Related media

LA PACIENCIA Y SUS LIMITES – PARTE 2

I. INTRODUCCIÓN

No hay duda que la paciencia es un elemento indispensable en nuestras relaciones con los demás, y no sólo me estoy refiriendo a los hombres, sino también a nuestra relación con Dios. Por supuesto cuando hablamos de la paciencia unas veces somos nosotros los que debemos tener paciencia, y otras veces son otros los que tienen que tener paciencia con nosotros.

Esto es muy claro cuando pensamos en la salvación que hemos recibido, que fue gracias a la paciencia que Dios ha tenido con nosotros, pero después de recibida la salvación, también nosotros debemos aplicar paciencia para que se vayan operando los cambios necesarios en nuestra vida, para llegar a vivir como auténticos hijos de Dios que glorifican su nombre.

Sin embargo debemos tener claridad acerca de cuál es la paciencia que trae bendición a nuestra vida, pues como ocurre con otros asuntos de la vida cristiana, hay una falsificación de ciertas cosas que aparentan ser cristianas pero no lo son, y por supuesto debemos detectarlas y dejar de hacerlas.

El escritor de la carta de Hebreos al hablar de que debemos ir a la madurez, entre las cosas que menciona que debemos dejar, menciona las obras muertas. Dice así:

Hebreos 6:1 al 2 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 2de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno

Cuando el escritor habla de los rudimentos de la doctrina, se refiere a las cosas más básicas de la vida cristiana que debemos entender para seguir hacia la perfección. Dentro de estos rudimentos habla de la fe, de los bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos, del juicio eterno, y del arrepentimiento de las obras muertas.

¿Pero qué son las obras muertas? Las obras muertas son todas aquellas cosas que la gente hace aún para Dios, pero sin que Dios nos haya ordenado hacerlas, y por esta razón aunque pensemos que Dios está complacido, la realidad es todo lo contrario.

Éstas obras muertas son similares a todas aquellas cosas que los hombres creen que son buenas y entonces las hacen para poder así obtener su salvación. El problema es que los hombres se equivocan por completo, al no reconocer que somos pecadores, y que lo que ellos llaman bueno no es bueno a los ojos de Dios.

Por esta razón en cierta ocasión el profeta Jeremías pregunta si esas obras podrán hacer salvos a los hombres, pero luego entiende que no es posible, por que es tal la maldad que hay en nosotros que no es posible que hagamos algo realmente justo a los ojos de Dios. Lo dice así:

Isaías 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

No hay duda que estas palabras que manifiestan nuestra realidad, es una muy dura respuesta para los religiosos y los humanistas que se creen buenos. Y el asunto que los religiosos, los humanistas y los que se creen buenos ignoran por completo, es que no confiar en Dios es un pecado de una

dimensión tan grande, es algo tan pero tan espantoso, que hace que todo lo que los hombres hagan por iniciativa propia sea completamente rechazado por Dios. Es por esto que la escritura dice:

Romanos 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Esto dicho de otra manera quiere decir, que sólo lo que hagamos porque confiamos en Dios es lo que vale. Y por supuesto cuando realmente confiamos en Dios, no sólo hacemos lo que él nos pide, sino que también lo hacemos con la actitud correcta, y esperando los resultados que realmente debemos esperar.

Lo otro que ignoran los hombres es que la fe necesaria para obedecer a Dios, sólo es posible obtenerla después de haber escuchado la palabra de Dios. El siguiente texto es muy claro:

Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

O sea que el proceso normal es que escuchamos la palabra de Dios, sus mandatos, sus deseos, y a eso que escuchamos podemos aplicarle fe y por lo tanto obedecer, y eso sí es tomado como una obra agradable a los ojos de Dios. Pero lo que hacemos por iniciativa propia sin que Dios nos lo haya mandado, se considera una obra muerta desagradable a Dios.

Y si nos preguntamos: ¿Qué se requiere para dejar de vivir haciendo obras muertas? Pues según lo que estamos viendo es necesario escuchar, leer y estudiar la palabra de Dios, que nos da la sabiduría necesaria para transformar nuestra conciencia, de tal manera que esa conciencia renovada nos permita entender cuál es la voluntad de Dios, la cual podemos creer y por lo tanto obedecer.

Esta transformación de la conciencia es algo que Dios hace en nosotros, pero si nosotros nos dejamos, por qué hay algunos tercos, obstinados y orgullosos que no quieren cambiar su manera de pensar, pero si se disponen Dios hará esa obra como lo dice el siguiente pasaje:

Hebreos 9:14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

Dentro de esas obras muertas que desagradan a Dios, está la paciencia que los hombres tenemos, que no proviene de Dios, y que aplicamos en nuestra relación con los demás, con el problema de qué algunas veces nos excedemos en la paciencia y otras veces nos quedamos cortos, y en ambos casos lo que producimos es un daño en lugar de una bendición.

Es por eso que lo que algunos llaman paciencia otros lo llaman alcahuetería. Y lo llaman así porque el exceso de paciencia está convirtiendo al joven en un ladrón, o en una persona cada vez más rebelde, más dura de corazón, más exigente de sus derechos y más irresponsable con sus responsabilidades…

También seguramente hemos oído historias donde por falta de paciencia, son muchas las oportunidades que se les quitan a las personas, a veces a los mismos hijos.

Por eso la pregunta importante es: ¿Cómo saber cuánta paciencia debemos aplicar en cada circunstancia? Y la respuesta sólo puede venir de tener un mayor conocimiento de Dios y de su voluntad, lo cual mejorará nuestro discernimiento para saber cuánto esperar y cuando detenernos. La escritura dice:

Romanos 15:4 al 5 Todo lo que está escrito en la Biblia es para enseñarnos. Lo que ella nos dice nos ayuda a tener ánimo y paciencia, y nos da seguridad en lo que hemos creído. 5 Aunque, en realidad, es Dios quien nos da paciencia y nos anima. A él le pido que los ayude a ustedes a llevarse bien con todos, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.

En primer lugar la paciencia que vale es la que viene producto del conocimiento de Dios, por eso dice que lo que la escritura nos dice, nos ayuda a tener ánimo y paciencia. Y en segundo lugar también muy importante, es que dice que es Dios quien nos da paciencia y nos anima o consuela. En otras versiones dice; “pero el Dios de la paciencia y de la consolación”, mostrando definitivamente que la paciencia que vale se origina en Dios.

Como el que nos dice que tanta paciencia debemos tener es Dios, es por eso que la semana pasada dije cosas como por ejemplo: Usted debe tratar a su mujer como una reina, debe edificarla en el Señor, debe tenerle paciencia, y si ella no cambia, debe seguir tratándola como el Señor dice.

Y puse mucho cuidado en decirlo de esta manera, es decir; “debe seguir tratándola como el Señor dice” Porque la paciencia que Dios aplica a la maldad de la gente no es una paciencia sin límites, lo cual quiere decir que después de cierto tiempo al no haber cambio en las personas, al insistir en su pecado, entonces la paciencia y la misericordia terminan y llega el juicio.

Pero así como la paciencia que tenemos con los demás tiene un límite, también la escritura nos enseña que hay otros asuntos donde nuestra paciencia tiene que ser ilimitada. Por ejemplo:

PARA HACER LA VOLUNTAD DE DIOS tenemos que aplicar una paciencia sin límites.

Eso quiere decir por ejemplo; qué debemos ser pacientes y no mentir; debemos ser fieles pacientemente; debemos con paciencia vivir con toda honestidad; debemos con paciencia soportar la soltería si es que no la vemos como un privilegio, debemos con paciencia compartir el evangelio. Y en estos casos aplicar paciencia sin límites quiere decir, qué debemos seguir haciendo la voluntad de Dios hasta que el Señor venga o hasta que nos lleve a su presencia.

Podía hablarse también de constancia o perseverancia hasta al fin haciendo la voluntad de Dios, pero cuando se usa la palabra paciencia, se está dando a entender que hay una resistencia para que no hagamos la voluntad de Dios. Esta resistencia puede producir dolor en nuestras vidas, y es por eso que es necesario ser pacientes para permanecer obedeciendo en medio de la oposición, y el dolor que experimentamos.

A la pregunta: ¿Cuándo podemos dejar de tener paciencia y desistir de hacer la voluntad de Dios? La respuesta es: Nunca. Por supuesto sé que todos fallamos todavía por falta de confianza en el Señor, pero el objetivo es que tengamos paciencia para obedecer hasta el final de nuestros días.

La resistencia para hacer la voluntad de Dios viene del mundo, y de lo que el mundo ha logrado meter en nuestro corazón como el estilo de vida perfecto que nos hará felices. Mientras creamos en lo que el mundo dice, nuestro crecimiento espiritual se va a detener, y es por eso que la escritura nos pide que renunciemos al mundo… Para lo cual debemos tener paciencia y esperar a que nuestra fe en el mundo disminuya, y nuestra confianza en Dios y en lo que nos ha prometido aumente. La escritura dice:

Santiago 5:7 al 8 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia

temprana y la tardía. 8Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.

Es muy claro que la paciencia que debemos tener es hasta que el Señor venga, que es igual a decir, hasta el último de nuestros días en la tierra con este cuerpo que tenemos.

Este pasaje fue escrito para unos obreros que estaban siendo abusados por los ricos, al igual que sucede hoy. Y lo que se les ordena, no es meterse de guerrilleros, traficar con coca, secuestrar a las personas y asesinar al pueblo para forzar a tener un diálogo con el gobierno y arreglar el país. No.

Lo que el Señor les pide es que tengan paciencia, pero no para que la situación mejore. No quiere decir esto que la situación no pueda mejorar y que reciban un mejor trato de sus patrones, lo que quiere decir es que aunque esto llegara a suceder, la razón de aplicar paciencia es para que Dios afirme en nuestro corazón a las verdades de su palabra, lo cual será de una enorme bendición cuando el Señor venga o cuando vayamos a su presencia.

Es muy importante que siempre tengamos esto muy claro. Que cuando hacemos la voluntad de Dios frente a situaciones difíciles, el objetivo principal no es que las situaciones mejoren, sino que nuestro conocimiento y confianza en Dios mejore, de tal manera que podamos vivir con gozo y llenos de paz aunque la situación no mejore.

A veces veo a personas frente a problemas en su relación con los demás, o problemas con los negocios, que andan preocupados por este tipo de cosas, lo cual quiere decir que no están aplicando paciencia, “no están experimentando la paz que viene del conocimiento de que Dios está haciendo algo bueno”, y entonces los cambios no vienen, porque Dios está esperando que primero cambien el corazón.

Muchos al no entender esto buscan cómo mejorar todos estos asuntos, y pueden trabajar muchísimo en esto, pero si Dios ha decidido usar esa situación para que a través de la paciencia crean en su palabra, entonces la situación no va a cambiar hasta que Dios cumpla su propósito con nosotros.

Hay muchísimas razones por las cuales debemos guardar con paciencia lo que el Señor nos dice en su palabra, una de ellas es la siguiente promesa:

Apocalipsis 3:10 al 11 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. 11He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.

Notemos que en los dos pasajes que hemos leído que hablan de la paciencia, se nos pide tenerla hasta que el Señor venga.

Y cuando dice que debemos guardar la palabra de su paciencia nos está diciendo que debemos hacer la voluntad de Dios pase lo que pase, porque estamos convencidos de lo que Dios nos ha dicho.

Y el premio es que seremos librados de la gran tribulación, donde los hombres serán probados respecto de si son capaces de guardar la palabra frente a situaciones supremamente difíciles, como la persecución, la tortura o la muerte, y quienes no sean capaces, quienes no tengan paciencia se perderán.

Y el verso 11 habla de lo importante que es que perseveremos, para que otro no tome el privilegio de gobernar lo que está reservado para nosotros.

Por todo esto es muy claro que para hacer la voluntad tenemos que aplicar una paciencia sin límite, es decir hasta el final, para que Dios como dice la escritura, después de hacernos entender su palabra y su voluntad, baje estas verdades a nuestro corazón, de tal manera que la obediencia sea algo muy sencillo.

Quiero insistir en esta misma enseñanza desde una óptica un poquito diferente, para tener más claridad sobre todo esto.

A veces escuchamos a los creyentes que nos dicen que están esperando con paciencia las respuestas de Dios. Y cuando dicen esto, lo hacen porque están esperando ciertos cambios, no precisamente interiores sino exteriores. Una sanidad, una restauración financiera, un marido, un hijo, etc. Hay un salmo que nos permite aclarar este asunto que dice así:

Salmos 40:1 al 3 Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. 2Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. 3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.

Por supuesto que una es la paciencia que Dios tuvo con nosotros al pasar por alto nuestros pecados y darnos en Jesucristo el regalo de la salvación, y otra es la paciencia que el salmista manifiesta haber tenido.

El Señor tiene paciencia esperando que los hombres dejando el pecado de incredulidad, confíen en él y obtengan la salvación, pero cuando nosotros decimos que esperamos con paciencia la respuesta de Dios, no podemos ni siquiera pensar que estamos esperando que el Señor cambie su mal proceder y por fin nos conteste.

Porque la realidad según las escrituras, es que Dios muchas veces quiere darnos más de lo que nosotros le permitimos que nos dé.

Si tomamos por ejemplo las finanzas, estoy seguro que a muchos Dios quiere darles mucho más de lo que tienen, pero la incredulidad evidenciada en el amor al dinero, y en un mal comportamiento financiero no siendo fiel con los hombres ni con Dios, hacen que Dios detenga su mano.

También puede pasar que usted esté esperando que su esposa o sus hijos tengan un mejor comportamiento, y esté esperando pacientemente a que Dios realice esos cambios, pero… Si usted no está haciendo lo que tiene que hacer, o si no está aprendiendo lo que tiene que aprender, la situación puede prolongarse indefinidamente.

Y entonces resulta que cuando decimos que estamos esperando con paciencia que Dios mejore la situación, en realidad también Dios está esperando con paciencia. Es por eso que en el salmo dice: ”Puso mis pies sobre peña” que es igual a llevarnos a confiar en Dios que es la roca, y “enderezó mis pasos” que es consecuencia de cambiar el corazón. Confirmando esto vemos que hay otro salmo en el que Dios dice:

Salmos 81:13 al 14 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera andado Israel! 14En un momento habría yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus adversarios.

Dios quería hacer lo que ellos también querían, que sus enemigos desaparecieran, pero su desobediencia le impedía a Dios actuar. Sabemos por el Nuevo Pacto que la razón para buscar a Dios no puede ser obtener prosperidad material, pero también es cierto que hay muchas situaciones difíciles que vienen y que se prolongan, porque no le creemos y no hacemos caso al Señor en lo que

nos está pidiendo. Y eso hace que él tenga que esperar, deteniendo lo que tiene para nosotros. Otro ejemplo:

Santiago 5:10 al 11 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.

Job podría haber dicho que esperó pacientemente a que el Señor restaurara todas las cosas, pero sabemos que fue Dios quién tuvo que esperar, a que Job comprendiera su gran equivocación que le hacía tener mala imagen de Dios, para poder bendecirlo.

Sin embargo es importante que no perdamos de vista que la clave no está en que las situaciones cambien, si no en que nuestro corazón cambie.

Insisto en que Dios al igual que en el viejo pacto puede bendecirnos materialmente tanto como él quiera, pero el verdadero objetivo es que conozcamos y confiamos en su palabra, que es la que nos da el poder para tener paciencia y así hacer su voluntad hasta el final.

Esto es muy claro si volvemos al caso de aquellos que estaban siendo abusados por los ricos, a los cuales el Señor a través del apóstol les dijo, que esperen hasta la venida del Señor.

Imaginemos que tienes problemas financieros, problemas familiares, problemas de salud, y al orar al Señor por estas cosas él te responde: “Espere hasta que yo regrese” ¿Cómo recibiríamos estas palabras?

Estas palabras sonarían supremamente duras para aquellos que aman el mundo, también pueden sonar muy duras para aquellos que comenzando el cristianismo no lo entienden bien, y no han tomado la decisión de vivir solo para hacer la voluntad de Dios.

Pero el apóstol Santiago menciona esto con mucha sencillez; “lo están estafando los ricos, no importa, espere que el Señor venga” y lo dice porque al inicio de la carta, da una amplia explicación acerca de cómo la paciencia enriquece nuestra vida. Leemos:

Santiago 1:2 al 4 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Es tan grande el beneficio de esperar con paciencia en medio de las pruebas que cambian el corazón, que en lugar de dejar que la impaciencia con sus malas actitudes controlen nuestra vida, lo que debemos sentir es una enorme alegría por la bendición, que a través de esa prueba vamos a recibir.

Pero nos da a entender que en medio de la prueba es necesaria la paciencia sin límite, hasta que se cumpla el propósito de trasformar nuestro corazón haciéndonos perfectos, es decir de una pieza, cabales, lo cual habla de cordura, de valores adecuados, de principios correctos, de objetivos colocados por Dios, concluyendo que la obra será tan perfecta que no nos faltara nada.

Pero si en medio de la prueba lejos de reconocer nuestras malas actitudes, nos quejarnos y culpamos a otros, es decir; si no soportamos con paciencia esa prueba lo que en realidad sucederá es que recibiremos más heridas, más confusión y más pecado. Es por eso que al continuar leemos:

Santiago 1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

¿Qué quiere decir? Que si debiendo estar supremamente contento porque Dios lo está probando está usted está aburrido, entonces pida a Dios sabiduría para que vea todos los beneficios que Dios le quiere dar a través de esa situación, y pueda esperar con mucha paciencia y con gozo a que la obra se vaya realizando en su corazón.

Esa paciencia cuando es genuina eliminara de nosotros toda queja respecto de lo que pasa a nuestro alrededor, porqué entenderemos que estamos siendo tratados por Dios para ser bendecidos.

Vivir la vida con esta clase de paciencia respecto de lo que Dios hace a nuestro alrededor, es la mejor manera de aceptar el enorme sacrificio de Jesús en la cruz, y el regalo de la salvación, porque es a través de esta paciencia que Dios va formando nuestra vida para llevarnos a la estatura de Jesucristo.

Hay también otra razón para tener paciencia sin límite, y es como dice su palabra: PARA HEREDAR SUS PROMESAS

Hebreos 6:10 al 12 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. 11Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.

Hebreos 6:15 Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.

Hebreos 10:35 al 39 no perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.37Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 38Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. 39Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.

En todos estos pasajes se habla de que hay que hacer la voluntad de Dios con paciencia hasta el fin, hasta que el Señor regrese, para así heredar las promesas que Dios nos ha hecho.

Y al pensar en esto es muy importante que entendamos que todos los verdaderos hijos de Dios gracias al nuevo nacimiento tenemos su Santo Espíritu en nosotros, que es el que nos da el poder para ser obedientes hasta el fin, de tal manera que recibamos todo lo prometido. Es decir; no es en nuestro poder sino con el poder de Dios que podemos obedecer con paciencia hasta el fin.

En estos cuatro casos que son; para hacer su voluntad, para esperar sus respuestas, para que Dios cambie nuestro corazón y para heredar las promesas, es necesario aplicar una paciencia sin límite.

PACIENCIA CON LÍMITE

Pero hay otras situaciones donde la paciencia si tiene un límite. Y ese límite lo podemos ver muy claro en lo que el Dios de la paciencia ha hecho y seguirá haciendo. Por ejemplo: El diluvio es una muestra de que aún el Dios de la paciencia coloca un límite. Dios esperó cien años pero al fin la destrucción llegó para aquellos que no quisieron creer.

Igual podemos decir de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y de los muchos castigos mortales que ha recibido el pueblo de Israel. Cuando digo mortales no me estoy refiriendo a tratos difíciles buscando cambiar el comportamiento, sino a la muerte como una consecuencia de haber agotado la paciencia del Señor.

Cuando hablamos de paciencia con límite estamos hablando de que se comienza teniendo paciencia. Por ejemplo:

2 Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Pero a pesar de la enorme paciencia del Señor, llegará el momento en que:

2 Pedro 3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

Llegará el momento en que Dios no esperará más. De hecho la existencia del infierno es una prueba irrefutable de que la paciencia de Dios respecto del pecado tiene un límite.

Sin embargo, tal como lo vemos en Dios, la paciencia y la misericordia son mucho más abundantes que el juicio, lo cual también quiere decir, que en nuestro trato con los demás debe haber mucho más paciencia y misericordia que juicio.

Eso también quiere decir que debemos ser más conocidos por nuestra paciencia y misericordia que por lo estrictos o lo impacientes que somos. El apóstol Pablo describía su ministerio así:

2 Corintios 6:3 No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; 4antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia….

Y si una de las marcas del ministerio debe ser mucha paciencia, es obvio que una de las cualidades de los auténticos siervos de Dios tiene que ser la paciencia. Una de las señales del apostolado también es la paciencia:

2 Corintios 12:12 Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.

En cada auténtico cristiano el fruto del Espíritu Santo es la paciencia, la impaciencia es obra de la carne y la falsa paciencia también:

Gálatas 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia…

Y por lo tanto el resultado esperado debe ser:

Efesios 4:1 al 2 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor…

Y cuando la escritura habla de soportarnos, no se está refiriendo a las buenas cualidades de nuestros hermanos en la fe, sino a los pecados, a los faltantes ante los cuales necesitamos amor y por supuesto paciencia, para poder seguirnos relacionando siendo de bendición.

LA PACIENCIA SIN LÍMITE HACE DAÑO… Pero a pesar de que la paciencia sea una característica obligada de todo auténtico cristiano y siervo del Señor, y que la paciencia y la misericordia deben ser más abundantes que el juicio… De todos modos ante los pecados no puede haber una paciencia sin límite, pues si esto hacemos vamos a terminar siendo cómplices del mal, y estaremos en una mala situación con Dios. Esto es claro en las palabras del Señor a cierta iglesia:

Apocalipsis 2:19 al 20 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.

Ese es exactamente el mismo pecado que muchos siervos de Dios han cometido. Todo lo hacen muy bien de acuerdo a la voluntad de Dios, pero tienen algún discípulo, al que por alguna razón normalmente por causa del dinero, o por causa de algún don (músico) le permiten vivir en pecado.

Es también el caso de muchos siervos de Dios, que su vida parece la de un santo, hasta que usted mira a sus hijos o a alguno de sus hijos, que por haberle aplicado no la paciencia del Señor que tiene límite, sino la paciencia humana sin límite, como consecuencia, su hijo vive prácticamente como un incrédulo aunque asista a la iglesia.

Sin respeto por sus Padres, si sometimiento, sin agradecimiento, criticando su autoridad, y en general dando mal testimonio con su carácter y sus acciones.

Ese fue el pecado del sacerdote Elí con sus hijos, lo cual le costó la vida a todos. Fue también el pecado de Samuel con sus hijos. Ningún creyente está exento por causa del pecado de la idolatría, de caer en el pecado de aplicar esta paciencia humana, y terminar alcahueteando el pecado de los que ama.

Son muchos los casos en los que por aplicar paciencia humana para el discípulo amado, (a mí me ha pasado) ese discípulo luego produce un gran daño en la iglesia. Es también producto de la actitud de minimizar el pecado de los que amamos, y engrandecer el pecado de los que no nos caen tan bien. (La viga y la paja)

Lo tremendo de este pecado es que es un gran engaño, una gran contradicción, pues queriendo manifestar un gran amor por los seres queridos, en realidad producimos muchísimo daño, además de que quedamos en la mira del Señor por no estarle haciendo caso.

Es importantísimo aclarar que el límite de la paciencia no es la impaciencia, sino el amor.

Es decir; no se trata de que esperemos pacientemente hasta que un día, que no estamos muy bien con el Señor, porque tenemos una serie de pruebas o tribulaciones, entonces ese día esta persona vuelve a pecar y nosotros le aplicamos furiosos todo el peso de la ley… No.

Así como la paciencia debe comenzar con la dirección del amor de Dios, la paciencia no termina con la impaciencia sino por causa del amor de Dios, que nos muestra con claridad que allí no puede haber más paciencia, porque estamos produciendo daño al no reprender, o no disciplinar adecuadamente a quien está pecando.

Ojo con esto; si usted revisa la historia de Elí y sus hijos, en la escritura aparece como él los reprende:

1 Samuel 2:22 al 24 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 23Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.

Pero más adelante cuando Señor le anuncia su muerte y la de su familia, la razón por la cual lo hace es:

1 Samuel 2:29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

El los reprendió pero no lo suficiente, y es por eso que Dios le dice que ha honrado a sus hijos menospreciándolo a él, y por lo tanto verá toda su casa humillada, y no habrá en ningún tiempo anciano sobre su casa, y cuando Dios deje a alguien vivo será para hacerlo sufrir…

Un castigo tremendo, por aplicar esa paciencia humana que resulta en un desprecio al Señor. Es obvio que alcahueteando el pecado de otro, vamos directamente contra el Señor.

Aunque aquí se nombra a siervos varones de Dios cometiendo este pecado, sé que este pecado es más común en las madres, pero también a veces quienes son responsables delante de Dios por este pecado son los esposos, al no reprender adecuadamente a las madres que están haciendo daño a sus hijos.

Para aplicar o no aplicar paciencia, ya debe ser claro que no es de acuerdo a los deseos, gustos o valores que hay en el mundo, porque el mundo ya está castigando a aquellos que quieren hacer la voluntad de Dios, por lo tanto las normas del mundo no pueden ser el parámetro para que nosotros apliquemos la paciencia de Dios. Eso quiere decir que lo primero que debemos revisar para aplicar o no paciencia es tener en cuenta:

UNA CORRECTA ESCALA DE VALORES. No es lo mismo un pecado de rebeldía, que no hacer las cosas bien por falta de capacidad o práctica.

LAS MALAS ACTITUDES La rebeldía, la falta de sujeción, la altivez, la arrogancia, la falta de misericordia, el irrespeto de los hijos hacia los Padres, son pecados que prácticamente no admiten paciencia. Pues entre más nos demoremos en corregir estas malas actitudes en los hijos, más difícil será corregirlas después. Muchos padres nos piden consejo acerca de cómo corregir el mal comportamiento de sus hijos adolescentes… La triste respuesta es que es poco lo que pueden hacer por no haberlo hecho cuando eran niños.

Proverbios 22:6 Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Eso quiere decir que aún desde bebes deben comenzar a recibir disciplina por cualquier comportamiento de esta índole. Y por esto la escritura dice:

Proverbios 13:24 El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

Y cuando van creciendo y llegan a la juventud, la escritura dice:

Lamentaciones 3:27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.

Si no son corregidos a tiempo se volverán necios, y si en la juventud no se les enseñan sus responsabilidades, luego será muy tarde. Además entre más inteligentes sean los necios peor para ellos pues:

Proverbios 17:7 No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!

Un necio, rebelde a Dios, que no respeta a la autoridad, y con la capacidad de enredar a los demás justificando su pecado, está cavando su propia tumba. En estos casos hay que pedir sabiduría para siendo más sabios que ellos, demostrar su necedad y reprenderlos.

Cuando esto pasa en los hogares cristianos, es posible que haya habido un cristianismo muy lejos de lo que debe ser el auténtico cristianismo. Es decir; en estos casos normalmente en la gran mayoría de la culpa es de los padres, unas veces por necios y no vivir una vida cristiana auténtica, otras veces por creer en doctrinas equivocadas, y otras simplemente porque era el hijo consentido y no lo disciplinaron adecuadamente.

Proverbios 29:15 La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.

Hay otros casos donde los hijos no quieren saber de Dios por el legalismo de los Padres, que han creído que escuchar música, bailar, tomarse una cerveza, ver televisión son pecados horribles, y en eso sí han sido estrictos dañando a sus hijos, al comunicarles una imagen de Dios que no es real.

En el caso de las familias que conocieron a Cristo con los hijos ya grandes, donde por falta de fe los valores están invertidos, es decir dan más importancia al estudio, al trabajo o al dinero que a un buen carácter resultado de conocer a Dios, allí toca comenzar un proceso que tiene que estar enfocado en la fe.

Con esto quiero decir qué hay que enseñarles los principios de Dios para que vayan siendo conscientes de su rebeldía, de su escala de valores equivocada.

Es difícil dar una medida de que tanta paciencia aplicar en estos casos, el recurso más importante además de los principios de la palabra de Dios, es la dirección que el Espíritu Santo pueda dar a nuestra vida. Dice la escritura:

Proverbios 25:15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe, y la lengua blanda quebranta los huesos.

Como quien dice que entre más acostumbrado y más poder tenga el pecado en esta persona, y la persona se crea más importante o poderosa, es más difícil esta batalla y por lo tanto tocará aplicar más paciencia.

Y lo que hagamos bajo la dirección del Espíritu Santo debe ser evaluado por los resultados, pues es posible que los resultados nos muestren que no estamos aplicando la paciencia realmente con la dirección de Dios, y podríamos estar fallando, por aplicar paciencia donde debe haber mucha más exigencia, por eso es importante, revaluar e insistir.

Ciertamente también hay casos donde la escritura dice:

Mateo 7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

Por supuesto sería muy triste que tengamos que tratar a alguno de nuestros hijos como un cerdo, porque por la dureza de su corazón ya no recibe el consejo, mucho menos la corrección. En esos casos creo que debemos colocar normas en nuestro hogar, y si no las cumplen es mejor que se vayan. (Si esto le suena duro bajo el viejo pacto los apedreaban)

Pero ojo también podemos pecar por falta de paciencia por eso la escritura también dice:

Colosenses 3:21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

Para la iglesia también el Señor coloca ciertas normas:

1 Timoteo 5:20 A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman.

Tito 1:12 al 13 Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. 13Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,

1 Corintios 5:11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.

Tito 3:10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, 11sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.

Pero también puede suceder que la iglesia no aplique suficiente paciencia y por eso también podemos leer:

2 Corintios 2:7 al 8 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. 8Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.

LA FALTA DE CAPACIDAD

Hay otro tipo de asuntos en los que debemos ayudar, a la esposa, a los hijos, y son aquellos en los que se cometen errores por causa de la poca habilidad o de la poca práctica.

Todavía se cuentan historias donde muchos se traumatizaron porque pensaron que la matemática entraba con palo, y seguramente en esos casos los valores espirituales brillaban por su ausencia.

En estos casos debemos tener paciencia, debemos revisar que tanto estamos siendo factor de ayuda para que superen esos faltantes, y debemos aprender a relacionar esas fallas con su relación con Dios.

Me explico, normalmente le cogemos aversión a lo que no sabemos hacer, y la aversión hace que nos bloquemos para aprender.

Qué bueno cuando un padre puede coger todo eso y mostrarle a su hijo que está siendo tratado por Dios, y que su confianza en Dios y su deseo de obedecerle debe llevarlo a poner todo de su parte para comprender y para rendir, no como quien rinde a los hombres, ni porque lo que haga sea valioso, (el estudio, la carrera, el deporte, etc.) sino porque es un elemento que está siendo usado por Dios para enseñarle a confiar y a depender de Él.

Y para terminar: Cuando estemos evaluando qué tanta paciencia debemos aplicar en los demás por favor evaluemos que tanta paciencia ha aplicado Dios en nuestras vidas, porque si usted resulta ser más duro de lo que Dios ha sido con usted, es posible que más adelante usted la pasé muy, pero muy mal.

Bueno, como dijo el apóstol:

2 Tesalonicenses 3:5 Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

Estamos en spotify
Síguenos