¿ESTAN ABIERTOS NUESTROS OJOS? – PARTE 3
I. INTRODUCCIÓN
Cuando comencé mi vida cristiana hace aproximadamente 44 cuatro años, una de las primeras cosas que me enseñaron dizque y la escritura había 33.000 promesas y que todas eran para mi.
Promesas como por ejemplo la que dice que todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestra… O la qué hice que si alguno conspira contra mi delante de mi caera… O la que dice que ninguna enfermedad ni ninguna plaga llegara a mi casa…
¿Son ciertas estas promesas? Por supuesto que sí son ciertas, pero no son o no fueron dadas para todos. Y la evidencia más grande de esto es, que los discípulos de Jesús no disfrutaron de estas promesas sino que murieron por seguir a Jesús.
La escritura dice que el nombre de cada uno de ellos va a estar grabado en cada una de las puertas de la Jerusalén celestial… Entonces la pregunta es: ¿Si eran tan importantes y si son tan importantes para Dios, porque estas promesas de protección y prosperidad no se cumplieron en sus vidas.
La respuesta, la verdadera respuesta es que estas promesas no eran ni para ellos ni son para nosotros, pues son promesas que corresponden no sólo a ciertas personas en particular, sino que además fueron dadas bajo otro pacto.
Los pactos, de los cuales es importante anotar que sólo Dios puede pactar con el hombre no el hombre con Dios, los pactos son las reglas a través de las cuales los hombres nos debemos relacionar con Dios.
Y las reglas, es decir los mandatos y las promesas que Dios nos ha hecho a través de las cuales nos debemos relacionar con Dios en este tiempo, son las del Nuevo Pacto.
La primera vez que aparece la expresión; “Nuevo Pacto” en la escritura, lo hace en el libro del profeta jeremías y dice así:
Jeremías 31:31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
El propósito de este nuevo pacto era dar otra oportunidad al hombre de vivir para Dios, como su pueblo, como sus hijos. Y poder recibir así todas las bendiciones que él como Padre tiene para nosotros.
Y cuando digo nosotros, me refiero a que este Nuevo Pacto que en este texto sólo menciona a Israel y a Juda, también da oportunidad a todos los demás pueblos de la tierra, tal como lo dijo el Señor a Abraham. Dice así:
Gálatas 3.6–9 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8Y la Escritura, previendo que Dios había de
justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Según este texto, la fe en Jesucristo nos hace hijos de Abraham, pero esto como han
malinterpretado algunos, no quiere decir que somos judíos, pues lo que en realidad somos es la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, pero también somos un nuevo pueblo creado según Dios conformado en parte por judíos y en parte por gentiles.
La historia comienza con el hombre en el paraíso, que por su incredulidad rompió su relación con Dios. Esto trajo el diluvio y una nueva generación escogida por fe, pero con el tiempo nuevamente el hombre se apartó de Dios. Luego Dios escoge a Abrahán y a sus descendientes para a través de la fe bendecirlos. Pero nuevamente el pueblo en su incredulidad se alejó de Dios terminando esclavos en Egipto. Y entonces Dios a través de Moisés los libera y les da la ley, para que a través del cumplimiento de esta, los hombres disfrutarán de la bendición de Dios.
Pero pasa el tiempo y entonces Dios anuncia el Nuevo Pacto, y una de las razones dice este mismo texto de Jeremías que lo menciona:
Jeremías 31:32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Está diciendo que el pacto de la ley, que fue hecho cuando los sacó de la esclavitud en Egipto, que incluía los diez mandamientos, las leyes civiles y las leyes de los sacrificios lo que daba un total de 613 normas que debían ser cumplidas… No lo cumplieron.
Del cumplimiento de estas leyes dependía la bendición, que básicamente estaba representada en cosas materiales. Buenas cosechas, rebaños fructíferos, salud, tierras, esclavos, esposa o esposas muchos hijos, y larga vida.
Pero por supuesto, de que sirve todo esto sí alguien viene y me lo quita. Por esto el pacto también incluía la protección necesaria para no perder esas cosas, protección que llegaba a incluir aun la destrucción de sus enemigos… Pero como el cumplimiento de todas estas promesas dependía de la obediencia del pueblo, es por eso que podemos leer que en más de una ocasión el Señor les dijo:
Éxodo 19:5 al 6 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi
especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.
Este pacto de la ley tiene una enorme diferencia con todos los demás pactos hechos por Dios con el hombre, porque en este pacto, la larga vida, la vida próspera y la obtención de todas las cosas prometidas por Dios, dependían de la capacidad y la decisión del pueblo, de obedecer las leyes dadas por Dios.
Por eso, como ya mencioné, en más de una oportunidad Dios les insistió con toda claridad, que de ellos dependía la clase de vida que fueran a vivir. Por ejemplo:
Deuteronomio 30:19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu
descendencia;
En esta advertencia a diferencia de la que leí anteriormente, está mostrando la otra cara de la moneda
En esta advertencia a diferencia de la que leí anteriormente, Dios les está mostrando la otra cara de la moneda, y es que si ellos no cumplían con los requisitos del pacto, en lugar de recibir todas las bendiciones prometidas, lo que recibirían era maldición sobre sus vidas.
Y lo primero que podría ocurrir era que para aquellos que cometieran ciertos pecados llamados capitales, serían castigados con la muerte. Había 22 pecados que traían esta consecuencia y la muerte podía ser ejecutada por apedreamiento en algunos casos, y en otros debían morir siendo quemados.
Por supuesto la muerte no era el único castigo, pues también había una serie de maldiciones prometidas si ellos no hacían caso. Por ejemplo:
Deuteronomio 28:15, 20, 22, 25, 28 al 30 Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán…20Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado…. 22Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas…25Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los
reinos de la tierra… 28Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu; 29y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos; y no serás
sino oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve. 30Te desposarás con mujer, y otro varón dormirá con ella; edificarás casa, y no habitarás en ella; plantarás viña, y no la disfrutarás…
Pero a pesar de tan severas advertencias, el pueblo no creyó que su desobediencia trajera estas consecuencias… Sin embargo al ver la historia del pueblo de Israel, podemos notar que es una historia supremamente trágica, donde la esclavitud y el exterminio ha sido el denominador común a través de los tiempos, y por eso, a pesar de ser un pueblo muy antiguo, son muy pocos los que en la actualidad ha sobrevivido.
La razón de esta trágica historia del pueblo Israel, insisto; fue la falta de confianza en Dios que los llevo a desobedecer, y a cosechar las consecuencias advertidas.
Son tan espantosos los castigos que recibieron por causa de su pecado, que al leer estas advertencias es muy importante ver este asunto de la misma manera en que Dios lo ve.
Hago esta aclaración porque cuando una persona sin conocimiento y sabiduría, lee los castigos qué Dios dice que recibirían por desobedecer, lo más seguro es que se forme una imagen equivocada de Dios.
De hecho he leído a algunos escritores, que en su ignorancia han usado estos pasajes para demostrar según ellos lo malvado que es Dios. Pero al hacer esto, solo están mostrando la maldad tan grande que hay en el corazón del hombre, maldad cuya máxima expresión es no reconocerla, de tal manera que el hombre no reconoce que es pecador, y si lo reconoce no le importa… Por eso el mundo va como va.
Esto es normal en la mayoría de los seres humanos, es decir; no tienen en cuenta a Dios, no hacen caso a su voluntad, y cuando con el tiempo reciben las malas consecuencias, terminan pensando que el malo es Dios.
Cuando lo correcto es entender que si hubieran echo caso, el pueblo de Israel sería el pueblo que estaría gobernando sobre toda la tierra.
Otros dicen que está bien que seamos castigados por nuestra desobediencia, pero lo que pasa es que esos castigos son demasiado espantosos, son exagerados según ellos.
Y allí nuevamente están equivocados, al no reconocer lo grave que es el pecado, pues lo correcto es entender que los castigos son proporcionales a la gravedad de los pecados. Y si los castigos por el pecado son terribles, es porque el pecado también lo es.
No reconocer a Dios como nuestro Señor y Salvador, y no confiar en el lo cual nos lleva a desobedecerle, es un pecado de dimensiones gigantescas.
Es por esto que el castigo final para aquel que no se arrepienta, es la condenación eterna… Y tengo la certeza de que es imposible que el hombre logre imaginar, la realidad de lo terrible que es quedar condenado por toda una eternidad…
Pero aunque no hay duda que quienes insisten en su pecado recibirán las justas consecuencias, también es cierto, que Dios no ha actuado de manera inflexible frente a cada pecado que cometemos. Y con esto quiero decir, que Dios ha sido paciente y muy pero muy misericordioso con todos los hombres.
Y nuevamente el problema es que son muy pocos los que reconocen esta verdad. Es decir creen que les va bien porque son buenos, y no entienden que es por la pura misericordia de Dios. El profeta Jeremías lo entendió y por esto escribió:
Lamentaciones 3.22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
El rey David también lo entendió y por esto escribió:
Salmos 103.8-11 Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.9No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. 10No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. 11Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Ahora cuando la escritura dice que la vida o la muerte dependen de la obediencia del hombre a los mandatos del viejo pacto, está diciendo que Dios hace 100% responsable al hombre de sus acciones y de las consecuencias de ellas.
Si hacemos una comparación de lo que era vivir bajo el viejo pacto, con lo que vive la gente del mundo actualmente, podemos ver que hay una gran similitud, pues los hombres están convencidos de que lo que reciban en esta vida, va a depender de lo que cada uno de ellos sea capaz de hacer.
Y entonces la pregunta es: ¿Como cristianos, como hijos de Dios, qué clase de relación tenemos con Dios y qué que esperamos recibir?
Es importante que nos hagamos la pregunta, porque hay muchos cristianos que creen que como consecuencia de hacer caso a Dios, van a recibir los mismas cosas ofrecidas por Dios bajo el viejo pacto.
Y tal vez no lo piensen de manera muy consciente, tal vez sí. Pero a veces ocurre que si se enferman, si viene una crisis económica, si viene una crisis familiar, entonces algunos de ellos, no todos, comienzan a revisar su relación con Dios reconociendo que no están haciendo las cosas bien.
Y como consecuencia del reconocimiento de sus pecados, entonces se hacen el propósito de hacer caso a Dios en esas y en algunas otras cosas que desobedecen, para que su vida se componga.
Recuerdo una niña que lleve a la cárcel a ver a su padre, y en el trayecto ella me decía que iba a cambiar todas sus malas actitudes, su orgullo, su prepotencia, su humillar a los demás, para que las cosas en su vida y familia mejorarán.
Esto hacen muchísimos en momentos de crisis terribles. Y esto mismo hacia el pueblo de Israel, el problema es que la mayoría de los hombres, cuando las cosas se componen, cuando ha pasado un poco de tiempo, entonces vuelven a la misma incredulidad y desobediencia. Por esto es que podemos leer acerca del pueblo de Israel:
Salmo 78.34–37 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en
busca suya, 35y se acordaban de que Dios era su refugio, y el Dios Altísimo su redentor. 36Pero le
lisonjeaban con su boca, con su lengua le mentían; 37Pues sus corazones no eran rectos con él, ni estuvieron firmes en su pacto.
Sin embargo este arrepentimiento producto de la mala situación, que lleva a muchos a comenzar a obedecer, no funciona en todos, pues hay otros que producto de una difícil situación, en lugar de arrepentirse para lograr sus objetivos, lo que hacen es desbordarse en maldad, y en lugar de acercarse a Dios para recibir lo que desean, lo que hacen es portarse cada vez con más injusticia contra su prójimo para conseguir aquellas cosas que desean.
Ocurre con los niños y con los jóvenes, a algunos una buena disciplina los endereza, a otros los llena de resentimiento, rabia, amargura y se vuelven más rebeldes.
Lo otro que dice el pasaje, es que aun cuando los hombres buscan a Dios y se vuelven obedientes para recibir estas cosas materiales… Esta búsqueda de Dios no es genuina, pues no están buscando a Dios por lo que Dios es, sino solamente por lo que Dios les puede dar.
Son como el niño pequeño que cuando recibe regalos de su padre lo quiere, pero que cuando su padre le dice no a algo lo odia.
Esto ocurre porque para ellos las cosas materiales son tan importantes, que cuando las tienen llegan a sentirse completamente realizados, y eso hace que nuevamente se olviden de Dios.
Y no falta quien se vaya al otro extremo, es decir; si Dios no le da las cosas que ellos desean, no tiene problema en tomar la decisión de buscar a Satanás para que les de esas mismas cosas, especialmente porque Satanás en lugar de dar normas para frenar nuestra carne, lo que dice es que debo saciar mi carne para recibir lo que espero.
Resumiendo: En el mundo podemos encontrar personas que dicen creer en Dios, pero viven su relación con Dios bajo sus propias reglas, algo así como un cristianismo su manera. Hay otro grupo que también cree en Dios pero vive su relación con Dios bajo las reglas del viejo pacto, donde lo más importante para ellos son las cosas materiales, su bienestar, su familia…
Pero lo que la escritura nos dice es que Dios ha hecho un Nuevo Pacto, y debemos asegurarnos de estar viviendo bajo este Nuevo Pacto.
Por lo tanto preguntémonos: ¿Estamos viviendo nuestra relación con Dios bajo el Nuevo Pacto?
Para contestar esta pregunta, primero debemos evaluar algunas cosas. La primera:
A. ¿Qué es lo que en realidad esperamos recibir de Dios como consecuencia de nuestra relación con él?
¿Será que aunque no somos muy conscientes, estamos esperando recibir lo mismo que esperaban recibir los que vivían bajo el viejo pacto? O ¿De verdad estamos esperando recibir lo prometido bajo el Nuevo Pacto?
Ciertamente hay muchos que las cosas ofrecidas en el viejo pacto; la prosperidad y todas aquellas cosas les parecen maravillosas. Sin embargo lo ofrecido bajo nuevo pacto es muchísimo mejor. La escritura dice:
Hebreos 8:6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
He visto a lo largo de los años, que cuando estamos obsesionados con ciertas cosas materiales, o con una relación sentimental, o una familia, o un trabajo, etc. Pareciera que no existiera nada mejor que eso que imaginamos, y por eso cuando la escritura nos habla de un mejor pacto y de mejores promesas, no logramos entender lo que Dios nos está ofreciendo, y seguimos con lo mismo insistiendo en nuestros sueños terrenales.
A veces hasta reconocemos que los sueños son equivocados a la luz de la escritura, pero eso no hace diferencia, seguimos deseando esas cosas… Y lo peor de todo, pensamos que estamos viendo muy bien y no es cierto.
Necesitamos que Dios abra nuestros ojos para entender, que lo que esta prometido en el Nuevo Pacto es muchísimo mejor que las promesas del viejo pacto, y eso quiere decir que lo prometido por Dios, es mejor que todos los buenos ofrecimientos que el mundo nos pueda hacer.
Y creo que esta clase de oración es muy importante, porque sinceramente creo que hay muchos cristianos que todavía están obsesionados con una vida muy próspera, sin preocupaciones financieras, sin preocupaciones de salud, con una buena esposa o esposo, unos lindos hijos bien obedientes y prósperos también, y sobre todo con la libertad de poder hacer lo que ellos desean. Y están convencidos de que si hacen las cosas bien delante de Dios, eso es lo que recibirán.
Pero si solo eso esperamos recibir, entonces hay algo que está mal en nuestro cristianismo, porque la escritura dice en lo que acabamos de leer, que el Nuevo Pacto tiene promesas mejores que las del viejo pacto, que hablaba de prosperidad, bienestar y protección.
Puede sonar muy duro para algunos por su ceguera, pero la realidad es que Dios no nos ofrece una vida maravillosa en este mundo con todo tipo de prosperidad y protección…
Si así fuera, entonces como ya mencioné, tendríamos que decir que Dios falló de manera grave,
pues los discípulos de Jesús no recibieron este tipo de vida, sino más bien todo lo contrario, persecución y muerte.
Y por eso necesitamos que Dios abra nuestros ojos para entender, que la vida bajo el Nuevo Pacto es muchísimo mejor, que tener una vida de absoluta prosperidad sobre la tierra, con familia, salud, riquezas, poder, protección, etc.
Pero: ¿Estamos convencidos de lo bueno del ofrecimiento, de tal manera que no estamos buscando a Dios para obtener ese tipo de prosperidad ofrecida bajo el viejo pacto que es la misma que el mundo ofrece?
La respuesta de muchísimos bajo este claro planteamiento, es que están buscando las dos cosas… Porque según ellos Dios ofrece prosperidad integral. Es decir todas las cosas del viejo pacto más las del nuevo. Sin embargo eso no es lo que dice la escritura. Y lo podemos entender en un texto como el siguiente, que dice:
1 Corintios 9:25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Tanto en el mundo como en la vida cristiana, lo normal si somos personas inteligentes, diligentes y sensatas, es que nos abstengamos de todo aquello que nos estorba para lograr el objetivo.
A menudo encontramos gente que ha hecho esto y a logrado el éxito deseado. La diferencia entre ellos y nosotros, es que ellos solo van a recibir un premio corruptible, es decir algo que se envejece, se deteriora, se pierde, y se olvida. Mientras que nosotros tenemos la oportunidad de recibir algo incorruptible, que por lo tanto nos va a beneficiar por toda la eternidad.
Por ejemplo, para los que tienen discípulos, para los que los cuidan, el ofrecimiento de Dios es el siguiente:
1 Pedro 5.4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Como quien dice; en el mundo por los logros obtenidos se pueden recibir muchas felicitaciones de los hombres, pero esta gloria ofrecida por los hombres va a desaparecer por completo y no quedará nada… Pero para el que hace la voluntad de Dios, le está ofrecida una corona de gloria incorruptible, es decir que el premio se disfrutará por la eternidad.
Y la pregunta es: ¿Cual es la gloria que estamos buscando a través de nuestra vida; la del mundo que ciertamente desaparecerá por completo, o la corona incorruptible de gloria ofrecida por el Señor?
Y tengamos en cuenta que las coronas ofrecidas por Dios no son un simple adorno para colocar en la cabeza. Las coronas en realidad significan autoridad para gobernar, una autoridad obtenida a través del conocimiento y la obediencia a Dios, pues esta obediencia en medio de las diferentes circunstancias es la que transforma nuestras vidas.
Lo he dicho algunas veces; Dios no quiere ladrones en el cielo, ni mentirosos, ni hipócritas para entregarles autoridad para gobernar sobre el pueblo. No. Lo que Dios quiere es Santos… Por esto también su palabra dice:
Apocalipsis 1:5-6 Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre;
Y si leemos un poco más adelante, veremos que el poder llegar a ser reyes y sacerdotes tiene íntima relación con el sacrificio de Jesucristo en la cruz, el cual aceptamos. Por eso dice la escritura:
Apocalipsis 5:9 al 10 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación; 10y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
Siendo esto así, siendo esto lo ofrecido por Dios bajo el Nuevo Pacto, es muy importante que nos preguntemos ojalá cada día… ¿Si es eso lo que esperamos recibir, como resultado de nuestra nuestra confianza y nuestra obediencia a Dios?
Es decir; somos conscientes que cada situación en la que Dios nos coloca, nuestra obediencia en medio de esta situación, y la respuesta que Dios nos da, tienen como objetivo prepararnos para reinar junto con el sobre la tierra en el tiempo futuro?
¿O cuando estamos en medio de esos tratos, solamente estamos pensando en las cosas que se ven? Y si sólo estamos pensando en las cosas que se ven… Estamos con los ojos muy cerrados, porque la escritura dice:
2 Corintios 4.17–18 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más
excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
El que realmente tiene los ojos abiertos, se está dejando preparar para reinar sobre la tierra, y más bien la pregunta que debemos hacernos al ser conscientes de la formación que Dios nos está dando, es:
¿Qué es lo que Dios me va a poner a hacer cuando yo reciba un cuerpo glorificado como el que tuvo Jesús, y esté en el milenio, reinando sobre los sobrevivientes de la gran tribulación?
De verdad… ¿Estamos convencidos y apuntándole a esto con tal claridad, que nos estamos preparando para reinar? O: ¿Sabemos qué es lo que necesitamos para ser útiles gobernando en el milenio?
¿O estamos tan ciegos todavía que solamente estamos pensando en recibir las promesas del viejo pacto que tienen relación con las cosas materiales de esta vida? Es tan equivocado tener esta visión de la vida cristiana, que la escritura dice:
1 Corintios 15.19 Si es solo por esta vida por lo que hemos puesto nuestra esperanza en el Mesías, somos más dignos de lástima que nadie.
Lo que enseña este texto es que si solamente esperamos la ayuda de Dios para nuestra vida presente, entonces estamos desperdiciando una oportunidad tan grande, pero tan grande que eso nos hace de las personas más dignas de lástima de todo el planeta…
Lo contrario; sí tenemos los ojos abiertos, si tenemos una clara visión, es que no perdamos de vista, que absolutamente todas las cosas que Dios nos está permitiendo vivir, tienen como objetivo prepararnos para reinar.
Eso quiere decir que en cada circunstancia siempre la pregunta obligada debe ser: ¿Dios mío que me quieres enseñar, que debo corregir, que debo dejar de hacer, que debo comenzar a hacer?
Porque si no hacemos esas preguntas, entonces estaremos como ciegos, perdiendo el tiempo y aún llegando a sufrir inútilmente.
Últimamente he estado hablando del fruto del Espíritu Santo, que es la evidencia de estar viviendo una vida realmente enfocada en la realidad, con los ojos bien abiertos.
Lo que no entienden algunos, es que mientras tengan sus ojos puestos en las cosas que se ven, les va ser prácticamente imposible vivir experimentando el fruto del Espíritu Santo… Porque el amor al mundo es enemistad contra Dios, y por eso no pueden andar en el Espíritu.
Es mas; quien ama al mundo, quien en su relación con Dios esta esperando que Dios le entregue el mundo en sus manos, no encontrará atractiva la herencia prometida bajo el Nuevo Pacto.
Esto me hace recordar lo que alguna vez escuché que decía un incrédulo. El decía que en el infierno se la va a pasar muy sabroso, porque alla están los mejores grupos de música rock, de música salsa, las mujeres más hermosas y sinvergüenzas, mientras que en el cielo que jartera sentado en una nube tocando el arpa…
Pues bien, la herencia que el mundo no cree y menosprecia, y lo que algunos creyentes tampoco aprecian, es descrita de la siguiente manera:
1 Pedro 1.3–6 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos, 4para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6En lo cual vosotros os alegráis…
Déjeme decirles algo. La alegría que sentimos al pensar en lo ofrecido por Dios para después de nuestra muerte, es un termómetro que muestra que tanto le creemos o no le creemos a Dios.
Porque si tenemos los ojos bien abiertos, entonces como dice el pasaje, nos alegremos por lo que vamos a recibir, nos alegremos por la posición que Dios nos va a dar, y nos preparemos para asumirla.
¿Y qué es lo que necesitamos para tomar posesión de esa herencia y gobernar? Necesitamos un carácter trasformado. Un carácter como el que tuvo Jesucristo. Y por supuesto para tener ese carácter hay que ir creciendo en el conocimiento de Dios, un conocimiento que no se adquiere solo por estudiar las escrituras, porque la escritura dice que el principio de la sabiduría es el temor a Jehová, lo cual quiere decir que sino hay obediencia tampoco habrá conocimiento de Dios.
Esto parece ser incomprensible para muchos que dicen conocer a Dios, pero que con sus hechos los niegan.
Es decir, lo verdaderamente importante para el que están viviendo la vida cristiana auténtica, no es lo que tiene, si no lo que él es. La importancia no está en tener, si no en el ser.
Somos valiosos no por lo que tenemos, sino por lo que somos delante de Dios.
La segunda pregunta que nos debemos hacer para evaluar nuestro cristianismo es:
b. ¿De qué depende que recibamos la bendición de Dios?
Algunos rápidamente contestan; de nuestra obediencia! Y ciertamente así pareciera, porque no hay duda que la desobediencia nos hace perder la bendición de Dios.
Pero aunque la desobediencia nos hace perder las bendiciones de Dios, no siempre es cierto que la obediencia nos permite obtener la bendición.
Ahora sé que esto puede parecer confuso para algunos, como lo fue para los primeros creyentes cuando el Nuevo Pacto comenzó a ser predicado. Y por esto para aclarar este asunto el apóstol Pablo escribió:
Gálatas 3:10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Depender de las obras de la ley significa que dependiendo de mi obediencia a Dios voy a recibir lo prometido. Pero lo que está diciendo este pasaje es que vivir de esa manera es vivir bajo maldición.
Y lo que el pasaje explica, es que la razón de la maldición es que para obtener la bendición a través de la obediencia, hay que obedecer en absolutamente todo lo que Dios nos ha mandado al pie de la letra.
Por ejemplo la primera y la más grande bendición que necesitamos recibir es la justificación. Y para obtenerla la escritura dice:
Gálatas 3:11 al 13 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo
por la fe vivirá; 12y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)
El pasaje aclara que vivir por ley, es decir; pensar que por medio de la obediencia a la ley puedo obtener la salvación es algo imposible de lograr.
Y es por eso que Cristo nos redimió de la maldición de la ley. ¿Y cómo hizo el Señor para redimirnos de la maldición de la ley?
Lo primero que hace es morir pagando por nuestros pecados, lo cual nos hace justos delante de Dios, y con derecho de recibir todas las bendiciones prometidas.
Y luego él resucita, y viene a vivir dentro de nosotros a través del Espíritu Santo, para darnos el poder para obedecer, siendo completamente libres de la influencia de Satanás.
¿Y cuando recibimos esta justificación y este poder que nos permite obedecer a Dios? ¿Cuándo obedecemos a Dios o cuando le creemos?
Esta misma pregunta la hace el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas buscando explicar este mismo asunto. Dice así:
Gálatas 3.5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Y luego de hacer esta pregunta, la contesta al continuar diciendo:
Gálatas 3.6–7 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
Por lo tanto la clara respuesta es que Dios nos bendice solo porque le creemos, y no porque le obedezcamos.
Sé que esto puede parecer confuso, pero por favor escuchen bien. Dios nos bendice porque le creemos, no porque le hacemos caso. Sin embargo no estoy diciendo qué debemos desobedecerle para recibir la bendición, no. Por supuesto que debemos obedecer, pero la bendición no viene por la obediencia sino por la fe.
Puede parecer lo mismo, en el mundo parece lo mismo, pero a los ojos de Dios no es igual. Los cristianos recibimos la bendición de Dios solo porque le creemos.
Cuando Jesús estuvo en la tierra y comenzó a predicar y a hacer milagros, el insistía en sus mensajes que él era el hijo de Dios. Pero los judíos acostumbrados a la relación que tenían bajo el viejo pacto, donde menospreciaban a Dios pero le buscaban para obtener las cosas materiales, comenzaron a hacer lo mismo con Jesús.
Esto por supuesto termina siendo doblemente ofensivo para Dios, porque insistían en recibir sólo beneficios materiales, y porque pensaban que a través de la obediencia sin la fe podrían obtenerlos.
Por esto al ver Jesús que la multitud lo buscaba para obtener las cosas materiales los confrontó diciéndoles:
Juan 6:27 al 29 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna
permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28Entonces le
dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
Mire bien, la obra de Dios en el hombre se realiza cuando él cree en Jesús. Pero ojo, creer en Jesús es creer en todo lo que él ha dicho, es creer en su palabra, creer en sus mandamientos, sus promesas, etc.
Todo, absolutamente todo lo recibimos por medio de la fe. Aún la transformación de nuestro ser es el resultado de la fe. La escritura dice:
1 Timoteo 1.4 ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más
bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.
Notemos que el apóstol le dice a su discípulo Timoteo, que la edificación de los discípulos es por fe.
Y si alguno se confunden al escuchar esto, es porque no están teniendo en cuenta que muchas veces hay obediencia, pero no hay fe.
Es decir; obedecen a Dios esperando lo peor. Por eso sufren cuando obedecen, tienen miedo de obedecer a sus principios, porque no tienen la confianza suficiente para esperar la bendición de Dios.
Eso en el caso de los que a pesar de su falta de fe logran obedecer. Porque lo normal es que cuando no hay fe, no hay obediencia.
Mientras que cuando hay fe, cuando hay una fe verdadera, esa fe indudablemente produce obediencia, pero nunca debemos olvidar que la bendición la recibimos por la fe, no por la obediencia.
Déjeme mostrarles una historia que lo explica con mucha claridad. La escritura nos cuenta:
Hebreos 11.29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
El pueblo de Israel cruzó el mar rojo, porque Dios a través de Moisés lo ordeno. Es decir cruzaron el mar porque confiaron en Dios, (aunque cruzaron en la Fe de Moisés) mientras que los egipcios cruzaron el mar porque vieron que los israelitas lo cruzaron. Y por eso se ahogaron.
Esto confirma que no sólo se trata de hacer como los cristianos hacen, si no de confiar en el Señor que lo ha ordenado.
El otro lado de la moneda es la de aquellos que aseguran tener fe, pero no obedecen. Sin embargo la escritura explica que no es posible, que quienes piensan que tienen fe pero no obedecen en realidad se están engañando así mismos. Dice así:
Santiago 2:20 al 22 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21¿No fue
justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?
Lo primero que dice es que quien diga tener fe y no sea obediente a la voluntad de Dios, es un hombre vano. Es decir está teniendo un comportamiento que le será inútil.
Lo segundo, que la fe sin obras es muerta. Que sería como decir que tengo mama pero muerta, es decir no tengo mama, y si no hay obediencia tampoco tengo fe aunque diga tenerla.
Sin embargo hay que aclarar que aunque la fe muerta es una fe que no produce vida espiritual. La fe muerta si puede hacerme millonario, la fe muerta puede traer sanidad, la fe muerta puede echar demonios, la fe muerta puede llevar a alguien a predicar de Jesús, y aún puede tenerlo completamente convencido de que es cristiano y que es salvo.
Pero la fe muerta no es capaz de llevar al hombre a hacer la voluntad de Dios, por lo tanto tampoco es capaz de bendecirlo, por eso los de la fe muerta se condenan. Por ejemplo:
Mateo 7.21–23 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? 23Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Predicaron, hicieron milagros, echaron demonios… Pero al infierno van a parar. Lo cual confirma lo que acabo decir, y es que la fe muerta aunque produzca muchas cosas no produce justificación, por lo tanto tampoco salva. Y lo cuarto, que dice el pasaje es…
Santiago 2:22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?
Que la fe verdadera que produce vida, que justifica al hombre, y que entre más se ejercita a través de la obediencia más se perfecciona.
¿Por qué no le creemos?
Es evidente, y no hay duda que el hombre tiene una enorme capacidad para confiar. De hecho hemos explicado más de una vez que todo ser humano sobre la tierra vive 100% por Fe.
La salvación en el hombre sucede cuando este deja de depositar la fe en el mundo, y comienza a colocar esa enorme fe en la persona de Jesucristo. La escritura nos cuenta:
Romanos 10:8 al 9 Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo
Y por supuesto quien confiesa y cree en esto, obedece. ¿Qué puede impedir que una persona crea?
Básicamente podemos decir que una persona no cree en Jesucristo cuando no quiere quitar su fe en las cosas del mundo.
Ahora, esto no es un asunto de información. Es decir si alguien dice: ”Es que a mí no me han hablado claro de Jesucristo y no me han demostrado la veracidad de la escritura y por eso no puedo creer”
Esta persona está diciendo puras mentiras, puras disculpas, porque a través de su vida han creído en cientos de cosas que ni siquiera son ciertas, sin ningún tipo de prueba, sin ningún tipo de demostración.
Por ejemplo: ¿Cuántos en el mundo están creyendo en este momento en la importancia de vacunarse, sin ninguna prueba de que la vacuna les va hacer bien?
La verdad respecto de Jesús es sólo una, Y la gran diferencia respecto de creer las cosas que el mundo dice, es que Dios de diferentes maneras pero a través del Espíritu Santo, le comunica a
cada persona la realidad de Jesucristo, con tal claridad que lo más fácil es aceptar esa revelación y creer en ella.
¿Entonces porque la gente no lo hace?
Hace un momento dije que porque las personas no quieren quitar su fe en el mundo para depositarla en Jesús.
¿Y porque las personas no quitan su fe en el mundo? PORQUE LO AMAN. El apóstol Pablo cuando habla del fruto del Espíritu Santo, qué es lo que contrarresta la práctica del pecado. Al final dice:
Gálatas 5:21 al 24 como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios. 22Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fidelidad, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Debemos crucificar cualquier cosa que nos impida hacer la voluntad de Dios… Esa es una decisión que debemos tomar con nuestra voluntad, y por supuesto debemos tomarla porque le creemos a Dios.
Crucificar la carne con sus pasiones y deseos es prácticamente dejar el mundo aun lado, debemos dejar los sueños de grandeza, riqueza, fama y cosas por el estilo… Porque los que quieren enriquecerse caen en condenación y lazo…
¿Quiere eso decir que entonces debemos morirnos de hambre? No. Porque aunque Dios no nos promete hacernos multimillonarios, si promete darnos todas las cosas que necesitemos para poder hacer su voluntad.
Y por eso nos dice que no debemos afanarnos… Por nada…. leámoslo:
Mateo 6.31–34 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas estas cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas. 34Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Lo cual quiere decir que si buscamos hacer voluntad de Dios, si vimos teniendo como objetivo la recompensa ofrecida por Dios, él se encargará de darnos las cosas necesarias para vivir aquí en la tierra, hasta el momento en que debamos partir. Por eso también dice la escritura:
1 Timoteo 6.6–9 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7porque nada
hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8Así que, teniendo sustento y abrigo,
estemos contentos con esto. 9Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
Recordemos: no hay bendición más grande en este tiempo que el ser transformados a su semejanza, para luego asumir la posición dada por Dios y reinar por la eternidad. Es decir las cosas materiales no son el objetivo en nuestro cristianismo.
Y lo segundo que debemos recordar es que es la fe que produce obediencia la que trae la bendición a nuestra vida.