EL AMOR DE DIOS 6
I. INTRODUCCIÓN
Hemos estado hablando acerca del amor de Dios, un amor tan grande y tan perfecto que hace que los hombres que no logran reconocer la gravedad del pecado en su vida no lo puedan entender…
No reconocer la gravedad del pecado quiere decir que el hombre está haciendo muchísimas cosas que son terriblemente malas a los ojos de Dios, pero él piensa que son buenas, y cuando Dios quiere corregir esas malas cosas que el hombre piensa que son buenas… Obviamente el hombre comienza a pensar que le están haciendo un mal, y por eso muchos piensan que; Dios o es malo o no existe.
En esta semana repasando uno de los temas básicos, leía un texto que suena muy duro para nosotros, pues menciona nuestra condición y nuestra actitud antes de conocer a Dios, y dice:
Romanos 6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
No está hablando de ninguna persona en particular, no es que el apóstol conoció a un hombre con estas características de maldad dedicado a la iniquidad e inmundicia… Esta hablando de todos nosotros antes de conocer a Dios, y aunque parezca terrible, menciona que todos estábamos de dedicados a ser inicuos, lo cual implica vivir haciendo conscientemente cosas encontra de lo que es bueno o correcto, y una vida de inmundicia que da a entender también un estilo de vida que contamina que por ser inmundo debería estar apartado de los demás…
¿Pero cuántos de nosotros podemos decir con toda sinceridad que si sabíamos o sentíamos que estabamos viviendo para la iniquidad, cometiendo toda clase de inmundicias? Pienso que ninguno.
Y no poder ver las cosas desde el punto de vista de Dios, es igual a no reconocer nuestra maldad ni nuestra necesidad que ser salvados..
Sin embargo a pesar de no ser conscientes de la profundidad o grandeza de nuestro pecado, por pura gracia por medio de la fe, hemos sido salvados y ahora tenemos como objetivo servir a la justicia.
Pero para servir a la justicia es necesario que seamos sanados, y allí es donde debemos tener la certeza del amor de Dios, que es un amor muy diferente del amor del mundo que dañan la vida espiritual del hombre, pues el amor de Dios tiene como objetivo sanar el alma para que podamos servir adecuadamente a la justicia.
Pero también ya hemos visto, que con este mismo amor con el que Dios nos ama nosotros debemos amar a los demás… su palabra dice:
1 Juan 4.7–8 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Este amor con el que debemos amar a los demás incluye muchas cosas, por ejemplo incluye dar la provisión necesaria, el amor fraternal necesario, la exhortación o motivación necesaria, pero también las correcciones o disciplinas necesarias, para hacer de nosotros personas adecuadas que pueden amar con el mismo amor con que hemos sido amados por Dios.
Porque también ya hemos visto; que amar como hemos sido amados por Dios, es la mayor manifestación de amor que podemos tener hacia los demás, tan importante es amar a los demás de la misma forma en que hemos sido amados, que es una orden dada por Dios para cada uno de nosotros. El Señor Jesús dijo así:
Juan 15.12–13 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Y ojo no es el viejo mandato de amar a los demás como a nosotros mismos… No, lo que Dios desea es que amemos a los demás como Jesús nos ha amado, y eso es bastante diferente a lo anterior.
Podemos dividir la vida cristiana en dos grandes secciones que son inseparables: en primer lugar debemos conocer y experimentar el amor de Dios… Para el segundo lugar poder manifestar ese amor de Dios a los demás.
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