EL PODER DE LAS CREENCIAS – PARTE 4

EL PODER DE LAS CREENCIAS – PARTE 4

I. INTRODUCCIÓN

Estuvimos viendo la semana pasada como frente a las demandas que Dios nos hace, que siempre son todas, pero absolutamente todas en nuestro beneficio, a veces nos sentimos totalmente incapaces de cumplirlas.

Y por pensar de esta manera, es que al ver la historia de Moisés podemos notar que él se negaba una y otra vez a hacer la voluntad de Dios, no precisamente por falta de ganas, pues lo que Dios le pedía hacer, era lo mismo que había soñado hacer cuando joven, pero ahora sentía temor al considerar que no tenía las cualidades necesarias para hacer lo mandado.

Pero Moisés no siempre se comportó de esta manera, la escritura nos muestra cómo en su juventud Moisés, actuaba como un hombre poderoso en palabras y obras. Esto lo sabemos por el discurso que dio Esteban a los sacerdotes antes de que lo mataran. Dice así:

Hechos de los Apóstoles 7:20–22 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. 21Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. 22Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.

No sólo era poderoso en palabras y obras, sino que además fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios, que era el imperio más poderoso de aquella época en la tierra. Y además de esto sabemos que Moisés era parte de la élite, de los pocos que gobernaban en Egipto. Y con todo eso a su favor a los 40 años fue a visitar a sus hermanos que estaban en esclavitud.… La escritura nos cuenta:

Éxodo 2:11–12 En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. 12Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.

Cada vez que leo esto me acuerdo que a veces hacemos lo mismo que Moisés. Miramos a todos lados y hacemos lo que no debemos para lograr o para solucionar algo, pero no miramos hacia arriba, no miramos al Señor Dios todo poderoso, que ve absolutamente todo lo que hacemos.

Ahora cuando Moisés hace esto para defender a sus hermanos, por el relato de Esteban sabemos que él deseaba librar a su pueblo de la esclavitud, que era lo mismo que ahora Dios le estaba ordenando, pero que ahora no quería hacer. Dice así:

Hechos de los Apóstoles 7:25 Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así.

También quiero que tengamos en cuenta, pues me parece muy importante, que cuando Moisés hizo esto en su juventud, lo hizo pensando en que Dios lo iba a usar para liberar a su pueblo. Esta también puede ser la situación de muchos creyentes en la actualidad, que quieren ser usados en la obra de Dios.

Pero Moises se equivocó, no sólo respecto de lo que sus hermanos pensarían, ya que ellos lo rechazaron, sino también respecto del momento en que Dios lo iba a usar.

Es decir; ignoró que Dios primero tenía que hacer ciertos cambios en su vida, para poderlo usar de manera efectiva en sus planes. Y esto también es lo mismo que Dios necesita hacer con algunos creyentes, que quieren que Dios los use, pero que todavía no están listos.

¿Y qué es lo que les falta para poder ser usados por Dios… O podríamos decir qué es lo que les estorba?

Pues lo que impide que los hombres sean usados por Dios de manera efectiva, es como en el caso de Moisés, que se consideran poderosos, sabios, muy inteligentes, con muchos recursos… Y todas estas buenas cualidades que tienen, les engañan haciéndoles pensar que ellos tienen la capacidad de servir a Dios. Pero precisamente eso, no sus buenas cualidades, sino el considerar que gracias a ellas son capaces de hacer la obra de Dios, es lo que impide que Dios los pueda usar.

Esto que acabo de decir a los ojos del mundo es una completa locura, porque la gente del mundo cree que para realizar una obra se necesita capacidad, dones, talentos, habilidades, conexiones, y entre más abunden en todas estas cosas, más certeza tienen acerca de los buenos resultados.

Pero aunque ese es un pensamiento muy común en el mundo, tampoco es una realidad. No siempre las personas más capaces son las que logran el éxito. Y esto me hace acordar de un refrán que dice: “El que sabe sabe y el que no sabe es el jefe” lo cual muchas veces es lo sucede.

Pero en la obra de Dios, que es igual a decir; que para vivir la auténtica vida cristiana, las capacidades que tengamos por buenas que sean, no son las que determinan que las cosas funcionen bien. Lo que hace que todo funcione bien es que dependamos de Dios, y el problema es qué aquellos que tienen muchas cualidades o recursos, tienen problemas para depender de Dios porque creen que son capaces por sí solos. (Es el mismo problema de los ricos a los cuales les cuesta mucho trabajo dejar de depender en las riquezas para confiar en Dios)

Por esta razón el intento de Moisés de ayudar a su pueblo cuando era joven, cuando se consideraba apto para ser usado por Dios porque era poderoso en palabra y en obra, fue un completo fracaso.

No sólo sus hermanos los rechazaron, sino que faraón decidió matarlo, y entonces le tocó huir al desierto… Y allí en el desierto, lejos de la gran civilización, pasaron 40 años que fueron los necesarios, para que este hombre, después de perder algunas de sus buenas cualidades entendiera que no era capaz de realizar la obra de Dios.

Por eso es que cuando Dios lo manda a liberar a su pueblo Moisés le dice:

Éxodo 4:10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

Según lo que estamos viendo, hasta mentiras dijo para evadir la responsabilidad, pues dice que nunca había sido fácil palabra, cuando la realidad es que si había sido poderoso en sus palabras. Pero prefirió decir mentiras para dar más fuerza a su argumento, de que no tenía las capacidades para hacer lo que Dios le estaba mandando.

Pero lo que resulta hasta simpático, es que ahora Moisés si está diciendo la verdad: El no tiene la capacidad de enfrentar a faraón. Y cuando digo qué es irónico, es porque lo que él cree que es una razón para no ir, es precisamente la razón por la cual ahora Dios si lo puede usar.

Esto también es verdad en muchos cristianos, están convencidos que no pueden hacer la obra de Dios y tienen razón… Pero reconocer esta verdad es lo que hace posible que Dios los pueda usar, si se disponen, porque la obra de Dios sólo la puede hacer Dios, aunque lo haga a través de nosotros.

El mismo principio nos fue enseñado la semana pasada con la historia de Gedeón, el cual tenía que enfrentar con 32.000 hombres a un ejército como las arenas del mar, es decir eran tantos que no se podían contar.

No hay duda que la desventaja era enorme, pero como el plan de Dios era favorecer a su pueblo, el problema es que si Dios los ayudaba, ellos pensarían que era por su poder, y pensar que nuestra vida o nuestros planes van a funcionar muy bien gracias a nuestro poder, es lo que hace que los hombres se alejen de Dios. Y esto es precisamente lo que Dios le dice:

Jueces 7:2 Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.

Cuando Dios nos quiere dar la victoria no importa en absoluto, la cantidad o la fortaleza de los enemigos que están en contra nuestra. La escritura dice: “Habrá algo imposible para Dios” Y la respuesta es no. Dios puede arreglar lo que sea, por qué para Dios no es problema ni siquiera resucitar a alguien si eso es lo que necesita hacerse.

Pero lo que sí es un problema serio que detiene la obra de Dios en nuestras vidas y a través de nosotros… Es que no seamos capaces de reconocer nuestra total incapacidad para hacer la obra de Dios.

Y entonces la altivez, el orgullo o prepotencia hacen que Dios se detenga, porque si nos ayuda habiendo en nosotros esas malas actitudes, con toda seguridad le robaremos la gloria, y eso es lo que hace que muchos rechazen a Jesús pensando que no lo necesitan.

Esto mismo lo enseña la escritura cuando dice; “maldito el hombre que confía en el hombre” porque ignorar quién realmente somos, es una maldición que nos lleva a confiar en nosotros mismos, y a alejarnos de Dios.

Para evitar esto en el caso de Moisés, Dios lo lleva fracasado al desierto, y sólo después de 40 años este hombre está listo para ser usado por Dios.

Llevo 45 años en el ministerio, y he visto como algunos deseando hacer la obra de Dios se involucran activamente en el ministerio como pastores, y comienzan a trabajar, y llega el momento en que las cosas comienzan a complicarse, a no ver resultados, a tener problemas económicos, a tal punto que sintiéndose completamente incapaces toman la decisión de renunciar al ministerio…

Y cuando esto ocurre, cuando reconocen su total incapacidad para hacer la obra de Dios… Es cuando Dios comienza a funcionar a través de ellos, y las cosas comienzan a funcionar.

Cómo mencioné; este tipo de enseñanza es contraria a lo que el mundo pretende inculcar en los hombres. En el mundo creen que la clave es echarle flores, darle ánimo, empujarlo al máximo, para que el hombre llegue a considerarse poderoso en hechos y palabras y logre así triunfar… Si. Eso a veces funciona en el mundo, pero jamás en la obra de Dios.

Alguno puede pensar que conoce iglesias y pastores orgullosos, prepotentes y poderosos que han hecho grandes obras… Sin embargo: ¿Cómo saber que realmente es una obra de Dios? Más aún cuando sus predicaciones son completamente anti bíblicas, y básicamente centradas en alimentar la codicia de los hombres.

La importancia de aprender esta lección la podemos ver en la historia que la escritura nos cuenta acerca de Satanás, el cual creado perfecto por Dios, a causa de el gran poder que tenía, tomó la decisión de rebelarse contra Dios, y de colocar su trono al lado de Dios. El resultado dice la escritura, fue una caída de dimensiones inimaginables, pues después de ser creado y recibido con fiesta en el cielo gracias a lo que Dios le había dado…Termino en los profundos infiernos…

Parece locura, pero he visto algunos que se hacen llamar siervos de Dios, que han declarado que ellos tienen autoridad hasta para cambiar las escrituras… Mayor locura que esta es difícil de encontrar.

Por supuesto que las ganas de querer hacer ministerio no sólo son importantes sino necesarias, tanto que es Dios quien las coloca. Y por esta razón también he visto que algunos cuando comienzan a hacer ministerios, a compartir o un grupo de oración, las cosas funcionan de maravilla, sin embargo al pasar el tiempo son engañados pensando que es gracias a la habilidad que tienen… Y entonces las cosas comienzan a funcionar mal.

No es porque Dios no quiere que hagamos ministerio, pues es lo que él más desea para cada uno de nosotros. Sino porque es indispensable reconocer nuestra incapacidad para hacer de manera adecuada la obra de Dios, qué es igual a decir; para poder ser llenos del Espíritu Santo.

Cuando hablo del ministerio no sólo me refiero a lo que podemos hacer para bendecir a otros, sino tanbién a la obra de Dios en cada uno de nosotros, a la transformación necesaria para llegar a ser como Jesús.

Es también por falta de entender esta verdad que algunos no cambian y no dejan sus pecados, porque todavía no han entendido que sus esfuerzos para dejar sus pecados no sirven para nada… Pero cuando reconocen su total incapacidad para cambiar, es cuando el Espíritu Santo tomando el control de sus vidas los cambia. La escritura confirma esto cuando dice:

Santiago 4:6. Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

Al orgulloso, al prepotente, al que cree ser buen cristiano Dios le resiste… Por eso aunque haga intentos para cambiar sus pecados volverá a caer en ellos. Pero aquel que reconoce su gran incapacidad y su pecado, Dios le da su gracia, y su gracia le transforma.

Más aún; a veces con la gracia de Dios también es necesario que Dios haga ciertas cosas para proteger nuestro corazón de envanecernos.

Un ejemplo de esto lo podemos ver en la vida del apóstol Pablo, el cual recibió de parte de Dios una revelación tan grande, que lo normal es que el comenzará a envanecerse producto de tan gran sabiduría… Y por esto para protegerlo, Dios le envió un aguijón en la carne, es decir una situación complicada o desventajosa humanamente, que sólo le era posible sobrellevar con el poder del Espíritu Santo.

El apóstol Pablo entendió con claridad el propósito de Dios con esto, y por eso escribió:

2 Corintios 12:7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;

Una cosa es reconocer la sabiduría que Dios nos ha dado, otra muy diferente es creernos superiores a los demás por causa de ella… Y para evitar esto Dios organizó una situación que le recordaba al apóstol quién era él sin la ayuda de Dios.

Recuerdo la esposa cristiana que tenía un marido de porquería, maltratador, tacaño, injusto… Es decir alguien que humanamente era imposible de soportar, y ella entendió que la única manera de soportar semejante esposo era estar pegada del Señor, es decir llena del Espíritu Santo… Ese mal marido se convirtió en el termómetro de su vida espiritual.

Cuando no estaba espiritual sentía ganas de ahorcarlo, pero cuando estaba espiritual las malas cosas de él le ayudaban a crecer espiritualmente. Y por esto en una ocasión le dijo: “Eres un pésimo marido pero has sido una enorme bendición para mí, por esto si no quieres no cambies, al fin y al cabo tú darás cuenta delante de Dios”

El apóstol Pablo estaba en la misma situación que esta mujer, producto parece ser de un problema de los ojos… Y tratando de sobrellevar este problema en sus fuerzas llegó a la conclusión de qué era imposible, y por eso al principio comenzó a clamarle al Señor para que cambiara la situación… La escritura nos cuenta:

2 Corintios 12:8–9 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

En otras palabras; Dios le dijo que la situación no era necesario cambiarla, que lo que él tenía que hacer era recibir la gracia de Dios, el favor de Dios, el poder de Dios en medio de esa situación… Y al entender esto el apóstol escribe:

2 Corintios 12:9.10 Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.10Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Al entender que el poder de Dios se manifestaba cuando él reconocía su debilidad, su pequeñez, sus necesidades, y su incapacidad para solucionarlas… En lugar de quejarse por las cosas que le faltaban o por los problemas que enfrentaba, lo que comenzó a hacer fue a gozarse de todas esas situaciones, porque sabía que esas eran las que permitirían que el poder de Dios se manifestará a través suyo.

“Porque cuando soy débil (En mi capacidad) entonces soy fuerte (Con el poder de Dios)

El resultado de este trato en la vida del apóstol Pablo lo podemos ver en las siguientes palabras:

1 Corintios 15:7–10 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. 9Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. 10Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

Los cristianos consideramos al apóstol Pablo como el Super apóstol, pero él se considera como el más pequeño de todos… Pero el ser el más pequeño de todos no impide que reciba la gracia de Dios, la cual dice que le ha llevado a trabajar más que todos los otros apóstoles.

Y lo opuesto es; que cuando nos consideramos fuertes, tenaces, sabios y vamos a hacer la obra de Dios, vamos a enfrentar el fracaso… Y por favor, parte del fracaso es que lo que crezca no tenga la presencia del Señor. (Que es igual a decir un ministerio en la carne, pues lo que se hace en la carne Dios lo aborrece.)

Al no entender esto, muchos cristianos están esperando que Dios cambie ciertas situaciones para dejar el pecado, o para hacer la obra de Dios…. Qué es igual a decir; para que ellos puedan ser llenos del Espíritu Santo.

“Si Dios cambiará a mi mujer yo dejaría el mal genio; si Dios cambiara a mi marido yo dejaría de ser tan rebelde; si la situación cambiara yo dejaría de tener miedo; si Dios me diera ciertos dones espirituales entonces yo si hablaría de Cristo; si Dios me diera mucho dinero entonces sí sería fiel con los diezmos; si Dios me diera un marido o si Dios me diera esposa, ahí si yo podría sacar tiempo para el ministerio…etc.”

Y no caemos en cuenta que esa clase de pensamientos son terriblemente equivocados. En primer lugar estamos culpando a Dios por nuestra falta de espiritualidad, porque como él no arregla la situación, nosotros pensamos qué no podemos ser espirituales y no podemos dejar el pecado.

Y cuando culpamos a Dios por nuestro fracaso espiritual, pues obviamente no estamos reconociendo que somos pecadores, no estamos reconociendo nuestra maldad. Y si a eso añadimos que estamos diciendo o pensando que Dios es él pecador…. Pues eso hace imposible que Dios haga la obra en nosotros, o que nos pueda usar para algo realmente espiritual.

Recordemos que cuando la escritura dice que absolutamente todas las cosas nos ayudan a bien conforme al propósito que Dios tiene, lo que está diciendo es que la situación en que cada uno de nosotros estamos viviendo en este momento, es la situación perfecta para que el poder de Dios se manifieste.

Así es de que no es su mujer la que tiene que cambiar para que usted ande espiritual, ni tampoco es su marido el que tiene que cambiar para que usted ande espiritual, ni la situación económica, ni la pandemia, ni absolutamente nada.

En este momento todos y cada uno de nosotros podemos andar llenos del Espíritu Santo, si creemos en el poder de Dios, y reconocemos nuestra total incapacidad. En el libro de Eclesiastés podemos leer algo que se ajusta a lo que estamos viendo:

Eclesiastés 7:10 Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

Para nosotros los cristianos que creemos en la soberanía de Dios, que aceptamos lo que su promesas dicen, resultaría una completa necedad decir que los tiempos pasados fueron mejores.

Lo cierto es que el mejor tiempo para cada uno de nosotros es este, con las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor, porque es lo que Dios ha considerado como lo mejor para darnos crecimiento espiritual… Y Dios nunca se equivoca.

Pues si no creemos en esta importante verdad entonces el diablo tomará la situación que estás viviendo, y te hará pensar que las cosas están muy mal, que Dios no te está ayudando, y todo esto te alejara de Dios… ¿Por que? Por no confiar en él y lo que él en su palabra nos dice.

En mi caso particular a pesar de tener las oportunidades necesarias me convertí en un pésimo estudiante, y cuando me mandaron a un internado a ver si mejoraba allí comencé a consumir droga, lo cual por supuesto empeoró mi situación…

Es decir, cuando comencé mi vida cristiana, era un drogadicto, había dejado de estudiar por completo, por supuesto, por el estilo de vida que llevaba tenía serios problemas con mi familia, tenía algunos problemas de salud, además me encontraba prácticamente sólo, y cuando pensaba en mi futuro el asunto se veía bastante oscuro.

En lo único que estaba de acuerdo con los demás, es que ellos habían perdido toda esperanza en mí, y yo también.

Un día creyendo en el perdón de Dios, me acerqué a él con la esperanza de que él se hiciera cargo de mi vida. Por supuesto todas las cosas estaban en mi contra, sin embargo creí de corazón que él se haría cargo de mi vida.

Esa fe depositada en él, produjo en mí el Nuevo Nacimiento, y comencé a vivir como si me hubieran anestesiado respecto de mis necesidades, y respecto de mis sueños. Y con esto quiero decirles que comencé a experimentar paz y alegría, pero no producto de que mis problemas se hubiesen solucionado, sino porque había en mi corazón esperanza.

Ahora; yo no tenía ni idea cómo iba a hacer Dios, pero confíe en que él se iba a hacer cargo de mi vida. Esa misma paz, alegría y esperanza me llevo a comenzar a obedecer lo que entendí que era la voluntad de Dios. Oraba, leía la escritura todos los días, asistía a la iglesia sin falta, tome los cursos bíblicos, iba a los campamentos, compartía el mensaje en grupos de oración, daba testimonio en mi casa, etc.

Puedo resumir todo esto al decir que decidí confiar en Jesús. Además no había otra opción, ya no confiaba en mí mismo, y ya nadie de mi familia confiaba en mí, por lo tanto lo único que me quedó fue acercarme a Dios y confiar en él como la última opción.

Antes de ser creyente entendí que no tenía las capacidades para vivir una buena vida… Reconocer esa incapacidad fue lo que hizo que me aferrara a Jesús.

Esta lección que aprendí siendo incrédulo es la que muchos cristianos necesitan aprender, pues todavía se consideran fuertes, sabios, poderosos, con recursos, y por eso no creen que sea necesario ser muy obedientes con Dios.

Le obedecen sólo en aquellas cosas triviales o solamente cuando están en situaciones supremamente difíciles que no pueden remediar… Es decir; Dios se convierte en el último recurso, cuando debería ser el primero, y el único.

No debería haber en ninguno de nosotros la más mínima duda de qué la solución está en confiar en Dios. Eso es lo que dice la escritura que debemos hacer de principio a fin. Podemos leer:

Colosenses 2:6 al 7 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; 7arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

Y la directriz es que de la misma manera cómo hemos recibido al Señor, de esa misma manera debemos continuar todo en nuestra vida cristiana. ¿Y cómo fue que recibimos al Señor Jesucristo?

Lo hicimos por fe. Es decir depositamos nuestra fe en él y él produjo en nosotros el Nuevo Nacimiento. Más claro aún, reconocimos que éramos pecadores y aceptamos que él era nuestro Señor y nuestro Salvador, y esa es la misma fórmula para vivir llenos del Espíritu Santo. Debemos depositar nuestra fe en él, reconociendo que en nuestra carne, en nuestro poder, es imposible vivir la vida cristiana.

La otra maravillosa verdad que debemos creer, es que cuando andamos llenos del Espíritu Santo no tenemos ningún problema…

Y con esto no me refiero a que las cosas funcionen a la perfección según los parámetros del mundo, sino a que no importa cómo funcionen las cosas, de todos modos al andar llenos del Espíritu Santo viviremos supremamente bien, llenos de paz, de gozo, de seguridad, y sobretodo haciendo la voluntad de Dios.

Pero eso tampoco quiere decir que esas circunstancias difíciles todas serán eternas… Es decir ese mal marido Dios lo puede cambiar, o cambiarlo por otro. Y esa mala mujer también Dios la puede transformar, o llevársela a su presencia para que usted pueda descansar…

Y si el problema es la escasez económica, tampoco quiere decir que tengas que vivir toda la vida de esa manera porque Dios puede cambiar esa situación…

Pero ojo; no es que Dios puede arreglar unas cosas y otras no. No. Dios puede arreglar lo que sea, el asunto es que como estamos viendo, cualquier cosa que Dios haga, la hará pensando en el beneficio que traerá a nuestra vida espiritual, porque de eso realmente depende nuestra vida.

Eso quiere decir que Dios de acuerdo a lo que más convenga, a cada uno de nosotros, si es necesario, arreglara el problema mañana, o pasado mañana, o el próximo año, o el próximo milenio.

Esto es verdad para los problemas económicos, y para todo tipo de problemas y necesidades. Dios las arreglará en el momento en que sea más beneficioso para nuestra vida. Puede ser mañana, pasado mañana, el próximo año, o el próximo milenio.

Las malas doctrinas enseñan que Dios arreglara los problemas ahora. En este mismo instante o en un tiempo muy corto. No, Dios arreglara los problemas cuando sea el mejor momento de arreglarlos y muchos de ellos sólo serán arreglados después de este siglo. (Las guerras, las enfermedades, el hambre, etc.)

Pero sí han entendido lo que hemos visto hoy eso no tiene importancia. No tiene importancia porque no importa cuánto se demore Dios que arreglar cualquier problema, si confiamos en Dios desde ahora disfrutaremos la paz y el gozo de que el asunto, está en las manos de Dios y será arreglado de la forma en que mas convenga a nuestra vida espiritual.

El siguiente paso es que cuando usted confía en Dios, cuando usted tiene paz y alegría porque sabe que él, Dios todopoderoso se hará cargo de usted, y como consecuencia de esto usted desea de todo corazón hacer la voluntad de Dios, entonces usted será lleno del Espíritu Santo.

Déjeme repetir: Cuando aprendemos a confiar en Dios y deseamos hacer su voluntad, entonces podemos ser llenos del Espíritu Santo.

Pero hay que tener en cuenta como dice la escritura, que a veces decimos confiar en Dios sin ser cierto, y por eso tampoco somos llenos del Espíritu Santo, y tampoco experimentamos una paz y un gozo permanente.

Una forma de evaluar nuestra confianza en Dios, es revisar la forma como estamos enfrentando las situaciones que suceden a nuestro alrededor…

Me explico: tenemos que aceptar que absolutamente todo lo que sucede a nuestro alrededor está planeado por Dios para bendecir nuestra vida, y por lo tanto no debemos ni afligirnos, ni preocuparnos, ni nada por el estilo.

Pero no sólo debemos aceptar todo lo que sucede como parte de su voluntad y por lo tanto con gozo y con paz… También debemos estar dispuestos a hacer su voluntad en medio de esas situaciones.

Son dos cosas diferentes pero íntimamente relacionadas que vienen como consecuencia de confiar verdaderamente en Dios.

Acepto lo que sucede a mí alrededor con paz y alegría porque sé que todas las cosas ayudan a bien…. Y acepto hacer la voluntad de Dios en medio de esas circunstancias, porque sé que su voluntad es perfecta…

Estas dos cosas juntas permiten que el cristiano experimente la llenura y el fruto del Espíritu Santo.

Al decir esto quiero que entendamos que ser llenos del Espíritu Santo no es algo que se consiga solo por estar obedeciendo los mandatos de Dios, tampoco es algo que se consiga por andar poniendo mucho cuidado en no pecar, ni tampoco como a muchos se nos enseñó solo por el hecho de hacer una oración en la cual le pedimos a Dios que nos llene de su Santo Espíritu.

¿Por qué estas cosas que parecen buenas a veces no sirven para andar llenos del Espíritu Santo?… Porque no siempre que hacemos estas cosas las hacemos con fe.

El joven rico obedecía los mandamientos del Señor pero no tenían fe en él; otros ponen muchísimo cuidado en no pecar pero lo hacen porque no confían en el perdón de Dios, o porque se creen buenos, o porque les fascina dar garrote a los demás; y otros que oran pidiéndole a Dios que los llene de su Santo Espíritu, sus vidas están llenan de incredulidad y desobediencia.

Sin embargo; cuando hay verdadera fe, buscamos obedecer los mandamientos de Dios, tenemos cuidado de no desagradarle, es decir no pecar, y confiamos en que él nos respaldada con su Santo Espíritu para hacer su voluntad. Y entonces vamos a experimentar el fruto del Espíritu Santo.

Déjenme recordarles cuál es ese fruto, y evalúen, si por ejemplo esta semana pasada anduvieron o no llenos del Espíritu Santo. Dice así:

Gálatas 5:22 al 23 En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, ser fieles, 23 ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto.

¿Cómo nos fue en el examen? Amamos a la gente, siempre estuvimos contentos, siempre tuvimos paz, fuimos pacientes y amables al tratar a los demás, fuimos fieles, humildes y controlamos nuestros malos deseos…

Si no pasamos el examen entonces nos falta fe. Por supuesto que hay una diferencia enorme, entre los que durante toda la semana estuvieron fallando… A los que estuvieron espirituales, y en algunas ocasiones cometieron pecado pero volvieron y restauraron su vida espiritual.

No es lo mismo pecar ocasionalmente que practicar el pecado… Un cristiano auténtico puede pecar ocasionalmente, pero cuando alguien practica el pecado es porque no es un hijo de Dios, va rumbo a la condenación, si no deposita su fe en Jesús.

La otra pregunta es: ¿Cuándo un cristiano comete estos pecados está lleno y controlado del Espíritu Santo? La respuesta es; No. Y como sabemos que para andar lleno y controlado del Espíritu Santo se requiere fe, cuando alguien no lo está, es porque ha fallado su fe.

Esto es lo mismo a decir que siempre que cometemos cualquier pecado, es por causa de retirar nuestra confianza en Dios.

Hay un pasaje que me gusta mucho en el cual es muy claro el proceso que nosotros vivimos cuando frente a ciertas circunstancias nos falta confiar en Dios.

El pueblo de Israel estaba esclavo en Egipto por causa de su incredulidad,(La incredulidad siempre ha sido el problema) Sin embargo Dios en su misericordia al oír el clamor de ellos los libra, los lleva al desierto conduciéndolos camino de la tierra prometida.

Para lograr eso la cantidad de milagros maravillosos que Dios hizo fueron muchos y podíamos decir que el pueblo tenía evidencias claras del inmenso poder de Dios, y de la gran misericordia de Dios, pues a pesar de su rebeldía y su necedad Dios los estaba cuidando.

Gracias a Dios igual hace con cada uno de nosotros…

Pero cuando pueblo llegó a la tierra de Edon, necesitando pasar para continuar su camino a la tierra prometida, este pueblo no los quiso dejar pasar y como consecuencia nos cuenta la escritura:

Números 21:4 Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino.

Para tener más claridad en este asunto hagámonos las siguientes preguntas; ¿Por qué Dios no hizo algo al respecto?

1. ¿Los amaba? Sí, la prueba es que los rescató.

2. ¿Tenía Dios poder para ayudarlos? Si es evidente, y lo demostró a través de todos los milagros que además comunicaron a los egipcios, que sus Dioses estaban bajo el poder del Dios de Moisés.

3. ¿Será que Dios no los ayudó porque el pueblo no tenían buena actitud al pedir? Ésa es una posibilidad, a veces Dios no responde por nuestra mala actitud. Pero también podemos ver en la historia del pueblo de Israel que muchas veces a pesar de su mala actitud, su rebeldía y sus quejas, de todos modos Dios los ayudó.

O sea que: Dios si los amaba, Dios si tenía poder para ayudarlos, y si Dios ya los había ayudado a pesar de su rebeldía e incredulidad… Entonces por qué respecto de Edon Dios no hizo algo.

La respuesta es muy sencilla… No les ayudó porque: NO LES CONVENÍA.

Recordemos que cuando hay confianza en Dios, se experimenta paz y gozo y el fruto del Espíritu Santo, aunque los problemas estén sin resolver.

Por lo tanto: ¿Qué ha debido hacer el pueblo ante esta respuesta negativa de parte de Dios? Agradecerle y gozarse por qué Dios, que no hay duda que los ama, sabe lo que está haciendo.

Yo en lugar de eso lo que leímos es: “Y se desanimó el pueblo por el camino”.

El desánimo es la primera señal de que nuestra fe ha fallado. Cuando un cristiano está desanimado o aburrido, a perdido el propósito y tiene un problema de falta de fe.

Y aunque no parezca un pecado grave, lo es, precisamente porque no se le identifica como tal y se le permite continuar haciendo daño.

La escritura enseña que hay que cuidarse de las zorras pequeñas porque ellas destruyen el viñedo… Pero muchos no ponen cuidado de las zorras pequeñas esperando que una gran zorra llegue… Y de esta manera son derrotados.

¿Y por qué el desanimo? … Y la respuesta es: Porque las cosas no salen como nosotros queremos.

Y si nos desanimamos porque la respuesta de Dios es diferente a lo que esperamos, es porque confiamos más en nosotros mismos, en nuestra forma de ver las cosas, que en la forma en que Dios las ve…. Eso no hay duda es una falta de fe muy grande con Dios.

Éste desánimo es el resultado de creernos más inteligentes, más generosos, más justos o con mejores intenciones que Dios. Esto puede parecer absurdo pero es la absoluta verdad. Si recordáramos quiénes somos frente a una circunstancia como esta, simplemente diríamos: Señor no sé nada, tú lo sabes todo, gracias por esta situación. Pero el aburrimiento es por estar convencidos de qué las cosas no están bien… Y eso es falta de fe en Dios.

Y este problema de fe que nos lleva a desanimarnos, es sólo el inicio de todo un proceso que nos llevara a alejarnos cada vez más de Dios. Comenzaron con el desánimo… Luego del desánimo vinieron las… Quejas…

Números 21:5 Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés:

Aquí dice con claridad que las quejas eran contra Dios y por supuesto contra su representante. Eso es lo que muchos ignoran, que todas las quejas aunque no estemos pensando en Dios hacen culpable a Dios de la situación. Qué es igual a decir que Dios es el culpable de nuestro pecado.

Cada vez que nos quejamos por cualquier cosa que sea, aun que no lo hagamos pensando que es contra Dios… Aunque pensemos que las quejas son contra las personas o las situaciones… Las quejas son siempre realmente contra Dios…. En otra ocasión en que el pueblo no era consciente de esto Moisés les aclara:

Números 16:11 Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra Jehová; porque ¿quién es Aarón para que contra él murmuréis?

Esto es verdad por la sencilla razón de que Dios es SOBERANO. Como el hombre lo ignora cuando el hombre se queja, aunque piense que la culpa es de sus semejantes, o de las situaciones CUANDO SE QUEJA en realidad lo está haciendo contra Dios.

O sea que comenzamos con desánimo, quejas, y luego sigue el pesimismo…

V.5 ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto?

¿Pregunto? Si Dios cuando no tenían como defenderse ahogo a los egipcios, cuando no tenían que comer les dio él mana, y cuando no tenían que beber sacó agua de la roca, y aún cuando quisieron carne les dio codornices: ¿Habría razones para ser pesimistas?

El temor al fracaso es consecuencia de no tener los mismos objetivos que Dios tiene para nuestra vida, por no confiar en que Dios es capaz de cumplir sus maravillosos objetivos en nuestras vidas. El temor al fracaso es siempre falta de fe.

Pero este pesimismo no es sólo consecuencia de ignorar todos los milagros que Dios había hecho con ellos, sino además olvidar la triste y miserable situación en la que estaban viviendo en Egipto.

Si nos preguntamos: ¿Porque salieron de Egipto? Porque a causa de la esclavitud tan severa que estaban viviendo clamaron a Dios.

Vivían de manera espantosa, les quitaban las hijas, asesinaban a sus bebés y sin embargo ahora por sólo tener que dar una vuelta que no creo que alargara su recorrido más de dos o tres días, estaban diciendo que preferían volver al pasado.

Desánimo, quejas, pesimismo, ignorar la realidad, después de eso continuaron con mentiras para dar fuerza al argumento o para justificar su rebeldía. Y entonces dicen:

V.5 Pues no hay pan ni agua…

Dicen; “No hay pan ni agua ” Pero si había pan, y si había agua. Tal vez no en la cantidad que ellos esperaban, pero si en la cantidad en que era verdaderamente necesario. Pero comenzaron a mentir exagerando, para respaldar su mala actitud.

SIN ALIMENTO ESPIRITUAL.

V.5 y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.

Lo único que hace que el hombre se sienta realmente tranquilo, sin estar engañado, son las promesas de Dios. Porque Dios puede cumplirlas por encima de quién sea.

Pero cuando nuestra vida espiritual anda mal producto de la confianza que tenemos en nosotros mismos, lo primero que perdemos es; “la confianza en Dios, y como consecuencia en sus promesas y propósitos.

Cuando ellos dicen… “Y estamos cansados de este pan tan liviano”. ¿A qué pan se referían? Al Mana.

El mana representa a Jesucristo y Jesucristo es la palabra. El mundo es un desierto espiritual donde solamente el maná (la palabra de Dios) dada por Dios nos puede sostener, por eso cuando un cristiano no confía en la palabra de Dios, se queda sin alimento espiritual y pierde la dirección y la fortaleza dada por Dios.

Cuando usted está en esta situación, las promesas de Dios ya no le sirven para nada, y aun si le hablan de tener paciencia o contentamiento y agradecer a Dios, esas cosas le suenan horribles, por usted lo que quiere es que las cosas sean hechas como usted quiere.

¿Quiere salir de esa situación? Renuncie en su corazón a sus planes. Renuncie en su corazón a hacer su voluntad, y crea que lo que Dios tiene para usted, es lo más maravilloso que usted se pueda imaginar.

Cuando digo que renuncie en su corazón, me refiero a que continúe haciendo lo que cree que es la voluntad de Dios, hasta que Dios le cambie el rumbo. Y cuando lo haga no sea necio, no te apegues a tu voluntad sabiendo que la de Dios es mejor.

Cada vez que reciba una respuesta que no le agrade piense en el siguiente pasaje:

Efesios 3:20 al 21 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

¿Y qué pasaría si usted insiste en andar en rebeldía contra Dios por su falta de fe?

Números 21:6 Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel.

Esa es otra historia que hay que aprender….

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