ABRAHAM parte 2 CAMINO A LA SALVACION

 

I. INTRODUCCION

Estamos estudiando acerca de la elección y el llamado de Dios, vivimos en el estudio anterior que Dios nos eligió aún antes de la fundación del mundo, porque su más puro deseo es que los hombres seamos rescatados y bendecidos, y la única forma posible es a través de la salvación que obtenemos cuando hacemos caso al llamado de Dios.

Es por esto que debemos ser muy conscientes que el asunto de la elección y el llamado de Dios es un tema de suprema importancia en la escritura, los pasajes que hablan acerca de esto no son pocos, porque los discípulos del Señor entendiendo la importancia de esto, lo enseñaron a través de las cartas doctrinales. Algunos versos que hablan de esto comenzando con el texto que vimos la semana pasada dicen:

Romanos 8.30–32 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 

Menciona todo lo que Dios ha hecho, y como es Dios quien lo hace, por eso podemos tener la certeza de qué al estar Dios por nosotros, el plan que él tiene con cada uno de nosotros no podrá ser detenido. 

El siguiente texto menciona algo que vimos extensamente la semana pasada, y es que esté llamado no depende de las obras sino que es el genuino deseo de Dios. Dice así:

Romanos 9.11  (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

El haber sido elegidos y llamados por Dios es algo que permanecerá, porque no depende de las obras sino del propósito y la fidelidad de aquel que nos llamo.

Sin embargo es muy importante que confiemos en Dios, porque solamente la fe permitirá que Dios cumpla su propósito en cada uno de nosotros, y por eso el apóstol Pablo nos pide que andemos de acuerdo a esa ese llamado. Dice así:

Efesios 4.1–4 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;

Siendo conscientes de la importancia de este llamado, debemos vivir de acuerdo a esa elección que Dios ha hecho de nosotros, lo cual implica… Humildad, mansedumbre, paciencia, amor, unidad, paz, una misma esperanza y una misma vocación. En lo mismo insiste en el siguiente texto:

1 Tesalonicenses 2.12  y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

Este llamado de Dios es tan importante qué tiene que convertirse no es una meta, sino en la meta de nuestra vida, como lo manifiesta el apóstol Pablo:

Filipenses 3.14–15 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

Esta meta o supremo llamamiento de Dios por supuesto que involucra un llamado a la santidad.

1 Tesalonicenses 4.7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

Entendiendo como santidad no sólo el hecho de dejar los pecados, sino de vivir como propiedad de Dios para hacer solo la voluntad de Dios. Y vuelve e insiste:

2 Timoteo 1.9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos

Donde nuevamente la escritura repite que este llamado, al igual que la salvación no depende de las obras… Sino del propósito de Dios, como dice en otro texto “según el puro afecto de su voluntad”… Y absolutamente todo esto es hecho sólo a través de Jesucristo.

Es por eso que el llamado, aunque no lo entendiéramos con claridad, el meollo del asunto es que Dios está desafiando a los hombres a tomar esa enorme fe que tenemos en los hombres y en el mundo, a depositarla en Jesucristo.

Por esto mismo cuando se habla que el problema para vivir el cristianismo es la falta de fe o una gran incredulidad, debemos entender como incredulidad, no la ausencia de fe, sino una fe exagerada, descomunal, y muchas veces irracional, depositada en lo que los hombres y el mundo enseñan, acerca de cómo vivir una buena vida.

Eso quiere decir, que para volvernos creyentes en Jesucristo, Dios tiene que convencernos de que es mucho mejor depositar nuestra fe en El, que seguir creyendo en el mundo.

Por supuesto no es una tarea fácil, pero lo difícil no es depositar nuestra fe en Jesucristo pues hay garantías de sobra para hacerlo, y no hay nada más razonable que un hombre pueda hacer que confiar en Dios…

El problema es nuestra tremenda obstinación y nuestro gran apego o idolatría por las cosas del mundo… 

Este trabajo de llevarnos a la conversión es lo que estamos viendo en la vida de Abraham, un hombre con una religión idólatra, apegado en exceso su familia, temeroso respecto de la provisión y de la protección sobre su vida, amante de las riquezas, tanto que vimos que fue capaz de negociar con la vida de su mujer por obtener prosperidad.

Pero no estoy tratando de dar una mala imagen de Abraham, solamente quiero que entendamos que

Abraham era un hombre normal, pecador, que no conoce a Dios, y que cuando es llamado por El no escucha el llamado. 

Sin embargo Dios de una u otra forma paso a paso, a pesar de los tremendos defectos o pecados, lo lleva hasta donde Dios quiere, para hacer posible que Abraham escuche cada vez mejor, y llegué a creer en lo bueno de los ofrecimientos de Dios. 

Y eso también en términos generales es la historia de nuestra vida, donde Dios ha tenido que trabajar alrededor de nuestra vida creando situaciones, con el objetivo de hacernos caer en cuenta de lo importante que es escuchar su llamado y creerle…

El apóstol Pablo respecto de esto oraba por sus discípulos de la siguiente manera:

Efesios 1.17–21  para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,18alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

El apóstol pide para que podamos entender que es lo que Dios quiere hacer con nosotros…

También para que entendamos la grandeza de la riqueza que vamos a recibir como  herencia..

Y junto con esto también hay que entender el enorme poder de Dios que esta en nosotros, para poder hacer su voluntad, un poder que fue suficiente para resucitar a Jesús de los muertos y sentarlo en los lugares celestiales.

Por esto mucho ojo con los que son flojos para estudiar las escrituras, o los que dicen que no la  entienden, porque es apenas lógico que para poder creer, primero necesitamos entender todas estas cosas, de allí la urgente necesidad del estudio de la palabra para tener una comprensión adecuada y completa del Nuevo Pacto.

Esto por supuesto es un proceso, donde aun cuando depositamos nuestra fe en Dios, depositamos una fe enferma, es decir revuelta con fe muerta, fingida y débil, y esto hace que aunque digamos creer en Dios nuestra obediencia no sea perfecta, pues a veces obedecemos a medias, con una obediencia selectiva, que aunque es un comienzo, de todos modos debemos entender que no es lo correcto.

Explicamos que cuando obedecemos unas cosas que Dios nos dice y otras no, no hay un  argumento razonable que lo pueda justificar, a no ser que creamos que Dios en ciertas cosas tiene razón y en otras está completamente equivocado, pero cuando alguien piensa así de Dios, la conclusión es que en realidad no está pensando Dios, porque Dios no es así. Dios jamás se equivoca.

Sin embargo, allí está la misericordia de Dios, pues a pesar de esta obediencia selectiva, Dios poco a poco llevo a Abraham a cumplir con las condiciones del llamado, que eran; dejar su tierra, su parentela, y hubicarse en la tierra que Dios había elegido para el. Y cuando lo hace vuelve y le dice:

Génesis 13:14–16 Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. 15Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.

Ya Dios había bendecido a Abraham con muchísima riquezas, con oro, plata, siervos y muchísimo ganado, y ahora en la tierra que eligió para el, le dice que le dará toda la tierra que alcancé a ver con sus ojos, y que será para el y su descendencia para siempre.

Y además le dice que su descendencia será incontable. Y entonces quiero que nos preguntemos: ¿Qué más podía desear este hombre?

II. ¿SER O TENER?

Uno de los dilemas de la vida que pareciera que en esta época ha perdido muchísima importancia, se podría definir como; una balanza donde en uno de los extremos están las posesiones materiales y en el otro el carácter o forma de ser de la persona.

Este dilema se ha planteado como: Ser o tener ….¿Que es lo importante

La gran mayoría cree que hay que tener para ser…  Por eso luchan desesperadamente para tener más y más creyendo que las posesiones son la clave para vivir una buena vida. 

Y entonces algunos cuando tienen un auto lujoso, o una casa hermosa, una empresa poderosa, se sienten importantes… Se sienten realizados… 

Lo cierto, y no hay duda, aunque los hombres no lo quieren aceptar, es que es más importante ser la persona adecuada que tener muchas posesiones.

Porque cuando se tiene el carácter adecuado, siendo el carácter adecuado el que Jesucristo tiene y quiere que nosotros obtengamos, no sólo nuestra vida en la tierra será algo espectacular sino que acumularemos tesoros los cielos.

Este carácter adecuado es descrito como el fruto del Espíritu Santo, el cual es:

Gálatas 5:22–23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Una persona con estas características indiscutiblemente tendrá una vida espectacular, por qué su vida no dependerá de lo que posee, sino de lo que “ES” en Cristo Jesús, y esto le permitirá disfrutar de manera continua de las múltiples bendiciones de Dios, y de ser de bendición para los demás.

Mientras que las personas cuyas vidas dependen de sus posesiones, (la vida basada en tener) sólo podrán disfrutar de la vida cuando las cosas a su parecer salgan bien, pero serán enormemente infelices cuando las cosas no funcionen como ellos quieren. (Hay gente inmensamente rica e inmensamente infeliz)

Entonces el asunto es: ¿De qué le serviría a Abraham todas las riquezas que poseía o aún las espectaculares promesas de Dios, de una tierra para siempre y una descendencia incontable, si su carácter (su pecado, miedo o ambición) no le dejaba disfrutar de esa bendición?

La mayoría de la gente que se queja por ciertas situaciones o faltantes, si pusieran atención a lo que otros viven, a lo que sucede a su alrededor con las personas menos favorecidas…  Estos que se quejan se darían cuenta de que el problema no está en lo que CREEN que les falta materialmente, sino en lo que les falta en su corazón.

Es por esto, que lo mejor que puede sucedernos es que Dios trabaje en nuestra vida para quitar aquellas malas actitudes, aquellas fallas en nuestro carácter, aquellos pecados que no nos dejan disfrutar de la vida que Dios tiene para nosotros.

Es decir: ¿A usted no le gustaría dejar de preocuparse? O ¿No le gustaría dejar de sentir envidia? O ¿A usted no le gustaría dejar de sentir rencor o desprecio por ciertas personas? O ¿Acaso no le gustaría dejar de sentir celos? O ¿No le gustaría dejar de juzgar mal a las personas?… Pues si eso es lo que queremos lo que debemos hacer es hacer de manera continua la voluntad de Dios, porque…

III. HACER LO CORRECTO BENDICE NUESTRO CARÁCTER Y MEJORA NUESTRA RELACIÓN CON DIOS

Y también es por eso que al continuar con la vida de Abraham, nos encontramos con un grupo de Reyes que se revelaron ocasionando una guerra en la cual Lot, que había escogido la parte más fértil de la tierra cuando se separó de Abraham, terminó siendo llevado cautivo:

Génesis 14.11–12 Y tomaron toda la riqueza de Sodoma y de Gomorra, y todas sus provisiones, y se fueron. 12Tomaron también a Lot, hijo del hermano de Abram, que moraba en Sodoma, y sus bienes, y se fueron.

Y ante esta situación, que fue ordenada por Dios, porque así sucede con todo lo que sucede a nuestro alrededor, la pregunta es: ¿Qué haría Abrahán, el miedoso, idolatra, amante de las riquezas, que no le vio problema a que le quitaran su mujer mientras él estuviera cómodo?

La escritura enseña que cuando Dios trata nuestras vidas, siempre lo hace con el propósito de que salgamos adelante, y por eso Dios calcula con precisión qué tanto podemos soportar, para no colocarnos en una situación de la cual no podamos salir victoriosos. 

Según esto, el dilema o la tentación para Abraham era: No hacer nada, no arriesgarse ya que era un hombre miedoso, además le podía salir muy costoso y hasta podría perder la vida... O…

Hacer lo correcto y rescatar a Lot, creyendo que si Dios le había ofrecido una tierra para su descendencia, entonces Dios tendría que conservarle la vida, al menos hasta que Abraham tuviese descendientes.

Entonces: ¿En quien creería Abraham: En él y sus temores o creería en la promesa de protección de Dios?  ¿Qué pasó?…

Génesis 14.14–16 Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan. 15Y cayó sobre ellos de noche, él y sus siervos, y les atacó, y les fue siguiendo hasta Hoba al norte de Damasco. 16Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.

Como todo un superhéroe, no sólo los atacó sino que los persiguió hasta lograr su objetivo.

Así debemos ser los hijos de Dios, dejando el egoísmo, el miedo o la pereza, debemos buscar cumplir con nuestras responsabilidades, debemos hacer lo correcto delante de Dios, y para lograrlo debemos echar mano de los recursos que Dios nos ha dado.

Si logramos o no el objetivo es algo que está en las manos de Dios… (En su perfecta voluntad y soberanía) Pero independiente de los resultados, de lo que no hay duda, es que nosotros, con toda diligencia debemos luchar por cumplir con nuestras responsabilidades.

Tanto las que tienen que ver con la familia, los hijos, la esposa, la formación, la educación, la manutención de ellos; como las espirituales, el crecimiento espiritual, el cuidado espiritual de la familia, el grupo de oración, los discípulos, el curso bíblico o tiempos de oración… Es decir nuestro amor por Dios y por la gente debe ser real y genuino.

Porque si no cumplimos con nuestras responsabilidades, en especial con las que tenemos con nuestro hogar, familia y con la gente a nuestro alrededor... ¿Cómo podemos decir que somos cristianos? O ¿Qué clase de cristianos seríamos?

El apóstol Juan plantea esto mismo de la siguiente manera:

1 Juan 3.16–17 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 17Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?

El apóstol Juan está diciendo que quien conoce el amor de Dios coloca su vida por sus hermanos. Y el que no coloca su vida por sus hermanos, es porque no conoce el amor de Dios.

A lo largo del ministerio nos encontramos con personas qué no se sienten amadas, que se sienten solas, que viven reclamando amor y buenos tratos de los demás, que viven quejándose por unas cosas u otras, que por supuesto no viven contentas y viven pensando que necesitan ciertas cosas para que su vida cambie…

Lo tremendo es que usted puede hacer muchas cosas por ellas, puede tratarlas de la mejor manera y sin embargo la situación no cambiará, porque el problema es que estas personas no están experimentando el amor de Dios. 

Conozco personas así, que no tienen necesidades, que tiene muchísimo más de lo que otros pueden tener y sin embargo son personas amargadas, quejumbrosas, aburridas de la vida, exigiendo cada vez mejor trato de los demás, y lo peor de todo; dicen ser cristianas.

Póngale cuidado a esto; usted puede ser una persona de mucho estudio bíblico, de mucha oración, de ayunos y aún puede cuidar su carácter para no hacer nada indebido, pero si usted no manifiesta el amor de Dios sirviendo a los demás, entonces usted tendrá dificultades para experimentar el amor de Dios.

Y entonces como todo el mundo, aunque sea cristiano, usted buscará su felicidad en las cosas que logre “Tener”… A veces le funcionará, pero otras no.  Y aunque no se queje, vivirá aguantando la vida que le tocó vivir, es decir; sin contentamiento.

Y al pasar el tiempo cuando no se vive contento, lo más seguro es que comenzará a quejarse dañando más su relación con Dios, porque ya no soportara que Dios no lo complazca en lo que usted desea y cree merecer.

Para no caer en eso, es que el apóstol continúa y advierte:

1 Juan 3.18–19 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 19Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; 

Algo así como, no diga que ama: Demuéstrelo, haciendo lo que Dios nos manda a hacer por las personas que están a nuestro alrededor…(Ir a hacer discípulos a todas las naciones) Si eso hacemos, experimentaremos el amor de Dios y aseguraremos nuestros corazones con el.  

No lo olvide: Cuando no nos sentimos amados de una manera continua por Dios es porque no estamos amando a los que esta a nuestro alrededor… (Aunque algunos si están haciendo algo por las personas a su alrededor pero desafortunadamente con una mala actitud, esperando lo que no deben esperar y por eso tampoco experimentan el amor de Dios.)

IV. DIOS SALE A SU ENCUENTRO PARA CONFIRMAR LA FE DE ABRAHAM

Pero Abraham hizo lo correcto, dejó atrás su egoísmo y sus temores, y fue a hacer la voluntad de Dios… Y que sucedió después, la escritura nos cuenta:

Génesis 14.17  Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey….

Resulta que los reyes de los cuales rescató Abraham a su sobrino Lot, cuando se lo llevaron también se llevaron de Sodoma a muchas otras personas con sus bienes, por esta razón cuando Abrahán libera a esta gente, el rey de Sodoma lo busca para negociar… “En el valle del rey

Y entonces la escritura hace allí un paréntesis, para luego volver con con este asunto del rey de Sodoma…

En ese paréntesis aparece “El rey del valle del rey” un rey que tiene características muy especiales llamado Melquisedec, el cual hizo con Abraham lo siguiente:

Génesis 14.18–21 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.

Este pasaje algunos lo han convertido en algo muy polémico diciendo cosas que no son ciertas, y la razón de hacerlo, es porque allí se menciona el asunto del diezmo, de cuál muchos se quieren librar como si librarse del diezmo fuera algo bueno… Es decir; como si lo ordenado por Dios fuera malo o pecado.

Pero vamos por partes, lo primero es tener claro: ¿Quién es Melquisedec?

En este pasaje dice que es el rey de Salen, pero resulta que Salen es Jerusalén que a través del tiempo tuvo varios nombres. O sea que Melquisedec quien es nombrado como sacerdote del Dios altísimo, es también el rey de Jerusalén. Y el valle del rey, es el valle que queda entre Jerusalén y el monte de los olivos. 

O sea que tenemos a Jerusalén la ciudad escogida por Dios, a su rey, que al mismo tiempo es sacerdote del Dios altísimo… Pero hay algo todavía más importante acerca de Melquisedec que lo entendemos por lo que dice el libro de Hebreos:

Hebreos 7.1–3 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

La pregunta es: ¿Quién es el único que puede cumplir con la descripción que hace este pasaje? En especial cuando dice: Que no tiene principio de días mi fin de vida y que permanece sacerdote para siempre.

La respuesta sólo puede ser una y es; que Melquisedec es Jesucristo. O sea que después de hacer lo correcto Abraham tiene un nuevo encuentro con Dios, el cual declara a Abraham como propiedad de Dios, y también declara que la victoria de Abrahán fue porque Dios mismo entregó sus enemigos en su mano.

Y en respuesta a esta declaración hecha por Dios Abraham obedece, entregándole los diezmos:

¿Por que digo que; Abraham obedece al entregarle los diezmos? Hay dos razones bíblicas íntimamente relacionadas muy importantes, que nos permiten entender que Abraham obedeció.

La primera la podemos ver cuando Dios le confirma a Isaac el hijo de Abraham, qué está pasando por una situación similar a la de su padre, es decir hay hambre en su tierra y quiere irse para Egipto, y Dios le dice que no descienda a Egipto, porque Dios cumplirá la promesa hecha a su padre Abraham, por qué Abraham fue obediente. Dice así:

Génesis 26.5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.

Pero ojo, esto no quiere decir que Dios cumplió a Abraham y a su descendencia la promesa por las obras de Abraham, sino porque la fe de Abraham le llevó a obedecer, los mandamientos, estatutos y leyes que Dios le dio.

Y entre esos estatutos o mandamientos dados a Abraham no hay duda que allí estaba el mandato del diezmo, el cual dice Dios, que Abraham obedeció.

Y cuando digo que no hay duda que allí estaba este mandato de entregar los diezmos, es porque sólo así podemos afirmar que entregar los diezmos a Melquisedec, fue un acto de fe y obediencia y no un acto de iniciativa propia.

¿Y por qué es importante tener claro esto? Pues porque la escritura nos enseña; que aquello que los hombres hacemos para Dios, sin que Dios lo haya pedido, no le agrada, que es igual a decir, que es tomado como rebeldía y pecado.

Eso quiere decir que si Dios no le había ordenado entregar los diezmos, y Abraham sin existir este mandato, por iniciativa propia entrego los diezmos, esta acción hubiese sido tomada como rebeldía y pecado, y por supuesto Melquisedec, que es el mismo Jesucristo no los hubiera aceptado.

La pregunta es: ¿Cuántos tienen claridad de este principio? ¿Cuántos tienen claro que cuando hacemos algo para Dios, que Dios no nos ha pedido eso es contado como pecado?

En el Nuevo Pacto se insiste en esto mismo de la siguiente manera:

Romanos 14.23 Pero la que duda se halla bajo condenación si come, porque su acción no se basa en la fe y todo aquello que no se basa en la fe es un pecado.

Todo lo que hagamos debemos hacerlo porque tenemos la convicción de que Dios lo ha ordenado, y como confiamos en lo bueno de sus órdenes le obedecemos.

Un ejemplo claro de hacer algo que Dios no nos ha ordenado y que no le agrada, lo vemos en los hijos del sacerdote Aarón, a los cuales se les ocurrió la genialidad de ir a ofrecerle incienso al Señor,  algo parecido a lo que hizo Saúl cuando tomo el ganado para ofrecérselo a Dios, algo que Dios no había  pedido. 

¿Qué ocurrió en esta ocasión con los hijos del sacerdote, que hicieron algo como a ellos se les ocurrió y no como estaba establecido en las escrituras?

Levítico 10.1–3 Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. 2Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.

La fe viene por el oír la palabra de Dios, porque sólo entendiendo lo que Dios desea podemos colocar fe en ello y obedecer. Es decir el resultado de la fe auténtica siempre será la obediencia, una obediencia perfecta de la cual ni siquiera nos podemos jactar, porque: 

¿Como jactarnos de hacer lo que Dios nos ha ordenado, cuando es iniciativa de Dios, y cuando además es Dios quien produce  en nosotros el querer como el hacer?

Es por eso que el señor Jesucristo dijo:

Lucas 17.10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. 

Por todo esto, es muy claro que cuando Abraham entregó los diezmos a Melquisedec, lo hizo porque confío en lo que Dios había ordenado.

El, Abrahán, era propiedad de Dios, y era Dios quien no sólo le daba la provisión necesaria sino el poder y la protección necesaria para hacer su voluntad, y en reconociendo estas verdades vemos a Abraham cumpliendo con el mandato de entregar los diezmos.

La pregunta que nos debemos hacer es: ¿Cuando no cumplimos con el diezmo es porque no estamos reconociendo que somos propiedad de Dios, o no estamos reconociendo que Dios es nuestro proveedor, o no estamos reconociendo que él es nuestro protector? 

Todo esto sería similar a decir que pensamos que no necesitamos de la bendición de Dios. Es decir; quien no cumple con Dios en los diezmos es porque cree que puede sin la ayuda de Dios conseguir lo que necesita, y que además puede protegerse de lo que le pueda suceder.

Y quienes piensan así… Además del pecado de no ser fieles con Dios, también caen en otro sin número de pecados que tienen relación con las riquezas materiales.

¿Qué ocurre en la vida de Abraham después de su obediencia y fidelidad?

Después de este paréntesis que resulta ser la parte más importante del pasaje, la escritura nos muestra el diálogo con el rey de Sodoma:

Génesis 14.21–24 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes. 22Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, 23que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; 24excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte.

Tiene un comportamiento correcto, no acepta alianzas aunque uno podría pensar que merecía quedarse con algunas cosas, pero Abraham prefiere dar testimonio de que Dios es su proveedor y no quiere que un incrédulo sea el que diga que lo enriqueció….

Es decir vemos allí un comportamiento muy diferente al que tuvo con su mujer, a quien le pidió que no dijera la verdad para recibir beneficios…

Algunos predicadores enseñan que lo último que se convierte en los cristianos es su  bolsillo…

Lo dicen porque ven que la gente se involucra en las iglesias y comienzan a obedecer muchas cosas, a cambiar sus vidas, pero que duros para ser fieles con el diezmo.

Por ejemplo la biblia nos muestra al joven rico muy obediente en muchas cosas, pero cuando Dios le dio una orden respecto de su dinero, se fue. Y el Señor dijo que ese hombre a pesar de su obediencia a muchas cosas, su falta de confianza en hacer lo que Dios le dijo con su dinero, evidenciaba que no se había salvado.

Después de la obediencia de Abraham y su comportamiento recto respecto de los asuntos financieros, Dios vuelve a hablar con Abraham y le dice:

Génesis 15.1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 

Dios le repite que él es quien lo defiende, quien lo protege, y que el premio que va a recibir será sobremanera grande… Sin embargo a pesar de esta nueva bendición Abraham responde:

Génesis 15.2-3 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.

Abraham que tiene ya muchas cosas, se queja porque no tiene un hijo que lo herede… Y no hay duda que su queja procede de su incredulidad respecto de la promesa que Dios le dio de una descendencia incontable…

Mencioné en el estudio anterior como no aparece en la escritura, que Abraham haya creído en las palabras de Dios… Aun cuando obedecía (Podemos obedecer sin fe) Y en este pasaje lo vemos nuevamente dudando de lo ofrecido por Dios. Entonces Dios le dice:

Génesis 15.4-6 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Abraham como mencioné antes, ya viene obedeciendo a Dios en algunos asuntos, dejo su tierra, dejó su parentela, llegó a la tierra prometida, comenzó a confiar en la provisión y en la protección de Dios, actuó con responsabilidad en el asunto del Lot haciendo la voluntad de Dios, y además hizo algo que muchos llamados cristianos no hacen, cumplió con sus diezmos…

Pero después de todo esto todavía duda en si Dios será capaz de darle un hijo. Dios le insiste en que tendrá un hijo… Y es la primera vez que registra la escritura que Abraham le creyó a Dios... 

Y sucede algo espectacular que seguramente Abraham no entendió como muchos cristianos no entienden… Recibió la justificación por haber confiado en la promesa que Dios le hacía.

Hasta aquí no aparece en las escrituras que a Abrahán le preocupara su condenación, sus preocupaciones eran materiales, pero Dios en su bondad y misericordia no sólo le asegura que cumplirá con sus expectativas ya que eran las mismas que Dios tenía para el, sino que además el Señor le regala algo no sólo más valioso que todo lo que pueda existir, sino más valioso que la vida misma: El Señor le regala la salvación por haber creído en el.

Y esto mismo es lo que Dios hace, no con los que creen que Dios existe, no con los que dicen que le creen a Dios, sino con todo aquel que verdaderamente le cree, que por supuesto se va a evidenciar en su obediencia.

Esto siempre me recuerda la parábola del rico y el pobre, donde la enseñanza es que por más espectacular que sea la vida de un hombre en la tierra si se condena es lo más horrible que le puede pasar, o que por más miserable que sea la vida de un hombre si al fin se salva, no hay nada más valioso que le pueda suceder.

Y eso es lo que hemos recibido los que decidimos creerle a él, una salvación espectacular como una herencia en los cielos y un futuro maravilloso en su presencia… ¿Pero estamos apreciando el valor de esta salvación?

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