SON POCOS LOS QUE SE SALVAN – PARTE 4
I. INTRODUCCIÓN
Hemos estado viendo que en la escritura que una de las enseñanzas de cómo obtener la salvación tiene que ver con pasar por ciertas puertas. Cómo por ejemplo la puerta del arca la cual atravesaron Noé y su familia para salvación, o la puerta del tabernáculo que mostraba el camino para llegar al lugar santísimo es decir a la presencia de Dios. Pero vimos que al venir Jesús habla de la puerta del redil donde también nos advierte que hay falsas puertas, que al atravesarlas no nos darán salvación y dijo esto para advertirnos acerca de los falsos pastores, que por supuesto debemos a toda costa evitar.
Pero también vimos que Jesús hace el recorrido en el tabernáculo para presentarse ante el Padre, ofreciendo su sangre para el perdón de nuestros pecados, y gracias a esa acción se ha convertido en la puerta estrecha que es indispensable atravesar para poder obtener la salvación. Sus palabras fueron:
Juan 10:7 al 9 Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.9Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
Donde no hay duda que Jesús es la puerta para la salvación y para disfrutar de una vida abundante.
Pero el Señor Jesús además de decir que es la puerta de la salvación a la cual cualquiera puede acercarse y cruzar por ella… También nos habla de qué cada uno de nosotros tenemos una puerta que también debe ser abierta en este caso para que el señor Jesús entre a nuestra vida.
Y es por eso que en su gran misericordia podemos ver que el Señor nos hace el llamado para que abramos esa puerta y le dejemos entrar. La invitación dice así:
Apocalipsis 3:20 al 22 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Al mirar el contexto me parece supremamente importante destacar que esta invitación no es hecha a la gente del mundo, pues está hablando a las iglesias, lo cual da a entender que hay personas en las iglesias que todavía no han tenido ese verdadero encuentro con el Señor y por eso les hace la invitación a que abran la puerta de su vida para permitirle la entrada a él.
También me parece importante que habla de; “al que venciere” recordándonos que es una batalla de la fe, en la cual la victoria se obtiene cuando dejando de confiar en el mundo depositamos nuestra confianza en él.
Al ver esta invitación también vemos que el concepto de la puerta se maneja en dos sentidos. Por un lado debemos entrar por la puerta estrecha que sabemos que es Jesús, para caminar en perfecta obediencia que representa el camino estrecho. Pero también debemos dejar que Él entre a nuestra vida.
Es por esto que en la escritura podemos leer pasajes que dicen que estamos en Cristo, y también podemos leer pasajes donde dice que Cristo está en nosotros. Por ejemplo:
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Colosenses 1:27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria…
Pero: ¿Cuál es el significado de esa puerta que está en nuestra vida la cual debemos abrir para permitir la entrada del Señor?
Eso lo podemos ver con claridad si revisamos nuevamente la puerta que el Señor menciona en el caso de Caín. Dice así:
Génesis 4:7 el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
La enseñanza es que Caín tiene el poder de controlar esta puerta, pero quien quiere entrar no es el Señor sino el pecado. Y el Señor le aclara a Caín que él tiene el poder de resistir para que el pecado no entre a su vida. En otra versión dice:
Génesis 4:7 el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él.
Esta frase me puso a pensar por un buen tiempo, porque porque cuando el Señor dice que Cain tiene el poder para no dejarse dominar del pecado, lo dice muchísimo antes del nuevo pacto. Y lo que me parecía complicado entender es: ¿Que si el nuevo pacto es la solución contra el pecado, entonces por qué Caín que no estaba involucrado en el nuevo pacto tenía el poder de decirle no al pecado?
Y sin el Nuevo Pacto Caín tenía poder para dominar el pecado, entonces cualquier persona sin participar del Nuevo Pacto también debía tener el poder para dominar el pecado. Y ese pensamiento podría llevarme a concluir que no hace falta la presencia de Dios en la vida de una persona para que esta persona logre salvarse.
Pero si aceptamos esa conclusión como algo cierto, estaríamos diciendo algo completamente opuesto a lo que las escrituras enseñan, es decir estaríamos negando que Jesús es la única puerta por la cual el hombre puede obtener salvación. Y la escritura lo que dice es:
Hechos de los Apóstoles 4:11–12 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Por esta razón yo insistía en hacerme la pregunta: ¿Tiene el hombre sin la ayuda de Jesus, la capacidad de vivir haciendo la voluntad de Dios? ¿Tiene el hombre la capacidad de cerrarle la puerta al pecado? La respuesta de acuerdo al pasaje de Caín es sí, pues Dios mismo dijo que así era, y no es el único pasaje donde aparece esta declaración. Por ejemplo:
Génesis 5:23 Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años.24Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.
No sabemos mucho de Enoc, fue el Padre de Matusalén de quien se tiene registro que fue el que más años vivió, 969, pero en el verso 22 dice que camino Enoc con Dios, y en el 24 repite que camino con Dios y desapareció porque se lo llevó Dios. En otra versión dice:
Génesis 5:24 Como Enoc vivió de acuerdo con la voluntad de Dios, un día desapareció porque Dios se lo llevó.
Y entonces ya no son las palabras del Señor diciéndole al hombre que tiene capacidad para cerrarle la puerta al pecado, si no es el testimonio de un hombre que aprendió a vivir de esa manera, razón por la cual Dios se lo llevó a su presencia.
Y entonces insistía en preguntarme: ¿Si el hombre tiene la capacidad de caminar con Dios por qué dice la escritura que no hay justo ni aun uno solo?
Romanos 3:10 al 12 Como está escrito:No hay justo, ni aun uno;11No hay quien entienda,No hay quien busque a Dios.12Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Pero al final entendí que allí no hay ninguna contradicción, porque una cosa es que el hombre tenga la capacidad de cerrarle la puerta el pecado, y otra muy diferente que tenga las ganas de cerrarle la puerta el pecado.
Y entonces me queda claro que aunque el hombre tenga la capacidad de cerrarle la puerta al pecado, cuando el hombre se alejó de Dios perdió la motivación de hacer lo correcto y adquirió la motivación de hacer lo incorrecto, de ir contra Dios, de ir contra lo bueno.
Y eso es lo que el Señor nos aclara en la carta a los Romanos pues cuando dice que no hay ni uno solo que busque a Dios, no está diciendo que no lo pueden buscar, sino que no lo quieren buscar que es igual a decir, que no hay ningún hombre que tenga ganas de cerrarle la puerta el pecado para hacer la voluntad de Dios.
La conclusión es; todo hombre tiene la capacidad de cerrarle la puerta al pecado, pero ninguno quiere, y sólo cuando el hombre confía en Dios puede encontrar la motivación de cerrar esa puerta.
Y por esto la escritura nos habla de algunos hombres que por su confianza en Dios cerraron la puerta al pecado y caminaron con Dios. Si revisamos en Hebreos once, el pabellón de la fe, allí hay una lista de todos aquellos que por creerle a Dios hicieron lo correcto, y esa lista está compuesta por hombres que no conocieron el nuevo pacto, pero que por su confianza en Dios si encontraron la motivación para vivir obedeciéndole.
Sin embargo la escritura nos enseña que el Nuevo Pacto trae beneficios y promesas mejores que las que estos hombres tuvieron, y esa es la razón por la cual el Señor Jesús, quien es la puerta por la cual debemos entrar, se ofrece a entrar por nuestra puerta, para involucrarnos en el Nuevo Pacto dándonos todos sus beneficios, entre los cuales se incluye no sólo colocar las ganas de hacer la voluntad de Dios, si no darnos absolutamente todo lo necesario para que podamos vivir de acuerdo a su perfecta voluntad. Dice la escritura:
Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Evidentemente es Dios quien a medida que lo conocemos va cambiando nuestros deseos, pero todo esto debe comenzar dando una genuina respuesta a la invitación del Señor Jesús:
Apocalipsis 3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Pero el Señor Jesús llama pero no obliga, no va a forzar la entrada, por eso la pregunta es: ¿Quiere el hombre abrir esa puerta? Esta pregunta es supremamente importante y tiene que ver con nuestra voluntad, porque aunque Dios coloque las ganas podemos resistirnos e ignorar esa motivación y no hacer la voluntad de Dios. (Algunos viven en ese continuo conflicto de querer hacer la voluntad de Dios pero resistirse en el momento de la prueba )
En el evangelio de San Juan es evidente la libertad que tienen los hombres de escoger recibir o no a Jesucristo, pues allí dice:
Juan 1:11 al 12 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Y nuevamente la escritura nos muestra que aquellos que le recibieron y fueron convertidos en hijos de Dios, fueron los que creyeron en Él, mientras que los otros que no le recibieron evidentemente no creyeron en Él.
En el libro del apocalipsis la invitación de dejarlo entrar es porque Él quieres cenar con nosotros. Y según la cultura judía cuando una persona es invitada a cenar con la familia es porque hay tal confianza, que hay también el deseo de compartir no sólo los alimentos sino la bendición que han recibido de parte de Dios.
Eso quiere decir que la invitación de Jesús a los hombres es: “Déjenme entrar, yo quiero compartir lo que tengo con ustedes.” Y entonces debemos preguntarnos:¿Qué tanto tendrá Dios para compartir con nosotros? ¿Valdrá la pena abrirle la puerta?
Pues es tan bueno lo que Dios tiene para compartirnos, que entre más lo hace, más aumenta nuestra motivación de querer vivir haciendo su voluntad. Esta verdad es expresada en la escritura de la siguiente manera:
1 Juan 4:19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
El amor que los hombres le manifestamos a Dios, un amor que se manifiesta en la obediencia, siempre será una respuesta al amor que experimentamos de Él.
Es por esta razón que cuando algunas personas han tenido una mala vida y se recienten, ese resentimiento en realidad es contra Dios lo cual les impide acercarse a él. Claro sí reconocieran que son pecadores y qué lo que han vivido no es nada comparado con lo que realmente merecen, se sentirán agradecidos con Dios… Pero en lugar de hacer esto se comparan con otras personas y por eso se recienten.
Pero si en lugar de esto los hombres comienzan a guardar los mandamientos, como esos mandamientos son una expresión del amor de Dios, entre más hacemos su voluntad más experimentaremos su amor, y más deseos tendremos de seguir haciendo su voluntad. Es por eso que la escritura dice:
Efesios 3:19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Entre mas conocemos el amor de Dios más llenos somos de su plenitud, y al conocer por completo el amor de Dios entonces seremos completamente llenos de su plenitud.
En nuestra incredulidad nos parece algo imposible, porque la verdad es que al ser lleno de todo el amor de Dios, de toda la generosidad de Dios, de toda la paciencia de Dios, de todo el perdón de Dios, de toda su sabiduría, etc… El resultado sería que haríamos exactamente lo que Cristo haría en nuestro lugar. Es decir Cristo viviría por completo a través de nosotros… No sólo en ciertas ocasiones.
¿Pero cómo comenzar a vivir este proceso? Pues entrando por la puerta estrecha que es igual a decir que lo aceptamos como nuestro Señor, y por lo tanto nos disponemos a obedecer en todo lo que él nos ordene.
Pero no sólo debemos entrar mostrando que estamos dispuestos a obedecer, también debemos dejarle entrar porque estamos dispuestos a que el cambie nuestro interior. Es decir que Él sea también nuestro salvador.
Ambas cosas son necesarias, es necesario un comportamiento exterior de acuerdo a la voluntad de Dios, pero eso no es suficiente si en nuestro interior nuestras actitudes son equivocadas, por eso también debemos dejarlo entrar para que transforme nuestro corazón.
¿Cuándo comienza este proceso? Cuando creemos en Él, como nuestro Señor y nuestro Salvador.
Vimos la semana pasada que también hay otra puerta que debemos atravesar y es la puerta del atrio de los gentiles (en el tabernáculo construido en el desierto) que era una puerta que tenía aproximadamente diez metros de ancho, y decíamos que esa puerta era de ese tamaño para que cualquier pecador, de cualquier tamaño que desee entrar lo pueda hacer.
Pero acaso: ¿Hay pecadores que no quieren entrar por esa puerta para llegar a la presencia de Dios? Sí, ya vimos que los pecadores que quieren seguir pecando no quieren entrar, pero también ya vimos que es Dios quien hace las cosas necesarias para llevarlos a pensar en la necesidad que tienen de Dios. Circunstancias muy difíciles tratos muy complicados para mostrarles su incapacidad y hacerles colocar los ojos en Dios.
Al mirar el contexto del pasaje de Apocalipsis donde Jesús nos hace el llamado para entrar a nuestra vida, vamos a encontrar que muchos no lo dejarán entrar, porque a pesar de tener una vida verdaderamente miserable, están convencidos que están teniendo una vida maravillosa.
Esto puede parecer complicado, sin embargo las palabras de Jesús confirman que hay muchos viviendo una vida miserable, pero piensan que su vida es maravillosa, y por eso el Señor les dice:
Apocalipsis 3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Mencionaba la semana pasada que uno de los errores de los falsos profetas y pastores, es que enseñan una doctrina que lleva a los hombres a evaluar su cristianismo por las cosas que se ven… Y es lo que vemos en este pasaje.
Pero el Señor a estos que creen estar muy bien por las cosas que tienen a su alrededor, les dice que no saben lo desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos que son… ¿Por qué no saben? Porque nadie puede saber lo verdaderamente pobre que es, hasta que no conoce las riquezas de Cristo que se está perdiendo.
Lo cierto es que sin Cristo, lo que una persona verdaderamente inteligente debería vivir es en una continua angustia, con un tremendo vacío y con un gran temor respecto del futuro… Porque la muerte es algo que jamás podrá evitar.
Los que no viven con esa angustia y ese temor al futuro de tal manera que están disfrutando la vida y se sienten felices, es porque son tan, pero tan ciegos respecto del futuro, que es como si alguien estuviera feliz de que lo llevan a la guillotina pensando que le van a dar un gran regalo.
Y además de ésta ceguera respecto del futuro porque no hay duda que nadie escapará del juicio de Dios, estas personas tienen anhelos tan pobres, pero tan pobres que cualquier cosa ridícula y sin valor los tiene contentos… Porque insisto, no tienen ni idea de las riquezas tan extraordinarias que se están perdiendo por no caminar con el Señor.
Imagine una persona que está destinada a vivir eternamente pero que vive como si la eternidad no existiera, como si lo único que existiera fuera lo que ve en esta vida. Esa ceguera hará que se pierda de una eternidad gloriosa en la presencia de Dios, y obtenga una eternidad espantosa en el lago de fuego… Por todo esto es que las palabras del Señor a los de esta Iglesia fueron:
Apocalipsis 3:18 al 19 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
Son pobres, su vida es una vergüenza delante de Dios y además son completamente ciegos, sin embargo el Señor tocará sus vidas para buscar que se arrepientan y sean verdaderamente salvos.
Cuando las personas comienzan a arrepentirse es como si entrarán por la puerta del atrio, pero si quieren seguir en dirección al lugar santísimo con lo primero que se van a encontrar es con el altar del sacrificio, donde el cordero al ser sacrificado moría.
Creo que es importante recordar que vimos que hay un camino estrecho y un camino ancho. El camino estrecho es el que podemos tomar entrando por la puerta del atrio, el camino ancho es el que toman muchos saltando la cerca de la justicia de Dios, lo cual los convierte en ladrones, en asaltantes, en personas que quieren destruir la obra de Dios, aunque se presentan como si fueran cristianos.
Los que toman el camino correcto, la puerta estrecha, y entran por la puerta del atrio, con lo primero que se encuentran es con el altar del sacrificio. El apóstol Pablo usa esta figura para hablarnos de nuestra entrega a Dios, y escribe:
Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Al entrar por la puerta del atrio con el cordero, éste era sacrificado en el altar del sacrificio. Eso quiere decir que el sacerdote tomaba el cordero y comenzaba a sacar las partes que debían ser quemadas y reservar las otras como ofrenda, pero el detalle es que él podía hacer lo que quisiera y el cordero no se resistía por la sencilla razón de que ya estaba muerto.
En el altar del sacrificio debemos morir a nosotros mismos, de tal manera que como ocurría con el cordero, gracias a la confianza que tenemos en Dios estemos dispuestos a que él haga con nuestra vida lo que él quiera…
Por supuesto como hemos dicho, esto es un proceso, donde como aclara el apóstol en el versículo siguiente, es necesario renovar nuestro entendimiento para poder entender la enorme diferencia que hay entre vivir de acuerdo a nuestra voluntad, o vivir haciendo la voluntad de Dios. Por continúa escribiendo:
Romanos 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
En otra versión dice:
Romanos 12:2 No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
Hay que cambiar nuestra manera de pensar, hay que revisar nuestra filosofía de la vida, nuestros objetivos, nuestros métodos y todo lo que no esté de acuerdo con lo que Dios dice debe ser revaluado, renovado y cambiado por lo que Dios dice.
Pero para que todo esto sea posible primero debemos morir en el altar del sacrificio, y por supuesto debemos mantenernos muertos, especialmente cuando Dios quiere cambiar conceptos en nuestra vida que son como ídolos pues protegen algún tipo de pecado. Algunos de estos conceptos completamente equivocados que creemos pero que a la final protegen el pecado son:
Negar la disciplina que nuestros hijos necesitan, es un pecado que protege el pecado.
No aceptar que la vida no depende de lo que se posea, es un pecado que protege el pecado.
No perdonar como hemos sido perdonados, es un pecado que protege el pecado.
No aceptar el concepto de sujeción, es un pecado que protege nuestro pecado de orgullo y rebeldía.
No aceptar que Dios es nuestro proveedor, también es un pecado para proteger nuestro pecado.
¿Pero cómo saber cuáles son todos esos conceptos equivocados que deben ser renovados para entender y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios?
Muy sencillo, siguiendo por el camino estrecho. Que según estamos viendo comienza entrando por la puerta del atrio y encontrándonos en primer lugar con el altar del sacrificio donde nuestra vida debe ser entregada a Dios como sacrificio vivo.
Al continuar en dirección al lugar santísimo, con lo siguiente que nos encontramos es con la fuente de bronce. Esta era una fuente que contenía agua en la cual el sacerdote se limpiaba después de haber realizado el sacrificio del cordero, para luego continuar hacia el lugar santísimo. La escritura nos cuenta dos cosas:
Éxodo 30:17-20 Habló más Jehová a Moisés, diciendo: 18Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. 19Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. 20Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran
O sea que quien no se lavaba con el agua de la fuente moría. Y si nos preguntamos de dónde salió el material para construir la fuente, la escritura nos cuenta:
Éxodo 38:8 También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
¿Cuál es para nosotros el significado de pasar por esta fuente para lavarse las manos y los pies?
En otros rituales era necesario lavarse por completo pero en este el énfasis es sólo las manos y los pies, por lo cual no creo equivocado decir, que el énfasis es que el camino por el que caminemos debe ser un camino limpio, e igualmente todo lo que hagamos o toquemos con nuestras manos debe ser igualmente limpio.
Este énfasis o enseñanza tiene relación con algo que leemos que hizo Jesús con sus discípulos:
Juan 13:5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Creo que la mayoría conocemos la reacción del apóstol Pedro ante la petición de lavarle los pies:
Juan 13:6-8 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 8Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Al escuchar estas palabras y ver lo serio del asunto el apóstol aceptó y aun pidió que le lavara las manos y la cabeza. Jesús le dijo que no era necesario porque el que estaba limpio sólo necesitaba lavarse los pies. Pero luego de lavarles los pies el Señor también les dice:
Juan 13:12 – 15 ¿Sabéis lo que os he hecho? 13Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
Eso que el Señor hizo con ellos debemos hacerlo entre nosotros y por supuesto también con otros. Pregunto: ¿Cuántos de ustedes acostumbran a lavarse los pies entre ustedes y con otros?
Antes de contestar veamos otro pasaje que nos aclara más el significado de esto:
Mateo 10:14-15 Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. 15De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.
Lo normal en aquella época para una persona por aseada que fuera, era que al caminar con sandalias por caminos polvorientos los pies se ensuciaran, por eso la costumbre en las casas de los ricos, es que lo primero que hacían con la persona que llegaba eran lavarle de los pies.
En cierta ocasión el Señor Jesús exhorta a un rico que lo recibió, por no lavarle los pies mientras que María con sus cabellos y con perfume si lo hizo.
La enseñanza completa es: Que siendo cristianos y viviendo en un mundo lleno de incrédulos al caminar por él, es normal que nuestros pies se ensucien.
La instrucción para los discípulos que salían a hacer ministerio, es que si alguien los rechazaba debían sacudid el polvo de los pies, en primer lugar como un testimonio del juicio que recibirán aquellos por haber rechazado la palabra de Dios, pero también porque la negativa de los demás a caminar por los caminos de Dios en cierto modo se nos impregna, de tal manera que nosotros debemos lavarnos los pies para sacar de nosotros esa mala influencia.
Creo que la mayoría en algún momento hemos sentido esos ataques de los demás cuando comentan acerca de; todos los pastores son ladrones, todas las iglesias son un negocio para sacarle la plata la gente, en las iglesias manipulan a las personas aprovechándose de ellas, los cristianos son peores que los incrédulos, etc.
Pero: ¿Con qué debemos lavarnos los pies? Con el agua de la fuente de bronce. Y: ¿Con que fue construida la fuente de bronce? Con los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
¿Qué representa entonces esta fuente de agua que fue construida con los espejos? La escritura dice:
Santiago 1:21-24 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.22Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
El agua de la fuente representa la palabra de Dios, que cuando nos acercamos a ella nos dice la verdad acerca de todas las cosas, de tal manera que podemos evaluar realmente como somos.
Dice también que si no hacemos caso lo que la palabra dice, simplemente nos vamos a alejar y se nos va a olvidar como somos, pero no sólo nos olvidamos como somos sino que seguimos viviendo fuera de la voluntad de Dios, pensando que las cosas están muy bien, hasta que se haga necesario que Dios nos aplique alguna disciplina para llamar nuevamente nuestra atención a la palabra de Dios.
Pero es también con la palabra de Dios que nos lavamos los pies los unos a los otros, es con la palabra de Dios que corregimos los objetivos equivocados, es con la palabra de Dios que corregimos las motivaciones equivocadas, es la palabra de Dios la que nos permite conocer lo que hay realmente en nuestro corazón, para poder desechar y renovar nuestra manera de pensar.
Salmos 119:9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Si como cristianos tratamos de saltarnos la fuente, sí nos olvidamos de la palabra de Dios, por supuesto sí nos olvidamos de la sana doctrina, el resultado anunciado para quien se acercaba a Dios ignorando la fuente era la muerte.
¿Quiere decir eso que si un autentico cristiano se olvida de la palabra de Dios pierde la salvación?
No; lo que en realidad quiere decir es que un auténtico hijo de Dios nunca se olvida de la palabra de Dios, sino que de manera continua a lo largo de toda su vida, la tiene como elemento indispensable para poder vivir haciendo la voluntad de Dios.
Pero también podemos decir que cuando alguien se olvida de la palabra de Dios, o cuando alguien vive sin tener en cuenta lo que la palabra de Dios dice, es porque no es un auténtico hijo de Dios.
Otro pasaje que nos sirve para complementar esta enseñanza dice:
2 Corintios 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Los espejos de aquella época no eran cúmulos actuales, las imágenes se veian un poco borrosas, y eso es lo que en realidad nos pasa a nosotros, que la imagen que tenemos de Dios es un poco borrosa, sin embargo en la medida en que logramos ver la realidad de Dios, esa revelación transforma nuestra vida haciéndonos semejantes a él.
En el tema anterior estuvimos viendo como para entrar por la puerta estrecha y caminar por ese camino angosto, es necesario poner cuidado y no escuchar a esos falsos pastores que tienen como propósito hurtar, matar y destruir lo que Dios nos entrega.
Es tan importante tener una sana doctrina, es tan importante interpretar correctamente la palabra de Dios, que bajo el viejo pacto podemos ver que la exigencia de Dios para aquellos que comunicaban su palabra era supremamente alta, de tal manera que cualquiera que dijera algo que Dios no había dicho, o que hablara el nombre de otro Dios debía ser muerto. Dice así:
Deuteronomio 18:20 El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.
Lo que hemos visto hoy nos muestra que para caminar por el camino angosto es de suprema importancia valorar la palabra de Dios, tanto que podemos por la forma en que nos relacionamos con la palabra de Dios, evaluar cómo está nuestro caminar con Dios.
Esa importancia en primer lugar puede ser evaluada por la diligencia que hay en nuestro corazón para recibir, evaluar y confirmar lo que se nos está diciendo de parte de Dios.
¿Qué tan importantes son para ti las reuniones de estudio bíblico? ¿Qué tan importante son las reuniones en la iglesia? ¿Son una prioridad en tu vida o cualquier cosa del mundo con facilidad te hace perder las oportunidades de aprender acerca de la palabra de Dios?
Cuando tienes alguna duda o cuando reconoces tu ignorancia acerca de algún tema que tiene que ver con tu vida; ¿qué tanto te empeñas en revisar y estudiar para llegar a comprender la verdad?
Y cuando ya tienes certeza de lo que Dios dice; ¿qué tanto te demoras en tomar la decisión de hacerle caso?
Y cuando ya estás haciendo caso a lo que la palabra de Dios te enseña; ¿qué tanta perseverancia hay en tu obediencia?
En el estudio anterior también hablamos del sufrimiento, y veíamos como el sufrimiento es parte necesaria de la vida cristiana. ¿Por qué?
Porque si estamos enfermos, el tratamiento para sanarnos es un tratamiento doloroso para nuestra carne que está acostumbrada a hacer lo que no debe.
Pero ese dolor es algo momentáneo pues la escritura dice:
Hebreos 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
Después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.