EL NUEVO PACTO – SEGURIDAD DE QUE DIOS NOS DARA TODAS LAS COSAS – PARTE 12

Sabiendo que hemos recibido la salvación, hemos estudiado las promesas que nos dan, seguridad de salvación, seguridad de que Dios nos dejara practicar el pecado, seguridad de que todas las situaciones serán sólo para bendecir nuestra vida espiritual,...

Related media

EL NUEVO PACTO

 

F. SEGURIDAD DE QUE DIOS NOS DARA TODAS LAS COSAS (llenar nuestras necesidades espirituales)

Sabiendo que hemos recibido la salvación, hemos estudiado las promesas que nos dan, seguridad de salvación, seguridad de que Dios nos dejara practicar el pecado, seguridad de que todas las situaciones serán sólo para bendecir nuestra vida espiritual, seguridad de que Dios contestara todas las oraciones que estén de acuerdo a su voluntad, y seguridad de que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios.
Todas estas promesas están íntimamente relacionadas, al igual que la que vamos a ver a continuación que dice:

Romanos 8:31 al 32 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

La promesa dice que después de haber recibido al hijo de Dios como un regalo, lo cual implica cosas supremamente importantes como las que hemos visto, Dios asegura que habiendo recibido a su hijo nos dará también con el todas las cosas.   Pero como el versículo por sí solo no nos da claridad a que se refiere Dios, cuando dice que nos va a dar junto con su hijo todas las cosas, es necesario poner atención al contexto para poder entender a qué se está refiriendo.   Y al mirar el contexto es obvio que está hablando de la vida cristiana victoriosa, en la cual como Dios está por nosotros nadie puede contra nosotros, y para reforzar la idea acerca de esta victoria en nuestra vida, explica que sí Dios no nos negó a su hijo, por supuesto “que nos dará también con él todas las cosas”… Que de acuerdo al contexto debemos entender; que son las que necesitamos para vivir una vida cristiana victoriosa.   Esas cosas bien pueden ser todas las promesas que ya hemos estudiado, más las que nos faltan estudiar, pero lo que entiendo con esta promesa que parece ser repetitiva, es que podemos tener la certeza de que Dios, siempre nos dará lo que realmente necesitemos para vivir de acuerdo al Nuevo Pacto, haciendo su voluntad en todo tiempo y circunstancia.
Dentro de estas cosas que necesitamos, por supuesto que podemos incluir aquellas cosas básicas que nos permiten mantenernos con vida, sin embargo hay muchos en la tierra que reciben estas cosas básicas como alimento, vestido, vivienda, protección, y no viven haciendo la voluntad de Dios, por lo tanto debemos entender que lo que con prioridad necesitamos es la ayuda espiritual, (sus promesas) y su dirección y respaldo poderoso, que es lo único que nos nos da la oportunidad de vivir haciendo su voluntad.

Pero: ¿deseamos genuinamente hacer su voluntad? Hago la pregunta por qué uno de los problemas que impide disfrutar de esta promesa, es que a veces los cristianos no están muy enfocados en el plan de Dios, y éste desenfoque les hace creer que hay ciertas cosas indispensables para su vida, y esperan de acuerdo a lo que dice la promesa, que Dios supla cada una de estas cosas.  Esto hace que el pensamiento de ellos sea más o menos así: “Si el Señor fue capaz de entregarme a su hijo como no me va a dar para el arriendo” o “Como no me va a sanar” o “Como no me va a conseguir marido”, etc. Y esperan que esto suceda de esa manera porque en su lógica les parece imposible vivir la vida sin esas cosas en la cantidad en que ellos las están esperando.   Y como los hombres en realidad creemos lo que decidimos creer, a veces puede ser muy difícil convencerlos de que la promesa no se refiere a que Dios les dará todas las cosas que ellos creen necesitar, sino las que necesitan, pero ellos se pueden obstinar porque el texto dice “todas las cosas” y para ellos esto es un permiso para colocar allí cualquier cosa que ellos crean necesitar.  Este error lo respaldan con otro texto, que también quienes no desean hacer genuinamente la voluntad de Dios acostumbran a malinterpretar. El texto dice:

3 Juan 2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Y como el apóstol manifiesta su deseo de que su discípulo sea prosperado en “todas las cosas” los indoctos acostumbran a incluir dentro de “todas las cosas” cualquier cosa que ellos crean necesitar, como dinero, casas, vehículos, etc.  Sin embargo esta mala interpretación se hace evidente, cuando las personas comienzan a pedir cosas de acuerdo a sus deseos, deseos que la escritura manifiesta que son pecaminosas, como por ejemplo; el deseo de ser rico. La falta de contentamiento ya en sí es una mala actitud, por lo tanto las peticiones que se originan en la falta contentamiento también son equivocadas.
Si volvemos a la promesa al mirar el contexto podemos confirmar que “todas las cosas” no se refieren a todo lo que nosotros deseemos, sino sólo a aquellas cosas que necesitamos y/o nos ayudan a vivir la vida cristiana.   El capítulo comienza hablando de que ya no hay condenación para nosotros:

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,

Es decir está hablando de un asunto espiritual, de algo que aunque afecta nuestra vida presente su mayor importancia está en lo que ocurrirá después de nuestra muerte: Comenzaremos a disfrutar en la presencia de Dios de la salvación obtenida. Continúa diciendo:

Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Luego explica que al estar en Cristo Jesús la ley de vida del Espíritu nos libra de vivir pecando. Es decir nuevamente está tratando el asunto espiritual, dejar de pecar gracias a la obra de Dios en nuestra vida y a nuestra confianza en él, es lo que nos permitirá vivir una vida verdaderamente feliz y productiva respecto de la eternidad.  Ante este ofrecimiento el error de algunos, es pensar que su vida no es afectada negativamente por causa del pecado, el pecado según ellos no es su problema, por lo tanto su interés no es dejar de pecar, sino obtener aquellas cosas materiales que creen que son las que le darán una mejor vida, pero ya hemos visto que esto no es cierto, el Señor Jesucristo murió en la cruz, no para que pudiéramos tener abundancia de cosas materiales, sino; para que fuéramos salvos del pecado.
Por eso la carta continúa haciendo énfasis en la importancia de no vivir para la carne, (pecando y complaciéndola con el pecado) si no en ocuparse del espíritu:

Romanos 8:6 al 8 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Dejando claro que vivir para la carne es vivir como si estuviéramos muertos; es vivir en enemistad contra Dios, sin sujetarse a la ley de Dios, es decir en desobediencia y por supuesto no agradando a Dios. Mientras que el ocuparnos del espíritu lo cual significa no pecar más para vivir haciendo la voluntad de Dios, es vivir la vida para la cual fuimos creados, la cual nos llenará de paz.
Y luego para mostrar la importancia de vivir ocupándose del espíritu hace la siguiente aseveración y advertencia:

Romanos 8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él

Dando a entender que el que tiene al Espíritu de Dios en su vida, por lo cual es salvo, vive según el espíritu, y si alguno no vive según el espíritu, es porque no tiene a Cristo en su vida, y por lo tanto no tiene la salvación.  Eso quiere decir que; si no vivimos haciendo la voluntad de Dios para hacer crecer nuestra vida espiritual, es porque no somos hijos de Dios.
Luego, y precisamente para que no tengamos problemas en vivir para cultivar nuestra vida espiritual nos informa que al recibir el Espíritu de Dios, este cambió nuestra actitud hacia el mundo:

Romanos 8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

Diciendo que ya no debemos andar en la esclavitud que el mundo produce a causa del temor, sino en la libertad que produce el ser adoptado por Dios, por lo tanto, aunque continuamos viviendo en el mundo nuestro objetivo es en realidad vivir preparándonos para la herencia que tenemos en la eternidad.  Luego continúa mencionando la herencia, pero nuevamente condicionándola a la obediencia, que sabemos es el resultado inevitable en todo aquel que ha nacido de nuevo, una obediencia que al final debe ser a prueba de todo, aún de los padecimientos que son las cosas que nos pueden suceder dolorosas o desagradables, precisamente por hacer la voluntad de Dios.

Romanos 8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Luego habla del anhelo de que este mundo como lo conocemos se acabe para que venga la manifestación de los hijos de Dios, y la libertad para la creación, y entonces habla de que como no sabemos pedir como conviene el Espíritu Santo nos ayuda, y además dice que todas las situaciones a los que aman a Dios ayudan a bien para cumplir el propósito para el cual hemos sido llamados, que es el de ser conformados a la imagen de su hijo Jesús…   Si hemos puesto cuidado, notaremos que en todo el pasaje no se mencionan las cosas materiales, no se está hablando ni siquiera de la salud, ni de la familia, los negocios, la política, etc. Sólo se está hablando de asuntos espirituales, del plan de Dios de trasformar nuestras vidas para que siendo semejantes a su hijo Jesús, disfrutemos con Dios de la gloria venidera.
Y para que todo esto sea posible en nosotros el promete, como ya lo hemos visto ampliamente, controlar toda situación para bendecirnos:

Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Por supuesto entendiendo como bendición que el propósito de ser transformados en nuestro interior se cumpla. Y luego continúa hablando de cosas netamente espirituales, de cosas que Dios ha hecho que van a garantizar el desarrollo de su plan. Y entonces dice:

Romanos 8:29 al 31 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

En resumen podemos decir que Dios ha hecho absolutamente todo lo necesario para que lleguemos a su gloria, y es tal la certeza que dice que no hay nada que pueda detener lo que Dios se ha propuesto hacer con nosotros. Y como si esto fuera poco añade la promesa que estamos viendo que dice:

Romanos 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

Y dentro del contexto no hay duda que debemos entender, que “todas las cosas” se refiere a todas las cosas que necesitemos para que nuestra relación con Dios funcione, dándonos ese crecimiento, esa transformación de nuestra vida para llegar a ser semejantes a él.   Pero como también ya hemos visto, todas las promesas de Dios para nosotros no son sino la manifestación de su amor por nosotros, y sabemos que el propósito de Dios se cumple en nosotros en la medida en que experimentamos su amor, entonces podemos añadir que todas las cosas también se refiere a que Dios nos dará todo lo que necesitemos para poder disfrutar del amor de Dios, para que su obra se cumpla en nosotros.

1. El ejemplo del apóstol pablo
Un ejemplo de esto lo podemos ver en el apóstol Pablo cuando dice:
Filipenses 4:10 al 13 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. 11No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

El apóstol se alegra de que sus discípulos le estuvieran cuidando, refiriéndose a la provisión material, diezmos y ofrendas que suplían su necesidad material, pero les advierte que su alegría no es consecuencia de que tenia escases y ahora tiene abundancia… ¿Por qué?
Porque dice que, gracias al poder de Dios ha aprendido a vivir en cualquier situación, ya sea de abundancia como de escasez. Y ojo, no está hablando de resignación sino de contentamiento, es decir de estar contento con la situación que estaba viviendo.
Y cuando habla del poder de Dios que le permite estar contento, no se está refiriendo a un poder que lo toma y lo embrutece y ese embrutecimiento le permite en medio de una situación realmente mala para él, estar contento.  ¿Si captan la aclaración que quiero hacer? Dios no nos pide estar contentos cuando las cosas están mal para nosotros. Cuando Dios nos pide estar contentos, es porque las cosas que están sucediendo, ya sea de escasez o de abundancia son las necesarias para bendecir nuestra vida espiritual, y si nuestra vida espiritual está siendo bendecida por supuesto que debemos estar contentos porque las cosas están bien y por eso hay que agradecer.   En otras palabras podíamos decir que el apóstol Pablo, está contento cualquiera que sea su situación de abundancia o de escases, porque sabe que la manifestación del amor de Dios está en esas circunstancias y en lo que le manda a hacer en medio de ellas.
Y puede estar contento, y puede hacer en medio de cualquier situación la voluntad de Dios, gracias al poder de Dios el cual manifiesta diciendo; “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”

2. Mal interpretando la promesa
El problema para muchos, es que toman este versículo sacándolo de contexto y lo mal interpretan diciendo que tienen todo el poder de Cristo, no para disfrutar del amor de Dios en cualquier situación, sino para cambiar cualquier situación que este mal para así poder disfrutar del amor de Dios.  Y sin darse cuenta es como si estuvieran diciendo que; esa situación no es la manifestación del amor de Dios para su vida, pero según ellos tienen el poder de Dios para arreglar esa situación de tal manera que si sea la manifestación del amor de Dios en sus vidas. Equivocado. Completamente equivocado.
Cuando una persona tiene ese tipo de expectativas para poder disfrutar de verdadera felicidad, en primer lugar está juzgando mal lo que Dios está haciendo con él, es decir ya está pecando contra Dios al no creer en sus promesas.  Y en segundo lugar está buscando perpetuar el engaño de que su vida depende de las situaciones que le rodean. Si las considera buenas se alegrará, si las considera malas se lamentara.
Pero esto es un estilo de vida engañoso, pues quien viva de esta manera no podrá ser verdaderamente feliz, y por bien que le vaya, lo máximo que logrará será disfrutar de la paz del mundo que será algo temporal, más no de la paz y el gozo que Dios da.  Respecto de esto Dios en su palabra dice:

Lucas 12.15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

En tercer lugar también como consecuencia de este engaño, lo que una persona que vive así logrará, así cuente testimonios y le de la gloria a Dios, lo que lograra es endurecer cada vez más su corazón y no podra entender y disfrutar el amor de Dios. Es decir cómo el cangrejo.
El verdadero sentido de “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” es que tenemos el poder de Dios para obedecer en medio de cualquier circunstancia, lo cual traerá cambios en nuestro interior, que nos permitan vivir felices independiente de las circunstancias, porque Dios siempre nos dará las cosas que sean necesarias para que esto sea una realidad.
Pero: ¿Quiere decir esto que no podemos orar por cualquier situación que nos parezca bien, o que esté mal?
Para contestar es necesario primero aclarar que hay situaciones en las que estamos que no deberíamos estar, y con esto me refiero a que tomamos decisiones por encima de la voluntad de Dios, por lo tanto debemos hacer la voluntad de Dios respecto de estas situaciones y seguramente algunas se corregirán.
Respecto de la situaciones difíciles que estamos viviendo que no vienen producto de nuestra desobediencia, al menos de una manera consciente, por supuesto que podemos orar pidiendo al Señor que cambie estas situaciones, pero siguiendo el ejemplo del Señor Jesús, nuestra oración tiene que estar acompañada de un genuino “sí es tu voluntad”, y después de haber orado descansar en que no importa cómo Dios conteste nuestra oración, de todos modos podemos disfrutar de su amor porque él ha prometido darnos todo lo necesario para que podamos hacerlo.

G. SEGURIDAD DE QUE SIEMPRE PODEMOS SALIR VICTORIOSOS DE LA TENTACIÓN
Hasta ahora hemos visto que tenemos asegurada la salvación, seguridad de que Dios nos dejará practicar el pecado, seguridad de que absolutamente todas las situaciones serán para bendecir nuestra vida espiritual, seguridad de que Dios contestara todas las oraciones que estén de acuerdo a su voluntad, seguridad de que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios y seguridad de que Dios llenará todas nuestras necesidades espirituales.
A estas promesas podemos añadirle que Dios sabiendo cuál es nuestra madurez espiritual, nuestra fe y nuestra capacidad de resistir ante el pecado, jamás permitirá una tentación que no seamos capaces de derrotar. La promesa dice así:

1 Corintios 10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

Ya hemos visto que hay una promesa que dice que Dios no nos dejará ”Practicar” el pecado, esa promesa es importantísima por que según la escritura quien practica el pecado no es un hijo de Dios, por lo tanto el verdadero hijo de Dios definitivamente no practica el pecado, pero si puede caer en pecado sin estarlo practicando, y para eso tenemos un recurso que es, que si confesamos nuestros pecados Dios que es fiel nos perdona y nos limpia de pecado.
Pero esta promesa va más allá, en el sentido en que según está promesa Dios gracias a su poder, soberanía, sabiduría y omnisciencia, va a ordenar absolutamente todo lo que sucede a nuestro alrededor, para que ninguna de esas situaciones provea una tentación que nos seamos capaces de soportar.

1. LA NECESIDAD DE CONOCERLA Y CRERLA
Hay muchos cristianos que por inmadurez, por el desconocimiento de esta promesa o por no creer en ella, todavía son esclavos de ciertos pecados, pues su experiencia antes de ser hijos de Dios los convenció de que no tienen poder para resistir esas tentaciones, y por eso siguen cayendo en la tentación y el pecado. Es decir son esclavos, pero sólo en su mente pues la escritura dice que donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad.
Precisamente para estas situaciones es que debemos echar mano de esta promesa, y creer que efectivamente Dios jamás ha permitido, ni permitirá una situación que produzca una tentación de la cual sea imposible librarse.
Al tener esa certeza desaparecerá el “temor a caer en pecado” que es un temor que no es lícito, puesto que el Nuevo Pacto asegura que funcionaremos, y esta promesa en especial asegura que si así lo queremos no caeremos en pecado.
Dijo que si así lo queremos, porque al conservar nuestra libertad (indispensable para ser lo que somos) en cualquier momento podemos decir si al pecado y no a Dios, (normalmente en ese orden) y como consecuencia caer en pecado.
Cuando eso hacemos hay otras promesas que entrarán a funcionar como por ejemplo; que Dios trabajará hasta el final en nuestra vida para formarnos, o que Dios asegura que recibiremos la disciplina necesaria para corregir nuestro andar, y el resultado del cumplimiento de estas promesas, es que cambiáremos nuestra decisión y diremos no al pecado y si a Dios.
Cuando eso ocurra, es precisamente cuando debemos echar mano de esta promesa, estando convencidos por un lado del control que Dios tiene sobre todas las cosas para no permitir una tentación que me derrote, y por otro lado de la necesidad de buscar “la salida” a esa tentación para poder soportar.

2. ¿QUÉ SON LAS TENTACIONES O PRUEBAS?
Las pruebas son situaciones en las que ante un problema, un sufrimiento, o un ofrecimiento, podemos tomar básicamente dos caminos que son: hacemos la voluntad de Dios sin importar lo que podamos perder, o no hacemos la voluntad de Dios para solucionar a nuestra manera el problema y evitarnos el sufrimiento, o para lograr disfrutar de aquello que nos están ofreciendo.
Eso en otras palabras quiere decir que lo que se está probando es nuestra confianza en Dios, en su palabra, principios, objetivos y los métodos para lograrlos, y la tentación es el deseo de dejar a un lado a Dios, para hacer las cosas como el mundo nos ha enseñado a hacerlas.
Eso quiere decir que a un lado de la balanza está Dios y al otro lado está el mundo, y la tentación tiene como objetivo que digamos si a Dios y no al mundo.
Pero aunque ese es el objetivo planeado por Dios, es importante aclarar, porque es verdad, que la tentación no la produce Dios. La escritura a este respecto dice:

Santiago 1.13–15 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.

Lo que podemos entender es que Dios provee la situación, pero las tentación es decir el deseo de hacer algo malo proviene de nuestro corazón, de nuestros recuerdos o nuestras creencias aprendidas del mundo.
Es por eso que Dios jamás puede ser tentado, porque todo lo que hay en su corazón es absolutamente bueno en gran manera y perfecto, y no hay situación que pueda sacar algo malo ya que no hay nada malo en el corazón de Dios. Dice su palabra:
Santiago 1.16–17 Amados hermanos míos, no erréis. 17Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación

Pero nuestro corazón todavía está lleno de maldad, y ciertas situaciones hacen que esta maldad salga convertida en deseos, que son contrarios a la voluntad de Dios.
Eso quiere decir que una misma situación puede ser de gran tentación para una persona pero para otra no.
Pero también es importante aclarar que la escritura dice:

Santiago 1.14–15 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

Notemos que la concupiscencia, que describe normalmente los malos deseos del corazón del hombre, esos malos deseos no son tomados como pecado, lo que se toma como pecado es llegar a la decisión de cumplir con esos deseos, así no haya la oportunidad de realizarlos.   Esos malos deseos aunque no son tomados como pecados, si muestran lo enfermo que está nuestro corazón, enfermedad que se evidencia frente a las situaciones que Dios programa para tratar nuestra vida, y lo que Dios espera gracias a la promesa que nos hace, es que resistamos a la tentación tomando la salida, y no tomemos la decisión de cumplir con nuestros malos deseos.   A través de ese proceso, de no proveer para los deseos de la carne, es que Dios irá sanando nuestro corazón haciéndonos perfectos y cabales sin que nos falte cosa alguna, eso quiere decir que entre más seamos probados o tentados tomando la decisión correcta, más rápido se efectuará la trasformación de nuestra vida. Dice la palabra:

Gálatas 5.16–17 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

Pero si haciendo caso a la concupiscencia tomamos la decisión de complacerla, eso ya se cuenta como pecado, y si llevamos a la acción esa decisión, esa acción produce muerte en nosotros dando a entender que se enferma más nuestro corazón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

Estamos en spotify
Síguenos