EL CAMINO A LA SANTIDAD – PARTE 3

EL CAMINO A LA SANTIDAD – PARTE 3

DAD GRACIAS EN TODO

I. INTRODUCCIÓN

La salvación ofrecida por Dios, es algo tan espectacular y tan completo, que permite que el que recibe el nuevo nacimiento convirtiéndose en hijo de Dios, en muy poco tiempo, a veces casi instantáneamente pueda comenzar a vivir experimentando una gran alegría, o como dice el apóstol Juan: “Que nuestro gozo sea cumplido.

Eso ocurre gracias a la información que nos ha sido transmitida acerca de Jesucristo, que en el caso del apóstol Juan fue algo que él conoció, no por la información que otros le dieron acerca de Jesucristo, como ha ocurrido con todos nosotros, sino porque él estuvo con el Señor. Y por esto dice:

1 Juan 1.3–4 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 4Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

Esta información al ser creída, y sólo al ser creída; nos permite entrar en comunión con Dios Padre, con su hijo Jesucristo y con todos los hijos de Dios.

Insisto en que no se trata de sólo recibir información, como la ha recibido mucha gente en el mundo, sino de creer en esta información, porque al hacerlo Dios produce en el creyente el nuevo nacimiento y eso es lo que hace que recibamos ciertas cosas que son comunes en Dios, en todos los auténticos cristianos y en nosotros.

Eso que hemos recibido es en primer lugar el Espíritu de Dios, lo cual nos da una nueva naturaleza o naturaleza divina, que nos permite experimentar su paz, qué es una paz que sobrepasa todo entendimiento.

Además de esto, su Espíritu derrama en nosotros su amor, lo cual produce en nosotros la convicción de que por estar en sus manos, nada podrá hacer daño al plan maravilloso que Dios tiene para nosotros.

Y por último nos ha dado su gloria, que puede parecer extraño, pero su gloria en nosotros es en realidad la capacidad y oportunidad de comunicar el conocimiento que tenemos de Jesucristo a los demás.

Para Jesús fue glorioso poder comunicar el conocimiento que tenía de su Padre, y para nosotros recibir su gloria, es tener la oportunidad y el enorme privilegio de compartir el conocimiento que tenemos de Jesucristo. Es por esto que cuándo compartimos de Cristo a los demás, no importa cuánto tiempo lo hayamos hecho, siempre hay una sensación extraordinaria y de mucho gozo en nosotros, independiente de que la gente acepte o no el mensaje.

No les doy los versículos de cada una de estas verdades tan importantes por causa del poco tiempo, pero todo esto lo pueden confirmar revisando el material de los temas básicos, en el tema llamado “El nuevo nacimiento”.

Ahora; todo esto que recibimos al momento del nuevo nacimiento, su Espíritu, su Paz, su Amor, y su Gloria, como hemos leído que escribe el apóstol Juan, debe producir nosotros una alegría completa y duradera.

Sabemos que en el mundo la alegría depende de lo que se tiene y de lo que se hace. Por eso, la alegría que produce el mundo ni es completa, porque las cosas del mundo no pueden saciar a los hombres, ni es continua o duradera, porque las cosas del mundo no son eternas.

Mientras que la alegría que produce la comunión con Jesucristo, si es completa, porque sólo Dios puede llenar el corazón del hombre, y también es duradera o eterna, porque esta basada en la presencia de Jesucristo en la vida del creyente, y su presencia nunca nos será quitada.

El último mandato que recibieron los discípulos del señor Jesús, considerado por muchos el mandato más importante fue:

Mateo 28.19–20 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Este conocimiento de Dios y esta confianza en él es algo tan valioso, que es por esta razón que algunos recién convertidos a pesar de los problemas que puedan tener, experimentan una alegría que no entienden, una paz que sobrepasa todo entendimiento, y una certeza del amor de Dios que les permite enfrentar la vida con verdadera esperanza.

Pero aquí viene algo muy muy importante y es: Esa alegría completa y duradera, ese gozo cumplido gracias a la presencial de Dios debe ser una realidad en todo auténtico creyente. Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta:

¿Tú como verdadero hijo de Dios estás experimentando esa alegría completa y duradera?

Es decir estas tan feliz con tu vida que no deseas nada más, sino sólo seguir así por toda la eternidad. Algo así como decía David:

Salmo 84.10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad.

¿Estamos tan, pero tan satisfechos con nuestra vida por causa de nuestra relación con Dios que no deseamos sino sólo estar en su presencia?

Al pensar en contestar esta pregunta, tal vez algunos comienzan a pensar, que si viven felices gracias a su conocimiento de Dios, pero no todo el tiempo… Porque lo normal, piensan ellos, es qué producto de las circunstancias o de las luchas de la vida, es normal que vivamos en un ascensor emocional, donde unos días podemos estar muy contentos, pero otros no tanto y otros muy aburridos.

Sin embargo a este pensamiento muy común entre los cristianos hay que hacerle ciertas correcciones. La primera; es que no es normal vivir así la vida cristiana. Es común pero no es normal. Y al decir esto lo que quiero decirles es que no es lo correcto vivir así, aunque pueda ser muy común.

Los buenos maestros de la escritura insisten mucho en que una doctrina no es el resultado de una experiencia. Pues las experiencias equivocadas de mucho son las que han creado muchísimas malas doctrinas. Una doctrina debe ser el resultado de entender la verdad de la escritura.

Eso quiere decir que aunque no podemos negar la experiencia que tienen muchos creyentes, a mí también me ha ocurrido. La pregunta es: ¿Esa experiencia emocional del ascensor, ese sentirnos muy contentos y luego muy aburridos es lo que enseña la escritura que debemos vivir?

La respuesta es no. Y no sólo lo dice en el texto que les he leído, también está en el pasaje que estamos estudiando que dice:

1 Tesalonicenses 5.16–18 Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

Siempre significa siempre, gozosos implica una gran alegría, producto de hablar con Dios todo el tiempo, lo cual nos lleva a darle gracias en todo, por esa vida maravillosa que debemos estar viviendo.

Inclusive en aquellos momentos donde las circunstancias pueden parecernos muy críticas, de todos modos aún allí insiste la escritura, en que debemos estar contentos y muy contentos.

Santiago 1.2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,

Aún en medio de las pruebas debemos estar muy dichosos o muy alegres. Teniendo esto claro y esperando que ustedes crean lo que dice la palabra de Dios. Vuelvo y pregunto:

¿Tú como hijo de Dios estás experimentando esa alegría completa y duradera?

Y como tal vez la respuesta de la mayoría sea a veces… Lo cual en realidad quiere decir que no. La siguiente pregunta y muy importante es:

¿Qué sucede cuando una persona que dice ser cristiana no experimenta esta alegría completa y duradera?

Y creo que la única respuesta es; que no tenemos ni idea quien es Jesucristo, y por lo tanto tampoco el enorme privilegio de ser su hijo, y de tener su presencia de manera continua en nuestra vida.

El problema es que si uno le pregunta al trigo o a la cizaña, que si son conscientes del privilegio de ser hijos de Dios. Ambos responden que sí. Es decir ambos están convencidos de saber la clase de Dios que tienen. Sin embargo hay una diferencia muy grande entre los unos y los otros, y se nota en que unos experimentan alegría completa y duradera, mientras que los otros sólo alegría temporal.

Esto lo podemos notar de manera clara cuando escuchamos ciertos testimonios. Por ejemplo: Un cristiano el día lunes tiene un percance y como consecuencia le toca pagar cierta suma de dinero que no tiene.

Por supuesto el mismo lunes le clama al Señor por esa circunstancia. Y el martes vuelve a orar porque el asunto todavía no se ha resuelto y sigue angustiado. Y el miércoles lo mismo, el jueves también, y el viernes también sigue orando preocupado porque el asunto todavía no se resuelve. Hasta que gloria a Dios, el sábado, aparece la solución y este cristiano recupera su alegría.

Luego va a la iglesia y cuenta que estuvo orando toda la semana y gloria Dios, el sábado Dios respondió y por eso está muy contento. Entonces la mayoría de la iglesia dice gloria a Dios el Señor es bueno.

Al escuchar estos testimonios me hago la pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre este cristiano que estuvo afanado toda la semana hasta que por fin el asunto se solucionó, con un incrédulo que tiene una necesidad y está angustiado toda la semana, hasta que el sábado recibe respuesta a su problema y se pone contento?

Es decir: ¿Cómo es posible que alguien teniendo al Espíritu de Dios en su vida, cuando tiene un problema viva exactamente la misma experiencia de una persona que no conoce a Dios?

Donde la alegría de ambos, sólo se recupera cuando el asunto ha sido solucionado. Y aunque uno le da gracias a Dios y el otro a su buena suerte, de todos modos están viviendo prácticamente igual. Un hijo de Dios y un hijo del diablo enfrentando la vida de forma prácticamente igual…

¿Será eso lo correcto? No. Sin embargo es lo común. Pero no es lo correcto, pues la escritura dice:

Filipenses 4.4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!

Otra vez dice siempre!!! Y ademas dice: Regocijaos!!! Es decir no solo estar gozosos, sino Regozosos!!

Y como resultado de esa super alegría producto de la comunión con el Señor…Continua diciendo:

Filipenses 4.5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

Esa alegría le permitirá ser gentil, amable, comprensivo, cariñoso con la gente a su alrededor. No como algunos que cuando los tocan o los miran, explotan producto de lo que hay en su corazón. No hay cristiano que realmente está feliz no será un resentido, ni un amargado, ni un tacaño Sino que será una persona de bendición para aquellos que lo rodean.

Y para poder conservar esa super alegría continua diciendo:

Filipenses 4.6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Que no importan las circunstancias que rodeen nuestra vida, no importa lo que nos ocurra, no nos debemos afanar por nada, porque en lugar de afanarnos sólo tenemos qué pedir a Dios lo que necesitamos. Y en ese mismo momento debemos darle gracias a Dios por su respuesta, antes de que la respuesta llegue.

Entonces la confianza en ese Dios poderoso que nos ama y que ha dicho que se hará cargo de nosotros nos va a permitir… Continua el pasaje:

Filipenses 4.7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Experimentar la Paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, insisto: Sin importar la respuesta que Dios vaya a dar a la petición, porque estaremos confiando en su amor.

Y esa certeza en su amor, en su poder, en su sabiduría, qué llena de paz nuestra vida al saber que él está en el control, evitará que caigamos en pecado. (Eso es lo que significa que guardará nuestros pensamientos y nuestro corazón en Cristo Jesús)

Déjenme repetir la última parte: Estaremos tranquilos sin importar la respuesta que Dios vaya a dar a la situación, porque estaremos confiando en su amor.

Repito esto porque muchos quedan tranquilos pensando que si pidieron dinero, este dinero va llegar, o que si pidieron salud esta salud va llegar, o que si pidieron marido el marido va a llegar… Y la tranquilidad desaparece poco a poco cuando la respuesta de Dios se demora… Y desaparece por completo cuando Dios dice no.

Sin embargo he notado que cuando enseño esto: Qué debemos vivir siempre muy gozosos y llenos de la paz de Dios, muchos cristianos piensan que no es posible vivir de esa manera, y algunos llegan a manifestarlo sin base bíblica, y aun sabiendo que están hablando en contra de lo que la escritura dice.

Es decir se ha convertido más valiosa la experiencia personal que lo que la palabra de Dios dice que debes ser.

Y eso es muy grave, porque hay una enorme diferencia entre decir; no tengo suficiente fe en el amor y poder de Dios para estar gozoso todo el tiempo. A decir; no es posible vivir gozosos o todo el tiempo.

Porque decir que no tenemos suficiente fe, es confesar nuestro pecado; mientras que decir que no es posible, es decir que Dios está mintiendo.

Por eso frente a nuestro fracaso en vivir gozosos todo el tiempo, debemos decir lo mismo que decía el apóstol Pablo:

Filipenses 3.13-14 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Los sentimientos como el temor o la alegría no cambian o vienen a nuestra vida porque si. Las cosas que nos pasan dependiendo la forma como las enfrentemos van forjando nuestros sentimientos.

Vimos en estudios anteriores que la obediencia lleva a la santidad, y la santidad conlleva buenos sentimientos, como el amor, gozo, paz, paciencia, etc.

Lo correcto es que si estamos desobedeciendo a Dios sintamos temor, mucho temor. Lo grave es desobedecer a Dios y no sentir ningún temor… Y cuando eso ocurre, es porque es tan grande nuestra incredulidad que nos da temor obedecer a Dios. La escritura dice:

Salmo 4.4 Temblad, y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad.

Les aseguro que lo que voy a decir no lo digo porque tenga necesidad, porque Dios en este tiempo ha sido tan fiel con nosotros como lo ha sido los 41 años que le he servido… Pero cuantos creyentes cuando hay una crisis económica como la de ahora, lo primero que hacen es dejar de ser fieles con Dios.

Por supuesto no está bien que una persona desobedeciendo a Dios se sienta tranquila… No está bien mentir, robar, fornicar, juzgar mal a la gente y sentirse tranquilo. Lo correcto es estar tranquilos y gozosos porque estamos haciendo de corazón para el Señor, lo que sabemos que debemos hacer. Y porque sabemos que responderá a nuestras peticiones, de tal manera que nuestra vida espiritual sea bendecida…

Y cuando la vida espiritual es bendecida, no hay duda qué hay una enorme ganancia que nos permitirá vivir cada vez mejor.

La escritura nos cuenta de algunos judíos cautivos en Babilonia, donde el rey Nabucodonosor fue convencido de construir una estatua de oro y de obligar a todos en el reino a adorarla. Y quien no lo hiciera sería ejecutado siendo arrojado a un horno de fuego ardiendo.

Tres hombres judíos en posiciones muy importantes se negaron a hacerlo. Fueron llevados a la presencia de Nabucodonosor, el cual les preguntó si iban o no a adorar la estatua. Porque si no lo hacían inmediatamente sería ejecutados… ¿Qué contestaríamos nosotros? ¿Seguiríamos haciendo la voluntad de Dios o pensaríamos en no hacerla para liberarnos de la muerte? La respuesta de ellos fue:

Daniel 3.16–18 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

Me gusta muchísimo cuando dicen: “No es necesario que respondamos sobre este asunto” Como quien dice; el asunto no es negociable, no hay ninguna razón, ni siquiera para pensar en desobedecer a Dios, sin importar lo que pueda perder o lo que pueda ganar…

Y muy, muy importante, ellos dicen que aunque saben que Dios tiene poder para librarlos. Están decididos a no adorar ésa estatua, así Dios no los libre y les toque morir en el horno de fuego.

Ciertamente no son muchos los que aparecen en la escritura con esta madurez y esta confianza en Dios, pero los hay. Por ejemplo:

Habacuc 3.17–19 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; 18Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. 19Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.

Así todo este mal pero muy mal de todos modos se va seguir alegrando y gozando en el Dios de su salvación… ¿Se imaginan el poder en la vida de una persona cuya alegría y fortaleza sólo depende de Dios?

Es mas si las cosas siguen como van con esta “nueva normalidad” que los gobiernos están imponiendo por encima de todo sentido común y toda lógica, donde podemos ver que los hombres controlados por el miedo están perdiendo cada vez más la libertad, las cosas pueden complicarse muchísimo más, y por eso es muy importante que como cristianos aprendamos a vivir por encima de las circunstancias, disfrutando de la paz y la alegría que sólo Dios nos puede dar.

El comienzo de esta pandemia fue una prueba que mostró que muchos cristianos todavía son controlados por sus miedos, evidenciando su falta de confianza en Dios… Pero lo cierto es que si aprendemos a confiar en Dios, podemos vivir de una manera sobrenatural, como podemos ver en el ejemplo que nos da Esteban…

Hechos de los Apóstoles 7.59–60 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.

Pero a nosotros nos bajan el sueldo, nos dicen que estamos enfermos, o simplemente nos llevan la contraria, y entramos en crisis… Y eso no es lo más grave. Lo mas grave es que pensamos que la vida cristiana normal es así, y que por lo tanto estamos bien. Pero no estamos bien. Tenemos que reconocer nuestra gran incredulidad, y nuestra falta de conocimiento de las promesas y del poder y amor de Dios por nosotros…

Porque si no reconocemos nuestro pecado jamás llegaremos a vivir experimentando esa alegría completa y duradera. Sino que seguiremos igual que los incrédulos, donde nuestro estado de ánimo siempre va depender de las circunstancias que nos rodean. Es decir sin control para ser controlados por otros…

Y esto nos lleva a una pregunta muy importante: ¿Por qué no tenemos este conocimiento de lo que significa la grandeza de Dios en nuestra vida?

Y para esto hay dos respuestas. La primera, es que aunque tiene fe en Jesucristo y aunque crea ser cristiano, no ha nacido de nuevo, por lo tanto no ha recibido el Espíritu de Dios, ni la paz de Dios, ni la certeza del amor de Dios… Y entonces la alegría que pueda sentir, será una experiencia espiritual como la de un ascensor que sube y baja, porque la verdadera razón de su alegría no es Dios, sino son las cosas del mundo.

Por esto como ya les expliqué, cuando las cosas están bien se alegra y le agradece a Dios, pero cuando las cosas están mal se aburre y le clama a Dios, pero casi siempre como vimos la semana pasada haciendo malas oraciones… Y entonces no logra recuperar la paz y la alegría, hasta que la situación no se compone.

La segunda razón es que si es cristiano, pero es un cristiano carnal, es decir; no lo controla el Espíritu de Dios sino su carne. Y por eso, aunque esté en comunión con Dios, no puede experimentar la alegría completa y duradera que debe experimentar un cristiano normal.

Cuando digo que no lo controla el Espíritu, no estoy diciendo que la persona como un robot debe ser controlada por el Espíritu Santo, o que continuamente tiene sueños reveladores, o escucha a viva voz que Dios le habla… Porque aunque Dios puede hacer estas cosas y a veces las hace, ser controlado por el Espíritu es en realidad algo muy sencillo pero muy poderoso. El Señor Jesús dijo:

Juan 6.63–64 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Si la carne nos controla por más cristianos que seamos y por más presencia de Dios en nuestra vida no nos aprovechara para nada, y viviremos igual que un incrédulo.

Si el Espíritu nos controla, experimentaremos la vida abundante, el gozo permanente. Y esto ocurre cuando dejamos que la palabra de Dios, por supuesto la que nos corresponde y bien interpretada controla nuestra manera de pensar.

Entonces resulta que usted tiene una petición por alguna circunstancia, y cuando hace su oración la carne comienza a pensar que es problema muy grande, que quién sabe cómo se va solucionar, que quién sabe si Dios va responder o si va responder a tiempo, o que a lo mejor la cosa empeora… Y con esa clase de pensamientos es imposible experimentar el gozo o la alegría completa y duradera que sólo Dios puede dar.

Pero si cuando aparece alguna circunstancia complicada, el Espíritu Santo le recuerda por ejemplo el siguiente pasaje…

Efesios 3.20–21 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Aquí dice que cuando le hacemos una petición a Dios, él tiene el poder y la sabiduría para responder a esa petición, de una manera tan espectacular que a nosotros ni siquiera se nos ocurriría pedir semejante respuesta. Que es igual a decir; que si Dios contesta exactamente como pedimos, entonces perdemos, porque la respuesta que él tiene es muchísimo mejor que lo mejor que nos podamos imaginar.

Y entonces: ¿Cómo se sentiría usted haciendo una petición lo mejor que pueda imaginar, y quedar tranquilo sabiendo que Dios va responder aún mejor que lo que usted pidió? Esa clase de pensamientos si van a traer paz y gozo en nuestro corazón…

Pero; y aquí está el pero. Tenemos la confianza suficiente en Dios para creer en sus promesas?

El problema no es que no se pueda vivir esa vida que Dios nos ofrece. El problema es que no creemos en las promesas de Dios como debemos creerlas. Por esto Jesús continúa diciendo

El problema es que muchos no creen en las promesas de Dios. Por esto Jesús continuó diciendo:

Juan 6.63–64 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64Pero hay algunos de vosotros que no creen…

Algunos no creen porque no tienen ni idea de las promesas dadas por Dios, entonces es imposible que el Espíritu Santo les recuerde lo que no saben… Y si esa es tu situación tienes que estudiar. Y déjeme darle una cuña, los temas que damos en la iglesia tienen muchísima información bíblica qué te aseguro que no se te queda escuchando solo una u dos veces el mensaje… Ya sabes que debes hacer si esta es tu situación, y si quieres que le Espíritu Santo controle tu vida.

Pero hay otros que como dijo Jesús, a pesar de tener el conocimiento de las promesas no creen… Y aunque nos pueda parecer terrible lo que voy a decir, la verdad es que cuando no estamos viviendo una vida cristiana victoriosa, es porque estamos oprimidos por Satanás…

Algunos ante esto pueden pensar: “Yo oprimido por el diablo jamás. Yo soy una buena persona, y aunque pueda tener mis defectos y mis pecaditos como todo el mundo, no quiere decir eso que estoy oprimido por Satanás”…

Sin embargo contrario a este que puede ser el pensamiento de muchos, que no sólo no disfrutan de la alegría completa y permanente, sino que continuamente pecan y hasta practican el pecado… Déjenme decirles que la opresión de Satanás es algo muy, pero muy común en este mundo.

Tal vez se oye muy grave y lo es; pero se oye terrible porque no tenemos ni idea de cuánto tiempo Satanás ha estado oprimiendo nuestras vidas… El apóstol Pablo nos cuenta lo que fue nuestra vida antes de conocer al Señor. Y por esto dice:
Efesios 2.1–4 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia…

No hay duda que está diciendo que nosotros, los que ahora tenemos vida eterna antes vivíamos como todo el mundo vive en el mundo, es decir conforme a los parámetros de Satanás quien hoy todavía opera, manipula, maneja, a los hijos de desobediencia.

Y para que no quede duda que nosotros por buenos cristianos que seamos ahora, en esa época éramos controlados por Satanás. Continúa diciendo:

Efesios 2.3 Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Y entonces resulta que los deseos de nuestra carne, el hacer la voluntad de la carne que nos parecía lo más normal, en realidad era el normal comportamiento de los hijos de ira, es decir de los hijos del diablo.

Hay una gran ignorancia sobre esto, pero la verdad es que la opresión de Satanás sobre la humanidad es tan grande, que es un milagro, un verdadero milagro aún mucho más grande que levantar un muerto, el que una persona reconozca a Jesús como su Señor y Salvador.

Y entonces la pregunta es: ¿Estas seguro que tú hoy como cristiano no tienes ninguno de esos pensamientos y esas creencias que tuviste antes de conocer al Señor?

Porque si eres cristiano y todavía tienes los pensamientos de un hijo de ira: ¿Entonces cómo puedes pensar que ya no estás oprimido por Satanás?

Hago una importantísima aclaración: Un cristiano jamás puede ser poseído por Satanás, así como tampoco a un auténtico cristiano la brujería jamás le podrá hacer daño o afectar. Pero un cristiano sí puede ser oprimido por Satanás a través de los pensamientos que no ha renovado, o de los que él , Satanás, continuamente te lanza para hacerte dudar de Dios y de su palabra.

Si alguien piensa que Dios no lo ama, que no responde a sus oraciones porque le está cobrando algún pecado que cometió, y que por eso vive en angustia… Eso es estar oprimido por Satanás, porque son pensamientos que se oponen a lo que Dios nos dice en su palabra.

Si alguien piensa que por hacer la voluntad de Dios se va a morir de hambre, esta oprimido por Satanás, porque su palabra dice que quien busca su reino, que es hacer la voluntad de Dios, Dios le dará las cosas necesarias para vivir.

Si no puedes perdonar a pesar de que Dios diga que si no perdonas el no te perdona, entonces estás oprimido pero muy oprimido por Satanás.

Si vives endeudado, entendiendo por deuda esos compromisos que no pagas aun teniendo el dinero porque decides gastarlo en otras cosas, es porque estás oprimido por Satanás. Sus pensamientos están controlando la forma cómo manejas tus finanzas. Y por supuesto será tonto que esperes la bendición de Dios con ese comportamiento.

En términos generales; la opresión no deja disfrutar de la paz y el gozo que Dios da, y cuando eso ocurre es muy fácil llevar a los cristianos a cometer pecados, lo cual aumenta cada vez más la opresión de Satanás en sus vidas.

Y también es posible que algunos tengan espíritus malignos que estén todo el tiempo con ellos metiendo malos pensamientos en su corazón, o que cada vez que están escuchando la palabra de Dios, los distraiga y hasta los duerma…. Y cuando termina el mensaje se despiertan.

Una persona con discernimiento de espíritus, puede sentir los demonios que tiene una persona que están oprimiendo su vida; puede aún verlos. Pero eso no quiere decir que siempre sea necesario una ceremonia o un ritual de exorcismo… Pues la palabra de Dios tiene el poder suficiente para liberarlos… Jesús dijo, ya lo leímos:

Juan 6.63–64 El espíritu es el que da vida….. las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Y un poco más adelante a un grupo de judíos que habían creído en él, pero que todavía eran hijos del diablo, es decir que todavía estaban oprimidos por Satanás, él les dijo:

Juan 8.31–32 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Qué quiere decir esto? Que la palabra de Dios tiene poder para dar vida y para dar completa libertad a una persona, aunque sea hija de Satanás y esté completamente oprimida.

Con más razón la palabra de Dios puede liberar a un verdadero hijo de Dios, de la opresión que lo mantiene esclavo del pecado, y no lo deja disfrutar de esa alegría completa y permanente. Pero el pasaje continua…

Juan 8.33–35 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

Estos personajes siguieron esclavos; es decir siguieron oprimidos por Satanás en primer lugar porque no reconocieron que eran esclavos. En segundo lugar porque no creyeron en las palabras de Jesús.

La pregunta es: ¿Reconocemos nuestra esclavitud o la negamos? Las evidencias de ser esclavos son el miedo, la preocupación, la ansiedad, la amargura, el aburrimiento, la negatividad, los celos, la envidia, el chisme, la codicia, andar juzgando mal, y todo pecado que comentamos repetidamente…

El problema es que muchos cristianos no reconocen su esclavitud, ni la opresión del diablo sobre sus vidas, porque están convencidos que la vida cristiana normal es ese ascensor espiritual, que les permite sentirse alegres o contentos un tiempo, pero luego andan preocupados, asustados, aburridos, etc…

Si queremos ser libres tenemos que comenzar por reconocer que si no experimentamos la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, y no podemos regocijarnos en el Señor siempre, es porque estamos mal. Y no hay duda que estamos mal porque no estamos creyendo en la palabra de Dios, no estamos creyendo en las promesas que Dios nos ha dado.

O sea que no hay duda, tenemos un problema de fe. Y para solucionar este problema es que la escritura dice:

1 Pedro 1.6–7 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

El apóstol está hablando de la salvación en la cual nosotros deberíamos alegramos… Y como si no nos alegramos es porque nos falta fe, entonces se hace necesario probar nuestra fe, para que esa fe crezca y poder así disfrutar de esta alegría completa y duradera.

¿Cómo se prueba la fe? Muy sencillo: Dios nos dice algo en lo cual debemos confiar… Y luego vienen circunstancias en las que debemos creer en aquello que Dios nos ha dicho, pero donde seremos probados o tentados a pensar que Dios no cumplirá.

Ese proceso es en realidad una guerra espiritual. Y cuando la escritura habla de esta batalla espiritual nos dice:

Efesios 6.10–13 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Lo primero que dice es que debemos fortalecernos en el Señor y en su poder. Y eso es lo que ocurre cuando confiamos cada vez más en él. Lo segundo muy importante, es que esas circunstancias difíciles, esos personajes difíciles que incomodan nuestra vida, no son nuestros enemigos.

No es su madre, no es su marido, no es su hija, no es su esposa, no es su jefe, ni tampoco su pastor…

Esta parte es muy muy importante, porque el verdadero enemigo está detrás de ellos, el verdadero enemigo es el diablo, los principados, las potestades, los gobernadores de las tinieblas, las huestes de maldad… Que insistirán en mantener oprimido al cristiano con pensamientos equivocados, que niegan las verdades que Dios nos ha dicho.

El pasaje continúa hablando de las diferentes partes de la armadura que son indispensables para ganar esta batalla, pero quiero hacer énfasis en algo que el apóstol hace énfasis, pues dice:

Efesios 6.16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

Toda la armadura es necesaria pero sobre todo el escudo de la fe, porque es con él, con el que tenemos que defendernos de los dardos de fuego, qué son todos aquellos pensamientos que no son conforme a la palabra de Dios, y que afectan por completo nuestra manera de vivir, porque son esos pensamientos los que nos oprimen para no dejarnos disfrutar de la paz de Dios y de la alegría completa y permanente.

Entonces el proceso es: Dios nos dice con claridad no mentir. Y luego en ciertas circunstancias pensamos que sería mejor mentir… Ese pensamiento es del maligno y tiene como propósito que no confiemos en el Señor.… Pero si en ese momento decidimos obedecer al Señor, estaremos pasando la prueba y nuestra fe crecerá.

Y entonces si eres un mentiroso Dios repetira continuamente esas situaciones, donde serás tentado a decir mentiras, pero si vuelves a decir la verdad, entonces seguirá creciendo tu fe.

Y Dios seguirá, y seguirá, y seguirá, hasta que llegue el momento en que tú de tanto hacer caso a Dios haya crecido lo suficiente tu fe, para que como aquellos amigos de Daniel digas: “No es necesario ni pensar en mentir, voy a decir la verdad pase lo que pase.”

Y lo mismo hará Dios con aquel que no deja de fornicar. Le dirá con claridad que no debe fornicar, y luego vendrán circunstancias donde pensará que vale la pena fornicar… Este es un pensamiento del maligno, y tiene como propósito que no confiamos en Dios. Pero si en este momento le hacemos caso estaremos pasando la prueba y nuestra fe crecerá… Y crecerá y crecerá, hasta que habrá en tu corazón una convicción muy muy clara de que fornicar es como pegarse un tiro.

Pero también Dios quiere hacer lo mismo con la preocupación… Que es un pecado tan común, que muchos piensan que es normal que un cristiano se preocupe… Pero no.

Y entonces vienen circunstancias donde el diablo nos dice que tenemos que preocuparnos porque el asunto está grave… Y allí es donde hay que pararse firme con el escudo de la fe, y no creerle a Satanás sino seguir confiando en Dios.

Dios repetirá esas circunstancias o circunstancias similares para que nos enfrentemos a esos malos pensamientos, para que coloquemos el escudo de la fe una y otra vez, hasta que llegara el momento en que no habrá dudas en nuestro corazón.

Y esa confianza adquirida, esa fe fortalecida nos permitirá vivir experimentando la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, y una alegría completa y permanente.

He aprendido con los años qué cada vez que sucede algo que me preocupa o que me hace pensar en lo que no debo pensar… Tengo la certeza esa circunstancia es precisamente la que necesito para que mi confianza en el Señor crezca.

Ahora; es muy importante que entendamos que los pecados que parecen más sencillos son los más peligrosos, y esto es precisamente lo que ocurre con el afán. Por eso mismo Dios nos dice que no nos afanemos por nada.

Por lo tanto es importantísimo que entendamos y creamos, que cada vez que nos afanamos estamos pecando. Pues es como si le dijéramos a Dios que es un mentiroso, que sus promesas no son válidas, o que no tiene poder para protegernos, o que no nos ama y por eso nos suceden esas cosas malas.

Y una de las evidencias más claras de ese pecado son las quejas… Contra las personas, contra los familiares, contra los hermanos en la fe… Y por esto la escritura dice:

Santiago 5.9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.

Ustedes creen que cuando el Señor nos dice en su palabra que no debemos quejarnos: ¿Será porque la gente que está a nuestro alrededor toda es muy linda, toda es muy cariñosa, toda es muy honesta y muy generosa, por eso en lugar de quejarnos deberíamos estar felices?

Por supuesto que no, todo lo contrario, y por esto la escritura también dice:

Efesios 4.2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

Pero cuando no lo hacemos, cuando nos quejamos… Es importante hacer diferencia entre dar una información a estarnos quejando. Si me preguntan por ejemplo como estoy. Y estoy enfermo; una cosa es que yo comunique que estoy enfermo, y otra que me esté quejando por estar enfermo.

La diferencia está en que cuando informó sentiré paz y gozo aunque esté enfermo… Pero cuando me quejo es porque habré perdido el gozo y la paz producto de la enfermedad.

Las quejas son la chispa que enciende todo una cadena de malas actitudes que lleva las personas a rebelarse contra Dios.

Las quejas vienen del desánimo; el desánimo nos lleva a quejarnos contra la autoridad que es igual a quejarnos contra Dios. Luego producen pesimismo o negatividad, luego nos hacen ver como inservible buscar a Dios y entonces le cogemos fastidio a su palabra que muestra nuestro pecado, nos alejamos de la iglesia… Todo esto puede traer tremenda disciplina de parte de Dios.

¿Cuál es el remedio contra las quejas, que son evidencia de no estar pasándo la prueba?

1 Tesalonicenses 5.16–18 Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

La clave está en confiar lo suficiente en que Dios está haciendo las cosas bien, de tal manera que esas circunstancias que nos parecen muy difíciles, ciertamente va a bendecir nuestra vida espiritual, haciendo que nuestro conocimiento de Dios y nuestra confianza en él crezca, de tal manera que podamos vivir gozosos, alegres, contentos y llenos de paz todo el tiempo.

Y es por esta razón que debemos agradecerle a Dios por absolutamente todo lo que nos sucede.

Sin embargo he visto a través de los años, que muchos por causa de tener una escala de valores conforme a lo que el mundo enseña, es decir torcida, esta no les deja darle gracias a Dios con sinceridad es decir con verdadero agradecimiento y eso no sirve.

La forma correcta de agradecer a Dios, por supuesto con sinceridad es la siguiente:

“Señor te doy gracias porque la salud que me das en este momento, es lo que necesito para el crecimiento de mi fe y de mi vida espiritual”.

Pero así como agradecemos con sinceridad por la buena salud, también debemos poder decir:

“Señor te doy gracias porque la enfermedad me das en este momento, es lo que necesito para el crecimiento de mi fe y de mi vida espiritual”.

“Señor te doy gracias porque el dinero que me das en este momento, es lo que necesito para el crecimiento de mi fe y de mi vida espiritual”

“Señor te doy gracias porque el dinero que no me das en este momento, es lo que necesito para el crecimiento de mi fe y de mi vida espiritual”

Al dar gracias de esta forma, estamos diciendo que lo más importante es su voluntad, el crecimiento de nuestra vida espiritual, y que estamos dispuestos a asimilar todas las situaciones cualquiera que sean, como bendición.

Situaciones que pueden incluir ser reprendidos, ser motivados, ser humillados, destruir nuestros ídolos porque a veces es necesario todo esto para que nuestra confianza en Dios crezca, y podamos así llegar a disfrutar esa vida llena de Paz, de Gozo y de la Fortaleza del Señor.

Sin embargo, sé que a muchos les es imposible dar gracias de corazón pero la razones de esto las veremos la próxima semana.

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