CRISTIANOS INCRÉDULOS – PARTE 3
I. INTRODUCCIÓN
Creo que uno de los engaños más perjudiciales y a la vez más comunes, es pensar que Dios es como yo lo imagino… Cuando comparto de Cristo me he encontrado con personas qué piensan de esta manera, y yo les ayudo a expresarse diciéndoles: ¿Es qué tú tienes un Dios a tu manera, y te relacionas con ese Dios como a ti te parece? Y muchos responden que si lo más seguro para evitar la confrontación respecto de esto.
El asunto es que si cada persona tiene la imagen de un dios diferente, es imposible que todos tengan razón, no sólo respecto de la imagen que tienen de él, sino de lo que imaginan que él pide de ellos.
Por esto para los que piensan de esta manera la pregunta es: ¿Y si Dios no es como tú lo imaginas, y si no estás haciendo lo que realmente Dios desea, y si al final cuando sea tarde descubres que estabas viviendo en contra de Dios?
Gracias a Dios nosotros hemos entendido que Dios no es como lo imaginamos, sino como su palabra lo describe, y que nuestra relación con él no es como a nosotros nos parece, sino como él lo ha determinado en el Nuevo Pacto.
Tener esta información es vital, porque nos permite evaluar de una forma real no sólo cómo está nuestra relación con Dios, sino aún lo que va a pasar al final de nuestros días, cosa que los demás no tienen ni idea.
Sin embargo este Nuevo Pacto o nuevo tratado en realidad no es tan nuevo. En primer lugar, porque cuando el hombre pecó, allí mismo, aun antes de sacarlos del paraíso Dios hizo el primer anuncio del Nuevo Pacto, de la siguiente manera. Podemos leer:
Génesis 3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Son las palabras dichas a Satanás, y por ellas podemos saber en primer lugar que Satanás iba a tener una descendencia, porque eso significa la palabra simiente. Esa descendencia está formada por todas aquellas personas que nacen, pues nacen muertas espiritualmente por causa del pecado de Adán, y la evidencia de esto es que la escritura nos hace una clara diferencia entre los hijos de Dios y los hijos del diablo. (Esto no es fanatismo religioso es una realidad terrible)
1 Juan 3:10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Lo único que es justo es lo que se hace de acuerdo a la voluntad de Dios, Y los que no hacen la voluntad de Dios son hijos del diablo. Esta es una terrible realidad que el mundo no acepta.
Si usted le llega a decir a una persona que no ha nacido de nuevo, que es un hijo del diablo, seguramente va a tener problemas. Pero es una realidad tan grave que por eso más adelante en esta misma carta el apóstol escribe:
1 Juan 5:19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.
Está planteando que solamente hay dos clases de seres humanos en la tierra, los que estamos con Dios y los que están con el maligno. Y si volvemos al Génesis veremos que hay una enemistad irreconciliable, qué en realidad no depende de los seres humanos sino de la clase de paternidad que cada persona tenga, ya sea qué tu padre sea Dios o que tu padre sea el diablo. Dice así:
Génesis 3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Esta enemistad de los hijos del diablo, es contra la mujer que representa a la virgen María y su descendencia que es Jesús, y todos los que al creer en él reciban vida eterna a través del nuevo nacimiento.
Pero también el Señor en el paraíso profetiza el final de la contienda, porque Satanás será herido en la cabeza lo cual implica una herida mortal, mientras que Satanás heriría a Jesús en el calcañar, que representa la muerte en la cruz, de la cual Jesús resucitó poniendo a funcionar el Nuevo Pacto.
La pregunta es: ¿Cómo será de importante el Nuevo Pacto que es lo primero que Dios anuncia inmediatamente después del pecado del hombre, dándonos desde ese momento la información de qué Jesús el hijo de Dios, sería la clave del mismo?
En segundo lugar cuando digo que el Nuevo Pacto no es tan nuevo, es porque aunque se anunció en el paraíso, y aunque Jesús a través de su muerte y resurrección lo puso a funcionar para nosotros, en realidad podemos ver en la escritura que este Nuevo Pacto comenzó con Abraham, un incrédulo y pagano, según algunos estudios, al cual Dios llamó, y le enseñó a confiar en el, para de esta manera poderlo bendecir. Hablando de esto el apóstol Pablo escribe:
Gálatas 3:6 al 7 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
Abraham le creyó a Dios y fue hecho justo, y todos los que crean en Dios al igual que Abraham son hijos de Abraham.
Esta verdad debió ser impactante para el apóstol Pablo, pues hablando de sí mismo él decía que era irreprensible respecto de la ley… Pero lo que entiende al conocer a Jesús, es que Abraham fue hecho justo delante de Dios, por haber creído qué Dios le daría un hijo. Y esta justificación, es decir este perdón que hace a Abraham justo delante de Dios, lo recibió Abraham en una época en que no existía la ley del viejo pacto.
Lo cual nos muestra con claridad que la única forma de ser justificado y bendecido por Dios, era y es a través de la fe. Cuando un hombre confiaba en Dios como lo hizo Abraham era tenido por justo delante de Dios, y cuando no confiaba esa desconfianza lo condenaba.
Y este método de justificación y bendición a través de la fe, se mantuvo vigente aún cuando se instituyó el pacto de la ley o viejo pacto. Lo cual quiere decir que la salvación siempre ha sido y será por fe, y no por obras, y por eso podemos leer pasajes como los siguientes:
Habacuc 2:4 He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
El orgullo es la característica de aquel que por su comportamiento se cree bueno o mejor que los demás, pero opuesto a lo que pueda pensar el orgulloso, su orgullo muestra su falta de rectitud y su pecado. Y al otro lado de la balanza está el que es tenido por justo delante de Dios, no por su comportamiento sino por haber confiado en Dios.
Con la historia de Abraham Dios comienza a enseñar esta importante verdad, y cuando Jesús viene muere y resucita, al establecer el Nuevo Pacto y dar por terminado el viejo pacto, comienza a hacerse un énfasis muy claro en la importancia de la fe, para obtener la salvación y la bendición de Dios. Después, Pablo en su carta a los romanos escribe:
Romanos 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Tomando las palabras que leímos del profeta Habacuc, Pablo dice que la justicia de Dios se revela y se obtiene a través de la fe, y para fe…
Dando a entender que comenzamos creyendo en Dios para ser hechos hijos de Dios, y que debemos vivir toda nuestra vida confiando cada vez más en Dios. Y por eso concluye diciendo: “Mas el justo por la fe vivirá”. Qué es igual a decir que aquel que ha sido perdonado por Dios y hecho un hijo de Dios, debe vivir hasta el final de sus días en la tierra confiando cada vez más en Dios.
Y luego cuando aparecieron aquellos judaizantes insistiendo en la importancia de guardar los mandamientos de la ley del viejo pacto, el apóstol Pablo en su carta a los Gálatas dice con toda claridad:
Gálatas 3:11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;
Insistiendo en que la obediencia no puede justificar a nadie delante de Dios. Sin embargo he visto a través de los años como algunos se confunden al leer los Evangelios, pues no entienden que Jesús vivió bajo la ley, la cumplió a la perfección, lo cual era necesario para calificar como el cordero de Dios perfecto sin pecado, que moría por nosotros los pecadores.
Pero aunque Jesús vivió bajo la ley, y a veces daba respuestas a las preguntas que le hacían de acuerdo a la ley, también podemos ver que nos enseñó acerca del Nuevo Pacto, cómo por ejemplo ocurrió con Nicodemo, que era un principal entre los judíos, un religioso y maestro de la ley, que fue a buscar a Jesús de noche impresionado por los milagros que hacía. Y cuando Nicodemo comienza a alabarlo, lo primero que Jesús le dice es:
Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Éste concepto de nacer de nuevo era algo completamente nuevo para Nicodemo, aunque era algo que Dios había anunciado de forma profética. Sin embargo Nicodemo no lo sabia, y peor aun lo confundió con una especie de reencarnación. Y Jesús diciéndole que no tiene nada que ver con la reencarnación, que además no es real, vuelve y le dice:
Juan 3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
El agua en las escrituras representa la palabra de Dios, quien cree en el mensaje que su palabra da acerca de Jesús, puede recibir el nuevo nacimiento, y el espíritu de Dios comenzará a habitarlo. Jesús no nombra para nada la ley, pero sí insiste en que quién no nace de nuevo no tiene opción de salvación.
Lo que Jesús está mencionando es en realidad la profecía de Ezequiel acerca del Nuevo Pacto que dice así:
Ezequiel 36:24–27 Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. 25Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Como vimos esta bendición de volver a su tierra la ha recibido el pueblo de Israel, no por buenos ni por cumplidores de la ley, sino porque Dios decidió hacerlo en su gracia y misericordia.
Sin embargo esto no quiere decir que todos los judíos se van a salvar, porque la justificación sólo puede ser obtenida por fe. Lo cual quiere decir, que si un judío no acepta a Jesucristo como su Señor y su Salvador, si no nace de agua y del Espíritu, aunque sea Judio y esté en la tierra de Israel no se salvará.
La importancia de la fe en la salvación, la podemos ver en el diálogo del Señor Jesús cuando un joven se acerca a preguntarle, que qué era necesario para ser salvo. El Señor le respondió:
Marcos 10:19–20 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Lo primero que podemos notar en este pasaje, es que Jesús no le nombra los mandamientos que tienen que ver con su relación con Dios. Como: No tener dioses ajenos, no hacer imágenes ni inclinarse a ellas, no tomar el nombre de Dios en vano, y guardar el día de reposo. Es decir; sólo le nombra los mandamientos que tienen que ver con la relación con los demás.
En el mundo hay muchísimos así: “Humanistas”. Que sin confiar en Dios hacen todas estas cosas, como honrar a sus padres, no mentir, no adulterar, no matar, etc… Y que igual que el joven podrían decir; ”todo eso lo he guardado desde mi juventud” Y por esta razón, pensar que su vida está muy bien.
Sin embargo este joven como muchos estaba equivocado, y me llama la atención que antes de Jesus decirle lo que le faltaba para ser salvo, la escritura aclara que Jesús mirándolo le amo. Para que tengamos la seguridad, de que lo que Jesús le iba a decir que le faltaba, no lo hacía para amargarle la vida o para hacerlo sufrir, sino para que fuera salvo por el gran amor que sentía por él. Dice así:
Marcos 10:21–22 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
¿Qué es lo que le faltaba?… Cuando Jesús contestó la pregunta del joven omitió los mandamientos que tenían relación con Dios. Esos mandamientos que Jesús omitió luego fueron resumidos, y por esto cuando a Jesús le preguntan, que cuál es el mandamiento más importante de todos, él responde:
Marcos 12:28–30 ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Cuando dice que debemos amar a Dios con todo el corazón, quiere decir que no queda corazón para amar otras cosas, igual sucede con el alma, la mente y las fuerzas… No aparece en la escritura, pero algunos lo han resumido y lo han enseñado diciendo, qué el primer mandamiento es: “Amar a Dios sobre todas las cosas”
Y eso es lo que Jesús le dice al joven que le falta. Colocar a Dios en primer lugar, por encima de todas las cosas, de tal manera que no importa lo que Dios le pida que haga, por su gran amor lo hará sin ningún problema.
Es muy importante que no olvidemos, que Jesús no nos está pidiendo nada que no haya hecho primero por nosotros. Él fue a la cruz, a morir de una forma espantosa para recibir el castigo que merecíamos y poder así darnos la opción de salvación…
La pregunta es: ¿Confiamos lo suficiente en el amor de Dios, para confiar en que lo que él nos pida hacer… Sea lo que sea, es lo mejor para nosotros, porque nos lo está pidiendo porque nos ama?
Es decir: ¿Estamos verdaderamente dispuestos a hacer la voluntad de Dios, por encima de cualquier cosa, sin disculpas, sin apegos, sin ídolos… Y confiamos en que recibiremos los prometidos tesoros de los cielos, como resultado de seguir a Cristo, tomando la cruz de la obediencia?
Según esto: ¿Qué es lo que a este joven le faltaba? El pasaje continúa diciendo:
Marcos 10:22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Déjeme insistir: Era un hombre correcto, no defraudaba a nadie, no mentía, no fornicaba, no mataba, honraba a sus padres, es decir trataba a sus prójimos de muy buena manera… Pero no confiaba en el amor de Dios, por eso no le hizo caso a Jesus.
La Pregunta importante es: ¿Confiamos nosotros lo suficiente en el amor de Dios para hacer todo lo que él nos pida? O nuestra confianza en Dios es tan pequeña que escogemos que obedecer y que no. Y a un cuando obedecemos no lo hacemos como Dios pide sino a medias?
Después de que el joven se negó a obedecer Jesús continuó diciendo:
Marcos 10:23–24 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
Las palabras de Jesús muestran que este joven en ese momento no se salvó. Y si siguió con esa misma actitud el resto de su vida, a estas horas está en el infierno, a pesar de haber sido una muy buena persona a los ojos de los hombres… Porque no podemos pensar que alguien que no confía en Dios sea una buena persona, ya que es el único en el cual debemos confiar de manera absoluta.
No confiar en Dios es igual a insultarlo, y a decir que hay maldad en el, razón por la cual no le hacemos caso. A veces hay personas que me dicen… Fulano es un genio. Y entonces yo pregunto: ¿Confía en Dios? Y me dicen que no. Entonces respondo: No no es un genio, todo lo contrario.
¿Pero será que hay que deshacerse de las riquezas y regalarlas para poder seguir a Jesús? No por supuesto que no. Lo que hay que hacer es confiar en Jesús, pues quien confía en Jesús le hace caso a lo que sea que Dios le mande a hacer.
Sin embargo vale la pena que revisemos cuanto confiamos en las riquezas… Por qué por ejemplo; si alguien no confía en Dios ni siquiera para serle fiel con los diezmos… ¿Si estará dispuesto a obedecer algún otro mandato? Y si Dios como al joven rico le pidiera abandonarlo todo para servirle… ¿Habrá la suficiente confianza en Dios para obedecerle, o se perderá por su falta de confianza?
Recuerdo que no quería irme de misionero, pero me parecía terrible quedarme con mi buen trabajo por no confiar en que la voluntad de Dios era buena para mi vida… En otras palabras, el Espíritu Santo no me dejó quedarme con mi trabajo. Era gerente de un broker de seguros, y el dueño de la compañía me había propuesto que me quedara con la empresa…
Pero Dios me estaba llamando a servirle, y aunque no quería, el Espíritu Santo me mostraba que sería un gran error no hacer caso al Señor por apegarme a mi trabajo, y por eso renuncié y me involucre como misionero.
Menciono esto, porque esa es la función del Espíritu Santo en la vida de todo aquel que está involucrado en el Nuevo Pacto, para cumplir así con la promesa que leímos que dice, que él hará que nosotros hagamos su voluntad.
El Señor Jesús confirma esto cuando al hablar del Espíritu Santo dice:
Juan 16:8-9 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí…
Seguramente el Señor Jesús podría haber nombrado una larga lista de las cosas que los hombres hacemos mal, que muestran que somos pecadores… Pero no. Él habló de la base, de la raíz de toda la maldad del hombre, que es no creer que Jesús es el hijo de Dios, y por lo tanto no estar dispuestos a hacer su voluntad.
Y sólo el Espíritu Santo puede convencer a una persona orgullosa que cree ser buena, de que no confiar en Jesucristo es un pecado tan grave que merece la condenación eterna. Y cuando esto sucede y la persona obtiene su salvación, entonces su vida debe continuar de la siguiente manera:
Romanos 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Por fe… Y para fe. Sólo a través de la fe podemos salvarnos, sin embargo debemos reconocer que somos tremendamente ignorantes respecto de qué es realmente la vida cristiana, y por eso debemos conocer su palabra, sus promesas, sus propósitos, sus métodos… ¿Pero qué va pasar en la medida en que vamos conociendo su palabra?
Por fe y para fe significa, que en la medida que vayamos conociendo su palabra, debemos ir tomando la decisión de confiar en eso nuevo que estamos conociendo. No todos tienen claro esto, por eso hay quienes escogen qué creer y que no creer, de lo que van entendiendo que dice la palabra de Dios.
Hay mujeres que cuando entienden que el marido es la cabeza se proponen y logran sacar a su familia de la iglesia. Hay jóvenes que cuando entienden que no es permitido fornicar se van de la iglesia. Hay otros que cuando escuchan hablar de los diezmos salen corriendo…
Pero lo que no saben es la gravedad de actuar de esta manera. En la carta a los hebreos podemos leer una advertencia respecto de este comportamiento. Dice así:
Hebreos 10:38–39 Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. 39Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.
Insiste en que la clave es vivir por fe, y que si alguien retrocede no agrada al Señor. Y cuando dice que nosotros no somos de los que retrocedemos para perdición, se está refiriendo a los que hemos nacido de nuevo, que tenemos el Espíritu de Dios, el cual no nos dejará retroceder porque tampoco nos dejará practicar el pecado. ( Por supuesto si de verdad tenemos el Espíritu Santo)
La otra cara de la moneda es la de aquellos que retroceden, que escogen que obedecer y que no obedecer de la palabra de Dios, y qué si permanecen con esa mala actitud se perderán, porque la verdad es que nunca fueron salvos. Recordemos que la escritura dice que el que practica el pecado, el que decide desobedecer de manera continua a Dios es un hijo del diablo.
Cuando revisamos la vida de Abraham vemos qué Dios le promete un hijo, y a pesar de haber recibido la promesa, Abraham hizo cosas completamente equivocadas por no confiar en Dios, como por ejemplo acostarse con la esclava para recibir según el, el hijo prometido por Dios.
Pero a pesar de su incredulidad que le llevó hacer cosas equivocadas Dios insistió en que le iba dar el hijo que él quería, y cuando Abraham por fin creyó en la promesa del hijo prometido, le fue contado por justicia, es decir que fue hecho justo delante de Dios.
Como consecuencia de creer en la promesa de Dios, el hijo le fue dado; pero como nuestra fe en Dios debe aumentar de manera continua, leímos que es por fe y para fe. Dios continuo probando la vida de Abraham para hacerle crecer en fe, y entonces leemos:
Génesis 22:1–3 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
Debemos entender que para Abraham lo más importante era su descendencia, y ésta dependía de Isaac el hijo dado en su vejez, cuando el y su mujer ya no podía tener hijos… Y cuando Dios le pide sacrificarlo… Es como si Dios le pidiera a alguien sacrificar todo su futuro… (Como la petición que Dios le hizo al joven rico) Sin embargo el obedientemente va a hacerlo: ¿Por qué? Y la respuesta es; porque confiaba en que Dios cumpliría su promesa, de darle una descendencia, aunque el sacrificara a su hijo del cual dependía esa descendencia…
Para obedecer una orden de esas sin estar mal de la cabeza, lo que Abraham tuvo que haber pensado, es que Dios, si fuera necesario haría un milagro para cumplir con la promesa que le había hecho. Y eso es precisamente lo que pensó por eso fue capaz de obedecer. La escritura dice:
Hebreos 11:17–19 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
Sólo cuando confiamos en Dios, en su sabiduría, en su poder y autoridad, y sobre todo en su amor, es cuando podemos obedecer cualquier mandato que Dios nos dé. Lo opuesto… Cuando no hay obediencia es porque estamos pensando mal de Dios.
Pero también es muy importante entender qué Dios no prueba nuestra fe simplemente por probarla, como si no tuviera nada más que hacer, sino porque a través de ella somos enormemente bendecidos. Y en este caso cuando Abraham obedeció, estando dispuesto a entregar lo más valioso que tenía, recibió la revelación de algo tan, pero tan importante, que cambia por completo la vida de cualquier creyente.
¿Cuál fue esa revelación o conocimiento de Dios tan importante que recibió? Eso lo podemos entender al ver las palabras del Señor Jesús cuando discutía con los religiosos de su época, qué lo estaban acusando de estar endemoniado por las cosas que decía.
Juan 8:56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.
Abraham se gozó de qué había de ver el día de Jesús… Y eso lo que quiere decir es que cuando Abraham va a sacrificar a su propio hijo, al que ama, por nada… Es decir Dios no le da una razón diferente de; haga caso!… En ese momento por revelación Abraham entendió que Dios entregaría a su hijo Jesús a morir en la cruz por nosotros, que somos nada ante la presencia de Dios, y que en cualquier momento Dios podría haber acabado con toda la humanidad, y crear otra completamente nueva… Abraham entendió la grandeza del amor de Dios por el hombre.
Y no hay revelación más importante para el cristiano que entender la grandeza del amor de Dios. Por esta razón dice la escritura qué el apóstol Pablo oraba…
Efesios 3:17–19 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
La confianza en el amor de Dios no sólo nos da el poder de obedecer a Dios, sino que es lo único que hace que la obediencia sea valiosa a los ojos de Dios.
Cuando el apóstol Pablo enseñaba que gracias a la fe recibíamos la bendición de Dios, a pesar de ser pecadores, algunos de los que lo escucharon comenzaron a decir que el apóstol Pablo estaba enseñando que podíamos seguir pecando sin ningún problema, porqué si siendo pecadores Dios nos dio la salvación gracias a la fe, entonces podríamos seguir siendo pecadores y seguir recibiendo bendiciones gracias a la fe… A esto el apóstol Pablo responde, que quienes piensan así merecen condenarse. Dice así:
Romanos 3:8 ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?
Ojo con esto con hermanos. Si pensamos que podemos seguir pecando porque de todos modos Dios nos va a bendecir, el apóstol Pablo dice que merecemos ser condenados…
La razón de esto la explica un poco más adelante el apóstol Pablo en esta misma carta, al decir qué quien realmente ha nacido de nuevo, no puede permanecer en el pecado.
Romanos 6:1–2 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
La clave o lo que hace que no podamos permanecer en el pecado, es que hemos muerto al pecado.
Ya vimos que los que están muertos espiritualmente no pueden hacer la voluntad de Dios, y aún si hacen las mismas cosas que los cristianos hacen, aún si predican, echan demonios, o hacen milagros, si están muertos espiritualmente eso no vale nada ante los ojos de Dios. (Recuerden el pasaje donde Dios dice a aquellos que predicaron, hicieron milagros y echaron demonios, que nunca le obedecieron y por eso no entran al reino de los cielos)
Eso lo expliqué diciendo que si cogemos un muerto, aunque esté bien fresquito, es decir no una momia, y le damos de comer, le hacemos mover las manos para que haga ejercicio…. La pregunta es:¿Funcionará? Por supuesto que no. No importa cuantas cosas que hacen los vivos, le hagamos a hacer a la fuerza, no servirán de nada, porque está muerto.
En ese ejemplo la comida y el ejercicio representan la obediencia a Dios. ¿Será que si le damos bastante comida obtendrá vida? Por supuesto que no. La escritura dice de estos muertos:
Efesios 2:1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
Pues lo que Dios ha hecho es coger a estos muertos que éramos nosotros, que nos era imposible hacer la voluntad de Dios, y nos ha dado vida, para que podamos hacer la voluntad de Dios.
Esto cambia todo por completo. Si antes no podíamos hacer la voluntad de Dios por estar muertos, ahora al estar vivos no podemos dejar de hacer la voluntad de Dios. Por supuesto si realmente estamos vivos.
Y cuando estamos vivos por haber recibido el Espíritu Santo, entonces morimos al pecado, lo cual quiere decir que ya no podemos vivir practicando el pecado. Y no se trata de querer o no querer, sino de incapacidad. No es posible que un cristiano nacido de nuevo viva practicando el pecado porque Dios no lo deja. La escritura afirma esto con claridad:
1 Juan 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
1 Juan 5:18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
Es por esta razón que el apóstol Pablo en su carta a los romanos continúa diciendo:
Romanos 6:1 al 2 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Si tomamos el ejemplo de los muertos, el qué está muerto por supuesto que no tiene ni siquiera ganas de comer, y si le damos comida a la brava, por más comida que le demos no obtendrá vida. Pero: ¿Qué pasa Dios resucita a ese muerto?
Pues qué estando vivo no hay que obligarle a comer, o a respirar, o a moverse, porque la vida que hay en él le producirá ganas de hacer estas cosas. Y si no come entonces cada vez sentirá más hambre y por lo tanto más ganas de comer, y si no le dan de comer insistirá en que necesita comer una y otra vez hasta que lo logre.
Eso es lo mismo que pasa con aquel que ha recibido vida espiritual. Por eso no hay que obligarlo, ni presionarlo a que haga la voluntad de Dios, no hay que rogarle para que venga a la iglesia, porque el que está vivo tendrá hambre por la palabra de Dios, y no sólo para oírla sino para hacer la voluntad de Dios. Y si no hace la voluntad de Dios entonces siente que se muere… Pero: ¿Es eso lo que está pasando en nuestras vidas?
El que está muerto no puede hacer la voluntad de Dios. Pero el que está vivo necesita, óigalo bien, necesita hacer la voluntad de Dios, no para obtener la bendición, si no para disfrutar de la bendición que Dios le ha dado.
Y entonces ya tenemos el panorama completo. Es imposible obtener bendición a través de la obediencia porque la bendición se obtiene y la obtuvimos a través de la fe.
Pero quien ha obtenido la bendición de Dios necesita obedecer a Dios, no es una opción, es algo así como respirar, no es una obligación respirar, es una necesidad tan importante como la necesidad de dejar el pecado, y si no lo hace siente que se muere porque el Espíritu Santo lo contrista, lo hace sentirse mal.
Y si el auténtico creyente, el hijo de Dios se porta de manera obstinada, entonces Dios lo va a disciplinar, y si la disciplina no funciona, si la disciplina no lo lleva a arrepentirse y a obedecer, entonces Dios se lo llevará a perfumar el cielo para que no practique el pecado.
Pero eso sólo ocurre con los que son auténticos hijos de Dios. Los que no son hijos de Dios pueden pecar a su gusto y no les pasa nada… Hasta que un cristiano comience a hablarles, y entonces Dios sabiendo que ya han escuchado algo de su palabra, comience a tratar sus vidas para llevarlos a creer en esa palabra que han oído.
Si entendemos que no es una opción obedecer a Dios, entonces también será claro que una persona que se supone ha recibido la bendición de Dios, y no vive para hacer la voluntad de Dios, esa persona indudablemente todavía está muerta. Aunque crea que está viva.
Alguna vez di un mensaje diciendo que el pecado es como cortarse las manos o sacarse los ojos. Eso quiere decir que Dios le da unas manos y unos ojos para que disfrute la vida, y le da un mandamiento que dice; no se corte las manos, ni se saque los ojos.
¿Cómo hacer para guardar ese mandamiento? Para guardar ese mandamiento de no cortarse las manos y no sacarse los ojos, la clave no está precisamente en el mandamiento, la clave está en si hay o no hay vida.
¿Qué quiero decir? Que si una persona está muerta espiritualmente, a esta fácilmente le meten el cuento de que cortarse las manos y sacarse los ojos es bueno y por lo tanto lo hace. ¿Por qué lo hacen? Porque a un muerto no le afecta si le cortan las manos o le sacan los ojos.
¿Pero cree usted que a una persona viva que está en sus cabales, se le podrá convencer de cortarse las manos y sacarse los ojos? Por supuesto que no.
Cuando una persona realmente está viva, ve el pecado como la cosa más absurda que pueda cometer. Cuando una persona está muerta ve en el pecado la alegría de vivir. Y por eso lo práctica.
Pero cuando está viva ve en la obediencia no solo su deleite, sino la oportunidad de mostrar su amor a Dios.
Quiero concluir esta parte insistiendo con lo mismo: No es posible a través de la obediencia obtener bendición, pero quien está bendecido por causa de la fe, no puede vivir en desobediencia.
La siguiente pregunta es: ¿Cuál es la obediencia que agrada al Señor?
La pregunta es importante porque podemos ver que en la relaciones humanas hay diferentes clases de obediencia, de tal manera que algunos obedecen por rencor, otros por envidia, otros por miedo, otros por competencia… es decir hay una cantidad de motivaciones equivocadas que hacen que la obediencia no sea perfecta.
De la misma manera no toda obediencia agrada a Dios. Hay tres cosas que debemos tener en cuenta para que nuestra obediencia sea agradable a los ojos de Dios.
La primera es que nuestra obediencia debe ser a Dios… Y en esto muchos se equivocan porque hacen lo que otros le dicen, aún lo que sus pastores les dicen, pero resulta qué lo que le están pidiendo hacer, y lo que está obedeciendo Dios no ha pedido que se haga.
Lo segundo que hemos estado viendo es que la obediencia tiene que ser motivada por la fe… Hay otras muchas motivaciones para obedecer que no sean válidas delante de Dios, sólo cuando la confianza en Dios y en lo que hemos entendido en su palabra nos motiva a obedecer, es lo que agrada a Dios.
Y lo tercero es que nuestra obediencia no puede ser a medias. Esto quiere decir dos cosas primero que no podemos escoger que obedecer y que no obedecer a Dios. Y lo segundo es que cuando vamos a obedecer en algo no podemos hacerlo a medias, no es ser medio ordenado, o medio justo o medio espiritual porque la mala actitud de hacer las cosas a medias no agrada a Dios.
Pero esto lo veremos con más claridad la próxima semana. Por ahora preguntémonos: ¿Realmente estamos vivos y por lo tanto anhelamos hacer la voluntad de Dios… O todavía estamos muertos y anhelamos y vivimos todavía en pecado obedeciendo a Dios a medias?