertos hombres se han ido en contra de otros y aun en contra de Dios. Sansón por complacer a una mujer perdió la fuerza, perdió la visión y al final perdió la vida. Hay esposos que cometen continuamente ese pecado por complacer a su esposa… O al contrario.
Este complacer a los hombres normalmente está muy ligado al asunto del sustento. Muchos cristianos dejan que sus jefes los hagan trabajar fuera del horario establecido incumpliendo sus compromisos, y no son capaces de decir nada porque no dependen de Dios sino de sus jefes.
Como empleado debo pensar que me conviene más: ¿Agradar al Señor o a mi jefe? Es decir: ¿Quien realmente me sostiene, mi jefe o el Señor?
Y como jefe debo pensar que me conviene más: ¿Un empleado que por cumplir conmigo le incumple a Dios, o un empleado que por cumplirle a Dios me habla claro y me da testimonio de su fidelidad a Dios? ¿Cuál será más valioso?
Y por último: ¿Porque los cristianos no son de palabra?
I. Por no contar con Dios.
Mateo 5:33 al 37 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. 34Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
Cada vez que en las películas oigo lo que dice por ejemplo el señor que se va para la guerra: “te juro que volveré” cada vez que oigo eso pienso en la necedad y la inconsciencia que tienen los hombres acerca de la realidad de la vida.
¿Habrá alguno que tenga programada y asegurada su vida de tal manera que pueda comprometerse a cumplir de manera infalible sus compromisos?
Por supuesto que no. Por eso la frase que debe acompañar nuestros compromisos es; “Sí Dios me presta la vida” y sí Dios le presta la vida la siguiente frase debe ser “Si Dios lo permite”
Asegurar cualquier cosa sin tener en cuenta a Dios es soberbia y arrogancia, y ese pecado de la arrogancia es tan malo que Dios resiste a los soberbios dando gracia a los humildes.
Y una aclaración que puede parecer tonta pero considero necesaria, es que algunos cuando dicen si Dios lo permite, cuando a ellos no les da la gana de cumplir terminan diciendo que Dios no lo permitió. No, no es así, cuando decimos si Dios lo permite es porque tenemos toda la intención y hacemos todo lo necesario para cumplir, pero hay circunstancias fuera de nuestro control que nos impiden cumplir.
Recuerdo que siempre llegaba a tiempo a la reunión de pastores aunque los pastores nunca llegaban a tiempo… Tiene embargo yo cada día seguía llegando a tiempo. Pero había ocasiones en que saliendo con tiempo de sobra no conseguía transporte y llegaba tarde… Llegaba tarde con toda tranquilidad porque entendía que Dios no lo había permitido. Lo cual es muy diferente a llegar tarde por falta de cartas o por negligencia.
Dos opciones.
Al ver esto de esta manera a algunos debe parecerles imposible ser hombres de palabra, pero si así lo fuera Dios no nos lo estaría pidiendo.
Muchos de estos casos donde incumplimos nuestra palabra se solucionarían si nosotros habláramos con claridad teniendo en cuenta las diferentes opciones.
Por ejemplo, hay quienes se comprometen a ciertos asuntos, y lo hacen porque están esperando que cierta situación cambie, qué salga cierto negocio, que reciban cierto dinero, qué llegue cierta persona, es decir qué algo suceda para poder cumplir. Y cuando esta condición no se cumple entonces ellos tampoco cumplen su compromiso y piensan que está bien, por qué a ellos no les cumplieron, pero no es cierto, allí están pecando delante de Dios y de los hombres.
Déjeme insistir, que si hacemos cualquier compromiso, pero luego la situación cambia o no sucede lo que esperábamos, y por eso pensamos que es una disculpa valida para no cumplir el compromiso, eso no es válido si al hacer el compromiso no hicimos la advertencia.
Y si no aclaramos que había esa condición, entonces tenemos que cumplir pase lo que pase. Como dice el salmo: “Aún en daño propio tenemos que cumplir.”
Alguna vez pedí dinero prestado diciendo: No tengo ni idea cuándo lo voy a devolver. Me demoré bastante tiempo en pagarlo pero no incumplí. La persona sí se molesto, pero no tuvo en cuenta la condición que yo le coloqué, por lo tanto el problema era de él, no mío.
Pero cómo muchos piensan que si dicen que lo devolverán cuando puedan no se lo darían, prefieren asegurar una fecha y arriesgarse a incumplir.
¿Qué quiero decir con esto? Que debemos ser inteligentes, prudentes, previsivos, e informarnos muy bien antes de comprometernos.
Se hacen negocios con poca información y luego: “A yo no sabía qué era esta manera” Peca por acelerado, por ignorante, por no preguntar, por no asesorarse…
Se compromete a un trabajo con poca información, y cuando lo ponen a lavar platos: ¿Está eso dentro del contrato? Si se comprometió tiene que cumplir. Y si dice que no sabía que tocaba hacer eso, le pueden preguntar; ¿y por qué no preguntó?
Los cristianos debemos ser muy cuidadosos al aceptar un trabajo, y muy claros si queremos conservar las prioridades como son la familia y la iglesia.
Los hijos se comprometen a una reunión y no consultan con los padres que tienen otro plan; la esposa se comprometía a algo sin preguntarle al esposo; o el esposo se compromete ignorando que su esposa ya se había comprometido.
Lo otro que podemos hacer cuando a pesar de haber sido muy cuidadosos resultan situaciones complicadas, es comunicarnos con la persona con la que tenemos el compromiso, y pedirle que si es posible nos libere de ese compromiso.
Alguna vez tenía que dar un mensaje en una movilización cristiana y me enfermé de la garganta. Llamé al pastor y le dije que estaba enfermo que si él me podía excusar y me dijo que no. Entonces aunque no podía parar de toser de todos modos fui… Estuve tosiendo sin parar antes de entrar a la reunión a predicar, y cuando entré, era tanto el calor y la humedad que había que eso refresco mi garganta y pude predicar. Dios respaldo mi obediencia!
Pero ojo, no se trata de informar qué no vamos a ir. Se trata de pedir permiso a la persona a la cual le dimos nuestra palabra, y ella decidirá si nos libera del compromiso o no. Y lo que la persona nos diga eso es lo que debemos hacer.
Es decir existe la opción de busca romper el compromiso o de negociar, pero la autoridad la tiene a quien le dimos nuestra palabra.
Quiero que alguien cuente un testimonio…