EL PRECIOSO CRISTIANISMO – PARTE 5 DOMINAR LOS MALOS DESEOS Y LA PACIENCIA
I. INTRODUCCIÓN
Dice la escritura, de la escritura…
2 Timoteo 3.16–17 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
La escritura, no hay duda; es el verdadero e infalible mensaje de Dios, que necesitamos para llegar a ser esos hombres perfectos, preparados para vivir el auténtico cristianismo.
Pero aunque toda la escritura es palabra de Dios, y a travez de toda ella podemos aprender, ser corregidos, y llegar a ser justos y perfectos, debemos tener claro que nuestra relación con Dios tiene que estar dirigida, bajo los principios y promesas del Nuevo Pacto.
Y como vimos la semana pasada, no debemos hacer un revuelto de la palabra de Dios con el conocimiento que obtuvimos en el mundo. Y por esta razón, para poder obtener este conocimiento que necesitamos de Dios, debemos rechazar lo que aprendimos en el mundo, en lo concerniente al bien y del mal, en lo concerniente a lo que realmente es la vida y especialmente a nuestra relación con Dios.
Es por esto que la escritura describe nuestro acercamiento a Dios de la siguiente manera:
Romanos 12.1–2 Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. 2No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
Desafortunadamente muchos comienzan mal este proceso, porque en lugar de tomar la decisión de vivir para Dios, que es lo correcto, no lo hacen por esperar que Dios como su esclavo cumpla sus deseos.
Pero a los que comienzan bien o corrigen su actitud y deciden vivir para El, deben continuar con el estudio de la escritura, para que conociéndola cada día más puedan renovar la manera de pensar, y conocer así cuál es la voluntad de Dios.
Creo que es poco todo lo que se insista, en la importancia de conocer las escrituras.
Sin embargo comenzar a leer la palabra de Dios resulta algo complicado, porque venimos del mundo, no sólo ignorando la palabra de Dios, sino pensando de una manera completamente opuesta a lo que ella enseña. Por ejemplo:
El hombre cree tener libertad para decidir que hacer con su vida, pero Jesús enseña que lo correcto es vivír para hacer solo la voluntad de Dios.
El hombre cree que sus problemas están a su alrededor, Jesús enseña que todo el problema del hombre está en su interior.
El hombre cree que está rodeado de injusticia, Jesús enseña que la soberanía de Dios provee solo situaciones para bendecir la vida del hombre.
El hombre cree que tener posesiones materiales es ser rico, Jesús enseña que la verdadera riqueza sólo puede ser obtenida sirviendo a Dios.
El hombre cree que el poder está relacionado con la riqueza, las armas, el conocimiento y las buenas relaciones, Jesus enseña que todo el poder está en el Espíritu Santo.
El hombre cree que lo que viva en la tierra va a ser lo importante, Jesús enseña que lo que viviremos después de esta época es verdaderamente lo importante.
Al revisar estas verdades tan opuestas a la forma de pensar del mundo, es fácil entender que la respuesta de Jesús a la problemática del hombre, también es opuesta a las soluciones que el el mundo da.
Por esta razón la predicación de Jesús que a unos les pareció espectacular, hizo que otros se sintieran atacados, y esa fue una de las razones por la cual llevaron a Jesucristo a morir en la cruz.
Pero allí nuevamente se equivocaron, porque aunque pensaron que la muerte de Jesús era la solución para eliminar su mensaje, su muerte y su resurrección fue lo que hizo que el Nuevo Pacto, las buenas noticias de Dios para el hombre, llegaran hasta nuestros días.
Sin embargo, al decir que el mensaje de Jesús es opuesto al del mundo, como también nosotros venimos de este mundo, su mensaje puede resultarnos o muy incómodo, o muy beneficioso, dependiendo de la confianza que tengamos en Dios.
Respecto de esta confianza, no debemos olvidar que el Señor en la escritura enseña, que nosotros nos engañamos a nosotros mismos diciendo que confiamos en Dios.
Y por esta razón es que también podemos ver en la escritura, como Dios confronta una y otra vez al hombre respecto de su fe. Y estos mensajes dados por Dios, no son sólo para el pueblo si no aún para los que más deberían confiar en Dios, como por ejemplo los pastores o los sacerdotes. Por ejemplo:
Malaquías 1.6 El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre….
El Señor confronta a los sacerdotes de esa época, y debemos también tomarlo para nosotros que somos sacerdotes según el nuevo pacto, y revisar si estamos cayendo en el mismo pecado de aquellos, que tenían más respeto a los hombres y a las autoridades humanas, que a él.
Porque tristemente muchos se sienten más tranquilos obedeciendo a leyes humanas injustas que obedeciéndole a Dios.
Cientos de años después el Señor Jesús dijo lo mismo pero esta vez al pueblo:
Lucas 6.46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
Y luego de esta frase habló de los dos cimientos, mostrando que aquel que escucha el mensaje de Dios, pero que no hace caso, aunque pueda construir su vida, y aunque su vida se vea igual de buena a la de aquel que construye su vida haciendo caso a Dios. El que no escucho y construyó sobre la arena, al final dice que será grande su ruina, mientras que el otro permanecerá.
Eso muestra que en la vida lo importante no es cuanto hemos conseguido, sino; ¿como lo hemos conseguido?. Porque sólo el que construye su vida haciendo la voluntad de Dios permanecerá.
Más adelante en la escritura, en las cartas doctrinales, podemos ver al hermano de Jesús, el apóstol Santiago, hablando de este mismo tema. Es decir de la actitud y de lo que debemos hacer al escuchar la palabra de Dios. Y comienza diciendo lo mismo que la escritura repite una y otra vez:
Santiago 1.21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
Que debemos desechar las inmundicias, o impurezas, y la malicia o maldad… Es decir lo que el mundo nos ha enseñado, para poder recibir la palabra de Dios, que puede salvar nuestra alma.
Pero: ¿Porque dice que “puede” salvar el alma. Es decir porque habla de una probabilidad?
Porque una cosa es recibir a Jesucristo, nacer de nuevo, y que el Espíritu de Dios se una a nuestro espíritu, haciéndonos hijos de Dios y otorgándonos la salvación, lo cual ocurre en un instante.
Y otra cosa muy diferente es la salvación de nuestra alma, que es un proceso que requiere tiempo, pues comienza con el nuevo nacimiento, pero dura toda la vida.
Y salvar el alma tiene íntima relación, volvemos a lo mismo, con el conocimiento de la palabra de Dios, con la cual al cambiar nuestra manera de pensar cambiará nuestro comportamiento, de tal manera que vivamos como verdaderos hijos de Dios.
Pero al recibir la palabra… El apóstol continúa diciendo:
Santiago 1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
No es suficiente con oír, hay que hacer caso… A veces Dios nos permite decirle con toda claridad a alguien que está en una situación complicada, lo que debe hacer según la instrucción que da la escritura. Sin embargo es muy común que al tiempo la persona vuelve y tiene el mismo problema… ¿Por qué? Porque no hace caso.
Entonces volvemos a insistirle en lo que debe hacer… Pasa el tiempo y tampoco hace caso. (Yo a veces pienso que para que viene a pedir consejería, si no hace caso… pero bueno)
Es más; a veces vienen tantas veces a preguntar lo mismo, que cuando les digo tantas veces lo mismo, algunos terminan pensando que yo les tengo bronca… O que estoy favoreciendo al que se está portando mal, o que yo en realidad no entiendo lo que el está viviendo… Pero el verdadero problema es que les estoy diciendo que deben hacer, precisamente lo que no quieren hacer… Y no lo hacen y entonces pasa el tiempo y aumentan las malas consecuencias.
El pasaje que leímos dice, que si oímos la palabra pero no hacemos caso, nos engañamos a nosotros mismos… ¿Porqué?
Normalmente uno se engaña cuando hace algo o cuando deja de hacer algo, pensando qué va a obtener un beneficio. Y el resultado es que en el lugar de recibir un beneficio lo que recibe es un daño.
Al leer esto pensaba que la palabra de Dios, nuestro alimento espiritual, se parece al alimento que comemos para nuestro cuerpo, en el sentido de que si nos sirven el almuerzo y lo miramos pero no nos lo comemos, no sólo no recibimos un beneficio, sino que al pasar el tiempo el almuerzo se pierde. El Pasaje continúa:
Santiago 1:23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Lo que da a entender, es que la palabra de Dios que sirve para mostrarnos quién realmente somos para que podamos cambiar, cuando no hacemos caso, cuando no cambiamos aquello que nos está mostrando… Esa palabra por nuestra incredulidad pierde poder.
Esta pérdida del poder de la palabra, es igual a decir que nuestro corazón se endurece, y con el corazón duro, cada vez es más difícil entender y creer el mensaje de Dios.
El corazón del faraón en Egipto cada vez se fue endureciendo más y más, hasta que lo llevo a pelear de manera tan terca contra la voluntad de Dios, lo cual trajo su muerte y la de su pueblo.
A eso se refiere cuando dice que nos engañamos, pues muchos piensan que con solo escuchar los mensajes que vienen de la palabra de Dios, o con asistir con juicio a la iglesia, eso será suficiente. Pero al no hacer caso, al ignorar la voluntad de Dios el resultado lejos de beneficiarnos espiritualmente, nos perjudica.
Pero si al escuchar hacemos caso, el pasaje continua diciendo:
Santiago 1:25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
La obediencia, por causa del Señor sin lugar a dudas traerá bendición a nuestra vida.
Notemos que esta es la misma enseñanza que dio el Señor Jesús acerca del que construye su casa sobre la roca, es decir confiando en la palabra de Dios, y el que construye sobre la arena, es decir confiando en sus propios conceptos humanos.
El apóstol Pablo hablando de su encuentro con la palabra dice, que él no sabía que era codicioso hasta que al leer la palabra de Dios, encuentra la descripción de la codicia y descubre entonces su pecado.
Este mismo proceso debemos vivirlo todos al estudiar la escritura. Y déjenme decirles que son muchos, pero muchos los pecados que estamos cometiendo por ignorancia… Pero muchos más de lo que imaginamos.
El Señor Jesús en el sermón del monte, hablando de la maldad que hay en nosotros los hombres dijo:
Mateo 6.22–23 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Una persona que no conoce a Dios no puede decir que tiene un ojo bueno. Por lo tanto tenemos que aceptar que nuestro cuerpo está o estaba lleno de tinieblas. Pero lo más grave, es que pensábamos que estábamos llenos de luz cuando en realidad estábamos llenos de tinieblas.
Es decir; siendo malos por tener una mala manera de pensar, pensábamos que estábamos muy bien. Y si a eso le añadimos nuestro orgullo y nuestra altivez… Entonces entenderemos porque a veces cuando comenzamos a recibir la palabra de Dios, y a través de ella comenzamos a ver nuestra maldad… No siempre respondemos de buena manera.
¿Recuerdan que hicieron Adán y Eva después de haber pecado, cuando Dios se acercó a ellos? Buscaron esconderse de su presencia, y al no poder hacerlo entonces trataron de disculparse echándole la culpa a los demás…
Cuando los hombres nos damos cuenta que somos pecadores, tratamos de negarlo. Ya sea diciendo que no somos esas clase de personas, o escondiendo lo que estamos haciendo, o diciendo que sí pero que los otros son peores, y aun llegando a agredir a aquel que nos está haciendo conscientes de nuestro pecado. A Jesús lo mataron por decir la verdad.
Pero Dios para solucionar esto, para que podamos recibir la bendición de la salvación, nos dice a través de su palabra:
Romanos 5.8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Lo primero que Dios quiere que entendamos, es que a pesar de ser pecadores, y precisamente por eso, es que murió en la cruz por nosotros. Y cuando lo fue a hacer, ni siquiera nos pregunto si nosotros íbamos a apreciar su sacrificio e íbamos a aceptar la salvación.
El texto dice que esa es la demostración del amor de Dios con nosotros. Y es importantísimo que entendamos y creamos que Dios nos ama a pesar de ser pecadores…
Porque si no lo entendemos, cuando Dios a través de su palabra comience a mostrarnos lo pecadores que somos, entonces por el miedo al castigo o por la vergüenza nos alejaríamos de El, perdiéndonos el regalo de la salvación.
Pero si entendemos y creemos, que sin importar los pecadores que somos tenemos su perdón, además su amor manifestado en el deseo de mejorar nuestra vida, cuando Dios comience a mostrar nuestros pecados, entonces en lugar de alejarnos de el, nos dispondremos a ser transformados por El, por medio de la obediencia a su palabra.
Por esto mismo es importante que cuando compartamos el evangelio no comencemos diciéndole a los demás que son pecadores… Eso los va a espantar. Tenemos que comenzar hablando del amor de Dios, porque el que entiende el amor de Dios, entonces podrá reconocer sus pecados y podrá disponerse a cambiar.
El pasaje que estamos estudiando, qué nos dice que debemos conocer más a Dios, continúa diciendo que después de eso que nos mostrará nuestra maldad, el siguiente paso es que debemos dominar esos malos deseos. Dice así:
2 Pedro 1:5 al 6 Por eso, mi consejo es que pongan todo su empeño en: Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien, procurar conocer mejor a Dios, 6 y dominar sus malos deseos…
Pero: ¿Qué significa esto de dominar nuestros malos deseos? La respuesta la podemos ver con claridad en las palabras de Jesús cuando dijo:
Mateo 5.21–22 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
El Señor Jesús comienza a nombrar los mandamientos que los religiosos de esa época decían estar cumpliendo al pie de la letra, pero el Señor les da a entender que aún cumpliéndolos, eso no era suficiente, si en nuestro corazón todavía deseamos hacer aquello que no está bien.
No matar no es suficiente, hay que aprender a no enojarse, porque si nos enojamos ya seremos juzgados. Y si dejamos que el enojo nos lleve a decirle necio a nuestro hermano, entonces no sólo seremos juzgados sino que ya seremos culpables. Y si le decimos tonto, todavía peor quedamos expuestos al castigo.
Y así sigue hablando el Señor Jesús de otros pecados como el adulterio:
Mateo 5.27–28 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
El problema es que a veces nos contentamos con no estar haciendo lo malo, aunque todavía tenemos deseos de hacerlo.
Y como la gente no sabe lo que pensamos, algunos piensan que nuestro comportamiento es cómo de santos. Claro no todos, hay otros que también son conscientes de lo que hay en su corazón, y estos son más sabios, justos y misericordioso en sus juicios, y en el trato con los demás.
Y como esos malos deseos que se van acumulando pueden llevarnos a cometer pecados, por esto Jesús continuó advirtiendo:
Mateo 5.29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Debemos sacar esos malos deseos de nuestro corazón. No debemos conservarlos ni mucho menos alimentarlos con nuestros sueños, porque al hacerlo vamos a terminar cayendo.
Para hacerlo, para sacar esos malos deseos lo primero que tenemos que hacer es dominarlos, es decir no hacerles caso.
Esto nos lleva a una pregunta muy, pero muy importante que es: ¿Es posible dominar esos malos deseos, es posible que teniendo ganas de pecar, seamos capaces de no hacerlo?
Y la respuesta es sí. Ya vimos que el apóstol dice que Dios nos ha dado todas las cosas necesarias para una vida piadosa, y eso obviamente incluye la capacidad para dominar los malos deseos.
Esa capacidad procede del Espíritu Santo que habita en la vida de todo auténtico creyente.
Más aún, este asunto del poder que el Espíritu Santo nos da, es uno de los aspectos fundamentales que nunca fueron explicados en la religión. En las religiones normalmente se habla de que hay que hacer un esfuerzo para portarse bien y obtener la salvación.
Pero en el cristianismo hay que depositar la confianza en Dios, y en lo efectivo del nuevo nacimiento producido por Dios, que nos da la capacidad para portarnos bien. Por eso el apóstol escribió:
Filipenses 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Y no está hablando de poder hacer todo lo que quiera como algunos lo interpretan, sino de que en medio de situaciones muy complicadas, donde normalmente la mayoría de las personas caen en pecado de pensamiento o de obra, para tratar de solucionar esas difíciles situaciones, él asegura que puede hacer lo correcto porque Cristo lo fortalece.
La verdad es que respecto de este asunto, respecto del poder que tenemos para enfrentar el pecado, lo que sobran es promesas que muestran; que sí queremos tenemos la victoria asegurada.
Por esto cuando alguien dice que no puede dominar sus malos deseos, o que no puede evitar caer en pecado, es porque no conoce las promesas de Dios o porque no quiere dejar de pecar.
Sin embargo es tal el poder que Dios nos ha dado para hacer su voluntad, que ni Satanás puede hacernos frente. La escritura dice:
Santiago 4:7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Es decir; si estamos sometidos a Dios, si queremos vivir para hacer su voluntad, si queremos dejar de pecar, entonces no hay ni un solo pecado en nuestra vida que no podamos dominar con el poder de Dios.
Digámoslo de esta forma: Siempre podemos hacer la voluntad de Dios, no importa lo complicada que pueda ser la situación, el problema es que nuestros fuertes deseos de hacer las cosas a nuestra manera, son los que nos llevan a tomar la decisión de no hacer la voluntad de Dios.
¿Podemos leer las escrituras todos los días? ¿Podemos orar todos los días? ¿Podemos hacer lo correcto todos los días? ¿Podemos hacer la voluntad de Dios en todo momento? La respuesta a todas estas preguntas, es sí.
¿Dónde está el problema? ¿En nuestros deseos o en que tomamos la decisión de complacernos?
El problema no está en nuestros deseos, el problema está en nuestra falta de confianza en Dios, que nos lleva a tomar la decisión equivocada.
Imaginémonos que Dios nos pidiera hacer todo lo que nos gusta… ¿Habría algún problema?
Pensaríamos que no, sin embargo, si Dios nos mandara a hacer todo lo que nos gusta, lo más seguro es que no duraríamos mucho, porque muchas de las cosas que queremos hacer, en realidad nos benefician nuestra vida espiritual.
Es decir; nuestra alma está acostumbrada al mal, si seguimos actuando de esa manera no tendremos nada al final de nuestra vida.
Esa misma situación la podemos encontrar en otros aspectos de nuestra vida. Muchos no nos alimentamos de la manera más saludable, porque decidimos comer cosas que nos gustan pero que no nos benefician. Hay otros que no se ejercitan, sabiendo que necesitan hacerlo, pero no lo hacen porque prefieren descansar.
¿Pero podemos hacer las cosas de manera correcta? Sí, al menos tan correctas como logremos entender que son correctas, de allí la necesidad de conocer mejor a Dios y su palabra.
Pero vivir de manera correcta no sintiendo ganas de hacerlo, resulta para el hombre en una vida de tortura. (Precisamente por esto muchos desfallecen y vuelven al mundo)
¿Qué es entonces lo mejor que nos puede pasar en esta situación? Lo mejor que nos puede pasar es que Dios cambie nuestro corazón, eliminando nuestros malos deseos, y colocando unos buenos deseos para que hacer su voluntad nos resulte agradable.
No les parece bueno que cada vez que Dios nos pidiera hacer algo, fuera exactamente lo mismo que nosotros queremos hacer.
Y entonces cuando Dios nos dijera: Quiero que tengas discípulos, o quiero que abras un grupo de oración, o quiero que seas fiel con tus diezmos, o quiero que comiences a predicar, o quiero que perdones a tus enemigos, y quiero que saques tiempo para tus hijos, etc. Que nuestra contestación fuera: “Señor por fin me pides eso que alegría, muchísimas gracias”
Pues eso es precisamente lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, pues no se trata de vivir el resto de nuestra vida aguantándonos de hacer lo malo, y por eso tenemos la promesa de que el trasformará nuestro carácter, para que hacer su voluntad nos resulte en algo muy agradable y de mucha bendición.
Por esta razón el apóstol Pablo escribió:
Filipenses 2.12–13 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
El apóstol está hablando no de la justificación que nos otorga la salvación, sino de la salvación del alma, diciendo que es algo en lo cual nos debemos ocupar con mucho temor y temblor, es decir con mucho cuidado y dedicación…Y dice que es Dios quien coloca el deseo y el poder para hacerlo. Pero también escribió:
Gálatas 4:19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros…
Mostrando que aunque Dios es quien cambia nuestros deseos, este proceso no es algo instantáneo pues requiere de tiempo y de paciencia.
Y es por eso que si miramos en el pasaje que estamos estudiando, ese es el siguiente elemento de la lista que menciona el apóstol Pedro:
2 Pedro 1:5 al 6 Por eso, mi consejo es que pongan todo su empeño en: Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien, procurar conocer mejor a Dios, 6 y dominar sus malos deseos. Además, deben ser pacientes…
Si afirmamos nuestra confianza en Dios, si nos esforzamos por hacer el bien, por conocer a Dios y por dominar los malos deseos, si a esas cosas le añadimos paciencia, entonces la paciencia cumplirá su propósito.
Pero si no, si no estamos haciendo las cosas bien, no importa cuanta paciencia le coloquemos al asunto, la paciencia no cambiará nuestro corazón.
Esta aclaración es importante, porque hay muchos que han tenido mucha paciencia, pero mientras siguen haciendo las cosas mal… Y al pasar del tiempo la palabra paciencia es una palabra que se vuelve terrible para ellos, porque no ven los buenos resultados.
También hay quienes han tenido paciencia, pero no para que Dios cambie sus malos deseos, sino para que Dios cambie el mal comportamiento de aquellos que les incomodan o les hacen sufrir.
Y aunque ciertamente a veces debemos tener paciencia para esperar que otros cambien… A veces hay quienes nunca cambia, y es por esto que la verdadera bendición de la paciencia está en que seamos nosotros los que cambiemos.
Eso es precisamente lo que dice el apóstol Santiago que es el fruto de la paciencia.
Santiago 1:3 al 4 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Enseñándonos que la paciencia comienza a funcionar en el momento de la prueba.
Y las pruebas según la escritura, son aquellas situaciones o circunstancias donde básicamente tenemos dos formas de responder. Hago la voluntad de Dios en medio de esta situación o hago mi voluntad.
Le dan una mala noticia, al menos usted la ve así, y ante esa noticia usted se pone a orar, pide perdón a Dios por haber comenzado a afanarse, le da gracias a Dios de todo corazón porque sabe que lo ama y quiere lo mejor para usted. E insiste en mantenerse agradecido con Dios, y cuando le llegan malos pensamientos insiste en oración, para mantenerse confiado y agradecido con Dios.
Esa es la forma correcta cómo debemos pasar las pruebas cuando nuestra fe esta siendo probada.
Pero tengamos en cuenta, que si recibimos una noticia que a otros parece mala, pero a nosotros no, eso no es probar nuestra fe.
La fe es probada solamente cuando hay esa batalla que sólo en oración se puede ganar. Y si nos mantenemos batallando espiritualmente de esta manera, entonces la paciencia cumplirá su propósito de cambiar nuestro corazón, haciéndolos perfectos y cabales sin que nos falte cosa alguna.
Pero si al enfrentar la prueba comenzamos a afanarnos, quejarnos, desanimarnos, deprimirnos, aburrirnos, o hacer malos comentarios llegando aun a maldecír… Entonces la impaciencia no producirá nada bueno en nuestra vida, porque al reaccionar de esa manera estamos mostrando que no hay paciencia.
Y entonces la impaciencia lo que hará es enfermar más nuestro corazón, llenándolo de mas desconfianza respecto de Dios, haciéndonos creer que tenemos la razón mientras que Dios está equivocado por lo que hace o por lo que no hace, y esos malos pensamientos que ya son pecado, nos va a llevar a pecar todavía más.
Y ojo con lo que voy a decir. Es posible que pecando arreglemos la situación. Pero lo que no es posible es que pecando arreglemos nuestro corazón. Y entonces los malos deseos permanecerán, haciendo cada vez más difícil nuestra obediencia al Señor… Y posiblemente obligándolo a disciplinarnos o a quebrantarnos por nuestra necedad.
Uno de los errores que ya mencioné, es que esperamos que nuestra paciencia cambie la situación a nuestro alrededor, lo cual incluye que las personas cambien, mejorando su forma de actuar para que nosotros estemos cómodos.
Es mas, es posible que hasta encontremos pasajes bíblicos, o muchos testimonios para respaldar eso que esperamos.
No quiero decir que esto es completamente equivocado… Pero es muy importante entender que hay una prioridad, y esa es, que nuestro corazón sea transformado gracias a la paciencia en medio de esas situaciones.
Por ejemplo; si la necedad o la rebeldía de su esposa o de sus hijos le sacan la paciencia. Eso en otras palabras quiere decir que cuando otros pecan usted también cae en pecado.
Creo que eso le pasa mucho a muchos cristianos… El pecado de los hermanos en la fe, les afecta de tal manera que ellos también caen en pecado.
La pregunta en esa situación es: ¿Qué cree usted que Dios quiera hacer primero? ¿Cambiar esa persona o esa situación que te hace caer en pecado, o cambiar tu corazón para que aprendas a decir como el apóstol Pablo, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” de tal manera que en medio de esta situación nos mantengamos espirituales?
Si usted aprende a tener paz a pesar del pecado de quienes lo rodean, o en medio de una situación incómoda… Ese beneficio, el haber aprendido a descansar en el Señor teniendo paz, no sólo servirá para esta situación, sino también para otras situaciones futuras, es decir es un beneficio para toda la vida.
Pero si usted tiene paz porque la situación cambió, apenas la situación vuelva a volverse complicada usted volver a perder la paz…. Y entonces tendrá que volver a comenzar de cero.
Por esto la respuesta es obvia. Es muchísimo más importante que nuestro corazón sea transformado. Y por eso es más probable que la mala situación permanezca, hasta que la paciencia cambie nuestro corazón.
Esto me recuerda las quejas de Jeremías… Porque cuando él se quejaba por alguna situación, Dios le contestaba que si se estaba quejando ahora, como sería cuando la situación empeorara, porque iba a empeorar.
Y es que la escritura también enseña que cuando nos quejamos, es muy posible que logremos que que la situación empeore… Y a veces aunque no empeore, con el corazón más dañado nos parecerá peor.
Sin embargo también puede ocurrir, que algunas veces Dios cambie la situación aunque no hayamos aprendido la lección. ¿Por qué?
Posiblemente porque Él ve qué nos vamos a reventar. Esto en otras palabras quiere decir, que en estos momentos el cumple su promesa, que dice que no nos prueba más allá de nuestra capacidad espiritual.
El problema que puede surgir de allí, es que usted quiera seguir siendo tratado como bebe espiritual.
Es decir, usted sigue sin aprender la lección, sin que su corazón cambie, esperando que Dios siga de manera continua cambiando las situaciones a su alrededor, para que usted se sienta cómodo.
Dijo una mentira y el asunto salió bien, gloria a Dios. Pero: ¿Va a seguir diciendo mentiras porque recibió la misericordia de Dios?
Se porto rebelde y de todos modos logro su cometido. ¿Va a seguir siendo rebelde para alcanzar sus objetivos?
No se reúne con la iglesia, no estudia la escritura y no le va mal. ¿Va a seguir descuidando su vida espiritual porque Dios no le ha jalado las orejas?
Se la pasa fornicando, o siendo infiel y todo parece estar bien. ¿Va a seguir haciéndolo porque Dios no lo a disciplinado?
Hacer esto es abusar de la misericordia de Dios y eso no es bueno. La escritura dice:
Romanos 2:4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Más bien debemos pensar que si haciendo las cosas mal, hemos recibido la misericordia de Dios y no nos ha ido mal, pensemos cuan bueno y misericordioso puede ser Dios con nosotros, si hacemos las cosas bien, y tenemos paciencia para que cambie nuestro corazón.
Otro de los errores que podemos cometer al recibir la misericordia de Dios a pesar de nuestro pecado, es: Que hagamos de esa respuesta misericordiosa de Dios una mala doctrina.
La esposa que tenía un marido tan mala clase que un día cuando él comenzó a molestarla tomo un palo le pegó. Y santo remedio… el marido cambió.
Gracias a Dios por su misericordia, pero pensar que las mujeres deben darle palo a los maridos para que cambien, no está de acuerdo a las escrituras. Hay que dejar que sea Dios quien los reprenda.
Usted por un apretón económico se molesto con Dios, le peleo, lo robo, y luego vino cierta abundancia económica… ¿Será que la lección es que hay que ponerse furioso con Dios y además robarle para que responda? Por supuesto que no.
A la pregunta: ¿Qué debemos esperar de parte de Dios, cuando nuestro corazón ha cambiado producto del trato recibido, y de la obediencia en que hemos permanecido?
La verdad es que muchas veces Dios cambia la situación… Como también puede que no la cambie, porque esa misma situación sirve para aprender otras lecciones, o para tratar a otras personas alrededor nuestro.
A veces Dios ha empobrecido a una familia para corregir su comportamiento financiero y habiéndolo corregido, la situación sigue porque Dios quiere enseñar otras lecciones.
Pero lo cierto es que si realmente nuestro corazón ha cambiado, entonces aunque la situación no cambie tendremos mucha paz, y sabremos esperar el tiempo de Dios en que las personas o las situaciones cambien… Y si no cambian, como nuestro corazón ya cambio, la situación la podemos sobrellevar con gozo y con paz.
Como pueden ver, la paciencia es fundamental en este proceso para eliminar de nuestro corazón todos esos malos deseos, y que con gusto hagamos de manera continua la voluntad de Dios.
Pero no solo para eso, de hecho el sólo querer vivir haciendo el bien hace que necesitemos paciencia… El apóstol Pablo escribió a su discípulo Timoteo:
2 Timoteo 3:10 al 12 Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, 11persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. 12Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;
Alguien escribió; “No hay nada más detestable que vivir con una persona que siempre diga la verdad”
Y entonces la esposa le pregunta al marido: ¿Estoy gorda? El marido sabe que si le dice la verdad va a ser un problema, y entonces le dice; estás muy bella. El marido le pregunta a la mujer : ¿me veo muy viejo mi vida?… Y ella que sabe lo orgulloso que es por eso le dice; no mi vida lo que estás es lleno de sabiduría.
O la otra persona que está cantando y luego pregunta: ¿Cómo canté? Y canto horrible pero como se lo voy a decir…
Si aún a veces los cristianos tienen problemas para decir o recibir estas verdades. Imagínese lo que piensan las personas que no les interesa Dios, que no les interesa hacer las cosas bien, que sólo quieren dinero y cumplir con sus propósitos.
¿Será que a estas personas les fascina su integridad, su honestidad, su diligencia, su puntualidad y sobre todo será que les fascina que usted les hable de Jesucristo? Pues a la gran mayoría no les gusta.
Por eso el apóstol dice que si nosotros deseamos vivir y dar testimonio de Jesucristo, sufriremos persecución. Y si vamos a sufrir persecución entonces vamos a necesitar paciencia para soportarlo.
Con esto lo que quiero decir es que la paciencia es un elemento que va a formar parte de toda nuestra vida. El apóstol también escribió:
Efesios 4:1 al 2 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
No está hablando de soportar a los incrédulos, sino a nosotros, a los cristianos, pues siempre habrá cristianos inmaduros, siempre habrá cristianos comenzando, siempre habrá cristianos necios y por eso siempre vamos a necesitar paciencia. En otra parte escribió:
Colosenses 3:12 al 13 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Y aun entre los cristianos maduros, mientras comentamos pecados vamos a necesitar de la paciencia y el perdón de los demás, así cómo debemos aplicar paciencia y perdonar los pecados de los demás.
¿QUÉ NOS AYUDA A TENER MÁS PACIENCIA?
La paciencia que Dios ha tenido con nosotros
Creo que una de las razones más poderosas por las cuales debemos aprender a tener paciencia, no sólo con nosotros mismos sino con los demás, es ver y comprender la paciencia que Dios ha tenido con nosotros.
El Señor Jesús en una parábola enseño…
Mateo 18:32 al 33 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
Aunque el pasaje no nombra la paciencia, nombra algo más valioso pero que requiere de la paciencia. La misericordia. Y la maldad de aquel siervo fue no haber tenido la misma misericordia que su Señor tuvo con Él.
Respecto de la paciencia es igual, el apóstol Pablo escribió:
Romanos 2:1 al 6 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. 2Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. 3¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? 4¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
Cuando juzgamos a otros como pecadores, acordémonos que somos pecadores, y tratémoslos con la misma benignidad, paciencia y misericordia, con que Dios nos ha tratado a nosotros.
Y yo añadiría, que no es lo mismo que un borracho le tenga paciencia a otro borracho, a que una persona que jamás bebe tenga que lidiar con el borracho.
Lo que quiero decir es que no es lo mismo la paciencia que los hombres debemos tener con los hombres, siendo todos pecadores, a la paciencia que Dios Santo y perfecto debe tener con nosotros. Es decir; si a nosotros nos parece horrible el pecado de los demás siendo pecadores: ¿Cómo le parecerá a Dios el pecado nuestro?
Lo segundo que nos ayuda a tener paciencia, es la grandeza de la esperanza que tengamos.
Si a usted le dicen acurrúquese ahí tres horas aunque se encalambre, que luego le vamos a regalar diez pesos. Por supuesto que no valdrá la pena tener paciencia y soportar esa situación por sólo diez pesos, pero si el premio por esa disciplina es de un valor increíblemente grande, entonces el asunto cambia.
Creo que muchos hemos visto alguna parte de los realitis en televisión, donde los participantes soportan situaciones extremas por un premio terrenal. El apóstol Pablo hablando de los premios escribió:
1 Corintios 9:24 al 25 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Es decir en términos generales, lo que nos ayuda a tener paciencia es la confianza que tengamos en Dios.
Por supuesto, y para terminar, la grandeza del ofrecimiento de Dios para nosotros pierde su valor, si no tenemos suficiente fe en Dios, para tener la certeza de que él con su poder nos llevará y nos dará lo prometido.
En la carta a los hebreos podemos leer:
Hebreos 10:36 al 39 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. 37Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 38Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. 39Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.
Recuerden… No sólo Dios quiere que dominemos nuestros malos deseos, sino que quiere eliminar esos malos deseos para que hacer la voluntad de Dios, sea para nosotros la cosa más deliciosa, que además traerá la bendición y la recompensa más grande que se pueda obtener.