DAME HIJO MIO TU CORAZÓN – PARTE 1
1 Pedro 1.13–16 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Y dijimos que ceñir los lomos de nuestro entendimiento para no andar planeando nuestra vida como borrachos, era algo así como concentrarnos en pensar de manera muy inteligente, no dejando qué pensamientos absurdos, sin sentido y sin verdaderos valores se metan en nuestra mente, para que pensando de manera muy sabia e inteligente nos enfoquemos y vivamos una muy buena vida, de tal manera que estemos preparados cuando Jesucristo sea manifestado.
Para poder hacer eso es indispensable como dice el verso 14, no conformarnos a vivir como vive la gente del mundo, ni siquiera como las personas buenas del mundo, porque ellos no conocen a Jesucristo y por eso viven conforme a los valores y deseos que el mundo promueve como lo mejor.
¿A cuales deseos debemos renunciar? Al deseo de: Ser prósperos, importantes, influyentes, que la gente nos alabe, nos admiren, que además podamos disfrutar de los placeres y las comodidades que el mundo da… qué tengamos libertad de hacer lo que nos venga en gana, que por supuesto seamos protegidos de tal manera que podamos mantener nuestra muy buena forma de vida… etc.
A todo eso, y muchas cosas más que el mundo enseña como lo máximo debemos renunciar….