MIRAD CUAL AMOR – PARTE 2

MIRAD CUAL AMOR – PARTE 2

QUIEN ES ESTE FILISTEO INCIRCUNCISO

I. INTRODUCCIÓN

1 Juan 3.1–3 Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. 2Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. 3Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro.

Somos hijos de Dios. Y el ser hijos de Dios, es la muestra más grande del amor de Dios por nosotros… Además todavía no hemos llegado a lo mejor, que será cuando Jesucristo aparezca, pues en ese momento llegaremos a ser como el. Lo cual va a ser algo espectacular… Y por esta razón tenemos que enfocarnos en que nuestro corazón sea cambiado, para que nuestro cuerpo como en nuestro corazón, nuestra vida glorifique a Dios.

Pero también dice que el mundo no puede entender lo que somos; no sabe lo valiosos que somos a los ojos de Dios; no puede entender los privilegios que tenemos. Y si les contáramos que vamos a terminar como ángeles gobernando sobre la humanidad, mientras vivimos en la Jerusalén celestial… Con toda seguridad van a pensar que estamos locos, porque ellos no conocen a Dios, mucho menos lo que somos para Dios y lo que el quiere hacer con nosotros.

Y esto por supuesto es muy malo para ellos, porque se pierden el privilegio que podrían tener de tratarnos como hijos de Dios… Es decir; somos tan importantes a los ojos de Dios que Jesús dijo:

Marcos 9.41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

Pero contrario a favorecernos, lo que están haciendo es tratar de acabar con nosotros. Y por supuesto ellos no entienden que están siendo usados por Satanás, para cumplir los propósitos que el tiene, no sólo de destruir a los cristianos, sino también a ellos mismos.

Dios es un Padre que edifica a sus hijos. Satanás es un padre que los destruye.

Sabemos que la estrategia más poderosa que usa Satanás para destruir a los hombres es el miedo. Un buen ejemplo de esto es evidente en esta época, donde por causa del miedo, la mayoría de los hombres en todo el mundo están perdiendo cada vez más sus libertades, para quedar bajo el dominio de unos pocos que no tienen buenas intenciones.

Este miedo; está siendo inculcado en todos los hombres básicamente a través de los noticieros, donde sólo se comunica lo que ayuda a aumentar este miedo, siendo capaces de dar noticias falsas, de ocultar la verdad, o de solo contar verdades incompletas para cumplir su propósito.

Y aunque las redes sociales tratan de alguna forma de mostrar la verdad, el problema es que las redes sociales también comunican muchas mentiras, de tal manera que la gente no sabe qué creer.

Entonces los hombres esclavos del miedo a la muerte, hacen lo que les digan pues librarse de la muerte, es para ellos muchísimo más importante que librarse de la esclavitud a la que están siendo sometidos sin darse cuenta…

Pero aunque la escritura enseña que el miedo es la herramienta de Satanás, la verdad completa es que el miedo a las cosas que realmente debemos tenerle miedo, es de gran ayuda para prevenir el sufrimiento, y la muerte eterna. Y es por esta razón que Dios a través de su profeta advertía a su pueblo, y a nosotros diciéndonos:

Isaías 8.12–13 No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. 13A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

No está bien que nosotros le tengamos miedo a las cosas que la gente común le tiene miedo, y eso incluye las conspiraciones que puedan aparecer de parte de los hombres.

Y aunque hay muchos sermones que enseñan que no debemos tenerle miedo a Dios, sino sólo un temor reverente que nos lleve a respetarlo y obedecerle. Acabo de leer; que además de ese temor reverente, también debemos tenerle miedo a Dios.

Pero en lugar de hacer caso a lo que Dios dice, muchos le tienen miedo a las conspiraciones de los hombres, pero no le tienen miedo a Dios. Y la pregunta es: ¿Será sensato vivir de esa manera, sin tenerle miedo a Dios, y teniendo miedo a otras muchas cosas?

No falta quien piense: “Yo no le tengo miedo a Dios porque Dios es amor, es paciencia y misericordia”

Eso suena muy bien y muy espiritual, pero desafortunadamente contradice lo que acabamos de leer en la palabra de Dios.

Otros dicen que ese era el Dios del viejo pacto, pero que ahora bajo el Nuevo Pacto Dios se manifiesta como un Dios de amor. Eso también suena muy bien, pero también contradice las palabras de Jesús, el cual dijo muy claro:

Lucas 12.4–5 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.

Es el mismo mensaje del viejo pacto. No debemos temer a la muerte, no debemos tener temor a que alguien nos mate o a que alguna enfermedad nos mate… Pero si debemos temer a aquel que tiene el poder de quitarnos la vida y echarnos en el infierno. Y el unico que puede hacer esto, es Dios.

Eso quiere decir cómo escuché a alguien, que el peor enemigo de los hombres no es Satanás. El peor enemigo de los hombres es Dios, pues a aquellos que lo ignoren los echará en el infierno. Es decir no es Satanás quien castiga, el también será castigado, es Dios quien castigará a quienes lo ignoren. El salmista escribió:

Salmo 119.119–120 Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; Por tanto, yo he amado tus testimonios. 120Mi carne se ha estremecido por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo.

Reconociendo que Dios podía acabar con todos los impíos de la tierra, cómo lo hizo con el diluvio, donde millones de personas murieron, como lo hizo con Sodoma y Gomorra… Por esta razón este hombre manifiesta un temor que estremece su carne, de pensar que Dios pueda lanzar un juicio sobre su vida.

Sin embargo a los incrédulos les parece ridículo tenerle miedo a Dios. Pero tristemente parece que a muchos cristianos también les parece ridículo tenerle miedo a Dios, y por eso perseveran en sus pecados sin temor a que un juicio de Dios caiga sobre sus vidas. Ignoran que su palabra dice:

Hebreos 10.30–31 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Así es de que; el miedo a lo que no debemos temer, es la herramienta de Satanás para esclavizar a los hombres. Mientras que el miedo a lo que sí debemos temer, los juicios de Dios, es un miedo que nos permite vivir en libertad, porque nos protege de caer en el pecado que nos esclaviza.

Bajo el viejo pacto podemos ver como Dios uso del miedo para proteger a su pueblo, y para que pudieran disfrutar de las promesas que les había dado. Podemos leer:

Deuteronomio 11.24–25 Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. 25Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová vuestro Dios sobre toda la tierra que pisareis, como él os ha dicho.

Dios colocaba miedo, temor y pánico sobre los pueblos enemigos de Israel para que no lo molestaran. Pero es muy importante aclarar que esos pueblos, no tenían miedo del pueblo de Israel, sino del Dios que los israelitas tenían. Un Dios que abría el mar para protegerlos y lo cerraba para destruir a sus enemigos, un Dios que hacía llover fuego o granizo del cielo, o que madaba plagas para destruirlos.

Este temor funcionó siéndoles de ayuda para sus conquistas. Pero hay algo más respecto de esto, y es que la forma como los otros pueblos podían eliminar el temor de sus vidas, era creyendo en el Dios de Israel y aliándose con el pueblo de Dios.

Pero así como la confianza en Dios eliminaba este temor que Dios colocaba sobre sus enemigos, cuando el pueblo de Dios dejaba de confiar en Dios, las desobediencias del pueblo, con el tiempo llevaban al pueblo de Israel a caer en esclavitud, por terminar teniéndole miedo a lo que no debían temer.

La Escritura nos cuenta de una época, donde de manera similar a lo que está ocurriendo en la actualidad, a través de un “noticiero” al cual estuvo expuesto el pueblo de Israel, fue víctima del miedo que les infundieron, miedo que los mantuvo controlados y paralizados ante sus enemigos.

En aquella época los filisteos invadieron el territorio de Judá, razón por la cual el pueblo de Israel se preparo para la batalla. Sin embargo todas las mañanas y todas las tardes, ese es el noticiero al que me refiero… Aparecía un filisteo llamado Goliat el cual era un guerrero gigante, con tremenda armadura espada y una lanza gigantesca, que los retaba a un duelo a muerte para definir quién sería esclavo de quien. El resultado de su continua amenaza por supuesto que funcionó… Nos cuenta la escritura:

1º Samuel 17.11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.

Esto se repetía día tras día. Cada vez que el pueblo se preparaba para la batalla, aparecían los filisteos y salía éste paladín de en medio de ellos, y los desafiaba a pelear contra el… Hasta que un día llegó al campamento del pueblo de Israel un hombre llamado David, el cual según Dios, tenía un corazón conforme a el.

Tener un corazón conforme a Dios, es el resultado de caminar con Dios creyéndole, y obedeciéndole de manera continua, de tal manera que la confianza en Dios crece cada día más, trayendo como resultado que el corazón cambie, llegando a ser un corazón que agrada a Dios.

En la escritura hay un hombre que me parece muy especial y misterioso, pues su historia es muy corta:

Génesis 5.24 Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.

Camino con Dios significa que le creyó a Dios y como consecuencia vivió obedeciéndole, durante 365 años, lo cual es un tiempo corto pues comparado con Matusalen que vivió 979 años, es decir como a la tercera parte de su vida el Señor se lo llevó.

Y la escritura después de casi 5.000 años nos explica en el libro de hebreos, porque Dios se lo llevó a su presencia sin que tuviera que pasar por la muerte. Dice así:

Hebreos 11.5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

Su vida gracias a su confianza en Dios, fue tan agradable, que el Señor se lo llevó a su presencia.

David también desde joven caminaba con Dios, lo cual había hecho que su confianza en Dios creciera. Y cuando llegó al campamento, fue por causa de un encargo de su padre para sus hermanos que estaban en la guerra. Y la escritura nos cuenta…

1º Samuel 17.23–24 Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. 24Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.

Como podemos ver, esa continua repetición de las amenazas de muerte tenían controlados a todos los hombres de Israel, que huían a causa del miedo. Hasta el rey que había sido colocado por Dios para defender a su pueblo estaba asustado, y por eso en lugar de atreverse a ir a pelear, estaba ofreciendo recompensas para el que lo hiciera. Dice así:

1º Samuel 17.25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.

Pero a pesar de esos ofrecimientos, la hija del rey como esposa, grandes riquezas, no pagar impuestos ni él ni su familia durante toda la vida, nadie se atrevía a enfrentar a Goliat.

Esta situación de esclavitud se venía repitiendo durante 40 días… (cualquier parecido a una cuarentena) Hasta que un hombre con un corazón conforme a Dios escuchó las amenazas…

1º Samuel 17.26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?

David tiene una actitud muy diferente a la de todo el pueblo. Este hombre no estába controlado por el temor, y por eso logra ver con claridad el oprobio y la vergüenza al que el pueblo de Dios esta sometido producto del miedo. Mientras que los que están controlados por el miedo no logran ni pensar con claridad, ni reconocer la verdad.

Y estando convencido qué esa no es la forma en que Dios quiere que su pueblo viva, está decidido a pelear contra este gigante convencido que obtendrá la victoria.

En este punto creo necesario hacer una aclaración respecto de malas enseñanzas que se han difundido, porque algunos a ver estas historias de la escritura, han enseñado que la clave está en una mente positiva, que declara palabras positivas, y por esta razón se obtiene la victoria.

Seguramente algunos creyentes que han recibido estas malas enseñanzas, en este tiempo andarán repitiendo: “Yo no me voy a enfermar, yo soy un hijo de Dios, yo estoy protegido, a mi la enfermedad no me tocará” … Y hasta andarán preocupados manteniendo esa positividad para obtener la victoria, porque parte de la enseñanza que algunos han recibido, es que si dejan de confiar, pierden!

Para aclarar estas cosas la pregunta es: ¿Los cristianos, los auténticos hijos de Dios que hemos nacido de nuevo, debemos ser positivos?

La respuesta es sí y no. ¿Porque sí y porque no? Por qué los hijos de Dios debemos ser 100% positivos respecto de la voluntad de Dios. Y debemos ser 100% negativos respecto de la voluntad del hombre que desobedece a Dios.

¿Y porque debemos ser 100% positivos respecto de la voluntad de Dios? La pregunta es tonta porque la respuesta es obvia. Porque no hay duda que Dios respalda al que hace su voluntad. Dios dice:

Isaías 43:13 Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?

Nuestro poderoso Dios y Padre está por encima del tiempo, del espacio y de todas las cosas. Y el ha declarado que si él quiere empobrecer, humillar, enfermar o llevar a la muerte a alguien… Nadie podrá estorbar lo que el quiera hacer.

Pero precisamente por esta misma razón, es que los cristianos debemos ser 100% negativos cuando hacemos lo que queremos ignorando la voluntad de Dios.

Esto es muy fácil de entender…El mismo poder de Dios que nos respalda, es el mismo poder de Dios que enfrentamos cuando no hacemos su voluntad.

Claro que si no creemos en el respaldo de Dios, tampoco creemos que sea peligroso enfrentarlo.

Pero cuando creemos en el respaldo prometido, entendemos que por encima de ser positivos o negativos, lo importante es poder reconocer con claridad, que es voluntad de Dios y que no es voluntad de Dios. Porque de eso dependerá la victoria o el fracaso.

Si recordamos el mensaje de la semana pasada, podemos ver que hay dos cosas supremamente valiosas e importantes, que deben estar unidas para poder disfrutar de la enorme bendición de Dios.

En primer lugar debemos ser y reconocer que somos hijos del Dios todopoderoso, del Altísimo. El cual como buen Padre a prometido darnos la provisión y la protección necesaria, para que podamos hacer su voluntad.

Y lo segundo que debemos tener muy claro es: Que sólo viviendo en la voluntad de Dios podemos disfrutar de ser hijos de Dios.

Podemos decir que ser hijo de Dios es como tener un auto increíble. Y hacer la voluntad de Dios es como la gasolina… La pregunta es: ¿De que serviría un auto increíble si no tenemos gasolina? O:¿De que serviría tener gasolina si no tenemos un auto donde echarla?

Por esto lo primero que debe hacer un incrédulo si tenemos en cuenta el ejemplo, es conseguirse un auto. Es decir; si un incrédulo no acepta a Jesucristo como su Señor y no es convertido en un hijo de Dios, en una nueva criatura, de nada le servirá hacer la voluntad de Dios si es que logra hacerla. En la escritura podemos leer:

Isaías 64.6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

No importa lo bien que se porte una persona, si no es un hijo de Dios jamás logrará agradar a Dios.

Es por esta misma razón que Jesús le dijo a Nicodemo; un religioso, un maestro de las cosas de Dios, un buen gobernante… Pero a pesar de lo importante o de lo bueno que fuera a los ojos de los hombres, eso no le servía de nada. Por eso Jesús le dijo:

Juan 3.3 De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Insisto en esto, porque algunos creyentes ven a sus familiares o amigos que son buenas personas, que son muy correctos, y piensan que ellos por estar haciendo las cosas bien, tendrán una buena eternidad en la presencia de Dios, pero no es cierto.

Hacer la voluntad de Dios para el que no es hijo de Dios no trae beneficio. Hacer la voluntad de Dios sin ser hijos de Dios es como correr una maratón sin inscribirse en la maratón, y en una dirección diferente… Donde no importa lo veloz que seas, jamás ganarás, por qué no estás en la lista de los corredores.

Pero si ya somos hijos de Dios, entonces debemos estar 100% positivos de que realizar la voluntad de Dios es bueno para nuestra vida…. La pregunta es: ¿Estamos plenamente convencidos que hacer la voluntad de Dios, es lo mejor para nuestra vida y eternidad?

No necesitamos responder con palabras… Nuestra obediencia o desobediencia a la voluntad de Dios, es la verdadera respuesta.

Aveces nos engañamos de tal manera que necesitamos preguntas tontas a ver si entendemos nuestro enredo. Algo así como: ¿Si estamos convencidos que hacer la voluntad de Dios es lo mejor para nuestra vida, porque Dios es bueno, y porque Dios sabe lo que hace… Entonces porqué no lo estamos haciendo?

Cuándo mentimos, cuando somos incumplidos, cuando no somos fieles, cuando nos metemos donde no debemos, cuando no controlamos la lengua, cuando juzgamos mal a los demás, cuando no perdonamos… Es porque no confiamos en que hacer la voluntad de Dios sea bueno para nuestra vida.

El rey Saúl no estaba convencido que enfrentar a los filisteos con su paladín Goliad, fuera algo que trajera bendición a sus vidas. Más bien, su falta de confianza en Dios y su miedo lo habían convencido de todo lo contrario. De que era una desgracia lo que les iba a suceder, y por eso evitaba la batalla.

No creía en el poder de Dios que lo respaldaba para obtener la victoria haciendo su voluntad, y no creía en los buenos resultados de la situación que enfrentaba. Y como bastante tiempo vivió convencido de que hacer la voluntad de Dios no era lo mejor para su vida, llegó el tiempo en que colmada la paciencia de Dios, por causa de sus desobediencias, Dios decidió desecharlo.

A algunos se los lleva Dios porque dieron testimonio de haber agradado a Dios, otros se los lleva como a la fruta podrida para que no contamine mas.

Y cuando fue desechado, profeta Samuel que era el encargado de guiar al pueblo hacia Dios, parece que tampoco estaba convencido de que la decisión de Dios fuera lo mejor… Y entonces:

1º Samuel 15.35 Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.

Samuel lloraba a Saúl porque Dios lo había desechado, y eso que Saúl todavía no había muerto. Y cuando la escritura dice que Dios se arrepintió, no es que Dios se haya arrepentido, sino que a través de esta frase manifiesta su descontento por la maldad de Saul que lo llevaba a ser desobediente, razón por la cual lo desechó.

Pasa el tiempo, no se cuanto. Pero en el versículo siguiente podemos leer:

1 Samuel 16:1 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.

Para los que no conocen la historia, Saúl fue elegido el primer rey en Israel porque el pueblo consideró que era el más hermoso, el más valiente, el más apto para gobernarlos. Pero este hombre al igual que Satanás, se envaneció, y comenzó a hacer las cosas a su manera. No gobernó como Dios quería, y llegó aun a pretender usar al siervo de Dios, y las cosas de Dios para su propio beneficio.

Pero la gota que reboso la copa, fue cuando Saúl desobedeció a Dios, argumentando que había hecho aun mejor de lo que Dios había mandado… Como si fuera posible.

Es increíble hasta donde puede llegar el embrutecimiento de un hombre que no confía en Dios, pues llegan aún a convencerse que su desobediencia es la voluntad de Dios.

Una pregunta que creo muy importante que nos hagamos es: Si estámos dispuestos a hacer la voluntad de Dios, y Dios desecha alguna cosa a nuestro alrededor, o desecha el camino por donde queremos andar… ¿Debemos nosotros desechar lo que Dios ha desechado?

La respuesta obvia es sí. Por qué no desechar lo que Dios ha desechado, es ir en contra de Dios. Y cuando Dios desecha a una persona y nosotros no, es como si quisiéramos mostrar que tenemos más paciencia que Dios, o mas misericordia, o que sabemos más que Dios… Qué Dios nos libre de creernos más buenos que Dios.

Además, cuando no estamos de acuerdo y no desechamos lo que Dios desecha, lo más seguro es que tampoco apreciaremos lo que Dios aprecia. Y esto lo podemos ver en la actitud de Samuel frente a lo que Dios le ordena. Pero: ¿Qué es lo que Dios le manda a hacer?

1 Samuel 16:1 Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.

Habiendo desechado a Saúl, Dios manda al profeta para ungir a David como el próximo rey. ¿Y qué es lo que Samuel responde?

1 Samuel 16:2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría.

Puede ser un poco especulativo lo que voy a decir, pero cuando tenemos mala actitud sobre algún mandato de Dios, es muy común, que al primer pequeño inconveniente encontremos una disculpa para decir que no podemos obedecer.

Le piden a usted un favor que no quiere o no le gusta hacer. Usted hace una llamada, no contestaron. Usted argumenta que ya hizo todo lo posible y no se pudo. Pero: No repitió la llamada, no averiguó si había más teléfonos, no se preguntó si vivía cerca. Con una sola llamada satisface su conciencia y no hizo más…. Y cuando le preguntan responde: Imposible, no se pudo.

Qué diferente es cuando pedimos permiso y nos autorizan a hacer algo que si deseamos hacer. Pues cuando aparecen las complicaciones, también aparecen toda clase de ideas aun complicadísimas y muy rebuscadas, para lograr hacer lo que sí queremos hacer.

Tenemos una fiesta espectacular, en el club más elegante, la comida va a ser deliciosa, la orquesta, etc. Pero no tenemos con quién dejar los niños. Seguro que re buscamos hasta que encontramos. Pero si la invitación es a algo que no nos agrada mucho, o si la invitación a esa algo qué tiene que ver con la iglesia o el ministerio, ahí nos aparece la responsabilidad y decimos: “Los niños no se pueden dejar con cualquiera”

Si el evento es espectacular, cargamos con los hijos, pero si no es tan bueno no los incomodamos. Y esto se aplica a las muchas cosas que se interponen para hacer lo que Dios desea que hagamos.

Con buena actitud, es decir confiando en lo bueno de la voluntad de Dios las hacemos… Con mala actitud encontramos disculpas para no hacerlas.

Samuel recibe la orden, y como parece ser algo que no desea hacer mucho. Todavía llora por el pasado. Entonces encuentra problemas para realizarla. Dios le dice:

1 Samuel 16:2 Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.

Así de sencillo. ¿Pero porque no se le ocurrió a Samuel? Es más; ¿Quien se iba a atrever a decirle al profeta que no podía ir a hacer un sacrificio?. Él era el sacerdote y gozaba de tremenda autoridad.

Cuando Saúl fue desechado por no matar a cierto rey, fue Samuel quien lo decapitó. Y por esa autoridad que el pueblo veía en el, es que leemos:

1 Samuel 16:4 Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?

El pueblo le tenía miedo. El pueblo reconocía la autoridad del profeta de Dios, pero Samuel por su mala actitud había olvidado quién era, y por lo tanto quien lo respaldaba.

Samuel no pareciera haber entendido que una cosa son los hombres con todo su poderío, y otra muy diferente los siervos de Dios con el respaldo de Dios. Pareciera que Samuel tuviere una mala visión de sí mismo, de su realidad en el reino de Dios.

Esto pasa cuando damos más valor a la posición, el poderío, las riquezas o la valentía de los hombres, qué al carácter, el poder y las decisiones que Dios toma.

A veces es tanta la ceguera de los hombres que prefieren pelear contra Dios, y no contra los hombres…

Así hay muchos cristianos que prefieren no hacer la voluntad de Dios, para no tener que pelear contra los hombres… La mujer o el marido que no hacen la voluntad de Dios, para no tener problemas con su cónyuge… Sin entender que están peleando contra Dios, lo cual si es algo verdaderamente grave.

Y con esta escala de valores distorsionada el profeta se va a buscar el nuevo rey. Y cuando va a ungir al nuevo rey, por qué al ver sus cualidades cree haberlo encontrado, Dios le dice:

1 Samuel 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

Y la equivocación de Samuel se repite varias veces, hasta que al fin:

1 Samuel 16:13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.

Y entonces volviendo a nuestra historia original, allí está David, el que fue ungido por Dios a través de Samuel, convencido no sólo de que será el siguiente rey en Israel, sino de que el pueblo es igualmente el pueblo elegido por Dios. Por eso ante la agresión y la humillación de los filisteos él responde:

1 Samuel 17:26 Porque, ¿quién es este filisteo pagano para desafiar así al ejército del Dios viviente?

David consciente de lo que él era por estar respaldado por Dios, le parece un atrevimiento que este filisteo incrédulo, se atreva a desafiar… Al ejército del Dios viviente.

La primera vez que yo leí esto no entendí. Leí varias veces. Pensé que David se estaba refiriendo a ángeles poderosos que al estilo de los dioses del Olimpo con rayos destruirían a sus enemigos.

Pero no, cuando David menciona al ejército del Dios viviente se está refiriendo al pueblo de Israel. Al pueblo que cobardemente huía ante Goliat. Al pueblo que además, casi que ni armas tenían, y parece que sólo había una armadura, la del rey Saúl.

Fijémonos que David no está mirando cómo miraba Samuel. Samuel y el pueblo temían a los poderosos y menospreciaban a los que parecían débiles. En cambio David menospreciaba a los poderosos y veía a los débiles como el ejército de Dios.

Y el rey del ejército del Dios viviente que era Saúl: ¿Cómo se veía? La escritura nos cuenta que era una cabeza más alta que todos los judíos, y era posiblemente el único que tenía armadura.

¿Quién era el mejor candidato para enfrentar a Goliat? Saúl. Pero el lugar de confiar en el respaldo de Dios para hacer lo correcto… Prefirió pagar para que otro lo hiciera. Y por eso ofreció a su hija en matrimonio, con muchas riquezas y exención de impuestos…

Contrario a todos ellos, David plenamente convencido de lo que era, y de lo que Dios quería, estaba dispuesto a enfrentar el filisteo. Sin embargo, la opinión de otros por ejemplo; su hermano mayor:

1 Samuel 17:28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.

Lo acusó de irresponsable, de soberbio y de malicioso, la malicia de querer ver sangre. David está caminando, obedeciendo a la voluntad de Dios, decidido a enfrentar a aquel que tenía aterrorizado a su pueblo… Pero menosprecio e insultos es lo que recibe de aquellos, de los de su propio pueblo que no confían en Dios.

Debemos preguntarnos: ¿Qué es lo que esperamos recibir de los incrédulos, cuando hacemos la voluntad de Dios?

David sabiamente se aparta… Luego es llevado ante el rey:

1 Samuel 17:32 Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.

Y lo que vemos aquí es al insignificante ante el mundo, dándole palabras de consuelo al poderoso ante el mundo.

Por supuesto Saúl, al igual que los demás, le dice que él no puede contra ese filisteo. Y David le cuenta como desde su juventud, siendo pastor de ovejas, enfrentaba siempre a los enemigos de las ovejas. Leones u osos o lo que fuera.

Cuando convence al rey, el rey le da su armadura. David no sabe usarla, se va con lo que él sabe usar.

El filisteo al verlo lo menosprecia, lo maldice, pero David contesta:

1 Samuel 17:45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.

Nosotros los hijos de Dios, los auténticos hijos de Dios, porque muchos creen serlo y no lo son y lo demuestran por su continua desobediencia… Pero los auténticos somos el ejército de Dios, somos parte de los escuadrones del Dios viviente… Pero nuestra batalla no es una batalla en lo físico sino una una batalla espiritual…

Y según lo que estamos viendo, todos tratarán de menospreciar el que seamos hijos de Dios. Satanás usara a cualquiera para llenarlos de miedo, para que no confiemos en el respaldo que Dios ha prometido para nuestras vidas, para que no confiemos en lo bueno de la voluntad de Dios para nosotros, para qué no creamos en el poder que el Espíritu Santo nos da para obedecer en todo momento.

Todo esto para hacernos completamente inútiles frente a los poderes del mundo… La pregunta es: ¿Y tú a quién le vas a creer? ¿A Dios y su palabra… O al mundo y sus mentiras?

Si el Señor dice que eres su hijo, hijo del Dios todo poderoso, y que te respalda al 100% para luchar contra el pecado… La pregunta es… ¿Vas a hacer la voluntad de Dios?

Cuando Saúl ve a este hombre decidido a enfrentar a este gigante, aun seguramente pensando que David va a morir, pregunta:

1 Samuel 17:55 al 56 Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿De quién es hijo ese joven? Y Abner respondió: 56Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven.

Ojo padres, cuando nuestros hijos andén por ahí, haciendo lo que estén haciendo, estarán hablando de nosotros sus padres. Están hablando de lo que les enseñamos, estarán hablando de la forma como los educamos, de los valores, los principios, de cuánto les enseñamos a amar honrar y temer a Dios.

Si no le puedes dar educación, si no le puedes dar buena ropa, sino le puedes dar buena comida, eso no importa. Mientras les puedas presentar delante de Dios para que convirtiéndose en hijos de Dios, vivan como hijos del todopoderoso, derrotando al pecado.

David, no siendo positivo sino realista respecto de quién era a los ojos de Dios, obtiene la victoria. Producto de la victoria el pueblo se anima y entonces son los filisteos los que se asustan y son derrotados.

Traten por favor de imaginarse la siguiente escena:

1 Samuel 17:57 Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. 58Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.

Nuevamente la pregunta de Saúl es sólo una: ¿Muchacho de quién eres hijo? Es como si lo único importante fuera eso; ¿De quién eres hijo?

¿De quién somos hijos nosotros?

Y según la escritura, siendo bien pero bien claros, hay solo dos clases de paternidad sobre la tierra.

1 Juan 3:10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

Pues bien, tenemos claro que los que hemos creído en Jesucristo somos hijos de Dios, por eso leemos que se dice de nosotros:

1 Juan 3:1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;

Y eso que somos, hijos de Dios; es lo que hace la diferencia en la forma cómo vivimos nuestra vida.

Los hijos de Dios debemos vivir como dice Pablo siento mas que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Y porque no mencionarlo también, somos disciplinados por Dios cuando no hacemos su voluntad. El que no es disciplinado cuando se tuerce, no es hijo de Dios.

Si queremos aplicar los buenos principios y actitudes de la vida de David en este tiempo, tenemos que vernos cómo el pueblo de Dios, y entender que los Filisteos, y los Goliat contra los que debemos luchar, son en realidad el miedo y el pecado, que salen de nuestro corazón y que nos hacen perder la bendición de Dios.

Y por último recordemos, que Isaí tuvo ocho hijos pero solo un David. Es decir sus hermanos tuvieron el mismo padre que David tuvo, pero sus hermanos no caminaron con Dios como el sí caminó.

Qué es igual a decir que siendo hijos de Dios, puedes perderte el privilegio de caminar con Dios, y perder así muchas bendiciones…

Por eso: Que enorme bendición ser hijos de Dios… ¿Pero estamos caminando como hijos de Dios?

1 Juan 3.1–3 Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. 2Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. 3Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro.

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