DAME HIJO MIO TU CORAZÓN – PARTE 4
Proverbios 23.26 Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
Dónde entendemos que entregar el corazón a Dios es una acción indispensable, que nos permitirá no sólo seguir estos consejos de vida, sino mirar las cosas como Dios las ve y así poder caminar por sus caminos. Por supuesto quien no entrega su corazón no podrá vivir de esta manera.
Pero inmediatamente después de esta frase viene una advertencia muy severa que dice:
Proverbios 23.27–28 Porque abismo profundo es la ramera, y pozo angosto la extraña. 28 También ella, como robador, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
Advierte que la ramera que sólo ofrece placer o la mujer extraña entendiéndose como aquella mujer con la cual el hombre no debe estar, que son un peligro porque pueden atrapar el corazón del hombre con tanta fuerza, que sólo entregándole el corazón a Dios podemos ser librados de su influencia.
Luego habla del problema de la bebida, más abajo habla de la codicia, de la maldad, la pereza, la envidia, y de una serie de pecados que esclavizan el corazón del hombre de tal manera que ya no hay ningún temor de ir contra los justos…