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EL PRECIOSO CRISTIANISMO
– PARTE 3 –
ESFORZARSE POR HACER EL BIEN

I. INTRODUCCIÓN

¿Cuántas cosas son capaces de hacer las personas por algo que consideran supremamente importante para su sus vidas? Creo que por lo que hemos visto en la humanidad, los seres humanos para alcanzar ciertos objetivos que consideran muy valiosos, son capaces de realizar hazañas espectaculares, pero también de comportarse con la maldad más increíble.

Podría comenzar a hablar de falsos positivos, secuestrar niños para la guerra, niñas y niños tomados como esclavos sexuales… Y la lista sería tan larga, que por eso el Señor en su palabra hablando de la maldad del pueblo de Israel, el pueblo que él había elegido para mostrar su nombre al mundo, les dijo:

Jeremías 32.34–35 Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola. 35Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.

Ellos en lugar de dar a conocer a su Dios, usaron el templo para poner allí sus abominaciones…

Cuando los hombres son capaces de ignorar a Dios, o peor aún; de usar la religión o los templos para cometer abominaciones, entonces también será capaz, como hizo el pueblo de Israel de sacrificar a sus hijos, por buscar un bienestar material o económico.

No hay duda que esto es terrible, como lo es en la actualidad vender los hijos para ser usados en la prostitución, cómo hacen algunos padres.

Y cuando Dios dice que no le vino al pensamiento que hiciesen esa abominación, está hablando como si fuera hombre, tratando de comunicárnos que la maldad del hombre ha sido muy, pero muy grande.

Esto no hay duda; muestra que cuando el hombre quiere algo, en su deseo de obtenerlo, es capaz de desarrollar una gran capacidad y un gran poder para lograr su objetivo. Y aunque estas habilidades son un regalo de Dios, no hay duda que están siendo mal utilizadas. Y una de las razones para hacerlo es ignorar a Dios, como lo confirma la escritura:

Isaías 57.10–11 En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste.11¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?

Los hombres no se desalientan de hacer maldad, no se acuerdan de Dios, mucho menos le van a tener temor. Y la misericordia y la paciencia de Dios en lugar de llevarlos al arrepentimiento, les ha hecho pensar que ofender a Dios no tiene la menor importancia.

En esta semana estuve viendo dos videos, uno de un judío que dice que en dos meses, o en año y dos meses, se va a manifestar el anticristo y va comenzar el juicio de Dios sobre esta tierra. Y otro donde también con ciertas bases bíblicas dice que queda muy poco tiempo para que comience la gran tribulación. Y aunque no estoy diciendo que va a suceder en el tiempo predicho por estos hombres según sus estudios, sí estoy absolutamente seguro, que en el tiempo de Dios, con toda certeza va a suceder todo lo que está profetizado en la escritura.

Y el que los hombres que ignoren esta realidad no evitara que suceda. Esto para nosotros, los que tenemos cierto temor de Dios, al tener la certeza de que sucederá, debe llevarnos a apreciar todavía más el cristianismo, es decir; la oportunidad de ser perdonados y aceptados totalmente por Dios para podernos relacionar con El.

Y por esta razón el apóstol Pedro, después de comunicarnos que hemos recibido de parte de Dios, todo lo necesario para vivir y disfrutar de ese cristianismo maravilloso, nos dice que es lo que debemos hacer para aprovechar este regalo de Dios. Y por eso dice:

2 Pedro 1:5 Por eso, mi consejo es que pongan todo su empeño en: Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien…

Ahora: si los hombres son capaces de manifestar una maldad extrema para alcanzar sus objetivos, que al final sólo traerán desgracia para su vida y su eternidad: ¿Cómo no vamos a aprovechar nosotros la oportunidad que tenemos, colocando todo nuestro empeño en vivir el cristianismo como Dios lo desea?

Tenemos que entender que nuestra vida debe girar alrededor del cristianismo, nuestra vida tiene que ser Cristo céntrica. Y para que eso suceda, además de colocar todo el empeño, lo siguiente que debemos hacer, dice el apóstol es: Afirmar nuestra confianza en Dios.

Ya vimos de manera muy amplia y respaldada en la escritura, que esta confianza no esta basada en las cosas que se ven, ni siquiera en los milagros que Dios pueda hacer en nuestra vida. La escritura es muy clara cuando dice que el método para llegar a confiar en Dios, tiene íntima relación con la palabra de Dios. El apóstol Pablo lo explica así:

Romanos 10.16–18 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? 17Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. 18Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.…

No todos obedecieron al evangelio, por qué no todos tomaron la decisión de creer. Y aclara que la fe viene como resultado de oír la palabra de Dios. Lo cual tiene toda la lógica del mundo, porque es necesario primero oír la voz de Dios, para luego tomar la decisión de creer en ella.

Y luego hace otra pregunta: ¿Pero acaso no han escuchado la voz de Dios? Y la respuesta es si. Dios ha comunicado su verdad a través de todos los tiempos… Como dice la carta a los hebreos:

Hebreos 1.1–3 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas…

Lo ha hecho de muchas formas, pero la escritura aclara que lo último que Dios ha hecho es hablarnos a través de su hijo Jesucristo. Y un poco más adelante en este mismo libro de hebreos enseña, lo mismo que dice cierta profecía, y es que quien no escuche las palabras de Jesús, a Dios tendrá que dar cuenta. Dice así:

Deuteronomio 18.18–20 Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. 19Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta. 20El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.

No sólo dice que hay que escuchar a Jesús, además de esto, para que les quedara todavía más claro la importancia de escuchar el mensaje de Dios, Dios dice que habrá sentencia de muerte para cualquiera que hable diciendo cosas que Dios no ha mandado a decir… Afortunadamente para muchos esa ley es del viejo pacto, porque si estuviera vigente creo que los muertos por esta causa serían muchos.

Hay otros muchos pasajes que corroboran que la fe en Dios sólo puede afirmarse con base en la palabra por ejemplo:

Efesios 1.13–14 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Habiendo oido… y habiendo creído, fuimos sellados como auténticos hijos de Dios. Otro pasaje:

Santiago 1.18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Por esto debe quedarnos claro, que no hay duda que la forma correcta de afirmar, de hacer crecer nuestra fe, es tomando la decisión de creer en las palabras de Jesús, es creyendo en el Nuevo Pacto, y en lo que los discípulos de Jesús guiados por el Espíritu Santo nos han comunicado.

Así es de que aunque Dios haga milagros a favor nuestro, nos proteja, nos de la provisión necesaria…. De todos modos la forma correcta de afirmar la fe, es tomando la decisión de creer en la palabra de verdad.

Y tomar esta decisión es en realidad comenzar una guerra espiritual.

Por esto muchas veces cuando una persona recibe el verdadero mensaje, y comienza a creer en él, comienza a tener conflictos a su alrededor, conflictos que prueban su fe.

Aparecen los que los critican, los que se burlan, los que tratan de desviarlos con diversas tentaciones, y aún a veces se presentan situaciones muy difíciles, que los pueden llevar a tambalearse en su fe.

Pero esto no debe atemorizarnos porque como hemos visto, no sólo Dios cuida el tamaño de las situaciones o ataques a nuestra fe, también nos ha dado las herramientas necesarias, nos ha dado una armadura, donde uno de los elementos muy importantes para ganar esta batalla es el escudo de la fe. Dice así:

Efesios 6.16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

Cuando dice; ”sobre todo” no está restando importancia a ninguno de los otros elementos de la armadura, pero si está diciendo que este no puede dejar de usarse en ningún momento por ninguna razón.

¿Como se usa el escudo de la fe?… Al inicio de mi vida cristiana, lo primero que hice fue comenzar a leer la escritura todos los días. Y como es normal que al comenzar uno entiende muy pocas cosas. Entonces tome la decisión de que cada vez que leyera algo que no entendiera, o que me pareciera raro o aun injusto, no iba a dejar que pensamientos, de duda acerca del amor y del buen propósito de Dios se alojaran en mi corazón… En otras palabras decidí no pensar absolutamente nada malo de Dios.

Y por eso cuando no entendía algo, o me parecía raro o injusto, mi oración era: “Amado padre, no entiendo eso, pero lejos de pensar mal de ti, reconozco mi ignorancia, y voy a esperar que tú en tu tiempo me aclares este asunto”

Y así sucedía. Dios mas temprano que tarde, al continuar leyendo la escritura, al hablar con mi guía espiritual, o al escuchar los mensajes en la iglesia, me daba las respuestas que me mostraban la perfección de la sabiduría de Dios.

Uno de los versos de la escritura que me ha parecido super importante, para afirmar mi fe en Dios es este que dice:

Proverbios 8.8–9 Justas son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida. 9Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que han hallado sabiduría.

Lo que aquí dice es que cada vez que alguien piensa mal de Dios, o de lo que Dios está haciendo en su soberanía, lo hace porque está lleno de ignorancia. Y lo que necesita es obtener sabiduría para poder ver la perfección de Dios, en lo que es, y en todo lo que hace. Y como la escritura dice:

Santiago 1.5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

Entonces sin dejar de leer la escritura todos los días, le pedía a Dios que me diera sabiduría, confiado, como dice su palabra en que El lo haría. Estas verdades y promesas me llevaron a tomar la decisión, de no pensar jamás mal de Dios, y así he seguido haciendo hasta el día de hoy.

Eso quiere decir que no importa lo que me suceda, no importa como me estoy portando, cualquier cosa que suceda especialmente las cosas molestas o dolorosas, sin importar cuánto dolor, amargura o sufrimiento puedan causarme, cuando estas suceden, no me permito en ningún momento pensar que Dios se a equivocado.

Y cuando digo que no me permito, es porque si vienen a mi mente pensamientos como dardos de fuego del maligno, queriéndome hacer dudar de la bondad, sabiduría o justicia de Dios. Pero en ese momento mi oración es:

“Gracias Señor; estoy seguro que esto que sucede es lo que yo lo necesito, a veces no entiendo el porque, pero tengo la absoluta certeza de que tú no te equivocas, tú eres la perfección absoluta, y sobretodo tu me amas con el mismo amor que amas a tu hijo Jesucristo, por lo tanto, esperare pacientemente a que esta situación produzca los cambios que tú deseas en mi corazón”.

Eso también quiere decir algo muy importante, que debemos tener claro para poder afirmar nuestra confianza en Dios, y es lo mismo que decía el profeta…

Jeremías 10.19 ¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla.

Tengo la absoluta certeza que mi sufrimiento o mi dolor, son consecuencia del pecado o la maldad que hay en mi corazón. Esto es muy importante porque cuando no reconocemos nuestros pecados, a la final terminamos culpando de nuestro sufrimiento a otros incluido Dios… Y esa forma de pensar equivocada no nos permite afirmar nuestra fe. Pues la escritura dice que el que encubre sus pecados no prospera.

Lo correcto es reconocer nuestros pecados, pero también entender que las situaciones provistas por Dios, especialmente las que nos producen dolor, están diseñadas para limpiar y sanar nuestro corazón. Porque como también dice la escritura:

Proverbios 4.23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.

La clase de vida que vivamos no depende de las situaciones, sino de nuestro corazón.

Esa es la guerra espiritual. Eso es tomar el escudo de la fe para apagar los dardos de fuego del maligno, qué son esos pensamientos que tienen como objetivo hacernos dudar del amor, de la justicia, del poder, de la fidelidad, o de cualquier atributo de Dios…

Y cuando la situación produce temor, angustia o aburrimiento, entonces busco la promesa o promesas, que deben permitirme estar tranquilo en esa situación… Por ejemplo, una qué me ha servido mucho en este tiempo es:

Lucas 12.29–31 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. 30Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. 31Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

Y entre más decido creer en esta promesa, no sólo veo el cumplimiento de la promesa, sino que más tranquilidad experimento.

Además; no tenemos que actuar con perfección absoluta para que Dios cumpla, no, no se trata de no equivocarnos jamás, se trata de que con todo el corazón busquemos hacer las cosas bien delante de Dios, y él cumplirá dándonos las cosas que necesitamos. (Lo más seguro no las que deseamos, pero si las que realmente necesitamos.)

Esa es la guerra espiritual, que es como ya he dicho, el método para afirmar nuestra confianza en Dios y sus promesas.

Esa es también la oración eficaz, donde hablando con Dios entendemos cual es verdaderamente el problema, y por eso es, que cuando los discípulos desfallecían el Señor Jesús les ordenaba insistir en; “vigilar y orar”..

Mateo 26.41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Tenemos que a través de esta clase de oración fortalecer nuestra vida espiritual, o si no, la carne nos va a arrastrar a dudar y pecar. También en la carta del apóstol Santiago nos dice algo similar…

Santiago 5.13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.

La aflicción es producto de no entender o no creerle a Dios. Y la oración es la conversación con Dios a través de la cual entendemos las promesas y los propósitos de Dios, dándonos la oportunidad de afirmar cada vez más nuestra confianza en él, y así salir de la afición para comenzar a cantar alabanzas.

Si volvemos al texto en la carta de Pedro, veremos que después de afirmar nuestra confianza en Dios, lo siguiente que debemos hacer es:

2 Pedro 1:5 Por eso, mi consejo es que pongan todo su empeño en: Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien…

Esta frase, “Esforzarse por hacer el bien” en las diferentes traducciones de la escritura dice: Añadir a su fe la buena conducta… Añadid a vuestra fe virtud.. Esforzaos al máximo en acompañar vuestra fe con bondad… Complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral.

Esforzarse, añadir, acompañar, complementar nuestra fe, con un comportamiento que muestre que nuestra confianza en Dios es real.

Hace pocas semanas estudiamos acerca de la fe muerta, vivimos que es una fe que no agrada a Dios, porque quienes tienen fe muerta desean obtener de Dios muchísimas cosas, pero no quieren hacer su voluntad. Por esto los de la fe muerta se condenan.

Es por eso que es super importante y es una evidencia de una fe auténtica, el estar decididos y esforzarnos en hacer la voluntad de Dios en todo momento.

El que hace la voluntad de Dios están haciendo las cosas bien, el que hace la voluntad de Dios tiene buena conducta, el que hace la voluntad de Dios esta actuando de forma virtuosa, el que hace la voluntad de Dios está viviendo con excelencia moral…

Por qué no hay duda que sólo cuando hacemos las cosas como Dios dice que deben ser hechas, es que están siendo bien hechas. Y lo opuesto también es verdad, es decir; el que no está haciendo la voluntad de Dios indiscutiblemente está haciendo las cosas mal.

Y lo que nos está diciendo es; que debemos esforzarnos al máximo en hacer la voluntad de Dios. Es decir; no es algo que puede dejarse al gusto, al temperamento, o dependiendo de las circunstancias, sino que debe haber un esfuerzo para que siempre y en todo momento, las cosas sean hechas como Dios lo desea.

Ahora de viejo, para aliviar los males que normalmente vienen con la vejez, tome la decisión de hacer ejercicio montando en bicicleta. Pero para poder mejorar no es suficiente con salir de paseo una vez a la semana, sino que hay que hacerlo varios días a la semana, cuantos más mejor, y al hacerlo debemos esforzarnos en pedalear, y no detenernos aunque nos duelan las piernas, aunque nos sintamos ahogados.

Esforzarse significa que hay que continuar prácticamente hasta que se acaben las fuerzas, porque ese esfuerzo es el que hace que progresemos.

Pero déjenme añadir algo muy importante, y es que ese esfuerzo no tiene que ver solamente con la cantidad de energía o fuerza que tenemos, sino que es necesario tomar la decisión de esforzarnos, creyendo que todavía podemos dar más. Porque si pensamos que no vamos a poder o que no podemos más, pues no va funcionar.

Los que comienzan a cansarse y piensan que no pueden más, terminan deteniéndose. También por esto es de mucha utilidad que alguien este al lado diciéndonos; hagale, hagale, no se detenga, ya falta poco, es la última subida, es la última curva…. Y efectivamente funciona.

Cuando comencé prácticamente todos me pasaban… Ahora después de un tiempo, pasó a una gran cantidad de ciclistas… Todavía otros me pasan, pero voy a seguir esforzándome, no porque este compitiendo con ellos, sino porque quiero hacer esto de la mejor manera.

La pregunta es: ¿Nos estamos esforzando para vivir la vida cristiana? ¿De verdad nos estamos esforzando? Más aún: ¿Lo estamos haciendo sabiendo que Dios nos ha dado las herramientas necesarias para triunfar?

O: ¿Estamos haciendo muy poco, y sólo cuando sentimos ganas, o cuando no hay nada más que hacer. O solo cuando los problemas nos invaden y al no encontrar solución, tenemos que ir a leer la escritura o a escuchar el mensaje de la Iglesia?

La verdad es que hay muchísimos que sabiendo que necesitan hacer ejercicio, porque su salud se está deteriorando, de todos modos no lo hacen. ¿Por qué? Porque no se quieren esforzar. Tristemente hay muchísimos que no estudian las escrituras, y terminan viviendo un cristianismo mediocre porque no se quieren esforzar.

Hay muchísimos creyentes que no son cumplidos en las cosas que deben serlo, porque no se quieren esforzar. Tampoco comparten su fe, porque no se quieren esforzar, y no quieren tener discípulos porque no quieren complicarse la vida…

Y aunque a muchos puede parecerles que están viviendo el cristianismo de buena manera, la escritura dice que esa no es la forma de vivir la vida cristiana. Y como la razón de esa tibieza es la falta de fe, dice así:

Santiago 1.6–7 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.

El que no se esfuerza por su falta de fe, es arrastrado por las circunstancias, y sólo hace lo correcto cuando piensa que las circunstancias son favorables y cuando no, no.

Ahora: Esforzarse por hacer las cosas bien, no sólo incluye que aprendamos a planear y a usar los dones, talentos, habilidades, recursos y oportunidades que Dios nos ha dado para hacer las cosas bien. Es decir; no se trata solamente de ser un buen o un excelente administrador del tiempo y los recursos.

Y no sólo se trata de eso, porque si fuera solo eso, en el mundo encontramos mucha gente que es muy eficiente y que se esfuerza por hacer todas las cosas que hace de muy buena manera…

De lo que en realidad se trata es de hacer todas las cosas con excelencia, Con buena conducta, de manera virtuosa y eso sólo es posible como ya mencione si hacemos la voluntad de Dios.

Y esa es una de las razones por las cuales los cristianos nos reunimos, para animarnos al amor y a las buenas obras. Y es también la razón por la cual la siguiente recomendación del apóstol en su carta es, añadir conocimiento. Dice así:

2 Pedro 1.5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento…

No hay duda, necesitamos el conocimiento de la escritura para saber cómo hacer cada cosa de la mejor manera, porque de nada sirve esforzarnos para hacer las cosas mal…

Y como acabo de mencionar, en la escritura podemos encontrar la dirección de Dios para hacer muchísimas cosas. Para tener una familia, para ser un buen padre, para ser una buena esposa, para ser unos buenos hijos, para tener un negocio, para tener un ministerio, para ser un buen patrón, para ser un buen empleado…

Sin embargo; por encima de todas esas normas que son muy importantes, y en las qué hay que esforzarse y procurar seguirlas al pie de la letra, encontramos que sin dejar de hacerlas, hay otras que son mucho más importantes que todas estas.

Y lo que voy a decir es tan importante, que así hagamos todas las demás cosas a la perfección, sino hacemos esto que dice la escritura, quedamos descalificados por completo. ¿A qué me estoy refiriendo? La escritura dice:

Colosenses 3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;

Este mandato además marca una enorme diferencia entre un incrédulo que está haciendo todas las cosas bien, por el, para él o para los hombres. Y un auténtico creyente que hace lo mismo pero para el Señor.

Déjeme insistir: Esto es tan importante, que no es posible hacer las cosas bien, si no las hacemos de todo corazón para el Señor.

Es decir, por más que hagamos una excelente planeación, e involucremos todos los recursos y lo hagamos todo de la mejor manera, y aunque sigamos las instrucciones de Dios, si lo que hacemos no lo estamos haciendo de todo corazón para Dios, quedamos completamente descalificados.

Y entonces no importará si el mundo nos alaba, nos honrar o enriquece… Porque cuando no hacemos las cosas de corazón para El Señor, fracasamos como cristianos. Un verso atrás dice:

Colosenses 3:22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.

Fracasamos como cristianos porque cuando no estamos haciendo las cosas de corazón para el Señor, las estamos haciendo para los hombres, incluidos nosotros mismos… Y eso no es cristianismo. Cristianismo es vivir para Cristo, no para nosotros.

Y no hay duda, que hay una enorme diferencia entre vivir para Dios, para el creador del universo, para el todopoderoso, que vivir para la criatura que es insignificante al lado de Dios. Un verso más adelante dice:

Colosenses 3.24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

Muchos creen estar haciendo las cosas bien, y de hecho a los ojos del mundo las están haciendo muy bien, pero no están recibiendo la recompensa que proviene de Dios, porque no están sirviendo a Cristo el Señor.

Además; hemos dicho que la vida cristiana es una vida preciosa, porque cuenta con el respaldo de Dios, el Todo Poderoso. Pero si no vivimos para Dios, lo único que podemos recibir será el respaldo de los hombres. Y la diferencia entre lo uno y lo otro es tan grande como la diferencia entre el cielo y el infierno.

Por esto; para esforzarnos en hacer las cosas bien, la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Para quien estamos haciendo cada cosa que estamos haciendo?

Es más; es muy difícil, yo me atrevo a decir que es prácticamente imposible, hacer realmente las cosas bien si no las estamos haciendo para Dios.

Cuando la escritura dice que; no sirviendo al ojo como los que quieren agradar a los hombres. Se refiere a que cuando los hombres vivimos para otros hombres, fácilmente caemos en que hacemos las cosas bien cuando nos están viendo, pero cuando no nos están viendo, cuando pensamos que no nos pueden descubrir… terminamos haciendo las cosas mal.

Alguna vez alguien me pregunto que cómo había logrado que mis hijos fueran obedientes… Y la respuesta que le di, es que a lo largo de su vida les enseñe que Dios estaba viendo lo que ellos hacían… Porque solo una verdadera conciencia de que vivo delante de Dios, puede corregir nuestro comportamiento.

Los creyentes que no entienden ni creen en esta importante verdad, sólo son buenos cristianos delante del pastor, o delante de su jefe, o delante de la familia, pero no delante de Dios.

Y por esto en cierta ocasión el Señor confrontó a su pueblo con esta verdad, diciéndoles:

Malaquías 1.6 El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

El Señor esta reprendiéndolos, porque ellos respetan, honran, y tienen más temor de los hombres que de Dios. Y cuando esto pasa entonces el creyente termina menospreciando a Dios.

No importa cuánto tiempo llevemos de cristianos, no importa tampoco cuál puesto ocupemos en la iglesia, si nos descuidamos, podemos caer en el pecado de estos sacerdotes, que aunque ellos creían estar sirviendo al Señor, en realidad lo estaban menospreciado.

Y peor aún, cuando fueron confrontados no lo reconocieron, y por eso preguntan: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? El Señor les responde:

Malaquías 1.7–8 En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. 8Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.

En términos generales el menosprecio era evidente en que no estaban haciendo las cosas bien.

Ojo: Las cosas que Dios nos ha mandado hacer, cuando no las hacemos bien, cuando no las hacemos con excelencia, cuando no nos esforzamos por hacerlas bien, estamos menospreciando a Dios.

Y por eso los sacerdotes se estaban llevando al altar de Dios las cosas que estaban dañadas. Seguramente el pan viejo lleno de moho, los animales que debía ser sanos no los llevaban, sino los enfermos, los cojos, los ciegos, seguramente hasta los moribundos…

Y para que entendieran su pecado, el Señor les dice que porque no llevan ese pan inmundo y esos animales enfermos al príncipe, al rico, a aquel ante el cual quieren aparentar, a aquel del cual esperan recibir su favor, a ver si esas personas se van a sentir agradadas.

Podemos evaluar esto preguntándonos: ¿Con quien somos más cumplidos con los hombres o con Dios?

Si tenemos una cita para un negocio muy importante, o con la persona que más amamos, o a tomar el avión para unas vacaciones espectaculares… ¿Llegamos tarde? O ¿Acaso a última hora decidimos no cumplir y los dejamos esperando?

O si tenemos un compromiso con el banco, o con el arriendo, o con los servicios o el colegio de los niños, ¿Será que dejamos pasar el tiempo y pagamos cuando sintamos ganas?

Muchos de los deseos de Dios nos son comunicados través de su palabra, de las autoridades, de su Santo Espíritu, pero podemos caer fácilmente en ignorar que Dios está respaldando esa autoridad, y comenzamos a obedecer, ya no como para el Señor, sino sólo como para los hombres.

Eso en el mundo es normal y además totalmente legítimo, pero es un pecado grabe en un hijo de Dios.

Preguntémonos: Si nuestro jefe en la oficina fuera el Señor Jesucristo, sentado allí con ángeles majestuosos a su alrededor: ¿Nuestro trabajo sería diferente del trabajo que hoy estamos haciendo?

Y si el Señor Jesucristo fuera el que nos recibiera a las ocho de la mañana en la puerta de la oficina…¿Seríamos capaces de llegar tarde porque no nos dio la gana de ser diligentes y esforzarnos?

Y si el Señor Jesucristo fuera el que lo esperara a usted en la iglesia; ¿Llegaría a tiempo? O ¿Se conectaría a tiempo?

O ¿Si el Señor Jesucristo en persona estuviera esperando recibir nuestros diezmos y ofrendas… Lo haríamos de la misma manera en que lo estamos haciendo ahora? O como son para él no haríamos bien las cuentas y lo daríamos cuando nos pareciera, no cuando es el tiempo de hacerlo?

Colosenses 3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;

La pregunta que nos debemos hacer y responder con toda sinceridad es: ¿Esto que estoy haciendo lo estoy haciendo para Dios o para los hombres?

¿Como Padre, como esposo, como empleado, como jefe, como amigo, como líder espiritual, cada cosa que estamos haciendo la estamos haciendo de manera consciente para nuestro Dios… O lo perdemos continuamente de vista y terminamos haciendo para los hombres o para nosotros mismos.

Creo que es muy poco todo lo que pueda insistir, al decir que si no estamos haciendo las cosas para Dios no estamos viviendo como cristianos.


Pero además de hacer cada cosa para Dios, hay otro asunto también muy importante, que también esta sobre todas las cosas que debemos hacer a la perfección, y tiene que ver con la obra que Dios está haciendo en nuestra vida. La escritura dice:

1 Corintios 7.29–31 Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; 30y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; 31y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.

El apóstol está hablando de la importancia del matrimonio, sin embargo hace un paréntesis para decir, que por encima del matrimonio, por encima de vivir contentos, por encima de obtener posesiones materiales y disfrutar de este mundo…

Lo más importante es, que a través de todas estas cosas que debemos hacer de la mejor manera, nuestra vida, nuestro carácter, sea transformado para llegar a la altura del Señor Jesús, y para llegar a semejante altura es que dice, y no hay duda, que el tiempo es corto.

Al decir que el tiempo es corto; en realidad nos está diciendo que debemos aprovechar al máximo tanto las cosas que Dios nos manda hacer, como las situaciones que nos pone a vivir, para crecer espiritualmente.

Es decir; no debemos estar satisfechos porque todo lo estamos haciendo de la mejor manera. A eso es urgente añadirle, que a través de todo lo que hagamos debemos crecer espiritualmente… Y si no lo hacemos sabiendo que tenemos poco tiempo, estamos cometiendo un gravísimo pecado.

Esto es igual a decir; que sí en el matrimonio no te va bien, o no te va bien con las finanzas, o no logras disfrutar de este mundo como otros lo disfrutan, eso no es problema, mientras a través de todas estas circunstancias estemos creciendo en el conocimiento de Dios que transforma nuestra vida.

En este pasaje que acabamos de leer solamente menciona que el tiempo es corto, suponiendo que entendemos a que se refiere. Sin embargo complementando lo que dice allí, el siguiente pasaje lo dice muy claro:

2 Corintios 4.17–18 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

El apóstol estaba pasando por situaciones supremamente difíciles, que el llama una; “leve tribulación momentánea”… Y dice eso porque hace la comparación por un lado; que aunque son situaciones dolorosas la ganancia es muy grande. Y por otro lado; qué por larga que sea la situación, no es nada comparada con la ganancia obtenida para la eternidad.

Esto quiere decir, que por encima de todas las cosas que hacemos, es importantísimo adquirir ese eterno y excelente peso de gloria.

Qué es igual a decir: Que debemos esforzarnos en asimilar esos tratos de Dios que transforman nuestro carácter, para dejar de preocuparnos, de ser envidiosos, de ser ambiciosos, de ser mentirosos, de ser incumplidos, o faltos de amor, misericordia, paciencia…etc.

Porque si hacemos todas las cosas que se ven con excelencia, pero nuestro carácter no mejora, estamos perdiendo por completo el tiempo. Peor aún; algunos por hacer ciertas cosas con excelencia cada vez tienen peor carácter…

Por ejemplo: Algunos jefes por hacer que todo funcione bien en su empresa, se están convirtiendo en tiranos inmisericordes… Y de nada sirve que todo funcione bien en su empresa, si para lograrlo en lugar de parecerse cada vez más a Jesús, se está pareciendo cada vez más al diablo.

Y por favor no nos disculpemos diciendo, que las empresas del mundo funcionan así, porque esa no es una disculpa válida a los ojos de Dios. Decir eso muestra la total ignorancia que se tiene acerca de la presencia y plan de Dios para nuestra vida.

Lo mismo ocurre con algunos padres o madres, que en su empeño de corregir a sus hijos lo hacen de tan mala manera, que en lugar de parecerse cada vez más a Jesús se parecen cada vez más al diablo. Es por esto que la escritura nos advierte:

Gálatas 6.1–2 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

Cuando realmente queremos ayudar al qué está haciendo las cosas mal, de haber un espíritu de mansedumbre, debemos revisar lo que nosotros también hacemos, para que no seamos tentados a caer en pecado mientras corregimos al otro. Y además debemos ayudar a cargar la carga del otro.

Alguna vez escuché que un padre decía a su hijo; tus pecados hijo mío muestran mis faltas como padre… Y esto tiene mucho de verdad, el mal testimonio de los padres, de la familia, hace que los hijos no pongan los ojos en Dios… Y muchos lo empeoran cayendo el pecado al corregirlos.

Pero totalmente contrario a deformar nuestro carácter por tratar de cumplir con ciertas responsabilidades, debemos es esforzarnos y estar pendientes de que las situaciones que Dios programa para darnos crecimiento espiritual, nos den ese crecimiento espiritual y transformen nuestro carácter.

Frente a cada situación, especialmente frente a las complicadas debemos evaluar… ¿Qué me quieres enseñar Señor? ¿Qué debo aprender? ¿Que no debo hacer más? ¿Qué actitud debo cambiar? ¿Qué debo rectificar?…

Además tengamos en cuenta que la escritura dice:

Filipenses 1.6–7 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; 7como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.

Algunos interpretan este pasaje como que no importa lo que hagamos Dios terminará la obra en cada uno de nosotros. Pero si esa fuera la interpretación correcta, entonces porque Pablo dice que se esfuerza para no ser eliminado, y porque nos motiva a hacer lo mismo para no perder galardones.

Por eso, lo que yo entiendo de este pasaje es, que hasta el último momento de nuestra vida Dios estará insistiendo en hacer la obra en nosotros, para transformar nuestro carácter…

Eso en otras palabras quiere decir que si Dios quiere enseñarte algo… No se va a detener, va a insistir, va a repetir las situaciones cuantas veces sea necesario, y es posible qué ante nuestra terquedad para reconocer y aprender, suba la temperatura de las situaciones.

La escritura enseña que las pruebas, son situaciones difíciles en las cuales debemos apoyarnos en las promesas de Dios para pasarlas victoriosos.

También enseña que las tentaciones, son situaciones en las cuales cometiendo algún pecado logramos salir de esa situación, y donde por supuesto afirmando nuestra fe, no debemos caer en la tentación.

Pero también enseña la escritura, que cuando no pasamos las pruebas o las tentaciones y caemos continuamente en pecado una y otra vez…. Entonces viene la disciplina.

Y la disciplina si es una situación muy difícil y dolorosa, donde Dios te pone entre la espada y la pared… Donde o te agarras del Señor y aprendes, o recibes el daño. La escritura dice:

Proverbios 29.1 El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

Así es de que queridos hermanos hagamos guerra espiritual para afirmar nuestra confianza cada vez más en Dios.

Añadamos a esa confianza el buen testimonio, el hacer cada cosa de la mejor manera, con eficiencia, de manera virtuosa, con excelencia moral…es decir hagamos cada cosa de acuerdo a la voluntad de Dios.

Pero sobre todo hagamos cada cosa que hagamos para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibimos la recompensa porque a él servimos.

Y por último, no desaprovechemos ni lo que Dios nos manda a hacer, ni lo que nos pone a vivir, de tal manera que siempre estemos creciendo espiritualmente…. El apóstol Pablo decía:

Filipenses 3.12–14 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Oremos…

¿Sabías qué?

La iglesia es una entidad sin ánimo de lucro, por esta razón para funcionar dependemos primeramente de Dios, y de las ofrendas, donaciones o contribuciones que sus miembros, amigos o simpatizantes quieran hacer, lo cual, si Dios lo coloca en tu corazón puedes hacer a través de las siguientes opciones.

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